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INTRODUCCIÓN

Entre finales de los años ’70 y principios de los ’80 las empresas
públicas incrementaron drásticamente su endeudamiento en moneda
extranjera lo que afecto duramente su performance durante el 2º
decenio caracterizado por una aguda restricción externa. En el caso
argentino, el estallido de la crisis externa fue acompañado por una
severa crisis fiscal motivada por la estatización de la deuda externa
privada y el deterioro de varias fuentes de financiamiento utilizadas por
el Estado durante décadas. Con la crisis fiscal las autoridades
comenzaron a recortar indiscriminadamente y por lo tanto
irracionalmente, los gastos de las empresas públicas. En este contesto la
factibilidad de estrategias orientadas a recuperar a las empresas
estatales o de estrategias mixtas alternativas (incorporación de capital
privado, reconversión a un modelo de cooperativas de usuario, etc.) se
fue debilitando. La situación patrimonial de la mayoría de las empresas
estatales llega a un punto critico, la calidad de los servicios se deterioró
fuertemente, crecieron los signos de desaliento interno en las
organizaciones y finalmente de corrupción. El golpe definitivo a cualquier
política mas o menos matizada y gradual lo constituyo el episodio
hiperinflacionario de 1989 y su repetición al año siguiente esa
experiencia con sus consecuencias dramáticas, afinco en bastos sectores
un sentido de urgencia de las reformas estructurales y otorgo a la
propuesta de privatizaciones masivas una popularidad sorprendente: De
un modo u otro los cambios debían ser realizados bien o mal había que
privatizar.
Luego de asumir el anterior gobierno a mediados de 1989, ese mismo
partido elevo al Congreso un muy ambicioso programa de
privatizaciones que logro la aprobación legislativa prácticamente sin
oposición.
A partir de allí con la promulgación de la ley 23.696 de reforma del
Estado en agosto de 1989 se inicia una nueva fase en cuanto al papel
del sector público en Argentina, con la emergencia de nuevos mercados
para la actividad privada y de nuevas áreas privilegiadas con cuasi-
rentas extraordinarias y reserva de mercado.
En nuestro país en el que en 1990 el Estado ya no tenia acceso a
ninguna clase de financiamiento voluntario externo o interno, las
privatizaciones constituian (al menos para las autoridades) el único
instrumento disponible para evitar que se repitiera la experiencia
hiperinflacionaria: Si los activos públicos se intercambiaban por dólares
en efectivo el gobierno sé hacia de liquidez para cerrar transitoriamente
las brechas interna y externa, si los activos se intercambiaban por
papeles de la deuda publica interna o externa, el gobierno conseguía
algún saneamiento patrimonial del Estado y una mejor posición para
negociar un arreglo con los acreedores externos.

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En este aspecto cabe destacar que al iniciarse el proceso de
privatizaciones argentino, la política de enajenación de activos fue mas
una herramienta macroeconómica para estabilizar la economía que una
herramienta de la política de reforma estructurales orientada a
aumentar la productividad de la economía en el largo plazo. Sin
embargo las relaciones entre políticas de privatizaciones estabilidad y de
reformas han sido cambiantes en el tiempo. En una primera etapa
(1989-1990) las privatizaciones sirvieron para cancelar masivamente
deuda pública externa y acercarse así a una negociación con los bancos
acreedores que luego se plasmaría en la firma del plan Brady, en esta
etapa prevalecieron las ventas o concesiones globales, con una
desatención casi total por la formulación de marcos regulatorios; en una
segunda etapa (1991) la enajenación de activos públicos
(fundamentalmente reservas petroleras y el paquete minoritario de una
de las telefónicas) constituyo el financiamiento puente para un
programa de estabilización que había prometido formalmente no cobrar
el impuesto inflacionario pero que todavía no había equilibrado las
cuentas fiscales y requería por lo tanto de ingresos extraordinarios; en
la tercera etapa (1992-1993) al cobrar fuerza la estabilidad y declinar
las urgencias financieras el sector público, las autoridades ganaron
autonomía en el diseño de la política de privatizaciones y pudieron
atender algunos diferentes a los puramente macroeconómicos. Esos
objetivos fueron, sin embargo variados. En algunos casos sé priorizaron
las metas de eficiencia asignativa (gas, electricidad); en otros la meta
de obtención de fondos siguió siendo la principal, pero no para equilibrar
el presupuesto sino para usar esos fondos como instrumento político
electoral (caso de YPF) y se avanzo lentamente hacia la regulación de
algunos de los servicios públicos privatizados.
La consecución de programas de privatización constituye un hito
fundamental en la consideración de nuevas bases y condicione
refundacionales del desenvolvimiento económico y social del país. La
reestructuración y creciente subrogación del Estado, las nuevas formas
de inserción estructural y el patrón de comportamiento de los distintos
agentes económicos, la reconfiguracion regresiva y excluyente de las
sociedad son, entre otros, algunos de los elementos sustantivos sobre
los que seguirán estructurando los escenario futuros de la economía
Argentina. Así mismo tanto en el plan interno como en el ámbito
internacional, el desarrollo del programa contribuye de manera decisiva
a afianzar la confianza de la comunidad de negocios, favoreciendo el
ingreso de capital, el crecimiento del consumo domestica (y el
consiguiente aumento de la recaudación fiscal), la renegociación de la
deuda externa, el incremento de las reservas del tesoro, etc.

