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DESCARTES (1595-1650)

CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIOCULTURAL Y FILOSÓFICO

CONTEXTO HISTÓRICO

Durante el siglo XVII se produjeron una serie de hechos que repercutieron en la política, en la
economía, en la sociedad, en la cultura y en el pensamiento.

 Consolidación de los grandes imperios coloniales de España y Portugal, con un gran flujo
migratorio de Europa hacia América.
 La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que, al principio, fue una guerra de religión entre
partidarios de la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, y, más tarde, en una guerra total
por el predominio en el comercio internacional, por el equilibrio político de Europa y por la
hegemonía de las casas reales.
 La Paz de Westfalia (1848) que significaría la decadencia de la hegemonía española en Europa,
en beneficio de Francia; el reforzamiento de la propia Francia, de Suecia y de Inglaterra, y el
nacimiento de estados independientes que enterraba, definitivamente, el sueño de una Europa unida
por la religión cristiana.
 La consolidación del absolutismo monárquico, que concedía todo el poder al rey a quien se
consideraba designado por Dios de forma vitalicia y por línea hereditaria. Luis XIV de Francia
llegó a decir: “el Estado soy yo”.

CONTEXTO SOCIOCULTURAL

EN EL ASPECTO ECONÓMICO Y SOCIAL, la larga guerra tuvo consecuencias significativas:

 Importante disminución de la población, devastación de las tierras por las batallas y los continuos
movimientos de los ejércitos y hambrunas y epidemias.
 Consolidación del mercantilismo determinada por dos hechos importantes:
 La carrera por la colonización de América, África y el Sudeste asiático con el fin de abrir
nuevos mercados, explotar minas de metales preciosos y conseguir materias primas.
 La adopción de medidas proteccionistas, como el establecimiento de fuertes aranceles y de
ayudas a la exportación.
 La férrea organización jerárquica de la sociedad basada en estamentos, con el rey en la
cúspide la jerarquía, la nobleza y el alto clero, como clases privilegiada, y el llamado tercer estado
o pueblo llano, formado por grupos claramente diferenciados: los campesinos, artesanos y
burgueses o comerciantes, por un lado, y los siervos, jornaleros y marginados, por otro.

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 El progresivo avance de la burguesía que, más tarde, provocaría la desaparición de la Sociedad
del Antiguo Régimen y del absolutismo monárquico.

EN EL ASPECTO CULTURAL, asistimos a una época de gran esplendor en todas sus


manifestaciones:

 En el arte, el Barroco fue la expresión de un ambiente cultural reflejo del espíritu de la época. La
arquitectura, la escultura y la pintura brillaron con luz propia. Destacaron, entre otros, artistas
como Bernini, Lemercier, Gómez de Mora, Caravaggio, Poussin, Velázquez, Ribera, Rubens,
Franz Hals, Rembrandt etc.
 La literatura barroca española y francesa rayaron a gran altura. En España sobresalen
Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo, Góngora, Baltasar Gracián …; en
Francia, Corneille, Racine y Molière.
 En el terreno religioso, se produjo el enfrentamiento entre la Reforma protestante y la
Contrarreforma católica, destacando los jesuitas en su lucha para fortalecer la fe católica frente al
protestantismo. En Francia, se difundió el jansenismo* a través de los escritos de Pascal, filósofo,
físico, teólogo y matemático.
 En el terreno de la ciencia, destacaron Newton, que descubrió el teorema del binomio y
desarrolló la teoría de la gravedad; Harvey, con sus estudios sobre la circulación de la sangre; R.
Boyle y Antoine Lavoisier, iniciadores de la química moderna; Kepler, que descubrió que las
órbitas de los planetas eran elípticas y no circulares, y formuló las tres leyes del movimiento de los
planetas; y Galileo, que elaboró un nuevo modelo de saber científico, basado en la combinación de
razón y experimentación.
* Movimiento teológico creado por Cornelio Jansen (1585-1638), que defendía la supremacía de la gracia
divina sobre la libertad humana, y se oponía a que el catolicismo fuera un elemento de unificación nacional
en Francia.

CONTEXTO FILOSÓFICO

 La filosofía escolástica experimenta una clara decadencia y se considera excesivamente teórica


e inútil para las necesidades y metas de los nuevos tiempos.
 Con la llegada de la modernidad, la filosofía se desprende de los lazos que la unían a la religión
y establece un diálogo con la ciencia.
 La filosofía y la ciencia se abren a nuevas concepciones del universo y del hombre. El universo
ya no es algo cerrado, finito y gobernado por Dios, sino que está sometido a unas leyes regulares
que hay que descubrir y que se pueden expresar en términos matemáticos y físicos. El hombre

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ahora quiere ser independiente y autónomo. Puede usar sus sentidos y su razón para comprender
tanto el orden del mundo, a través de la ciencia, como el sentido de su vida.
 Francis Bacon (1561-1626), uno de los iniciadores del empirismo, impulsó el estudio de la
ciencia natural basado en la observación de la naturaleza a través de los sentidos y en la
experimentación, con el fin de obtener un conocimiento fiable de las leyes que rigen el mundo
natural. Propugnó una clara separación entre fe y razón, y el valor de la experiencia como fuente de
conocimiento válido.
 La revolución científica, iniciada por Galileo, abanderó un nuevo método de saber científico
basado en la combinación de razón y experimentación.
 El resurgimiento del escepticismo con Michel de Montaigne, que descalificaba las pretensiones
de la razón de elaborar cualquier explicación válida y única. Montaigne intenta ofrecer nuevas
perspectivas que invitan siempre a preguntar en lugar de hacer afirmaciones definitivas.

