Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En cualquier medio social, los seres humanos están conectados unos con otros por
una compleja red de relaciones que por sus características especiales se denomina
sistema jurídico. Se trata de una estructura en la que uno de sus principales rasgos es
la complejidad. Para analizarla se puede ver desde diferentes ángulos, enfocando una
o varias de sus múltiples conformaciones, siendo cada una apropiada a un momento o
estadio de la dinámica social. Así, para profundizar en el tema, son diversas las
perspectivas que se presentan, como por ejemplo, la ordenación de sus componentes
formales, de su estructura operativa o bien de su estructura esencial. Además, se le
puede observar también desde la perspectiva de sus fundamentos y fines, de sus
valores, controles, escenarios, de sus diferentes momentos de realización - génesis,
actualidad y consecuencias -; o bien de la perspectiva de los sujetos - sus roles,
jerarquías e interacciones -, de los objetos - sus interconexiones, particularidades o
semejanzas -, etc. En realidad, es necesario poner de manifiesto el origen o fuente de
la cual efectivamente emerge el fenómeno jurídico, así como se desarrolla y se
ramifica en toda su complejidad. Teóricamente, se trata de establecer una referencia o
bien un paradigma que comporte su taxonomía o clasificación con todas sus
particularidades.
1
http://www.eumed.net/tesis/sb/1g.htm
correlaciones, como resultado de combinaciones de todos sus elementos más simples
y más complejos.
En lo esencial, se debe decir que el fenómeno jurídico tiene una estructura compleja y
dinámica, que se modifica en el tiempo y en el espacio y que se debe respetar. Sus
movimientos siguen la dinámica de la vida social expresada por diferentes intereses,
grupos, sectores, jerarquías, etc. Se renueva constantemente, aunque de manera
recurrente, lo que permite, por otra parte, una continuidad renovada. Sus cambios
ocurren a veces rápidamente, como en las revoluciones o en los pactos sociales
celebrados para estos fines, y llevan a otros modos de relaciones sociales o a veces a
otra estructura social. Sin embargo, para conocerlo, se debe buscar especialmente su
estructura y su funcionamiento, aunque la estructura sea compleja y cambiante. De
hecho, en las ciencias jurídicas, como en las demás, hace falta conocer estos
elementos de su objeto, es decir, conocer la estructura y el funcionamiento de las
interacciones sociales en el orden establecido. Esto ocurre en cualquier campo del
conocimiento, como por ejemplo en la física atómica, con relación a los átomos; en la
química, con relación a las moléculas; en la anatomía y en la fisiología, con relación a
los organismos; o en la antropología social, con relación a la sociedad, etc.
Por otra parte, si bien se mira, se verá que el Derecho se caracteriza por un
ordenamiento dado de los factores sociales, que en su dinámica insta a la realización
de determinados fines, es decir, a que las personas actúen de manera tal que la
realización de los fines se aproxime a la descripción de lo ideal; de hecho, se trata de
un orden ideal, conceptual, por un lado, y de un orden real de los factores sociales, por
otro, dispuestos de tal forma que compongan un sistema para que en la realidad se
consiga un determinado fin. En el orden normativo sucede como en los órdenes de las
cosas en general. En este sentido, una cosa es un orden. Una cosa dada es la materia
en el orden (de un sistema, estructura o jerarquía) que le es propia. Un piano, por
ejemplo, es el conjunto de sus piezas puestas en el orden del piano. Pero, en las
piezas dispersas del piano no se consigue verlo, ni tampoco ejecutar una partitura. En
el desorden, sus piezas no lo representan, tampoco cumplen su finalidad. Cuando se
deshace el orden de una cosa, ésta se la deshace. Para reconstruirla se debe poner el
material de construcción en su orden. De otra manera no se llega a su fin, es decir, no
se llega a la cosa hecha, apta para el fin al cual se destina. Un automóvil, un
ordenador, o un aparato tecnológico cualquiera exige un orden específico de sus
componentes para que funcione y cumpla su fin. Una cosa mal hecha significa un
defecto en su orden, o el desorden, de tal manera que no se sirve para lo que se
destina. Por otra parte, el orden no tiene significado por sí mismo, sino que atiende a
un fin. Así que, una cosa es un orden, en potencia o en acto, hacia un fin. En el reloj
se tiene el ejemplo clásico con el cual se demuestra que ninguna de las partes fuera
del sistema o fuera de su orden realiza su fin. En este sentido, ninguna de sus piezas,
aisladamente o en otro orden, es capaz de marcar el tiempo. Sin embargo, con el
conjunto de sus piezas en el orden propio del reloj, es decir, interrelacionadas e
interactuando según su fin, se puede indicar la hora o medir el tiempo. En lo que se
refiere al Derecho, se supone un orden ideal de los factores sociales, del cual se hace
una representación formal, y un orden real (institucional, administrativo y coercitivo)
que conjuga estos factores en una dinámica propia para la consecución de sus fines.