1. ¿que es la privatización?

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La Privatización es un proceso mediante el cual las tareas son
transferidas del sector público al sector privado. Este proceso permite a
los actores no gubernamentales intervenir cada vez más en la
financiación y prestación de servicios asistenciales, y conlleva la
introducción de cambios en las funciones y responsabilidades públicas y
privadas.

2. ¿Cómo se privatiza?
Ley 23.696; sancionada 17 de agosto de 1989, (promulgada al día
siguiente)

ART. 17.- MODALIDADES: Las privatizaciones reguladas por esta ley


podrán materializarse por alguna de las modalidades que a continuación
se señalan o por combinaciones entre ellas, sin que esta enumeración
pueda considerarse taxativa:

1) Venta de los activos de las empresas, como unidad o en forma


separada.
2) Venta de acciones, cuotas partes del capital social o, en su caso, de
establecimientos o haciendas productivas en funcionamiento.
3) Locación con o sin opción a compra, por un plazo determinado,
estableciéndose previamente el valor del precio de su venta.
4) Administración con o sin opción a comprar por un plazo determinado
estableciéndose previamente el valor del precio de su venta.
5) Concesión, licencia o permiso.

ART. 18.- PROCEDIMIENTO DE SELECCION: Las modalidades


establecidas en el artículo anterior, se ejecutarán por alguno de los
procedimientos que se señalan a continuación o por combinaciones
entre ellos. En todos los casos se asegurará la máxima transparencia y
publicidad, estimulando la concurrencia de la mayor cantidad posible de
interesados. La determinación del procedimiento de selección será
justificado en cada caso, por la Autoridad de Aplicación, mediante acto
administrativo motivado.
1) Licitación Pública, con base o sin ella.
2) Concurso Público, con base o sin ella.
3) Remate Público, con base o sin ella.
4) Venta de acciones en Bolsas y Mercados del País.
5) Contratación Directa, únicamente en los supuestos de los incisos 2, 3,
4 y 5 del artículo 16 de la presente. Cuando los adquirentes
comprendidos en este inciso participen parcialmente en el ente a
privatizar, la contratación directa sólo procederá en la parte en que los
mismos participen.

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La oferta más conveniente será evaluada no sólo teniendo en cuenta el
aspecto económico, relativo al mejor precio, sino las distintas variables
que demuestren el mayor beneficio para los intereses públicos y la
comunidad. A este respecto, en las bases de los procedimientos de
contratación podrán cuando resulte oportuno, establecerse sistemas de
puntaje o porcentuales referidos a distintos aspectos o variables a ser
tenidos en cuenta a los efectos de la evaluación.
ART. 19.- TASACION PREVIA En cualquiera de las modalidades del
artículo 17 de esta ley se requerirá la tasación que deberá ser efectuada
por organismos públicos nacionales, provinciales o municipales. En el
caso de imposibilidad de llevar a cabo dicha tasación, lo que deberá
quedar acreditado por autoridad competente en informe fundado, se
autoriza a efectuar las Contrataciones respectivas con organismos
internacionales o entidades o personas privadas nacionales o
extranjeras, las que en ningún caso podrán participar en el
procedimiento de selección previsto en el artículo 18 de la presente ley.
En cualquier caso la tasación tendrá carácter de presupuesto oficial.

3.¿Quiénes compran?

La pregunta sobre quienes compran las empresas públicas, ha sido un


tema de debate en toda América Latina y en general, en todos los países
con programas importantes de privatización. Tres tipos de
preocupaciones han emergido fuerza:
a. Preocupación por la "extranjerización"

b. Preocupación por la "monopolización"

c. Preocupación por la "calidad del sector privado comprador"


Con respecto al tema de la "extranjerización" es evidente que la
privatización ha servido para captar y traer la región volúmenes
importantes de inversión extranjera. Pero eso ha sido un objetivo
expresamente deseado de la política. Más aún, la privatización (como se
refirió en otra parte) generalmente se ha desarrollado con el contexto
de un marco de políticas mucho más amplio que, entre otras cosas, ha
liberalizado de manera importante los códigos de inversión extranjera.
Pero la presencia de mayores montos de capital extranjero (que la
nación necesita) no puede confundirse con la "extranjerización" de la
economía en el sentido de que el estado o los nacionales pierden el
control sobre su economía. Tal cosa no es verdad por dos razones:
a. En primer lugar porque al mirar la forma como nacionales y
extranjeros han participado en procesos de privatización en
distintos países, se constata que en general los nacionales
han tenido un rol protagónico mucho mas fuerte.
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b. En segundo lugar porque al lado de los procesos de
privatización se ha producido una renovación del aparato
estatal, medido al menos en su capacidad regulatoria, que
lejos de debilitarlo lo ha fortalecido.

