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ESCUELA DE POSTGRADO
TESIS DE GRADO
LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL
PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL
DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS
2018
DEDICATORIA
Esta investigación se la dedico a los
hombres que ofrendaron su vida en la
Guerra del Pacífico en defensa de los
sagrados intereses de la Patria.
II
AGRADECIMIENTO
A mi familia, por su paciencia, comprensión
y apoyo en la consecución de mi objetivo
profesional.
III
RESUMEN
IV
ABSTRACT
The present research work tries to perform with the most possible
objectivity, the comparative analysis of the strategic approach and the operational
warfare of the forces in conflict in the different campaigns performed in the Pacific
War. To develop the research was necessary to review various sources, both
internationally and nationally, which present the main facts related to the Pacific War
in each of the campaigns that fought, in order to apply the method selected in this
investigation.
The method used is the Fundamental Military Principle. This method seeks
to establish if the operational strategic objectives were correctly select and achieved.
If the forces in conflict started from relatively favorable positions and if the
operational maneuvers they used allowed them to reach them; if the forces in conflict
distributed adequately their combative power and if they could sustain in the time the
strategic maneuver and finally; if the military commanders had an adequate freedom
of action.
To analyze the operational strategic objectives, they were submitted to the
principles of adaptability, feasibility and acceptability, to determine if they were
properly selected, if they should have been varied or not and if they were finally
achieved.
The Fundamental Military Principle has been applied in each campaign of
the Pacific War to determine the strategic approach and operational warfare of both
the Chilean and allied forces (Bolivian, Peruvian or Peruvian-Bolivian), achieving the
results presented to the end of the study.
Key words: War of the Pacific, strategic approach, operational warfare, forces in
conflict, campaign.
V
ÍNDICE
Página
DEDICATORIA II
AGRADECIMIENTO III
RESUMEN IV
ABSTRACT V
ÍNDICE VI
ÍNDICE DE TABLAS VIII
INTRODUCCIÓN IX
VI
CAPÍTULO IV. ANÁLISIS Y RESULTADOS 64
4.1 Descripción narrativa 60
4.2 Matriz de soporte de categorías (Unidades – temas – patrones) 292
CONCLUSIONES 297
RECOMENDACIONES 298
REFERENCIAS 299
ANEXOS
Anexo 1, Matriz de consistencia
VII
ÍNDICE DE TABLAS
Página
VIII
INTRODUCCIÓN
IX
adecuadamente seleccionados, si debieron variarse o no y si finalmente fueron
alcanzados.
X
La aproximación que se empleó para abordar el problema fue histórica, por
cuanto el tema de estudio está referido a la Guerra del Pacífico (1879-1883).
XI
peruanas o peruano – bolivianas); como patrones se considera el objetivo estratégico
operacional, las posiciones relativas favorables, la distribución del poder combativo y
la libertad de acción y en la descripción se definen cada uno de estos patrones.
XII
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
1
1.3 Objetivo
1.4.1 Conveniencia
1.4.2 Relevancia
1.4.3 Viabilidad
2
1.5 Limitaciones de la investigación
3
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO
4
El distinguido historiador naval Carlos López nos entrega una vez más una
de sus excelentes obras, esta vez ampliando su mirada hacia la historia
militar desde una perspectiva equilibrada empleando fuentes de los tres
países beligerantes de entonces. Estamos ante un libro objetivo, donde los
participantes en el conflicto iniciado en 1879 reciben un trato justo e
imparcial que describe sus luces y sombras. El tratamiento de los diversos
temas es muy adecuado para quien desee tener una visión completa de
este conflicto, sin entrar en detalles eruditos ni tratar de despejar aspectos
controvertidos a través de citas a fuentes primarias o por otros medios. Al
final del libro se insertan algunos documentos importantes como el Tratado
secreto entre Bolivia y Perú que sirve para entender el desencadenamiento
de esta guerra y el Tratado de Ancón mediante el cual se restablecieron
las relaciones de paz y amistad entre Chile y Perú, poniendo fin al conflicto.
Tal vez debió adjuntarse también el tratado que, con similar propósito,
firmaron Chile y Bolivia de 1904 y que es frecuentemente citado en
nuestros días. Como todos los libros de este autor, este es de fácil y
agradable lectura y está ilustrado por numerosas fotografías, mapas y
esquemas. Al final se agregan dibujos de armas y uniformes muy bien
logrados. Algunos de estos elementos gráficos son inéditos o raramente
publicados con anterioridad y traen un pie de ilustración que complementa
muy bien las imágenes. También se entrega al final una síntesis de las
características de las principales unidades navales y del armamento
portátil, tema este último que no se había tratado en las numerosas obras
de carácter general que existen sobre la época. Los capítulos están
precedidos por citas textuales de algún protagonista, historiador o literato
que, adecuada y pertinentemente, sintetizan muy bien lo que el lector
encontrará más adelante. (Tromben, 2004)
2.1.1.2 Andean Tragedy: Fighting the War of the Pacific, 1879-1884, (Sater,
2007).
5
De esta forma, se puede considerar la Guerra del Pacífico, junto a
la Guerra de Secesión de los Estados Unidos de América y la Guerra
Franco Prusiana, como antecedentes de la Primera Guerra Mundial (1914-
1918), que no fueron adecuadamente analizados y no se extrajeron las
lecciones aprendidas, puesto que los países europeos insistieron en
emplear antiguas tácticas propias de inicios del siglo XIX, sin considerar los
importantes avances tecnológicos de la época.
6
2.1.1.3 La Guerra del Pacífico (Bulnes, 1914)
7
operacionales fueron adecuadamente seleccionados; si las fuerzas en
conflicto partieron desde posiciones relativamente favorables y si las
maniobras operacionales que emplearon les permitieron alcanzarlas; si las
fuerzas en conflicto distribuyeron adecuadamente su poder combativo y si
pudieron sostener con el tiempo la maniobra estratégica; y, finalmente, si
las fuerzas en conflicto tuvieron una adecuada libertad de acción.
Esta obra, por la metodología que emplea, así como por el análisis
del planteamiento estratégico y conducción operacional de las fuerzas
navales, constituyó un excelente referente para el presente trabajo de
investigación.
8
en la conducción militar de la guerra, en lugar de dejarla en manos de los
profesionales militares, lo cual ocasionó grandes errores que costaron muy
caro.
9
En cuanto a la estrategia militar, indica que esta plantea el empleo
de las Fuerzas Armadas, la conducción de las operaciones, atributo del
comandante en jefe, para alcanzar el objetivo político, los fines de la guerra
señalados por la dirección de ella. A este le corresponde seleccionar, entre
los medios disponibles, los más eficaces y pertinentes para combinarlos de
manera que concurran a un mismo resultado: imponer la voluntad al
adversario. Analiza las condiciones y el carácter de la futura guerra
probable, los procedimientos para afrontarla, los principios de su utilización
estratégica y los fundamentos de su apoyo logístico. (Mercado, 2010, p.11).
10
libro tercero, de la Guerra del Pacífico, y con el fin de señalar desde el
comienzo las causas determinantes de los sucesos y del resultado final de
este conflicto bélico, se debería hacer un análisis y estudio muy extensos
sobre la miopía de los dirigentes y colaboradores militares, quienes, en el
lado de los aliados, no llegaron a entenderse para acordar a ciencia cierta,
y sobre seguro, las medidas necesarias e impostergables que exigía en ese
entonces la defensa nacional”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.15-16).
11
El autor describe de forma general la situación al inicio de la guerra:
“Tal era la situación de desarme total y absoluto descuido en que
encontraron al país el general Mariano Ignacio Prado, presidente de la
República y jefe supremo del Ejército, y los generales a quienes tocó en
suerte organizar y conducir, simultánea o sucesivamente, a las Fuerzas
Armadas del Perú”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.18).
El Teatro de Operaciones
12
dividir en un Teatro de Operaciones Marítimo, en el cual se llevó a cabo la
Campaña Naval, con la que se dio inicio a la conflagración, y el Teatro de
Operaciones Terrestre, donde se llevó a cabo las operaciones en tierra que
incluyeron la Campaña de Atacama, Tarapacá, Tacna, Lima y de la sierra.
El Teatro de Guerra
Antecedentes de la guerra
Luego de la conquista del Perú, se estableció el principal virreinato
de España en Sudamérica que indudablemente fue el del Perú, que abarcó
el periodo de tiempo comprendido entre los albores de la conquista (1533),
desde la designación de Francisco Pizarro como primer virrey del Perú,
hasta la capitulación de Ayacucho (1824) por parte del último virrey, José
de La Serna.
13
Durante todo este lapso de tiempo, el Perú fue el centro del poder
político, económico y militar de España en Sudamérica; cabe resaltar que
Bolivia no existía ni siquiera como una Capitanía General, sino era parte
del territorio del Virreinato del Perú. Asimismo, del Perú partió la expedición
de Diego de Almagro en 1536, que trajo como consecuencia la posterior
conquista de Chile.
14
zona de la frontera tripartita, especialmente en Atacama y Tarapacá: el
guano y el salitre.
La guerra
Campaña de Atacama
El 14 de febrero de 1879, se hicieron presente en Antofagasta, los
blindados chilenos Blanco Encalada y Cochrane, así como la corbeta
O’Higgins. Transportaban a quinientos soldados al mando del coronel
Sotomayor, quien tenía la misión de tomar el puerto y subrogar a las
autoridades bolivianas. El prefecto Zapata entregó la localidad al
comandante de las fuerzas invasoras. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56-57).
15
El ministro de Guerra de Chile, coronel Saavedra, se embarcó el 7
de marzo en Valparaíso, se trasladó a Atacama y desembarcó en el puerto
de Antofagasta el 11. El 16 del mismo mes dispuso que los buques envíen
marinería a tierra para apoderarse de Tocopilla y de Cobija, lo que se
realizó el 20 de marzo. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58).
Ocupación de Calama
16
Chile llegó a concentrar en Atacama importantes fuerzas, que no
guardaban proporción con la defensa que hubiera podido oponer Bolivia, y
que en realidad estaban dedicadas a la invasión de Tarapacá, utilizando la
provincia boliviana ocupada de Atacama, como zona de reunión del Ejército
de Chile.
La escuadra estaba lista para ir más al norte, tan pronto como dejó
en tierra los elementos de invasión, favoreciendo la concentración total de
las fuerzas.
Campaña naval
17
Combate de Chipana
18
Acciones posteriores
Poco podía satisfacer en Chile mismo esta actividad estéril de los barcos
chilenos, que no estorbaban operaciones de los nuestros, pudiendo
hacerlo. Después de declarada la guerra, el 12 de abril todavía salía del
Callao para Arica el contralmirante Montero, en el vaporcito Talismán,
llevando los primeros cañones Voruz para artillar el morro y 410 bultos
municiones y esa cáscara de nuez llenó su cometido, sin obstáculo en el
viaje de ida ni en el de vuelta, para seguir luego hasta Panamá a recoger
armas de Bolivia, que también llevó sin inconveniente a Arica. El Chalaco
trasladó las pocas y mal armadas tropas que existían de uno a otro puerto,
aun dentro de la zona que ocupaban los buques enemigos, el Limeña llevó
a esos mismos puertos soldados y artículos de guerra y todos iban y venían
sin saber el color de que los barcos chilenos estaban pintados. (Melo,
1980, p327-328).
19
Empecinada en entablar batalla con nuestras naves, la Armada de
Chile se dirigió al Callao en su búsqueda, dándose con la sorpresa que
habían zarpado hacia el sur llegando a cruzarse ambas escuadras durante
la travesía.
Combate de Iquique
20
por la fragata Independencia y el monitor Huáscar, quienes previamente
se habían trasladado a Arica convoyando al Oroya, Chalaco y Limeña.
Nuestros blindados se enfrentaron en Iquique con las naves chilenas que
estaban a cargo del bloqueo, la corbeta Esmeralda y la cañonera
Covadonga.
Cabe resaltar que este buque contaba con una remozada planta de
propulsión y con gran poder de fuego, por lo cual la historiografía peruana
coincide en lamentar la pérdida de esta nave, así como lo que significó para
el desarrollo del resto de la campaña naval:
La Independencia con las quince millas de andar que daban sus nuevas
calderas y tubos, con su cazador Vavasseur de ciento cincuenta libras y
siete cañones en cada banda de la batería; debía aplazar por mucho
tiempo la movilización de fuerzas enemigas por mar, y a desarrollarse en
forma más regular las operaciones del desgraciado 21 de mayo, nuestra
primera división naval hubiera llegado oportunamente a Antofagasta,
causando al enemigo daño tan grave que la paz se hubiera hecho camino,
acaso más facilitada en Chile, en donde había mayor número de personas
al corriente de la realidad de las cosas que en el Perú, en donde dominaba
criterio menos informado”. (Melo, 1980, p.3347).
21
guerra: “… la pérdida de la Independencia había destruido en el concepto
de las personas bien informadas, las pocas esperanzas que se fincaban en
las operaciones marítimas, sin las cuales las de tierra eran necesariamente
desventajosas”. (Melo, 1980, p.341).
Esta acción por parte del contralmirante Grau, ocasionó una seria
crisis política en Chile que desencadenó la caída del gabinete y el cambio
del Comandante de su Escuadra: “Las manifestaciones de alarma y de
descontento alcanzaron tan abrumadora magnitud, que para colmarla, el
presidente Pinto hubo de aceptar la dimisión del ministerio y reemplazar al
vencedor de Papudo con el capitán de navío Galvarino Riveros”. (Melo,
1980, p.349).
Esta determinación radical fue para el Perú tan funesta, como la nunca
bastante llorada pérdida de la Independencia. Solo la oclusión o congestión
cerebral constante, de que se decía víctima a Rebolledo, pudo prolongar
la fácil movilidad de las naves peruanas, descartando la incontestable
22
superioridad naval de Chile, que apenas los niños o los muy ignorantes en
asuntos de mar, podían desconocer. (Melo, 1980, p.349).
Combate de Antofagasta
23
Combate de Angamos
24
pudieran haber hecho gran daño a sus enemigos y probablemente usar su
espolón con éxito”. (Melo, 1980, p.375).
Bloqueo de Arica
25
El día 6 de junio se llevó a cabo el combate entre la escuadra
enemiga y los fuertes del puerto. Al día siguiente, se produjo el asalto y
toma de Arica, el monitor Manco Cápac fue hundido por su propia
tripulación mientras la lancha torpedera Alianza escapó hacia el norte y fue
volada por un torpedo aplicado por su propia tripulación.
Campaña de Tarapacá
26
de desembarcar en cualquier punto del litoral peruano, en busca de una
batalla decisiva. Mientras tanto, las fuerzas aliadas ocupaban Iquique, Arica
y Pozo Almonte, esperando también librar una batalla decisiva.
27
El director de la guerra y conductor de las operaciones, el presidente
Prado, formuló una concepción estratégica ofensiva que contemplaba la
reunión de los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones
y, eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero). Se iniciaría así una
contraofensiva concurrente con Buendía desde Pozo Almonte (al sur),
terminal de la línea férrea de Iquique al interior, y con Daza desde
Quebrada Camiña (al norte), para converger sobre Pisagua Hospicio -
Jaspampa, cortando la línea de retirada del Ejército chileno al mar. (p.40)
28
Desembarco chileno en Pisagua
En Pisagua:
Peruanos:
Bolivianos
29
Batallón Independencia (397 plazas)
30
Una vez debilitadas las defensas, las fuerzas chilenas intentaron
un segundo desembarco, el cual también fue rechazado enérgicamente, lo
que originó momentos de gran tensión en la oficialidad chilena, llegando a
discutir y cuestionar el lugar elegido para desembarcar las fuerzas de
invasión; ante esta situación, el ministro Sotomayor tuvo que poner orden
y sacar a relucir los plenos poderes de mando de que estaba investido por
el presidente de Chile y su gabinete, llegando a reprender al general
Escala, quien había decidido tomar un bote para acompañar a las fuerzas
de desembarco, a lo cual se opuso el ministro chileno. (Dellepiane, 2010,
Parte II, p.102).
31
Cabe destacar que el depósito de agua potable, las líneas
telegráficas y la línea férrea de Pisagua permanecieron intactos.
(Dellepiane, 2010, Parte II, p.111).
32
en esparcir la mala nueva que a poco fue objeto de discusión general,
produciendo el consiguiente desasosiego entre los subalternos y el más
completo desaliento en la tropa. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.183)
33
Sobre la dispersión de las tropas bolivianas, el coronel Suárez dice
en su parte general lo siguiente:
Batalla de Tarapacá
Desde Tarapacá ordenó Suárez al coronel Ríos, esta vez por telégrafo,
que dejara Iquique y que se reuniera al grueso. La Quinta División, que se
encontraba preparada para cualquier evento por los cuidados de su jefe,
dejó ese puerto el 22, pocas horas después de recibir la orden. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.221)
34
El 27 de noviembre de 1879, se produjo el encuentro de las fuerzas
peruanas que carecían de artillería y caballería contra las fuerzas chilenas,
resultando vencedoras las tropas peruanas.
Sin embargo, esta batalla constituyó una victoria táctica, “La batalla
de Tarapacá fue para los peruanos una magnífica victoria. Unidades
desprovistas de elementos de lucha, fatigadas, sin contar con caballería y
artillería, supieron batir a fuerzas adversas” (Dellepiane, 2010, Parte II,
p.247,248), que no modificó la situación en el teatro de operaciones “Pero
si el resultado fue brillante en el campo táctico, no modificaba en nada la
situación estratégica del Ejército de Tarapacá” (Dellepiane, 2010, Parte II,
p.247,248).
Campaña de Tacna
35
Debían asignarse fuerzas para resguardar las provincias de
Atacama y Tarapacá y trasladar al ejército de ocupación a una zona de
desembarco que sea apropiada para sus subsecuentes operaciones, por lo
cual eligieron al puerto peruano de Ilo.
36
La concepción estratégica peruana no estuvo claramente definida,
se cedió libertad de acción al enemigo, y los esfuerzos se redujeron a una
defensa táctica del terreno, antes de buscar la destrucción del enemigo.
37
Los chilenos se conformaron con el resultado que habían obtenido y no
emprendieron la persecución. Solo el 23 llegó Baquedano a Yacango y al
día siguiente volvió a su campamento del Alto de la Villa. (Dellepiane, Parte
III, 2010, pag.102-103).
A pesar de esta inactividad de Baquedano después de la batalla, los
chilenos quedaron dueños de Moquegua y de sus alrededores y no
tuvieron ya ningún temor para emprender operaciones sobre Tacna, dado
que el agrupamiento enemigo más próximo se encontraba en Arequipa.
(Dellepiane, Parte III, 2010, pag.103).
38
La batalla del Alto de la Alianza dio a los chilenos la posesión absoluta de
todo el sur del Perú, hasta la línea del río Moquegua, no quedaba en esta
región sino la débil guarnición de Arica que, materialmente, sería muy fácil
de dominar y las escasas tropas de Leiva, Ejército del Sur, que por diversas
circunstancias no presentaron combate. Este hecho de armas cortó
virtualmente la Alianza Perú-Bolivia, porque suprimió el punto principal de
contacto entre ambos países, dio lugar a que el invasor se estableciera en
cuña entre sus territorios, no dejando a los aliados más comunicación que
la que puede realizarse, a través de páramos helados y abruptas
montañas, siguiendo los interminables y difíciles senderos de las serranías
andinas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.185).
Toma de Arica
39
defensas de la posición, lanzarse al asalto para imponerse por la fuerza
gracias a la superioridad de sus efectivos, que acrecentarían poniendo al
servicio de estos las ventajas que proporciona la sorpresa. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.253).
Campaña de Lima
Tan pronto como la ocupación del sur del Perú por las huestes de Chile fue
un hecho, la opinión pública de este país volvió los ojos a Lima, donde
existía un nuevo Ejército peruano. Los conductores de la opinión pública,
sabiendo además que el presidente Pinto era opuesto a la campaña sobre
Lima, se dedicaron a exigir que esta se realizara con manifiestos fines de
oposición política al mandatario. (Dellepiane, 2010, Parte IV, pág. 23).
40
producirse el desembarco de 15000 chilenos en Curayacu y Chilca el 22 de
diciembre de 1880.
41
hombres. La línea defensiva peruana estaba visiblemente sobre extendida
y no estaba escalonada en profundidad.
Los peruanos sufrieron alrededor de seis mil bajas y los chilenos cerca de
cuatro mil. El material de artillería peruano se perdió casi en su totalidad.
El vencedor quedó en condiciones de entrar a Lima, luego hubiera
quebrantado la resistencia que opusiera en Miraflores el Ejército de
Reserva y las tropas de línea recobradas de San Juan. (Dellepiane, 2010,
Parte IV, p.139).
Batalla de Miraflores
42
al mismo tiempo partiendo del sur y del este, es decir, de Chorrillos donde
se encontraban y también de Ate, donde no tenían ningún elemento,
dispuso que este ejército se fraccionara en dos agrupamientos, como se
ha dicho. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 175-176).
Piérola ordenó que los once batallones de la reserva y las unidades del
sector de la izquierda, que no habían participado en la batalla, se
dispersasen y volviesen cada uno a sus respectivas casas. Esta orden se
43
impartió cuando todavía el sector de Miraflores oponía tenaz resistencia.
(Mercado, 2010, p. 114).
Un poco después de las 6 de la tarde, las tropas chilenas se hallaban
completamente en posesión de la línea de resistencia peruana, ocupaban
el pueblo de Miraflores, que había sido violentamente cañoneado por la
Escuadra, y, a lo lejos, veían desaparecer a uno que otro sobreviviente de
la defensa, que se esfumaba en las primeras sombras de la noche.
(Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 205-206).
Campaña de la Sierra
44
antes que se desarrollaran los sucesos políticos anteriormente citados,
algunas fuerzas peruanas se aproximaron cerca de Chosica, donde
hostilizaron a los destacamentos aislados de los chilenos”. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.13-14).