El orden ideal (orden del pensamiento) conectado con la acción (orden práctico) es el
orden o pensamiento emprendido con vistas a conseguir un fin. Con relación al
Derecho, el orden ideal es el pensamiento que se mueve en dirección a su fin, es
decir, el pensamiento en acto hacia su fin en potencia. En su plenitud, el Derecho
ocurre en la proporción o en la medida que la idea (el orden conceptual), en
movimiento, se aproxima y realiza su fin (un orden social dado según una estructura
de poder). Por otra parte, un orden dado es lo que hace y pone a la vista una cosa
dada. Así, siendo el Derecho por una parte un orden conceptual puesto y por otra un
orden social establecido, la disposición o el orden de los conceptos sobre los factores
mentales y sociales, en acción a cumplir los fines del Derecho, es lo que lo constituye
en su plenitud, y además es lo que lo pone de manifiesto. Por consiguiente, el Derecho
se forma de un orden de los factores personales y sociales, en el plano conceptual y
en el plano de la acción, dispuestos y destinados a la consecución de los fines que le
atribuyen sus autores. En síntesis, resalta que en esencia se trata de un orden
conceptual dado, realizándose en un orden social específico, ambos con una
representación simbólica dada en el plano formal.
Con referencia a los conceptos, también se revelan bajo un orden específico de sus
elementos constituyentes además de integrar un sistema más amplio en el cual
cumplen un determinado fin. En cuanto a los conceptos en el campo del Derecho,
como elementos del sistema jurídico, no tienen sentido y no cumplen sus fines si son
concebidos aisladamente, excluyentes, desconectados o dicotómicos, alejados de la
totalidad o de la experiencia jurídica concreta. No se pueden concebir, estructurar u
ordenar dichos conceptos sino según un método que efectivamente los aproxime y los
encaje en la complejidad de las acciones, interacciones y determinaciones sociales.
Un ordenamiento coherente de los conceptos jurídicos, ante las diferencias y
multiplicidad de factores de la vida social, permite la estructuración del fenómeno
jurídico como una unidad compleja y dinámica, es decir, como un sistema. De otro
modo, el sistema jurídico no soportaría las presiones internas o externas, o la falta de
interés, motivos por los que surgen la agitación, el desorden o la degradación del
sistema, o bien el orden por la fuerza o la tiranía de sectores con mayor poder en
algún ámbito material, formal o moral. En cualquiera de las hipótesis, en el plano de
los hechos, las consecuencias mediatas o inmediatas son las crisis políticas,
económicas, sociales, etc., la absoluta incertidumbre, la ineficacia del ordenamiento y
la marginación de innumerables colectivos del supuesto orden social establecido.
Sin embargo, para que se constituya, se analice o actúe según su orden, en toda su
complejidad, con todos sus componentes y en la disposición adecuada a la
consecución de su fin, es indispensable manejar un conjunto de principios, conceptos
y estructuras que proporcionen modelos coherentes de investigación, representación y
actuación en su contexto. Estos modelos son derivados de paradigmas o matrices que
dan respaldo a un ordenamiento jurídico dado; es decir, son los paradigmas que
permiten, a cualquier área de conocimiento y acción, la especificación, la clasificación
y la articulación de las partes constituyentes, conceptos, teorías, creencias,
sentimientos y experiencias inherentes al orden jurídico. En realidad, varios elementos
constituyen la materia del Derecho, como también cada elemento del fenómeno
jurídico puede constituir materia de diversas realidades y ciencias. Con esto se puede
decir que no hay exclusividad en la materia constituyente del fenómeno social. Al
revés, en el ámbito material los fenómenos sociales se cruzan, son interdisciplinarios o
sistémicos. Y la diferenciación y delimitación del campo de cada ciencia se da en
razón de los procedimientos y métodos con los que se trabaja el hecho social.
Conclusiones
Análisis jurídico