Si bien las privatizaciones en Argentina aún no han finalizado, puede


afirmarse que el núcleo central del proceso ya se ha concretado -tanto
en términos de sus valores como en cantidad de empresas traspasadas
al sector privado-. En particular, y como veremos más adelante, cerca
del 80% de los montos desembolsados por el sector privado para la
adquisición de empresas públicas se realizó entre 1990 y 1993.

En la actualidad sólo queda un pequeño núcleo de empresas a


privatizar, además de acciones remanentes aún en poder del Estado. A
este conjunto cabe agregarle algunas empresas provinciales cuya
privatización se encuentra en curso.

Estos aspectos conducen a concluir que la etapa de privatizaciones es


-en buena medida- una fase cerrada y -en este sentido- cabe la
realización un balance, al menos preliminar. En la literatura económica
de la presente década han abundado estudios sobre sus diferentes
impactos, tanto en términos del marco regulatorio, la competencia en
los mercados, los efectos fiscales, macroeconómicos, sobre el sector
externo, el consumo etc, realizaremos un balance cuantitativo que
permita analizar su impacto en función de los montos desembolsados,
tanto para la compra de las empresas como para su posterior
modernización y reconversión y las estrategias de los nuevos
propietarios.

Asimismo, la apertura del proceso de privatizaciones marcó el inicio de


la oleada de inversión extranjera de los noventa. La formulación del
programa de privatizaciones delineó un marco legal estructurado de tal
manera en que el capital extranjero asumiría un rol protagónico en
tanto, en muchos casos, la presencia de operadores extranjeros en los
consorcios conformados para la participación en las diferentes
privatizaciones fue estipulada en los pliegos de condiciones. Exponemos
el análisis de la incidencia de las privatizaciones en la oleada de
inversión extranjera de la década del noventa.

Las privatizaciones en cifras


1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998* TOTAL

Extranjera 1,548 470 2,068 3,181 386 1,202 228 1,111 247 10,440 57.4%

Nacional 933 633 1,935 1,270 229 193 145 249 89 5,676 31.2%

No determinada 0 1,227 830 0 0 0 0 0 0 2,057 11.3%

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TOTAL 2,481 2,330 4,832 4,451 615 1,395 374 1,360 336 18,17 100.0%
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Considerando las privatizaciones nacionales y provinciales, se han


realizado más de 150 operaciones. En esta cifra son incluidas las ventas
parciales de los paquetes accionarios realizadas por etapas (por
ejemplo, el 51% de la empresa eléctrica SEGBA fue privatizado en 1992
mientras que el resto fue adjudicado en 1995) y también aquellas
empresas que fueran segmentadas como resultado de la privatización
(por ejemplo, la vieja compañía Gas del Estado fue dividida en dos
empresas de transporte de gas y ocho distribuidoras).

Los montos recaudados en las privatizaciones en el período comprendido


entre 1990 y el primer semestre de 1998, tanto de empresas nacionales
como provinciales, ascendieron a 18.173 millones de dólares (cuadro 1).
Si se consideran los pasivos transferidos, el resultado neto de las
privatizaciones supera los 23 mil millones de dólares. Para realizar estos
cálculos se tuvieron en cuenta los pagos efectuados mediante títulos de
deuda según su valor de mercado en el período respectivo.

De los poco más de 18.000 millones de dólares desembolsados por los


nuevos propietarios, 15.600 millones de dólares (el 86%) corresponde a
privatizaciones nacionales, mientras que el 14% restante fue recaudado
en privatizaciones encaradas por gobiernos provinciales (cuadro 2).

El año en que más se recaudó fue 1992 (26,6% del total) y cabe
destacar que el grueso de las privatizaciones se realizó con suma
celeridad, al punto que a fines de 1993 ya se había recaudado el 78%
del total correspondiente al período comprendido entre el año 1990 y el
primer semestre de 1998.