Combate de Sángrar
Una compañía del Buin que destacó Letelier a Sángrar, pueblecito situado
a tres leguas de Casapalca, mientras el grueso permanecía en ese lugar,
fue batida el 26 de junio por el coronel peruano Norberto Vento con cien
soldados del batallón Canta, combatientes en San Juan y Miraflores, y
cuarenta paisanos armados. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 15-16).
Campaña de La Breña
45
este tiempo, el general Cáceres había organizado algunas fuerzas, y
estableció su cuartel general en Matucana. Contra ellas se iba a lanzar
Lynch, comandante en jefe del Ejército de ocupación”. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.16-17).
Primeras operaciones
46
interior se inició a partir del 4 de enero. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 20-
21).
• Desarrollo
47
pérdidas en las filas peruanas alcanzaron a veintiún muertos y veintisiete
heridos; las de los chilenos pasaron de doscientos, lo que se explica por la
facilidad que tuvieron los defensores para hacer fuego, parapetándose en
posición dominante”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.27).
Combate de Acuchimay
Cáceres a la ofensiva
48
que dieran tiempo a que las fuerzas adelantadas tomaran espacio y
aprovecharan de los necesarios beneficios de la sorpresa, en que se
fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 29-30).
Combate de Marcavalle
Combate de Concepción
49
y después de un combate tenaz ocupaba esa localidad”. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p. 32).
Los chilenos cuentan como héroes a los cien soldados del Chacabuco que
formaban la guarnición y que quedaron íntegramente en el campo, en el
supuesto de que todos murieron luchando, hasta el fin. Pero lo que
sucedió, efectivamente, fue que los guerrilleros, excedidos por los ultrajes
que inferían los chilenos a los pobladores de la comarca, no dejaron un
solo sobreviviente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.32).
50
Estas informaciones hicieron modificar el plan original del comandante del
Ejército, que dispuso el refuerzo inmediato de la Primera División, enviando
treinta hombres del batallón Trujillo y la Columna de Honor, formada por
68 oficiales subalternos. Además del envío de refuerzos, dictó nuevas
órdenes tendientes a concentrar todas sus tropas sobre las fuerzas
enemigas que se hallaban más próximas, disponiendo que la Segunda
División secundara el ataque de la Primera, para lo que debía marchar de
Cajamarca por Chumbil, a fin de atacar San Pablo, simultáneamente, por
dos direcciones convergentes. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 38-39).
51
Vento se plegó en Canta al llamado de Iglesias y es batido por
Cáceres en enero de 1883, quien había conducido una marcha al norte del
país para someter a Iglesias.
Luego que los dirigentes chilenos iniciaron con Iglesias las primeras
conferencias para arreglar la paz, dictaminaron que para obtener
condiciones más ventajosas era necesario dominar todo asomo de
resistencia armada. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 58-59).
Como por ese tiempo solo Cáceres demostraba actividad, decidieron
emprender operaciones hacia el interior, para desbaratar a las tropas que
le obedecían. Al efecto, enviaron desde Lima importantes fuerzas, con la
misión de alcanzarlo y batirlo donde se le encontrara. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p. 59).
52
Ofensiva de Cáceres
Batalla de Huamachuco
53
la falta de municiones y de bayonetas, sumado al cambio de posición de
las piezas de artillería, ocasionó que los chilenos se percataran que las
fuerzas peruanas no puedan emprender la persecución por fuego ni
físicamente, por lo cual se lanzaron al contraataque general, el cual tuvo un
rotundo éxito. “La batalla hizo crisis en este momento y la victoria, ya
conquistada por los peruanos, se tornó en el más brusco y cruel desastre”.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p. 84).
54
había titulado ulteriormente, lanzó un vibrante manifiesto en el que ofrecía
continuar la lucha hasta rendir la vida. Poco después, desde Ayacucho,
pedía a Montero, presidente de la República en ejercicio, con sede en
Arequipa, que le remitiera a la División Canevaro, con la que contaba
reorganizar la defensa en el interior. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 86).
Ocupación de Arequipa
Sin embargo, los chilenos al mando del Coronel Del Canto, lograron
rodear la posición, por lo cual las tropas peruanas se retiraron hasta
Arequipa.
55
peligrosa situación en la que quedaban por el rodeo que no supieron
prever, se vieron obligados a evacuarla en la madrugada del 23 de octubre.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.90).
56
Fin de la guerra
57
al enemigo sin combatirlo” y “si no se puede evitar la guerra, ganarla lo
antes posible”. (Sun Tzu, 2010, p6).
58
2.2.3 Veinte claves para entender la guerra (Sohr, 2010)
59
terminar evaluando aspectos tan complejos como la inteligencia, la
diplomacia, las relaciones internacionales y los crímenes de guerra.
Arte operacional
Batalla
Campaña
Combate
Conflicto
Estrategia
La palabra estrategia deriva del latín strategia, que a su vez procede de dos
términos griegos: stratos (ejército) y agein (conductor, guía). Por lo tanto,
el significado primario de estrategia es el arte de dirigir las operaciones
militares. (Definición de 2017).
60
Estrategia de seguridad nacional
Arte de dirigir, orientar y coordinar todas las energías y fuerzas de la nación hacia la
consecución de los objetivos de defensa nacional. (Scribd, 2016)
Estrategia militar
Derivada de la estrategia de seguridad nacional, es el arte de contribuir con
el potencial militar al logro de los objetivos de la defensa nacional. (Scribd,
2016). Arte de dirigir las operaciones militares (RAE, 2016).
Expedición
Fuerza
Guerra
61
CAPÍTULO III
MÉTODO
62
3.2 Enfoque seleccionado
El enfoque seleccionado es el histórico, en razón que el tema de
estudio es la Guerra del Pacífico de 1879. El método seleccionado para
efectuar el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la
conducción operacional de las fuerzas del conflicto fue el Principio Militar
Fundamental.
3.3 Procesos para la recolección de datos
La recolección de datos se efectuó consultando diferentes fuentes,
principalmente impresas, como libros, revistas, documentos de archivos
históricos, artículos periodísticos, informes, documentales periodísticos,
publicaciones especializadas, estadísticas oficiales, entre otros. Para la
búsqueda de información secundaria se asistió a bibliotecas de diferentes
instituciones y se descargó información de internet.
No se realizaron entrevistas a historiadores ni especialistas en el
tema materia de la presente investigación.
63
CAPÍTULO IV
ANÁLISIS Y RESULTADOS
64
Pacífico. Esta debe ser su máxima ahora y ojalá la de Chile para siempre”.
(Mercando, 2010, p.27).
La doctrina Portales se implementó como política de estado de Chile en
el siglo XIX y se tradujo en objetivos nacionales claramente definidos. A la luz de
estos principios, Mercado, (2010), establece que Chile determinó el siguiente
objeto de la guerra:
El objetivo político de la guerra era la expansión territorial hacia el norte:
apropiación de las salitreras y el guano de Antofagasta y Tarapacá, a fin de hacer
frente a la difícil situación económica por la que atravesaba el país a
consecuencia de la guerra de 1866 y de su política armamentista”. (P.29-30).
65
“Ocupar militarmente el puerto boliviano de Antofagasta, posteriormente
las localidades de Tocopilla, Cobija y Calama, ejerciendo vigilancia por medio de
unidades navales sobre los puertos bolivianos”.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir sus propósitos,
tanto navales como fuerzas de ocupación. Para concretar la invasión de Atacama
empleó los blindados Blanco Encalada, Cochrane y la corbeta O’Higgins y las
unidades militares que a continuación se indican: Tres regimientos de línea
compuestos por 1,200 hombres cada uno, un batallón de artillería de Marina, un
escuadrón de cazadores a caballo compuesto por 600 hombres, un batallón de
policía y cuatro batallones de cívicos con 600 plazas cada uno. (Dellepiane,
2010, Parte I, p.62).
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los principales costos que se registran son siete bajas y algunos heridos
durante la ocupación de la localidad boliviana de Calama ubicada al norte del río
Loa, que fue defendida por un centenar de patriotas acaudillados por el abogado
66
Ladislao Cabrera que se enfrentó a las fuerzas chilenas organizadas en un
agrupamiento compuesto por 600 hombres al mando del Coronel Sotomayor.
(Dellepiane, 2010, Parte I, p.60).
Al margen de las escasas bajas producidas, los costos fueron aceptables,
ya que Chile logró su objetivo.
¿Se alcanzó?
67
puerto principal de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879, conduciendo a 500
soldados al mando del Coronel Sotomayor, quien tenía la misión de apoderarse
del puerto y subrogar a las autoridades bolivianas, la cual fue cumplida a
cabalidad. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56-57)
Una vez tomada Antofagasta, Sotomayor envió parte de su tropa a la
quebrada de Caracoles y al solar del Carmen para extender hacia el interior la
ocupación y cubrir Antofagasta ante un posible contraataque. (Dellepiane, 2010,
Parte I, p. 57)
El 15 de febrero, el blindado Blanco Encalada se trasladó frente a Cobija
para vigilar este puerto y el de Tocopilla y la corbeta O’Higgins fondeó en
Mejillones con el mismo fin, haciendo valer de esta forma el imperio de la fuerza
en todo el litoral boliviano. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57).
El 19 de febrero, se embarcó en Caldera el segundo batallón de línea
chileno y el 23 del mismo mes el tercero de línea. Ambos batallones se dirigieron
a Antofagasta, para extender la ocupación y tomar sólida posesión del territorio
invadido. Poco después, partió el cuarto de línea, el batallón Artillería de Marina
y otros cuerpos. De este modo, la invasión quedaba consumada, antes incluso
de que el gobierno boliviano, en La Paz, tuviese noticias claras de la realización
del desembarco chileno en sus costas. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57-58).
El ministro de Guerra de Chile, coronel Saavedra, se embarcó el 7 de
marzo en Valparaíso, se trasladó a Atacama y desembarcó en el puerto de
Antofagasta el día 11. El 16 de marzo ordenó que la marinería de los barcos
echara pie a tierra para apoderarse de Tocopilla y Cobija, lo que en efecto se
realizó el 20 de ese mes. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58).
El destacamento de Sotomayor, con un efectivo total de 600 hombres,
salió de Caracoles el 21 de marzo y el 23 llegó frente a Calama. El mismo día
emprendió el ataque contra los defensores de población, logrando ocupar esta
localidad, mientras las escasas fuerzas de resistencia bolivianas se retiraran con
dirección a Potosí. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58).
Después de esta acción, el coronel Sotomayor volvió al litoral, ahora sobre
Tocopilla, que alcanzó con fuerte escolta. El citado puerto ya estaba ocupado
por la marinería del Blanco Encalada. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.59).
68
Como se aprecia, la toma del puerto de Antofagasta, permitió a Chile tener
el control de la principal localidad boliviana y asimismo proyectar sus unidades
navales sobre los puertos de Cobija, Tocopilla y Mejillones, cubriendo de esta
forma el litoral boliviano.
La ocupación de la quebrada de Caracoles y el solar del Carmen, permitió
cubrir adecuadamente Antofagasta y la toma de Calama, anuló la posibilidad que
Bolivia concentre fuerzas al norte del río Loa.
Luego de ocupar Antofagasta para emplearla posteriormente como base
de operaciones avanzada, al igual que la quebrada Caracoles, las fuerzas
chilenas alcanzaron posiciones relativas favorables progresivamente con la
ocupación de los puertos bolivianos de Tocopilla, Cobija y Mejillones así como la
localidad de Calama. La maniobra estratégica operacional ofensiva permitió a
Chile lograr sus propósitos.
Hacer una apropiada distribución del poder combativo
Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo
y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la
maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y
soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento.
Para la ocupación de Antofagasta, Chile empleó 500 soldados
embarcados a bordo de sus unidades navales. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56).
Para la toma de los puertos de Tocopilla y Cobija, se empleó la marinería
de los buques chilenos. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58).
Para la ocupación de Calama, se emplearon las siguientes fuerzas:
Tres compañías del segundo de línea.
Una compañía del cuarto de línea.
Un escuadrón de cazadores a caballo.
Dos piezas de artillería de montaña.
Una compañía de pontoneros, que recibió el nombre de “Compañía de
Carpinteros”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.60).
Las tropas de ocupación de Atacama eran las siguientes en la segunda
quincena de marzo:
Regimiento 2 de línea (1,200 hombres).
69
Regimiento 3 de línea (1,200 hombres).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a la Armada y al Ejército de
Chile consistente en “Ocupar militarmente el puerto boliviano de
Antofagasta, posteriormente las localidades de Tocopilla, Cobija y
Calama, ejerciendo vigilancia por medio de unidades navales sobre los
puertos bolivianos”, fue correctamente seleccionado y asimismo, a la luz
de los resultados de la campaña de Atacama, se concluye que fue
ampliamente alcanzado.
70
La elección de Antofagasta como base de operaciones avanzada fue
acertada y la maniobra operacional realizada a través de una ofensiva
permanente, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.
El poder combativo de la Armada y el Ejército de Chile, fue
adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica
operacional de carácter ofensivo que fue sostenible en el tiempo y
permitió ocupar militarmente la provincia de Atacama.
No se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración
que afecten de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas,
pudiendo comprometerlas operacionalmente.
71
En respuesta, el 14 de febrero de 1879 Chile procedió a ocupar
militarmente la provincia de Atacama, lo cual constituye una tácita declaratoria
de guerra, puesto que atenta directamente a la soberanía, independencia e
integridad territorial de otro Estado, y finalmente Bolivia reaccionó declarando
formalmente la guerra a Chile.
A la luz de los hechos, es posible determinar el siguiente objeto de la
guerra por parte de Bolivia:
“Evitar la expansión territorial de Chile hacia el norte y la expropiación de
las salitreras y el guano de Antofagasta, por medio de la exigencia de garantías
de cumplimiento del Tratado de la Alianza suscrito con el Perú en 1873”.
72
“Reunir tropas en el interior del país para concentrarlas con las fuerzas
aliadas con la finalidad de librar una batalla decisiva que permita expulsar al
enemigo de los territorios ocupados”.
73
exigió al Perú que declare su neutralidad en la contienda, a lo cual se opuso, por
honrar el tratado defensivo firmado en 1873, con lo cual Chile tuvo el pretexto
perfecto para declarar la guerra al Perú e iniciar la campaña marítima.
La aptitud del objetivo estratégico operacional de Bolivia, estaba
supeditada a la participación del Perú en la guerra, a la reunión de las fuerzas
bolivianas con las peruanas en Tacna y al triunfo de las fuerzas aliadas en una
batalla decisiva; sin embargo se cumplieron solo las dos primeras condiciones,
debido a que las tropas chilenas consolidaron la ocupación de Atacama durante
los meses de febrero y marzo de 1879, sin embargo las bolivianas partieron de
La Paz el 14 de abril, logrando reunirse con las fuerzas peruanas en Tacna el 30
del mismo mes. Mientras tanto, la campaña naval se había iniciado el 05 de abril,
apenas Chile declaró la guerra al Perú, por lo que las fuerzas terrestres
contendoras esperaban los resultados de lo que suceda en esta campaña.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Bolivia no contaba con Marina y su Ejército estaba constituido por unas
cuantas unidades que apenas llegaban a 2,000 hombres (Dellepiane, 2010,
Parte I, p.63), el cual se encontraba en el interior del país. Era imprescindible
que logre reunir las fuerzas disponibles sumadas a las que pueda movilizar, con
las fuerzas peruanas, lo cual se produjo posteriormente.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los costos que sufrió Bolivia durante la campaña de Atacama fueron
aceptables, puesto que al no contar con fuerzas en la provincia litoral, solo un
centenar de patriotas ofrecieron resistencia en Calama, produciéndose pocas
bajas. La movilización del Ejército boliviano se produjo en el interior del país,
74
fuera del alcance de las armas chilenas, por lo que los costos humanos y
materiales durante la campaña fueron aceptables.
¿Se alcanzó?
75
Al producirse la ocupación chilena de los territorios ubicados al sur del
paralelo 23°, Bolivia tenía dos grandes desventajas: la primera que no contaba
con fuerzas capaces de hacer frente al enemigo y la segunda, que el lugar donde
se reunían tropas para la guerra estaba ubicado en el interior del país, a mucha
distancia del litoral, lo cual imposibilitaba un rápido despliegue de fuerzas que
hagan frente a las tropas invasoras y el punto de partida de las fuerzas bolivianas
constituía una posición relativa muy desfavorable para la consecución del
objetivo estratégico operacional planteado.
Chile, ni bien ocupó el puerto de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, se
preocupó por asegurar que no queden fuerzas de resistencia boliviana en
Calama por considerarlo un punto importante donde podían acudir tropas de
refuerzo, por lo cual aseguró el lugar que fue en donde se produjeron las
primeras acciones bélicas de la guerra.
Era deseo antiguo en Sotomayor la ocupación de Calama. La llamaba “el punto
más importante, por ser el que todos necesitan ya sea de la costa al interior o de
éste a la costa”. En realidad exageraba el valor militar de esa aldea. De una
opinión más exacta, era el comandante del 2do de línea don Eleuterio Ramírez,
que a la sazón residía con parte de su cuerpo en Caracoles, quien por
informaciones recogidas en buena fuente, la calificaba como un sitio desprovisto
de recursos y casi inútil para un ejército que viniera de Bolivia, por estar situado
a enorme distancia de las poblaciones de la altiplanicie. (Bulnes, 1914, p.173).
Sin embargo, la apreciación de la situación hecha por el presidente
chileno Pinto, era muy acertada, el consideraba que era sumamente difícil para
un ejército reunido en el interior del país, que pueda acudir a la provincia litoral
para hacer frente a la situación.
En medio de la confusión de ideas que reinaba en esos momentos, Pinto
contemplaba el problema con perfecta claridad. Creía imposible que un ejército
boliviano pudiese atravesar en cuerpo el enorme desierto que separa la
altiplanicie del litoral, careciendo de alojamientos, de víveres, de caminos. A lo
más, decía, podría venir en partidas. Esto en el supuesto que Bolivia tuviese un
ejército listo, lo que tampoco creía por los informes que había recibido. (Bulnes,
1914, p.180).
Asimismo, el presidente Pinto, consideraba más difícil aún que un ejército
reunido en Tarapacá pueda desplazarse hacia Antofagasta, debido a la
76
naturaleza del terreno y a las limitaciones logísticas. Es importante resaltar que
consideraba, en caso el Perú decidiese apoyar en la guerra a Bolivia, honrando
el tratado defensivo firmado en 1973, que las primeras acciones se desarrollarían
en el mar, y en caso el Perú logre la superioridad naval, no hubiese servido de
nada para Chile reunir fuerzas en Antofagasta.
77
tendríamos tiempo muy de sobra para enviar las fuerzas necesarias para
rechazar las que vinieran.
Si uno concibe que pudieran ocultarse los movimientos de un ejército que viniera
de Potosí a Calama, no sucede lo mismo con uno que saliera de Iquique en
dirección a Antofagasta. (Bulnes, 1914, p.180-181).
Asimismo, Bulnes (1914), indica que el presidente Pinto, con posterioridad
le repetía: “Agresión del interior no debemos esperarla. Cada día me persuado
más de esto. La primera campaña con el Perú sería marítima. Vencedores
nosotros en el mar, el campo de batalla será el Perú”. (p.181).
78
oficiales cuyos grados variaban entre subtenientes y capitanes, que servían
como soldados pero con sueldos adecuados a su antigua posición, que Daza
fijaba arbitrariamente. (Bulnes, 1914, p.165).
Esos oficiales eran el residuo de las conmociones internas, los estratos de
escalafones sucesivos que iban dejando en el subsuelo las revoluciones
victoriosas. (Bulnes, 1914, p.165).
El país valía mucho más que su gobierno. Conmovido en sus fibras más íntimas
por la ocupación de Antofagasta sus principales ciudades rivalizaron noblemente
por contribuir a la defensa nacional. La Paz organizó un cuerpo con jóvenes de
la clase superior y cuatro batallones de infantería, el Murillo, el Paucarpata, el
Victoria y el Independencia; Cochabamba otros cuatro, el Padilla, dos Aroma (el
Nro. 1 y 2), el Viedma y un escuadrón de caballería; Sucre otros dos, el Olañeta
y los Libres del Sur; Oruro, el Dalence; Potosí, los Vengadores. (Bulnes, 1914,
p.165).
Con algunos de estos cuerpos y con uno del ejército boliviano denominado
Franco-Tiradores de Antofagasta se formó una división a cargo del coronel don
Eliodoro Camacho, que figura en la guerra como personaje de primer término.
(Bulnes, 1914, p.166).
Este ejército entre el nuevo y el antiguo, ascendía a 7,000 hombres, sin contar
una 5ta división con habitantes del sur, a cargo del general don Narciso
Campero, oficial educado, bastante leído, que mandó en jefe el ejecito aliado en
la batalla de Tacna. (Bulnes, 1914, p.166).
Con la parte del ejército que no correspondía a las divisiones de Camacho y de
Campero se crearon cuatro más, mandadas, la 1era por el general don Carlos
de Villegas: la 2da, por el general don Casto Arguedas: la 3er, por el general don
Pedro Villamil: la 4ta, por el general don Luciano Alcoreza. Tomó el mando en
jefe el Presidente Daza al que servía de guardia personal un escuadrón de
caballería vestido con cascos y corazas que habían pertenecido a la guardia
imperial de Napoleón III. Daza en sus arengas apodaba a este escuadrón con el
nombre de inmortales, o “Décima legión de César” Como el erario estaba muy
pobre, el pueblo boliviano proporcionó animales para la movilización y ropa al
ejército expedicionario. En poco más de dos meses este ejército estuvo en
situación de marchar a la costa. (Bulnes, 1914, p.166-167).