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PROBLEMAS FUNDAMENTALES EN SU PENSAMIENTO

El pensamiento de Descartes gira en torno a una serie de problemas:

 El problema de la razón. Se pregunta cómo puede equivocarse, si es una facultad infalible.

 El problema del método. ¿Es posible encontrar un método que impida los extravíos y los errores
de la razón? ¿Existe un método único para todas las ciencias?

 El problema de las ideas innatas. ¿Posee la razón ideas innatas que hagan innecesario recurrir a
los datos e informaciones de los sentidos?

 El problema de la construcción de un sistema metafísico. ¿Es posible construir un sistema


metafísico absolutamente evidente?

 El problema del dualismo. ¿Qué relación existe entre la materia extensa y el espíritu, entre la res
extensa y la res cogitans, es decir, entre el cuerpo y el alma?

EL PROYECTO FILOSÓFICO DE DESCARTES

1. EL DESENGAÑO DE LA EDUCACIÓN RECIBIDA

Los estudios cursados en el colegio jesuita de La Flèche, donde recibió una sólida educación clásica de
corte escolástico, defraudaron a Descartes. No estaba de acuerdo ni con las materias ni con los
métodos. La tradicional filosofía aristotélica, pasada por el tamiz de la escolástica, le parecía de
“endebles cimientos”. Era preciso realizar una crítica profunda al aristotelismo y a la escolástica y
adoptar el planteamiento nuevo de la modernidad: había que construirlo todo, “con paso firme”,
desde la razón.

2. EL CONOCIMIENTO

2.1. CONTRIBUCIÓN A LA CIENCIA

En la época Moderna, crece el interés por cuestiones de tipo epistemológico, se hace hincapié en la importancia
de la intervención del sujeto en el proceso de conocimiento. En la filosofía Antigua y Medieval se pensaba que
el conocimiento se iniciaba fuera del sujeto, en la naturaleza, pero con Descartes el conocimiento se justifica a
partir del sujeto, de la razón, dando paso a la Filosofía racionalista moderna.

Descartes se pregunta: ¿cuál había sido el motivo de los errores filosóficos anteriores? y, si la razón humana es
la misma, ¿por qué hace progresar a la ciencia y no a la filosofía? Por este motivo, introduce el método

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matemático en filosofía (método deductivo), para dotar a la razón humana de un criterio de verdad definitivo, ya
que, para él, la matemática pone orden al caos de datos que nos proporciona la experiencia.

2.2. EL MÉTODO

En El discurso del método, Descartes afirma que todo el saber de su época es como un edificio en
ruinas que no merecía la pena intentar restaurar. Había que derribarlo y construir uno nuevo desde sus
cimientos. El objetivo de Descartes era aumentar el conocimiento y evitar el error, es decir, acceder a nuevas
verdades; para ello construyó el método sobre una base firme, la razón, como única vía de acceso al
conocimiento.

Y para construir ese edificio era necesario utilizar un buen método, adecuado y fiable. Él lo define
como un conjunto de “reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que las observen
exactamente no tomarán nunca por verdadero lo que es falso, y alcanzarán … el conocimiento
verdadero.” Descartes insiste en la necesidad de su sencillez para no perderse en su aplicación.
Su método guarda una estrecha relación con las matemáticas, ciencia caracterizada por “la certeza y la
evidencia de sus razones”, que no toma nada de la experiencia. Los conocimientos de las matemáticas
proceden de la razón, que utiliza dos herramientas: la intuición y la deducción, herramientas que,
naturalmente, adopta Descartes.

La intuición se define como la visión directa e inmediata de una realidad, o la comprensión directa e
inmediata de una verdad.

La deducción es el proceso mental en el que, a partir de las intuiciones simples, se accede a lo


complejo. La deducción es también intuición, ya que es el “paso” de un conocimiento a otro,
constituyendo una cadena de intuiciones

2.3. LAS CUATRO REGLAS DEL MÉTODO

Las reglas del método deben ser sencillas y fáciles para que sean accesibles y se puedan llevar a la práctica en
cualquier ámbito de la realidad. Hay cuatro reglas, con las dos primeras se llega a las intuiciones de lo simple,
las ideas claras y distintas:

1ª. REGLA DE LA EVIDENCIA

Hay que admitir, únicamente, ideas evidentes, es decir, ideas claras y distintas. “No aceptar como
verdadero lo que no se reconozca como evidente, evitando la precipitación”. Es el momento de la intuición.

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* Claro: lo que no tiene ni sombra de duda.
* Distinto: lo que se puede diferenciar con precisión de cualquier otra cosa.

2ª. REGLA DEL ANÁLISIS

Es preciso analizar las ideas que no sean evidentes. Según Descartes, la evidencia se consigue,
únicamente, mediante la intuición, es decir, mediante un acto puramente racional, por el que la mente
“ve” de modo inmediato y transparente una idea. Ahora bien, sólo pueden ser intuidas así las ideas
simples. Las ideas complejas suelen ser oscuras y confusas. Por eso propone “ ...dividir las cuestiones
que se han de examinar en el mayor número de partes posibles y necesarias para su mejor
comprensión”.