Desde un punto de vista sectorial, los montos desembolsados se


concentran en empresas energéticas y extractivas, que absorben el 69%
del total, seguido por transporte y comunicaciones con el 24% (cuadro
3). Es importante señalar que una parte significativa de las
privatizaciones no implicaron desembolsos directos por parte de los
compradores. Tales son los casos de las concesiones de ferrocarriles,
subterráneos y obras viales, aeropuertos y correo, entre otros, en los
que sólo se exigieron compromisos de inversión y el pago de un canon.
La inversión de las empresas privatizadas

En función de la información registrada en la Base de Inversiones del


CEP, se realizó una clasificación del total de inversiones de acuerdo a su
vinculación con las empresas privatizadas. Este ejercicio arroja
resultados muy importantes en tanto, en virtud de la información
relevada, el 37,8% de las inversiones registradas corresponde a
proyectos de inversión concretados por empresas privatizadas
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Analizando las distintas modalidades de inversión correspondientes a la
metodología utilizada por el CEP puede comprobarse que el 11,4% de
los montos involucrados en operaciones de fusiones y adquisiciones
correspondió a paquetes accionarios -totales o parciales- de empresas
privatizadas. Asimismo, observando las inversiones destinadas a la
formación de capital (nuevas plantas y unidades productivas,
comerciales y de servicios, y ampliaciones de otras ya existentes) el
resultado es aún más elocuente: el 49,8% de dichas inversiones fue
concretado por parte de empresas privatizadas.

Participación de empresas extranjeras

Dado que aproximadamente el 30% de los montos desembolsados en


las privatizaciones se concretó mediante la colocación de acciones en la
Bolsa, no se ha podido determinar con exactitud la participación del
capital extranjero en las privatizaciones. Considerando sólo aquellas
partes en que fue posible determinar con precisión el origen del
inversor, se observa que el 57,4% del total (en valor) traspasado al
sector privado ha sido adquirido por empresas extranjeras. Si se excluye
del análisis a las privatizaciones realizadas a través del mercado bursátil
la porción correspondiente a empresas extranjeras asciende al 66,3%.
De este modo puede obtenerse una idea aproximada de la participación
extranjera en el proceso: entre un 57,7% y un 66,3% de los
desembolsos fue realizado por inversores extranjeros.

Sin considerar las privatizaciones realizadas vía bursátil (dadas las


dificultades de asignación ya señaladas) puede observarse un alto grado
de concentración en el origen geográfico de las empresas participantes
del proceso de privatizaciones. Seis países (EE.UU., España, Chile,
Italia, Gran Bretaña y Francia) absorben el 93% de los montos de
privatizaciones aportados por inversores extranjeros (cuadro 6). EE.UU.
ha sido el primer inversor extranjero acumulando el 47,1% del total,
seguido por España con el 11,3%; Chile con el 11,1%; Italia (8,4%);
Gran Bretaña (7,7%) Francia (7,5%) y Canadá (3,3%).

Las inversiones estadounidenses se encuentran diversificadas hacia


diferentes sectores, prevaleciendo petróleo y gas, energía eléctrica y
transporte y distribución de gas. Los inversores españoles se
concentraron en transporte, energía eléctrica, comunicaciones, petróleo
y gas, transporte y distribución de gas y también participan en agua y
saneamiento. Las inversiones chilenas se dirigieron casi exclusivamente
al área de energía eléctrica mientras que las de Italia, hacia el sector de
transporte y distribución de gas, concesiones de obras viales,
comunicaciones energía eléctrica. En el caso de Francia se destacan
agua y saneamiento, energía eléctrica, comunicaciones, petróleo y gas y

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siderurgia. Finalmente, los inversores británicos tuvieron preferencia por
las empresas petroleras, agua y saneamiento, energía eléctrica y
distribución de gas

Las empresas privatizadas en la estructura empresarial local

Las privatizaciones tuvieron un alto grado de incidencia en la


conformación de los segmentos sectoriales y empresariales mejor
posicionados. Analizando las características de las primeras 200
empresas, ordenadas en función de sus ventas anuales, el primer
resultado emergente es un proceso de terciarización, motorizado –en
gran medida- por el ascenso de las empresas privatizadas y su
segmentación antes mencionada. La terciarización de este segmento del
empresariado local puede verificarse en términos de una mayor
participación de empresas de servicios en el total en detrimento de
empresas industriales y primarias, así como también en términos de una
mayor participación de la facturación de las empresas de servicios en la
facturación del total de este núcleo más dinámico del empresariado. La
segmentación de las empresas ha sido determinante en este proceso en
tanto el crecimiento de las múltiples empresas de servicios resultantes
del proceso de privatizaciones desplazó del núcleo mejor posicionado a
una gran cantidad de empresas industriales y primarias.

