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Acerca del suicidio

5Cguidodc
El encarcelamiento
de Lady Bulwcr·Lytton

El aumento de la demencia
en Gran Bretaña

KarlMarx

Edición al cuidado de Ricardo Abduca


Traducción de Ricardo Abduca

Colección Antropograftas
Índice
Estudio introductorio ... ..... ............ 11
Rcfm:ncias.... . . ......47
Anexo. U. rcluión de género
en los Milnuscritos de 1844 ... . ...................53
Mllnuscritos tÚ J844: Tcrc;cr manuscrito
·rropicdad prv
i ada y comunismo�... . ........... SS

Fuentes originales y rccdicioncs ...... . ............... 59

Acerca dd suicidio
I .. . ................... 63
11 ..... . ..................... 73
m ... ... ...................79
IV ... ........................91
V .. . ....... 95
VI ..... ... ........................ 99

Tabla sobre suicidios


en Parls durante daño 1824 ... . . .... ......... 103

El encarcelamiento de Lady Bulwcr-Lytton ... ......107

El aumento de la demencia en Gran Bretaña ... . .. ............ 117

Cronología ..... . ........... 125


Estudio introductorio
Marx y la cuestión del suicidio
Hipótesis de lectura

Un texto singular

En 1846 Marx publicó una extensa reseña sobre el in­


forme de Jacques Peuchet, archivista de la policía de París.
El texto se refiere a una serie de casos de suicidio. Los que
se examinan en más detalle son los de tres mujeres.
El texto pasó casi inadvertido hasta hace poco tiempo.'
Aquí lo presentamos por primera vez en castellano, en tra­
ducción directa de los originales.
Michacl LOwy destacó porqué este art.Ículo es único en
la obra de Marx: la mayor parte del texto consiste en ex­
tractos; Peuchet no es füósofo, ni científico, ni militante
político (como ocurre en el caso de orros extractos de lec­
tura) sino un funcionario de la restauración; la obra co­
mentada es una colección de casos concretos; se refiere a
la vida privada, y es objeto del texto mostrar la opresión de

•Además de la interrumpid.a edic ión completa de las obras de M:.m:


y Engck. (MEGA). que reimprimió d tc:uo en 1931. el artículo
.sobre el suicidio volvió a ri:imprimirsc y comentarse recién mucho
dcspu� y en Francia.. Se mua de dos ediciones. ambas a i;:argo de
cstudiosost:a ncerc:anos:alm:an:ismocomoatr:adicioncs libcrtari:as:
J:acqucs C:anattc, primero, en 1975. y luego M:aximilien Rubd, en
1982.
14 RJCARDO ABDUCA

la mujer en la sociedad burguesa. Podríamos agregar que


debe ser el único caso en que Marx no sólo cdira y corrige
un cxu2cco dc lcccura para su publicación, sino que en.duce
un texto para publicarlo, aunque no se trata csrricu.mcnrc
de una traducción, sino de una reformulación.
Este texto sobre el suicidio, escrito en Bélgica, corres·
pende a un momcnro del itinerario de Marx que va de su
estancia en París 2 la explosión del '48 y su exilio final en
Londres. De la crítica a Bauc:r a l:i. crítica a Proudhon. O,
en términos mis amplios, de la crítica a Hegel a la crítica
a la economía política. En ese tránsito se ubica este texto.
"Pcuchct: vom Sclbsrmord� apareció en enero de
1846 en la revista rcnana GeullschafisspUgel. Era este un
periódico soci:Uist:1.; aparecieron seis números en 1845 y
ceros seis en l 846. El progr:una político de los editores de
la revista csci contenido en el mismo título y subtítulo:
"Espejo de la sociedad. Órgano para la rcpresemaci6n de
las clases popularesdesposcídas y para la iluminación de
las urgencias sociales del presente· [ Gesdbchafmpegi tl
Organ zur Vtrtretung du baifZÍ()Sm Vo/Juldanen u11d
zur Bekucbtung der gese/Jschaft/ichen Austtindt der
Gegenwan].• No se trata de una mera reseña, ni una 'nota
de lavandería'. Hay que verlo como una rcapropiaci6n del
texto de Peuchct, con el que se realiza una alocución a sus
interlocutores en el movimiento radical alemán: Engels,
Herwegh. Hcss, y los destinatarios del Gesd/schaftsspiegtl
• Engd$. a principios d e 1845. dice que él y Hcss cscin por sacar
d "Gestllsch".frsspkgd. un mensuario en d que queremos pintar b
misbc social dd régimen burguésº (can:a a Man dd 20 de enero
de 1845. en OJUmd i%rks, vol. 38: cit. por K. Andmon, p. 9).
Mehring,(cap.5.§2),mencion a lasvicisicudcs delarcvista.ysim­
plcrncme dice que Ma n comribuyó "con un an:ículo".
1 NTRODUCCIÓN

y ocros políticos radicalizados de Renania. Marx hace una


breve introducción al texco, y lo presenta como un caso
de crítica social. Afinna que la calidez vital y la precisión
concreta de la crítica francesa no tienen rival
Lo que le interesa a Marx es tomarlo como ejemplo de
una crítica que contempla un problema en sus múltiples
aspectos, y que essocial. Hcss, Engcls y otros, son los in ­
terlocutores de Marx. Digamos: la craducción comentada
que hace Marx de los ccxtos de Peucher, es una aÚJcución
dirigida a Engels, Hcss, y otros redactores del grupo so­
cialista del Gesellschaftsspiegel. El director de la revista era
Moscs Hess, dirigente socialista que luego fue más conoci­
do por sus contribuciones al proyecto sionista. La revista
se publica en Renania, que desde la Restauración es una
provincia prusiana. En Elberfcld, muy cerca de Bannen,
ciudad natal de Friedrich Engels, en el valle del Wupper.•
Siendo un terrirorio de industria textil de primer orden en
esa 'nación alemana' codavíasin estado, será uno de los nú­
cleos de la rebelión de 1848. Otros colaboradores de este
grupo de müitantes, luego dispersado en el '48, muy cer­
cano a Engcls y a Marx, son Joscph Weydemeyer y Georg
Weenh.
Puede leerse entonces como un texto dirigido a los
socialiscas renanos, mosu:indoles un tipo de crítica con­
creta. A eso alude Marx en el texto, al presentar a Peuchet
como un caso de superioridad de la crítica francesa.

'Estas dos pequeñas ciudades hoy sólo son barrios históricos absor­
bidos en el mismo núcleo urbano.que desde tiempos de la república
de Wcimar se llama Wuppcrul. cerca de Düsscldorf. Sobre el dima
social del valle del Wuppcr en b primera mitad del XIX, cf. Hum.
Elgmtúman.. . cap. l.
16 RICARDO ABOUCA

Es mocivo de debate cuáles eran las ocras crítias aludi­


das. En la última edición francesa, como en la inglesa, se
sugiere que Marx opone: Pcuchct al 'verdadero socialismo'
de Moscs Hess. LOwy csci en desacuerdo, y tiene razón:
Hcss era director de la revista en donde apareció este arti­
culo, tenía estrechas relaciones con Marx y Engcls, y la
ruptura entre ellos no se hará p:ucntc hasta el momento
del Manifiwo, a principios de 1848. Oc hecho, Hcss fue
uno de los rcdaccores de un par de capírulos enteros del
principal texto emprendido por Marx y Engcls en esos
años: el manuscrito, o con jumo de manuscritos. conocido
desde 1932 como La ideoÚJgia aúmana. Hoy sabemos no
sólo que en esa fecha los editores proveyeron el título, sino
que también ordenaron y seleccionaron diversos pasajes.'
El contexto explícito de "Pcuchct: acerca. del suicidio•
csci en la comparación de Fourier con respecto a Owen.
Sin embargo, es claro que el entramado del teno muestra

vínculos con la discusión con los hegelianos, aunque no


esté mencionada. Todo el artef.i.cto no está dirigido tanto
contra Hess, que era el director de la revista, ni tampoco
a la comparación, que Marx hace ciplkica, emrc Fourier
y Owen. DiS2JY!OS: Fourier es a Owcn como Pcuchct a .. .
(A quién? No puede tratarse mis que de 'Bruno Baucr y

• Al resp<:cco. v. cl panorama que da M. Musco. 2008. Por cl ma·


nuscrico paRron varias manos: J. Wcydcmcycr puó en limpio hu
partes de Hcss. Por otr.i p:.ine. b prcscnci.i: de Weydemeycr en b
redacción podri:.i indic:.ir que la ebboración de la idea� 11k.
"''°"' sigue lwca J846, pues 8 llegó :i Bruselas en la. prinuYer.i. de
ese :.iño (á. Mehring. ibíd.). A b. fecha. el tomo de la nueva M11ni­
Engd.J Ga11mt.iwg.thc correspondiente :.i LA idalogia akm11nii (1•
parce. t. S. :.il cuid:ado de G. Hubm:um. U Pagcl y Ch. Weckwerth.
Bcrlin-Br.mdcrburgischc Abdcmic der Wisscnschaficn. BerHn), se
encuentra :.iún en prcpar.ici6n.
17
INTRODUCCIÓN

consortes: Se traca de mostrar, con ca.�os concretos, que la


crítica filosófica debe constituirse como crítica social. �e
el estado, que para Bauer une a los 'átomos de la sociedad:
es lo que es porque es síntesis de la vida social.
En este mismo número del Gtselbchaflsspiegtl en que
apareció el texto sobre el suicidio se había publicado otro
artículo, posiblemente de Marx, y sin firmar: �Contra
Bruno Bauer':• Dicho texto, a su vez, responde a la con­
testación que Bruno Bauer había hecho, meses anees, del
primer trabajo publicado por Marx y Engels. La sagrada
familia, escrito �contra Bruno Bauer y consones·. El lugar
en que perfectamente podría ser editado "Acerca del suici­
dio" serfa acompañando una edición crítica de La sagrada
familia, jumo a la respuesta anónima de Marx a Bauer (re­
dactada por él solo, o con ocros miembros de la revista),
haciendo presenre, asimismo, la serie de personajes toma­
dos de Los misterios de Parsí .
El cuarto capítulo de La tagrada familia ("La calma del
conocimientoft) brinda elementos de lectura para enmar­
car lo que se trata en la cuestión del suicidio.b El segundo
parágrafo de ese capítulo, sobre las Ji1ks dt joit [chicas

• Los especialistas de la nueva edición MEGA, d equipo interna·


cional que está pu blicando la totalidad de la obra de Man: y Engds
consideran que el rexro, sin firmar, es de Marx -había sido atribuido
a Hess. Rubd (Bib/iographie des �uvres.... p. 57), menciona la posi­
bilid:id de b. col:iboruión, junto a Marx, de su ruñ:ido, Edgu von
Wcstph.alen.
b Durldieim, en las p ri meras páginas de su obra, define al suicidio
como "toda muerte que resulte, mediad.a o inmediatamenre, de
un acro. positivo o negativo, cumplido por la misma victima, y
a sabiendas del rcsu!cado de dicho acco". De e:;a definición, dice
Halbwachs. que la cica ligeramente cambiada: �Es mi$ f.S.cil cricicu­
la que sustituirla por om1• (Las cat/.Sas ddmiádiu, cap. XV}.
18 RICARDO Ae.DUCA

alegres], escrito por Engcls, el siguiente, escrito por Marx


("El amor"), así como todas las observaciones del capírulo
V sobre los personajes del folletín de Suc, tambifo por
Marx, dan c:lcmc:ntos para pensar que el origen del interés
por el texto de Pcuchet vicm: por ese lado. Más aún, ha­
da el otoño del '44 ya Marx conocía y había utilizado el
texto de Pcuchet: le dice a Szeliga que "si hubiera leído
las memorias de los archivos de la policía de París, las
memorias de Vidocq" y otras por el csrilo,hubicra sabido
que la policía está mejor ubicada que los criados para sa­
ber qué ocurre -sin contar, agrega Marx, que uno de los
caracteres principales de la trama de la novela de Suc: es c:I
delincuentc:-informancc: policial Bras-Rougc {cap.V,§ 5).
O al revés: estos casos reales de suicidio pueden to­
marse como introducción a La sagrada familia, texto
polémico de difícil lectura. En todas las observaciones
criticas, Marx y Engcls buscan oponer, a la abscracción fi­
losófica, la verdad social que emerge de l a distancia enrre
lo que realmeme ocurre y lo que deberían ser las cosas de
acuerdo a su 'esencia' imaginada o teológica.
De modo análogo, dos años ames, en Acerca de la
cuestión judía, Marx había expuesto críticamente la si­
tuación social de los judíos, pero polemizando en contra
de la postura que Bruno Bauer acababa de exponer el año
anterior en s u La cuestión judía. Entiéndase que esto no
tiene nada que ver con el antisemitismo. Marx, hijo de
un rousseauniano que provenía de una famüia de rabi­
nos, era tan crítico del judaísmo como del cristimismo
{al respecto, pueden compararse csre punto de visra con
las observaciones de Durkheim en El suicidio sobre las
�religiones inferiores� que no llegarían a lo universal, cen-
l9
1 NTRODUCCIÓN

erándose en regular toda la vida cotidiana, -libro II, cap.


II, "El suicidio egoísta�.§ 3). Para Marx la emancipación
judía es necesaria, pero no debe pasar previamente por el
filtro de !a emancipación teológica cristiana, como sugiere
Bauer, sino por una emancipación humana, es decir jOcial.
La verdad social emerge de poner en evidencia el conRicro
del estado, como contradicci6n entre imagen ideal y su­
puestos reales.
Merecen recordarse las observaciones de Arendr: "el...
momemo decisivo de la historia social de los judíos alema­
nes" fue 1808, cuando en Prusia "el gobierno decret6 la ley
municipal que otorgaba derechos cívicos". La ley de 1 812
que daba derechos políticos fue derogada pronto, pero la
otra quedó en pie. Agrega que "las denuncias anrijudías de
Marx y de Boeme no pueden ser comprendidas adecuada­
mente si no es a la luz del... confücto entre los judíos ricos
y los intelectuales judíos� (Antisemitismo, p. 88 y p. 92).
Mucho después, al fallecer Bauer en 1882, práctica­
mente aislado, cuarenta años después de su expulsi6n
de la universidad de Bonn, Engels lo compara de modo
favorable con los demás teólogos oficiales, e incluso con
respecto a Renan. Unos años después dirá Nierzsche en
Ecce horno que el "viejo hegeliano BauerM era "uno de mis
lectores más atentos�.
Otra de las lineas de lectura es tener en cuenca las for­
mas de opacidad y de visibilidad de la sociedad; una so­
ciedad se conoce imperfectamente a sí misma. Hay ciertas
posiciones más aptas que otras para mirar qué ocurre.
El belga A. �étc!et, uno de los precursores de las
ciencias sociales, escribió en 1835, su Ensayo sobre el
desarrolln � las facultades dd hombre, o Física social. Es
RICARDO A&DUCA

posible que tanto Pcuchet como Marx, quien entonces


vivla en Bruselas, h2yan conocido el texto: Peuchet h2bl2
de cusas, de rcgub..rid2des, de 12 inAucnci2 de las c2rcscías
y el desempleo. �étclet estaba en cierra posición que le
pcrmida ver regularidades sociales: hada tablas acruariales
para empresas de seguros.' Peuchet era archivista policial;
un texto suyo,("Le diamant et la vengeance", que terminó
siendo 12 fuente de El condt! de .Afontccristo de Duma.s)
empieza :isí: "L\ policía es un precipicio que todo traga•:
a diferencia del cura confesor, que sólo recibe secretos
comunicados voluntariamente, a la policía llega todo:
"vicios, crímenes, malas acciones, infamias, heroísmo,
beneficencia, generosidad, falsificaciones, travesuras. La
cantidad de cosas que sabe es inmensa" (pp. 197-8). De
modo análogo Gabriel Tarde er:1. enargado de estadísticas
judiciales. y fue la fuente privüegiada de las estadísticas
que procesaron el joven Mauss y Durkhcim.\ Algo de
eso está en la manera en que Marx presenta a Peuchet:
estos funcionarios de carrera conocen mejor que ciertos
socialistas atolondrados qué pasa en concreto en la
sociedad.
Opacidad, también: la gran ciudad, as( como el mayor
grado de división social del mbajo, hacen difkiJ saber
qué ocurre en las calles. Algo mis que el parentesco une
al criminólogo Alphonse Bertülon con su padre Louis­
Adolpheysu hcrmano)acqucs, prccursorcsdc lacsradfstica.
BcrtiJlon, en cieno modo, es un sucesor moderno de
Jacqucs Peuchet: director del servicio fotogcifico de la
prefectura de policía de París, puso en práctica el registro

• M. Harri.s.. fJ desA1Tollo..., p. 64 y s.s.


� M. Fournicr. MA-rul Mau.ss. p. 114.
INTRODUCCIÓN
21

antropométrico -como hará tempranamente Vucetich


en Argentina. En 1901, Conan Doyle le hace decir al
Dr. Monimer, m la cara de Sherlock Holmes, que este
no es sino el segundo especialista de Europa. aunque
sea el primero en términos prácticos: para una mente
de exactitud cicntí6ca, el primero no es Holmes, sino
Benillon (El1alnwo tÚ lo1 BaJ/ctrvÜÜ, cap. I). En cuanto
a Sherlock: Holmes, su éxito 2compaña al pavor colectivo
por crímenes reales: el primer relato precede en unos
meses a la acruadón de Jack el Destripador.
En tiempos de nuestro texto. Edgar A. Poc describió
el rostro anónimo de la multitud como algo inquietante,
un rostro que "no se deja leer•¡ un año después produjo el
texto inaugural de la literatura policial: "Los crímenes de
la calle Morgue·. No es casual que la Jjterarura de folledn
y el relato policial se vinculen a la crítin social y a la
emergencia de las ciencias sociales, pues surgen del mismo
sudo: el fin del antiguo régimen, la indumiaHzación, las
migraciones, el anonimato de la ciudad moderna, el origen
de la institución policial, los mecanismos disciplinarios,
la estadística estatal. Las estadíscicas francesas sobre
suicidio que usan Peuchec o �étclcr antes de Durkheim
se remontan a 1817. Todos escosvislumbres intentan dar
cuenca de la gobcmabilidad de la multirud anónima.
En tiempos de Marx el mayor éxito de masas, aun más
que Dumas padre {que es algo posterior) o Balzac, o las
traducciones que Baudelaire hizo de Poc, es EugCne Sue.
EJ paralelismo de los casos de Peuchet con los folletines
de Sue muestra otravez elvínculo de "Acerca del suicidio"
con La ugratÍ4familia. Los casos de Peuchec funciona·
rían como funcionan los casos de ÚJJ mistaio1 de PariJ
22 RICARDO ABDUCA

de Suc en aquel libro de Engcls y Marx: como persona·


jcs conccprualcs con los cuales oponerse a la crÍtica abs­
traen. de los baucrianos. Se rrara de las fonnas sociales,
rcprcscnudas en la literatura, en que son aprchcndid:a.s
nociones como d bien y el mal, la felicidad y la desdicha,
la justicia y los justicieros. En vez de diflcilcs respuestas
colectivas. laboriosamente organizadas ll lo largo de mu­
cho tiempo. como un movimiento político-social o un
partido de masas, es más atractivo y consolador pensar en
la magia de superhombres justicieros. Al respecto, la pro­
vocación de Gramsci sale como un mandoble: "mucha de
la supuesta 'supcrhumanidad' nict2Schcana no tiene como
origen y modelo doctrinario a Zarathustra, sino al Conde
de Monturislo de A. Dumas�.• Es este el punto de partida
explícito de unos ensayos de Umbcrto Eco, reunidos en El
Supuhombr� d� ma.Jas.�
• Grarruci, útur.,tur" t viza 11azio1W/r. 111: "Lttter:iwra p opubn:".
§Origine popolarescadd «supcruomo .... p. IU-125. [Lifm111m1 y
vida nacional Trad. de Guillermo David. Buenos Aires: Las cu.t·
rcnta,2009}
� Gramsci agrega: ·�w el 'supcrhombn:· populisra.dumasiano es
propio de una rexción 'democrática' a b concepción del racismo.
de origen feudal, compuab!c con b. ualtación del 'galic ismo' en las
novelas de Eug�ne Suc" (ibid., p. 124). Umbcrto Eco dice que de
esa observación de Gramsci toma la idea centr.1! de su S"p"11omo
J; m.i.iu (al cit<lrlo, Eco quira. las comillas a 'democrácici quizás
adrcde).Con rcspecco a Nieruche. Eco observa que La provocación
de Gramsci es mis prudente de lo que parece a primera vim: se
tr.lCI de una observación sobre el nicruchcanismo, mis que sobre
Nicnsdie. Asimismo. sobre d carácm que podía tomar el folletín,
recuerda que el mismo lknito Munolini n o sólo fue divulgador
del cema del 'superhombre'. sino indu.so autor de folletines: "no se
entiende si la cnltaeión del gal icismo que hace Sue es compar:1.ble
con b. concepción feudal del racismo o con la reacción democricica
23
INTRODUCCIÓN

Gramsci menciona a Monucristo, pero Sue es anterior,


y es su antecedente inmediato. Como dijimos, El conde
de Monttcristo de Dumas se origina en un episodio de
Peuchct! La demarcación entre el archivista Peuchet y el
autor de folletines no es clara del todo. Peuchet trabaja sus
casos de modo indiscuciblememe 'literario: a veces como
narrador omnisciente, pero siempre parece usar material
de archivo, o de sus recuerdos personales.b A su vez. cuan-

de DulTl;IS•. Y sugiere que se tma de :i.m�cosas: la exaltación del


gali cismo en Mystba du peupk, csd en clave democr:itica. pero d
primer modelo de Superhombre, en ús mysrires � Paris. esti en
el.ave 'rcformilita'. fJ superhombre, que emerge como modelo de
un masa de kaorcs, construido en función de un:i. nueva fórmula
comcn:ial, La novela de folkdn, aparece como nudo contradictorio
de •dialkticadd merodo editori:al, csuuctura narrativa. cuestiones
g
ideoló ia.s...• (llSuperwJm/J. .. p. V-VI).
p o
•En d e isodi "fJ di :i.mante y la venganzaº se reconoce el núcleo
principal de Moncecristo. Anderson menciona que en la edición
Garnier dc.Mo11t«rilto.de 1962,J.-H. Bomecque incluye este episo­
dio de Pcuchet como apbidice. Una muestra de cuán influyente fue
Peuchetes el hecho de haber sido plagiado. He encontrado el plagio
en las piginasdc un tal "Michd-R.aymond" (1842). En el capítulo:
"Lo5 desesperados" [ús dhap&és] copia directam.cme las mÍslTl;IS
piginas de Pcuchet sobre suicidio. ("Michd-R.aymond" en un
pseudónimo dc doscolaboradorcs de la &vucác P.zril, el mis cono­
.
cido era un tal R.:r..ymond Bruckner. Cf. Bar&che, Bakac . . p. 376).
"Dhap&I"' era eneonces un eufemismo para referirse al suicida.
� Los archivos policiales que usó Peuchet se quemaron cuando la
comuna de 1871. Se ha dis cutido la vera,idad de estaS fuentes: se
admite que cambió detalles para proteger la int imidad de las petso·
nas. En un estudio que pasa revista al estado de la cuestión del suici­
dio en la sociolo gía y los csrudios sanitarios, Muchidli y RenncviUe
afirman que la atribución del teno a Pcuchet "sin duda es errónea:
(L
pero no di"n porqué " es causes ...", p. 35. n.). De !ocios modos.
cuando se imprimieron e.sa:s Mtmoirn J:�cqucs Peuchct había falle·
cidohaciaochoaños.
24 RlCARDO ABDUCA

do Suc edita su obra en un volumen reuniendo las distin­


tas entregas, incorpora las reacciones que había suscitado
su aparición seriada en folletines periódicos: en el capírulo
"Le: jugemem" de Les mptires de Paris, p<1.ra responder a
quienes lo acusan de exagerar y cargar las timas, aporta en
una nora recorres de diarios para mostrar la situación de
la prisión de deudores (nota que algunas ediciones supri­
men). Eco puede decir que la serie de Suc va siendo escrita
por el conjumo de lectores.
Es que a medida que va apareciendo, desde 1842, la
novela por entregas, genera un impresionante efecto de
dominó: llegan a su amor ccnrenarcs de cartas, los obreros
lo llaman un apóstol de los pobres, una publicación
fouricrista lo ensalza como alguien que supo denunciar la
miseria y opresión reales, se publica unDiccionario de argot
que se anuncia como "obra indispensable para entender
Los misterios de París·, los botánicos bautizan a una rosa
con el nombre de la virginal Fleur·de-Marie, y hasta hay
quienes toman la ficción por realidad: uno envía dinero
para socorrer a la familia Mord; otro, un desocupado,
quiere conocer las señas del príncipe Rodolphe. Hubo
Misterios de Berlín, (y de Munich, y de Bruselas); Victor
Hugo emprendió Los miserables, y Baluc, Los misterios
de provincia. Pronto traducidos al inglés, Edgar Poe los
comentó con sorna, los trató de absurdos -aunque le haya
complacido encomrar coincidencias entre el mono de la
calle Morgue y el que aparece en uno de los episodios finales
de losMystbes-; a su vez, �¡ mismo emprende a fin de
1842 el "Misterio de Marie Rogét� a partir de las noticias
periodísticas sobre un crimen ocurrido en Nueva York.•

