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TECNICAS DE TERAPIA FAMILIAR

S. MINUCHIN, H. CH. FISHMAN


PARADOJAS Por Peggy Papp
Olga Silverstein y Peggy Papp dirigieron el Ackerman Brief Therapy Project,

organizado en 1974. El propósito fue experimentar con el empleo de paradojas

para el tratamiento de familias con hijos sintomáticos.

El empleo que hacemos de las paradojas se basa en tres conceptos que

admitimos como supuestos: la familia es un sistema autorregulador; el síntoma es

un mecanismo de autorregulación y, por último, el concepto de resistencia

sistémica al cambio, que es consecuencia de los dos anteriores. Como el síntoma

se utiliza para regular una parte disfuncional del sistema, si el síntoma es

eliminado, esa parte del sistema quedara sin regulación.

Utilizamos las paradojas sobre todo como instrumento clínico para enfrentar esta

resistencia y evitar una lucha por el poder entre la familia y el terapeuta.

Las familias con hijos sintomáticos suelen presentar al terapeuta una demanda

contradictoria: piden que el síntoma se modifique, pero sin cambiar su sistema.

Uno de los rasgos que singularizan nuestro trabajo es el empleo diferencial y

alternado de las paradojas y otros tipos de intervención. La experiencia ha

demostrado que las paradojas ni son siempre necesarias, ni siempre deseables.

Nuestro criterio para su empleo se basa en la evaluación que hacemos del grado

de resistencia al cambio en la parte del sistema que el síntoma regula. Ponemos a

prueba esta resistencia por vía de ensayos; si se descubre sensibilidad a las

intervenciones directas, no habrá necesidad de recurrir a las paradojas.


Reservamos las intervenciones paradójicas para las pautas interactivas larvadas,

con larga data, repetitivas, que no responden a intervenciones directas como

serían las explicaciones lógicas o las sugerencias racionales.

Las intervenciones se pueden clasificar como directas basadas en la aceptación,

por el hecho de que el terapeuta espera que la familia las aceptara; y como

paradójicas y basadas en el desafío, por el hecho de que el terapeuta espera que

la familia las desafiara.

Intervenciones directas, basadas en la aceptación.

Por intervenciones directas se entienden consejos, explicaciones, sugerencias,

interpretaciones y tareas, que están destinadas a que se las tome literalmente y a

que se las respete como se las prescribió. Su objetivo es modificar de manera

directa las reglas o los roles de la familia.

Intervenciones paradójicas, basadas en el desafío

Es paradójica la intervención que, obedecida, tendrá por consecuencia lo opuesto

de lo que parece pretender. Su éxito depende de que la familia desafíe las

instrucciones del terapeuta u obedezca a ellas hasta un grado tan absurdo que se

vea obligado a retroceder.

Las tres principales técnicas utilizadas para idear y aplicar una paradójica

sistémica son la redefinición, la prescripción y la restricción.


La redefinición se propone modificar el modo en que la familia percibe el

problema. Redefinido el síntoma, deja de ser un elemento ajeno al sistema para

convertirse en parte esencial de él.

El terapeuta no intentara modificar el sistema directamente; más bien lo apoyara,

respetando la lógica afectiva interna con que se desenvuelve.

Las reglas secretas del juego se ponen de manifiesto y la familia se ve precisada a

asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

Para prescribir este ciclo es prerrequisito un conocimiento preciso de la relación

entre el síntoma y el sistema y el modo en que se activan entre sí.

En congruencia con los dos pasos anteriores, cada vez que la familia presente

signos de cambio, el terapeuta deberá refrenarlos. Si el síntoma es en efecto un

elemento esencial en el funcionamiento de este sistema, y el terapeuta respeta al

sistema, no podrá menos que lamentar cualquier cambio. A medida que la familia

se muestra renuente a esta prescripción y presiona en el sentido del cambio, el

terapeuta regula su ritmo.

Son posibles diversos errores en la aplicación de este procedimiento. El más

común es limitarse a prescribir el síntoma sin conectarlo al sistema.

Otro error común es limitarse a prescribir el sistema.

Inversiones, basadas en la aceptación y el desafío

En la inversión, el terapeuta imparte directivas a un miembro de la familia para que

se invierta su actitud o conducta en un aspecto decisivo, con la esperanza de


provocar de ese modo una respuesta paradójica en otro miembro de la familia. Se

basa al mismo tiempo en el desafío y la aceptación. Requiere la cooperación

consciente del miembro de la familia que recibe las instrucciones del terapeuta, y

el desafío del miembro de la familia que recibe los resultados de esa instrucción.