Este fenómeno da cuenta del fuerte peso que han adquirido las
empresas privatizadas en la estructura económica. Tomando como
referencia al año 1997 puede verificarse una alto grado de incidencia de
las empresas privatizadas en las ventas totales del período. En efecto,
de los 76.130 millones de dólares vendidos por las primeras 100
empresas, el 24,7% correspondió a ventas realizadas por empresas
privatizadas. Considerando los resultados obtenidas por ese mismo
conjunto de 100 empresas la contrastación es aún más elocuente.
Mientras la suma de los resultados de las primeras 100 empresas
asciende a 3.647 millones de dólares, los de las empresas privatizadas
correspondientes a ese mismo grupo ascienden a 2.346 millones de
dólares, es decir, el 64,3% del total.

Reforma del Estado. Privatizaciones Provinciales


El proceso del Reforma del Estado Nacional, a partir de la Ley N° 23.696
de 1989, y la profunda transformación de la economía argentina hicieron
necesario extender el proceso de reforma al ámbito provincial. A tal
efecto, el Gobierno Nacional firmó con las provincias, en agosto de
1993, el Pacto Federal para el Empleo, la Producción y el Crecimiento.
En dicho convenio, y con el objeto de alinearse con los avances
alcanzados por la Nación, las provincias se comprometieron a derogar
y/o modificar impuestos y a implementar un programa de
privatizaciones de sus empresas públicas.

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De esta forma, el Pacto Fiscal Federal fue el marco legal con el que se
dio inicio a la transformación de los Estados Provinciales. La
desregulación de actividades económicas y profesionales, la eliminación
de impuestos distorsivos y el proceso de privatizaciones fueron acciones
adoptadas tanto para bajar los costos de producción del sector privado,
como para reducir el déficit fiscal, mejorar la calidad de los servicios
prestados, disminuir el costo de los servicios básicos y contribuir al
fortalecimiento del mercado de capitales.
Si bien algunas provincias ya habían dado los primeros pasos en el
proceso de privatizaciones, es a partir de 1995, y a instancias de la
crisis provocada por el denominado "efecto tequila", que se adopta una
firme decisión política para la reforma del Estado por parte de las
autoridades provinciales. El instrumento creado para tales efectos fue el
Fondo Fiduciario Para el Desarrollo Provincial.
La privatización de los bancos provinciales, de las empresas públicas de
agua y energía y el traspaso a la Nación de las cajas jubilatorias
provinciales, constituyen pasos fundamentales en la reestructuración y,
consecuentemente, en el mejoramiento de las finanzas públicas
provinciales.
En todos los casos es necesario que la provincia dicte una ley específica
para cada privatización y defina los marcos regulatorios, pero en el caso
de los servicios públicos de distribución de electricidad y agua, ello es
particularmente importante. Para su transferencia a manos privadas se
crearon unidades de negocios atractivas desde la perspectiva de los
potenciales inversores. En el caso de la energía eléctrica y del agua se
concesionan los activos por períodos extensos, en tanto que en el caso
de los bancos se realiza la venta de activos y pasivos.
La privatización o cierre de los bancos provinciales y municipales, así
como la privatización de las empresas públicas de agua y energía y el
traspaso a la Nación de las cajas de jubilaciones provinciales,
constituyen pasos importantes en la reestructuración y,
consecuentemente, en el mejoramiento de las finanzas públicas
provinciales.

PRIVATIZACIONES Y CONCESIONES

Cuando se suscribió el Pacto, además de los compromisos provinciales


de modificar sus estructuras impositivas y desregular su actividad
económica, se estableció otro gran objetivo.

En efecto, un inciso del Acto Declarativo Primero del Pacto, se incluye


entre los compromisos el de "Propender a la privatización total o
parcial , a la concesión total o parcial de servicios, prestaciones u obras,
cuya gestión actual se encuentre a cargo de las provincias o a la

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liquidación de las empresas, sociedades, establecimientos o haciendas
productivas cuya propiedad pertenezca total o parcialmente a las
provincias".

Dentro de este marco la mayor parte de las provincias argentinas,


aunque con cierto grado de heterogeneidad , han logrado progresos en
los procesos de privatización o concesión de las distintas empresas y
entes públicos.

Al respecto, cabe mencionar que en los tres principales rubros a


privatizar -bancos, empresas de energía eléctrica y empresas de
provisión de agua potable-, se han verificado avances significativos.

En el primer caso, con excepción de los bancos de las provincias de


Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Neuquen, los restantes han sido
privatizados o están en proceso de privatización.

Si bien la modalidad adoptada para la privatización de los bancos


provinciales no ha sido uniforme, en general la mayor parte del capital
accionario se deja en manos privadas, manteniendo el estado provincial
una participación menor, complementada por una pequeña participación
de los empleados de esas instituciones financieras a través de
Programas de Propiedad Participada.