3ª. REGLA DE ORDEN Y DE SÍNTESIS

Hay que proceder ordenadamente, yendo de lo simple a lo complejo a través de la deducción. Ahora
hay que hacer una síntesis del análisis anterior, que es el modo de reconstruir el orden. Incluso si no lo
hubiese habría que presuponerlo porque es fundamental.

Intuición y deducción son, según Descartes, los dos caminos que conducen a la ciencia de la manera
más segura. La intuición capta las ideas o las verdades simples y es inmediata. La deducción, en
cambio, “es un movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento que va pasando de una
intuición a otra en el orden debido”. La deducción no es inmediata, sino sucesiva.

4ª. REGLA DE LA ENUMERACIÓN Y REVISIÓN

Consiste en revisar lo hecho anteriormente para cerciorarse de que no se ha cometido ningún


error. Como se habían seguido dos caminos, el del análisis y el de la síntesis, habrá que realizar dos
tipos de repaso o comprobación:

 Enumeración. Se trata de hacer un recuento de las naturalezas simples obtenidas en el análisis


para comprobar que no falta ni sobra ninguna.

 Revisión. Consiste en comprobar que se han seguido correctamente todos los pasos, en realizar una
revisión tan general que no quepa duda alguna de que no se ha omitido nada.

En la resolución de un problema matemático, por ejemplo, equivale al repaso del problema, es decir,
comprobar que el análisis es correcto, revisar las operaciones y comprobar que no se ha olvidado
ningún dato.

La finalidad de esta regla es alcanzar, finalmente, la evidencia buscada.

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De este modo, se vuelve a la primera regla: la deducción parte de la intuición y a ella vuelve. A fin de
cuentas no es más que una intuición desarrollada.

Concluimos este apartado con un breve texto de Descartes: “ ... Todas las cosas de las que el hombre
puede adquirir conocimiento se siguen unas a otras en igual manera ..., y con solo abstenerse de
admitir como verdadera una cosa que no lo sea, y guardar siempre el orden necesario para deducirlas
unas de otras, no puede haber ninguna, por lejos que se halle situada o por oculta que esté, que no se
llegue a alcanzar y a descubrir”. (Discurso del Método,2)

2.4. EL CRITERIO DE VERDAD

Se entiende por criterio de verdad la norma general con arreglo a la cual cabe reconocer que una
determinada proposición es verdadera. Establece como regla general que “todas las cosas que
concebimos muy clara y distintamente son verdaderas”.

La claridad y la distinción son, por tanto, el criterio que nos permitirá distinguir lo verdadero de lo
dudoso o de lo falso. (Estos conceptos se han definido ya en la 1ª regla del Método).

2.5. EL CONOCIMIENTO Y LAS IDEAS

Piensa Descartes que en su mente ha encontrado la primera verdad (pienso, luego existo), el
criterio de verdad o certeza (la claridad y la distinción) y también las reglas y el método. Y se hace,
a continuación, la siguiente pregunta: ¿Puedo encontrar algo más?

A esta última pregunta responde afirmando que en nuestra mente encontramos también ideas. Las
ideas son, para Descartes, los contenidos del pensamiento. Distingue tres tipos de ideas:

 Ideas adventicias: aquellas que creemos que “proceden de fuera”. Se refieren, por lo general, a las
cosas naturales que parecen llegarnos por medio de los sentidos. La idea del color, por ejemplo.

 Ideas facticias: aquellas “hechas o inventadas por uno mismo”. La idea de centauro o de sirena.

 Ideas innatas: las “nacidas conmigo”, aquellas que son poseídas por el alma o espíritu de todos los
hombres sin excepción. Por ejemplo, la idea de Dios y la idea de extensión.

Las ideas adventicias no nos suministran conocimientos ciertos, pues, al depender de los sentidos,
siempre puede dudarse de ellas; las facticias, al poder ser manejadas por mi libre albedrío y por mi
imaginación, pueden ser erróneas; las innatas, sin embargo, al imponerse por sí mismas de modo
evidente, muestran la verdad.

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Según Descartes, el verdadero conocimiento no surge del testimonio fluctuante de los sentidos, ni del
juicio falaz de la imaginación, sino de la mente pura y atenta que, mirando dentro de sí misma,
llega a descubrir los verdaderos contenidos cognoscitivos.

El verdadero conocimiento, por lo tanto, es el conocimiento de las ideas innatas, es decir, de las
ideas que la razón (la mente) encuentra en sí misma. Y los contenidos objetivos de esas ideas, que se
nos muestran de un modo claro y distinto, coinciden con la realidad.

3. LA METAFÍSICA CARTESIANA

Descartes no separó filosofía y ciencia y expresó muy claramente la concepción unitaria de las ciencias
en su famosa metáfora del árbol, que sólo da frutos si tiene buenas raíces:

“Así, toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco la física, y las ramas
que salen de este tronco son todas las demás ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina,
la mecánica y la moral –me refiero a la moral más elevada y perfecta que, presuponiendo un
conocimiento completo de las demás ciencias, constituye el último grado de la sabiduría-.” (Principios
de filosofía)

Para Descartes, por tanto, la metafísica es “la raíz del árbol de la ciencia”. En su construcción, propone
la duda como punto de partida, el “cogito”, como axioma fundamental, y tres definiciones básicas:
sustancia, atributo y modo.