•Todos CSIO$ dat05 [05 brinda U Eco (·Eug(:ne Su<:: U soci.alismo e


la consolazionc� oh. cit., pp. 27-67).
21
1 NTRODUCCIÓN

W. Benjamin cita esta observación: cuando se publica


la obra de Sue "nadie en París dudaba de la existencia de
Tortillard, de la Chouctte...� ($. 542, p. 431); y agrega
que hacia 1840, "el suicidio es parte del mundo mental
de los trabajadores": se vendía en París una estampa que
ilustraba el suicidio de un desesperado trabajador inglés;
uno llegó a colgarse en las inmediaciones del domicilio de
Sue, declarando que prefería morir cerca de alguien que
'nos quiere y nos defiende' ( ibíd., p. 721 ) .
En síntesis, no sólo los bauerianos: media Europa y
Norteamérica hablaba de la obra de Sue. Marx, que había
escrito en su critica a Hegel que la teoría es fuerza material
cuando prende en las masas, arma su texto sobre el suicidio
en momentos en que no sólo ocurre que lo que se ha
implantado en las masas es la "consolación� de Sue, sino
que el folletín ha prendido en los hegelianos del grupo
de Bauer. Entonces, a los casos fantásticos que han hecho
furor en las masas y en los filósofos, Marx contrapone los
casos reales de Peuchet. Así, por ejemplo, a la situación de la
hija de Morel en la obra de Sue se opone el caso de la joven
embarazada contado por Peuchet -el V, en esta edición.
Sin embargo, se verá qué es lo que Marx sustituye del estilo
de Peuchct: quita el barniz religioso. quita las frases que
pudieran sonar demasiado sentimentales, mientras inserta
pasajes que acentúan el carácter estructural del encierro
familiar, que debe ser reformado radicalmente.
En suma, el folletin de mediados del XIX describe la
subjetividad social sobre la que intenta trabajar Marx. Oc
modo análogo, Michel Foucault supo ver, en los "hombres
infames" de principios del XVIII, el complemento ple­
beyo a las andanzas del noble Des Gricux y la cortesana
Manan Lcscauc.
26 RICARDO ABOUCA

Suicidio, pobreza y demencia como acributos del


encierro

Foucault tuvo la vinud de no rciu:rar remas marxistas,


pero su mirada sobre las prisiones, las workhouses, las ua­
bricas-convcnto•, hace un contrapunto que complementa
el revés de la trama de los temas principales de la obra de
Marx. Debemos agradecer a Juan Carlos Marín por haber
insisddo de diversas formas, en Argentina y en México,
sobre esca cucsri6n.•
En csros otros dos textos de Marx que incluimos en este
volumen, sin embargo, se verifican remas caros a Foucauk
Desde el XVIII se va implcmenrando en Gran Brctaiia un
sistema de control social, en parre mediado por las parro­
quias protestantes -las católicas estaban excluidas. Los
desocupados indigentes deben realizar trabajos sencillos
y engorrosos (fabricar csropa para calafatear barcos, por
ejemplo), haciéndolo en un espacio cada vez más disci­
plinario: la workhouse.b Preferimos conservar este térmi­
no, que describe la situación histórica de encierro de los
indigentes en Gran Bretaña. A estas 'casas de trabajo' los
ingleses, de acuerdo a ese vínculo histórico tan especial
que tienen con los franceses, las llamaban también basti­
lles, Bastillas. En La verdady lasformasjurídicas, Foucault
llamó la atención sobre "fabricas textiles organizadas según
el modelo de fabricas-prisiones, fábricas pensionados,
fábricas conventos°". También, sobre el mecanismo de la

• Cf. por ejemplo La sil/a ui la cabl!Za, 1987.


b ElcapüaÍ, l. cap. VIII.§ 5; cap. 13,§ 3.
<La veriri.. . panc V",p. 61 l; el casocsdcitado también en Vigilary
cauigar (cd. fr:rnc .. p. JOS). Se trata. en d caso citado. de muduch;u
del ako R6dano que tejían seda supervisadas por monjas. casi sin
�uddo.
INTRODUCCIÓN 27

lerrre de cachet, que no s61o era un inscrwnenco dd rey:


gente con mucho menos poder solicitaba ese recurso para
que el rey deruviera a cerceros -y es lo que Peuchec declara
como una posible soluci6n para poner límites al crioUo de
Martinica!
Plauc y Anderson destacaron c6mo el único texto de
Marx {aparte de "Peuchet: acerca del suicidio"), que ené
principalmente destinado a exponer la crítica al poder pa·
tria.real, es "El encarcelamiento de Lady Bulwer·Lyuon�
Sin embargo. dicho ceno csti inmediatamente vinculado
a la descripción del articulo "El aumento de la demencia
en Gran Bretaña"; incluido en este libro.
En julio de 1858, cuando Marx public6 estos dos cex·
tos, era el momento de un fugaz gobierno conservador
(tory) que duró un año; el primer miniscro era el conde
Derby. Lord Palmemon acababa de perder las elecciones
y ya no era primer ministro. Aunque tory de origen, esta·
ha en campaña alineado con la oposición; su coalición {el
viejo partido whig, en camino a convertirse en el partido
Liberal) ganará la elección y Palmerscon seci primer mi·
nisuo en 1859.
El barone.I Edward Bulwer·Lytton era bien conocido
como político conservador y como cscricor (Los últimos
dias de Pompeya). Ya hacía veinte años que estaba sepa·
rada de su esposa, madre de sus hijos. Emily (fallecida en
1848 a los veince años) y Robert, que tenía veintisiete años
'"El estudio de las ktms de c11Óm .•• de su funcionam.icnro y de su
moriv:u;ión. muestra que, en su gran mayoría. er.m solicitadas por
padres de familia, por notables de segun do orden. por comunid ades
loc.UCs.rc!igios;u,profesiona e
l s.comraindividuosqucprovoc:lh:rn,
a su juicio. molesd:u y desorden" (Foucault: "La sociéré punitive",
p.465)
28
RlCARDO ABDUCA

en el momenco de la prisión de su madre.' Robcrt, cruda­


mente retratado por Man, scr:l. lucgo virrey de la India -
donde se lo recuerda como un partidario de no dar ningu­
na ayuda alimentaria ame la hambruna de Bengala, como
habían hecho otros administradores poco tiempo acr:ís-;
en la línea de las leyes de pobres británicas, exigió que los
desocupados indios trabajaran al sol con media taza de
arroz diaria. A su regreso a la metrópoli fue ennoblecido
como vizconde Kncbworth y conde Lytton.
Separada de hecho desde 1833, Resina Bulwcr Lytton
llegó a la asamblea municipal de Hcrtfurd para denunciar
en público la conducta privada del esposo. Lo que cuenta
en sus memorias,b repletas de alusiones a media voz, no
deja claro del roda el contenido de sus diatribas, pero pa­
rece claro que fue a sabotear a su ex marido, mostrando en
público miserias de su vida privada. Ella misma escribió,
con respecto al esposo: "qué puede hacer ese hombre en­
cantador, sino encarcelar a una pobre infeliz en un loque­
ro, que es el único lugar para esposas no queridas�

'La actriz inglesa Marian Comyn. en sus memorias. recordó haber


visto en d escritorio de Marx, hada 1882, una novela de Bulwcr­
Lyrwn (Ptlh,,.rn, ar tbe Advenwra o/,,_ GemÚrn4.n), al lado de una
obra del geólogo Charles Lydl (cf. Enzcnsbcrgcr, Convus.uiona...
p.427).
�{A B/igbted Lifi, III). El libro abunda en muchísimos detalles en
primera persona, en un estilo culterano. Requiere una lectura muy
paciente. Los hechos mis decisivos de:! h1ostings están sólo aludi­
dos: cuenta haber llegado algo tarde a dicha a..sarnb lea, cuando el
u-marido ya había sido elegido; al verla CI huyó, el público la es­
cuchó, la recibió con hurras. y hubo personas que k agradecieron
sus palabras.Salvo la podrida aristocracia, dice, todo el pueblo de
Hcrtford estaba con ella: una señora alude, echando culpas sobre el
noble político, a la muerte de la pobre Miss L.
29
1 NTROOUCC!ÓN

El mismo título de Marx ya es una toma de posición:


Rosina Lytton no está siendo tratada en razón de su de­
mencia: está encarcelada. El texto se vincula a ·Acerca del
suicidio� por su atención al caso concreto de conflicto y en­
frentamiento en el seno de las relaciones familiares. Es des­
tacable cómo continúa Marx el asunto. Ademas de comar
un tema de ocasión para un trabajo remunerado como el
del periódico neoyorquino, en el episodio Bulwcr-Lytton
encontró un tema de investigación, que buscó ahondar.
Produciendo así quince días después el otro texto, que se
vincula con el asunto de Lady Bulwer pero lo amplía, mos­
trando el cad.ctcr social de la 'demencia'. Y vinculándolo a
su vez con la situación de las workhouus.
Había al respecto una ley de demencia, Lunacy Act,
desde 1845; poco antes se había declarado la posibilidad
legal de ser declarado mentalmente inimpucablc para un

juicio. Aquella ley creó un cuerpo legal: Commissionm on


Lunacy [Comisionados sobre Demencia].
Edward P. Thompson menciona informes de comi­
sionados encargados de observar la marcha de la nueva
Ley de Pobres de 1838: "Nuestra intención es hacer que
las worlchousts se parezcan tanto como sea posible a una
prisión� dijo un comisionado. Otro declaró que "nuestro
objetivo... es implantar una disciplina can severa y revul­
siva como para que a los pobres les dé terror, y ni se les
ocurra ingresar".. Otro menciona los ptogresos disciplina­
rios: mejor que la reducción de la dicta es la "observancia
minuciosa y regular de la rutina�, ademas de ejercicios reli­
giosos, guardar silencio en las comidas, separación total de
los sexos, separación de las familias -aun entre miembros
del mismo sexo. Así y codo, observa Thompson, en I 838
30 RICARDO ABDUCA

(según informes que no cubrían el área de Lancashirc,


Manchcsccr y Wcst Riding) había más de 79 miJ internos,
y en 1843, a pesar de ese régimen severo, la suma había
trepado a 197 mil!
Marx observó en El capital cómo a principios del
XVIII se buscó una "workhouu ideal� en donde se traba­
jara
12 horas. Un siglo después, la jornada laboral consi­
derada normal se había extendido canto que a duras penas
se pudo evitar que los niños trabajaran más de 12 horas.
También cómo la sicuación social de la fabrica está imbri­
cada con la vida familiar y con los asilos-workhouscs.b
Aparece la situación de encierro, el disciplinamicnro,
d carácter social de la demencia: si una persona no está
demente, puede volverse tal una vez que cscá encerrada.
Por ocra parte, la .selección de casos de Pwchcc mues­
tra cómo la vida fu.miliar misma, las mismas relaciones de
parentesco y d código jurídico de las relaciones familiares,
representan una situación de encierro para las víctimas,
como encerrado está el oro en el cofre del avaro.<

• TheMaking.... cap. 8. p. 295-96.


b Cap. VHI, § 5: v. rambién cap. Ill. § 3. a. "Apropiación de fuerzas
de !rabajo subsidiarias por el capi!;i.L Trabajo femenino e infan!il ";
p. 481: "d capital. con vim1.s a su aut0V;1;lori:w;ión, h;i. usurpado d
trabajo f:uniliar necesario par.i el consumo", p. 491. n.: el proceso
histórico de prolongación de la jornada laboral se vio ayudado por
la incorporación de niños de asilos y orfunatos al !rabajo fabril.
'En sus últimos estudios. haci;i. 1830-82, Marx se abocó a estudiar
rclacionu de paren!esco y de propiedad en la obrll. de Morgan y
otros -v. susApuntes tmoMgicos. y la imroducción de L. Kradcr. Ali!
i dicios de situaciones en que la mujer podría haber estado
buscó n
en una relativa mayor libertad. <;orno porcjcmplocn los mitos sobre
Juno y Minerva.
INTRODUCCIÓN
31

Marx ante la situación social de la mujer

Aiithelondypeqpk...
Wh.m-Jo rheyaiiíomefrom! ...
Wbere do theyu.iibelong?
{Lcnnon·Mc Cartncy. Elcanor Rigby)

Plaut encuentra elementos para afirmar que Marx, en


tanto no trajo felicidad a los suyos, tenia forúnculos de :ín­
trax, insomnio y otros problemas psicomácicos, posponía
la conclusión de sus escritos por pruritos perfeccionistas,
habría tenido un hijo ilegítimo, y no obedecía las prescrip­
ciones médicas; habría sido un �masoquista moral", con
una tendencia suicida inconsciente que se verifica en el
suicidio de sus hijas, posterior a su muerte. Un psicólo­
go tendría que ser más prudente antes de diagnosticar a
distancia con documentos.' También es dificil relacionar

• 8 a.rumo de la paternidad de Freddy Demuth es muy conocido. y


hacirculado P°'" el impulso, que en principio es saludable. de desar­
mar las vidas de santos y bajar íconos del pcdcsu.l. En rigor, no hay
más evidencia que una carta dactilografiada de Louisc Fn::ybcrger
(ex Kautslcy) a Bebe!. que W. Blumenbcrg divulgó en 1%2. acer·
ca de revelaciones que habría heclio Engels en su lecho de muerte
cuando ya no podía hablar. en una pizarra. Las contradicciones in­
ternas de la carr.a y la di$Cordancia con otros datos biogr.Uicos son
con<Xidas (v. Kapp, p. ej., quien sin embargo la considera hásica­
mcnce confiable). T. Carver afirmaque no ;e puede ni confirmar ni
refurar el hecho, y observa incisivamencc que en esta clase: de chis­
mes se verifica la ley de Grcsham: el dinero poco confiable circula
a más velocidad que el otro -la no ricia más jugosa circula mis que
!.a que nolo cs.
En cuanco a la. Wud y los remedios. e! caso personal de Man:
puede ser interesante para mostrar cómo a veces desobedecer al mé·
dico puede ser un rasgo de sabiduría del cuerpo ante la iatrogcoia
F.i.rmacéutica; cuando tr.i.can algo sin cura, como d ántrax antes de
32 RJCARDO ABDUCA

al auror de 1846 con el padre de familia de los años suce­


sivos. o con d suicidio de Elcanor Marx en 1898 y el de
Laura Marx y Paul Lafarguc en 1911.
Hay elementos que pueden plantear algunas prcguncas
persona.les sobre la serie de actitudes de Marx ante lo fe­
menino, posiblemcmc sin respuesta. ¿Cómo erad vínculo
con su madre, esa mujer de laque muy poco se sabe? Casi
iletrada, no hablaba bien alemán, sus lenguas maternas
eran el holandés y el yiddish. ¿Cómo era la vida cotidiana
en esa casa con un padre rousscaniano, un tío paterno que,
como los dos abuelos de Karl. era rabino, con una madre
y dos hermanas que mantuvieron su identidad judía, al
igual que sus tías?
Poco ames de marchar a París, Marx le escribe a
Fcucrbach, que debe haber sido el filósofo que más rcspc·
tó después de Hegel, Spinoza y Aristóteles. Lo halaga, y lo
invita a escribir en los Anaksfranco-akmanes que está por
editar con Arnold Ruge en París. Le pide que escriba su
defensa y contra.ataque a Schelling. que exponga los argu­
mentos insinuados en La esencia del cristianism o. El idea­
lismo trascendentalista del joven Schelling era como una
"irritabilidad femenina", pero "en usted devino verdad, cla­
ridad, seriedad varonil"'.• A su vez, en los afias 1860, Marx
contestó para sus hijas un juego, Confessions, parecido a
lo que luego se conoció como "Cuestionario Proust". Las

la penicilina, los médicos se convierten en matasanos. A M;u-x le


recetaban :i.rsénico, o bien. h:i.cia 1863. opio, cuatro vasos di:i.rio5 de
opono, media botella de darete y alimentuSC más de !o corriente
(Kapp. vol. l, p. 44). (Hay que asombrarse de que un hombre activo
rechace estos remedios?
• C.ma del 23-10-1843. cit. por f. Mchring,S. 72-73. edic. alemana;
modifico la traducción de Roces. p. 67.
INTRODUCCIÓN 33

preguntas ya estaban preestablecidas, y divididas por rela­


ciones de género. Así: " ¿Su virtud prcferid2?'", M2rx con·
testó: "la sencillez'"; "¿Virtud prckrid2Cn el hombre?'": "la
fuerza"; "¿Su virrud prefcrid2 en 12 mujer r: "12 debilid2d".
Tod.2 esta ironía debe ser rom2da tan en serio como to·
du las bromas. En particular, sus respuestas sobre héroes
preferidos. Los héroes: "Espartaco, Kepler". Heroína:
"Grctchen'". Vale decir dos palabras sobre Grecchen.La
muchacha, que intervino indirectamente en la muerte de
su madre y de su hermano, ante el oprobio de ser madre
soltera opta por el infamicidio. Como es instrumento de
los poderes de Mefist6feles, el público no la condena, y
pasa más bien por victim2 trágica, no por victimaria.
Finalmente es salvada a último momento -aunque en los
manuscritos del Faus10 Goeche la condenaba.
Estas opiniones de Marx suenan convenciona.les. Sin
embargo, expresan condiciones sociales espccífic25. La re·
ladón de gfoero socialmente dominante c.ná formulada
como relación de fuerza: el sexo fuerte y el sexo débil; la
relación de fuerzas es, al 6n de cuencas. una manera realis­
ca de describir a lu relaciones de género realmente ais­
cemes. Allí se condensan la desigualdad, la diferencia, las
posibilidades de igua.ldad. Los héroes masculinos lidera·
ron una rebelión, o descubrieron las leyes del movimiento,
pero la heroína femenina de esos tiempos sólo podían ser
las Grctchen, vlctim2S de las circunstancias. Flora Triscin,
a quien no conoció personalmente, que murió pocos me·
ses después de su llegada a París, era un caso excepcional
-él y Engds la defendieron, en La sagrad
afamilia, frente a
las criticas de los bauerianos. Para que las heroínas se pare­
cieran más a Espartaco o a Keplcr no faltaba mucho: Rosa
RICARDO ABDUCA

Luxemburg, Maria Curie. O, de manera menos resonante,


las jóvenes de fines del XIX: las sufragistaS de las clases
altas. Nora de Ibscn, las socialisru fu.bianas, las miliramcs
de la segunda imernacional. Como Eleanor Marx.
La menor de las hijas, Eleanor, tenía alrededor de vcin·
tisiete años cuando murieron, en cosa de un año y medio,
su hermana Jenny, su madre y su padre. Poco después
empezó su relación con Edwud Aveling, y unos años
después vivía con él. Avding esnba separado de hecho,
nunca se divorció, y nunca se casó con Eleanor. Cuando
fueron a vivir juntos fueron amigos y vecinos de uno de
los primeros sexólogos, Havelock Ellis, casado con Olive
Schrciner, optn/y /tibian. Estuvo en el grupo que dio ori·
gen a la Sociedad Fabiana -William Morris, cerca, Annie
Besant. lejos, formaban parte de su entorno. Con Aveling,
con George Bernard Shaw, con M.ay Morris, realizó repre·
sentaciones privadas de Casa de Mt4ñetas (hizo de Nora),
y luego, a pedido de Havelock Ellis, tradujo del nomego
otras dos obras de lbscn (En FolkejUnde, "Un enemigo
del pueblo", que prefirió traducir como "An Enemy of
Sociery", y "La dam.a del mar·). Militó en diversos espacios
socialistas en pos de los principios de su padre y de Engds,
realizó una intensa actividad cultural, y se acercó a espa·
cios como el de los inmigrantes judíos de los suburbios
de Londres, a los que intentó dirigirse en yiddish, o más
bien "adaptando la inAcrión yiddish a su alemán". "Soy
judía� declaró entonces..• Antes había traducido Madame
11ovary, y la suya fue porbastante tiempo la versión n
i glesa
más divulgada.�

•Y. Kapp.. vol. 11.


b Nabolcov. critico de rnductOrc$. habría aludido a fJcanor Marx en
A"4, o áuúr: en medio de muchas alusiones malicios..s, {el doctor
1 NTRODUCC!ÓN 35

DespuCs de catorce años de convivencia con Eleanor,


Aveling se casó en secreto con una chica de veinte años.
Eleanor parece haberse enterado el día que fue el día de su
muerte. Encargó ácido prúsico y cloroformo a la farmacia.
Ingirió el veneno y murió antes de una hora. Aveling pare­
ce haber estado presente, y parece tambiCn haber destrui­
do alguna evidencia que podía comprometerlo. Todas las
versiones del asunto lo muestran como el villano.' Falleció
poco después.
La tragedia de Elcanor Marx condensa todas las dificul­
tades de construir formas de vida altcrnarivas sin reiterar
los viejos males. No se ha resistido la tentación de vincular
su final con el del relato que tradujo, el de Emma Bovary
(que se procura arsénico en la farmacia), ni con la decisión
final de su hermana Laura y su marido Paul Lafargue, que
se quitaron la vida cuando ambos estaban en una edad ma­
dura (con ácido prúsico), pero esrn es tema de orro orden.
Lo dijo Ourkheim, no hay 'el suicidio: hay suicidios.b

Froit. DoctorMorti·ago , Flocbcrg, y otras por d estilo). aparece "la


treta de la asrura Eléonore Bonvard" (Bovary + Bouvard).
' Kapp, ibid.. y d m:ílisi.s, mis crítico en d sentido de no querer
hacer de Eleanor una heroína inocente. de E. P. lhompson.
• FJsuiciJjo , libro III cap. VI; Durkheim podríahaber denominado
'suicidio epicúreo" ala decisión deLaura yPau! Lafarguc.
J6 RlCARDO ABDUCA

El suicidio como cnfrcncamicnco desplazado

Se ha objcudo la prcscntaeión de Our.khcim de La si­


tuación de la mujer frente al suicidio. En todas partes las
mujeres se suicidan menos.• Pero esa situación complica
la teoría de Ourkhcim de la anomia. Bcsnard ha desta­
cado que El middio es un estudio •inacabado", por el es­
caso dcsarroUo de 12 situación •fu.calisca" -que es aquella
en la que los asos de M:i..ni:-Pcuchct podrían cncuadnr­
sc.h Razona Durkhcim: si la mujer se mata menos que el
hombre es porque cscá menos comprometida en la vida
colectiva; la mujer, más aislada. se suicida menos. El ra­
zonamiento está en conrradicción flagrancc con uno
de los argumentos principales del mismo Durkhcim: el
suicidio de tipo 'cgoísu' ocurre cuando el individuo csci
aislado con respecto a la colectividad. El sociólogo obje­
tivo abunda en más imprudencias: la sensibilidad de la
mujer "es más bien rudimentaria que muy desarrollada�
"Las necesidades sexuales de la mujer tienen un carácter

• Pan el mundo de hoy,'" OMS, 2011. La complejidad de la cucs­


ción impide [oda comparación nternacional,
i por somenr. que $Ca.
Aun así, llama la amición la �«hd de siniacioncs nacionales. En
todos lados la mujer se suicida menos; una por cada din varones,
en Uruguay; una cada dos v;¡roncs en Corca.. La única excepción
seria China, con una tas.a demasculinidad negativ;¡. pero este es lla­
nw:ivamcme el único caso en que la pigina. web de la OMS brinda
datos parciales. Lo �opimo dc !.u cifras da que pensar no sólo en
la divcnidad de siruacioncs sociales sino rambiái, evidentemente,
cnl.adivcrsidad decritcrios nacionalcs de registro.
� Por otra panc. el caso n
i dividual mis analiudo desde el pumo
de visn subjetivo por Ourkhdm no seria uno de !os de El micidio,
sino, como sugirió Lukc:5, d de su amigo Homm.ay, ocurrido mucho
INTRODUCCIÓN 37

menos mental, porque, de manera general, su vida mental


está menos desarrollada. Se vincula más inmediatamente
con las exigencias del organismo, siguiendo a éstas, más
que adelantándose a ellas�(El suicidio, ll, cap. V, § 4). En
suma, sugiere Besnard, las ambigüedades y contradiccio­
ni;s de Durkheim ame la situación femenina desarticulan
bastante la teoría de la anemia.
Marce! Mauss, (responsable de fichar 26.000 estadís­
ticas para el tratado sobre el suicidio que escribi6 su tío
�mile),' introdujo algunos matices años después. al mos­
trar, en 1925, un caso de la antigüedad edra relatado en
el siglo -1 por el geógrafo Poseidonios de Apamea, pre­
sentándolo sin embargo como una con6nnaci6n de las
teorías durkheimianas.
En la Galia Transalpina los celtas dan festines, anota, y
se baten en combates simulados, a veces, en la excitaci6n
del uso de las armas, puede sobrevenir un desafío a muer­
te. Asimismo, Poscidonios relata lo siguicme, en la traduc­
ción de Mauss:

Otros... habiendo recibido placa y oro...vasos de vino.


haciendo tcscar solemnemente la donación, y habién­
dola Jivididu y Jistribui<lu en regalos a sus allegados
o amigos, se acuestan. rccosrulos sobrr sus escudo.�.
Ucga unasistcntc y lcscorra dcudlocon una cspada.