En el caso de las empresas proveedoras de energía eléctrica el avance


ha sido igualmente importante, sobre todo teniendo en cuenta que
muchas de las provincias que no han privatizado el servicio
(generalmente por la imposibilidad práctica de hacerlo) han
descentralizado su prestación hacia cooperativas que funcionan en los
municipios y comisiones de fomento. Este es el caso de las provincias de
Chubut, La Pampa, Neuquen, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Además de
las mencionadas, aún no han privatizado la prestación de este servicio
ni cuentan con leyes de privatización y marco regulatorio, las provincias
de Córdoba, Santa Fe y Chaco.

En este rubro, el avance más importante se produjo durante el corriente


año, con la adjudicación a grupos privados de los servicios de
distribución de energía eléctrica en la provincia de Buenos Aires, que
prestaba la Empresa Social de Energía de Buenos Aires (ESEBA).

Con relación a las empresas proveedoras de agua potable cabe efectuar


apreciaciones similares a las realizadas en el caso anterior. En efecto,
algunas provincias que aún no han privatizado el servicio ni cuentan con
leyes de privatización o marco regulatorio, han descentralizado su
prestación hacia cooperativas en municipios y comisiones de fomento.
Esta es la situación de las provincias de Chubut, La Pampa, Neuquen,
San Luis, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Junto con las señaladas, Chaco,

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Río Negro y San Juan aún no han iniciado el proceso de privatización de
este servicio.

El avance de mayor significación respecto a la prestación de este tipo de


servicio se produjo con la transferencia a manos privadas de la
Dirección Provincial de Agua y Saneamiento (DIPAS) de la provincia de
Córdoba durante el transcurso del presente año. En Abril de 1997 la
provincia y directivos del consorcio Aguas Cordobesas, liderado por
Lyonnaise Des Eaux de Francia, suscribieron el contrato de concesión
por treinta años del servicio de agua potable en la ciudad de Córdoba.

Cabe señalar, asimismo, los significativos pasos que se han dado en


idéntico sentido en la Administración General de Obras Sanitarias de la
provincia de Buenos Aires, al aprobarse el marco regulatorio para la
prestación de los servicios de agua potable y desagües cloacales. Para
ello se creó el Organismo Regulador Bonaerense de Aguas y
Saneamiento, el cual se constituirá en autoridad de aplicación del marco
regulatorio.

Igualmente importante resultó la autorización al Poder Ejecutivo


Provincial para otorgar en concesión por el término de hasta treinta
años, por el sistema de licitación pública, los servicios a cargo de la
Administración General de Obras Sanitarias de la provincia de Buenos
Aires.

Además de los tres rubros principales mencionados se han privatizado o


concesionado en los estados provinciales numerosos entes o empresas
de diversa índole. Ello ha ocurrido con Hoteles, Hosterías, Casinos,
Terminales de Ómnibus, Canales de Televisión, Puertos, Servicios
Aéreos y Ferroviarios, etc. El avance ha sido sustantivo si bien aún
quedan algunos de ellos por ser transferidos a manos privadas.

En síntesis, en materia impositiva se observa que el grado de


cumplimiento de los compromisos asumidos es dispar. Mientras que las
derogaciones o exenciones en concepto de Impuesto de Sellos
(compromisos inmediatos), Impuestos Específicos y Débitos Bancarios
han sido de aplicación generalizada y, en su mayor parte, se han llevado
a cabo en los dos años siguientes a la suscripción del Pacto, en el resto
de los puntos se aprecian comportamientos heterogéneos.

Sobre dichos comportamientos han tenido gran influencia las sucesivas


prórrogas establecidas mediante Leyes aprobadas en el Congreso
Nacional, las que han permitido posponer en algunos casos el
cumplimiento de las medidas comprometidas al suscribir el Pacto Fiscal.

En cuanto al proceso de privatizaciones y concesiones, todavía


permanecen en la órbita estatal algunos organismos provinciales de
relevancia. No obstante, resulta innegable que en los poco más de tres
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años transcurridos desde la firma del Pacto Federal para el Empleo, la
Producción y el Crecimiento, se han producido progresos importantes en
los estados provinciales, que han cambiado su fisonomía y han
contribuido a mejorar su situación fiscal.

Regulación de los servicios públicos privatizados

Las funciones de regulación del Estado se definen como aquel conjunto


de atribuciones e instrumentos necesarios para el seguimiento y
supervisión del cumplimiento de normas impuestas en beneficio de la
comunidad (control ambiental, la seguridad de transito, etc.) incluyendo
la prestación de servicios públicos transferidos al sector privado. Estas
funciones de regulación son indelegables ya que están orientadas a
preservar el “bien común” y son parte del “Estado mínimo”, aun en las
economías más liberales. Con la transferencia de las empresas publicas
a agentes privados aparece también la necesidad de proteger los
derechos del consumidor y, a partir del simultaneo impulso
desregulador, se suma el objetivo de promover la competencia donde
esta resulte posible.Los conflictos de interés han impedido la
constitución de tales agentes en la aeronavegación comercial, el sector
de refinación y comercialización de petróleo y la producción de gas, el
transporte multimodal en e conurbano bonaerense, los puertos y vías
navegables, y otras áreas.