Las inversiones son útiles cuando uno de los miembros tiene una actitud de

cooperación y seguirá el consejo directo, mientras otro de los miembros ofrece

resistencia.

Las inversiones se pueden utilizar con eficacia para ayudar a los padres de hijos

rebeldes. Se pueden obtener en breve lapso resultados notables si los padres

están dispuestos a aplicar las instrucciones del terapeuta. Cuando se imparten

estas inversiones, no debe estar presente la persona situada en el extremo

receptor; en efecto, el éxito de la inversión depende de que esa persona sea

sorprendida y reaccione espontáneamente frente a un cambio inesperado de

actitud.

El grupo consulta como coro griego

Otro rasgo que singulariza nuestro trabajo es el empleo de un grupo de consulta

como refuerzo de las intervenciones del terapeuta. Este grupo se compone de

colegas que se turnan observándose del otro lado de un falso espejo. Este grupo

actúa como un coro griego: hace comentarios en el momento sobre la interacción

entre la familia y el terapeuta. Es la voz del profeta de la familia, que proclama las

verdades sistémicas en el seno de ella y predice el curso futuro de los sucesos. En


lo esencial se ocupa del fenómeno del camino sistémico. El grupo envía mensajes

regulares que son comentarios sobre este fenómeno: como se producirá, qué

consecuencias tendrá, quien será afectado por ese cambio, de qué manera y que

alternativas presentan.

Los mensajes se formulan en colaboración con el terapeuta quien tiene la última

palabra sobre su contenido y decide la posición que adoptada frente a ellos.

Según lo juzgue conveniente el terapeuta, el grupo se utilizara para apoyar,

enfrentar, confundir, cuestionar o provocar a la familia, mientras que el mismo

conserva su libertad para manifestarse de acuerdo con estas intervenciones u

oponérseles.

En ocasiones se recurre a él simplemente para elogiar o apoyar ciertos aspectos

de la familia que necesitan refuerzo.

En otros casos el grupo se emplea a modo de un sondeo de opinión pública, que

se expresa, por votación, sobre el curso del cambio. A medida que se avanza en

las sesiones, es posible que la opinión del grupo varié, según el sentido en favor

del cual quiera arrojar su peso.

Hay diversas maneras de dividir la opinión del grupo a fin de alcanzar un objetivo

terapéutico. A veces se lo divide por sexos para incrementar el incentivo de los

participantes en la batalla de los sexos.

En el grupo se construye una imagen especular de los temas conflictivos, que es

transmitida a la familia a modo de realimentación.


Puesto que la sorpresa y la confusión son elementos importantes en el proceso de

cambio, a veces se recurre al grupo para producirlas. Por ejemplo, enviara un

mensaje que despierte la curiosidad de la familia, encienda su imaginación o la

mueva a revelar información oculta. Estos mensajes a veces se formulan de

manera deliberadamente oscura para invitar a la familia a que llene los huecos.

Uno de los usos eficaces del grupo es la creación de un triángulo terapéutico

como consecuencia de un conflicto actual, planeado, entre el terapeuta y el grupo.

En este triángulo o usual es que el grupo adopte la posición de opuesto al cambio,

mientras el terapeuta, que es quien mantiene la relación personal con la familia,

toma la posición de protagonista del cambio. Por lo común, el grupo advierte al

terapeuta sobre las consecuencias del cambio sistémico y de continuo señala la

parte del sistema que trabaja contra este. El terapeuta oscila entre una postura y

la otra, al compás de los desplazamientos de la resistencia de la familia, ya

declarándose de acuerdo con el grupo o en desacuerdo con él.

Fidelidad a la paradoja sistémica

Después de formulada y pronunciada la paradoja sistémica, se presenta la difícil

tarea de mantenerse fiel a ella. Lo más probable es que la sesión siguiente la

familia no mencione el mensaje. Sus miembros recurrirán a diversos e ingeniosos

métodos para tratar de eliminarlo, ignorarlo, olvidarlo, desecharlo, contradecirlo,

hasta presentarse una crisis nueva que nada tiene que ver con el problema

originario. El paso siguiente exige que el terapeuta persista sin desmayo en su

definición circular del problema e introduzca una y otra vez la conducta de la

familia en el nuevo marco. La falta de convicción suele estorbar a los principiantes


la emisión de un mensaje paradójico, ya que hemos descubierto que por más

absurdo que suene el mensaje, algún miembro de la familia confirmara su validez.

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