Como se puede apreciar, en aproximadamente dos meses Bolivia llegó a
reunir un Ejército de 7,000 hombres sin contar con la división al mando del
79
coronel Narciso Campero y las cuatro divisiones adicionales, el cual sumado a
las fuerzas peruanas que debían reunirse con las bolivianas en Tacna, otorgaba
a los aliados razonables posibilidades de vencer en la guerra.
Sin embargo, cabe resaltar que la reunión de las tropas bolivianas con las
peruanas se produjo recién el 30 de abril de 1879 en Tacna, cuando las fuerzas
chilenas ya habían ocupado la provincia litoral de Bolivia y la campaña naval ya
se había iniciado tras la declaratoria de guerra de Chile al Perú y Bolivia
producida el 5 de abril de 1879.
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional consistente en “Reunir tropas en el
interior del país para concentrarlas con las fuerzas aliadas con la finalidad
de librar una batalla decisiva que permita expulsar al enemigo de los
territorios ocupados” fue correctamente seleccionado, y asimismo, a la luz
de los resultados obtenidos luego de la campaña, se concluye que no fue
alcanzado, puesto que la ocupación chilena se produjo entre febrero y
marzo de 1879; y las tropas bolivianas se reunieron con las peruanas
recién el 30 de abril en Tacna, habiendo salido de La Paz el 14 del mismo
mes.
Considerando las dificultades que representaba para un ejército
trasladarse tanto de La Paz como de Tarapacá a Antofagasta, se concluye
que las fuerzas bolivianas partieron de posiciones relativas totalmente
80
desfavorables para alcanzar sus objetivos, por lo cual lo único que les
quedaba era efectuar la movilización en el interior del país para organizar
un ejército que sea trasladado hacia una zona de reunión con las fuerzas
aliadas peruanas en la región de Tacna, a la espera de lo que suceda en
la campaña naval. La maniobra estratégica operacional no permitió a las
fuerzas bolivianas alcanzar posiciones relativas favorables, que posibiliten
la dislocación de las fuerzas chilenas durante la campaña de Atacama.
En cuanto a la distribución del poder combativo; el Ejército en el interior
del país que llegó a reunir aproximadamente 7,000 hombres en dos
meses, sin contar con la división al mando del Coronel Narciso Campero
y las cuatro divisiones adicionales, el cual sumado a las fuerzas peruanas
que debían reunirse con las bolivianas en Tacna; fue adecuadamente
empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de
carácter defensivo, que otorgaba a los aliados razonables posibilidades
de vencer en la guerra. Sin embargo, la maniobra estratégica operacional
no fue sostenible en el tiempo y no permitió alcanzar los objetivos
esperados.
La principal restricción a la libertad de acción de consideración que afectó
de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, pudiendo
comprometerlas operacionalmente durante la campaña que se produjo,
consistió en la falta de separación de la función del gobernante político
del estratega militar, debido a que el más alto nivel político a la vez ejercía
el más alto mando militar, personalizado en la figura del general Hilarión
Daza.
81
Planteamiento estratégico y conducción operacional chilena
Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados
Objeto de la guerra
Usualmente está definido en términos retóricos y ambiguos, sin embargo
es posible determinar el objeto de la guerra de la siguiente forma:
“Expandir las fronteras de Chile hacia territorios bolivianos y peruanos,
con la finalidad de alcanzar el predominio en el Pacífico Sudamericano”.
Sin embargo, hay autores que relacionan el objeto de la guerra a la
destrucción completa de las fuerzas contrarias:
82
Objetivo estratégico operacional
Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña naval,
el objetivo estratégico operacional está relacionado a la obtención del control del
mar, el cual implica la defensa de las líneas de comunicaciones propias y el
ataque de las líneas de comunicaciones enemigas; asimismo puede ser obtenido
por medio de la destrucción de la flota enemiga en una batalla decisiva. Se puede
definir en estos términos:
“Obtener el control del mar mediante la destrucción de la escuadra
peruana en una batalla decisiva o bloqueándola para luego proyectar su poder
militar sobre territorio peruano”. (Ortiz, 2014, p.35).
“Bloquear Iquique y destruir todos los elementos de carguío del guano y salitre
en Tarapacá afectando la generación de recursos fiscales necesarios al esfuerzo
de la guerra, e impedir su fortificación, con el fin de conquistar el control del mar
mediante la destrucción, neutralización o captura de la escuadra de combate
peruana, y de sus transportes, y apoyar la invasión de Tarapacá”. (Carvajal,
2004: p. 518).
83
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su cometido, sin
embargo inicialmente no fueron adecuadamente empleados. Luego de la crisis
política originada por los reveses sufridos, se hicieron los ajustes necesarios para
capturar al Huáscar, cambiando el curso de la guerra.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los principales costos fueron la pérdida de la Esmeralda, la captura del
Rímac, el hundimiento del Loa y la Covadonga, entre otros. Al margen de los
resultados obtenidos, los costos fueron aceptables, ya que lograron su cometido
de controlar el mar y usarlo para proyectar sus fuerzas de invasión al Perú.
84
¿Se alcanzó?
85
maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y
soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento.
86
su cargamento en Arica sin ningún contratiempo; y posteriormente dirigirse a
Iquique a romper el bloqueo del puerto, lo cual ocasionó el hundimiento de la
corbeta Esmeralda y la posterior pérdida de la fragata Independencia en Punta
Gruesa. “Chile no tenía otra alternativa que bloquear Iquique o Arica y Williams
había tomado una decisión inteligente. Cuando abandonó el bloqueo las
consecuencias fueron gravísimas”. (López, 1969. P.237).
Williams pretendía con estos ataques hostilizar en lo posible a toda la costa sur
del Perú, obligando así al enemigo a enviar su escuadra contra los atacantes.
Este propósito lo llevó hasta el bombardeo de Iquique con el objeto de destruir
la resacadora de agua y la línea férrea. (López, 1969. P.240).
87
Perú, puesto que el Huáscar al mando del contralmirante Miguel Grau, continuó
disturbando a la escuadra contraria, disputando el control del mar en forma
limitada y ganando un valioso tiempo para que el Ejército del Sur reciba los
refuerzos y aprovisionamientos que necesitaba. “Este desastroso revés para
Chile, era el resultado de una serie de ineptitudes y producto directo del mal
control que el gobierno ejercía de los movimientos y acciones de la guerra”.
(López, 1969. P.266).
88
La redistribución del poder de combate de la escuadra chilena permitió
que esta cuente con dos poderosas divisiones navales, que luego de un
planeamiento adecuado, lograron el objetivo imprescindible de lograr la captura
del monitor Huáscar para poder obtener el control del mar, ya que el Perú
quedaba prácticamente sin poder naval.
Con la captura del Huáscar el poder naval del Perú quedaba prácticamente
eliminado. Ya no se librarían batallas navales entre buques blindados pero la
escuadra chilena quedaba con dos misiones importantísimas: el bloqueo de
puertos en manos del enemigo y el transporte de tropas del ejército. (López,
1969, p. 279).
Podemos añadir una tercera misión de la escuadra chilena y ésta era bloquear
la costa del Perú con el fin de impedir la llegada de armamentos para reforzar el
ejército o la Armada. Esta misión dependía para su éxito de los agentes chilenos
en el extranjero que comunicaban al hacer debido a lo extenso del litoral
peruano, cuyo bloqueo total era impracticable. (López, 1969, p. 279).
89
La pérdida del Huáscar le otorgó a Chile el control del mar que requería para
pasar a la ofensiva terrestre, la misma que inició el 2 de noviembre al atacar y
ocupar el puerto de Pisagua, venciendo la tenaz resistencia de la guarnición
aliada. (Ortiz, 2014, p.21).
90
Una vez conquistadas las provincias peruanas de Tacna y Arica, el
gobierno chileno, aprovechando el control del mar que le permitía mantener
abiertas sus líneas de comunicaciones marítimas, buscó destruir la capacidad
de producción económica del Perú, para lo cual fijó como objetivos los ingenios
azucareros ubicados en la costa norte del país. Para este propósito organizó la
Expedición Lynch, la cual tenía la misión de destruir las propiedades del
gobierno, cobrar cupos de guerra y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo
peruano.
91
De manera general, se aprecia que el poder combativo inicialmente no fue
empleado en forma adecuada por la Armada de Chile, lo que originó el descuido
de sus líneas de comunicaciones y no hostilizó las peruanas al concentrarse en
el bloqueo y la búsqueda de las unidades adversarias.
Asimismo, (López, 1969), precisa los siguientes errores cometidos por las
fuerzas navales chilenas:
92
Los desencuentros entre la clase política con el mando naval, que luego
fueron corregidos con el cambio de gabinete y del mando de la escuadra,
restringieron inicialmente la ejecución de las operaciones que se vieron
comprometidas con la captura del Rímac y el abandono del bloqueo de Iquique.
Las demás restricciones no afectaron el accionar de la Armada de Chile.
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a la Armada de Chile
consistente en “Obtener el control del mar mediante la destrucción de la
escuadra peruana en una batalla decisiva o bloqueándola para luego
proyectar su poder militar sobre territorio peruano”, fue correctamente
seleccionado y asimismo, a la luz de los resultados de la campaña naval,
se concluye que fue alcanzado. Sin embargo, es necesario precisar que
la concepción estratégica operacional se fue ajustando de acuerdo al
desarrollo de la campaña naval, cuando se produjo la captura del
transporte Rímac por parte de la escuadra peruana y a la captura del
monitor Huáscar, la cual permitió proyectar el ejército de invasión en la
provincia de Tarapacá.
La elección de Antofagasta como base de operaciones avanzada fue
acertada y la maniobra operacional realizada a través de una ofensiva
permanente, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.
El poder combativo de la Armada de Chile, inicialmente no fue
adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica
operacional de carácter ofensivo que permita obtener el control del mar
por medio de la destrucción de la escuadra peruana en un combate
decisivo. Luego de los ajustes necesarios tras la captura del transporte
Rímac, se redistribuyó el poder de combate de la escuadra chilena, lo cual
permitió en última instancia la captura del monitor Huáscar y por ende la
obtención del control del mar imprescindible para iniciar la ocupación de
la provincia peruana de Tarapacá.
Las restricciones a la libertad de acción impuestas afectaron de alguna
forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas
93
operacionalmente. Como principales restricciones operacionales resaltan
la crisis política y rechazo de la opinión pública que llegan a su punto
culminante con la caída del gabinete y cambios en la armada, luego de la
captura del Rímac; las malas relaciones entre Galvarino Riveros y sus
comandantes y la presencia de unidades neutrales en el teatro de
operaciones.
94
militares en el sur del país, y la segunda era aplicarlas conjuntamente con las
fuerzas bolivianas para expulsar a las tropas chilenas que ocupaban
Antofagasta. (p.17).
“La gran estrategia peruana concebía la concentración de nuestras
fuerzas en el sur del territorio para defenderlo de una posible invasión o para
proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas
que lo ocupaban”. (Ortiz, 2014, p.35).
95
contribuir a expulsar a las fuerzas chilenas del territorio boliviano invadido y a
eliminar la amenaza de invasión territorial al Perú. (Carvajal, 2004: p.517).
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles. Si bien es cierto la Escuadra Peruana
estaba en inferioridad de condiciones, logró alcanzar el objetivo de mantener las
líneas de comunicaciones entre el Callao y Arica y hostilizar significativamente
las del enemigo. (Ortiz, 2014, p.36).
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los jefes y tripulaciones peruanos estaban conscientes de esta realidad y
se aceptaron los costos de la campaña incluso después de la pérdida de la
Independencia, ya que continuaron los esfuerzos de mantener sus líneas de
comunicaciones por medio de operaciones defensivas limitadas. (Ortiz, 2014,
p.36).
96
¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?
97
empleo de las llamadas fuerzas sutiles que sabotearon a la escuadra enemiga,
logrando hundir a la Covadonga y al Loa entre otras embarcaciones.
¿Se alcanzó?
98
maniobra operacional realizada a través de ofensivas limitadas e incursiones,
permitió alcanzar posiciones relativas favorables. (Ortiz, 2014, p.38-39).
99
la previsibilidad de las operaciones de las naves peruanas. (Ortiz, 2014, p. 40-
41).
Luego de producida la captura del Huáscar, se tuvo que cambiar la
concepción estratégica operacional, pasando a un esquema fundamentalmente
defensivo. Pese a que la corbeta Unión fue comisionada para efectuar
operaciones de corso llegando a realizar la doble ruptura del bloqueo de Arica,
las dos únicas naves que le quedaba a la Armada del Perú, continuaron el
esfuerzo de apoyar a sus fuerzas hasta que la cañonera Pilcomayo fue capturada
por el enemigo y la escuadra chilena bloqueó el Callao impidiendo la salida de
sus naves restantes. (Ortiz, 2014, p.41).
Finalmente, considerando la inferioridad de su potencia combativa, el
poder combativo de la escuadra peruana, de manera general fue
adecuadamente empleado para desarrollar inicialmente una maniobra
estratégica operacional de carácter ofensivo limitado que permitió proteger sus
líneas de comunicaciones y disturbar las del enemigo.
Esta maniobra no fue sostenible conforme transcurrió el tiempo, por lo
cual fue cambiada a una concepción de carácter defensivo debido a que los
medios disponibles ya habían sido seriamente disminuidos. (Ortiz, 2014, p.41).
100
Otra de las restricciones principales fueron las producidas por el más alto
nivel político que a la vez ejercía el más alto mando militar, llegando a producirse
fricciones con los jefes navales quienes no estuvieron de acuerdo con algunas
decisiones adoptadas; adicionalmente, el Presidente Prado no había nombrado
a un único mando naval que dirija la campaña en el teatro de operaciones
marítimo, más bien el comandaba directamente a los jefes de división y en
algunos casos a los comandantes de buque.
Asimismo, las restricciones relacionadas a consideraciones morales,
como las demostradas por el almirante Grau en el combate de Iquique, quien
decidió rescatar a los náufragos de la Esmeralda; y las del comandante García
y García quien decidió no atacar Punta Arenas a pesar de poder hacerlo. El
último tipo de restricciones son las relacionadas a la presencia de unidades
neutrales en el teatro de operaciones, lo cual se produce en todas las guerras y
no afectó significativamente el desarrollo de las operaciones.
De manera general, las restricciones antes impuestas afectaron de alguna
forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas
operacionalmente. (Ortiz, 2014, p.41:45).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto fue correctamente
seleccionado y asimismo, a la luz de los resultados de la campaña naval
que logró mantener las líneas de comunicaciones aliadas y hostilizar las
del enemigo, desde el inicio de la guerra hasta el bloqueo de Arica y luego
del Callao en 1880, se concluye que fue alcanzado. Sin embargo, es
necesario precisar que la concepción estratégica operacional se fue
ajustando de acuerdo al desarrollo de la campaña naval, cuando se perdió
la fragata Independencia, a la captura del monitor Huáscar y finalmente al
quedar bloqueado el puerto del Callao.
La elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y
la maniobra operacional realizada a través de ofensivas limitadas e
incursiones, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.
101
El poder combativo de la Armada del Perú fue adecuadamente empleado
para desarrollar inicialmente una maniobra estratégica operacional de
carácter ofensivo limitado que permitió proteger sus líneas de
comunicaciones y disturbar las del enemigo. Esta maniobra no fue
sostenible conforme transcurrió el tiempo, por lo cual fue cambiada a una
concepción de carácter defensivo, debido a que los medios disponibles
ya habían sido seriamente disminuidos.
Las restricciones a la libertad de acción impuestas afectaron de alguna
forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas
operacionalmente. Como principales restricciones operacionales resaltan
la directiva de evitar enfrentamiento con fuerzas superiores y las fricciones
que se produjeron entre el presidente Mariano Ignacio Prado y los jefes
navales, debido a que este no nombró a un comando naval al mando de
la campaña y adicionalmente retuvo el mando político y militar.
Una vez que Chile obtuvo la superioridad naval con la captura del monitor
“Huáscar”, tenía el camino libre para iniciar la conquista de la provincia peruana
de Tarapacá, para lo cual podía elegir con la más amplia libertad de acción, un
lugar apropiado para desembarcar sus tropas de ocupación que harían frente al
ejército aliado.
Por parte de los aliados, solo les quedaba esperar el desembarco de las
fuerzas chilenas, para destruirlo en una batalla decisiva, luego de haber reunido
a sus fuerzas.
102
El objetivo político de la guerra era la expansión territorial hacia el norte:
apropiación de las salitreras y el guano de Antofagasta y Tarapacá, a fin de hacer
frente a la difícil situación económica por la que atravesaba el país a
consecuencia de la guerra de 1866 y de su política armamentista”. (Mercado,
2010, p.29-30).
103
Avanzar a Pozo Almonte, con la finalidad de establecer un campamento
fortificado alrededor de la Aguada, estrechar a Iquique con una división;
maniobrar la caballería en conexión con la caballería de Antofagasta, emplear la
escuadra para bloquear Iquique. (Mercado, 2010, p.37).
104
fuerzas adversas; el puerto de desembarco fue determinado por inspiración de
civiles ignorantes de los preceptos del arte de la guerra, que no discernían sobre
las condiciones estratégicas que este requería para orientar mejor las fuerzas
contra el enemigo. (p.84, 85).
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir sus propósitos,
tanto navales como fuerzas de ocupación.
Las tropas embarcadas sumaban alrededor de diez mil hombres, con cerca de
novecientos caballos y treinta y seis piezas de artillería, estaban organizadas en
las siguientes unidades, (Dellepiane, 2010, Parte II, p.88):
105
Regimiento Granaderos a Caballo (90 hombres)
Como se puede apreciar, Chile contaba con los medios navales y tropas
suficientes para emprender la campaña de Tarapacá, las mismas que estaban
debidamente equipadas, armadas y adiestradas.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Una vez que Chile logró ocupar la provincia litoral de Bolivia, necesitaba
imperiosamente conquistar la provincia de Tarapacá para poder explotar los
importantes recursos consistentes en depósitos de guano y salitre que le
permitieran sanear sus finanzas públicas duramente afectadas por la carrera
armamentista que había emprendido con bastante anticipación.
Asimismo, la conquista de esta provincia le permitiría obtener una prenda
territorial que le serviría para imponer condiciones en una eventual negociación
de paz futura con la intervención de países mediadores y asestar un golpe a las
fuerzas aliadas que se encontraban reunidas en Tarapacá, las mismas que
estaban constituían por los ejércitos de línea de Perú y Bolivia, por lo que estaba
dispuesto a aceptar los costos humanos y materiales que implicaría alcanzar los
objetivos trazados.
Los costos fueron aceptables, ya que Chile logró su objetivo.
106
ejército debía obrar en conexión con la caballería que estaba en Antofagasta y
la escuadra debía bloquear Iquique.
Sin embargo, no supieron aprovechar las ventajas que les brindó esta
situación de superioridad y se limitaron a procurarse de agua y elementos de
vida.
Así como los invasores no habían sabido explotar la libertad de acción que les
proporcionaba su movilidad en el mar, tampoco supieron aprovechar su situación
inicial y, lejos de extender su huella en el país, se limitaron a procurarse agua y
elementos de vida, como si hubieran de vivaquear indefinidamente en la estrecha
zona que ocupaban. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.125).
107
prolongada aproximación, era Caleta Buena, situada a 35 kilómetros de Iquique.
(Dellepiane, 2010, Parte II, p119, 120).
Para un ejército que supiera proceder de acuerdo con los principios del
arte de la guerra, la favorable situación en que se hallaba el del agresor
le hubiera permitido obtener brillantes victorias que hubieran tal vez
decidido la campaña e influido, desde entonces, en el resultado general
de la guerra. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112).
108
Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional debió
variarse.
¿Se alcanzó?
109
almirante Grau, con extraño concepto de las operaciones de guerra, no quiso
destruir en sus repetidas visitas al puerto de Antofagasta. (Dellepiane, 2010,
Parte II, p.45, 46).
Por lo que el empleo de Antofagasta, permitió al Ejército de Chile, partir
de posiciones relativas favorables, para las subsecuentes operaciones que
efectuó en territorio peruano.
Posteriormente, el desembarco en el puerto peruano de Pisagua, otorgó
a las tropas chilenas, una gran ventaja estratégica, basada en la superioridad
moral y material de su acción ofensiva, asimismo, permitió cortar las líneas de
comunicaciones aliadas, aislando al Ejército de Tarapacá y logrando cerrarle el
puerto de acceso.
Adicionalmente, las fuerzas chilenas pudieron hacer uso de todas las
facilidades que quedaron en el puerto, que los aliados no llegaron a destruir, lo
cual les otorgó aún más facilidades para proseguir sus operaciones en el
departamento de Tarapacá.
Llevar la guerra al territorio enemigo, poner a este en la obligación de presentar
batalla en condiciones desfavorables, establecerse cerca de una base bien
provista de los más raros elementos en el desierto, como el agua y los
transportes por vía férrea, eran ventajas que, obtenidas de golpe y a tan poco
costo, ponían a los aliados en condiciones de evidente inferioridad. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.112, 113).
El empleo inicialmente de Antofagasta y posteriormente de Pisagua,
permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.
Desembarco en Pisagua
Para el desembarco en Pisagua y caleta Junín, los casi 10,000 hombres
que fueron empleados por Chile, fueron organizados en divisiones de
110
desembarco, con la finalidad que abandonen las naves a órdenes de
determinados jefes.
Estas divisiones fueron encomendadas a los siguientes jefes:
Primera división, coronel Urriola, que debía desembarcar en Junín.
Segunda división, comandante Ortiz.
Tercera división, coronel Amunátegui.
Cuarta división, comandante Toro Herrera.
Por último, se constituyó una división especial, o división de reserva, que debía
desembarcar en uno u otro lugar. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.90).
Sin embargo, a la luz de los hechos, se aprecia que el desembarco de la
primera división al mando del coronel Urriola, estuvo desconectada del
desembarco realizado en Pisagua, constituyendo un esfuerzo inútil que acabó
con los últimos rayos del sol y ocasionó que las tropas desembarcadas se
pierdan de noche en el desierto. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.128).