Incidencia en las finanzas publicas

Cuando la transferencia de los activos públicos sirvió al propósito de


cancelar la deuda externa, el efecto favorable sobre la solvencia del
Estado estimuló el ingreso de capitales; cuando la transferencia se hizo
contra pagos en efectivo para financiar desequilibrios fiscales
transitorios, ello derivo en expansión monetaria y crediticia y
consecuentemente en apreciación real. Cuando en 1992 el gobierno ya
había alcanzado el equilibrio presupuestario, fue cuando comenzaron a
incrementarse las inversiones extranjeras directas vinculadas al
compromiso de modernización de la infraestructura asociado a las
privatizaciones. A ello se le sumó en 1992 y 1993, otro factor que
aceleró la apreciación cambiaria: las privatizaciones orientadas a
cancelar deuda pública interna.

Efecto fiscal

• El gobierno se desprende de empresas que no están generando


utilidades netas.

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• A cambio de los activos reales y fundamentalmente a cambio del
derecho de operar en un mercado protegido, el sector publico
obtiene tres contrapartidas:

1. Divisas en efectivo
2. Títulos de la deuda pública ( con consiguiente ahorro en el
servicio de la misma)
3. Una corriente de ingresos tributarios (básicamente en la
futura recaudación del impuesto a las ganancias) asociada al
hecho de que bajo la administración privada la empresa
generará utilidades.

• El Estado obtiene un beneficio fiscal adicional, porque cede un plan


de inversiones que no habría podido encarar pero del cual era
socialmente responsable.

El impacto sobre las finanzas publicas según el horizonte temporal,


podemos señalar que el efecto fiscal e es especialmente positivo en el
corto plazo cuando se reciben los pagos en efectivo. Pese a que en el
largo plazo no se dispone de estos pagos en efectivo, el efecto fiscal
sigue siendo positivo, ya que al no existir un sacrificio de utilidades de la
s empresas bajo operación estatal, solo se renuncia a la recaudación
impositiva bajo operación estatal para obtener un ahorro de servicios de
la deuda un ahorro de inversiones que el Estado se evita financiar y la
recaudación impositiva generada bajo operación privada.
A pesar de que el efecto fiscal de las privatizaciones argentinas es
positivo, en general en las operaciones concretadas en el periodo
1989/90 el Estado no pudo obtener un precio “justo2 por los activos
vendidos. En efecto, si por precio “justo” de un activo entendemos el
valor actual de los beneficios futuros (descontados a un tasa que refleje
el riesgo-país) que el mismo va ha generar, encontramos que en el caso
argentino existen razones que impidieron captar ese precio. Entre estas
razones se destacan la falta de marcos regulatorios claros.

Efecto sobre la inversión

El impacto de las privatizaciones sobre la inversión puede dividirse en


dos, uno indirecto y otro indirecto. El efecto directo mide el cambio de
la formación de capital en los propios sectores privatizados y tiene
signo positivo, ya que los operadores privados están obligados a
realizar inversiones de envergadura, que el Estado no habría podido
afrontar debido a su restricción de endeudamiento.
El efecto indirecto, mide el impacto sobre la inversión en otros sectores
de la economía y puede a su vez descomponerse en un efecto de signo
negativo y otro de signo positivo. El efecto negativo se relaciona con la

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forma en que se financian las inversiones destinadas a rehabilitar y
expandir el capital en los sectores privados. En la mayoría de los casos
tales inversiones son financiadas predominantemente con las utilidades
retenidas emergentes de las nuevas regulaciones y de los ajustes
tarifarios.
El autofinanciamiento se logra a través de un cambio de precios
relativos que reduce la rentabilidad de los sectores preestablecidos. El
aumento en las tarifas de los servicios públicos y la caída del tipo de
cambio real pueden reducir la inversión en otros sectores.
Existe un efecto positivo relacionado con tres factores. Primero, la
compra de bienes de capital insumos domésticos realizada por las
empresas privatizadas puede incentivar la inversión en los sectores que
proveen tales bienes e insumos. Segundo, dado que las privatizaciones
tienen un efecto fiscal positivo. El consiguiente aumento en el ahorro
publico puede dar lugar a un incremento futuro en la inversión publica. Y
tercero, el “efecto confianza”.