3.1. LA DUDA COMO PUNTO DE PARTIDA

Descartes convirtió la duda en la base del método. Así, decide dudar hasta de sus creencias más
firmes. Se trata de una duda metódica -no definitiva- y universal que se aplica a todo conocimiento y
que supone una etapa previa en la búsqueda de la certeza, en la búsqueda de con un punto de partida
firme y seguro, cierto y evidente.

Y argumenta su duda con cuatro razones o motivos:

a) Los sentidos. Como, frecuentemente, nos engañan, no podemos fiarnos de ellos.

b) El mal uso de la razón. Las razones que creemos rigurosas y verdaderas pueden ser erróneas y
falsas, “puesto que hay hombres que yerran al razonar, incluso sobre las cosas más simples”.

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c) La no distinción del sueño de la vigilia. Mientras soñamos, las cosas en que soñamos nos parecen
reales y sólo al despertar descubrimos que eran falsas. ¿Cómo distinguir, entonces, que ahora no
estemos soñando y las cosas que percibimos no sean imaginaciones nuestras?

d) La hipótesis del genio maligno. Es posible que exista un genio maligno que nos engañe
continuamente. “Supondré, pues, no que Dios, que es la bondad y la fuente suprema de verdad, me
engaña, sino que cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha
puesto toda su inteligencia en engañarme”. Con esta hipótesis se hunde todo el mundo del
conocimiento, pues ¿de qué puedo estar seguro, si un genio maligno me engaña continuamente?

Ahora bien, en medio de esta duda absoluta va a resplandecer la primera verdad indudable: Yo,
que dudo, que me equivoco, que soy engañado por el genio maligno, etc., es necesario que exista.
Si dudo, existo; si me equivoco, existo; si me engaña el genio maligno, existo. “Y aunque las cosas
que siento e imagino no existan fuera de mí e incluso en sí mismas, estoy seguro, sin embargo, de
que esos modos de pensar residen en mí”. (Tercera meditación)

3.2. EL “COGITO”
El camino de la duda termina ante una evidencia concreta que presenta, al mismo tiempo, el hecho del
pensamiento y la existencia del sujeto pensante: “Cogito, ergo sum”.

El “cogito” se convierte así en el primer principio evidente de la filosofía cartesiana, del que se deriva
todo un sistema filosófico.

Y el “cogito” no significa solamente el pensamiento propiamente dicho, sino todo lo que sucede de
manera inmediata en la conciencia: querer, imaginar, entender, afirmar, negar, dudar, etc. “¿Qué es lo
que soy yo? Una cosa que piensa. ¿Y qué es una cosa que piensa? Es unc cosa que duda, que
entiende, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina y que siente...”
(Meditación II)

3.3. CONCEPTO DE SUSTANCIA.


Descartes emplea como sinónimos las palabras “cosa” (res) y “substancia” (substantia). Define la
sustancia como aquello que existe de tal manera que no tiene necesidad de ninguna otra cosa
para existir. Según esta definición, sólo Dios sería una sustancia, puesto que las criaturas necesitan de
Dios para existir. Por eso, Descartes afirma que el concepto de sustancia no se aplica del mismo modo
a Dios y a las criaturas, y establece varios tipos de sustancias:

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 Sustancia infinita. Es una sustancia increada, infinita, independiente y perfecta: Dios. De su
estudio se ocupa la teología.

 Sustancia creada finita, que piensa. Es el alma humana. De su estudio se ocupa la psicología.

 Sustancia creada, finita, extensa, que no piensa. Es el mundo material y corpóreo, objeto de
estudio de la Física.

3.4.Concepto de atributo.

El atributo es aquello por lo que una sustancia se distingue de otra. Según Descartes, a cada
sustancia le corresponde un atributo, que constituye la esencia de esa sustancia y se identifica con ella.
Cada tipo de sustancia posee un solo atributo: el alma es pensamiento; los cuerpos son extensión.

3.5. Concepto de modo.

Se define como cada una de las diferentes formas en que está dispuesta la sustancia. Por ejemplo,
un cuerpo (sustancia) es extensión (atributo) que tiene una figura determinada (modo). También puede
definirse como aquello que para existir necesita de otro.

SUSTANCIA ATRIBUTO MODO


Dios Infinitud Carece de modos
Yo Pensamiento Ideas
Mundo Extensión Figura, número, textura …

4. LA CONCEPCIÓN DE DIOS
Ahora bien, el problema que se le presenta es el siguiente: ¿cómo puedo garantizar que a mis ideas les
corresponde una realidad extramental? Descartes quiso saltar a la realidad extrasubjetiva y justificar la
existencia del yo, Dios y el mundo real, siendo Dios el mediador entre el sujeto y el mundo a partir de las
siguientes demostraciones:
La idea de “yo pensante” (identifica espíritu, alma y mente ), es demostrado a través de mi subjetividad, no
puedo dudar de mi existencia.

La idea de “Dios”. Descartes define a Dios como una sustancia perfecta, infinita, eterna, inmutable,
independiente, omnipresente y omnipotente; por la cual todas las cosas han sido creadas y mantienen
su existencia gracias a su “creación continua”. Dios recrea continuamente el mundo, que se mueve por
el primer impulso recibido de Él.

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Dios ocupa un papel fundamental en el pensamiento racionalista y, por lo tanto, en Descartes. Es la
garantía de que todo lo que se concibe clara y distintamente es verdadero, así como de la
correspondencia entre el orden del pensamiento y el de la realidad, creación suya.