111
direcciones peligrosas; no formaron una base; las órdenes dictadas hasta este
momento solo eran para vivir, y no para guerrear. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.
205).
Mientras las tropas chilenas realizaban estos movimientos inconexos, el
capitán Barahona, del Cazadores de Chile que marchaba hacia Agua Santa el
18 de noviembre, partiendo desde Dolores, se encontró de improvisto con las
tropas aliadas al mando del general Buendía que marchaba a San Francisco.
(Dellepiane, 2010, Parte II, p.206).
Las tropas chilenas adoptaron una posición defensiva bastante deficiente
en el cerro San Francisco, empleando una línea interrumpida formada por tres
elementos que no tenían conexión entre sí. Asimismo, la artillería chilena, no
estaba adecuadamente emplazada para apoyar su sistema defensivo.
Finalmente, la ubicación en altura elegida por las fuerzas chilenas, fue
determinante en el resultado de la batalla.
Para esta batalla, los chilenos se organizaron en la mañana del 19 de noviembre
de 1879 en una línea interrumpida que estaba formada por tres elementos muy
alejados uno de otro en profundidad y que no tenían ningún enlace entre sí. Se
podría decir que el plan era presentar tres batallas separadas contra tres distintos
enemigos. Esta disposición de las tropas era realmente extraordinaria y no
respondía a concepto militar alguno, como luego se verá. (Dellepiane, 2010,
Parte II, p.177, 178).
Las fuerzas chilenas ascendían a 6,500 hombres con 34 cañones y 2
ametralladoras. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.181).
Cuando fracasó el dislocado ataque de los aliados y gran parte de las
fuerzas de estos se dispersaron, Sotomayor continuó atónito, sin idear ninguna
combinación ni comprender que ese desorden que presenciaba era el desastre
de sus adversarios; a tal punto se hallaba sugestionado sobre el valor moral y
material de las tropas que le hacían frente, que informó a su jefe que esperaba
el ataque el día siguiente. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.213).
El comando chileno no asumió su papel de coordinación de los esfuerzos;
sin tropas en la mano, con las que hubiera hecho sentir su acción, distribuyó en
abanico sus soldados y sus baterías y confió todo a la iniciativa de los jefes
subalternos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.213, p.214).
112
El comando chileno, en cambio, dio con su inacción la más rotunda prueba
de su desconcierto y puso en evidencia que concedía poco valor al organismo
militar que tenía entre manos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.217).
En la campaña de Tarapacá, se presentaron las más brillantes
oportunidades para el empleo de la caballería, misiones de reconocimiento,
contacto, enlace, seguridad, persecución, que quedaron completamente
inexplotadas, en el lado chileno, por deficiencia en la conducción, no obstante,
la superioridad de sus elementos materiales. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.206,
p.207).
La caballería chilena, a pesar de sus mayores efectivos y mejor
preparación material, no fue tampoco debidamente empleada por sus jefes. Solo
dos días después del desembarco el comando ordenó la salida de un Escuadrón,
que tomó el contacto en Germania y obtuvo una ventaja parcial; pero su jefe se
replegó satisfecho de su éxito, afanoso de conducir trofeos al cuartel general, sin
preocuparse de buscar y conservar el contacto y de mantener la línea alcanzada,
como lo hubiera hecho cualquier elemento de caballería bien comandado.
(Dellepiane, 2010, Parte II, p.209, p.210).
La sorpresa estratégica que sufren los chilenos en San Francisco y las
horas angustiosas que pasan sus unidades, momentáneamente inferiores en
número, fueron el justo castigo de la imprevisión de sus jefes. (Dellepiane, 2010,
Parte II, p.210).
Ambos beligerantes maniobran y combaten, pues, en la mayor oscuridad
y proceden al azar, con imperdonable imprevisión y desconocimiento absoluto
del papel de la caballería. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.210, p.211).
Cuando Sotomayor supo en Dolores que el ejército aliado de Tarapacá se
aproximaba, debió retirarse a Jazpampa, tanto para buscar apoyo y el enlace
material con las divisiones de Hospicio, como para asegurar su línea de retirada,
que parecía amagada por las tropas enemigas cuya presencia se había
comprobado en Tacna y de cuyo efectivo e intenciones no se tenía noticia
segura, por el trastorno que provocaron los escuadrones enviados en
reconocimiento el día 18. Esta operación era la única que cabía ejecutar y
Sotomayor, lejos de emprenderla, se adelantó, y todavía por fracciones, hacia el
113
grueso enemigo que se le había dicho que avanzaba dese el sur. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.212).
Batalla de Tarapacá
Luego de producida la batalla de San Francisco, el teniente coronel
Vergara, pidió que se le confiaran elementos ligeros de caballería para buscar al
enemigo en la dirección general de Tarapacá, hacia donde constaba que se
había retirado el Ejército del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.230).
El comando de la división que debía reforzar a Vergara fue confiado al
coronel Arteaga, que desempeñaba el puesto de Jefe de Estado Mayor en
reemplazo del coronel Sotomayor. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.231, p.232).
En vista del informe de Vergara y de los datos del ex capitán compañero
de este, el coronel Arteaga trazó un plan de ataque en el que contando con que
los peruanos no llegarían a combatir enérgicamente dado su lamentable estado
físico, solo trataba de “rodearlos para tomarlos prisioneros”. (Dellepiane, 2010,
Parte II, p.234).
Para llevar su plan a la práctica, el jefe de la división chilena separó sus
tropas en tres columnas de efectivo parecido, que iban a presentarse
simultáneamente en las desembocaduras de la quebrada para cortar “toda fuga”
a los peruanos. El fraccionamiento ordenado por Arteaga era el siguiente:
Primera columna, comandante Santa Cruz,
Jefe de zapadores
Escuadrón de granaderos
Escuadrón de zapadores
1 sección de piezas de bronce
1 sección Krupp
Segunda columna, comandante Ramírez,
Jefe 2 de línea
Escuadrón de cazadores
Regimiento 2 de línea
1 sección Krupp
114
Batallón Chacabuco
1 sección Krupp (Dellepiane, 2010, Parte II, p.234, p.235).
115
Las disposiciones para el ataque, que dictó Arteaga, fueron pésimas;
partían del concepto de que los peruanos no se defenderían, y ningún plan se
debe fundar en prejuicios, sino en el cálculo exacto de realidades objetivas y
tangibles. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.261).
De acuerdo a las consideraciones relacionadas a la Campaña de
Tarapacá, se concluye que Chile no efectuó una adecuada distribución de su
poder combativo; sin embargo alcanzó sus objetivos.
116
San Francisco ordenó al general Escala “perseguir al enemigo o a la parte más
gruesa de este”. Una vez conocida la derrota de Tarapacá, ordenó por telégrafo
al general Baquedano, la persecución tardía de los victoriosos “aunque los
caballos estuviesen cansados”. (Mercado, 2010, p.38, p.39).
Las relaciones entre el Ministro de Guerra en campaña Rafael Sotomayor,
quien invadía las atribuciones del conductor de las operaciones, con el general
Erasmo Escala, se volvieron cada vez más tirantes. (Mercado, 2010, p.39).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas
consistente en “Desembarcar en un puerto del territorio, apoderarse de
uno de los pozos de agua, fortificarlo y esperar ahí el ataque enemigo, no
yendo a buscarlo, por no estar suficientemente entrenado para tomar la
ofensiva”, reajustado luego de la toma de Pisagua en “Avanzar a Pozo
Almonte, con la finalidad de establecer un campamento fortificado
alrededor de la Aguada, estrechar a Iquique con una división; maniobrar
la caballería en conexión con la caballería de Antofagasta, emplear la
escuadra para bloquear Iquique”, no fue correctamente seleccionado, sin
embargo, a la luz de los resultados de la campaña de Tarapacá, se
concluye que fue alcanzado.
La elección inicial de Antofagasta y posteriormente de Pisagua, como
base de operaciones avanzada, fue acertada y la maniobra operacional
realizada fue sostenible en el tiempo y permitió a las fuerzas chilenas
partir de posiciones relativas favorables.
El poder combativo de las fuerzas chilenas, no fue adecuadamente
empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de
carácter ofensivo, sin embargo permitió ocupar militarmente la provincia
de Tarapacá.
Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que
afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, habiendo
podido comprometerlas operacionalmente.
117
Planteamiento estratégico y conducción operacional aliada
118
Objetivo estratégico operacional
Tiene por finalidad diseñar la maniobra.
El general Mariano Ignacio Prado, Supremo Director de la Guerra y
conductor de las operaciones, formuló la siguiente concepción estratégica
ofensiva, que ilustra el objetivo estratégico operacional:
“Reunir los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y,
eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero), con la finalidad de iniciar una
contraofensiva concurrente con Buendía, desde Pozo Almonte (al sur), terminal
de la línea férrea de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al
norte), para converger sobre Pisagua – Hospicio – Jazpampa, cortando la línea
de retirada del Ejército chileno al mar”. (Mercado, 2010, p.40).
Al establecer sus tropas en Tarapacá, los aliados no solo pretendían
defender el territorio cuya invasión parecía inminente; pensaban, además, en no
dejar caer en manos del enemigo, las fuentes de recursos y las entradas
importantes que brindaba la explotación y exportación del salitre. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.112).
Para realizar este papel, el ejército de Buendía debía cumplir las
siguientes tareas:
“Defender los puertos del litoral e impedir los desembarcos enemigos,
debiendo hallarse dispuesto en forma tal que pudiera concentrar sus fuerzas en
los puntos amagados para arrojar a sus barcos al enemigo que pisara tierra”.
(Dellepiane, 2010, Parte II, p.112).
Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad
Aptitud
Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo
superior que en este caso era “concentrar fuerzas militares en el sur del país y
aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para defenderlo de una
posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar
a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. Para llevarlo a cabo, se debían reunir
los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y, eventualmente,
un tercero de Bolivia (Campero), con la finalidad de iniciar una contraofensiva
concurrente con Buendía, desde Pozo Almonte (al sur), terminal de la línea férrea
119
de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al norte), para
converger sobre Pisagua – Hospicio – Jazpampa, cortando la línea de retirada
del Ejército chileno al mar.
La concepción estratégica ofensiva formulada por el general Mariano Ignacio
Prado era acertada, sin embargo requería, de parte de los ejecutantes, una
ajustada y precisa combinación. De haberse ejecutado en sus detalles
adecuadamente como estaba planeada esta ofensiva concéntrica por líneas
exteriores, las fuerzas chilenas habrían terminado arrojadas hacia el mar.
(Mercado, 2010, p.41).
Por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional era apto.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
El Ejército aliado y el Ejército chileno, que se encontraban en Tarapacá y
en Atacama respectivamente, tenían las fuerzas efectivas que a continuación se
indican, a fines de octubre de 1879, en víspera de iniciarse la campaña terrestre:
(Dellepiane, 2010, Parte II, p.51, p.52).
Ejército aliado
Perú:
16 batallones de infantería (5,789 hombres)
3 escuadrones de caballería (298 hombres)
Bolivia:
8 batallones de infantería (3,900 hombres)
3 escuadrones de caballería (340 hombres)
Artillería aliada:
16 piezas de bronce anticuadas (280 hombres)
Total general: 10,607 hombres
Ejército chileno
8 regimientos de infantería
8 batallones de infantería
1 batallón de zapadores
Total infantería: 14431 hombres
120
4 escuadrones de caballería (616 hombres)
36 piezas Krupp (1,000 hombres)
Total general: 16,407 hombres
En cuanto a los medios materiales, la comparación de los efectivos no
permitiría sacar conclusiones de las fuerzas y naturaleza de los medios que iban
a disponer los beligerantes en la guerra. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.52).
Por lo que es pertinente mencionar los siguientes aspectos:
Organización
La infantería aliada se organizaba en divisiones, constituidas por la
reunión de dos o más batallones a órdenes de un solo jefe, siendo necesario que
tengan las armas y servicios requeridos, por lo que los agrupamientos así
formados facilitaban la acción del comando.
Los chilenos al principio contaban con una organización que requería que
el comandante en jefe tuviera que dirigirse para cualquier operación a cada uno
de los jefes del cuerpo, sin embargo subsanaron este error formaron grandes
agrupamientos capaces de bastarse a sí mismos.
Instrucción:
Si bien es cierto, muchas unidades de las tropas aliadas pertenecían al
ejército de línea, sin embargo no habían recibido una adecuada instrucción y
adiestramiento, pero en su desplazamiento hacia Tarapacá demostraron
disciplina y una actitud combativa.
Las tropas chilenas realizaron numerosos ejercicios y marchas mientas
se encontraron reunidas en Atacama, llegando a valorar la importancia de contar
con cantinas de agua para los soldados, así como carretones para transportar
víveres y forrajes. Las tropas se aclimataron y endurecieron en el desierto
durante su permanencia en Atacama logrando ponerse a punto para la campaña
de Tarapacá.
Armamento
Las tropas peruanas contaban con varios tipos de fusiles de diversos
calibres, como Comblain, Chassepot Castañón, Beaumont y Mini. Las tropas
bolivianas contaban con fusiles de chispa de ánima lisa y algunos fusiles Martini.
121
La caballería peruana empleaba carabinas Henry y estaba dotada de sables. La
caballería boliviana tenía carabinas Remington y carecía de armas blancas. En
cuanto a la munición, el Perú disponía de aproximadamente de un millón de
cartuchos de diverso calibre al comienzo de la guerra, lo cual era insuficiente.
Chile disponía de 12,500 fusiles Comblain y algunos fusiles Grass, Minie
Remington y Kropatscheck. La caballería empleó carabinas Spencer al comienzo
de la guerra y luego las carabinas Winchester modelo 1877. Los jinetes estaban
provistos de sables. Al comienzo de la guerra contaba con aproximadamente
tres millones de cartuchos Comblain.
Equipo y vestuario
Las tropas aliadas se encontraban mal equipadas y peor vestidas y
calzadas, mientras las chilenas contaban con adecuado equipamiento, vestuario
y calzado.
Servicios
El Ejército aliado no disponía de ningún órgano de abastecimiento
mientras el Ejército chileno contaba con organizaciones especiales que llenaban
el papel de los servicios.
Si bien es cierto, Chile contaba con una superioridad de fuerzas frente a
los aliados, así como con una mejor instrucción, armamento, equipamiento,
vestuario y servicios; el objetivo estratégico operacional impuesto a los aliados
era factible de ser alcanzado con los medios disponibles al inicio de la campaña
de Tarapacá.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los jefes y soldados peruanos estaban conscientes de esta realidad y se
aceptaron los costos de la campaña de Tarapacá incluso después del desastre
de San Francisco, ya que combatieron estoicamente y obtuvieron el éxito en la
batalla de Tarapacá, y en vista que esta victoria no varío en nada la situación
estratégica, se replegaron disciplinadamente a Arica para continuar la guerra.
122
¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?
123
a no participar en ella”. (Mercado, 2010, p.44), fue innecesaria y debió más bien
enviarse el grueso de estas tropas a la zona de reunión prevista en Tarapacá.
Asimismo, fue innecesario mantener el núcleo comandado por el general
Narciso Campero, que estaba constituido por una división llamada de reserva, la
misma que no llegó nunca a concurrir al campo de batalla y ni siquiera ingresó
al teatro de operaciones. Al respecto, (Mercado, 2010, p.45) indica: “La
concurrencia al campo de batalla factible por su cercanía hubiera permitido la
concentración de una masa apropiada de fuerzas”.
Por lo expuesto, se considera que el objetivo estratégico operacional no
debió variarse, sin embargo las reservas estratégicas que permanecieron en
Arica y la división boliviana que permaneció en los departamentos del sur y que
tenía la misión de “hostigar al enemigo y en caso que avanzara desde Atacama
a Iquique, atacarlo por la retaguardia”, debieron participar en la maniobra por
líneas exteriores concebida por el general Prado.
¿Se alcanzó?
124
La capital estratégica de los aliados, el verdadero corazón de la Alianza se
hallaba en Arica – Tacna; esa región era el centro del sistema político – militar y
muy buen criterio tuvieron los aliados en ocuparla, como el punto de confluencia
de sus fuerzas, y en fortificar Arica para escapar a la presión de la escuadra
adversa y disponer así de los caminos del mar, también afluentes. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.69).
Sin embargo, los aliados se vieron obligados por la situación a atender
dos lugares a la vez, tanto Arica como las fuerzas que se concentraron en la
defensa de Tarapacá.
La defensa directa del suelo de Tarapacá confiada a Buendía y el deseo de
conservar Arica, base naval y punto de junción de las fuerzas de la Alianza,
obligó a los aliados a atender a dos lugares a la vez, debilitando su capacidad
defensiva. Defender todo el litoral amagado hubiera sido absurdo, porque el
enemigo podría hacer caer a los defensores uno tras otro; empeñarse en ocupar
un solo punto, como Iquique, que el enemigo podía no atacar, era permanecer
fijado de antemano, sin finalidad práctica y a merced de los golpes del invasor;
mantener dos núcleos sensiblemente iguales como lo hicieron, enlazarlos y
combinar sus operaciones, tan ampliamente separados que no podían prestarse
ayuda, era ofrecerse en detalle al enemigo. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.72).
Las características del teatro de operaciones, debido a la considerable
distancia entre el Callao y Valparaíso, demandaron la necesidad de establecer
bases de operaciones avanzadas tanto para las fuerzas peruanas como para las
del enemigo. Es así que se estableció Arica como la peruana y Antofagasta como
la contraria; aunque tenían una muy limitada capacidad de apoyo logístico, les
permitió proyectar sus operaciones.
Considerando las acciones que se llevaron a cabo durante la campaña
como el desplazamiento de las tropas aliadas a Tarapacá, la defensa de
Pisagua, las batallas de San Francisco y Tarapacá y la marcha de retorno de las
tropas remanentes de la campaña desde Tarapacá hasta Arica, se concluye que
la elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y la
maniobra operacional que tenía por objeto realizar una ofensiva concéntrica por
líneas exteriores, de haberse ejecutado como estaba prevista y de no haberse
producido el retorno de las tropas bolivianas comandadas por el general Daza
125
en quebrada Camarones, hubiese permitido alcanzar posiciones relativas
favorables y arrojar las tropas chilenas al mar.
126
Caballería aliada, mayormente desmontada en La Noria. (Dellepiane,
2010, Parte II, p.75, p.76).
Hubo tres factores decisivos que impidieron efectuar una adecuada
distribución del poder combativo aliado en la campaña de Tarapacá.
El primero definitivamente fue la contramarcha ordenada por el general
Daza en quebrada Camarones, que impidió que avance con su Ejército que
acampaba en Tacna hasta Jazpampa o Tiliviche, algunos kilómetros al interior y
a la altura de Pisagua, con lo cual se buscaba cortar a las fuerzas chilenas
adelantadas hacia el sur, en Agua Santa, de su base de operaciones de Pisagua,
y obligarlas a dividir sus fuerzas para cubrirse o atacar. En este caso, Daza podía
aceptar el combate si la situación lo favorecía o dirigirse por las alturas para
reunirse al grueso del Ejército del Sur. Esta injustificable decisión del presidente
boliviano desbarató por completo la contraofensiva concurrente para cortar la
retirada del Ejército chileno al mar. (Mercado, 2010, p.43).
El segundo factor, fue el hecho de mantener una reserva estratégica en
Arica, la cual resultó innecesaria una vez producida la invasión de Pisagua y el
avance chileno hacia el interior de Tarapacá, la posibilidad de un ataque sobre
Arica o un desembarco más al norte quedaba descartada. Una reserva
estratégica que no se emplea o coopera en la acción principal es un
contrasentido. (Mercado, 2010, p.44).
El tercer factor está relacionado al núcleo de fuerzas que se mantuvo a
órdenes del general Narciso Campero sin ni siquiera concurrir al teatro de
operaciones. Esta fuerza estaba destinada a hostigar al enemigo y, en caso que
avanzara desde Atacama hacia Iquique, atacarlo por la retaguardia. La
concurrencia al campo de batalla factible por su cercanía hubiera permitido la
concentración de una masa apropiada de fuerzas. (Mercado, 2010, p.45).
Por los argumentos antes expresados, considerando la inferioridad de su
potencia combativa, se concluye que el poder combativo de las fuerzas aliadas,
de manera general no fue adecuadamente empleado para desarrollar una
maniobra estratégica operacional consistente en una contraofensiva concurrente
para cortar la retirada del Ejército chileno al mar, de haberse ejecutarse como
127
estaba prevista, hubiera permitido expulsar al enemigo de la provincia de
Tarapacá.
128
este movimiento, de funestas consecuencias para toda la guerra, no han sido
bien esclarecidas”. (Mercado, 2010, p.49, p.50).
Si se hubiese nombrado un responsable de la conducción militar de las
fuerzas aliadas, respetando el principio de unidad de mando y que no tenga la
responsabilidad política de conducir la guerra, sino por el contrario, que su
conducción estratégica sirva al objetivo político de la guerra establecido por los
responsables políticos, otros hubiesen sido los resultados de la campaña de
Tarapacá.
“Uno de los factores más graves en la guerra, tanto en el campo político como
en el estratégico, es la falta de unidad en la dirección y en el comando de las
operaciones, debiendo estas realizarse en el marco de una coordinación
subordinada con aquella. En las fuerzas de la alianza, la presencia de dos
presidentes de la República en el teatro de operaciones resentía la operatividad
estratégica que requiere la unidad de mando”. (Mercado, 2010, p.51).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto fue correctamente
seleccionado, sin embargo requería de parte de los ejecutantes de una
ajustada y precisa combinación; y a la luz de los resultados de la campaña
de Tarapacá, que se inició con el desembarco chileno en Pisagua,
continuó con el desastre aliado en San Francisco y culminó con la victoria
de Tarapacá; se concluye que no fue alcanzado, a pesar del gran costo
de vidas humanas y medios materiales.
La elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y
la maniobra operacional que tenía por objeto realizar una ofensiva
concéntrica por líneas exteriores, de haberse ejecutado como estaba
prevista y de no haberse producido el retorno de las tropas bolivianas
comandadas por el general Daza en quebrada Camarones, hubiese
permitido alcanzar posiciones relativas favorables y arrojar las tropas
chilenas al mar, sin embargo no fue sostenible en el tiempo y no alcanzó
los objetivos esperados.
El poder combativo de las fuerzas aliadas, de manera general no fue
adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica
129
operacional consistente en una contraofensiva concurrente para cortar la
retirada del Ejército chileno al mar. Se considera que fue innecesario
mantener una reserva estratégica en Arica así como la división de reserva
al mando del general Narciso Campero.
Las restricciones impuestas a la libertad de acción afectaron la ejecución
de las acciones bélicas, llegando a comprometerlas operacionalmente.
Como principales restricciones operacionales resaltan la presencia en el
teatro de operaciones de los presidentes tanto del Perú como de Bolivia
que ejercían tanto la responsabilidad política de la guerra como la de
conducir las operaciones militares, atentando además contra el principio
de unidad de mando.
130
Atacar Lima directamente sin conquistar Tacna y Arica, si bien es cierto
hubiese permitido golpear directamente al centro del poder político y
administrativo del Perú, dejaba pasar por alto la oportunidad de destruir al
Ejército Aliado reunido en Tacna, que se hallaba relativamente completo,
además impedía la opción de destruir la alianza por medio de la cesión de Tacna
y Arica a Bolivia, lo cual permitiría interponer a este país en medio de Perú y
Chile.
Por las consideraciones antes indicadas, Chile estableció el objetivo
político de conquistar las provincias de Tacna y Arica, con la finalidad de destruir
al Ejército Aliado y romper la alianza por medio del ofrecimiento de una salida al
mar a Bolivia por territorios peruanos, para de esta manera interponer a este país
entre Perú y Chile y asegurar la posesión de los territorios conquistados de
Atacama y Tarapacá.
“Por acuerdo del Gabinete de Santiago, trasmitido el 26 de diciembre y prevenido
desde días antes, Sotomayor recibió orden de emprender campaña contra las
fuerzas de Montero. Sin tomar en cuenta las ventajas positivas enunciadas más
arriba, que escaparon en su mayor parte a los directores chilenos de la guerra,
el presidente Pinto y sus ministros pensaron en apoderarse de Tacna y Arica con
la preferente intención de ofrecer estas provincias a Bolivia, esperando que con
tal cesión esta abandonara la lucha o, mejor aún, pusiera sus armas del lado del
invasor”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.43, p.44).
131
lucha o, mejor aún, pusiera sus armas del invasor”. (Dellepiane, 2010,
Parte III, p.44).
132
respuesta a un pedido de refuerzo respondía “La situación es tal que a cada uno
le corresponde defenderse como pueda” y a la información proporcionada en
Valparaíso por los oficiales del buque inglés Turquoise, que había atracado en
Arica, “Que las tropas peruanas iban a esperar el ataque chileno en el punto en
el que se encontraban”, por lo que tanto el presidente Pinto, como el ministro
Sotomayor, decidieron cambiar los planes iniciales, variando el objetivo
estratégico operacional de la siguiente manera: (Mercado, 2010, p.55):
“Actuando sobre Tacna, operarían con una corta línea de comunicaciones lo que
era una ventaja y luego, conforme a la fácil experiencia hecha en Tarapacá en
forma impensada, forzarían a los aliados a dar batalla en posiciones que ellos
escogieran de antemano, tomando para esto todo el tiempo que juzgaran
necesario”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.42).
133
la superioridad naval para llevar la guerra al territorio de su adversario y
establecerse en el en espera de los acontecimientos. (Dellepiane, 2010, Parte
III, p.42).
Sin embargo, una vez que las fuerzas chilenas interceptaron la carta del
almirante Montero quien daba a conocer sus intenciones defensivas, lo cual fue
confirmado por los oficiales del buque inglés Turquoise, optaron por iniciar la
acción ofensiva sobre Tacna con la finalidad de ocuparla y destruir a las fuerzas
aliadas en presencia, lo cual sí contribuía a la consecución del objetivo superior,
por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, era apto para la
consecución del objetivo estratégico militar planteado.
134
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo, la
composición de sus tropas para esta campaña fue la siguiente, (Dellepiane,
2010, Parte III, p.29, p.30):
Primera División
Coronel Amengual
Regimiento 3 de línea (1,200 hombres)
Regimiento Esmeralda (1,200 hombres)
Batallón Navales (600 hombres)
Batallón Valparaíso (600 hombres)
Una batería de artillería (150 hombres)
Escuadrón de Cazadores a Caballo (200 hombres)
Segunda División
Coronel Muñoz
Regimiento de línea (1,200 hombres)
Regimiento Santiago (1,200 hombres)
Batallón Atacama (600 hombres)
Batallón Bulnes (600 hombres)
Una batería de artillería (150 hombres)
Escuadrón Granaderos a Caballo (25 hombres)
Tercera División
Coronel Amunátegui
Regimiento 1 de línea (1,200 hombres)
Artillería de Marina (1,300 hombres)
Batallón Chacabuco (600 hombres)
Una batería de artillería (150 hombres)
Escuadrón Granaderos a Caballo (250 hombres)
135
Cuarta División
Coronel Barboza
Regimiento Buin 1 de línea (1,200 hombres)
Regimiento Lautaro (1,200 hombres)
Batallón Zapadores (600 hombres)
Una batería de artillería (150 hombres)
Escuadrón Granaderos a Caballo (250 hombres)
Las baterías de que disponía las divisiones eran las cuatro Krupp de montaña
que tenía el ejército; en cuanto a las baterías de campaña, se consideran
independientemente de las divisiones. El escuadrón 2 de Carabineros de
Yungay, llegó al teatro de operaciones poco después de que desembarcara el
ejército, y muchas unidades del Ejército de Reserva fueron transportadas a este,
paulatinamente, a medida de las necesidades. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.30).
Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para
emprender la campaña de Tacna, las mismas que estaban debidamente
equipadas, armadas y adiestradas.
136
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Una vez que Chile logró ocupar la provincia peruana de Tarapacá, contó
con una prenda territorial que le permitía imponer condiciones a su favor en una
futura negociación para finalizar la guerra, con la participación de países
neutrales.
Sin embargo, no había logrado alcanzar el objetivo estratégico militar que
consistía en destruir al Ejército Aliado, por lo cual, luego de analizar tres cursos
de acción probables: mantener ocupadas las provincias de Atacama y Tarapacá
y poner fin a la guerra, continuar la guerra iniciando la conquista de las provincias
de Tacna y Arica o marchar directamente hacia Lima; optó por la segunda
alternativa; la cual le permitía tener la posibilidad de destruir al Ejército Aliado
reunido en Tacna y Arica, con lo cual lograba su objetivo estratégico militar y
asimismo romper el punto de conjunción natural de los países aliados.
Asimismo, la conquista de estas provincias, le daba la posibilidad de
continuar negociaciones subrepticias con Bolivia para ofrecerle Tacna y Arica a
cambio de la provincia de Atacama, con lo cual lograba romper la Alianza
Peruana Boliviana e interponer a Bolivia nuevamente entre Perú y Chile con lo
cual ponía a salvo las ocupadas provincias de Atacama y Tarapacá, por lo que
estaba dispuesto a aceptar los costos humanos y materiales que implicaría
alcanzar los objetivos trazados.
Los costos fueron aceptables, ya que Chile logró ampliamente su objetivo
al ocupar las provincias de Tacna y Arica.
137
Como se expresó anteriormente, el objetivo operacional antes
mencionado respondía a una típica forma de proceder de las fuerzas chilenas
consistente en explotar la superioridad naval obtenida para elegir el puerto de
desembarco y permanecer cerca a la costa para poder evacuar la zona ocupada
en caso sea necesario, manteniendo el bloqueo de los puertos peruanos, en este
caso desde Arica hasta Mollendo.
138
recibida sobre las intenciones de las fuerzas aliadas, fue replanteado
correctamente.
Sin embargo, se pudo escoger otro punto de desembarco distinto a Ilo, “El
concepto que llevó a los soldados chilenos a desembarcar en Ilo dista mucho de
responder a lo que aconsejaban las necesidades estratégicas de la campaña
que se iniciaba”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.103).
¿Se alcanzó?
139
dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte
logístico.
Una vez culminada la campaña de Tarapacá y decidido el objetivo
estratégico militar de ocupar las provincias de Tacna y Arica y destruir las fuerzas
aliadas en presencia, Chile empleó el puerto de Pisagua para embarcar sus
fuerzas de invasión desde el día 18 de febrero de 1880.
El día 19 zarparon las unidades navales chilenas las que arribaron a Ilo el
día 25 y empezaron a desembarcar sus fuerzas en el puerto sin que se presente
ningún tipo de oposición ni resistencia aliada.
El día 01 de marzo desembarcó la cuarta división chilena procedente de
Pisagua, evidenciándose durante todos los días empleados, que la maniobra se
realizó como una simple operación comercial, sin ningún tipo de intervención por
parte de las fuerzas aliadas.
Asimismo, tal como sucedió en Pisagua, los peruanos dejaron en Ilo todas
las facilidades portuarias intactas como elementos de carga y descarga (lanchas,
muelles y grúas). Igualmente hallaron en la estación dos locomotoras operativas
y varios vagones, bodegas y jaulas. Los tanques de agua y los pozos donde se
surtía la población, tenían abundante dotación de ese elemento. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.56).
Sin embargo, como se mencionó anteriormente, es cuestionable la
elección de Ilo como punto de desembarco de las fuerzas chilenas para iniciar la
campaña sobre Tacna y Arica, puesto que no respondía precisamente a las
necesidades estratégicas de la misma.
Teniendo en consideración el objetivo estratégico militar de ocupar las
provincias de Tacna y Arica y destruir las fuerzas aliadas en presencia, lo
recomendable era continuar la ofensiva estratégica con una rápida ofensiva
táctica, en lugar de pasar a la defensiva una vez desembarcadas sus fuerzas,
permaneciendo a la espera de una hipotética ofensiva aliada.
“Al no proceder con rapidez y energía daba tiempo a su adversario para que
acrecentara sus fuerzas, tomara disposiciones con sobre aviso de la situación y
de las intenciones del atacante, o decidiera, sea emprender a su vez la ofensiva,
sea ceder terreno momentáneamente para hacerse fuerte en el interior
140
prolongando indefinidamente las operaciones”. (Dellepiane, 2010, Parte III,
p.103, p.104).
En forma similar como sucedió en Pisagua, la elección de Ilo como punto
de desembarco, obedeció más que a un criterio de necesidad acorde a la
situación estratégica, a consideraciones de índole administrativo, debido a las
facilidades que ofrecía la región, a la seguridad que ofrecía a sus fuerzas y a la
lejanía de las tropas aliadas. Cabe señalar, que este punto de desembarco fue
elegido por el más alto nivel político, una vez concluido el reconocimiento de la
costa que efectuó el comandante chileno Viel.
Iniciar la campaña marchando desde Tarapacá hacia Arica por
Camarones, implicaba tener que hacer frente al desierto de Tarapacá con todas
las dificultades que ofrece, por lo cual decidieron emplear la vía marítima; sin
embargo, al sur de Arica no se encuentran desembarcaderos favorables e
intentar hacerlo en esta plaza suficientemente defendida era inviable, por lo que
decidieron desembarcar al norte de Arica, escogiendo Ilo por las consideraciones
antes mencionadas.
Sin embargo, es preciso mencionar, que el desembarcar en Ilo permitió
ejecutar una adecuada dirección de la ofensiva estratégica general, debido a que
las fuerzas chilenas se interponían entre los núcleos más fuertes donde se
encontraban las fuerzas aliadas (Arequipa y Tacna).
“En cuanto a la orientación general de la ofensiva estratégica, es innegable que
estaba bien escogida, porque aparecía sobre una de las líneas de
comunicaciones del adversario, cortando el enlace entre los agrupamientos
principales de Arequipa y de Tacna. Pero hay que advertir, que si los chilenos
obtuvieron estas ventajas fue sin que lo sospecharan siquiera; pues sabemos
que las reflexiones que los indujeron a desembarcar en Ilo eran diferentes”.
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.104).
El empleo de Pisagua permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones
relativas favorables, sin embargo la elección de Ilo como punto de desembarco,
no fue la más adecuada.
Cuando los chilenos decidieron emprender la ofensiva sobre Tacna, Sotomayor
debió ordenar el embarque en Ilo y el desembarque en Ite o en caleta de Sama
de todas sus tropas a pie. Sus jinetes y el ganado de la artillería pudieron marchar
141
por tierra, ya que su embarco y desembarco es más moroso y difícil, habiéndolos
acompañado con algunas compañías aligeradas para poder tomar los
desembarcaderos y favorecer la llegada de la infantería por la vía marítima que
se ofrecía, ancha y abierta a entera disposición del ejército invasor. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.194).
Desembarco en Ilo
A partir de los primeros días de febrero, empezaron en Pisagua los
preparativos para el embarque de las fuerzas chilenas a bordo de las unidades
navales designadas.
Una vez decidido el desembarco en el puerto de Ilo, por las
consideraciones antes expuestas, se dispuso el embarque del Ejército de Chile
en dos escalones, el primer escalón estaría compuesto por la primera, segunda
y tercera división, y una vez desembarcadas estas, las unidades navales debían
retornar a Pisagua para embarcar al segundo escalón constituido por la cuarta
división.
El orden del convoy de unidades navales que tenían la responsabilidad de
transportar al Ejército chileno fue el siguiente:
Blanco Encalada
Toro, con lanchas torpederas
Itata, Copiapó, Loa, Amazonas, Magallanes,
La Mar, Limarí, Matías, Santa Lucía,
Humberto, Elvira, Muzzi, Lancha, Angamos,
Tolten, Abtao, Balsa
Los diecinueve buques zarparon de Pisagua el 24 de febrero de 1880 y el
día 25 arribaron a Ilo, logrando desembarcar las tres divisiones sin ningún
contratiempo ni oposición por parte de las fuerzas aliadas.
142
El desembarco se efectuó hasta el día 29 y el día 01 de marzo llegó el
segundo escalón compuesto por la cuarta división.
Posteriormente, el Ejército de Reserva al mando del general Villagrán, que
tenía la responsabilidad de custodiar la ocupada provincia de Tarapacá, fue
transportado progresivamente como refuerzo de la masa principal. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.54 - p.57).
Agrupamiento Baquedano
Las tropas que Sotomayor designó para luchar contra las fuerzas de
Gamarra fueron puestas a órdenes del general Baquedano, comandante general
de la caballería del ejército chileno; fue designado como jefe de estado mayor
del agrupamiento el teniente coronel A. Martínez. (Dellepiane, 2010, Parte III,
p.81 - p.82).
Al general Baquedano se le encomendó destruir a la débil división
peruana estacionada en Moquegua y despachar enseguida a la caballería, tanto
en persecución de estas tropas si obtenían el triunfo, como en la dirección
general del río Locumba para practicar correrías en aquella región, preparando
la próxima campaña del ejército. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.82).
Con este fin, el agrupamiento de Baquedano se formó con la Segunda
División, del coronel Muñoz, y con toda la caballería, a la que se agregó una
compañía aligerada del regimiento Buin; además, la artillería de la división fue
reforzada. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.82).
El agrupamiento Baquedano, quedó constituido de la siguiente forma:
Segunda División
Regimiento 2 de línea 1,200 hombres
Coronel Muñoz,
Regimiento Santiago 1,200 hombres
Batallón Atacama 600 hombres
Batallón Bulnes 600 hombres
1 batería Krupp montaña 150 hombres
Escuadrón de Cazadores a Caballo 200 hombres
143
A esta fuerza orgánica se agregaban:
1 compañía aligerada del regimiento Buin 150 hombres
1 batería de montaña, modelo francés 150 hombres
1 batería Krupp campaña 150 hombres
1 escuadrón Cazadores 200 hombres
2 escuadrones Granaderos 400 hombres
El efectivo total alcanzaba a cerca de 5,000 hombres, de los que 800 eran
de caballería, y se disponía de 18 cañones. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.83).
144
La distribución general de las tropas del agrupamiento Baquedano para la
batalla de Los Ángeles fue la siguiente: (Dellepiane, 2010, Parte III, p.96, p.97).
Con Baquedano
Batallón Bulnes
Tres compañías del regimiento Santiago
1 batería Krupp de campaña
1 batería Krupp de montaña
Con Muñoz
Regimiento 2 de línea
Batallón Santiago, menos de 3 compañías
1 batería de montaña (modelo francés).
300 jinetes de Granaderos y Cazadores
Con el comandante
Batallón Atacama J. Martínez
La compañía ligera del Buin y la mayor parte de la caballería quedaron en
el Alto de la Villa, formando reserva.
La batalla de Los Ángeles constituyó un triunfo para las fuerzas chilenas,
las mismas que se conformaron con los resultados obtenidos y no emprendieron
la persecución. Sólo el 23 llegó Baquedano a Yacango y al día siguiente volvió
a su campamento en Alto de la Villa. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.102, p.103).
A pesar de esta inactividad de Baquedano después de la batalla, los
chilenos quedaron dueños de Moquegua y de sus alrededores y no tuvieron ya
ningún temor para emprender operaciones sobre Tacna, dado que el
agrupamiento enemigo más próximo se encontraba en Arequipa. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.103).
El atacante se condujo atinadamente: realiza sus desplazamientos en la
noche, burlando así las facilidades de observación que tiene el que ocupa las
alturas; los reconocimientos minuciosos efectuados la víspera le habían
permitido conocer el punto débil de la defensa; buscó la sorpresa, factor esencial
del éxito, tomando su dispositivo en la obscuridad, de tal modo que en la
madrugada se produjo el asalto con todas las probabilidades favorables; las
tropas de asalto fueron agrupadas al pie de la obra, donde el Atacama espera
145
que la luna se oculte para escalar el barranco. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.114,
p.115).
El plan de ataque era bueno: los ataques conducidos de frente sobre un
enemigo en posesión de las alturas están condenados siempre al fracaso; en la
guerra de montaña el golpe decisivo debe asestarse en la dirección general de
la línea de retirada; a veces, el simple amague de cortarla, basta para obtener la
evacuación de la posición. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.115).
La potencia que Baquedano dio a la columna Muñoz restaba fuerzas al
conjunto, y en cambio, esas tropas no podrían utilizarse completamente en caso
de llegar sobre la línea de retirada de los peruanos, en cumplimiento de su
misión, pues no tenía espacio suficiente para desplegarse y emplear todos sus
medios; por otro lado, su avance, fácilmente detenido, permitía que el defensor,
neutralizándolo, concentrara todo su esfuerzo sobre las demás columnas
chilenas de ataque. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.116).
El ataque que dirigía Baquedano personalmente, solo tenía una acción
fijante, dependiente del esfuerzo que se iba a realizar en ambos flancos.
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.116).
El batallón Atacama es el que decide la acción, gracias a su inopinada
aparición sobre el franco del defensor. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.116).
146
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.170, p.172):
La Primera y Segunda Divisiones, después de que se hubiera realizado
un cañoneo preliminar que debía efectuar toda la artillería, romperían el ataque
cuando se hallaran a buena distancia, debiendo ir más adelante la Primera.
La Tercera debía marchar en columna desplegada, en segundo escalón
de las anteriores y sobre el intervalo que existía entre ellas, para reforzarlas y
apoyarlas cuando fuera necesario.
La Cuarta, dotada de caballería y artillería afectada en propiedad, atacaría
cuando se pusiera a la altura del primer escalón, lo que tendría que producirse
con posterioridad al ataque de la Primera y Segunda Divisiones, puesto que
marchaba alineada con la Tercera.
La División Reserva se emplearía, a juicio del comandante en jefe, en
apoyo de una u otra ala o para atender cualquier circunstancia imprevista, o,
principalmente, para formar una segunda ola de ataque sobre la izquierda del
frente defensivo, lógicamente quebrantado y desgastado por el choque de las
tres primeras divisiones chilenas.
De lo dicho se deduce que el plan de ataque consistía, en suma, en echar
todo el ejército atacante sobre un ala o, mejor dicho, sobre la mitad izquierda del
frente defensivo, con repetidos esfuerzos sucesivos, crecientes en magnitud. En
tanto, sobre la Cuarta División reforzada con caballería y artillería; la primera de
estas armas estaba destinada a facilitar la cobertura del ala exterior de la división
o a parar una sorpresa o, en fin, a detener momentáneamente al adversario
imponiéndole respeto si ocurría un fracaso; la artillería le daría potencia de
fuegos para el ataque y le permitiría sostenerse contra las baterías de la derecha
aliada, cuyo emplazamiento, como el de todas las demás había sido determinado
en el reconocimiento del 22 de mayo.
El Regimiento de Granaderos a Caballo, a órdenes del coronel
comandante general de la Caballería, Vergara, recibió la misión de cubrir el
flanco derecho del ataque y garantizar especialmente a la brigada de artillería de
Salvo cuyas posiciones de batería rebasaban al comienzo, en algunos
centenares de metros, el extremo derecho del dispositivo de ataque de la
infantería.
147
Cabe resaltar, que para la campaña de Tacna, el Ejército chileno decidió
emplear un mayor poder combatiente que en la campaña de Tarapacá, para lo
cual utilizó el mayor número posible de tropas del Ejército de Reserva para
reforzar sus fuerzas.
En esta campaña, el comando chileno procedió más juiciosamente que al abrir
la campaña de Tarapacá, porque tomó del Ejército de Reserva el mayor número
posible de tropas para reforzar la masa total de su ejército de operaciones. La
carencia de cierto elemento y la condición de reclutas de los cuerpos del Ejército
de Reserva que quedaron en Tarapacá, le impidieron aumentar más aún sus
fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.196).