Efecto sobre el sector externo

El efecto de las privatizaciones sobre el balance de pagos depende de


cuatro factores :
El ingreso de capitales por la parte de las operaciones abonada en
dólares.
1) El ahorro en servicios de la deuda externa ( debido al hecho de
que en varios caso parte del precio de venta se pagó con títulos
de dicha deuda)
2) Las utilidades netas remitibles al exterior por los nuevos
consorcios en los años futuros.
3) El impacto de la revaluación del peso (asociada a la política de
privatizaciones )
Sobre la balanza comercial.

Si la privatizaciones se llevan a cabo contra divisas en efectivo y estas


divisas no se invierten en actividades que aumenten la rentabilidad en el
sector de bienes comerciables desaparece el ahorro por servicios de la
deuda externa, pero se mantienen los efectos perjudiciales futuros (caso
petróleo). Por otro lado, si se privatizan o se concesionan servicios
públicos sin un marco regulatorio que defienda a lo usuarios, las
mejoras en la eficiencia productiva incrementan las utilidades remitibles
y, paradójicamente acentúan la restricción externa en lugar de
moderarla.

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CONCLUSION
El estudio del programa de privatizaciones reconoce razgos distintivos
que la diferencian de otras experiencias internacionales
contemporáneas.
El fenómeno mas destacado lo constituye la celeridad con la que se
hicieron las realizaciones. En poco mas de cuatro años fue transferida al
sector privado la casi totalidad de las empresas publicas productoras de
bienes y prestadoras de servicios que en su totalidad generaban cerca
del 8 % del PBI total y poco más del 20 % de la inversión global en el
país.
Esa celeridad sustentada en la premisa del corto plazo permitió
revertir en una primera instancia la crítica situación fiscal y de
financiamiento del sector público. Asimismo, a partir de la capitalización
de una importante cantidad de títulos de la deuda externa mejoró tanto
el posicionamiento argentino en los distintos ámbitos de renegociación
de la significativa deuda externa como las relaciones político-
institucionales con los grupos económicos locales y con los acreedores
externos. Por otro lado el fuerte apoyo de la "comunidad de negocios"
asociado al desarrollo del programa de privatizaciones favoreció el
ingreso de capitales que permitió elevar el consumo y los ingresos
fiscales a costa de un déficit creciente y una fuerte dependencia del
ahorro externo. A causa de la urgencia por transferir las empresas
públicas en el menor tiempo posible muchos objetivos oficiales no
pudieron alcanzarse y en otras ocasiones, las ventas fueron inferiores a
las que podrían haberse logrado con un programa de privatizaciones
gradualmente organizado. Entre todas las falencias podemos nombrar
las siguientes:
- El efecto positivo que apareció al corto plazo se vio neutralizado en el
mediano o largo plazo, la generalizada subvaluación de los activos
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transferidos redujo los ingresos fiscales, las exenciones y los beneficios
impositivos concedidos a algunos consorcios adjudicatarios contraen la
recaudación, la absorción de la casi totalidad de los pasivos de las
empresas transferidas supone futuros egresos fiscales en concepto de
amortización e intereses, etc.
- El efecto de la capitalización de títulos de la deuda externa se ha visto
más que compensado por el nuevo endeudamiento externo tanto por
parte de los consorcios adjudicatarios como por el propio sector público.
- Las mejoras relativas en el desempeño de algunas de las empresas
privatizadas son el resultado del profundo deterioro previo a su
transferencia al sector privado favorecida por las cuasi rentas
monopólicas garantizadas por contrato.
- La escasa atención brindada a la necesidad de regular determinadas
áreas privatizadas, la transferencia y consolidación de mercados
oligopolicos o monopólicos, el establecimiento de condiciones que
nulifican el riesgo empresario, la libertad en la fijación de las tarifas y
cuadros tarifarios de diversos servicios públicos, el escaso interés por
inducir licitaciones realmente competitivas; han contribuído a consolidar
el poder de mercado de unos pocos conglomerados empresarios
localizados en su mayoría en sectores que producen bienes y servicios
no transables en el ámbito internacional.
- Las deficiencias asociadas al tema de la regulación pública entre ellas:
• Las disposiciones tendientes a preservar el carácter
monopólico u oligopolico de las empresas privatizadas.
• La escasa protección a los consumidores frente al abuso
por parte de los consorcios adjudicatarios
• La frecuente reformulación de normas establecidas con
anterioridad a las licitaciones y que va en detrimento de
la credibilidad del sistema y puede vulnerar derechos
adquiridos.

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• La inexistencia de normas que garanticen la
independencia de los entes reguladores respecto de las
empresas privadas.
De todas maneras, queda claro que resulta cada vez mas imprescindible
la revisión analítica integral de la compleja trama normativa que regula
la operación de las empresas prestadoras de servicios públicos
privatizados.
La identificación precisa de las peculiaridades y deficiencias de y en cada
una de las privatizaciones concretadas a la fecha, es una tarea
impostergable en el plano político, económico y social.

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