Habiendo distribuido los dones a sus allegados, a los


que enriquece, sacri6d.ndose por dios, escapa, por la
muerte, a toda contraprestación, y al deshonor que le ven­
dría si algún día no devolviera los presentes aceptados.
Por el contrario, mucre como un valiente, sobre su escu-

'Fournicr, Mt1.ra/Mt1.1<J1, loc. cit.


38 RICARDO ABDUCA

do. Hace honor a su nombre. Se sacrifica con gloria para


sí y beneficios para los suyos. Mauss vincula el asumo a
las bancarroras de su tiempo: muchos creen pagar las deu­
das suicidándose. Esa concisa exposición une dos grandes
remas maussianos: el don y el sacrificio.' Llama la aten­
ción con el vínculo que la práctica suicida tiene con otras
prácticas no suicidas, pero que le son pr6ximas: el torneo
medieval, la huelga de hambre, el insulco grave que puede
ser castigado con la muerte. El análisis de Mauss es más
bien de caso. No es el tipo social abstracto. A diferencia
del número de la tasa estadística, el caso es más rebelde a
ser agrupado en el tipo social anómico o egoísta, fatalista
o altruista.
Este caso muestra algunos elementos comunes en casos
muy disrimos y opuestos. En las prestaciones que Mauss
llamaba 'agonísticas' hay, como decía en d Ensayo sobre el
don, una 'moneda de renombre: En casos como los que
presenran Marx y Peuchet, individuos desesperados in­
tenran, con un acto extremo, rehabilitar su nombre. Se
trata de formas de combatir por la jerarquía del nombre
-y si hablamos de nombre hablamos de persona. Esto da
i religir d suicidio hay que tener una
a entender que para n
teoría de la persona (Mauss establecerá unos lineamien­
tos al respecto recién en 1938). En efecto, en los casos de
suicidio hay un choque dramático enrre lo que la persona
aspira a ser y lo que es, pero también hay una manera he­
roica de cambiar la imagen de la persona para la posteri­
dad, destruyendo la vida.

• Cf. H. Hubcn y M. Mauss,Els4D'ijia'o: mito, magiayrWn. Tr.id.


de Riardo Abduca. Buenos aires: Llis cuarema, 2010. Las con­
clusiones de Halbw:iclu t:ambién vinculan el suicidio al �rificio
(Halbw:ichs. La caw1!$... ap. XV).
INTRODUCCIÓN 39

Casos simiJares a la situación suicida altruista, se en·


cucntran en las h1ulga1 de hambre. Mauss sugiere esta
comparación, vinculando al mundo celta antiguo con los
irlandeses republicanos de su tiempo, a.ludiendo las huel­
gas de hambre que entonces se realizaban en Irlanda (ob.
cir., p. 55-56). Hubo miles entre 1917 y 1924. siete fueron
fatales;• por entonces también estaba el antecedente de las
primeras huelgas de hambre del siglo XX, encabeza.das
por las sufragistas, como Ma.rion Walla.cc Dunlop.
Por este tiempo, Malinowski tomó nota de la situación
de los ma.ssim de Nueva Guinea, donde no escaseaban los
ca.sos de suicidio. Había métodos irremediables: tirarse
de una palmera, ingerir vesícula. biliar de pez globo, pero
también métodos con antídoto: quien se suicida ingi·
riendo barba.seo, el reactivo quúnico usado para asfixiar
peces, puede salvarse si sus a.llega.dos le dan un emético.
(Entendemos que este último ca.so representa.ría. una or·
da.lía, un mensa.je desesperado para los allegados; los otros
son suicidio a secas}. Agrega Malinowski: por un lado esto
significa. que hay alguna falta, crimen o exabrupto apasio·
nado por expiar, por el otro, que hay"una prot�ta contra
quienes echaron luz pública sobre dicha &.ka e insultaron
al culpa.ble en público, llevándolo a una situación intole­
rable" (Crimeand Custom.. ., p. 97).
Por otra parte, el muy moderno auge reaccionario que
irrumpió por el mundo islámico (que se verifica en las
ideas de un Sayid �tb primero, y de un Jomcini después,

' E.sea larga cradición se vc:rilita rcdentemente: en 1981 murieron


diez huelguistas, el diputado Bobby Sands entre ellos. que reclama­
ban al gobierno de Margarct Thatchcr tener trato de presos poHti­
cos, no dc criminales.
40 RICARDO ASDUCA

que sólo son arcaicas en apariencia, que los bombardeos


de la OTAN no hacen más que alimcnrar), lleva al día de
hoy a la proliferación de mánircs; pensar d caso del sui­
cida que se conviene él mismo en bomba cicnc máxima
actualidad en el debate político.' Lo planteaba Camus en
plena segunda guerra mundial en El mito dt Sisifo; d pro­
blema que planeea el suicidio es el de la cuestión mayor de
la filosofla: juzgar si la vidavale la pena de ser vivida o no.
La inmolación serial de masas sólo puede ser posible en
condiciones masivamente insoportables.
Desde 1843 6 1844 la obra de Marx se despliega en
muchas facetas, pero el conjunto, cualesquiera sean las
discontinuidades que puedan atribuírsele, guarda bas­
tante coherencia. El autor del comentario a Pcuchcr es el
coaucor de la llamada Ideología alemana; el aucor de los
escritos sobre el carácter social del encierro de la dama
Bulwer-Lytton y la sicuación de los dementes pobres es el
mismo que acaba de formular los Gmndrisse. La empresa
es la misma: el nacimiento de un nuevo mundo sólo puede
vislumbrarse en el examen detenido del mundo realmente
existente en sus mínimos detalles -sobre todo en sus mí­
nimos detalles, por algo se ha dicho que fue Marx quien
antes de Freud descubrió el síntoma.
La crítica del mundo existente, el buscar la superación
del mundo nuevo por la crítica del antiguo es el denomi­
nador común de los distintos trabajos de Marx, sea en los
meandros del fenómeno de la mercancía, sea en la tran-

' Dos 'ondcnzudos intentos. distimos entre sí. para mtendcr este
complc¡ísimo problema sin caer en los lugares 'omunes dd "choque
de dvilizacioncs: se cncuemra en la obra de Tala.! Asad y en la de
Khos.rokhavar, (qui'n muestra cómo el mártir esta nsc:
i ripto m la
tradición shi'i, entre Wlto y hfroe).
INTRODUCCIÓN 41

scripción de carpetas oficiales que muestran cuámo aire


fresco y cuántas sillas hay en un asilo para indigemes con­
siderados locos. Y en los casos de hombres infames, histo­
rias reales que forman "una pieza en la dramaturgia de lo
real instrumento de una venganza, arma de un rencor, un
episodio en una batalla, gesticulación de desesperanza o
de celos, una súplica u una orden".'
Los casos cranscriptos desde Peuchet que seleccionó
Marx en 1846, como los casos concretos de 'locura: que
hizo catorce años después, podrían formar parte de esos
•hombres infames", en los que se verifica "el trabajo del
poder sobre las vidas�b En uno y otro caso hay una teoría
del valor, pero expuesta en casos individuales. Se trata, en
de6niciva, más que de individuos, de situaciones. Si en
Durkheim la unidad de análisis es la taJd de suicidios, en
Marx es el caso. Como casos son los "hombres infames"
de Foucault, los jefes celtas que menciona Mauss, el caso
de "homosexualidad femenina" de Freud. ¿Y qué son los
casos? Situaciones concreras.

... no halla quid la energ!a psiquica para matarse


quien ... no mata a la vez un objeto con el que se h.a
identificado, ni quien, en segundo lugar, novudvc ha­
cia sí un deseo de muerte que iba dirigido a otra per­
sona" (Frcud, 1920, "Sobre b psicogéncsis...", i Ill).

Freud enseña cómo, en ciertas situaciones concretas, el


suicidio es un enfrentamiento desplazado.
Como desencadenante del impulso suicida está la pér­
dida de situaciones, personas u objetos que tienen especial

' Foucau!t, "La vicdcs hommcs inflmcs� p. 240.


b ibid., p.253.
42 RlCARDO ABDUCA

sentido, que hacen al "objeto con que se ha idcnci6cado• la


persona. A veces, los elementos de: ese mundo circundante
o Umwe!t son mínimos. Uno de los tantos condenados
a trabajos forzados en los campos Gulag dd nordeste de
Sibcria, Varlam Shalamov, escribió: "El tabaco es la alegría
suprema del detenido, es la vida que continúa. Una vez
más, no sé si la vida es un bien o no" (Relatos de/ Kolyma).
Cuando estos elementos reducidos a su mínima expre­
sión, los que aferraban a la persona a la vida, se pierden, se
pierde codo y, muy rápido, puede sobrevenir el derrumbe.
El impulso suicida, en suma, es posible cuando ocurre
una extrema desvalorización de sí mismo, cuando no hay
otras alternativas para librar un enfrentamiento. Los casos
de suicidio, de demencia, de encierro en la workhouse, ex­
presan un tipo de miseria, comparable a la conocida afir­
mación sobre el "opio del pueblo" de la �miseria religiosa":
�expresión de la miseria real y protesta contra la miseria
real... espíritu de un estado de cosas sin espíritu".'
José Maria Arguedas sabía de estas cosas. No vamos a
hablar del desenlace de EL zorro dearribay elzorro de aba­
jo, sino de un cuento, Elsueño delpongo: un hombrecito,
siervo de una hacienda, alguien que "no estaba en el lugar
que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie", le
dice al patrón:
b
Yo nopucdosabcrlo qucvalgo.

• Crfria de lafosofoddderecho h�diana, l843.


0 En queehua: ·Manan ehaniyniyra yachaymanchu·. Arguedas es·
cribi6 el cuento en casrellano y en queehua en 1965, sobre la base
de un relato oral de Cull:o. Mezcla eficaz de perversión y santidad,
el relato empieza mosrrando el vinculo entre un pacrón espcci:i.1.­
meme ensai:iaclo y el que parece ser el mis débil de sw siervos, que
soporta todas Lis humillaciones sin siquiera �rir la boca. Pero un
INTRODUCCIÓN
43

Una sociedad no sólo se conoce por sus logros sino


por sus víctimas. Todos aquellos cuya percepción de sí
mismos, de lo que son y de lo que podrían ser, desacuerda
trágicameme con la experiencia de eso que es su vida. Eso
presenta Marx en estas páginas. Historias de personas que,
arrapadas por lazos sociales que los sepultaban, y los se­
pultaron, no podían saber lo que valían. Y si lo sabían, no
podían demosrrarlo.

día 61e no sólo coma b pahbl'2. sino que se pone a contar su sueño.
Había soñado que patrón y siervo h.abian muerto, y, por voluntad
dc ·nucscro p.adre San Francisco' aquél csd ungido con micl de
caña, miencras cl sirviente cscá untado con cxeremenro humano.
Los polos de b e:ralcación y b abyección se invienen cuando d san·
m ordena que se laman largo raro el uno al otro. Ahí termina el
relato. ;Cómo podría haber continuado b acción! Como nada h.a
cambiado -los ocros siervos siguen siendo siervos, el patrón sigue
siendo patrón, los gamonales. gamonales- simplemente lo que h.a
habido es una subversión verbal, en donde el vinculo emre alguien
c:r<:clso y otro abyecto se mantiene idéntito. ;Y tómo pudo h.abc::r
seguido b subversión verbal! Pues sólo con un severísimo amigo,
aun bmuercc. La alocutión dclsiervo cssuiticb..
RICARDO ABDUCA

Sobre los textos, la ttaducci6n y las notas

Fue importante haber hecho este trabajo contando con


el diálogo y la colaboración de Paul Cooney. Los tres tex­
tos están traducidos de los originales. ·Acerca del suicidio"
fue traducido teniendo a la visra tanto el texto de Peuchet
que Marx tradujo y coment6 como el original de Marx.
Para Peuchet, utilizamos la edición original, para Marx, la
edición alemana de Anderson y Plaut.
Los otros dos, uno de los tantos que Marx publicaba en
el pcri6dico New York Daily Tribune, fueron redactados
originalmente en inglés.• Usamos la reedición de Collected
Worh. •EJ encarcelamiento de Lady Bulwer-Lytton• est:á
fechado, pocos días ames de su publicación. En cuanto a
ªEl aumento de la demencia en Gran Bretaña•, es posible
{como indica la bibliografla que elaboró Rubcl) que se
haya publicado originalmente sin título, y éste provenga
de los editores posteriores.
Traducimos de modo sistemático /1macy, y derivados
por 'demencia' y sus derivados. Lunatic tenía entonces en
inglés un sentido legal preciso, -luego reemplazado, en
el siglo XX, por mentally unso1md. No es equiparable a
la inestabilidad del 'lunático: la 'luna: etc., en las lenguas
romances, sino el término legalmente usado para la enfer­
medad psiquiátrica en general: la incapacidad mental que
impide ser persona plena. Del mismo modo. mantenemos
el término 'idiota': ªdementes e idiocas declarados como
tales en juicio" son justamente quienes no son personas

• Aunque alguno' de esos tenas de Neru York DiJ.Í


iy Trib1111t eran
firmados por Man: pero se deben a la pluma de Engd.s. no es d oi.so
de moi; doi;; cf. Rubd.Bib/iogniphü....
INTRODUCCIÓN 4�

plenas para la ley; quienes en ciena.� situaciones judiciales,


no pueden votar, pero pueden abonar.
Las notas al pie en letras reproducen el texto de Peuchet
en tanco difiere del de Marx, así como pasijes propios de
Marx que no son ni mducción ni paráfrasis de Pcuchet.
Los textos de Peuchet suprimidos por Marx aparecen en·
tre corchetes 1ngularcs, < >.

Todos los desracados en cursiva y negrita pertenecen a


Marx. La división de ·Acerca del suicidio· en parres, de l a
Vl, es propia de csra edición, lo mismo que la inserción de
punto y aparte en 1lgunos párrafos muy largos.
Las notas en números arábigos, a su vez, aclaran aspee·
tos puntuales poco conocidos -bibüogrificos, históricos
o geográficos, e indicios que remiten a diversas líneas de
investigación a seguir. Como es natural, tenemos prcsen·
te d trabajo acumulativo de editores anteriores: el tra­
bajo pionero de Jacqucs Camane, la edición de Plaut y
Anderson y, pata los rexcos en i.nglés, la reimpresión de
Collected Works.
Agradecemos a la gente de la biblioteca del CeDlnCI,
(Centro de Documcnución e Investigación de la Cultura
de Izquierdas en la Argentina), donde se realizó pancde la
investigación de documcnración.

Ricardo Abduca
Universidad de Buenos Aires
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Anexo. La relación de género en los
Manuscritos de 1 844

Como imroducción a una fundamentación general del


tipo de temas tratados en Acerca del suicidio, queremos
hacer presente ciertos pasajes de los Manwcritos de 1844.
Al verterlos al castellano tenemos en cuenta la ter­
minología contemporánea de la lengua de destino. Una
uaducción científica tiende a buscar que el mismo tér­
mino en la lengua de origen esté vertido por un solo
término en la lengua de destino -cosa que no siempre
es posible: allgemán y derivados se vierten aquí como
'general', o como 'universal'. Hablamos así de especie hu­
mana (Gattung). de 'relación de especie; de 'esencia de la
especie' (Gattungsverhiiltnis, Gattungsweun), en vez de
'género humano' o 'ser genérico: dejando 'género' para lo
que hoy se llaman relaciones de género. En estas páginas,
Marx ubica dichas relaciones en el seno de las determina­
ciones generales más fundamentales de la especie humana.
Al respecto, enfacizamos la distinción emre 'ser humano'
(Memch), varón (Mann) , y mujer { Weib). Marx describe
a la relación de género en la cuestión general de la especie
humana: el tipo de relación entre varón y mujer como ín­
dice del grado de humanización de la especie.
" RICARDO ABOUCA

La crític:i de Marx no apunta a un 'comunismo origina·


rio' de tiempos primitivos, sino a un comunismo en bru·
to. 'tosco' [roh], de utopistas que imaginaban compartir,
con las demás propiedades, a las mujeres. El 'comunismo
cosco' se refiere a nociones del pcnsamicnro polkico pre­
cedente, no a un supuesto 'comunismo primitivo' de la
antigüedad -como el Urkommuni;mm de K. Wittfogd.
En La ideología akmana h;i.y varias referencias a ese comu­
nismo 'rosco: o 'empirismo tosco' -como en d inicio de
la segunda parte, referida a los RheinischenJahrbüclur del
grupo de Baucr ("El «verdadero comunismo»"). Esa idea
de que los comunistas querían reducir a las mujeres a pro­
piedad común es también un fantasma de la época, parte
del 'fanrasma del comunismo'; los autores del Alanifasto
comunista dedican unas fnscs a desmentir dicha acusa­
ción (ManiJWto, cap. ll, allí umbién se deslizan criticas al
·rosco gi ualitarismo" -ibíd., lll, § 3).
Los Manuscritos de 1844 han sido objeto de diversa.s
versiones. Hemos preferido tener presente la traducción
de Fernanda Aren, Silvina Rotenbcrg y Miguel Vedda,
{Buenos Aires. Colihue, 2004, pp. 140-143), modificán­
dola un poco, ante todo en lo que respecta a los términos
mencionados arriba.

R.G.A.
Manuscritos de 1844:
Tercer manuscrito
"Propiedad privada y comunismo''.

El comunismo. . . es la expresión positiva de la superación


de la propiedad privada, ante todo de la propiedad privada
en gtneral. En la medida en que concibe esta relación en
su genualidad, cs ... cn su primera configuración, sólo una
gmeralización y comumación de cUa; como n.I, se muestra
bajo una doble configuración: al comienzo, el dominio
que la propiedad material ejerce sobre el comunismo es
tan grande, que este quiere destruir todo lo que, en cuanro
propiedad privada, no puede ser poseído por todos( ... )
este movimiento, consistente en contraponer a la propie­
dad. privada la propiedad privada generalizada, se apresa
bajo la fonna animal según la cual al matrimonio (que es,
por cieno, unaforma de la propiedad privada exclusiva)
se conrraponc la comu11üiad de mujera, en que por ende
la mujer se convierte en propiedad comunitaria y común.
Hay que decir que esta concepción de la comundad
i de las
mujeres es el visibk misterio de este comunismo todavía
muy wsco y desprovisto de pensamiento. Así como la
mujer pasa del matrimonio a la prostitución generalizada,

• Karl Mm:. Olumomisch-phiÚJsophiJchc Manushipu. [Drims


Manuskript]. [Printcigcmum und Kommunismus] S. 534-539.
56 KARL MARX

así cambién todo el mundo de la riqucz:i. -es decir, la e­


sencia objctiv:a dd hombre- pasa de la relación matrimo­
nial exclusiva con el propicurio privado a la relación de la
prosticución generalizada con la comunidad. Este comu­
nismo. en tanto niega por doquier la personalidad del ser
hum:rno, es sólo la expresión consecuente de la propicd:i.d
privada, que es esa ncga.ción. La envidia general. consti­
tuida como poder, es la forma encubierta en que se fabrica
la codicia, sólo que se satisface de otro modo. El pensamien­
to de roda oi¡_ooiFdad or,iv:irh...mroo.t:il�"aingc ai menoJ
en conrra de la propiedad privad<t mds rica, como envidia
y deseo de nivelación, de modo que estas constituyen in­
cluso la esencia de la compcrcncia. El comunisu. rosco es
sólo la consumación de csr.a envidia y de esca nivelación a
partir del mínimo imaginado. Tiene una determinada me­
dida limitada. La negación abmacra del ínregro mundo
del desarrollo [culrural J y de la civüización, d retorno a
la simplicidad in-namral del ser humano pobre, rosco y
desprovisto de necesidad, -que no es que ha superado la
propiedad privada, sino que ni siquiera ha llegado a ella-,
demuestra precisamenre cuán poco scmejanre neS2ci6n
de la propiedad privada representa una verdadera apro­
pi:ición cfcctiva.
La comunidad es sólo comunidad de trabajo y la igual­
dad del salario pagado por el capital comunitario, !:a co­
munidad como capitalista universal. Ambos aspectos de
la relación esdn elevados a una universalidad imaginada:
el trabajo como la determinación en la que todos están co­
locados. el capital como la universalidad y d poder reco­
nocidos de la comunidad.
ANEXO 57

En la relación con la mujer como borln y sirviema de


la concupiscencia comuniraria se expresa la infinita degra­
dación en que el ser humano existe para sí mismo; pues
el misterio de esa relación tiene una expresión inequluo­
ca, decidida, manifiesta, desembozada, en la relación del
uarón con la mujer y en la manera en que se concibe esta
relación de especie [humana], inmediata y natural. La
relación no mediada, natural, necesaria, del ser humano
con el ser humano, es la relación del uarón y la mujer. En
esta relación de especie natural, la relación del ser humano
con la nacuraleza es, sin mediaciones, su relación con el
ser humano, así como la relación con el ser humano es,
sin mediaciones, su relación con la nacuraleza, su propia
determinación natural. En dicha relación aparece, -sen­
soria/mente, reducida a un hecho observable-, hasca qué
punto la esencia humana se ha vuelto, para el ser humano,
naturaleza, o que la naruralcza se ha vuelto esencia huma­
na para el ser humano. A partir de esta relación se pue­
de juzgar todo el estadio de formación del ser humano.
Apartir del carácter de esta relación se infiere hasta qué
punto deviene el ser humano-y se concibe a sí mismo­
como esencia de la especie, como ser humano; la relación
del varón y la mujer es la relación natural de ser humano
a ser humano. En la cual se muestra también hasta [qué]
punto la conducta natural del ser humano se vuelve hu­
mana, o hasca qué punto la esencia humana se vuelve para
el ser humano esencia natural, hasta qué punco su natura­
leu humana devino nahiraleza. En esa relación cambién
se muestra hasta [qué] punto la necesidad del ser humano
se ha vuelto necesidad humana, hasta qué punto el otro ser
humano, en su existencia más individual, se ha vuelto al
mismo tiempo esencia común.
58 KARL MARX

La primera abolición positiva de la propiedad privada,


d comunismo tosco, no es otra cosa que lafanna de mani­
festación de la bajeza de la propiedad privada, que quiere
postularse a sí misma como esenda común positiva.( ... )
[Noca sudta en d manuscrito]: La prostirución es sólo
una expresión particular de la prostitución gmualizada
del trabajador, y dado que la prostitución es una relación
en la que no sólo cae quien se prostituye, sino también
quien prostituye -cuya bajeza es mayor aún-; también el
capiralisca, cte., cae en esca caccgocía.
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Série U, nº 6, mayo de 1975; edición deJacques Camattc.
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Edición de Maximilicn Rubcl.
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ClimatS, Edición de Franirois Bourrinct.
1999: Marx 011 Sui
cide. Edición e Umoduccioncs por Eric
A. Plaut y Kcvin Andcrson, mducido por E.A. Plauc, Gabricllc
Edgcomb y K. Andcrson. Evanston, EE.UU. Northwest
Univc:rsicy Prcss. Incluye el ceno completo en francts de
J. Pcuchcc. Reeditada en a.lcmán, en 2001: Peuchtr:
·
vom
Selbstmord. KOln [Colonia], Ncucr ISP.
2006: Sobre o suiddio. Tnducción al porrugués de Rubcns
Endcrlc y Francisco Fonuncll:.. Prcscncación de lvmaJinkings.
Prólogo de Michad LOwy. Sio Paulo, Boiccmpo, 2006.