El Ejército Chileno dejó en tres batallones en el puerto de Ilo, los mismos
que sumaban un efectivo total de mil quinientos hombres. Estas tropas hubiesen
podido ser empleadas en el esfuerzo general de la acción ofensiva dirigida hacia
Tacna, puesto que así el Segundo Ejército del Sur al mando del coronel Leyva
se hubiese aproximado al valle de Locumba, estas unidades no se hubiesen
percatado de su presencia.
En todo caso, más adecuado hubiese sido dejar algunos elementos de
observación en el valle de Moguegua, puesto que una cuando se transportó todo
el Ejército de Operaciones para la batalla general sobre Tacna, la verdadera
base de este era Ite, o en el mismo valle del Sama.
Cubrirse con fuertes efectivos contra tropas que pudieran aparecer por el norte,
era demostrar que se desconfiaba del éxito de la operación planteada sobre
Tacna y, en este caso, más valía echar esos 1,500 hombres en la balanza para
asegurar esta operación que, una vez efectuada permitiría, como sucedió,
descuidar el valle de Moquegua que solo había servido como base de partida de
la ofensiva. Ese fue un atentado contra la economía de las fuerzas, que sirve
para obtener la acción en masa o sea la potencia en el esfuerzo. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.196).
Durante esta campaña, se aprecia asimismo que el general Baquedano
tenía la intención de, una vez tomada Tacna, buscar que los aliados se
replieguen hacia el interior y no hacia Arica, cuya plaza estaba dispuesto a tomar
a cualquier precio. Incluso, muchos de los elementos logísticos no fueron
148
desembarcados en Ite, permanecieron a bordo de las unidades chilenas, a la
espera de ser trasladados hacia Arica.
Pero parece que Baquedano quería, precisamente, impedir la retirada hacia
Arica, prefiriendo que el enemigo se replegara al interior a fin de separar los dos
agrupamientos de las tropas aliadas. Efectivamente, el ministro de Guerra y
Baquedano solo habían hecho desembarcar en Ite los elementos de vida más
necesarios para un corto periodo, conservando los demás a bordo con la mira
de abastecer el ejército por Arica tan pronto como esa plaza fuera tomada, y en
esas condiciones el comandante en jefe chileno quería aislar Arica, cuyas
defensas eran muy temidas, a fin de apoderarse de la plaza con la mayor
premura para recobrar sus líneas de comunicaciones por la vía marítima.
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.207, p.208).
Resulta evidente que de este modo, el general Baquedano buscó obtener
dos victorias sucesivas sobre Tacna y Arica, sin preocuparse de lograr la
destrucción completa del Ejército Aliado.
En cuanto a la distribución del poder combativo, cabe resaltar el modo de
proceder del Comandante en Jefe del Ejército de Chile, general Baquedano.
Luego de la batalla de Los Ángeles, la de Tacna se presentaba como su primera
gran batalla al mando de las tropas chilenas. Su maniobra durante esta batalla,
se limitó simplemente a efectuar un ataque frontal, aunque estuvo escalonado y
buscaba bordear el ala izquierda de la defensa aliada; sin embargo, salta a la
vista que esta forma de ataque, en masa, fue algo característico en él, lo cual se
tornó previsible, en el resto de la guerra.
Falto de vuelo en la ideación de planes, acostumbrado a mandar tropas de
pequeño efectivo con la que son imposibles las combinaciones de gran aliento,
sin experiencia propia o adquirida por el estudio, lento y prudente en la
concepción y con absoluta pasividad y sumisión a las decisiones superiores, que
no interpretaba para no arriesgar nada de su parte no concebía sino el ataque
frontal, en masa, en un solo campo, sin efectuar maniobra alguna por temor de
formar destacamentos que, por desconfianza, consideraba aventurados en
cualquier circunstancia que se le pidiera hacerlos. (Dellepiane, 2010, Parte III,
p.208, p.209).
Asimismo, en cuanto a la concepción estratégica de las operaciones, cabe
resaltar que el general Baquedano, no buscaba destruir las fuerzas contrarias en
149
una batalla decisiva, más bien daba un paso a la vez empleando siempre un
ataque frontal, conformándose con la conquista del terreno que ocupaban las
fuerzas enemigas, para luego emprender otra acción.
En cuanto a la orientación de las fuerzas sobre su punto de aplicación, es decir,
en lo que se refiere a la concepción estratégica de las operaciones, Baquedano
no buscaba la batalla decisiva en cada acción de armas que dirigía, limitándose
a golpear frontalmente al adversario para conquistar el terreno que este ocupaba
y, conformándose con ello, recomenzar la operación un poco más allá, dentro
del mismo molde. Para el, la guerra parecía ser cuestión de tiempo y conquista
de posiciones sucesivas cuya ocupación le permitiera marchar paso a paso en
busca de una decisión, que esperaba obtener por el aniquilamiento progresivo
del adversario. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.209).
Toma de Arica
Aprovechando el material rodante abandonado por los aliados y previas
ligeras reparaciones efectuadas en la línea, contando además con la zona de
seguridad que proporcionaba la caballería, Baquedano ordenó el traslado de una
fuerte división a Chacalluta, que se encargaría de la toma de Arica. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.237).
Las tropas llegaron a Chacalluta en la siguiente forma, (Dellepiane, 2010,
Parte III, p.237):
El 2 de junio:
Regimiento Buin de línea: 1,200 hombres
Regimiento 3 de línea: 1,200 hombres
150
A estas tropas debían agregarse las siguientes, (Dellepiane, 2010,
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.237):
Tropas de caballería (Carabineros de 600 hombres
Yungay y Cazadores a Caballo)
Regimiento Lautaro 1,200 hombres
Todas las unidades antes citadas habían sido completadas en Tacna, con
soldados de otros regimientos, para darles su efectivo máximo, excepto, desde
luego, los regimientos que habían formado en la División de Reserva durante la
batalla del Alto de la Alianza, que no sufrieron pérdidas. (Dellepiane, 2010, Parte
III, p.238).
El efectivo total de las tropas que iban a tomar parte del asalto de Arica
ascendía a 6,500 hombres con 22 cañones y 2 ametralladoras. (Dellepiane,
2010, Parte III, p.238).
En lo que se refiere a la preparación estratégica de la operación sobre Arica,
Baquedano supo tomar con precisión las medidas necesarias: reconocimiento
previo por tropas de caballería, toma y mantenimiento del contacto,
establecimiento de una zona de seguridad para garantizar la llegada de las
fuerzas frente a sus puntos de aplicación; transporte escalonado de los gruesos
economizando la fatiga de las tropas; utilización de soldados especializados
para el arreglo antelado de la vía que había de permitirle presentar las tropas
combatientes en el mejor pie; funcionamiento ordenado y previsión juiciosa de
los abastecimientos para pasar largos días frente al enemigo, explotando los
recursos del valle del Lluta y ulteriormente los de Azapa, completados con
elementos enviados desde Tacna. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.277, p.278).
El general Baquedano efectuó una adecuada distribución del poder
combativo de su ejército para la toma de Arica. Tuvo especial cuidado de
contrarrestar la potencia de fuego de las defensas peruanas establecidas en los
fuertes, emplazando adecuadamente su artillería al límite máximo de su alcance
para evitar ser alcanzado por los fuegos de contra batería y estableció enlace
con la escuadra chilena con la finalidad de contar con fuego naval de apoyo.
Asimismo, efectuó un reconocimiento adecuado antes de decidir el curso de
acción para el asalto al morro.
Es indudable que el planteamiento general de la operación que se ejecutó el 7
de junio se debió en gran parte a la acción personal del comandante en jefe. El
151
dispositivo de los regimientos de asalto, 3,4 y 1, hace recordar al que tomaron
las Divisiones Amengual, Barcelo y Amunátegui en la batalla del Alto de la
Alianza. La inacción a que fue obligada la caballería, recuerda asimismo, esa
batalla. A mayor abundamiento, el hecho de “tomar al toro por los cuernos”,
según la expresión favorita de Baquedano, revela también su influencia directa
en la elaboración del plan de asalto. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.280, p.281).
152
Asimismo, es importante mencionar que las diferencias entre el ministro
Sotomayor y el general Escala continuaron hasta antes de la batalla del Alto de
la Alianza, tornándose la relación entre ambos cada vez más tirante, hasta el
punto de generar camarillas que apoyaban a uno y otro y produciéndose desaires
del ministro hacia el general en jefe.
153
decisión del gobierno a los coroneles y continuó ejerciendo el mando.
(Dellepiane, 2010, Parte III, p.147).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas
consistente en “Desembarcar sus fuerzas en el litoral peruano, debiendo
permanecer cerca a la escuadra y esperar a las del almirante Montero. La
caballería, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La
escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo”,
inicialmente no fue correctamente seleccionado; pero luego de la
información recibida sobre las intenciones de las fuerzas aliadas, fue
replanteado correctamente, “Iniciar la ofensiva sobre la provincia de
Tacna, para lo cual se debía batir primero a la débil división que se
sostenía en Moquegua”. A la luz de los resultados de la campaña de
Tacna, se concluye que fue alcanzado.
El empleo inicial de Pisagua como base de operaciones avanzada fue
acertada, sin embargo la elección de Ilo como punto de desembarco no
fue la más adecuada. La maniobra operacional realizada, que consistió
en el desembarco en Ilo para continuar con el desplazamiento a pie de
una gran distancia que tuvieron que recorrer las divisiones chilenas desde
Ilo hasta Tacna, no permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones
relativas favorables.
De manera general, el poder combativo de las fuerzas chilenas fue
adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica
operacional de carácter ofensivo, y alcanzó ampliamente sus objetivos.
Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que
afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, habiendo
podido comprometerlas operacionalmente. Entre las principales
restricciones a la libertad de acción, resaltan las tirantes relaciones entre
el ministro Sotomayor y el general Escala; sin embargo, cuando se
produjo la muerte de Sotomayor y el general Baquedano asumió el mando
154
militar del Ejército de Chile, contó con una adecuada libertad de acción
para la conducción de las operaciones.
155
En Tacna y Arica se concentraban el grueso de los ejércitos de línea de
la Alianza; igualmente, estas provincias constituían el corazón de la misma, ya
que era el punto de conjunción natural de ambos países. Mantener estos
territorios iba a permitir mantener con vida a la Alianza, para lo cual se debía
procurar la destrucción de las fuerzas enemigas y la conservación de los ejércitos
peruano y boliviano.
156
finalidad de evitar la ocupación de las mismas y mantener el punto de conjunción
natural de Bolivia y Perú”.
157
Si se tiene en consideración que el objetivo estratégico operacional aliado
consistía en “Defender la ciudad de Tacna, manteniendo núcleos de resistencia
en Moquegua y Arica, con la finalidad de evitar la ocupación enemiga de las
provincias de Tacna y Arica”, queda claro que el esfuerzo principal de las fuerzas
aliadas fue ofrecer una defensa táctica en Tacna.
“En esta campaña no existió una concepción estratégica definida, pues se cedió
la libertad de acción al Ejército chileno, y se centró el esfuerzo en la defensa
táctica de Tacna, primando la necesidad de conservar el terreno a la de destruir
al adversario” (Mercado, 2010, p.63).
Es preciso tener en consideración que el objetivo principal de la guerra
debió ser lograr la destrucción de las fuerzas enemigas, pero se aprecia que
Nicolás de Piérola, tenía la concepción de conservar el territorio peruano, para
lo cual organizó núcleos de resistencia en Tacna, Arequipa, Lima y el norte del
país. Por lo tanto, se dedujo el objetivo estratégico militar consistente en
defender las provincias de Tacna y Arica con la finalidad de evitar la ocupación
por parte de las fuerzas chilenas.
158
embargo, en la campaña de Tacna primó la conservación del terreno a la
destrucción de las fuerzas enemigas, como objetivo de la campaña.
Factibilidad
Segunda División
Coronel Cáceres
Batallón Zepita (428 hombres)
Batallón Cazadores del Misti (450 hombres)
Tercera División
Coronel Suárez
Batallón Pisagua (420 hombres)
159
Batallón Arica (270 hombres)
Cuarta División
Coronel Mendoza
Batallón Victoria (500 hombres)
Batallón Huáscar (350 hombres)
Quinta División
Coronel Herrera
Batallón Ayacucho (420 hombres)
Batallón Arequipa (370 hombres)
Sexta División
Coronel Herrera
Batallón Lima (400 hombres)
Batallón Cazadores del Rímac (320 hombres)
División Solar
Guardia Civil de Tacna – Policía (20 hombres)
Columna Sama (80 hombres)
Columna Para (60 hombres)
Columna Artesanos (80 hombres)
Caballería
Coronel Méndez
Escuadrón Húsares de Junín (150 hombres)
Guías (180 hombres)
Franqueadores de Tacna (150 hombres)
Gendarmes (50 hombres)
160
Tropas de guarnición en la plaza fortificada de Arica
Comandante en jefe Coronel Bolognesi
Séptima División
Coronel Inclán
Batallón Granaderos de Tacna (200 hombres)
Batallón Artesanos de Tacna (250 hombres)
Cazadores de Piérola (340 hombres)
Octava División
Coronel A. Ugarte
Batallón Tarapacá (264 hombres)
Batallón Iquique (266 hombres)
Ejército boliviano
Comandante en jefe: Coronel Camacho
Jefe de Estado Mayor: Coronel Castro Pinto
Primera División
Coronel Zapata
Batallón Viedma (260 hombres)
Batallón Tarija (350 hombres)
Batallón Sucre (400 hombres)
Segunda División
Coronel Acosta
Batallón Loa (350 hombres)
Batallón Grau (350 hombres)
Batallón Chorolque (350 hombres)
Batallón Padilla (350 hombres)
Tercera División
Coronel Murguía
Batallón Murillo (160 hombres)
Batallón Colorados (400 hombres)
161
Cuarta División
Coronel González
Batallón Aroma (260 hombres)
Batallón Zapadores (160 hombres)
Caballería
Escuadrón Escolta (60 hombres)
Coraceros (60 hombres)
Caballería Vanguardia de Cochabamba (161 hombres)
Caballería Libres del Sur (150 hombres)
Artillería
2 ametralladoras de 6 cañones
162
Como se puede apreciar, el Ejército Aliado contaba con un significativo
número de efectivos disponibles para la Campaña de Tacna, cabe resaltar que
el grueso tanto del Ejército Peruano como del boliviano, estaba constituido por
tropas de línea, profesionales, que se iban a enfrentar en una campaña decisiva
para el curso de la guerra.
Sin embargo, de acuerdo a la composición de las fuerzas antes detallada,
se aprecia que la mayor parte de los ejércitos peruano y boliviano estaban
constituidos por unidades de infantería, observándose la limitada disponibilidad
de unidades de artillería y caballería, necesarias para proporcionar una
adecuada potencia de fuego y cobertura a sus fuerzas.
Otra gran limitación para el Ejército Aliado, constituía la carencia de
elementos de transporte, que permitiera la movilización de víveres, munición y
forrajes, por lo cual prácticamente estaba anclado al terreno que ocupaba, por
carecer de una adecuada movilidad que le permita brindar apoyo administrativo
a sus fuerzas en forma efectiva y oportuna.
Por lo expuesto, se concluye que pese a las grandes limitaciones que
presentaba el Ejército Aliado para la campaña de Tacna, contaba con los medios
disponibles para alcanzar el objetivo estratégico operacional planteado.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
La campaña de Tacna fue decisiva para definir el curso de la guerra. Chile
ya había logrado ocupar las provincias de Atacama y Tarapacá y se había
lanzado a la conquista de Tacna y Arica con la finalidad de destruir al Ejército
Aliado que se encontraba reunido en Tacna, romper el punto de conjunción
natural de Bolivia y Perú así como lograr una prenda territorial que le permita
imponer condiciones en una negociación de paz.
El Ejército Aliado, en lo estratégico, no tenía más opciones que
defenderse, sin embargo en el nivel táctico, pudo haber realizado una ofensiva
con las fuerzas disponibles, teniendo en consideración que el Ejército chileno al
desembarcar en Ilo, asumió una actitud táctica defensiva.
163
Nicolás de Piérola, dispuso como objetivo principal de la campaña, la
defensa de Tacna, por lo que al producirse la derrota peruano boliviana en la
batalla del Alto de la Alianza, esta constituyó un golpe decisivo ya que a las
fuerzas chilenas solo les quedaba vencer a la débil guarnición de Arica para
asegurar la posesión de las provincias de Tacna y Arica.
Los costos humanos y materiales de la campaña de Tacna para las
fuerzas aliadas fueron absolutamente inaceptables, puesto que no se logró con
la defensa planteada, contener a las fuerzas chilenas, mucho menos pasar a la
contraofensiva para intentar destruir a las fuerzas enemigas; el Ejército Aliado,
conformado por tropas profesionales, quedó prácticamente destruido y en
adición, Chile logró romper la alianza peruano boliviana, debido a que después
de la batalla de Tacna, los remanentes de las tropas bolivianas se retiraron a su
país, y no volvieron a participar más en las acciones bélicas del resto de la
guerra. Finalmente, las provincias de Tacna y Arica cayeron en poder de Chile.
164
Por su parte, el contralmirante Montero, era de la idea de defender Tacna
en el campo conocido como del Alto de la Alianza, debido a que según el coronel
Cáceres, (Mercado, 2010, p.72), había recibido órdenes de Nicolás de Piérola,
de defender Tacna en la misma ciudad de Tacna.
Montero adopta su plan defensivo definitivo demasiado tarde, cuando las fuerzas
chilenas avanzaban sobre Locumba. En realidad, ahí está el error estratégico. Si
hubiera decidido su plan oportunamente, la ocupación de la cortadura del Sama
podría haberse llevado a cabo. (Mercado, 2010, p.75).
165
Nicolás de Piérola o lo interpretado por el contralmirante Montero, priorizando la
intención de conservar el terreno a la de destruir al enemigo.
166
¿Se alcanzó?
167
estratégica a realizar, la cual consistió simplemente en una defensa táctica de la
ciudad de Tacna, priorizando la defensa del terreno a la destrucción de las
fuerzas enemigas.
Las fuerzas aliadas se hallaban dispuestas en Moquegua, donde se
realizó la batalla de Los Ángeles; Tacna, lugar de la batalla del Alto de la Alianza
y Arica, donde se realizó la defensa de la plaza. Sin embargo, la prioridad de la
campaña fue la defensa táctica de Tacna.
Una vez producido el desembarco del ejército chileno en Ilo, a fines del
mes de febrero de 1880, los aliados tuvieron el tiempo suficiente para poder
ocupar una posición relativa favorable que les permita alcanzar sus objetivos.
Sin embargo, el contralmirante Montero, general en jefe del Primer
Ejército del Sur, decidió emplazar el Ejército Aliado en el campo de la alianza,
con la finalidad de efectuar la defensa de Tacna, en cumplimiento a las órdenes
directas de Nicolás de Piérola, quien había dispuesto que se lleve a cabo la
defensa en la misma región de Tacna.
Si los aliados hubiesen optado por ocupar la cortadura de la quebrada
Sama, con la debida anticipación, antes que las tropas chilenas alcancen la zona
de Locumba, se habrían logrado varias ventajas como ejecutar la operación
defensiva en una zona que proporcionaba mayor cantidad de cubiertas y abrigos,
batir a las tropas chilenas sucesivamente al presentarse por escalones en la
cortadura del Sama, ganar una ubicación más cercana al Segundo Ejército del
Sur que se encontraba reunido en Arequipa, facilitando el refuerzo de tropas y la
posibilidad de pasar a la contraofensiva; y finalmente, contar con los recursos
necesarios provenientes del valle del Sama para la subsistencia del Ejército
Aliado. Si bien es cierto los aliados no contaban con los medios de transporte
necesarios para trasladar municiones, víveres y forrajes; dispusieron de todo el
mes de marzo para desplazarse de Tacna a la quebrada Sama, lo cual era
posible realizar.
En consecuencia, la maniobra estratégica operacional aliada, destinada a
alcanzar una posición relativa favorable, se vio condenada al fracaso al emplazar
las tropas en el campo del Alto de la Alianza, en lugar de disponerlas en la
cortadura del Sama.
168
Cabe resaltar, que la elección de Tacna como base de operaciones
avanzada, donde se reunió el grueso de los ejércitos profesionales peruano y
boliviano fue acertada; sin embargo, la maniobra operacional, desarrollada a
través de la defensa táctica en el campo del Alto de la Alianza, no permitió
alcanzar posiciones relativas favorables.
169
región de Tacna y Arica, y se disminuían enormemente las posibilidades de
conseguir el objetivo fundamental: destruir a las fuerzas chilenas. (Mercado,
2010, p64-65).
Asimismo, con decreto del 31 de enero de 1880, Nicolás de Piérola decidió
dividir el Ejército del Sur que se encontraba a órdenes del contralmirante Lizardo
Montero.
Con este decreto, se constituía el Primer Ejército del Sur, al mando de
Montero, con las tropas que se encontraban reunidas en la región de Tacna y
Arica; y el Segundo Ejército del Sur, al mando del coronel Leiva, con las tropas
que se encontraban en Moquegua, que constituían la Décima División del
Ejército del Sur, pasaron a conformar la Primera División del Segundo Ejército
del Sur. Igualmente, se sumaban a este ejército, las tropas que se estaban
organizando en Arequipa.
Con esta inexplicable decisión, se debilitó al Ejército del Sur, al dividirlo
en dos escalones con comandos distintos, asimismo, dispersaba las tropas
innecesariamente, a pesar que lo que precisamente se requería era que las
mayor cantidad de tropas se encontrasen reunidas para librar la batalla decisiva
de esta campaña y la que definió el curso de la guerra.