Como Santo Tomás, utiliza varios argumentos para demostrar su existencia. Parte de la evidencia
“pienso, luego existo”, y se da cuenta de que en el hecho de dudar está implícito que es un ser finito e
imperfecto, puesto que un ser infinito y perfecto no podría dudar. Así, su propia mente le hace ver sus
límites y la evidencia de que la idea de infinito no puede proceder de una mente finita.

Descartes establece tres argumentos:

 El argumento ontológico. Entre las ideas innatas, Descartes encuentra la idea de infinito que
exige, necesariamente, la existencia de un ser que no tenga ninguna limitación. Si a ese ser le
faltara la existencia, tendría una limitación; por tanto, ese ser infinito, Dios, existe.

 El argumento de la finitud del yo, de su contingencia y limitación. Hace la siguiente reflexión:


“ … ¿podría existir yo en el caso de que no hubiera Dios? ¿De quién tendría yo mi existencia? La
existencia no puede venirnos de causas imperfectas, de seres contingentes; por tanto, el ser humano
ha tenido que ser causado por un ser perfecto y necesario, Dios.

 El argumento de la causa de ciertas ideas que se hallan en el ser humano. Las ideas de
infinitud y perfección, por ejemplo, no pueden surgir del hombre, ni de las cosas que lo rodean, al
ser finitos e imperfectos; por tanto, las ha tenido que poner una sustancia infinita y perfecta, Dios.

A partir de la idea de Dios, demuestra la existencia de la idea de mundo o sustancia extensa. El yo


pensante, posee la idea clara y distinta de mi cuerpo extenso, además, Dios, que es bueno y veraz, no puede
permitir que yo me engañe. La bondad de Dios me garantiza que a mis ideas les corresponda una realidad
extramental y la existencia de la materia.
Finalmente, la demostración de la existencia de Dios echa por tierra la hipótesis del genio maligno, que
nos podía engañar continuamente. El error sería el resultado evitable de un uso incorrecto de nuestras
facultades mentales.

5. LA CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO

“Aunque tengo yo un cuerpo al que estoy estrechamente unido, sin embargo, puesto que, por una
parte, tengo una idea clara y distinta de mí mismo, según la cual soy algo que piensa y no extenso, y,
por otra, tengo una idea distinta del cuerpo, según la cual éste es una cosa extensa que no piensa,

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resulta cierto que yo, es decir, mi alma, por la cual soy yo lo que soy, es entera y verdaderamente
distinta de mi cuerpo, pudiendo ser y existir sin el cuerpo”. (Sexta meditación)

La concepción del ser humano de Descartes es dualista. Está formado por:

a) El alma es una sustancia finita cuyo único atributo o esencia es el pensamiento. Descartes
llama al alma “res cogitans” (cosa o sustancia pensante), y el pensamiento presenta diferentes
modos: juzgar, querer, razonar, sentir, imaginar ... En el alma se identificar pensar y ser (cogito
= sum).

El alma es una, simple e indivisible y está dotada de varias facultades: sensibilidad, memoria,
imaginación, entendimiento y voluntad.

El alma es inmortal y, además, posee ideas innatas, en particular la idea de Dios como ser perfecto.

b) El cuerpo es una sustancia finita cuyo único atributo o esencia es la extensión. Así, lo propio
del cuerpo es estar regido por las leyes generales de la mecánica, es decir, por la extensión, el
movimiento y el reposo. Descartes denomina al cuerpo “res extensa”. Su vida se reduce a puro
movimiento mecánico y es concebido como una máquina, cuyo motor principal es el calor del
corazón. El cuerpo no goza de sensaciones, ya que éstas son modos de pensar pertenecientes
propiamente al alma.

El cuerpo y el alma, si son sustancias, no se necesitan mutuamente para existir. Tampoco se tiene idea
clara de lo que es puro pensamiento y lo que es pura extensión. No obstante, Descartes afirma que el
ser humano es alma, como hemos visto en el texto introductor. Ahora bien, Descartes, siguiendo la
tradición cristiana, nos dice también que el ser humano es cuerpo y alma.

¿Y cómo es posible, entonces, la relación entre el cuerpo y el alma? ¿Cómo explicarla? Descartes
dejó planteado este problema conocido como “el problema de la comunicación de las sustancias”.

La solución que él dio no parece muy consecuente. Viene a decir que “el alma tiene su sede principal
en la pequeña glándula que se encuentra en medio del cerebro” (la glándula pineal -conarion-). Y,
desde dicho punto, controla los humores, los nervios y hasta la sangre de la máquina corporal.
Sin embargo, el alma no puede mover el cuerpo, pues para mover algo material hay que ponerse en
contacto con ello, es decir, lo que mueve y lo que es movido deben estar contiguos en el espacio,
deben ser ambos sustancias extensas.