B)
1986: "Thc lmprisonmcnc ofLady Bulwcr Lyuon".. Co/úcud
Wonb- o/Marx and Engcls, volumc 15, Londres, Lawrcncc &
Wishan. pp. 596·60 l.
1986: "Thc lncrcasc of Lun;acy n
i Grcat Bricain".. Colkcud
Wonb- o/Marx 1md EngdJ, loe. cit., pp. 602-606
Acerca del suicidio
{"Peuchec: sobre el suicidio")

(1 846)
La crítica.francesa., la crítica francesa d�la Jodedad,1 tie­
ne una gran superioridad en cieno aspecto: d ser capa.z de
dar cuenta lo contradictorio y anti-natural de la vida mo­
derna -no sólo en relaciones entre clases particulares, sino
en todos los circuitos y figuras dd intercambio cotidiano
de hoy. Por cierto, son caracterizaciones con d calor vital
de la inmediatez, con perspicacia mundana, panoramas
profusos y originalidad audaz, que en vano se buscaría en
cualquier otra nación. Para dar un ejemplo: compárense
las caracterizaciones crkicas de Owen con las de Fourier,
(en lo que hace al intercambio vital de los seres humanos),
para darse una idea de la supremada de los franceses. No
es sólo el caso de los escritores propiamente 'socialistas' de
Francia, de quienes se espera una caracterización crítica de
las condiciones sociales. Es d caso de escritores de cada
una de las ramas de la literatura. sobre todo en memorias
yen novelas.
Mediante algunos pasajes sobre el "suicidio� extraídos
de las Mem(Jrias, extraitÍaJ tÚ /oJ archivoJ lÚ lapolicía, �u.,
de Jacques Prochet, daré un ejemplo de dicha crítica fran­
cesa, que al mismo tiempo puede mostramos hasta qué
punto la pretensión de los ciudadanos filántropos se basa
1 Con es� reiteración mantenemos losdos subrayados, a 'fr4nctsa' y
a 'de lA Jocidui (•Dicft4nz.iJiJcbe Kritik áer Gesellsth4jt�}.
64 KARL MARX

en la idea de que sólo basta con darle a los proletarios un


poco de pan y un poco de educación. Como si los únicos
en soponar las condiciones sociales acrualcs fueran los
trabajadores. como si en lo que respecta al resto de la so­
ciedad, c:l mundo existente fuera el mejor de los mundos
posibles...
En Jacqucs Pcuchct, como también en muchos otros
vcuranos müiramcs franc�. de los que p quedan po­
cos, los que desde 1789 han pasado por revoluciones, por
desilusiones y momentos de cnrusiasmo, por distintos go­
biernos y conscirucioncs, por derrotas y victorias, la crítica
de las relaciones de propiedad, de las relaciones familiares,
de las demás relaciones privadas, en una palabra: la crítica
de la vida privada, surge necesariamente como resultado
de sus experiencias políticas.
Jacqucs Pcuchct(nacidocn 1760)2, pasó delas lctra.s a l.a
medicina. de la medicina a la jurisprudencia, para dedicar·
se luego a la administración y al rubro policial. Anees de la
Revolución Francesa trabajó con el padre MoreUec3en un
Dictionnairt Commercial, del cual sólo apareció el pros·
pecto, y se dedicó prcferentememe a la economía políci·
ca y a la administración. Fue partidario de la revolución
francesa, sólo por un breve lapso; muy pronco se hizo del
parrido monárquico, ocupó por un buen tiempo la redac·
ción de la Gazecte de France.� y luego emró, de la mano
'En rcalidad habbnacido en 1758.
' El padre: M�Uo:t (que Voka.irc apodóMord-les, d mord.n) Cr.l un
miembro de b Academia Ftanccsa que, aunque lejos de estar radi­
cal.iza.do no en. tan rc:acciorurio como Mallct du Pan.
' la G.ruite � Frt1nct, fundad.a en 1631 ron d sostén de R.ichdieu,
publicaba sobre: todo documentos oficiales y de politica aterior.
Hacía las veces de Boletín Oficial, y de hecho tuvo el monopolio
de publicación de informaciones políticas oficiales hasta 1789.
AC:ERCA DEL SIJIC:I D!O 65

Malltt-du-Pan, a la redacción de un encendido diario


1M>nirquico, d Mercure.s Como fuere, pasó por d perío-
revolucionario con bastante astucia, o perseguido. o
�n trabajando en áreas de administración y de policía.
Con la Géographie commeri;ame que publicó en 1800. 5
fOl. infulio, Peuchet llamó la atención de .Bonaparu, que
tn primer cónsul, y éste lo nombró miembro dd Conseil
M tt>mmerce ll da arts [Consejo dd comercio y bs ar­
•]. Posteriormente, con el ministerio de Frani;ois de
Ncufch3teau ya asumió un cargo administrativo más alto.
In 1814 la Restauración lo nombró censor. Se retiró du­
nnte los Cic:n Días. Con la restauración de los Borbones
consiguió el puesto de archivistade la Prefecmra de Policía
de Paris,que ejerció hasta 1827.6 Durante la Restauración,
ti nombre de Peuchet aparecía con frecuencia (y no dejó
ele tener n
i fluencia como escritor) en los discursos de los
ondores de la Constituyente, en los de la Convención, en

Pcuchcc fue su director durante 1789-1790. Para cmonccs tenía el


mismo propicrario que el Meram: de Francc. Siguió apareciendo.
llicmpre apoyando al partido monárquico, después de la revolución,
)'tc pub!icóhasra 1915.
1Jacqucs Mallct du Pan (Mat:t c.si:riht Mallct-du-Pan) eraun publi­
ciaa gincbrino. proccsrantc, que emigró a Francia por rawnes polí­
ticas en 1782, Residía en París al momenco de la revolución Tomó
d parcido del rey, regreso a Suiza en 1792, y desde allí colaboró con
d bando monárquico francés, con ayuda inglesa. Militó a favor de
los alzamientos populares pro-monárquicos (cho111ms). El Mercur,
M FrlVl.U era una publicación literaria. primero llamadoúMerwr�
G.únt. Apareció hasra 1832. Ante la revolución se mantuvo en
comra, defendiendo d punto de vista monárquico. Cuando Mallet
du Pan fue cm-fado en 1790. por d todavía rr;y Luis XVI, en misión
oficial al extranjero. Pcuchet pasó a dirigir el periódico, hasta 1792.
'En realidad, hast.:1 1825.
66 KARL MARX

los Tribunales, o por las Cámaras de Diputados. Entre sus


muchas obras, la mayor parte sobre economía, además de
la Geografla Comercial ya mencionada está su Estadística
de Francia ( 1807),7 que es la más conocida.
Peuchet escribió sus obras ya entrado en años. El ma­
terial reunido venía en parte de los archivos de la Policía
de París, así como de la experiencia de su larga práctica en
la policía y la administración. Sólo permitió que vieran la
luz pública despuis de su muerte, para que nadie pudic�
conrarlo en el bando de los atropellados socialistas y co­
munistas que, como es sabido, carecen por completo de la
fonnidablc profundidad y los conocimientos universales,
profundidad y conocimientos de la calidad de nuestros es­
critores, funcionarios y prácticos ciudadanos.•
¡Veamos qué dice nuestro archivista de la Prefectura de
la Policía de París con respecto al suicidio!,

La cifra anual de suicidios, en cieno sentido normal y


pcri6dica entre nosotros, no es sino un síntoma de la or­
ganización defectuosa• de la sociedad moderna, ya que
en tiempos de hambrunas, de inviernos rigurosos, el sín­
toma siempre es más manifiesto, de manera que toma un
carácter epidémico en momentos de desempleo industrial
y cuando sobrevienen las bancarrotas en serie. En esos ca­
sos, la prostituci6n y el robo se acrecientan en la misma
proporci6n. En principio, por más que la mayor fuente de
suicidio corresponda principalmente a la miseria, lo en-

• •sl
ntonu de un defecto constitutivo".
1 St.itistiqsuiliment.ii" tk la Fr.inu; la fedia aacta es 1805.
1 Optamos por vener Bürgu como ciudu:b.no.
' Hasta aquí, la redacción dd mismo Mane. siguen atraeros comen·
cad1»de Peuchet.
ACERCA DEL SUICIDIO 67

contramos en todas las clases, entre: los ociosos ricos tanto


como c:ncrc: arriscas y políticos. La diversidad de: las c:i.usas
que lo motivan nos parece: que escapa a la condena unáni­
me: y despiadada de: los moralistas.
Las enfc:rmedadc:s de tipo tubercuJoso,1° contra las cua­
les la ciencia actual es impotente: e: insuficiente, amistades
despreciadas, ambición amil:i.nada, dolores familiares, la
eliminación de los competidores, el disgusto frente a un2
riela monótona, con toda certeza, suponen ocasiones de
IUicidio para naturalezas de: cierta riqueza, y el mismo
1111or mismo a la vid2, motor enérgico de la personalidad,
conduce: muy a menudo a sacarse de encima una existencia
dct:esublc:.
Madamc: de Stail, 11 cuyo mayor mérito consiste: en ha­
ber expresado lugares comunes con un estilo brillante.' se
.bocó 2 demostrar que el suicidio es una acción antinatu­
ral, y que no hay porqué verlo como un acto de: arrojo; fue:
ella, sobre: codo, quien sostuvo la idea de: que: es más dig­
no luchar rnntra la. desesperanza que: sucumbir ame: ella.
Razones como estas afectan poco a las almas aplastadas
por la desgracia. Si son religiosas, especulan con un mundo
mc;or; si en cambio no creen en nada, buscan c:I descanso
de 12 nada. A sus ojos, las parrafadas filosóficas no cic:nen
ningún valor; ante c:l sufrimiento son un débil consudo.

' P.: "que retomó muchos lug;i.rcs comunes, rchahilidndolos, du·


rame cieno tiemPo, en destilo mis bello dd mundo".
10 En los originales: "consunción". En los años 1840 "consunción",
"ti sis", "cubcrculosi," eran tá"minos vagos. asociad05 a lo que hoy
K llama 'cubcrculosis': su origen mcrobian
i o aún no en. conocido.
" Gernuine Neckcr, baronesa de Su.el. aninudora de salones de la
emigración en tiempos de la revolución francesa. ErahijadcJacqucs
Neda:r, princip:al mininro de asuntos ccon ómic 05 de Luis XVI.
68 KARL MAR.X

Por sobre rodo. es absurdo pretender que un acto que se


cumple tan frccucntcmcntc sc:a un acto contra natura. El
suicidio no es algo antinarunl. en lo más mínimo: día a día
podemos atestiguarlo. Lo que es contrario a la naruraJcu
no ocurre. Por el contrario, es naturala nuestra sotúdad el
dar a luz a muchos suicidas. mientras que los tártaros' no
se suicidan. No todil.S Lu sociedades, sin embargo, tienen loJ
minnos productos; es lo que hay que decir para reformar
la nuestra, y hacerla ascender a un escalón más alto.h En
cuanto al coraje, si se concede que es algo que hace falta en
el campo de baralla. donde se planta cara a la muerte a la
luz del dla, bajo el dominio de roda clase de cxciracioncs,
nada prueba de que falrc el coraje en quien se da l:i. muer·
ce a si mismo, a solas y 2 oscuru. No es insuJcando a los
muertos como se zanja una controversia como esta.<
Todo lo que se ha dicho contra el suicidio da vueltas
sobre el mismo círculo de ideas,d mas la existencia misma

•P.: "los bereberes y los druros"..


� P: "unode los C5Caloncs$UpcriorcsdddC$1:inoddgfoero humano".
' <"Se:i. baru.I o no el motivo que llo:va al individuo a la det<rmina­
cióll de m;QrSC; la sensibilidad "º pu<de medi0<: en los hombres
con b misma csc.ab. No pude concluirse que hoip gw.
i ldad de scn­
sacioncs. o de car.Ktcrcs y de temperamentos. Un �ont«imiento
que en ul'IOS no suscita mil; que un sentimiento imperceptible, en­
gendra un dolor violenco en otros. La dichoi o la desdicha tienen
caneas maneras de scr y de manifestarse. como diferencias hay entre
los individuosy los :lnimos.. Dijo un pocu:

e" tf!Uifllit ton bonh�rtkr:i"11t/r.u"t mon tourmmt


úprixtk1a1J01useraitm611 tlMtimm1.
( Lo que dichosa te hace sc haría suplicio mío
Oetuvinud $U precio esmi castigo j">.
'El l"C$to de lafrasc"mas la existencia..." etc. csdcMan:. Pcuchct. en
cambio: <"Al suicidio se le oponen los d«rctos de la providencia,
ACERCA DEl SUICIDIO 69

del suiddio es una evidente protesta contra esos desig­


nios ininteligibles. Se nos habla de deberes para con la
sociedad, sin que nuestros derechos para con la sociedad
estén claramenre definidos y cscablccidos; se exalta el
mérito de aguantar el dolor, y se dice que sería mil veces
mayor que el de sucumbir ante el dolor: es tanto un triste
müito como una triste perspectiva. En suma, se hace del
suicidio un acto de cobardía, un crimen contra !as leyes, la
sociedad y la honra.'
e Entonces cómo entender que, a pesar de cantos anate­
mas, el hombre se mate? Es que la sangre no corre del mis­
mo modo en las venas de los desesperados que en las de los
impasibles que se complacen en elucubrar razonamientos
estériles.b El ser humano parece ser un misttrio para el ser
humano; sólo se atina a condenarlo, y no se lo conoce.
¡Cuántas de esas instituciones, (bajo el imperio de las
cuales vive Europa) disponen a la ligera de la sangre y de la
vida de los pueblos! Asimismo, como la justicia civilizada
K rodea de una rica serie de recursos como prisio nes, cas­

tigos, instrumentos de suplicio para la sanción de sus du­


dosos arrestos; y la cantidad inaudita de clases dejadas por
doquier en la miseria ; y los parias sociales, golpeados por

sin que dichos dccKtoS sean claramente legibles ya que, al 6.n de


cuemas. los atribulados dud.an.Pucde scrqucesto ocurra pord cr·
ror de aqudlo5 que no han establecido dichos decretos en términos
inteligibles y satisfactorios. El mismo diamance del Evangelio per­
manece oculto en la arcilla">.
•"un crimen contralasleyes y d honor·.

�izás aún no s.c; han estudiado codas las causas que rigen al sui·
cida ; no sc ha escudrii'lado bastante W subversiones dcl alrna en
estos rcrrib!es momentos, ni qué simientes ponroliosa.s, inmensam­
emedo!orosa, han podido germinar insensiblemente en e!caricter".
70 KARL MARX

un brutal desprecio, quizás para no tomarse el trabajo de


arrancarlos del fungo. Viendo todo csro, cuesta ver cómo
podría ordenarse al individuo que respete, en sí mismo,
una existencia que no es tenida en cuenta por nuestras cos­
tumbres, prejuicios, leyes y modo de vida.•
Se ha creído poder parar los suicidios con sanciones
infamantes, y echando una especie de ignominia sobre
la memoria del culpable. ¿�é decir de la indignidad
dd oprobio lanzado sobre gencc que ya no está para ha­
cer valer su causa? A los desdichados, por su parte, poco
les importa, y si el suicida acusa a alguien frente a Dios,
la acusación sobrevuela sobre los que quedan: en coda
esa gente no hay una persona que haya merecido que se
la haya tenido en cuenta para considerar que, por ella,
valía la pena no quitarse la vida. Los medios pueriles y
atroces que se han imaginado, ,:han podido combatir
y vencer a las sugestiones de la desesperación? A un ser
i jurias
que quiere huir del mundo, ¡qué le importan las n
que le esperan a su cadáver! En esob 12 sólo ve una bajeza
más de parce de los vivos. ¿Qui clase de socit:dad es ista,
en la que se encuentra en el seno de varios millones de al-

• <"Sc:i. cual sea el motivo principal y determinante del suicidio,


es cierto que $U acción actúa con ab$0!uto poder iSObre la volun­
tad. ;Por qué asombrarse si, hasta hoy, todo lo que se dice o hace
i pulso qucda 1incfccto,<i lo< kgisladorcs y
paravcncer es1eciego m
moralis= han fracasado por igual en sus tentativas? En principio.
para comprender al corazón humano hay que tener la misericordia
y piedad del Cristo•>.
b <•En la ignomi
niadd cscamio, [clait] que la opinión le depara>.
11 "Claic": armazón de mimbre. Trainer sur la clait, se refiere a
una pricdca del ritual de lm verdugos: pascar al cadáver del reo,
para mayor escarnio público, iSObrc esa armazón, arrastrada por un
caballo.
71
ACERCA DEL SUIC:IDIO

mas, la más pro funda sokda.d; en la qut uno puuk ttner


n tiesto intxorablt dt malarst sin qut ninguno dt nosotros
pueda prtstntitÚJ? Esta socitdad no ts una sociedad; como
dice Rousstau', es un desierto, poblado porfieras salvajes.
En los puestos que ejercí en la administración de la po­
licía, los asumas de suicidasl' caían, en parte, dentro de mis
atribuciones; quise conocer si, dentro de sus causas deter­
minanttS, no habría algunas cuyo efecto podría ser capaz
de impedirse. Emprendí un considerable trabajo sobre
csu importante cuestión.•
Descubrí que, fuera de una reforma totaldelordtn so­
tiAI actual, todos los intentos de cambio serían inútiles.
Entre las causas de desesperación que hacen que las
personas doradas de una gran susceptibilidad nerviosa, así
como los seres apasionados y melancólicos, busquen darse
muerte, he remarcado que el rasgo predominame está en
los maltracos, las injusticias, los castigos secretos que los
padres, o superiores faltos de compasiónd ejercen contra
las personas que dependen de ellas. La revolución no ha
btcho caer a todas las tiranías; los disgustos qut st han �­
prochado a ÚJs poderes arbilrarios subsisttn tn L:ufamilias;
uusan crisis análogas a las dt las revoluciones.'
' "como diceJcan·Jacqucs".
b Peuchet, por una vez. subray:i.: "suites des s11iddes". b ¡raducción
dcM.in:noS< :i.pana dclscntido.
' <"Sin recargarme con tcorl:u. tratar.! de presentar las hechos">.
Mux susriruye esca fruc por b que viene a continuación:
"Dcscubrl..." etc.
4"padrcs duros y suspicaccs. supcriorescnojados yamen.;i:ianrcs".
• <"Como es de suponer, es seguro que el temor de ver a sus ;uni­
gos, parientes o sirvientes ab;uidonado.s a b. infamia. r el de ver a
los cuerpos :i.rramados por el bUTo, Hcnria :1. estos imp!os a b pru·
dcneia, a b modención, a b jl1S[icia p;u-a con sus inferiores. y los
En definitiva,' los vínculos encre los intereses y los co­
razones, las verdaderas relaciones enrrc los individuos,
rienen que recrearse entre nosotros desde los dmienlos, y
el suicidio no es máJ qzu uno de enlre mily un síntomas de
la. ltuha soda/general, la que podemos percibir en frescos
datos históricos, la lucha,b de la que tantos combatientes
se retir:m. O porque están cansadas de engrosar las filas de
lasvíctimas, o• porque se rebelan contra la idea de ocupar
un sitial de honor' entre los verdugos. Si se quieren algu­
nos ejemplos, voy a brindarlos, tomados de expedientes
auténticos.

llcv;uia uf a prevenir asesinatos voluntarios. cometidos con la idea


de sustracne a 5u dominaci6n1 No creo: sería, por un doble sacri­
legio,manchar dos cultos a la vez, el culto a los vivos y d rulto a lo$
muenos. No se ve h;a.sta aquí que el medio haya logr.ido d objetivo;
hemos s;i.bl:lllleme r("nunciado a él.
"P:mi.obtenerun buen rcsultadosobrc clcsplritu d c l o s s upc:riores
para con SIU wbordin:i.dos. '1 principalmente sobre los padres de
éslos. se ha pensado que el temor deverse akanudo por b difunu.­
ción y d csclndalo público sería una medida eficu.. ba medida no
scria.suficiemc,yboondcnallenade:llllargur::i.que scvicnegr:1.tui­
t:rnlente sobre el desdichado que se quitó la vida disminuye en los
provocadores. si induso no lo utingue del todo. b vergüenza de
rodos estos cscindalos y b conciencia de lubcr sido los verdaderos
provocd.ores. 8 ckro me parece mis irnligioso que b misma so­
ciedad cuando le da la diC$Cr.1. a prejuicios an cobardes, ncgindoles
[alos suicidas]rod.ascpulrurareligiosa">.
'"En.suma.losvínculos..:
�<"siempr("fbgrante">
'P:'y'cnveade'o'.
'P:"un lugarenuclosverdugos:
JI

En el mes de julio de 1816. la hija de un sasuc" esta­


ba comprometida para casarse con un carnicero, joven de
buenas costumbres, ahorrarivo y trabajador, muy apegado
a su joven novia, como ella lo estaba con él. La chica era
costurera; todos sus conocidos la estimaban, sus futuros
suegros la querían ricrnamcmc. Esta buena gcmc no deja­
ba cscap:.tr ninguna ocasión de gastar a cucnu de la pose­
sión de su nuera. Y2 se imaginaban diversiones en las que
ella era reina e ídolo. A la estima general se le agregaba la
estima que se tenían los novios. el uno al otro.
Se acerca la fecha del casamiento. Se hacen todos los
arreglos del caso entre las dos familias, codos los convenios
están cerrados. La víspera del día fijado pan. ir a la munici­
palidad, la chica y sus padres tenían que cenar en la familia
del joven; un incidente insignificante lo impidió. Tenían
que cumplir un encargo para uno de sus dien[eS, una casa
de gente rica, y eso reruvo al sastre y a su mujer en su taller.
Se disculp:aon, pero la madre del carnicero insistió y vino
en persona a buscar a su nuera,bque finalmente fue aurori·
zada a seguir a su furura suegra.

