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El cuento de la salud o ¿la salud es puro cuento?

Queko era un niño muy saludable, era rechoncho y carismático, con sus escasos 10 años
ya su piel vislumbraba estrías dado que sus fibras elásticas se habían empezado a
resquebrajar debido al enorme tejido graso acumulado debajo de esa morena piel.

Un día despertó desconcertado, llorando y muy angustiado, gritando a sus papás que fue
ran a ayudarlo.

Sus padres al escuchar los alarmantes gritos de su hijo se apresuraron a auxiliarlo, cuan
do llegaron a su recamara, el pobre Queko tenía la cara llena de sudor, y sus ojos aterro-
rizados solo expresaban lo espeluznante del sueño-pesadilla que había tenido.

- Hijo mío ¿Qué tienes, que te sucede? Preguntó muy alarmado el padre.
Sin dar tiempo a contestar, la madre igual de alarmada le preguntó a Queko
- Hijito ¿Dónde te duele, te pegaste o te caíste de la cama?
- No mamá, no papá es que soñé algo horrible.

El padre sin dar mucho crédito a las palabras de su asustado hijo respondió:

- Hijo, tranquilo, solo fue un mal sueño, no te preocupes, ven ayer te compré esas ricas
golosinas que tanto te gustan y que siempre me compartes.

En ese justo momento el pobre Queko rompió nuevamente en un angustioso llanto, sus
padres desconcertados se miraban uno a otro sin saber porqué esas palabras habían
provocado semejante reacción en su querido y único hijo.

Su mamá presta le llevó un vaso de agua y le pidió que por favor les relatara el tan
angustioso sueño, después de varios suspiros profundos Queko recuperó la calma y
comenzó su relato:

- Íbamos los 3 (refiriéndose a sus papás y a él) caminando por una ciudad muy distinta a
donde vivimos, la gente se veía algo rara, entonces vimos una tienda muy grande de
golosinas, yo, sin pensarlo 2 veces eche a correr hacia ella y entré a ese “paraíso” para
niños, cuando entré pensé para mis adentros “wow este es el sueño de cualquier niño”
Ni siquiera me percaté de que ustedes no podían entrar a la tienda, pues solo había niños
y los únicos adultos en la tienda eran los que despachaban ahí.

- Pero para mi sorpresa no entendía los letreros que tenían las golosinas, así que fui con
una señorita que se veía muy amable y le pregunté si podía decirme donde estaban los
“gansitos” ella me miró extrañada y solo acertó a decirme en un tono por demás
descortes:

- Vamos niño, ¿en que mundo vives? Aquí solo vendemos enfermedades empaqueta-
das, y los famosos gansitos de los que hablas están en la sección para nuestros futuros
diabéticos, aunque mira también tenemos sección para futuros cancerosos,
hipercolesterolémicos e hipertensos.

Yo me quedé con cara de no entiendo nada y ella al darse cuenta de ello me dijo:

- Mira los hipercolesterolémicos son aquellos a quienes sus arterias se les llenan de
grasa, se obstruyen y sufren del corazón cuando les va bien y si no del cerebro, los
hipertensos son aquellos que les sube mucho la presión arterial y con el tiempo se
destruyen sus riñones, nuestros productos con exceso de sal también contribuyen a eso.

Si vieras cuanta demanda tienen entre los niños de tu edad, pero también vendemos re
frescos, que junto con tus famosos gansitos preparan a los futuros diabéticos.

Los productos con exceso de chile y ácidos que producimos son excelentes para los que
ya a tu corta edad padecen gastritis sino una buena úlcera del estómago.

- No podía yo creer lo que estaba oyendo, ni tampoco podía creer que esas golosinas tan
ricas pudieran generarnos enfermedades a nuestra corta edad.

La señorita viendo mi cara de asombro y descontento me agarró del hombro y me dijo:

- Vaya eres uno de los pocos niños que parece preocuparse por su salud, con esa cara
podría apostar que no vas a comprar algo, afortunadamente no todos son como tú y se
llevan una gran cantidad de nuestros productos, créeme que sin niños como los otros ya
hubiéramos quebrado, pero sabes te diré un secreto: los papás ayudan mucho y estamos
muy agradecidos con ellos porque nuestra empresa es fuerte y próspera y genera gran
cantidad de empleos que contribuyen al progreso de nuestro país.

- ¿Puedo preguntarle algo señorita? Dije no muy convencido.

- Claro que sí, contestó ella muy amablemente, aquí lo más importante es el cliente.

- ¿Por qué no hay adultos comprando en esta tienda? Solo veo niños.

- Mira acompáñame -me dijo la señorita en un tono muy dulce.

Caminamos por varios pasillos y llegamos a un enorme aparador con un letrero que con
grandes letras decía: Sección de adultos.

- Aquí está la sección de adultos, como ellos ya no se tragan tan fácil el cuento de la co-
mida chatarra….

- ¿Comida chatarra? interrumpí intempestivamente, ¿eso es lo que nos venden?

- Bueno antes sí, pero la hemos adicionado con unas “vitaminillas, y calcio y no se que
otros cuentos y entonces las autoridades nos permiten venderlas porque adicionadas con
esos elementos pues ya no se consideran chatarra, ¿me entiendes verdad?

- Mira ahí están tus papás llevándose algunos de nuestros productos especialmente
producidos para ellos, aquí están los enfermos que preparamos en la infancia, pero pues
como debemos ser solidarios con ellos, y como sabemos que nuestros productos son de
tan buena calidad pues se los seguimos vendiendo pero ahora les hemos quitado el
colesterol, el azúcar, la sal etc, etc. y les hemos puesto antioxidantes para apoyarlos en
la recuperación de su calidad de vida. Pobres, tienen su salud tan deteriorada, pero algo
tenemos que hacer por nuestra gente.

- Me aventure a preguntar ¿Y venden cigarros?

- ¡¡Pero como se te ocurre pensar semejante barbaridad!! Nuestra ética no nos permite
envenenar la salud de nuestra futura juventud.
Fue ahí cuando desperté y tristemente me di cuenta de que este era el mundo que nos
han entregado los adultos.

Este es el mejor ejemplo de lo que puede hacer por su salud, así que la próxima vez que
vaya a comprar cigarrillos, mejor pida un caja de Epoc, la tienen en dos variedades
bronquitis crónica y enfisema, usted decide, pero si usted es algo indeciso y en su
familia hay antecedentes de cáncer, entonces no se preocupe la genética decidirá por
usted.

O bien pida una bolsa de gastritis o de diabetes, son muy populares porque éstas últimas
también se venden embotelladas.

Frase de Hoy: La salud no se vende, las enfermedades las consigue en la tienda de la


esquina y además en oferta. Dr. Héctor Pérez.

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