En base a este dualismo, Descartes construye su teoría de las pasiones del alma, que están causadas
por el cuerpo, sin intervención de la voluntad, pues proceden de los movimientos del corazón, la

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sangre y el sistema nervioso. Las pasiones, a su juicio, son emociones del alma causadas por el
cuerpo. Distingue seis emociones primitivas en el ser humano, que oscilan entre lo fisiológico y lo
psicológico: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza; luego, esas pasiones se combinan entre
sí, produciendo otras más complejas.
Descartes señala que el ser humano puede controlar sus pasiones, modificando las condiciones
físicas que las producen. Si dominamos las pasiones, dominaremos el cuerpo; y esto puede hacerlo el
ser humano, primero, porque dispone de libre albedrío, cualidad que le hace muy superior a los
animales (pues las bestias están impulsadas por pasiones que no pueden cambiar), y segundo, porque,
mediante su razón puede clarificar sus ideas, para evitar equivocarse al elegir.
Un hombre dotado de una voluntad orientada por ideas claras y distintas, obtenidas mediante la
aplicación de un método de razonamiento adecuado, y una serie de reglas que le ayuden a dirigir bien
su espíritu, estará en condiciones de controlar mejor sus pasiones, pudiendo así elegir más
racionalmente y disfrutar de un mayor grado de libertad.
La razón de este dualismo cuerpo/alma es la defensa de la libertad humana ya que, solo porque era
libre podía dudar de todo. El alma es una sustancia que de ninguna manera se puede someter a las
leyes mecánicas y determinista que rigen el cuerpo.
Para concluir, añadiremos que Descartes entiende al ser humano com autoconciencia y libertad, nos
muestra una imagen de un ser humano replegado hacia sí mismo y no como apertura hacia los demás,
siendo subjetividad, en cuanto yo pensante individual.

6. LA MORAL CARTESIANA

En el contexto de la moral, Descartes distingue entre acciones y pasiones:


 Las acciones son las decisiones y las conductas que dependen de la voluntad.
 Las pasiones, en cambio, dependen del cuerpo y, por lo tanto, son involuntarias. Son pasiones las
emociones, los sentimientos y las percepciones que están ligadas al cuerpo.

La razón debe dirigir la vida del hombre y tiene que controlar y someter a las pasiones. Un
espíritu fuerte domina las pasiones; uno débil, se deja dominar por ellas.

El interés de Descartes por la moral tuvo un carácter práctico. No elaboró una teoría moral, sino que
enumeró unas reglas que permitieran actuar con corrección en la vida. En El discurso del método,
presenta las líneas generales de su moral con el título de “Moral provisional”, obra que nunca
desarrollaría. No obstante, expone una serie de reglas de conducta:

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1ª. Hay que obedecer las leyes y costumbres del país, conservar la religión vigente y seguir las
opiniones moderadas y respetadas. Descartes buscaba la felicidad individual, siendo libre y viviendo
tranquilo. Para ello, era necesario acomodarse a la sociedad en que se encontraba.

2ª. Hay que mantener y seguir con firmeza las decisiones que se tomen, siguiendo incluso las
opiniones dudosas, una vez aceptadas. La virtud de esta regla es liberarse de arrepentimientos y
remordimientos, propios de espíritus débiles y vacilantes.

3ª. Los deseos personales tienen que ceder ante el orden del mundo, al que no podemos
imponernos razonablemente. Hay que desear lo que se pueda alcanzar y olvidarse de lo que sea
imposible. Así seremos más felices. En este sentido adopta la misma actitud ante la vida que los
estoicos.

4ª. Elegir la mejor ocupación posible, que consiste en “dedicar mi vida entera a cultivar mi razón y
a progresar en el conocimiento de la verdad”. (Discurso del método).
El cumplimiento de estas reglas contribuye a que se pueda alcanzar la felicidad.

El centro de la ética cartesiana es la libertad del sujeto, el libre albedrío de la voluntad, que es lo que
asemeja al hombre a Dios y le diferencia de los animales. Según Descartes, el hombre es tanto más
libre cuanto más fuerte es su alma, es decir, cuanto más ejerce el autodominio, controlando las
pasiones del cuerpo, y encauzándolas adecuadamente, mediante su razón, hacia el bien.
Descartes cree por consiguiente, que la auténtica libertad se obtiene, no cuando uno se deja llevar por
la fuerza ciega y oscura de las pasiones, sino cuando la voluntad libre es iluminada por la razón y el
conocimiento de ideas claras y distintas. De este modo, la clave de la ética cartesiana es juzgar bien:
quien conoce la verdad, no puede dejar de actuar correctamente; en cambio, el mal procede de las
pasiones que, con sus ideas oscuras y confusas enturbian la mente del sujeto y le hacen actuar mal.

El autodominio se expresa a través de la virtud más perfecta que es la generosidad. Se trata de una
virtud que garantiza la máxima felicidad y la mayor alegría para el sujeto, pues gracias a ella es
consciente de que valiéndose de su razón, es capaz de dominar sus pasiones más bajas y viles (como el
orgullo y el egoísmo), renunciando a aquellos bienes externos que coartan su libertad.
Asimismo, es esta virtud la que garantiza la conservación de la sociedad, porque un gobierno justo es
siempre aquel en el que el gobernante se muestra más razonable, ejerciendo el poder con generosidad,
legitimidad y justicia.
En el control de las pasiones ejercido por la virtud juega un papel importantísimo la glándula pineal:
como es ella la que pone en contacto el alma con el cuerpo, el alma sufre cuando recibe a través de
dicha glándula la influencia de las pasiones que de él proceden; pero el alma puede mostrarse también

2
activa, dominando tales pasiones, cosa que logra transmitiendo a través de la glándula pineal las
órdenes que dicta la razón a los músculos del cuerpo. Por consiguiente, para alcanzar un
comportamiento éticamente virtuoso, es menester cambiar la orientación de la glándula pineal, y
habituarse a que el alma (la razón) mande sobre el cuerpo (las pasiones).