'<"dom iciliadoenloslocalcsdcLesHalles">[locaiescnlasrccovas
dclintiguomercadodcabistopari$ino].
�<"pequeña nuera">
74 KARL MARX

A pesar de la ausencia de dos de los principales invita­


dos, la comida fue de lo más alegre. Abundaron esas picar­
días familiares que se consideran tolerables cuando se está
ante la vista de una boda.• Se bebió y se cantó. Se hicieron
planes sobre el futuro. Bien entrada la noche todavía esta­
ban sentados a la mesa. Por una tolerancia explicable. los
padres del jovcn,b hicieron la vista gorda al cicito acuerdo
entre los dos futuros esposos. Las manos se cncomraron,<
el :imor y la fumiliaridad se les subieron a la cabcu.. Al fin
de cucnt;lS, el casamiento se daba por hecho, y estos po­
bres jóvenes se frecuentaban desde hacía un buen tiempo,
sin que se hubiera podido hacérselcs el menor rcprochc.d
La comprensión del padre y la madre del novio: la hora
avanzada, las ganas muruas, liberadas por la tolerancia
de los mentores, la algarabía sin tnbas que reina siempre
en banquetes semejantes, todo eso, y la ocasión sonriente
que se ofrecía, la efervescencia del vino en la cabeza, todo
Íllvorecía el desenlace que se deja entrever. Apagadas las
luces. los amantes se encontraron en la penumbra. Todos
hicieron como si no se dienn cuenta de nada, como si no
dc.�aprobaran nada. Aquí, su felicidad sólo tenía 2migos.
no despertaba envidias.'

•<"La suegraya� inuginilia comomadrina deun rollizo bché">.


' <"crn usiasmados con sus chicos, goundo de�edoblecariño
..:>.
'<"el fuco
g cn c
cndi6lapólvon....">.
d <"Nunca hili!an sido an;i.lizados más vivametn e los pJ¡¡ccrcsde un
bucnca=ic nto">.
•<"a quieC1
n 1estaparcja dccnamorado:t1 lC11 traia n::cucnlosdcsu
juventud">.
f"Pouninsnnrc,dcontcnidolcgan6alaforma,ydpla
r c
c .s61oa
r
mcdia.s robado, nopuede haber sido más dulce."
ACERCA DEL SUICIDIO 75

La joven sólo volvió a casa de sus padres a la mañana


del día siguicme. La prueba de hasta qué punto no creía
Rr culpable de nada es que volvió sol:i..•
Ella se csc:i.buUó en su habitación y s e apuró :1. hacer
su toiütu, pero los padres , ni bien cuvieron noticias de
ella, montaron en cólera de una manera que nada pudo
detener. Se empeñaron, encarnizadamente, en no dejar de
arrojarle a ru hija todos los nomb res y epítetos con los que
R condena el Rr imprudente :illte d deshonor. Como los
vecinos fueron testigos de todo esto, el escándalo no ruvo
límites . Júzguese cómo pega este golpe en la muchacha,
por la modestia, y en d cruel ultraje a su intimidad . b En
vano pretendió la muchacha, en mediode su congoja, que
eUos mismos la estaban abandonando a la difamación, que
ella admitía su error, su locura, su desobediencia, pero que
codo eso podía repararse. Su furia y su dolor no desarma­
ron a la parejade sastrcs. <
Las personas13 más cobardes, las que no son capaces
de enfrentar nada, se vuelven implacables ni bien piu­
den ejercer su autoridad absoluta dejerarquía de edad.
El mismo abuso dr esta Autoridad es una especie de sus­
tituto brutalde toda la sumisión y subordinación a las

• ·s;n dudaseh:ibla equivocado mucho, que más no sea ceniendo en


cuenca la preocupación de Jru suyos por su larga au.scnda. Sin em­
bargo, sihubo un caso en que se imponía la bondad, la indulgencia,
la prudencia, la circurupccci6n, propia de los padreshacia unhijo,
fue ñu:, ya que codo $C aprestaba a lcgicimar la escapada amorosa.
Ceros con mis culpa han salido librados con mis dicha".
�•Júzguese cómo repero.ite eso en un alma que 5C $a!Úa virgen PoT
su pudor y por el misterio que $C ulcrajaba".
•"Su$ra1.0ncsy$u dolor no dcs,armaronsufuria".
'3Me11sche11[.s1:reshumanos).
76 KARl MAR.X

que ellas mismas se rebajan, les guste o no, en la sociedad


hurgucsa.•14
Enrromcridos de ambos sexos llcguon corriendo a en­
grosar la batahola y se sumaron al coro. El sentimiento de
vergüenza, provocado por esa escena cspancosa, llevó a
la muchacha a la decisión de poner hn a su propia vida.
Bajó rápidamcncc, en medio de los insultos y gri[QS de esa
chusma cnrromcc.ida, corrió bpan d Sena y se tiró al agu.a.
Cuando los barqueros la sacaron dd agua ya estaba muer­
ta, engalanada con su ajuar dc bodas. Se comprcndc de
por sí que todos aquellos que primero habían denigrado
a la hija a los griros, enseguida se pusieron en concn de los
padres; la cacisrrofc había arurdido a esas almas vacías.'
Días dcspu�s se aparecieron los padres en la policía.
Habían venido a reclamar una cadena de oro que la mu­
chacha llevaba en el cuello y en un regalo de su fururo
suegro, un reloj de plata, y ocras pequeñas joyas,d todas
ellas depositadas en la oficina. No dejé de reprocharle a esa
gente su imprudencia y su barbarie. Decirle a esos trastor­
nados que iban a tener que darle cuencas ante Dios, habría
hecho muy poca mella en ellos, por sus prejuicios estre­
chos, y por su propio tipo de religiosidad, el que prevalece
en las clases mercamiJcs bajas.'
•Todo ene p�rr.tfo corresponde al milmo Marx, no tiene equiva·
lcnte endtcxtodcPcuchct.
�<·corrió. con los ojos cxtraviados. a tiranc al rfo">
<"cstacaclstrofclestlenahadecspan10dalm:r.".
' <·un reloj de platadorada, aros. y un anillo engarzado con una
pequefur.csmerald.a">.
•·por sus cstrc.::hos prejuicios. y la fait2 de religión que reina entre
las bajas clases mercantiles"
14 Destaca K. Anderson, que canm Adorno como Fromm o
M:lTC!lsc tuvieron anee sus ojos este texto, reeditado en 1932 en el
AC:ERCA DEL SUJC:!DlO
n

Lo que los había m.ído a mí habla sido la codicia, no


d deseo de guardar dos o tres reliquias; pensé que por ese
lado podía darles su castigo. Reclamaban las joyas de su
hija: se las negué. Guardé los certificados que necesitaban
para redrar escos efectos de la caja en donde escaban depo·
sicados, de acuerdo a la costumbre. Mientras permanecl
en el puesto codos sus reclamos fueron inúciJes, y disfrucé
bastante haciendo frente a todos sus insultos.•

mismo ¡omo de la edición de las obru eompleru de Marx y f.ngeb


(MEGA) que incluía " los ManJ«rittJJ tc0Mmict1-fosójicos de
1844. Aunque era pcrtineme par.t!OJ estudios sobre la pcr$0nalidad
auroritarfa que venlan dC$2írollando. no lo mencionan (Andcnon,
1999, p. 25). Pero h:i.bda que decir que Horkheimcr s! lo mvo pre·
scnte,(1'11936,en "Aumridad yfamilia".Citaeste pasajc.{jum·
mente d pirr.úo m<:nciornado que p<:•tcncce !ntcgramcntc a Man),
y agrega: "La continuidad de la fami·lia burguesa por fucrus
económiassc suplementa con los meani.smos de auto·rcnovación
que la familia oomicne en s( misma. Los engranajes del m ecanismo
muestran, ante codo, la inAumcia de los padres en el o;as;unicnto de
sus hijos. Cuando Ja preocupación punmcncc mater ial por un ma·
trimonio 6nancier.a y sodalmcntc vent:ajo:;o choca con los dcsc:os
cr6ticos de los jóvenes, los padres, el padre 50bre todo. pone sobre
la mesa todo el poder disponible. Antaño, los drculos Í<:u<lala y
burgueses t(lllan un arma: desheredarlos. Como también los me·
dios 6sicos y mora.les de imponer su voluntad. Además. en la lucha
contra los impubru amoroJOS desencadenados. la F.am ili a tiene de
su lado tanto a la opinión pública como la ky civir {Horkheimcr,
"Aurhorityand 1he Family� p.145).
• e"Sólo consiguieron la devolución dcspub de mi partida">.
lII

Ese mismo año apareció en mi oficina un crioUo, is de


una figura cncanradora,' que me reveló que venía a opo­
nerse fonnalmcncc a la entrega del cadivcr de una joven,
su cuiiada, al reclamante, su único hermano y esposo de
la fallccida.b Esca mujer se había ahogado. Este tipo de
suicidio es d más frecuente. Los encargados de recoger el
cad:ivcr habían encontrado el cuerpo no muy lejos de la
ribc=ra de Argen1mj/. Por razón de uno de esos instimos
de pudor, bien conocidos, que domina a las mujeres has­
ta la ceguera y la desesperación, esta mujer ahogada había
anudado cuidadosamcnrc el ruedo de su falda en como a

'•pcncnccicntc a u11:1. de W familias mis antiguas de �io.,


que se presentó a mi o6cina, y ni bien estuvimos solos me reveló
u11:1. de esas l4g;u que dejan úkcr.is incunbks en d hogar de la vid.a
privadaº.
• .c:·a quien d marido. hcmuno tamal de este criollo, m:lamaba

11
dcsdcla vlspc.-a">.
Un crlok [Marx: Krtok]. no quiere decir, en este caso, y en esta
época, de miuá-rau [ru.a mezclada}. como creen los cntluccoccs
in·glcscs. sino, como en la Amtrica. hispana, un blanco n:acido en b.s
colonias. E.su: criollo y su hermano tenían dinero, bienes ys irvien­
tes, son burgueses o aristócnru. Todo india que si no eran miem·
bros de la élite de plantadores de Maninic.a, (como lo en la familia
materna de Joséphinc, esposa de Napoleón). no estaban lejos; a su
vez, adiferc:nciade la F.imiliadeJoséphinc, quedaron mejor parados
al momento de la rest:r.uración borbónica. como .se ved más abajo.
80 KARL MARX

los pies. Esta modesta precaución no dejaba lugar a dudas


de que se trataba de un suicidio. Cuando la llevaron a la
morgue apenas si estaba desfigurada. Su bcllcz.a, su juven­
tud, la calidad de su ropa, daba lugar a mil especulaciones
sobre cuál podría haber sido la causa de la cadsrrofc. La
aflicdón del marido, que fue el primero en reconocerla,
pasaba todos los límites. No comprendía en lo más míni­
mo el porqué de esta desgracia -o al menos así me lo ha­
bían dicho-. Yo todavía no había visto a este hombre. Le
hice saber al criollo que nada podía prevalecer por encima
de los derechos del marido a reclamar el cuerpo. J:J, en
ese momento, estaba por erigir un magnífico catafalco de
mirmol para sepultar los restos inanimados de su mujer.
�¡Ahora! ¡Después de matarla! ¡Ese monsrruo!n -gritaba
el criollo, dando vueltas en su agitación.
En el acaloramiento y la desesperación de ese joven, en
sus ruegos para que yo diera lugar a su pedido, en sus lágri·
mas, creí reconocer síntomas de amor, y así se lo dije. Me
confesó que sí, pero asegurándome de la manera más en­
cendida, que su cuñada nunca lo había sabido. Solamente
que para salvaguardar la reputación de su cuñada, a quien
la opinión pública• podía mezclar en una intriga por esca
muerte voluntaria, él pretendía sacar a la luz la barbarie de
su hermano, aún si eso significaba sentarlo en d banquillo
de un tribunal Me pidió que lo asistiera. A través de todo
lo que me iba revelando fragmentariamente, esto es lo que
saqué en limpio.
El señor de M., d hermano de este criollo, de una gran
fon:una, con gustos artísticos, amante del lujo y la figura­
ción, se había unido a esca joven hacía menos de un año,

•"laopiniónpública,<sitmpre lista par.i.dtnigrarlacongoja">.


ACERCA DEL SUICIDIO 81

bajo los auspicios de una atracción recíproca. Formaban


la pareja más linda que pudiera uno imaginarse. Después
dd casamiento, un defecto de sangre, 1' quizás de origen
familiar, se presentó de golpe, virulencamence, en la cons­
titución dd recién casado. Este hombre, de expresión de­
gance, de una perfección de formas notable,' por el trabajo
repentino de un mal desconocido, concra cuyos estragos
nada había podido hacer la ciencia, se había transformado
miserablemente, de los pies a la cabeza. Había perdido el
pelo, su columna vertebral estaba desviada; podía notarse
a simple vista una metamorfosis, día a día, en su adelgaza­
miento y sus arrugas. O al menos para los demás, pues su
amor propio le hacía esquivar la evidencia. No obstante,
nada de csco le hizo guardar cama; una forcaleza férrea
parecía ganarle a los golpes de este maJ.b Sobrevivía vigo­
rosamente a su propia ruina. El cuerpo se desmoronaba y
el alma se mantenía en pie. Seguía dando fiestas, presidía
partidas de caza, llevando d tren de vida rico y fastuoso
que parecía ser la norma de su carácter y de su naturaleza.
Pero las afrentas, las bromas pesadas, las pullas sarcásticas
de los estudiantes y los chiquillos cuando salía a caballo
por los paseos, sonrisas desagradables y burlonas, las serias
advertencias de los amigos acerca del ridículo en el que
estaba cayendo al querer obstinarse en hacer galanterías
con las damas,< finalmente disiparon su ilusión y empezó
a estar alerta y suspicaz consigo mismo. Cuando admitió

•·que pared; que no tenía que temerque apattcicra ningún rival


ccro;asuyo ...
b En Peuchet la frase tiene signos de adminción.
c•damas.<dclasqucsehabiavucltodh:azmcrrcir·>.
HTraducdón lirer:al Entiéndase: una enfermedad congénita.
82 KARL MARX

su fealdad y su deformidad, cuando comó consciencia,


su carácter se agrió y empezó a estar descorazonado. Ya
no mvo apuros para llevar a su mujer a soiries, a bailes y
a conciertos, y se refugió en su casa de campo; suspendió
las invitaciones, dejó de ver a la gcncc, bajo mil pretextos,
y todas las coneslas de sus amigos para con su mujer, que
toleró mienuas el orgullo le confirmaba su imagen de su­
perioridad, lo volvieron celoso, lleno de sospechas, des­
confiado, violcnco. Ahora creía que todos los que seguían
visitándolo lo hacían con el fin de conquistar el corazón
de quien seguía siendo el último reducto de su orgullo y
su único consuelo.
Fue por estos días que el criollo llegó desde Martinica,
por unos asuntos que por la restauración de los Borboncs17
parecían tomar un cariz prometedor. Su cuñada lo recibió
muy bien y. ya en medio del naufragio de las innumerables
relaciones que había contraído, que ahora estaban por di­
lapidarse, el recién llegado conservó ante el señor de M
codas las ventajas que naturalmente le daba su carácter
de hermano. Nuestro criollo se dio cuenta de la soledad
que iba a formarse alrededor de aquella pareja, ranto por
la pelea lisa y llana que había tenido su hermano con va­
rios amigos, como por los mil procedimienros indirectos
para echar a los visitantes, o quitarles las ganas de venir de
visita. Sin darse cuenra del todo de su arrebato amoroso,
el criollo aprobó esca idea de replegarse que tenía el her­
mano, y la favoreció con consejos. El señor de M. cortan­
do por lo sano, cerminó por retirarse a una bonica casa en
Passy,11 que muy pronto se volvió un desierto.

"Dcspuésdci81S.
11Suburbioparisinodcducaltii.
ACERCA DEL SUICIDIO 83

A los celos se les da de comer con cualquier pequeñez.


Cuando los celos no saben de qué agarrarse y se consu­
men, se las ingenian para renovarse, roda le sirve de ali­
mento. �iz:í.s la joven excrañaba los placeres propios de
su edad. Había muros que interceptaban la vista de las ha­
bitaciones vecinas. Se cerraron las persianas de la mañana
a la noche.
La desgraciada esposa fue así condenada a la esclavitud
más imolerable, conrrolada por el señor de M con la ayuda
del Cod� Civi/19 [Código Civil] y el derecho de propie­
dad. Base de las diferencias sociaJes que vuelven a1 amor
independiente de los libres sentimientos de los amantes
y permiáa al marido celoso encerrar a su esposa con los
mismos cerrojos con los que el avaro cierra los baúles de su
cofre. La mujer es parte del inventario.•
El señor de M ya hacía rondas nocrumas, armado; ha­
cía su ronda con perros. Creía ver huellas en la arena. Creó
toda una extraña conjetura acerca de una esca.lera que el
jardinero había cambiado de lugar. Ese jardinero, un bo­
rrachín de casi sesenta años, fueb puesto de guardján en la
puerta. ro El espíritu de exclusión no tuvo límites, extra
va-
•Todo este pirrafo decisivo !e perrenece puramente a Marx.
� Peuchct: "fue despedido". Para esta variante v. noca edi torial XX.
"En francésen el originaL
20 Entendemos que acá Man: traduce mal; el jardinero no fue pues­
to ;i. m1baju de sereno. sino despedido: miJ A laporte no quiere decir
'puest o e n l a puertisino'despcdido', 'pueswde parit:ascnlaca.lle'.
Cosa que guard.. coherencia con el incidente de la csalcr.i., y con
el dcralle de la edad y los hibicos del jardinero, en el comcxro de
lo absurdo de los celos del esp050.La.s distimasedicionesconsulta·
das. (salvo la primer.i. fr;i.nc�. de Cam:ute, que sigue a Peuchet y
no consigna la variante) siguen a Marx. "fue puesto de guardiin en
la puerra" [wur.Ú ,ÚJ Wachc 11.n dll.J 7i1r gt.1rtlit] y no mencionan la
diferencia d c scncido.
84 KARL MARX

gante hasta la estupidez! El hermano, cómplice inocente


de roda esto, comprendió finalmente que estaba actuando
para empeorar d malestar de la joven. Ella, vigilada día a
día, insultada, privada de roda lo que podía distraer una
imaginación rica y feliz, se volvió melancólica y triste, ella
que antes era tan serena y libre. Lloraba a escondidas, pero
las huellas de su llanto eran evidentes. El criollo ruvo re­
mordimientos. Candorosamente decidido a dejar todo en
claro con su cuñada, y resucito a re:parar el error cometido,
movido por un fun:ivo sentimiento de amor, cierra ma­
ñana entró en un jardín, adonde iba la cautiva de ranto
en ramo, para tomar aire y cuidar de sus flores. Gozando
esta libcn:ad tan limitada, se supone que ella sabía que es­
taba bajo los ojos de su marido celoso, pero a los ojos del
cuñado, que por primera vez se encontraba solo delante
de ella, sin quererlo, la joven mostró una gran conmoción.
"Redrese, por el amor de Dios", gritaba asustada, juntando
las manos en señal de súplica. "Recírese".
Apenas alcanzó a esconderse en un invernadero, cuan·
do apareció de repente el señor de M. El criollo escuchó
gritos, trató de escuchar sin ser visto, pero los latidos de su
corazón no le dejaban distinguir ni una palabra de esa con·
versación; sabía que su huida, en caso de llegar a ser cono·
cida por el esposo, iba a traer consecuencias lamentables.
Con ese incidente, el cuñado se despabiló. Vio que de
ahora en más era necesario ser el protector de una víctima.
Se decidió a dejar de tener los reparos que hasta ahora te·
nía su amor.b El amor puede renunciar a todo, menos al
derecho a la protección; sería propio de un cobarde llevar

•ºhascalaimbccilidadº.
º<ºcn!adccisióndcconsagrarscasucui\ada">.
ACERCA OEL SUICIDIO 85

la renuncia hasta a ese punto. I:l siguió visitando a su her­


mano, resucito a hablarle: francamente, ser sincero con él
y contarle todo. El señor de M. todavía no tenía ninguna
sospecha de esre tipo, pero la persistencia de su hermano
lo hizo andar atento. Sin barruntar del todo las causas de
tanto interés. el señor de: M. desconfiaba, y se prc:gunu.ba
adónde iba a parar todo eso. El criollo pudo percibir que:
no era que su hermano no estaba en casa, como parecía
ser cada vez que se llamaba a la puerta sin resultado. Un
oficial cerrajero le hizo una llave con el molde que su pa­
rrón• xxi había forjado para el señor de M.b Después de
una ausencia de diez días,' el criollo, crispado de miedo
y atormentado por las fanrasías más absurdas, entró una
noche saleando por los muros, forzó un porrón dc:lante de
la entrada principal, llegó hasta el tejado por una escalera
de mano, y se deslizó por los caños hasta la ventana de un
granero.J Unos fuertes gritos lo hicieron llegar a hurtadi­
llas, hasta una puerca de vidrio. Lo que vio le desgarró el
corazón.' La claridad de una lámpara alumbraba la alcoba.
Bajo las cortinas, medio desnudo, el cabello en desorden,
rojo de furia, estaba el señor de M., arrodillado cerca de su
mujer, que estaba en la cama y no se animaba a irse, aun­
que se aparraba a medias de sus brazos, mientras él, que la
colmaba de toda clase de amargos reproches. parecía un
tigre a punto de hacerla pedazos. �sr. decía él. "Soy horri-

•"suburgués".
b <"8criollo nokstcmíaalos pcrrosguardiancs: yaloconoclan">.
'<"Astucia bastantehábilddesposo">.
d <"que Je permitió Uega.r ccrcadcl dormi1oriodc su roñado"> [sic].
'"lo aAigió profundamente�
11
La variante, aunque no literal, no cambiad sentido: 'bourgcois: a
secas, se lbmalncntonccsacualquier propietario. aun los pequeños
86 KARL MARX

ble, soy un monsrruo, � muy bien que re doy miedo. Te


gustaría que alguien re librara de mí. Te guscaría no tener
que verme. Te mueres de ansiedad esperando el momento
en que vas a �r libre. No me digas que no; te adivino el
pensamiento, lo veo en tu miedo, en ru repugnancia-" ¡Te
pones colorada porque se ríen de mí a carcajadas de des­
precio, te pusiste completamente en contra mío! Sé que
estás contando minuco a minuto cuánto tiempo mis fu.Ira
para que no te �die con mis deformidades. con mi sola
presencia. ¡Mira! Me vienen unas ganas espantosas de dcs­
figuranc, de que te vuelvas parecida a mí, para que no pue­
das conservar la esperanza de consolarte con rus amantes
del mal día en que me conociste. Voy a romper todos los
espejos de cst:i. QSa, para que no me echen en cara ningún
contraste, de e.sos que no dejan de alimentar tu soberbia.
¿Acaso rendría que dejarce andar por ahí, dejar que ce p;i.­
sces por el mundo, para que veas cómo cualquiera ce da
ínfulas para que me odies? ¡No y no! Hasta que no me
maces no vas a salir de aquí. ¡Márame! Es lo que quiero
hacer codos los días.b Y d salvaje< rodaba por la cama a
los gricos, rechinando los diences, la espuma le salía por la
boca, y con mil síntomas de frenesí, golpeándose furioso,
ante esta infdizd que le daba las caricias más tiernas y las
súplicas más patéticas. Por fin, pudo calmarlo. Sin duda
alguna, la misericordia había reemplazado al amor, pero
esca no era suficiente para esre hombre que se había vuelco
tan repulsivo, a quien sus pasiones rodavía le daban rama
energía. Tras esca escena que dejó atónito al crioUo vino

'"cnturcpugnancia, <cnrusligrimas">.
�"¡M�camcl"
•"cilocofurio$0"
4"pcrdida"
ACERCA DEL SUICIDIO 87

un prolongado abatimiento. Se estremeci6, y no supo a


quien dirigirse para evitarle a La infeliz este manirio mor­
ca.l. Parece que esca cscen.a tenninó reiterándose día a día,
ya que .a los espasmos que les seguían !.a señora de M. recu­
rrí.a .a los remedios que ella misma preparaba, con el fin de
darle algún sosiego a su verdugo.
El criollo, en París, era en ese momento el único repre­
sentante de l.a familia del sr. M.. . quizás podría volverse
peligroso intenr.ar .acerc.arsc al asunto. Es en casos como
éste en los que cabe maldecir la lentitud de los procedi­
mientos jurídicos y h indiferencia de las leyes a las que
nada puede hacer salir de su pausado ritmo; al final de
cuentas, no era m:ls que una mujer, que es el ser al que el
legislador le da menos garancías. S6lo una orden de de­
tenci6n,22 una medida arbitraria hubieran podido preve­
nir los males que venían, ya demasiado anunciados por las
señales que daban estos ataques de nbia. Sin embargo, se
resolvió arriesgar el todo por el todo, incluso a responder
él mismo a las cuentas del juicio. Su fortuna lo pc:nnitía
hacer esos sacrificios sin temer las consecuencias de tales
audacias. Ya sw amigos médicos cscaban resueltos a ir con
�l. irrumpir en la casa del sr. M., constatar esos episodios
delirantes y separar los esposos directameme a la fuerza,
cuando ocurrió el suicidio, que jwtificó esos preparativos
tardíos. y zanjó la dificukad.
Por cieno, para cualquiera que no se limire al sentido
literal de las palabras, csrc suicidio era un a.sainato, come­
tido por el esposo.' pero era también el resultado de un

••ascsinato,pcroerata.mbiCn"

u La expresiónde Marx, Vtrh.afibefth!, vierte al francés kun tÚ


cachet. que es la a:prcsión de Peuchet. V. la prcsc:nnción de esc:a
edición, y d utkulo sobre d encierro de Rosina Bulwcr·Lytton.
88 KARL MARX

extravío extraordinario producido por los celos! El celoso


necesita una esclava, el celoso puede amar, pero el amor
que siente no es mis que la concrapartc lujuriosa de sus
celos; el u/oso es, ante todo, un propietario privado.b Si bien
no logré darle paz al crioUo, sí al menos pude impedir que
hiciera un escándalo inúcil y peligroso. Peligroso, ante
todo, para la memoria de quien amaba, pues esos que no
tienen otra cosa que hacer hubieran acusado a la víctima
de un enredo adúltero con el hermano del marido.º Yo fu¡
rc:srigo del funcral.d Sólo el hermano y yo supimos la ver­
dad de este triste asunto.' En mi entorno oí que algunos
hacían murmuraciones llenas de ignominia, y las despre­
ciaba. La opinión pública, vista de cerca, cobardemente
cnc.unizada en hacer conjeturas sucias, da para ponerse
rojo de vergüenza.