La mejor estrategia recomienda ser siempre lo suficientemente fuerte en el lugar
decisivo. Por ello, no hay precepto estratégico más eficiente y más sencillo que
el de mantener a las fuerzas reunidas. Nada debió separar en enero de 1880 la
masa principal, constituida por las fuerzas aliadas de Tacna y Arica, a menos
que fuera exigido por un objeto imprescindible. Sin embargo, las fuerzas de
Arequipa y Moquegua fueron divididas y separadas sin saberse claramente las
razones. (Mercado, 2010, p.69).
Para agravar aún más la crítica situación en que se encontraban las tropas
a órdenes del contralmirante Lizardo Montero, Piérola decidió nombrar como
prefecto de Tacna a su compañero de colegio Pedro A. Del Solar, quien de
inmediato empezó a dictar una serie de disposiciones relativas al comercio,
finanzas y economía cuya dación le correspondían al comandante del teatro de
operaciones, en este caso al contralmirante Montero.
A pesar de las disposiciones dadas por Nicolás de Piérola, Lizardo
Montero continuó organizando y preparando para la contienda decisiva a las
170
tropas bajo su comando, acatando las órdenes emanadas por el dictador; sin
embargo, solicitó la reconsideración del decreto con el que se disponía la división
del Ejército del Sur, la cual no fue atendida y reiteró sus pedidos de refuerzos,
que tampoco fueron atendidos.
La prioridad de refuerzos la tuvo el Segundo Ejército del Sur y Nicolás de
Piérola decidió reservar tropas, medios de transportes, artillería y caballería para
conformar un tercer ejército con el que pensaba dar la batalla decisiva, dejando
a su suerte a las tropas a órdenes del contralmirante Montero.
El decreto de Nicolás de Piérola con el cual dividía el Ejército del Sur en
dos escalones, ocasionó el debilitamiento innecesario de las fuerzas atentando
contra los principios de unidad de comando y economía de fuerzas.
Asimismo, el dispositivo que ocuparon las fuerzas peruanas disgregadas
en Moquegua, Tacna y Arica, no obedeció a una concepción estratégica definida.
Si bien es cierto era necesario guarnecer Arica por constituir la base de
operaciones avanzada de las fuerzas aliadas, el mantener una división en
Moquegua, y dos divisiones en Arica, le restó fuerzas al Primer Ejército del Sur,
atentando contra el principio de concentración de fuerzas, que precisamente
busca reunir fuerzas para librar la batalla decisiva de la campaña de Tacna y la
que definió el curso de la guerra.
La estrategia determina el lugar, el momento y los medios con los que se debe
combatir. Consecuentemente, debe reunirse el mayor número posible de
efectivos sobre el lugar determinado: punto decisivo del combate. Las
disposiciones de Piérola desde el punto de vista estratégico, significaron una
apreciación errónea sobre el lugar donde se realizarían las acciones principales.
El debilitamiento de la capacidad combativa de las fuerzas aliadas por falta de
refuerzos condujo al sacrificio de muchas vidas. (Mercado, 2010, p.69-70).
El accionar del Segundo Ejército del Sur fue nulo durante la campaña de
Tacna, no llegó a reforzar al Primer Ejército del Sur, pese a haber alcanzado el
valle de Locumba y empezar a enlazarse con las tropas de avanzada de
Montero, desatendiendo su pedido, consistente en el hostigamiento de las tropas
chilenas que ya habían alcanzado el valle de Locumba.
Luego de producida la batalla del Alto de la Alianza, el mismo Nicolás de
Piérola ordenó al coronel Leiva que refuerce la guarnición de Arica, sin embargo,
171
tampoco llegaron estos refuerzos, a pesar de los reiterados pedidos del jefe de
la plaza, coronel Francisco Bolognesi.
Piérola, al crear el Segundo Ejército del Sur, cuyos efectivos alcanzaron 2,400
hombres con seis cañones, debilitó a las fuerzas de la alianza y atentó contra los
principios de la concentración de las fuerzas y de la unidad de mando. El coronel
Leiva, jefe de estas fuerzas organizadas por el dictador, jamás llegó a los campos
de batalla de Tacna y Arica, a pesar del urgente pedido de Montero de “avanzar
hacia Locumba, a fin de molestar al enemigo” y de haber recibido órdenes
telegráficas del propio Piérola para que se dirigiera a “salvar Arica”. (Mercado,
2010, p.70).
Otra consideración que demuestra que en la campaña de Tacna, las
fuerzas de la Alianza no recibieron una adecuada distribución del poder
combativo, radica en la falta de elementos de artillería, que pudo haber mejorado
considerablemente la situación en que se encontraba el Primer Ejército del Sur,
que disponía tan solo de doce piezas de artillería y había escogido el campo de
la Alianza para librar la batalla decisiva de la guerra, sin embargo este terreno
disponía de campos de tiro propicios para el empleo de esta arma. Nuevamente,
las disposiciones de Nicolás de Piérola, impidieron que las fuerzas del
contralmirante Montero reciban refuerzos de artillería, puesto que el dictador los
reservó para dar la batalla que él consideraba decisiva con el tercer ejército que
ya había empezado a organizar en Lima.
El Ejército peruano, perdida la iniciativa de las operaciones, estaba condenado
a asumir una actitud defensiva en el campo estratégico, pero podía y debía
emplear la ofensiva en el campo táctico. La maniobra defensiva impuesta por la
situación requería remediar su inherente debilidad organizativa, reforzando los
medios de artillería. No se hizo nada por ello. Por otra parte, el campo de batalla
elegido se encontraba en un teatro de operaciones restringido como lo era Tacna
y Arica. La artillería era la mejor respuesta para fortalecer la potencia combativa
del Primer Ejército, que actuaba en un espacio relativamente reducido.
(Mercado, 2010, p.82).
Otra importante limitación relacionada al poder combativo del Primer
Ejército del Sur, fue la limitada disponibilidad de elementos de caballería. Las
fuerzas aliadas de caballería no llegaban a 400 hombres mal montados. De
haberse dispuesto de mayores unidades de esta arma, se pudieron haber
172
dispuesto más misiones de reconocimiento, cobertura del grueso del Ejército y
refuerzo de la seguridad, por medio de la movilidad que brinda esta arma.
Otra seria limitación que afectó las operaciones del Primer Ejército del
Sur, fue la carencia de elementos de transporte. (Dellepiane, 2010, Parte III),
afirma que según documentos oficiales, las tropas de Montero solo dispusieron
de diez mulas para el transporte de las piezas de artillería, lo cual condenaba a
este Ejército a estar anclado en el terreno.
Sin embargo, desde el desembarco en Ilo producido en febrero de 1880,
hasta la batalla del Alto de la Alianza, las tropas peruano bolivianas dispusieron
del tiempo suficiente para conseguir más elementos de transporte que les
hubiesen facilitado el traslado desde Tacna a la cortadura del Sama, que distaba
de dos jornadas de infantería.
En conclusión, debido a las disposiciones dadas por Nicolás de Piérola,
consistentes en mantener núcleos de defensa en diversas partes del país con
sendos ejércitos, dividir el Ejército del Sur en dos escalones independientes,
reservar elementos de combate para organizar un tercer ejército con el cual
pensaba dar la batalla decisiva, la falta de elementos de artillería, caballería y
transportes; el poder combativo de la Alianza Peruano Boliviana no fue
adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica
operacional de carácter defensivo que no fue sostenible en el tiempo y no
permitió alcanzar sus objetivos, por ende trajo como consecuencia la pérdida
territorial del área vital Arica - Moquegua.
173
Durante la campaña de Tacna, las principales restricciones a la libertad
de acción se produjeron por la injerencia de la labor del dictador de turno Nicolás
de Piérola en las funciones del comandante operacional contralmirante Lizardo
Montero.
174
sino que priorizó el envío de refuerzos al Segundo Ejército del Sur y retuvo tropas
e importantes medios militares para organizar un tercer ejército con el que el
dictador pensaba dar, a su entender, la batalla decisiva de la guerra en Lima, en
la que esperaba ser protagonista.
175
Conclusiones preliminares
176
Montero que tanto lo necesitaba en vísperas del combate, sino al de
Arequipa, el cual se había constituido independientemente y desligado del
de Tacna; la falta de atención de los pedidos de refuerzo al Primer Ejército
de unidades de artillería, caballería y medios de transporte. Los resultados
del decreto de Piérola y la falta de refuerzos atentaron contra la moral de
las tropas y el éxito de las operaciones. Estas restricciones a la libertad
de acción del comandante operacional, afectaron gravemente la ejecución
de las acciones bélicas, llegando seriamente a comprometerlas
operacionalmente y condenándolas finalmente al fracaso.
177
defender el centro del poder económico y administrativo del país, por lo cual
decidió ir a atacarlo y ocupar la capital de la república peruana.
Mercado (2010), menciona tres factores que debieron tener en
consideración los chilenos para iniciar la campaña de Lima.
El primer factor está relacionado al hecho que si las fuerzas chilenas
estaban en capacidad de mantener las provincias de Atacama, Tarapacá, Tacna
y Arica recientemente conquistadas sin que se cierna sobre ellas una amenaza
mediata o inmediata. Definitivamente, la única amenaza posible vendría desde
Bolivia o Arequipa, dependiendo esta última de las posibilidades de refuerzo
desde Bolivia, lo cual prácticamente estaba descartado (Mercado, 2010, p.91).
El segundo factor está relacionado a la apreciación que si la campaña de
Lima recompensaría los gastos necesarios. Considerando que Chile ya
explotaba las riquezas de Atacama y Tarapacá, todos los gastos de la campaña
sobre Lima estaban cubiertos a expensas de los territorios arrebatados a Bolivia
y Perú. (Mercado, 2010, p.92).
El tercer y último factor se relaciona a la posibilidad que el Perú realice
una poderosa contraofensiva que ponga en riesgo las conquistas obtenidas, lo
cual también era muy poco probable, debido a que el país necesitaba armamento
que no podía llegar desde el extranjero, cruzando el istmo de Panamá para ser
desembarcado en un punto de la costa norte del Perú, transportándolo por la
sierra para llegar a la costa, con el riesgo de ser interceptado por las fuerzas
chilenas. Finalmente, se necesitaba tiempo para instruir, disciplinar y entrenar a
nuevas tropas, lo cual no se improvisa. (Mercado, 2010, p.93).
178
Sin embargo, Mercado (2010) señala que al finalizar la campaña de
Tacna, Chile tenía la oportunidad de destruir al Perú, su odiado enemigo, para
dar cumplimiento a la doctrina Portales de lograr la hegemonía en el Pacífico
Sur.
Pero la oportunidad de aniquilar por muchas décadas, el potencial de su odiado
adversario, posibilidad que no estuvo dentro de los cálculos iniciales, se le
presenta a Chile al término de la campaña de Tacna, y no debía dejarla pasar.
Era el momento de asegurar la hegemonía en el Pacífico sur, de consumar la
doctrina portaliana; “Dominar por siempre en el Pacífico. ¿Qué mejor
recompensa para el futuro desarrollo de Chile, que medio siglo, un siglo,
usufructuando las riquezas obtenidas, libre de supuestas amenazas en el
Pacífico sur? (Mercado, 2010. P.94).
Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente
manera: “Aniquilar por muchas décadas el potencial del Perú, con la finalidad de
asegurar la hegemonía de Chile en el Pacífico sur”.
179
cual decidió atacar directamente el centro del poder económico y administrativo
del Perú.
Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la
campaña de Lima de la siguiente manera:
“Ocupar militarmente Lima, la capital del Perú con la finalidad de destruir
las fuerzas peruanas en presencia y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo
peruano”.
180
posibilidad y finalmente se decidió por desembarcar al sur de Lima, a distancia
segura para evitar cualquier ataque sorpresivo de las fuerzas peruanas, por lo
que decidieron finalmente desembarcar en la bahía de Independencia o Paracas,
considerando la experiencia de la expedición libertadora en 1821.
Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo
estratégico operacional de la campaña de Lima de la siguiente manera:
“Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de
Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la
llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía
reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del
Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”.
181
tiempo una mayor cantidad de embarcaciones para transportar estos elementos
administrativos.
El tercer factor a tener en cuenta está relacionado a la cantidad suficiente
de buques que necesitaban las fuerzas chilenas para trasladarse hasta el punto
de desembarco elegido en territorio peruano, por lo que requería una gran
cantidad de naves de transporte para no realizar muchos viajes, por lo que
trasladar el Ejército de Operaciones chileno en dos escalones era razonable,
considerando que el primero tenía la capacidad de defenderse a sí mismo ante
un eventual ataque sorpresa.
En cuanto al último factor relacionado al lugar elegido para desembarcar
las fuerzas chilenas, se aprecia que fue conveniente la elección de un punto al
sur de Lima, alejado de las tropas peruanas. Sin embargo, es preciso tener en
consideración que el éxito de la campaña de Lima radicaba en gran parte en la
posibilidad de reunir el primer escalón del Ejército de Operaciones
desembarcado en bahía Independencia con el segundo escalón que debió
desembarcar en el mismo lugar; sin embargo debido a la falta de elementos
necesarios para el transporte de agua, se decidió que el segundo escalón
desembarque en Curayacu; por lo cual el comando chileno dispuso que el grueso
del primer escalón marche por tierra para reunirse con el segundo, lo cual
implicaba un gran riesgo en caso que las fuerzas peruanas se hubiesen animado
a efectuar un ataque que busque impedir dicha reunión de fuerzas;
lamentablemente este nunca se produjo lo cual permitió a las fuerzas chilenas la
consecución de su propósito y marchar con la totalidad de sus tropas sobre Lima.
Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Ocupar
militarmente Lima, la capital del Perú con la finalidad de destruir las fuerzas
peruanas en presencia y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”, el
objetivo estratégico operacional consistente en “Desembarcar un primer escalón
del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o
Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército
de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder
económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de
ocuparla militarmente”, constituye un objetivo que contribuye a la consecución
182
del objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico
operacional, era apto para la consecución del objetivo estratégico militar
planteado.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo, la
composición de sus tropas para esta campaña fue la siguiente, (Dellepiane,
2010, Parte IV, p.49, p.54):
Primera División
Comandante general: General de división Villagrán
Jefe de Estado Mayor: General Urrutia
183
Batallón Melipilla
Segunda División
Comandante general: General de brigada Sotomayor
Jefe de Estado Mayor: Teniente coronel Silva Vergara
Tercera División
Comandante general: Coronel Lagos
Jefe de Estado Mayor: Teniente coronel Gorostiaga
184
Batallón Navales
Regimiento Santiago
Regimiento Valparaíso
Batallón Bulnes
Batallón Valdivia
Batallón Caupolicán
Efectivos totales
Primera División: 10,480 soldados
8,900 infantes
500 jinetes
1,080 artilleros
Total de efectivos:
25,100 soldados de infantería (contando regimientos de 1,100).
1,500 jinetes
2,430 soldados de artillería
185
Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para
emprender la campaña de Lima, las mismas que estaban debidamente
equipadas, armadas y adiestradas.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Luego que Chile logró ocupar las provincias de Tacna y Arica, rompió el
punto de conjunción natural de la Alianza Peruano Boliviana, destruyó al Ejército
Aliado y conquistó importantes prendas territoriales que le permitían imponer
condiciones en una negociación que ponga fin a la guerra.
Las negociaciones se produjeron a bordo del buque de la Armada de los
EE.UU. “Lackawana”, sin embargo, no llegaron a ningún término, debido a que
las partes elevaron al tope sus intenciones y no cedieron en ningún aspecto, por
lo cual no se logró ningún acuerdo que ponga fin a la guerra.
Ante estas circunstancias, considerando que Nicolás de Piérola se
encontraba organizando un tercer ejército con el cual pensaba defender Lima de
una posible ocupación y no se había doblegado la voluntad de lucha del pueblo
peruano, Chile decidió ocupar el centro del poder económico y administrativo del
Perú y asestar un durísimo golpe que le permita poner fin a la guerra e imponer
condiciones de negociación con las prendas territoriales conquistadas.
Asimismo, con la ocupación de la capital peruana, podía lograr la
consecución de su objetivo de la guerra a estas alturas de la contienda que
consistía en lograr la hegemonía en el Pacífico Sudamericano y aniquilar por
muchas décadas el potencial de desarrollo del Perú, como efectivamente lo logró
al finalizar la guerra.
186
Por lo expuesto, se considera que los costos de la campaña de Lima
fueron aceptables, ya que Chile logró ampliamente su objetivo al ocupar el centro
del poder económico y administrativo del Perú.
187
frente a las fuerzas peruanas en presencia; desembarcar al norte de Lima, pero
fue desestimada esta opción por las malas condiciones de transitabilidad del
terreno entre los valles de Chancay y Chillón; se optó por la opción de
desembarcar al sur, lejos de las fuerzas peruanas, considerando la experiencia
del desembarco del Ejército Libertador producido en bahía Independencia en
1821.
Por las consideraciones antes indicadas, resulta evidente que para el
Ejército chileno era necesario trasladar un primer escalón al punto de
desembarco predeterminado, hacer retornar las naves para el embarque del
segundo escalón y desembarcarlo en el mismo punto de desembarco y luego de
una reunión de fuerzas, estas debían marchar juntas hacia Lima.
Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo
estratégico operacional fue adecuadamente seleccionado; tanto el primer y el
segundo escalón debieron desembarcar en el mismo punto de desembarco,
conforme estaba planeado; sin embargo, una vez desembarcado el primer
escalón en Pisco, se recibió información en Arica que se carecían de elementos
de transporte de agua suficientes para marchar desde Pisco hasta Lima, por lo
cual se decidió que el segundo escalón desembarque más al norte, dificultando
la reunión de fuerzas prevista, por las razones que a continuación se indican.
188
El punto de desembarco del primer escalón fue Pisco, elegido sobre todo
por la lejanía de las tropas peruanas, lo cual brindaba la tranquilidad suficiente a
las tropas chilenas desembarcadas para organizarse y reconocer así como
asegurar el terreno ocupado.
189
hasta que recibió la orden de reunirse con el segundo escalón marchando por
tierra desde Pisco hasta Lurín.
190
del primer escalón y su posterior desembarco en el mismo punto del segundo
escalón con la finalidad de ahorrar esfuerzos inútiles y evitar exponer a sus
tropas a un ataque de las fuerzas peruanas.
¿Se alcanzó?
191
Una vez que las embarcaciones disponibles retornaron de Pisco a Arica,
luego de un tiempo mayor al previsto, se embarcaron la segunda brigada de la
segunda división más el íntegro de la tercera división, las cuales conformaban el
segundo escalón del Ejército chileno.
La intención primigenia era desembarcar este segundo escalón en el
mismo punto de desembarco, en bahía Independencia; sin embargo, debido a
las informaciones que recibieron en Arica, que no se contaban con suficientes
elementos para el transporte de agua desde Pisco hasta Lurín, se decidió
desembarcar el segundo escalón más al norte, en Chilca.
Una vez en Chilca, los chilenos se percataron que esta distaba
considerablemente de Lurín, por lo decidieron dirigirse más al norte, hasta
Curayacu; sin embargo, la artillería del segundo escalón fue desembarcada en
la caleta Pescadores.
Asimismo, el ministro Vergara, tenía la intención de una vez
desembarcado el segundo escalón, reembarcar el primero y dejarlo en el mismo
punto de desembarco del segundo; pero el general Baquedano ordenó al general
Villagrán que marchara a pie desde Pisco hasta Lurín para reunirse con el
segundo escalón el mismo día que este desembarcase. La orden se cumplió,
pero no pudo concretarse la reunión de fuerzas en forma simultánea.
Por las consideraciones antes expuestas, se concluye que la elección de
Arica como puerto de embarque de las tropas chilenas para la campaña de Lima
fue adecuada, sin embargo la elección de bahía Independencia como punto de
desembarco del primer escalón, si bien es cierto le permitió permanecer un buen
tiempo a distancia segura de la acción de las fuerzas peruanas, no fue pertinente;
por la considerable distancia de este punto hasta el valle de Lurín, lugar de
reunión de ambos escalones, y por la falta de elementos suficientes para el
transporte de agua, lo cual obligó que el segundo escalón desembarque mucho
más al norte.
De haberse efectuado un adecuado reconocimiento de los posibles
lugares de desembarco antes del embarque de las tropas, hubiese permitido
elegir con mejor criterio el punto de desembarco de ambos escalones que debió
ser el mismo.
192
Finalmente, se considera que la marcha desde Pisco hasta Lurín fue
innecesaria, porque en todo caso se pudo reembarcar la totalidad del primer
escalón y desembarcarlo en el mismo punto que el segundo escalón, con lo cual
se hubiesen ahorrado esfuerzos improductivos y se habría evitado exponer a las
tropas chilenas a la acción de los elementos de caballería del Ejército peruano.
Una vez reunidos los dos escalones del Ejército de Chile, se convocó a
una junta de guerra para decidir la forma en que se conduciría el ataque sobre
las defensas peruanas.
El Ministro de Guerra en Campaña José Vergara, proponía efectuar un
ataque envolvente por Manchay, con la intención de caer sobre la retaguardia de
las fuerzas peruanas que se encontraban ocupando dispositivos de defensa
tanto en San Juan como en Miraflores. Con este curso de acción se buscaba
sorprender a las fuerzas peruanas, caer en la retaguardia enemiga, destruir al
Ejército de Reserva y evitar el repliegue de los remanentes de las fuerzas de
resistencia hacia la sierra. Sin embargo, la desventaja consistía en que las dos
líneas de defensa peruanas, al percatarse del ataque envolvente, hubiesen
podido girar hacia su izquierda, quedando de cierta forma escalonadas en
profundidad y con posibilidad de golpear duramente el flanco izquierdo enemigo.