Las virtudes y la felicidad


“ … Ya que, no inclinándose nuestra voluntad a seguir, ni a rechazar ninguna cosa, más que cuando
nuestro entendimiento se la representa como buena o mala, basta juzgar bien para obrar bien, y
juzgar lo mejor que se pueda para obrar también de la mejor manera posible, es decir, para adquirir
todas las virtudes y, justamente, todos los demás bienes que es posible adquirir. Y cuando se está
cierto de que esto es así, no puede uno menos de sentirse contento.”

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SÍNTESIS DEL PENSAMIENTO DE DESCARTES

Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII, es considerado el padre de la filosofía moderna, etapa
en la que la investigación filosófica se centra en el estudio de la razón y de sus capacidades cognitivas.
Era preciso realizar una crítica profunda al aristotelismo y a la escolástica, “de endebles cimientos”,
y había que construirlo todo, “con paso firme”, desde la razón.

El objetivo de Descartes era aumentar el conocimiento y evitar el error, es decir, acceder a nuevas verdades;
para ello construyó el método sobre una base firme, la razón, como única vía de acceso al conocimiento. Para
llevar a cabo esta empresa había que encontrar un buen método, que él define como un conjunto de
reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales no se tomará por verdadero lo que es falso, y poder
alcanzar el conocimiento verdadero.

Su método guarda una estrecha relación con las matemáticas, ciencia que procede exclusivamente
de la razón, y utiliza dos herramientas: la intuición, que se define como la visión directa e inmediata
de una realidad, y la deducción o proceso mental en el que, a partir de las intuiciones simples, se
accede a lo complejo. En El discurso del método, Descartes establece cuatro reglas:

1ª Regla de la evidencia. Hay que admitir, únicamente, ideas evidentes, es decir, ideas claras y
distintas. Claras, porque no deben tener ninguna duda; distintas, porque se pueden diferenciar de
cualquier otra cosa..

2ª. Regla de análisis. Es preciso analizar las ideas que no sean evidentes. Por eso propone dividir las
cuestiones o el problema en tantas partes cuantas sean necesarias para facilitar su comprensión.

3ª. Regla de orden y de síntesis. Hay que proceder con orden, desde lo simple a lo complejo a través
de la deducción, y hacer la síntesis del análisis anterior para rehacer el orden que es fundamental.

4ª. Regla de la enumeración y de la revisión. Consiste “en hacer en todo enumeraciones tan
completas y revisiones tan generales” que comprobemos que no se omite nada y no hay ningún error.

Claridad y distinción son el criterio de verdad o certeza de Descartes. A continuación, sostiene


que las ideas constituyen todos los contenidos nuestra mente. Distingue entre ideas adventicias,
que proceden de fuera, y son dudosas, porque dependen de los sentidos, facticias, inventadas por uno
mismo, y pueden ser erróneas al ser producto de la imaginación e innatas, nacidas con uno mismo y
poseídas por todos, muestran la verdad, que constituyen el verdadero conocimiento.
En su método, Descartes estableció la duda como punto de partida. Es una duda metódica, no
definitiva, y universal, que se aplica a todo conocimiento y que supone una etapa previa en la

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búsqueda de un principio cierto y evidente, a partir del cual se establecería todo un sistema
filosófico.

La duda es también el punto de partida de su metafísica que define como “la raíz del árbol de la
ciencia”. Además de la duda, completan su metafísica el “cogito”, como axioma fundamental, y las
tres definiciones básicas: sustancia, atributo y modo.

Argumenta su duda con cuatro razones: los sentidos que, frecuentemente, nos engañan; el mal uso de
la razón, las razones que creemos rigurosas y verdaderas pueden ser erróneas y falsas ; la no
distinción del sueño de la vigilia; la hipótesis de la existencia de un genio maligno que nos engaña.

Ahora bien, en medio de esta duda absoluta va a resplandecer la primera verdad indudable: Yo,
que dudo, que me equivoco, que soy engañado por el genio maligno, etc., es necesario que exista.
La duda termina ante una evidencia concreta que presenta, al mismo tiempo, el hecho del
pensamiento y la existencia del sujeto pensante: “Cogito, ergo sum”.

El “cogito” va a ser el primer principio evidente de la filosofía cartesiana, del que se deriva todo
un sistema filosófico. Y no significa solamente el pensamiento propiamente dicho, sino todo lo que
sucede de manera inmediata en la conciencia: querer, imaginar, entender, afirmar, negar, dudar, etc.

El tercer elemento de la metafísica cartesiana lo constituyen:

La sustancia, a la que Descartes también llama “res” (cosa) y la define como aquello que existe de
tal manera que no tiene necesidad de ninguna otra cosa para existir. Establece tres tipos:
sustancia infinita, increada, infinita, independiente y perfecta: Dios; sustancia creada o finita, que
piensa: el alma humana; y sustancia creada, finita, extensa, que no piensa: el mundo material y
corpóreo.

El atributo, aquello por lo que una sustancia se distingue de otra (el alma es pensamiento; los cuerpos
son extensión), y el modo o formas en que está dispuesta la sustancia.

Ahora bien, el problema que se presenta es el siguiente: ¿cómo puedo garantizar que a mis ideas les
corresponde una realidad extramental? Descartes quiso saltar a la realidad extrasubjetiva y justificar la
existencia del yo, Dios y el mundo real, siendo Dios el mediador entre el sujeto y el mundo a partir de las
siguientes demostraciones:
La idea de “yo pensante” (identifica espíritu, alma y mente ), es demostrado a través de mi subjetividad, no
puedo dudar de mi existencia.