•El pasaje que va desde 'celos,' hasta 'impedí que el crioUo: es una
inserción de Marx, tomada de otro pasaje de Peuchct que no es de
la parte principal e:mactad.a (p. 159). Pero cuando Pcuchet escribe
'propietario: Marx escribe en cambio 'propierario privado'.
b Pcuchct: ·un extravío extraordinario producido por los celos; <y
el desdichado marido,que sobrevivió muy poco tiempo a su mujer,
escapó a la acusación de su hermano gracias al favor de los términos
aplicitos de nuestra legislación, que por la exageración misma de
la tendencia que lo volvió culpable. Se aprobará el que este asunto
nohayadadolugara otrasquerdlas.yque>hayalogrado,yaqucno
darle paz al criollo.. ."
'<"El cad:i.ver fue remitido al Sr. de M., cuyo dolor ocupó
la capital con una escena desgarradora en el cementerio de
Montmartre, cuando el sacerdote tiró la última palada de poi·
vo sobred ataúd".
d<"y losrcprochcsmurieronen mislabios">.
• "y el mismo culpable. demasiado enamorado de la victima como
para poder leer en su propio corazón. parecía ignorar [Ja verdad],
como todo el mundo".
ACERCA DEL SUIC:IDIO 89

La opinión está demasiado fragmentada a causa dd


aislamiento humano; es demasiado estúpida, demasiado
depravada,' porque cada uno es extraño para sí mismo,
y todos son extraños entre sí.b

•"Hascaaqu l,csufuS<tambiénviertelibremenceunscgundopas­
ajc de ouo a$O de Pwchet (p. 167), per o donde Peuchet escribe
"isokmmt dts mfnln" ( a islamicnco de las costumbres), Marx p on<:
"lsolimmgdt:rMrrnchrn" (aislamienco de los seres hununos").
b Esta g enenlización, en c;unbio ( lo que sigue después de 'depra­
i mo M:iu.
vad.a' ) , es del ms
IV

Nunca pasaban dos o tres semanas sin que me llegaran


revelaciones como éstas. Ese mismo año remé nora de
convenciones amorosas causadas por la falta de conscmi­
micnto de los padres, terminaron con dos tiros de pisrola.
También tomé nota de suicidios de hombres mundanos,
reducidos a la impotencia en la Aor de la edad, a quienes
el abuso los placeres habían sumergido en una melancolía
insuperable.
Muchas personas ponen fin a sus días, bajo la idea fija
de que la medicina, que los ha arormcmado inúrilmcmc
con prescripciones ruines, es impotente para librarlos de
sus males.
Podría rambién hacerse una curiosa colección de citas
de amores célebres y versos escritos por los dCS(:spcrados
que se jactan de preparar su mucrcc de cierta manera pom­
posa. Durante el momento de cxuaordinaria sangre fría•
que sucede a la resolución de morir, una especie de inspi­
ración contagiosa se desprende de esas almas y desborda
sobre el papel. incluso entre las clases más desprovistas de
educación. Toda su potencia se resume en concenuarse en
el sacrificio, sondeándolo, para volcarse luego en una ex­
presión cálida y característica.

sangre fria': Marx, liccralmcntc, "maravülosa


' Pcuchct: "cnraii;i
[Wu11Jtrb4r]sangrcfria".
KARL MARX

Algunos de estos poemas, sorerrados en los archivos,


son obras maesuas. A un torpe burgués, que pone roda
su alma en el negociar y codo su dios en el comercio, codo
esca puede parecerle muy románrico; y puede entonces
rechazar a carcajadas. dolores que no puede comprender:
su menosprecio no es de excrañar. ¡Pero que podrá de­
cirse de esos tres-por-cientistas,23 que ni siquiera sos­
pechan que ellos mismos, o.da día, o.da hora, poco a
poco, están matando su naturaleza humana!b ¡Y qué po­
demos decir de esa gente simple, que se hacen los devotos.
y de los de buena formación, que se hacen ceo de roda
esta porquería?' Sin duda, tiene una gran imponancia el
que los pobres diablos aguanten la vida, incluso de acuer­
do al inrerés de las clases privilegiadas de este mundo, a
las cuales arruinaría el suicidio universal de la chusma.
¿Acaso esta chusma tendría orro medio para aguantar la
existencia que los ultrajes, las ironías sardónicas o las lin­
das palabras?
Por otra parte, tiene que haber cierta nobleza de alma
en esa especie de pordioSt:ros que, decididos a morir, se
matan sin más y no toman el camino del suicidio dando
un rodeo por el camino del cadalso. Es cierro que, cuan-

•P.:•novdesco" [rom.anuq11<").
bEstafrasclepenen eccaMan,noaPeuch et.
Pero que se puede decir de esta g ente sim p le, que se hace la de­
'•
¡
vota y rcpitcscmcjames gros erias!"

n Toda la frase es una inserción de Marxque no tiene equivalente


en el texto de Pcuchct. La alusión de Man: al "rtes por ciento" es
oscura. (La expresión no guarda tclación con el moderno uso
noneamcricano de rhru-pl!rc<'nUn como m inoría supuestamc:mc
lúciday activa en pol!rica). El to!nnino •Dn:ipro'l!mrisch..n" que usa
MarxparcccscrunMpax<:nlalenguaalcmana.
ACERCA DEL SUICIDIO 93

to más progresa nuescra época comercial,' estos nobles


suicidios de la mi$(:ria sc vuelven cada vez más raros; la
hostilidad sc hace consciente y al miserable se le imponen
bruta.lmence las oponunidadcs para el robo y el asesinato.�
Es más fácil conseguir la pena de muerte que un empleo.
Rebuscando en los archivos de la policia las listas de
suicidas, no he hallado más que un solo síntoma de cobar­
día muy evidente. Era un joven norteamericano, Wilfrid
Ramsay, que se quitó la vida por no poder batirse a duelo.<
La clasificación de los diversas causas de suicidios sería
la clasificación de los defectos mismos de nuestra socitdad.d
Se mató porque unos imrigances le robaron algún des­
cubrimienco: de manera que el invencor, que habla tenido
que pasar por las peores penurias para poder hacer las in­
vestigaciones ciencíficas necesarias. no podla sacar la pa­
tente. Se macó para evitar los gastos y la humillación de las
querellas ocurridas en aprietos financieros, tan frecuentes,
por otra pane, que los hombres que están a cargo de admi­
nistrar los imercscs generales no se les mueve un pelo por
nada del mundo. Se mató por no haber podido encontrar

' En Pcuchct: •En esta fyoca de incredulidad n:ligiosa•


�"se dibujabhostilidad, y el miserable franquea Las oporrunidadc1
dcl roboyclax1inato."
< <"Un guardia lo habfa abofeteado en un baile público. �en le
brindó juscificación fue un cuiquero en un panHcto que eonsctv�.
pero que no tengo ahora a mano. Su defensor ahora lo acusaba. y le
reprochaba n o haber podido sobrellevar de maneta noble d peso dt
scmtja.ntcóÚi"a\ta•>.
4"•••dcblOCiedad. <FJpropósir o n oC$cncargarme dcC$Ce dificil
anili1is, que el lcgi.sladordcbe .sin embargo abordar, 1i es que quiere
enirpar volunr:ariamente de nucSU'O suelo )05 g�rmcncs de disolu­
ción en donde nuc1tra generación crece y perece como si cswviese
enelsenodcunaciuña qucbe0tr0c>".
KARL MARX

un erabajo, después de haber sufrido mucho tiempo la hu­


millación y la avaricia de quienes, en nuestro medio, son
sus distribuidores arbitrarios.' l4

• ?rosigue Peuche[: <•La legislación, providencia social y sccun·


daria, tiene cuentas de sangre con Dios, su primer lc¡;islador, y el
nuestro, por todo lo que aborta en las miscri:is dd c1,1crpo. en los
sufrimientos dd alma. los impulsos del espíritu. Uno no puede en­
contrarse liberado insultando encima de !a.s tumbas.
�Enrro ahora en las miserias de la vida privada, mi tcsisf.worita">.
M Pcuchct entra ahora en unaserie de casos (pp. !42-169} que Marx
pua por alto, aunque curacca un par de pasajes, como indicamos
arriba.
V

Un día me vino a consukar un médico con respecto a


un caso de mucm:," de la cual ¿¡ se sentía culpable. Una
noche, cu:lndo regresaba a Bcllcvillc," donde vivía,h fue
imcrccprado, en la oscuridad, por una mujer embozada,<
que le rogó, con voz trémula, que la escuchara. A cicrca
distancia, una persona, a laque no pudo tampoco verle los
r;isgos, iba y venía. Comprendió que un caballero estaba
protegiendo las trararivas de esta dama.
"Señor, cscoy embarazada, y si esto llega a saberse, estoy
deshonrada. Mi familia, la opinión del mundo, la gente
honorable, no me lo van a perdonar jamás. Me aproveché
de la confianza y la estima de una mujer, y ella ahora se ha
vuelco loca, y rompió dcfinicivamcmc con su marido. No
quiero ponerme a defender mi punto de visea. Esroy en

•"Un médico vino a consultarme un día por d Ca$0 dc una mucn:c;


<al rc:spccto, lc acon$Cjé (loqueél hizo), quc deje lasci.� a la
sombra, por mis que juig¡u;i necesario someter una cuestión como
la SU$Cita una muerte $Cmcjantc, al examen de hombres con abcu
y con cor.uón. Se acuRln de esa mucm:, y dejo a las conciencias
delicadas que determinen si el hombre era realmente culpable. Su1
escrúpulos me inter=on. y me satisficieron•>.
�•emnndo por un pequen.o Q}ltj6n, al fundo dd cual at:aln su
puerta•
' ·...a b que no pudo verle el aspecto..:
11 s�rrio populu del norte de París.
% KARL MARX

medio de un escinda.lo, y sólo matándome podría impe­


dir que esto esrallc. �crría matarme, pero alguien quiere
que yo viva. Me dijeron que usted era compasivo. Por eso
me convencí que usted no iba a ser cómplice del ascsinaco
comccido sobre un niii.o, a pesar de que este niño mdavla
no escé en el mundo. Ya ve que se traca de un aborto. No
voy a rebajarme a la plegaria, hasra disimular que me pa­
rece el más abominable de los crímenes. Sólo he cedido a
lo que otros me han suplicado que haga, que me prcst:ntc
ame usted, porque ya tendría que cscar muerta. Yo llamo a
la mucn:c, y para ero no necesito a nadie. Se pone cara de
tener gan:is de regar el jardín; entonces hay que ponerse
los zuecos, se elige un lug:ar rcsbal:adizo :1..l que se va codos
los días a buscir :1.gua, y ahí uno se las arregla panl tirarse
al agua. Así la gente dice que todo eso ocurrió por la mala
suerre. Ya tengo todo prcvisro, señor. Yo querría que fuese
mañana. Iría, de codo corazón. Ya está todo arreglado. Me
dijeron que se lo diga, y se lo digo. Es cosa suya, decida si
va a haber dos muertes o si va a haber una sola. Ya que,
gracias a mi cobardía, ju.ré someterme sin vuelcas a lo que
usted decida. ¡Decídase!
�E.sta disyunciva me dejó helado -continuó el doctor-.
í
La voz de esta mujer rena un timbre puro y armonioso.
Tenía su mano en la mía; era fina y delicada. Su desespera­
ción franca y resucita mostraba un alma distinguida. Pero
esta era una cuestión que me daba esca..lofríos; a pesar de
que en mil casos, por ejemplo en partos difkücs, cuando
l:i. cuestión quirúrgica se complic:a, entre la salud de la
madre y la salud del bebé la política o la humanidad zan­
jan d asumo sin escrúpulos, a su manen. en estas graves
cuestiones.
AC.ERCA mi. SUl\.lnlO 97

"Huya al extranjero, -le dije


"Imposible, -me dijo, conance. Ni soñarlo.
"Tome precauciones, con habilidad.
"No puedo tomarlas, duermo en la misma habitación
que la mujer a la que traicioné en su amistad.
"¿Usted es parience de ella?
"No le puedo responder más.
"Hubiera dado lo más puro de mi sangre para ahorrarle
a esca mujer el suicidio o d crimen. o para que ella pudiera
salirse de este conflicto sin necesidad de mí. Me acusaba
de barbarie, al retroceder ame la complicidad de un asesi­
nato. La lucha fue horrible. Pues un demonio me sugirió
que uno no se mata por querer morir; que quirándole a la
genre comprometida el poder de hacer el mal, se los for­
zaba a resignarse a sus falras. En los bordados que podían
verse entre sus dedos se adivinaba el lujo; en la dicción ele­
gante de sus palabras, los recursos que ofrece la fortuna.
Se piensa que mere los ricos hay que ser menos piadoso;
mi conciencia se rebelabacontra la idea de una seducción
recompensada con el peso del oro, -aunque este aspecto
no había sido mencionado, lo cual era otra delicadeza, y
la prueba de que estimaban mi verdadero carácter. Di una
respuesta negativa.' La mujer se alejó rápidameme.b El rui­
do de un cabrioU me hizo saber que ya no podía arreglar
lo que acababa de hacer':
�nce días después, los periódicos me dieron la so­
lución del secreto.' La joven sobrina de un banquero pa-

' P., en vez de esta frase: "Me rehusé; pero una vez pronunciada la
negativa, hubii:ra podido deshacerla".
b <"La incertidumbrcsc apoderó de mí, y me dejó titubeante">.
' ªla solución ckesa. cspamosaduda"
risino, que tenía a lo sumo dieciocho años, adorada hija
adopciva de su tía, que no la perdía de vista desde la muer­
te de su madre, se había dejado caer en un pozo de agua,
propiedad de sus tutores, en Villemomble.26 Su mror no
tenía consuelo; en su calidad de do, el cobarde seducwr
podía aponer su dolor ante d mundo.•
Vemos que, a hita de algo mejor, el suicidio es el recur­
so mis extremo contra los males de !a vida privada.

• •su tutores no ten(:m consuelo. La condición dd do excusó. sin


du da . a las amargas ligrim;is de w seductor. <En cuanto a m[, yo
habia mata do a la m a d r e qu erien do salvar al hijo">.
U A quincckrn. dcParís
VI

Muy a menudo encontré que entre las causas de suici­


dio estaba el ser destituido de un pucstO, el ser rechazad.o
en un trabajo y la baja sU.biu de los salarios, que tienen
consecuencia de que las familias no obtengan lo necesario
para vivir, más aún ccnicndo en cucnra que la mayoría ape­
nas si gana para comer.'
En los clcmPoS en que en la casa del rey se había refor­
mado la guardia de la oficiales de la residencia real, un
hombre valioso fue despedido, como cantos ceros, sin dar
muchas vuclcas.h Su edad, y su falta de protcccorcs no le
permitieron reincorporarse al mundo militar; por falta
de conocimientos el mundo industrial le estaba vedado.
Intentó entrar a la administración civi
l ; la cantidad de
aspirantes, tan numerosos aquí como en ceras panes, le
cerró esca vla. Le agarró un negro desánimo y se suicidó.
Con él cnconcraron una carta y una serie de informacio­
nes. Su mujer er:i. una pobre costurera; sus dos hijas, de
dieciséis y dieciocho años, trabajaban con ella. Tarnatt,
nucsuo suicida, decía ·que como no podfa ya ser útÜ a su
famüia, y estaba obligado a vivir como una carga pan su

• <·y que en general pocago:ntcalcanucl nivd dcsu ingreso">.


•<•Losgobicmos rcprcscnurivos nomirancst;1.1C�dct:in ccrc:1.:
sc haccn rccortcs cn grandc cn las cconom(u, pcor aón p:1.ra los
asuntos pequeños">.
100 KARL MARX

mujer y sus hijas, que apenas podían vivir del trabajo de


sus manos, había creído que su deber era quitarse la vida
para que no les sea tan pesado el fardo, que recomendaba
a sus hijas a h. duquesa de Angou!Cmc,27 que esperaba que
la bondad de csra princesa pudiera apiadarse de tanra mi­
scria".U Hice un informe al prefecto de policía de Angles,2'.I
y, tras la marcha namral del asumo, la duquesa hizo depo­
sitar 600 francos para la infeliz fami
l ia Tarnau.•
Sin duda, qm� recurso más triste, después de una pér­
dida semejante. Mas, ¿cómo exigir que una familiab se en­
cargue de todos los desventurados, cuando bien mirado,
aun contando a toda Francia, no alcanzaría para darles de
comer?}() La caridad de los ricos no sería suficiente, ni si­
quiera si roda la nación fuese religiosa -lo que está muy

• <:"Se remitió una nota a.I. vizconde de Mommorency, caballero


de honor de Su Alttz.a Real: Madamc dio órdenes pan que una
suma de 6oO francos le fuera cnviW a la familia del pobre Tamau.
B:astien Bcaupré. comisario de policía del barrio, fue el encargado
dehacercumplirestabuenaacclón">.
b �la familia real".

l:I Familia de señol"C$ de la región girondina de Poitou·Charcntes. al


sudoeste de Francia.
u Aunque las comillas remiren a la cart:l del suicida. d texto esti en
terccrapersonaen ambos origin.ilcs.
?t Comuna de Poitou-Charcntes.
10f$ra obscrvación, ycnpa:rticularlacorrccciónde Mau ("unafa­
milia") en vez de "Lafamiliareal� se ubica.en la mi�maHne<1.quc cier­
tas observaciones del capitulo V de L4 s4gr.zÁ4famili4, (escrito por
Marx).El"¡Ah.silosricossupiescn!"(cuinmiserablcmcmcvivenlos
pobres), del obrero Morel de losM.iJ/aiqs... de Sue,juzgadoporvon
Zychlinsky/Szeliga, Marx responde contraponiendo la !ibmul del
obrero francés frente al alemán. por un lado; por el otro, que allí
Suc hace una simple paráfrasis irónie<1. dd "¡Ah, si el rey supiera!"
dctiemposdc Luis XIV.
ACERCA DEL su1cm10 101

lejos de ser cierto. El suicidio se l/nJa lo mds diflci� el resto


se lo l/nJa el cadalso. Es en /.a refarmul.ación de nuestro siste·
ma general de agricultura y Je industria en donde hay que
pedir ingresos y riq11nas. Se puede proclamar f.icilmeme,
en el papel, constituciones, el derecho de cada ciudada­
no a la educación, al trabajo, y sobre todo a un mínimo
de subsistencias. Pero no alcanza con volcar todos estos
anhelos generales al papel. �eda por dclame sembrar
estas ideas liberales por nuestro sucio, con inscirucioncs
materiales e inrcligemes. El mundo antiguo. la disciplina
pagana, ha erigido en la tierra creaciones magníficas; la li­
bertad moderna,' ¿acaso estará por debajo de su rival? ¿Y
quién vendrá a fusionar estos dos magníficos elementos
de poder?
Y así prosigue Peuchtt.b
Por fin, nos gustaría brindar una de sus tablas sobre los
suicidios anuales en París.
En otra tabla divulgada por Peuchet, consta que de
1817 a 1824 inclusive hubo en Paris 2.808 suicidios. Por
supuesto, es claro que el número es mayor. Sobre todo en
lo que respecta a los ahogados, cuyos cuerpos se llevan al
cementerio, apenas en poquísimos casos puede decirse
con certeza si se erara de un caso de suicidio o no.

• "la libertad moderna. esa hija de Cri5lo0•


� Ene párnfo c o m o los dos subsig uientes pertenecen a Man:.
Pcuchct. a c o m!nuatión. brinda el pre:lmbulo de sus rabias
esudlsticas..
Tabla sobre suicidios en París
durante el año 1824 '

Número �
�1 ·=
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2: :;.;mcsm ... . ......... ... . . .. . . . ...... 1.?.L..
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·
.
Enfcrm e da dcs, hasdo vi1al, dc b iliJaJJc
--�P.i.t™·�-·····�-·-·-·······----·······
j_ ·········-
53
Mala c onducta. jucgo. loiería . temor a
Motivos )7 1
..�.aj.()OCS_y��<>!....-..........-··········-·······
"
Miseri a , n
i digencia. pbdida de empleos,

...3:�!.r:i-�.��-��.!�.�-.i::c.s�.�?:�---·····­
Des c onocidos 60

1 P: "Número de individuos que se suicidaron en P:uis y sus alrcdc­


doru [b..,./;�,.,.J dunn1c cl :úio l824".
1 P: •¡9 menos qu e en 1 823". (no induidapor Marx)
J P: "a licnKión, debilidad de espíritu".
El encarcelamiento
de Lady Bulwer-Lytton

seguido de

El aumento de la demencia
en Gran Bretaña

{1858)
El encarcelamiento de Lady Bulwer-Lytton
Londres, 23 de julio de 1858

The Times de Londres pensó que �aforrunadamcnu:9 el


gran escándalo Bulwcr se iba a silenciar mcdiamc un arre­
glo familiar amistoso, pero d asunto está lejos de aquietar­
se. Es cieno que, a pesar del imporcancc grupo de n
i terés
que está involucrado, la prensa de la metrópoli, con algu­
nas llamacivas excepciones, hace todo lo posible por tapar
el caso con una conspiración de silencio -dado que Sir
EdM.rd Bulwcr es uno de los líderes de la camarilla litera­
ria-. En general a los periodistas de Londres les faltacoraje
para cnfrcmarsc al enojo de esta camarilla, que reina sobre
sus cabezas de manera aún más despótica que cualquier
sociedad partidaria. The Morning Post fue el primero en
infonnar al público que los amigos de Lady Bulwcr insis­
tían en que se hiciera una investigación lcgaJl; The Times
reimprimió el breve p:l.rrafo de The Morning Post,2 y hasta
The Advertiser, que por cierto no tiene que arriesgar nin·
guna posición literaria, no se aventuró m:l.s all:I. de algunos
magros extractos de The Somnset Gautte. Hasta ahora ni
siquiera la inAuencia de Palmcrston fue su6cicmc para
ta.caries algo a sus clientes literarios. Por lo tanto, en lo

1 1heMorningPosr, nº26.369. S/7/1858.


1 7he Times, nº23.038.6/7/18S8.
108 KARL MARX

que hace a la ligera carta apologética del hijo de Bulwcr3


todos los guardianes pUblicos de la libertad del súbdico
(británico]4 aunque declaran estar alramcncc satisfechos,
desaprueban cualquier intrusión en el 'doloroso asumo'.
La prensa tory, por supuesto, ya hace rato que ha de­
rramado roda su indignación virtuosa en defensa de Lord
Clanricardc,s y la prensa radical, que más o menos se ins­
pira en la escuela de Manchcstcr,6 evita adrede crearle
cualquier molestia a la administración actual. Ahora bien,
junto a la prensa metropolitana respetable, o que preten­
de serlo, existe arra no respetable, movida totalmcncc por
sus patronos políticos y sin rcpucación literaria como para
criticarlos, siempre listos para hacer piara con su privilegio

1 Esta y las siguientes referenciu a BulwcrLyrton hijocorresponden


al artículo ·To the Editor of che Obstr�·tr., Ihe Times, n" 23.049,
19n11ss8.
' Súbdito, ciudadano o sujeto [mbj«t].
1 Clanricarde había sido funcionario de Palmerston en fcbreto de
C$Cai'iO.
' La lbm:ufa escueb de M:mchcsccr cr:i port;1voi: de los intereses
librcc:unbist2S. Our:mtc décadas los !ibrcc:unbist2S abogaban por
b supresión de bs tmfu proteccionistas. Desde el punto de vista
de la burgucsla industrial. que podía tener consenso entre los tra­
bajadores, la Ley del Cereal (Cor11 LAw), proteccionista, impcdí:i. el
i greso de granos de Europa del Esre u orro sitio. &l, quitaba la po­
n
sibilidad de abamar d precio dcl pan. pcro cuidaba los m i ercscs de
los terratenientes. En buena medida este divaje escl en el rtasfondo
deladivlsión polirka enrrc rories (luego llamados conscrvadores),
y liberales, que recogían la herencia del parlarnenrarisrno u:hgy
i pe­
dían b no n i tervención del gobierno en lavida económica. �enes
fundaron la liga mti Corn bw en 1838 fueron dos empresarios
textiles de Manchester,John Bright y Richard Cobden. Desde en­
conccs, hasta laépoc::ide redacción de csrearriculo,los librec:unbis­
tas: {Free Traders) eran un grupo político aparte, que posreriormen­
te sc sumó al P;ircido Libcral.
EL ENCARCElAMIENTO 109

DE LADY BULWER- LYTTON

de libre expresión, siempre enrusiasras para aprovechar la


oporrunidad de aparecer a los ojos dd público como los
úlcimos reprcsc:ntames de la hombría, Por otra parce, una
vez que se han despenado los instinros morales de la ma­
yoría dd pueblo, ya no hay necesidad de manipular nada
más. Una vez introducido un estado de excitación moral
en la conciencia pública, hasta d Tima puede sacarse la
carera de su circunspección y, rompiéndose el corazón por
las buenas causas, le da una estocada a la adminiscración
Derby 7 llamando "opinión pública" a lo que no es sino
la opinión de un literato influyente como Sir Edward
Bulwer-Lycron.
Éste es precisamente el cariz que esrá tomando la cosa.
�e el director de este especráculo es Lord Palmerston,
como fuimos los primeros en señalar,1 es ahora un suret
qui court !u rues, como dicen los franceses [un secrero a
voces].

On áit [Se dice]. cuenu un semanario de Londres.


que el mej or sosrái de Lady Bulwcr-Lytton en todo
este a.sunro ha sido Lady Pal merston. Todo d mun­
do se acuuda de có m o los toria tomaro npartido p<:>r
d señor Nonon cuando Lord Mclbournc andabaen
problemas c o n la esposa de este cabalkro. Es cierto
que ojo por ojo csjucgo limpio, pero, a esr;i alrura,

1El gobierno dd primer m i nistro Dcrby.


1 M:ux se referirla a un texto suyo anterior sobre d tema. escrito
d 16 dcjuliodc ese mes. pero no publ i c ado e nbNnv-Y,,rk. D1.il
y
Tribum· {N01adc la edicióni nglesa). Rubd no da cuenta de ningún
articulo en esa fecha. ni Olro arri culo sobre el asunto Bulwer más
que este. (Bibliographie... . p. 140). Puedc scru narcfrrenciaalpa.sar
en u nrcxto sobre d discurso dd mn i istro Bright. d 23 dejulio, um­
biénlaNew-York. Dail y Trib1<ne.
110 KARL MARX

bien mirado, es más bien lamentable encontrarqueun


scccrctario de estado usa� inllucnciapara cometer ac­
ros dc opresión, yquc lacsposa dc un miniscro azuz:i a
la esposade ocro ministro contra una administración.

Ocurre a menudo que si la verdad entra en algún reco­


veco de La prensa británica es s6lo por gracia de los sinuo­
sos caminos de las intrigas políticas. Ese horrorizarse por
ultrajes reales, aparcnccmcnte generoso, no es más que un
mohín calculado; sólo se apela a la justicia pública para
acariciar la malicia privada. Lady Bulwcr podría haber
quedado guardada para siempre en Londres en un asilo
para dementes sin que a codos csros hidalgos caballeros
del tintero les importara un comino; ahí podrían haberse
deshecho de ella con más sigilo que en San Pctcrsburgo
o en Viena. El convencionalismo del decoro literario la
habría liberado de cualquier medio de compensación,
sino fuc:ra por un;i. fc:liz circunstancia: que: c:I agudo ojo de:
Palmerston la escogió como punta de lanza para que fuera
posible hendir una división en la administración tory.
Un sucinto análisis de la carta que el hijo de Bulwer en­
vió a los periódico.� de Londres ayuda bastante a elucidar
la verdad del asunto. El señor Robert B. Lytton arranca
afirmando que "hay que creer de entrada" en su '"simple
afirmación�. pues él es "el hijo de Lady Bulwer-Lytton,
el mejor acreditado para interceder en su favor, y quien
obviamente tiene la mejor información". Ahora bien, este
hijo tan tierno ni ha cuidado asu madre, ni le ha escrito, ni
la havisco en casi diecisiete años, hasta que se encontró con
ella en el hmtings� del condado de Hertford, en ocasión de
' Insrancia de nominación de candidaros en el sistemadcccoral bri­
dnico de cnronccs. Seis semanas antes de la publicación del texto
lll
EL ENCARCELAMIENTO
nE LADY BULWER- lYITON

l a reelección d e s u padre. Cuando Lady Bulwer abando­


nó d hustings y fue a ver al alcalde de Hertford pidiendo
usar d salón municipal [Town Hall] como sala de expo­
sición, el señor Roben B. Lytton mandó un médico a la
casa del alcalde con la misión de remar conocimiento del
estado de su conciencia maternal. Cuando, posteriorrnen­
te, su madre fue raptada en Londres en la casa del señor
Hale Thompson en la calle Clarges, y su prima, la señorita
Ryves, corrió a la calle y,viendo al señor Lytton esperando
afuera, le rogó que interviniera y buscara ayuda, para que
su madre no fuera llevada a Brentford, el señor Lytton se
rehusó con frialdad a tener nada que ver con d asunco.
Habiendo actuado primero como uno de los agentes prin­
cipales del complot urdido por su padre, ahora se pone en
el otro costado, y se presenta como el portavoz natural de
su madre. EJ segundo punto que alega el señor Lytton es
que a su madre "en ningún momento fue llevada a un asilo
de insanos� sino, por d contrario, a una �casa particular",
la del cirujano10 Roben Gardiner Hill. Es un punto to­
talmente insignificante. Pues Wyke House, dirigida por d
señor Hill, legalmente no pen:enece a la categoría de 'asilo'
sino a la de 'Metropolican Licenscd Houses: es literalmen­
te cierto que a Lady Bulwcr no se la arrojó a un 'asilo de
dementes' sino a una casa para dementes.

de Marx, Lady Bulwcr h.abíairrumpido en el buslings de la pequeña


ciudad de Hcrtford denunciando a su esposo; el episodio desem­
boca en su encarcelamiento (v. Rosina Bu!wer Lytton, tf Bligh1ed
Lifo).
'� "Surgeon•: cirujano. pero entiéndase que también en. el nombre.
en Gran Bretaña, de un consultor médico del sisrcmajudicial. y así
cseomo dcbcencendcrscaquí.
112 KARL MARX

El cirujano Hill, que maneja sus propios negocios con


la "demencia� apareció también con un pedido de discul­
pas, en la que sostiene que lady Bulwcr nunca estuvo bajo
llave; por el contrario, gozó del uso de una calesa y del de­
recho a poder us:i.rla casi cada noche, durante su deten­
ción, para dirigirse rumbo a Richmond, Acron, Hanwdl
o Isleworch. El señor Hill olvida decirle al público que
este "rraramicmo mejorado de los insanos� que él adop­
tó, corresponde exactamente a la recomendación oficial
de los Commissioners in Lunacy [Comisionados sobre
Demencia]. Gestos amistosos. sonrisas tolerantes, persua­
sión infunrilizamc, absurdos Jarosos, guiños cómplices,
y toda la afectada serenidad de una banda de asisrcmcs
entrenados, es capaz de volver loca a una mujer sensible,
canto como los chorros de agua, el chaleco de fuerza, car­
celeros brutales y oscuros guardianes. Sea como fuere, to­
das las procestas del señor cirujano Hill y del señor Lyuon
simplemente quieren decir esm: que está claro que a Lady
Bulwer se la trató como una demente, sí, pero de acuerdo a
las reglas del nuevo sistema, y no de las del antiguo.

Yo csmve, dke en su carta d señor Lyuon, constan­


temente en comunicación con mi madre... quien de
manera implícita me confió cualquier tipo de arre­
glo... y me conminó a tener en cuenta el consejo de
LordShaficsburycntodoloquepudieraconsidcrarsc
mejor y más convenienre para LadyLyrron.

Es sabido que Lord Shafiesbury es el comandante en


jefe de las cuadrillas asenradas en Execer Hall. 11 Puede pen­
sarse que suprimir la pesti
l encia de un asunto sucio gracias
l1
Alude al pucscooficial de Shafiesburyen la Comissio>J. on lunacy.
a la cual presidía.
EL F.NCARC:ELAMIENTO
113
DE LADY BULWER-LYTTON

al olor de santidad es un coup de 1hid1Te [efecto teatral]


digno del genio inventivo de un novelista. Muy a menudo,
por ejemplo en la cuestión china,12 así como en la conspi­
ración de Cambridge Housc,u se han utilizado este tipo
de servicios de Lord Shafi:esbury. No obstante, el señor
Lytton sólo admite a medias al público; en caso contrario
hubiera tenido que decir claramente que en cuanto al rap­
to de su madre hubo una nota rajante de Lady Pa1merst:on
que descompuso los planes de Sir Edward, induciéndolo a
•cener en cuenca el consejo de Lord Shaftesbury� el cual,
por esas cosas, resulta que tiene la mala suerte de ser el yer­
no de Palmersron, y también el presidente de la Comisión
sobre Demencia... En sus intentos de oscurecer todo, el
señor Lytton procede a afirmar que:

Dado que mi p;idrc se sintió compelido a autorizar


csa.s medida.! que
habían sido objeto de Wlta tergi­
anhdab.a tener la opinión de 10! médicos
versación,
mis capaces y con mayor experiencia, para que mi
madre no esté sujeta a controles m;b alli del lapso
csuíct:amente juscifi�le. E.sa fuc la wea que me
encomendó.

Lo que se desprende de la evasiva prosa de este pasa­


je esmdiadamente incómodo es que Sir Edward Bulwer
sintió la necesidad de estar autorizado por un consejo
médico, no para secuestrar a su madre como insana, sino
para dejarla liberada como menti.J compos [que estaba en
sus cabales].
11 AcaNba
de terminar la primera pU!:c de la Segunda Guerr.i del
Opio; China habla firmado los acuerdos de Tienuin (con Estados

ll
Unidos. Francia, Rusia y el Reino Unido) hac!a un mes.
Cambridge Hotue en la residen cia pcr�onal de Palmcrsrnn.
114 KARL MARX

De hecho, los médicos con cuyo conscncimicnto fue


secuestrada Lady Bulwcr eran cualquier cosa menos los
•médicos más capaces y con mayor cxpc.ricncia'" Los di­
plomados empicados por Sir Edward eran un tal Ross, bo­
ticario urbano al guc parece que la licencia p:i.r.l comerciar
drogas lo había convcrcido de rcpcmc en una lumbrera de
la psicología, y un tal Hale Thompson, vincul:ido otrora
con el hospital de Wescminsrcr, pero completamente aje­
no :ti mundo cicndfico. Fue sólo tras una gentÜ presión ex­
terna que Sir Edwud empezó :t rcncr urgencias par volver
sobre sw pasos, y él mismo se dirigió a médicos estableci­
dos. Su hijo publicó los ccrtiflcados, pero ¿qué prueban?
El Dr. Forbes Winslow, editor deljournalofPsychobJgicat
Medicine, quien ya había sido consultado por los con­
sejeros legales de Lady Bulwcr, certifica que •habiendo
examinado el estado mental de Lady B. Lytton� cncon·
tró elementos como para •justificar que se la liberara de
los controles�14 Lo que había que probarle a la opinión
pública no en si se justificaba liber:i.r a Lady Bulwer, sino
si se justificaba su encierro. El señor Lyuon no se atreve
a tocar este punto delicado y decisivo. ¿No quedaría en
ridículo un oficial de juscicia que, acusado de tener ilegal­
mente presa a una ciudadana bricinica (a.freeborn Briton]
, reclamase que no ha hecho nada malo al dejar libre a su
prisionera? ¿Pero acaso fue liberada Lady Bulwer?

Mi madre: continúa el señor Lytton. o:$d. ;d,.on. con­


migo. sin ningún tipo de encierro, y. ante todo. csd
como dcsc:a. libre de viaj;u, por bpsos breves. acompa·
i'lada por mi y por un.a. amiga y conocida.según como
dbdija.

14 F. Winslow, ·To Edwinjamcs, Esq., Q C.� 1he TimtJ, n• 23.049.


1917/1858.
El ENCARCELAMIENTO 115

DF. LADY BULWF.R-LYTION

La carra del señor Lytton está encabezada así: "Nº l ,


Park Lane•: el pueblo en donde reside su padre. ¿�ere
decir que Lady Bulwer ha salido de su confinamiento en
Brentfurd para otro confinamiento en Londres, y ha sido
enviada a la fuerza a lo de un furioso enemigo? ¿�én
garantiza que esté •Libre de todo encierro"? A todas luces,
al firmar el compromiso propuesto no escaba libre de en­
cierro sino castigada con el sistema mejorado del ciruja­
no Hill. La circunstancia más importante es la siguiente:
aunque Sir Edward había hablado, Lady Bulwer guardaba
silencio. Ninguna declaración de su pane, siendo ella al­
guien entrenada en la práctica literaria, había visco la luz
públin. Ella misma había hecho un escrita sobre el tra­
to que había recibido, pero asrucamenre se lo birlaron al
destinatario.
Sea cual fuere el acuerdo establecido entre marido y es­
i teresa. al público británico es si acaso unos
posa, lo que n
individuos sin escrúpulos, capaces de pagar jugosas tarifas
a famélicos practicantes médicos, pueden sancionar lertrn
de cachet bajo la cobenura de:! Acta de Demencia. 1� Otra
01cstión es si va a pcrmirirsc que un Secretario de Estado
pueda condonar un deliro público medi:uue un arreglo
privado. Se ha sabido que los miembros de la comisión,
este año, mientras estaban investigando la situación de un
asilo de Yorkshire, descubrieron a un hombre en pleno do­
minio de sus faculcades mentales, al quien lo habían tenido
encerrado y escondido en un sótano durance varios años.
Cuando en la Cámara de los Comunes el señor Fittroy lo
interrogó por este asunto, d señor Walpole conresró que

ii Sobre la kttr� Je
t.uher o 'sobre cerrado: vCase La prcscntaci6n del
116 KARL MA RX

él no había cncomrado "ningún registro del hecho': La


respuesta niega la uistcncia de registro. no la del hecho.
Puede inferirse que esto no va a quedar así: según se
desprende de la comunicación del señor Tite, "pron­
to, en la próxima sesión, convocad. a un selecto comité
para interrogarlo acerca del modus opcrandi del Acta de
Dcmcncia':1'

1• Ihe Times, nº 2}.053. 2317/ 1858.


El aumento de la demencia en Gran
Bretaña

�izás no hay hecho mejor establecido en la sociedad


bricinica que el de la correspondencia enm: el crecimien­
to de la riqueza moderna y la indigencia. Cosa curiosa, la
misma ley parece confirmarse con respecto a la demencia.
El aumento de la demencia en Gr:i.n Btttaña marcha al
mismo ritmo que el aumento de las exportaciones, y ha
superado al aumento de la población. Su r.l.pido progreso
en Inglacerra y Gales duranre el período que va de 1852 a
1857, perfodo de prosperidad comercial sin precedentes,
es evidente, si se considera la siguieme tabla comparativa
de los informes anuales sobre indigenres, dementes e idio­
tas para los años 1852, 1854 y 1857.

• l 1 l l ! 1\ l l I HI !i it
11.n 9.412 ! �s�t�.���J�J 21.1ss l-.��--­
1�.J

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---·-··············· - - .. _1 . .. .. .. .. ..

1 ��� l iuos.464 1 j 1 [ s.497 ! 27.693 1


1Hss 1.908 6.800
118 KARL MARX

La proporción de casos agudos y curables con respecto


a los crónicos y aparcnrcmcnrc incurables. fue estimada,
para el último día de 1856, como de algo menos que l a
5, de acuerdo a la siguiente síntesis de n
i formes oficiales:

En lnglatcrra y Gales existen. para alojamiento de de­


mentes e idiotas de codo tipo y de codas clases, 37 asilos
públicos, de los cuales 33 son de condado [county] y cua­
tro municipales [borough]; 15 hospitales, 116 casas con
licencia privadas, de las cuales 37 son metropolitanas y
79 provincianas y, por último, las workhouses. Los asilos
públicos, o asilos de dcmcnrcs, como se los llama propia­
mente, estaban destinados exclusivamente, por ley. para
EL AUMENTO DE LA DEMENCIA 119

EN GRAN BRETAÑA

la recepción de dementes pobres y para ser usados como


hospitales para tratamiento médico, no como resguardos
para la mera custodia de los insanos. En su conjunto, al
menos en los condados, deben ser considerados como
establecimientos con una buena regulación, aunque son
construcciones demasiado amplias como para ser propia­
mente supervisadas; están supcrpoblados, fu.Itas de una
separación cuidadosa entre las diferentes clases de pacien­
tes, e incluso son inadecuados para el alojamiento de algo
más de la mirad de los dementes pobres. Al fin de cuentas,
el espacio provisto por estos 37 establecimienros, que se
extienden por todo el país, ciene que alcanzar para alber­
gar alrededor de l 5.690 internos. Puede ilustrarse con un
caso cómo la población demente hace presión sobre estos
costosos asilos.
Cuando, en 1831. se construyó Hanwell (en
Middlesex), para 500 pacientes, se supuso que iba a ser lo
suficientemente grande como para cumplir con todas las
necesidades del condado. Sin embargo, dos años despuCs
estaba repleto. Dos años más tarde hubo que ampliarlo
para 300 más; para entonces (mientras ya se había cons­
truido Colney Hatch para recibir a l.200 dementes po­
bres correspondientes al mismo condado), Hanwell ya
tenía arriba de l.000 pacientes. ColneyHatch fue abierto
en 185 l; en un lapso de menos de cinco años hizo fu.Ita
apelar a los contribuyentes en pos de más alojamiento.
Los últimos informes muestran que al concluir 1856 ha­
bía más de 1.100 dementes indigentes que pertenecían a
este condado y que no estaban incluidos en ninguno de
los dos asilos. Mientras los asilos existentes son demasiado
grandes como para ser bien dirigidos, son muy pocos en
120 KARL MARX

número como para hacer frente a una rápida proliferación


de desórdenes mcmalcs. Ame todo, los asilos tendrían
que estar separados en dos categorías distintas: asilos para
los incurables, hospitales para los curables. Amontonando
a las dos clases, ninguna de las dos recibe su cura y su rra·
tamicnto adecuados.
Las casas con licencia privadas. por lo general, están re­
servadas para d sector más pudiente de los insanos.
Hace poco se alzó la indignación púbüca en conua de
estos 'retiros confortables', (como gustan llamarse a sí mis­
mos), cuando el rapro de Lady Bulwcr en Wykc Housc,
como en d caso del atropello atroz que se le hizo a la señora
Tumcr en Acomb House, York. Ya que es inminente una
investigación parlamentaria sobre los secretos del negocio
de la demencia británica, podremos referirnos al asumo
en otra ocasión. Por ahora sólo nos permitimos llamar la
atención en el rraco de los 2.000 dementes pobres, a los
cuales el Board o/Guardians y otras autoridades, mediante
un contrato, los dejan en manos de los gerentes de las ca­
sas con licencia privadas. La tarifa semanal per cápita que
se otorga a estos contratistas privados para manurención,
cuidado médico y ropa, varía de cinco a doce chelines,
pero puede estimarse el estipendio promedio entre 5 che­
lines y 8 con 4 peniques. Claro está que la argucia de co­
dos los contratistas consiste en un solo punto: cómo hacer
grandes ganancias a partir de estos pequeños ingresos, y
en consecuencia, en cómo mantener al paciente al menor
costo posible. En su último informe, los Comisionados
sobre Demencia aseveran que aún en donde los medios
de alojamiento en estas casas con licencia son amplios
y suficientes, el alojamiento que efectivamente se brin-
El AUMENTO DE LA DEMENCIA 121
EN GRAN BRETANA

da no es más que una fu.mochada, y d trato que reciben


los internos, una vergüenza. Es cierro que hay un poder
otorgado al Lord Canciller para revocar una licencia, o
impedir su renovación, de acuerdo a lo que aconsejen los
Comisionados sobre Demencia, pero en muchos casos,
allí donde no hay asilo público en la vecindad, o cuando
el que hay ya está superpoblado, los Comisionados no tie­
nen más alternativa que no dar continuidad a la licencia,
o arrojar a la gran masa de insanos pobres a una serie de
workbousa. Sin embargo. los mismos Comisionados agre­
gan que por grandes que sean los males de las casas con li­
cencia, no lo son canco como lo que sería la suma del daño
y el peligro de dejar a todos estos pobres casi sin cuidado
alguno en las workboMa. En éstas, al día de hoy están con­
finados unos siete mil dementes. Al principio los pabello­
nes para dementes en las workhou.m se limitaban a recibir
a dementes can indigentes que no pedían mucho más que
un alojamiento corriente, y eran capaces de socializar con
ocros internos. Sea por causa de la dificulcad en obtener
admisión para los dementes pobres en asilos cortecta­
mente regulados, sea para hacer economías, los consejos
adminisuacivos parroquiales están transformando más y
más a las workhouus en asilos para dementes, pero asilos
que tienen carencias en el estipendio, en el cuidado médi­
co y en la supervisión, que forman la principal salvaguarda
de los pacientes detenidos en asilos regularmente cons­
tituidos. De las workhotua más grandes, muchas tienen
pabellones para dementes que albergan de 40 basca 120
internos. Los pabellones son oscuros, falcas de codos los
medios para brindar ocupaciones, ejercicio o diversión.
Los asistenres, en su mayor parte, son internos indigen-
122 KARL MARX

res totalmente ineptos para las tareas que deberían cum­


plir. Lo más fundamental para esos desdichados que son
objeto de enfermedad mental, que es la dicta, raramente
supera lo permitido para los internos sanos y de capacidad
plena. De modo que el resultado natural de esta detención
en las worlcho1ua no sólo deteriora los casos de deficiencia
mema! no grave, para los que aquella fue concebida origi­
nalmente, sino que tiende a volver crónicos y permanentes
a casos que podrían haber dado, con cuidados tempranos,
buenos resultados. El principio decisivo para los Consejos
Administrativos de Guardianes, es la economía.
De acuerdo a la ley. el indigente demente tcndrla que
ese.ar. en principio, bajo cuidados del médico oficial de la
parroquia del distrito, que tiene la obligación de avisar a
los funcionarios competentes. mediante los cuales se debe
nocificar al magistrado, a cuyas órdenes aquellos deben
ser transferidos a.I asilo. A todas estas disposiciones, de
hecho, se les hace la visea gorda. Los dementes indigen­
tes, en primera inscancia, son despachados rápidamen­
te a las worlcho11US, y si dan muestras de ser manejables,
ahí quedan confinados. En general, la recomendación
de los Comisionados sobre Demencia en sus visitas a las
workho1m:s, con respecto a enviar a asilos a todos los in­
ternos considerados como curables, o que están sujetos a
un traca inadecuado a su condición, es contrarrestada por
el informe del oficial médico del Reino, referida a que el
paciente es "inofensivo�. De acuerdo a las siguientes ilus­
traciones, descritas en el último Informe sobre Demencia
como una "fiel exhibición de las caraccerlscicas generales
del alojamiento de la workhome"', puede entenderse qué es
el alojamiento en una workhouse.
El AUMENTO DE LA DEMENCIA 123
EN GRAN BRETANA