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La idea de Dios ocupa un papel fundamental en el pensamiento racionalista, al ser la garantía del
conocimiento verdadero y de la correspondencia entre el orden del pensamiento y el de la realidad. Su
existencia tira por tierra la hipótesis del genio maligno que podría engañarnos.

Descartes define a Dios como una sustancia perfecta, infinita, eterna, inmutable, independiente,
creadora, omnipresente y omnipotente. Y demuestra su existencia con tres argumentos:

 El argumento ontológico. Entre las ideas innatas, Descartes encuentra la idea de infinito que
exige, necesariamente, la existencia de un ser sin limitación. Si a ese ser le faltara la existencia, ya
tendría una limitación. Por lo tanto, hay que concluir que ese ser infinito, Dios, existe.

 El argumento de la finitud del yo, de su contingencia y limitación. La existencia no puede


venirnos de causas imperfectas, de seres contingentes. El ser humano ha tenido que ser causado por
un ser que no es contingente, que contiene todas las perfecciones, es decir, Dios.

 El argumento de la causa de ciertas ideas que se hallan en el ser humano. La idea de infinitud
y de perfección no surgen de seres finitos e imperfectos, sino de un ser perfecto e infinito: Dios.

A partir de la idea de Dios, demuestra la existencia de la idea de mundo o sustancia extensa. El yo pensante,
posee la idea clara y distinta de mi cuerpo extenso, además, Dios, que es bueno y veraz, no puede permitir que
yo me engañe. La bondad de Dios me garantiza que a mis ideas les corresponda una realidad extramental y la
existencia de la materia.

Otro aspecto fundamental del pensamiento cartesiano es su concepción del ser humano. Es una
concepción dualista. Está formado por: el alma o res cogitans, que se identifica con el pensamiento y
es inmortal, una, simple e indivisible y está dotada de varias facultades: sensibilidad, memoria,
imaginación, entendimiento y voluntad. Posee ideas innatas y entre ellas la idea de Dios, ser perfecto.
El cuerpo, al que denomina “res extensa”, sustancia finita cuyo único atributo es la extensión. Está
regido por las leyes generales de la mecánica: extensión, movimiento y reposo. No goza de
sensaciones, pues éstas son modos de pensar del alma.
Descartes afirma que el ser humano es alma. Ahora bien, siguiendo la tradición cristiana, nos dice
también que el ser humano es cuerpo y alma.

¿Cómo es posible la relación entre el cuerpo y el alma? Descartes planteó “el problema de la
comunicación de las sustancias”. La solución que dio no es muy consecuente: “el alma tiene su sede
principal en la glándula pineal -conarion- que se encuentra en medio del cerebro”, y, desde ahí,
controla humores, nervios y hasta la sangre de la máquina corporal. Sin embargo, el alma no puede
mover el cuerpo, pues para poder hacerlo ambos deberían ser sustancias extensas.

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Y por último, ¿cómo debe comportarse el hombre?

La moral de Descartes tiene un carácter práctico, y distingue entre acciones (decisiones y conductas
que dependen de la voluntad) y pasiones (dependen del cuerpo y son involuntarias como las
emociones y los sentimientos). La razón debe dirigir la vida del hombre y tiene que controlar y
someter las pasiones. Expone una serie de reglas de conducta para conseguir la felicidad: obedecer
las leyes y costumbres del país; mantener y seguir con firmeza las decisiones que se tomen; ceder ante
el orden del mundo, pues hay que desear lo que se pueda alcanzar y olvidarse de lo que sea imposible;
y, finalmente, elegir la mejor ocupación posible: ““dedicar mi vida entera a cultivar mi razón y a
progresar en el conocimiento de la verdad”. (Discurso del método).

BREVES TEXTOS DE DESCARTES

“He advertido hace algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas
muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos, tenía que ser
por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la
vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y
empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las
ciencias …” (R. Descartes, Meditaciones metafísicas)

……………………………

“ … Y como la multitud de leyes sirve a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho
mejor regido cuando hay pocas pero muy estrictamente observadas, así también, en lugar del gran
número de preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes …

El primero consistía en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer la evidencia de que
lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y no comprender, en mis juicios, nada más
que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para
ponerlo en duda.

El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuese posible
y en cuentas requiriese su mejor solución.

El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y
más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de
los más compuestos …

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Y el último, en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera
seguro de no omitir nada. (Descartes, Discurso del método)

………………………………….

“… Pensaba yo que como hemos sido todos nosotros niños antes de ser hombres y hemos tenido que
dejarnos regir, durante mucho tiempo, por nuestros apetitos y nuestros preceptores, que muchas veces
eran contrarios unos a otros, y ni unos ni otros nos aconsejaban siempre acaso lo mejor, es casi
imposible que sean nuestros juicios tan puros y tan sólidos como lo fueran si, desde el momento de
nacer, tuviéramos el uso pleno de nuestra razón y no hubiéramos sido nunca dirigidos más que por
ésta.” (Descartes, Discurso del método)

…………………………………..

“… Pero advertí luego que, queriendo yo pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo
pensaba, fuera alguna cosa; y observando que esta verdad: ‘yo pienso, luego soy’, era tan firme y
segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla,
juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba
buscando…”
(Descartes, Discurso del método)

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