En el Asilo Hospital de Norwic:h las camas, aún las de


pacientes enfermos y débiles, eran de paja, El piso de mee
pequeñas habitaciones era de piedra. No había water-clo­
seJs. Habían dejado de tener vigilancia nocturna en el área
masculina. Había una gran falca de mamas, toallas, chale­
cos, jofainas, sillas, platos, cucharas y lugar donde comer.
La vencilación era mala. Citamos:

Alli tarnpocohabía queconfiar cnloque, paraguar­


dar las apariencias. podrla tonurse como una mejora.
Se des<:Ubrió, por ejemplo, que con respecto a la gran
cantidad de unus ocupadas por pacicntes $ucios, se
acostumbraba sacarlos alamaiiana, y sustituirlas.sólo
para que estén de muestra durante d d!a.. por camas
limpias de mejor aspecto, por el recurso de poner si­
banas y mancas en los elisricos. para sacarlas orra vcz
cada noche, reemplazindolas por las mal.as canus

Tenemos otro ejemplo, cl dc la workhouse dc Blackbum.1

Las habiracioncs dedla.. d<:: laplancabaja,que ocupan


losvaronc.s,son pequcñas, bajas, oscura.s y sucias;un
:lrc;1que ocupan l l pacicnces csclocupada con varias
sillas pesadas, en donde escln sujetos los pacientes
con corrcas, y una enormepanrallade chimenea. Las
de las mujeres. en el primer piso, también est:in muy
congestionadas. y una de ellas. que rambién se usa
como donnimrio. tieneuna gran pane rabicada como
sccror privado, ylas=assc poncn nxfasjunras, sin
espacio cntrecl!as.Un dormitorio.cn clque habia l6
pacicnrcs varoncs, cra sucioy dcsagradablc. La habi­
tación cenia 8,84 metros de largo, 5.44 m de ancho.
y 2,26 m de alto, es dedr que permitia 0.67 ml por

' En el co�n del irc;1 renil de Manchcscer.


124 KARL MARX

pacicntc.1En todaspancs lasa.masson dcpaj;i.y para


pacientes enfermos o p<»tra.dos no se brinda ninguna
cama de otro tipo. Us nu.yorladc lu funibs cscln lle­
nas de tierra y con marcaJ de óxido de los elásticos. El
cuidado de las camas se deja. ame todo a manos de los
pacientes. Un gran número de pacientes tiene hábitos
sucios. lo cual debe ::mibuir.sc :um: rodo ab fa.ha de
buenos roiJ;.J� y atcm;ión. Hay muy pocos orina­
lcs y hay una lnta. cn d ccntro dc la h..bitaeión para
el uso de los pacicmcs varoncs. Los patios con grav;i.
donde caminan los paciente$, son dos para cada sexo,
ccrndos poc a.las paredes, y sin asientos. El mis gnn­
dc tiene 225 m por 29,6; el más chico. 12,6 por21.93
m. Una cclda cnuno delos patios sc: u.s..i dc ranm cn
t:anro, para encerrar a pacientes excitados. Hecha toda
de pio;l.1"2, tiene una pequeña abcrrura cuadnd.a para
quccntrc luz.conbarnsdc hicrroparaquc clp;JCicn­
tc no se escape, pero sin postigo ni b.>nrlcrola. Un
gran cokhón de paja en el piso y una silla pesada en un
rincón debpieza. El control pleno del departamento
C$d en manos de un asisceme y una enfermera: d jefe
rar.1 vn interviene, ni hace n
i specciones aquí como
h;u,;c en orr;i.J p;i.n:cs de la w(J�/ihous<:.

Sería muy desagradable dar siquiera unos párrafos


del informe de los Comisionados acerca de Se. Paneras
Workhousc en Londres, una especie de pandemónium
vulgar. En términos generales, al lado del pabellón para
dementes de la workhouse pocos establos ingleses habrá
que no parezcan un tocador y en donde el trato dado a los
cuadrúpedos no parezca scm:imencal, cuando se lo compa·
ra con el que recibe el demence pobre.

1 Trasl.achmos las medidas, consignadas con precisión en pies y pul·


� ;i. rnctros.
Cronología
Salvo indicación contnria, los datos que: siguen se rc:fic:­
rcn tácitamc:ncc: a Karl Marx

L:i. lcy britinio da La opción a las parroquiu prom1:anccs


1723 de negar ayuda a los pobres que se rchú$Cll a n
i gresar a la

··········-· ��----·-··-·--"---·--··
Nace en Bohemia Mcir Hal.cvi, luego Marx-Lcvi, su
17411
abuelo.
=I?.?,!� NaccjacquC$ Pcudici
Mucre el rabino lwow. Su yerno. Marr.-Lcvi. pasa a ser el
rabinodcTricr. ···
�:: �:?.�:i:::::y_;�j�_;fü��¿�_�;?.s�;¡��::::=::�:::=:::·::�··
Nace Hirschcl Man:, su pulre. Samucl y Hirschd son hi-
1782 jos de Mar•-Levi y de Chaim (Eva) Lcvoff. hija de Moscs
Lwow.rabinodcTricr.
Nm: en Nimcga. HuLan<b. Hcnricm Prudiurg, ru
1780 madre, de urnr. �ilia de judíos de origen húngaro luego
. . .. -�-��.?.�.�-�. ..�.��.(B���-�.��-�:..���-�.'.�:. .
---�-?.�·· ·--�-�i�an cm_p�-����g·i·�-��-�-��-�-��!.�.!.���-........_...
.....�.?.?.!...-����-�-:ipo�---·--··--·-­
••�.���-•. Na.:ejennyvon W�phakn=·--
- ----

1818
El5de mayonacc:cnTricr (Trévcñs) KadHcinrichM;an:.
··········---��__!:!irschclydc Hc°:�.��-��L·-··-·-··--
1820 Nac
e Friedrich Engds en &.rmcn, pcque1'a ciudad de la
.....................:.�&��..!.�.����-
- �-�)..�-�--�-��--��P.P.�.�
,,. KARL MARX

· ··
1 ...
N�-��·H�lcn o�;:;;-�ili: ¡��s��� de H:i.vcs y ami¡;a encana
823
.....�-�J.�.n..n.Y...�!?.�. ���.e.�.�l�.:....... .................,.._,,,.............................
.
.
Hirschd Marx tiene el requisito de ser cristiano para
1824 poder '*"cr como abogado. Opra por bautiurSC' como

....... ......... r.��-��-�.�-�.�.'.-���-�-�-�����-��--�-�-i-�-�-i-�-�--��-�-�:... ...... ,_,, . .


ISlS
(o 1823) Mucre Chaim {Eva) Moscs Lcvoff, abuela
·············-· .
P���� :-··-··-······-···-·········-·········-·····-·--·
1829
· ·
p�-��-·····
Mucre el rabino Samud Marx, río de Karl.
·
R�f�;�·bri�fu"¡-;;;·d�·la Ley de pobres; i; ;;�·�¡�

Peuchct puhlicasw Afe'l'mm·.,.


Marx. en Berlín. sc une al Cls1b d�la1 Doctoro. el grupo de
Bruno Baucr.

1838
m i�
�':��:�:� :���:;;;�:;��� :::ii:�
s i nd
de los propienrios. se ddme la polltieaarancdaria de los
alimentos {Corn úiw. Ley del Cereal}. En Manchcster,
......���.��L�.�.��.�.�.��.-J::'nn-���.�.� ú•g·�·
Ludwig Feuerbach: Critica de la.filosofo btge/i4n4.
1 839 ComuníJ.mo cristiano: Wilhdm Weiding. predicador
suizo, lidcra laLigade losJustos.
.. .
1840 .. Edg;·A:.¡;·;;·;;·n:;�·�·�·rili�·c�:::tl�:··· ·

áS�bi��·��..p��¡��-¡��·�·�·�··s�·h�iii�g·�·�����;;;·�·ik�·¡¡�.....
para oponerse a !a 'izquierda hegeliana'. Enttt los oyentes
de Schelling están Mijail Bakunin,Jakob Burkhardr,
S0ren IGerkegaard, y el conscripto, voluntario de artille-
1841 ría, Friedrich Engek
Tesis doctoral (Diferencia mm lasfil
os.oflas tÚ '4 natura·
kz4 tk Demócritoy Epicuro), dedicada al padre deJenny.
Ludwig von Wmphalcn, Consejero Privado del gobierno.

..�S�.�:X�.'...�.�.c:..��-��-��..?.(���..�.��-.�?E�.
- C:�:.......
CRONOLOGfA ll7

Mau: Primeros trabajos en la Rhdnischt Uittmg [Gacera


Rc:nanaJ.en Colonia.
EugCne Sue: W mystbts tk Paris, que saldiien folletín
lu.na 1843
La iniciatiV11 de Lord Ashlcy, conde de Shaftcshury {"filán-
tropo"), prohíbe trabajo femenino e ni fantil en la minería.
Noviembre: primer conracco de Marx y Engds en la
1842
redacción de la Rhein#thc Zcitung. Según dirá después
Marim Kovalcvslci. Engds enronces seguía a Schelling y
no congeniaron mucho.
Edgar A. Poc; "Thc Mistcry ofMaric Rogec•

....................-
��-���..�-��-��-�-�-��..��-��-�-1-��.: ....
El gobierno prusiano cierr:i la Rhcinischc Uitung.
E.ngds conoce a Mary Burns. obrera de Manchcster. de
origen irlandés. que pronto sc:r;i su pareja.
Junio: se: casa conjennyvon Wcsrplulcn.
Ocwbr<:: en París, encuentro con Moscs Hcss y Georg
1843
Herwegh. EscribcAu:mi de la. cumiónjudía y Crltic4 4
ía.fosofoitú/dn-«hotúHtgdparala rcvista parisina que
pre�� Amold Ruge en al ttn.�.::inaksJranco-akmano.
Sale en febrero d único número de los Analesfranco­
akmana [Dcurscht-jranUkiJChejahrhüchcr].
Mayo: naceJenny{JennyCuoline Man:).
Engds: ÍA conth'dón tú la. clase obrera m Inglaterra.
En d Café de l'Opéra. en junio. inicio de la amistad
de Marx y Engds. Redacu.n el borrador de la sagr.uú
1844 famili4.
Marx,haciaagosto. empiez. a a rcdactuloscrcsmanusc:ri­
tos "Económico-filosóficos" de Park
En agosto empieu a apuccer. en folletín. Eironde tk
Mont«risto. b;w.do en parce en un rdaro deJ. Pcuchcr.
Mucre Flora Tristán en Burdeos. E.se mismo año se publi­
ca su libro L4 unión obrer4.
128 KARL MARX

......... ... .
·p;;:;;;··�Th�. p�·;j'�¡��d··L���;�;-
Engcb y Marx: i.A1agr.uúfamiliA. Defienden a Flora
184S Triscln dcla.s cri1ic.a!idc fü.ucr. Extcnsas cririo.s a l0$
comentarios de Zychlin von Zychlinsky (Sz.dig;i.). con
..
........ . . . . . !�P.�.�-�.?...� �-��.��:� .4.-:. .?.�.�-·��§�.
- '.:.. . . .... -. ···-·-·-·---·
Nacclaura{JcnnylauraMarx}.
1846 Hayen G™1 Bretaña más de un miUón de indigcmcs,

· doscientos mil de ellos .-n wtJr/thDuses.


1847 .:�����!��;:; _:�=::��:�:====:�::�:=:�-===-.==:_=::_.
Febrero: Aparece el Mtu1ifasUJt()munis1a.
Fcbrcro-nurw: irrumpen revoludones polírica!I en casi
n n d
1&48 �:1�: ;� ��:6���:� � : ������;�:�?
1 s
t
i
de los Comunistas van a Alemania. Marx es redactor de la
...... . ... . . _1Y.�i:.�.�-���f:f!.�.�.?:.�.�!'!:..:.t: 9.�e.'!:..t!.'!..!?.�. ��-�'!:!��:.._,.__________.....
1849 � =c=�:�:f:mgdebc temi.r. Mmcmigr:adcli-
········-·---------·--------· ---··
t
··
Mucre su hijo Guido, (Henry Edwud Guy M.rx), de un
1850 año de ccbd. Comicnu d periodo de mayores dL&ubdcs
económicas.
Nace Frcdcrick Dcmuch. hijo de Hclcn. Su paternidad

1851 �:;ono<:ida: se acribuiri a Engds, a WiUich. yluego a


Mucrc&luc.

Mano: Mucre su hija Franzisb (Jcnny Evclinc Fr:anccs


Marx). de un año de edad.
1&52 FJáiuincho brumario de luis Bm1api1ru.
Bauddairc empieza a traducir a Pue: N11.TTi1tionN
1:xrr.1.oráinarias
----��J.-�...._l!_"_!'tlonQ
m sobre dproc_� � · -¡;li_
;; ;;_;;
�i:
�'!�."--·-··
ms :�:8�;rS:�:{��:a;��arx). A los rrcs mc5es

·· ·
18�· ·-f¡;�¡;��ú;¿;;;�-��-;;-�p���-�� -r�·i�cln-:-��;;;;�:..···
. -�-�-�.r..Ai.�����-�c:.. ....... ................ ······-·-··· ·
·
CRONOLOGÍA 1?9

········ ·· · ······-· · · ··· ···· ··· ··· ······· ···-·······- ········-· ··· · · - ··· ···-··-

Enero: el procurador Emcsc Pinard inicia juicio a Fbubcrt


por Mdtunt &rti11ry y luego contra &udebire (Lajlam
Ju ,,.,J, aparecido ese aii.o), la emprende wnbién contr.i
UIS7 La mptirn Ju �upit de Sue.
E.n Gran Bretaña el divorcio, hasta ahora .sólo accesible a
!osmuy ricos. c:imbiade sc..cuslegal,aunquesiguc sicndo

N:.cc bilc Ourkhcim.


Marx conduye sus princip;Jcs invcnig;u:ioncs. rcd.acradu
llS8 en los Grundriuc. Comienza a redactar z,.r Kritilt..
Ag0$Co: •EJ enc:ucebmimco de Lady Bulwcr-Lyn:on·. y
•El aumento de la demencia en Gran Bretaña·.

Publica Zi.r Kritilt. [úmrribudón 11 la. critica dt la tcono­


· · · · -·"""""""""'"""""''"""''"'

mia�/ltiu]
18S9 Oarwin: Origtn !Ú Í..U csp«ia.
lncideme con el pcriodi5U Kad Vogr: juicio por ca.lum­
nia.s: contn Mar:ic.

Man: viaje a Alcfl\¡lfiia y a Holanda. Visita a su madre cn


Trier. En Bcrlln con Lassalc.
l
1860 Marx: Hm' Vogt, respuestaa las acusaciones de Vogr.
Garibaldi, campaña en Sicilia y N:lpolcs con •tos mil•
cxpc�-�.���-���;!��rc ellos. Aluand:� O��·
- .
Marx:vi.ajc aAlcfl\¡lfiiay Ho!anda.
1&61 Redacción, ha$Cll. 1863, de Zur Kritilc JupolitiKhcn

......-9�!..!��J!.��-�=-�������.:.�P...� ---·
..... '.�� � -�;,:�:1������-i�i�;=�--�:��-��
- ····

Redacción. hasta 1866. del $Cgundo manu$Crito ba.s:c de


Elupit.d.
1863
Muerc sum:1drc. Hcnricue Prc.ssbur¡¡·Manc.

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Mucrc Wilhdm Wolff. Deja v;irioi; ccmcnarcs de libr.u a
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130 KARL MARX

866 Coincidiendo con la rcdacdón fuW de Elt:"l'it.Jse inrcn·


1
_!!.6c ansuscr6nicos ��dcsalud.
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_ !�L���.c m Harnb�PE.!!:'crtomodc Flc�iul _
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Gucrr.i fr:mco-prusiana. En $Cpticmbrc, Comuiu de Lyon.
rebelión dd núcleo principal de uabaj:i.dorcs texciles de
Fr.mcia, en donde participan Balrunin y ocros sectores de
la lmcmacional
Enero: los prwianos toman París. Dedc =o hasta
mayo. "guerra civil" en Fnncia: Comuna de Paris. El saldo
fue de mis de cien mil bajas, cerca de la mi� mucrros. d
resto exiliados.
Scp1icmbrc: Congrc50 en Londres de la.lluxia&n
lntmuuion,J IÚ Trabaj/UÚrer, el delegado español
Anselmo Lorcnw visita a M;u-x y se aloja en su cau, aun·
que 1orm p:lrrido p<X" la f°n«:ión bakuninisa..

La Haya. Último congreso debPrimera Internacional.


Ruptur.1. 6nalenm:: marxiscasy balruninisca.s.
1872 NucvascdidoncsdcE/c4.pi1,,./: Lach1trc. otrora cdiwrdc
Eug�nc Suc,publica la traducción fr.1.11ccsa de Roy: tr.I.·
ducdón rusa, por Oanidsón, y segunda cdidón alemana.
1873 ···-
IUymond wu;;��;.;;;i;-��-J� a con Man:-
--··-·-··-dcsdc &K:nos Air�---------

lrTJ ___ l-�!.��..:_��_i����'-�


Se ca5a Engc4 en una iglesiacatólica: deseo de Lizzy
- -----·-·

1878

. ... . ·········a;;d;;;�··;;:;;··;;;·��-;��;;:¡·� ·;¡�··�¡�·�--��-������ ;�·�--���--...


Bums anccs dcmorir.

Encuesta Obn::ra que imcntó rcaliUT luego d Panido


Socialista Fn.nc6i. Ciru este año. comentarios al tratado
1880 de cconom!a de Adolphc Wagner: son pdcticamemc sus
últimos cteritos de cierta impornncia.
Conoce a Augusc Bcbd y a Eduard Bcrmtcin.

···············-··�.$�!.:..§..��-�..':!.l.��::......................................_...-.....
1881
Karl yJenny vm acasadcjcnny hija y de Longuet. En

.- �i��� ��J���! �� ����!?-.::�


- . . - .·-·-·---·---·
CRONOLOGÍA 131

1883
d l4dc man:o.
"Pocos ma<:s después" de la muerte de su padre, Elcanor
--······- �_i_aa su r.����.':'-����-���.S:_____,_
Eleanor usa el nombre Marx·Avcling. Amistad y vecindad
1884 c:on b. pareja de Havdoclr. EllU y Olive Schrciner.

--·----·-·
Engels: Ei<ap;1#, wmo 11.
ailiado en Buenos Aires. pu­
.
Antonio Alicnu, español
blin una traducción casrdb.ruri del resumen de fJ tap;1,J
hecho en francés por Gabriel Dcvillc.

1886
e
�:d�; �����:,�:;;�i�ag�: :���: d�u:��:c
Bwary. y el ankulo "La cuestión de la mujer" con Edward
Avcling. Ese año l.a pueja d.a confcrenciu socialisnscn
. ..........._!?.�����------------·
Pablo Coma y Urill.a publica desde 1886, en el diario
madril cño ÚI RrpUblia. una versión ascell.ana de la
traducción francesa de Elr.ipitAÍ. Aparece ahora en un
1887
volumen.
l..onari Doylc: Un muáio rn miu/at,¡, primer.a aparición
dcSherloclr.Holmcs. cnl.a rcvista 7heSrr•nJ.
Agono a noviembre: una serie de mujeres aparecen uc:·
Jinadas y muril.ad.as en Londrcs. Sc acribuyen auna sola
pcrsona, al.aquesclaapodaJackelDcstripador.
Havclock Ellis edita tres obras de lbscn en un volumen:
Pi&n efsoricty; Glmts. y Encmy o/soricty, cst:11 ú.lrima
. traducid.ap<>rEleanor��.'..-·-------
1890 Mucre Hclcn Dcmurh.


�·�!.7._ r.
Ekanor Man: c=lucc ÚI Jama JJm• de lbscn.

__!.��·-· lI. ________


fJ c•pi
t# om
, t_ o
__l_

�-��-...--���$.�------·-------·
KARL MARX

Havdock Ellis y Jolm Addington Symonds: Sexu.ú


hrvenion, trnducción de DM kontr.zrt Gmhlerhtsgifuh/,
aparecido d :i.flo amerior: uno de los primeros estudios
sobre homosexualidad desde un pumo de visra que se
reclamaneucro y ciemífieo.
1897 Durkhcim publica ElsuicidiA Estudio dt sodo[qgút.
También reseña La. conctpcMn m1J.1trialis1<1 tÚ Í4 hUtoria,
de Amonio Labriob: ajuste de cuenta.s con la trndición
marxista.
Diciembre: f.Jlecida su esposa legal, Avding se casa con

.......... .. ...�.�-�.!.�.�:�..�.�-�:..:�..�.�-��-��
Mano: Eleanor Marx conoced matrimonio doble de
Avcling.Sesuicida.

im {������::�:�1::: �v��:��s Aires la primera trn-


ducción directa del alemán al cr..;i:ellano del tomo ( de El
c11.pi1J. · ·· ·
····¡·905:·······¡:¿;;��icy edita k parre de Elcapital referid · a·
� ;·l ¡;¡��ri� d-; ·
1910 . ..�.��.?..���-��.P.�!.��-��J�.?..�.?....Y.�)
� . ......*�-�-i-�i�.- '.'.?..��--�-�-�--�-�.:��-��-��:.�..'..��-1-�����-�.:...
1 11
David Riaúnov, militame, archivista, principal invcstiga-
1927 i icia la publicación
dor ruso de b obra de Marx y Engels. n

.... ········· ······�-�-]�-�-�-�-�-�-':'.:.����-�-��--���--���-��!..... .


·
Halbwachs: Lu ca11SAS dds11icidio.
1930 Abolición del sistema de w11rkho1ut en Gran Bretaña, aun·
quealgunas continuar.in, bajo otras formas. hasta l948.

1931

Prosigue la publicación de !a edición MEGA, bajo la


1932 d ección de V. Ador.wky. Aparece el ecreer tomo, eonce­
ri
nicndo d tc:cco ·Acerca del suicidio·.

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