193
En esta situación, la dirección política hizo gala de mayor sentido táctico. El
ministro de guerra en campaña José Francisco Vergara, patrocinaba el ataque
envolvente hacia el valle de Ate, por el camino de Manchay. Baquedano, en
cambio, abogaba por un ataque frontal a las posiciones de San Juan. A cada
división peruana opondría una de su ejército. A petición de Vergara, se citó a un
consejo de guerra, pero Baquedano, apoyado por todo su alto mando, mantuvo
su decisión, contra la idea de Vergara, de atacar por Ate. Un ataque de
envolvimiento por Manchay, que requería previamente fijar a las fuerzas
peruanas en San Juan, burlaba a la defensa, caía sobre la retaguardia del
dispositivo peruano, cortaba la línea de retirada hacia la sierra y el riesgo de ser
sorprendido por su flanco estaba minimizado, debido a que las tropas peruanas
estaban aferradas al terreno y eran poco maniobreras. Un ataque envolvente
hubiera ahorrado miles de vidas y eventualmente anulado la resistencia en la
sierra, y solo ofrecía las desventajas de la pérdida del apoyo de la escuadra.
(Mercado, 2010, p.95-96).
Por el contrario, el general Baquedano quien exigía tener a su cargo tanto
la labor del preparador de las fuerzas como del director de las operaciones, y
cuyo ego se había incrementado luego de las batallas de Locumba, el Alto de la
Alianza y Arica; tenía la intención, como era su costumbre, de conducir un ataque
frontal simple, para lo cual dispuso la primera división de su ejército al frente del
ala derecha peruana, la segunda división en posición central y la tercera división
frente al ala izquierda peruana, manteniendo una división en reserva, cuyo
mando confió al coronel Arístides Martínez, la cual estaba a su directa
disposición y la había constituido con los regimientos Zapadores y Valparaíso,
de las dos brigadas de la tercera división, y el 3 de línea de la segunda división
(Dellepiane, 2010, Parte IV, p.106-107).
En cuanto a la artillería de campaña, las cuatro brigadas que estaban
distribuidas en las divisiones, según el orden de batalla dado por el Ministro
Vergara, fueron también agrupadas a instancias del coronel Velásquez,
quedando organizadas en un regimiento de 50 piezas, que se llamó nro. 2 de
Artillería y cuyo mando le confió al citado coronel. La artillería de montaña y las
ametralladoras, que la integraban, continuaron formando parte de las divisiones,
conforme estaban distribuidas en el orden de batalla inicial. (Dellepiane, 2010,
Parte IV, p.107).
194
En cuanto a la caballería, compuesta por los regimientos Cazadores,
Granaderos y Carabineros, fue separada también de las divisiones y agrupada
bajo el mando del comandante general de esa arma, teniente coronel Letelier,
quien solo debería obedecer las órdenes del comandante en jefe. (Dellepiane,
2010, Parte IV, p.107).
El general Baquedano, gustaba adoptar esta forma simple de maniobra,
basado en la superioridad de sus fuerzas, la modernidad de sus armas de
infantería y el alcance de su artillería y procuraba evitar complicaciones en la
maniobra, basado en su experiencia previa en las batallas del Alto de la Alianza
y Arica, que le había dado buenos resultados. Asimismo, antes de la batalla,
efectuaba un reconocimiento minucioso de las posiciones enemigas y orientaba
el esfuerzo de búsqueda de información que le proporcione detalles del
dispositivo, composición y fuerza del enemigo. Finalmente, tal como lo hizo en la
batalla de Arica con las fuerzas comandadas por el coronel Lagos, dispuso el
avance de sus tropas durante la noche, con la finalidad de iniciar el ataque al
amanecer, y de esta forma evitar que las defensas peruanas aprovechen los
campos de tiro que tenían a su favor.
Baquedano actúo atacando frontalmente siempre. Arengaba: “Soldado chileno,
de frente”. Chile hizo la guerra con la mejor artillería del momento, fabricada en
el mismo año del conflicto, y la eficacia destructiva de sus fuegos pudo haber
sido una de las razones para inclinar al comando chileno por la forma más simple
de la maniobra, unida a la debilidad de las posiciones peruanas sobre extendidas
y sin profundidad”. (Mercado, 2010, p.96).
Para la batalla de Miraflores, el general Baquedano adoptó el mismo
dispositivo de ataque empleado en la batalla de San Juan, atacar de frente
empleando tres divisiones, manteniendo una cuarta división en reserva.
Asimismo, se contaba con el apoyo de la Escuadra chilena que debía concentrar
sus fuegos sobre el pueblo de Miraflores y sobre el ala derecha de la defensa
peruana, a una distancia conveniente que le permita superar los acantilados y
protegerse del fuego de las baterías peruanas.
En cuanto a la distribución de las divisiones en el primer escalón de
ataque, Baquedano dispuso que la tercera división al mando del coronel Lagos,
que no había sufrido muchas bajas en la batalla de San Juan, se orientara sobre
195
la derecha peruana, la primera división al mando del capitán de navío Lynch
sobre el centro y la segunda división al mando del general Sotomayor, se orientó
sobre la izquierda de las defensas peruanas. La división de reserva, al mando
del coronel Martínez, avanzaría tras las divisiones en el escalón de ataque,
siguiendo la línea de separación de las divisiones Lagos y Lynch. (Dellepiane,
2010, Parte IV, p.185).
A la luz de los resultados obtenidos con la caída de Lima, objetivo final de
la campaña, se concluye que el Ejército chileno, de manera general efectuó una
adecuada distribución de su poder combativo y alcanzó ampliamente sus
objetivos.
196
Asimismo, como se mencionó anteriormente, en la decisión sobre la
elección de la dirección del ataque sobre San Juan, se produjo la colisión entre
las atribuciones de la dirección política y las responsabilidades del estratega
militar, imponiéndose esta última como correspondía, por tratarse de la
conducción de las operaciones. (Mercado, 2010, p.95).
197
anulaba para siempre el prestigio de Villagrán, quien por otra parte, consideraba
a Baquedano como el único causante de su desgracia. (Dellepiane, 2010, Parte
IV, p.64).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas
consistente en “Desembarcar un primer escalón del Ejército de
Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz
de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de
Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del
poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con
la finalidad de ocuparla militarmente”, de manera general fue
correctamente seleccionado; sin embargo debió efectuarse un adecuado
reconocimiento previo de las probables playas de desembarco, tanto al
norte como al sur de Lima para no evidenciar sus intenciones. Asimismo,
una vez desembarcado el segundo escalón del Ejército de Operaciones
chileno en Curayacu, debió disponerse el reembarque del íntegro del
primer escalón con la finalidad de reunirse en el mismo punto,
considerando que Chile contaba con el control del mar casi absoluto y de
esta manera se hubiese evitado la inútil marcha a la que fue sometido el
grueso del primer escalón desembarcado, el mismo que estuvo expuesto
a la acción de las fuerzas de caballería peruanas.
A la luz de los resultados de la campaña de Lima, se concluye que fue
alcanzado.
198
La elección de Arica como puerto de embarque de las tropas chilenas
para la campaña de Lima fue adecuada, sin embargo la elección de bahía
Independencia como punto de desembarco del primer escalón, si bien es
cierto le permitió permanecer un buen tiempo a distancia segura de la
acción de las fuerzas peruanas, no fue pertinente; por la considerable
distancia de este punto hasta Curayacu, lugar de desembarco del
segundo escalón, elegido posteriormente al evidenciarse la falta de
elementos de transporte de agua desde Pisco hasta el valle de Lurín.
. La maniobra estratégica operacional realizada, que consistió en el
desembarco del primer escalón en bahía Independencia, el grueso del
cual por las órdenes impartidas debió marchar a pie una considerable
distancia hasta Curayacu para reunirse con el segundo escalón del
Ejército de Operaciones, fue sostenible en el tiempo no permitió a las
fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.
199
quien al igual que otros políticos chilenos, veía en Villagrán un posible
futuro rival, cualidades que no apreciaban en el general Baquedano. Una
vez superadas estas diferencias, y destituido el general Villagrán, el
general Baquedano continuó con el mando militar del Ejército de Chile,
contando con una adecuada libertad de acción para la conducción de las
operaciones.
200
Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados
Objeto de la guerra
Nicolás de Piérola había decidido durante la campaña de Tacna, dividir el
Ejército del Sur en el Primer Ejército, que contaba con las tropas reunidas en
Tacna y Arica a cargo del contralmirante Montero y el Segundo Ejército, que
contaba con las tropas acantonadas en Arequipa e Ilo, a cargo del coronel Leyva.
Asimismo, desestimó los pedidos de refuerzo de Montero, debido a que
empezó a organizar en Lima un Tercer Ejército con el cual pensaba asestar un
golpe definitivo al Ejército de Chile.
Este Tercer Ejército se organizó con la finalidad de defender el centro del
poder económico y administrativo del Perú: Lima, la ciudad capital, luego de la
caída de las provincias de Tacna y Arica en manos del enemigo.
Una vez que Chile ocupó la provincia litoral de Bolivia y las provincias
peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica; se realizaron conversaciones en busca
de un posible acuerdo de paz a bordo del buque “Lackawana” de los Estados
Unidos de América, que intentó mediar con esta finalidad. Sin embargo, las
partes elevaron al límite sus exigencias, Chile exigía quedarse definitivamente
con la provincia de Tarapacá y temporalmente con Tacna y Arica hasta el pago
de una indemnización, mientras que el Perú exigía que Chile devuelva los
territorios ocupados y pague igualmente por los gastos de la guerra.
Como no se llegó a ningún acuerdo, Chile decidió mantener el bloqueo
del puerto del Callao y enviar la expedición al mando del capitán de navío Patricio
Lynch, que tuvo la finalidad de sabotear los centros de producción del Perú
materializados por las haciendas algodoneras y azucareras ubicadas al norte del
país, para lo cual destruyó la infraestructura de las mismas, exigió cupos de
guerra y permitió que sus tropas lleven a cabo actos de vandalismo y saqueo.
Por su parte, el Perú mantenía su voluntad de lucha y se abocó a
organizar la defensa de Lima bajo el liderazgo de Nicolás de Piérola quien
personalmente se encargó de la organización del Ejército y de establecer el
dispositivo de defensa de la ciudad capital.
En estos momentos de la guerra, era imprescindible evitar la ocupación
de Lima y era la última oportunidad de lograr revertir la situación por medio de la
201
destrucción del Ejército de Operaciones de Chile, por lo cual el país jugaba sus
últimas cartas en esta campaña.
Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente
manera: “Evitar la pérdida definitiva de los territorios ocupados por el enemigo y
la caída del centro del poder económico y administrativo del país: Lima, su ciudad
capital”.
202
que se prepararon con cierta anticipación con algunos parapetos hechos de
piedras llamados pircas, los cuales servían como abrigo para proteger a las
tropas peruanas del fuego enemigo, aunque al impactar los disparos enemigos,
estas se fragmentaban y salían despedidas como proyectiles.
Aparentemente, el razonamiento que utilizó Piérola se basaba únicamente
en el poder de fuego, con el cual pensaba detener el ataque enemigo y destruir
a las tropas chilenas; sin embargo esta suposición era falsa puesto que un
adecuado sistema defensivo requiere que no esté sobre extendido para no ser
vulnerable a una penetración, la cual si se produce no sirve de nada contar con
elementos defensivos dispuestos en forma lineal por más numerosos que estos
sean. Asimismo, una defensa requiere de apoyo mutuo de las tropas y debe estar
escalonada en profundidad, para poder contar con las reservas suficientes que
permitan cubrir los intentos de penetración del enemigo y realizar contraataques
en el momento oportuno.
Piérola pensó detener el ataque enemigo con la primera línea de defensa
ubicada en San Juan, y si esta fracasaba en su intento, supuso que las tropas
chilenas llegarían muy disminuidas a Miraflores donde finalmente serían
destruidas.
Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo
estratégico operacional de la campaña de Lima de la siguiente manera:
“Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores,
dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra
formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”.
203
El dispositivo de defensa adoptado por Nicolás de Piérola tenía muchas
deficiencias, que contravenían el arte de la guerra. Una defensa sobre extendida
es siempre vulnerable a una penetración, la cual una vez producida desarticula
por completo una defensa lineal. Asimismo, un dispositivo defensivo, demanda
la necesidad de escalonar las tropas en profundidad, para lo cual se debe
reservar un tercio o al menos un cuarto de las fuerzas disponibles para poder
cubrir por medio de la maniobra los lugares donde se van produciendo intentos
de penetración, para lo cual, de manera general, se organiza una zona de
avanzadas de combate para alertar sobre la presencia del enemigo, una zona
de resistencia para evitar que el dispositivo defensivo colapse y finalmente una
zona de seguridad el cual constituye el tercer escalón defensivo escalonado en
profundidad. Aparentemente, Piérola confiaba en que una defensa lineal
estática basada en el poder de fuego y en la cantidad de tropas disponibles sería
suficientes para contener a las tropas de ocupación chilenas.
El dictador Piérola organizó personalmente las líneas defensivas sin una
concepción estratégica establecida, haciendo abstracción de las más
elementales previsiones tácticas del arte de la guerra, confiado en el poder de
fuego de las armas y en un aparente equilibrio de fuerzas que, al ser sobre
extendidas en todo el frente, las hizo vulnerables a una penetración por
cualquiera de sus puntos”. (Mercado, 2010, p.98).
Piérola dividió las fuerzas disponibles en dos grandes escalones que
ocupaban una gran extensión en el frente (estaban sobre extendidos) y estaban
aislados uno del otro. Con este fin, separó más de un tercio de las fuerzas
disponibles para conformar el segundo escalón de defensa, “Fraccionó las
fuerzas en dos grandes escalones que debían presentar dos batallas sucesivas.
Procediendo de esta manera no solo era débil en todos sus puntos del frente
defensivo, sino que también era débil en profundidad”. (Mercado, 2010, p.98).
El razonamiento del dictador consideró la posibilidad que el primer
escalón defensivo establecido en San Juan, podría detener el avance enemigo
y si no lo derrotaba por completo, debía dejarlo bastante disminuido, para hacer
frente al segundo escalón establecido en Miraflores, el cual debería destruirlo
por completo.
204
Piérola guardó una reserva táctica de más de un tercio del conjunto, que de
antemano estaba anclada al terreno y condenada a no participar en la batalla
principal, aunque obligada a presenciar cómo se producía la ruptura del frente.
Pretendió que esta reserva desmoralizada por el desmoronamiento de las
defensas de la primera línea detuviera al enemigo en la batalla subsiguiente.
(Mercado, 2010, p. 99).
Sin embargo, el dispositivo defensivo adoptado, fue penetrado por las
tropas chilenas, logrando desarticular la defensa adoptada, cuyos remanentes
se replegaron a la segunda línea defensiva que también cayó por medio de una
penetración al estar igualmente sobre extendida, por carecer de un
escalonamiento en profundidad de las tropas disponibles, por falta de apoyo
mutuo de la posición y por carencia de reservas disponibles.
Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en
“Defender Lima, la capital del Perú con la finalidad de evitar su ocupación y
destruir las tropas invasoras del Ejército de Chile”, el objetivo estratégico
operacional consistente en “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en
San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez
kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la
capital del Perú”, constituye un objetivo que no contribuye a la consecución del
objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional,
no era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Durante 1880, se reunieron en Lima numerosas unidades militares
provenientes del norte y del centro del país, muchos ciudadanos también
decidieron tomar las armas y Nicolás de Piérola organizó unidades de infantería
compuestas por 600 hombres con los más jóvenes.
Las tropas más jóvenes fueron organizadas desde el comienzo del año en
batallones de cerca de 600 hombres, que se agruparon en divisiones de tres
batallones. Estas divisiones fueron reunidas a su vez en dos agrupamientos,
205
para constituir los Ejércitos titulados del Norte y del Centro, que a poco se
refundirían para formar el Ejército de Línea. (Dellepiane, Parte IV, 2010, p.39).
Cada Cuerpo de Ejército, estaba constituido con dos o tres divisiones, las
cuales tenían un comando propio.
Ejército de Línea
Ejército del Centro: General Vargas Machuca
Ejército del Norte: Coronel J.N. Vargas
206
Primer Cuerpo de Ejército
Coronel Miguel Iglesias
Batallón Cajamarca 3
Batallón Cajamarca 21
Batallón Guardia Peruana
Batallón Tacna
Batallón Callao
Batallón Trujillo
Batallón 9 de diciembre
Batallón Junín 1
Batallón Ica
Este cuerpo tenía tres divisiones al mando de los coroneles Noriega, Cano y
Arguedas y, con los artilleros y algunos jinetes que estuvieron en su sector
durante la batalla, alcanzaba un efectivo total de 5,200 hombres.
207
5 columnas de Guardia Civil (Llamadas “Columna Volante”).
Este Cuerpo de Ejército constaba de dos divisiones al mando de los coroneles
Canevaro y Marín; con los elementos de otras armas alcanzó un efectivo total de
4,300 hombres.
Caballería
Improvisada, compuesta por aficionados y pocos soldados veteranos en caballos
de paso requisados apresuradamente.
Organizada en brigadas, resultantes de la reunión de dos escuadrones.
Alcanzaba un efectivo de 300 jinetes.
Debían obedecer órdenes del Estado Mayor General.
Ejército de Reserva
208
Comandante en Jefe: Coronel J.M. Echenique
Jefe de Estado Mayor: Coronel Julio Tenaud
209
La artillería estaba distribuida en los diferentes cuerpos tanto del Ejército de
Línea como del Ejército de Reserva, su mando era independiente de los Cuerpos
de Ejército.
Se sumaron a la artillería 20 ametralladoras de varios sistemas y modelos.
Algunas piezas pesadas provenían de recientes adquisiciones del extranjero que
se lograron desembarcar en diversos puertos y trasladar a Lima.
También se emplearon cañones de la vieja fragata Apurímac, del monitor
Atahualpa, la corbeta Unión y de la fragata Independencia.
También se emplearon algunos cañones empleados en la defensa del Callao en
1866 que fueron retirados de sus afustes y trasladados a los fuertes y baterías
que se organizaron.
210
las veces de oficiales y soldados que no habían recibido una instrucción
adecuada, la cual no se puede improvisar a último momento.
La artillería estaba distribuida en los diferentes Cuerpos de Ejército pero
su mando era independiente de estos, lo cual también atentó contra el principio
de unidad de mando, porque debieron subordinarse al mando de los
comandantes generales de los respectivos Cuerpos de Ejército, a los cuales
debían brindar apoyo de fuegos.
La caballería había sido organizada en forma improvisada, estaba mal
montada en caballos de paso y los jinetes en su mayoría eran inexpertos salvo
algunos veteranos.
Asimismo, ambos Ejércitos no contaban con un adecuado sistema de
apoyo administrativo que brinde la logística necesaria para satisfacer las
necesidades de abastecimiento de diversa índole.
Por lo expuesto, si bien es cierto la suma total del Ejército de Línea como
del Ejército de Reserva, alcanzaba un total de 22,108 hombres lo cual
representaba una magnitud de fuerza adecuada para organizar y conducir una
defensa frente al Ejército de Operaciones de Chile compuesto por 30,000
efectivos, la organización de las tropas peruanas era muy deficiente, carecía de
unidad de mando y el Ejército de Reserva estaba integrado por ciudadanos mal
instruidos y reclutados a último momento, por lo que se concluye que el objetivo
estratégico operacional no era factible de ser alcanzado con los medios
empleados, situación que pudo haberse revertido con una organización más
eficiente, acorde a los criterios que rigen el arte de la guerra y respetando el
elemental principio de la guerra de unidad de mando.
Aceptabilidad
211
Al término de la Batalla de Miraflores, las tropas peruanas alcanzaron una
cantidad de bajas equivalente a tres cuartas partes de su efectivo que participó
en la lucha, mientras que las chilenas alcanzaron a la décima parte de los
soldados empeñados en la batalla. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.207).
Una vez quebrantada la defensa de Miraflores, el Ejército chileno estuvo
en condiciones de ocupar la ciudad de Lima, con lo cual alcanzaron su objetivo
estratégico militar, mientras que las fuerzas peruanas fracasaron en el intento,
por lo que se concluye que los costos de la campaña de Lima no fueron
aceptables.
212
Ambas líneas defensivas estaban dispuestas casi en forma paralela y
separadas aproximadamente 10 kilómetros una de la otra, por lo cual la defensa
peruana no solo era débil en el frente, sino también en profundidad por no estar
debidamente escalonada.
A fin de contar con las fuerzas necesarias para oponerse a la voluntad del
enemigo, cortando sus iniciativas y torciendo sus intenciones, era necesario
tener el mayor número de tropas en el campo de batalla, gran parte de las cuales,
en conformidad con las anteriores consideraciones, debían formar una reserva
táctica. Lejos de esto, el dictador fraccionó sus fuerzas en dos grandes escalones
que debían presentar dos batallas sucesivas. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.141).
Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional no
fue adecuadamente seleccionado.
213
de defensa, con un frente de menor amplitud, para no ser tan vulnerable a una
penetración, con reservas suficientes para bloquear los intentos de desbordar la
posición defensiva y maniobrar para reforzar las posiciones donde se produzcan
los intentos de penetración.
Asimismo el dispositivo defensivo debió considerar el despliegue de
avanzadas de combate lo suficientemente adelantadas para alertar el ataque
enemigo con la antelación debida y evitar ser sorprendidos al amanecer como
sucedió en la batalla de San Juan, lo cual no permitió explotar el valor militar del
terreno. Adicionalmente, era necesario establecer lo que hoy se conoce como
zona de resistencia y una zona de retaguardia o de seguridad donde era
necesario establecer tropas de reserva para maniobrar cuando fuese necesario,
con lo cual se hubiesen escalonado adecuadamente las tropas peruanas.
En la segunda mitad del siglo XIX, los principios que rigen la organización
y conducción de la defensa ya eran conocidos (Dellepiane, 2010, Parte IV) y
(Mercado, 2010), a pesar que en la guerra Franco Prusiana, se practicó en
algunos casos la defensa estática basada en el fuego, pero se afianzó el principio
que una defensa sin posibilidades de maniobra contraofensiva, no tiene ningún
sentido, está condenada a la derrota.
¿Se alcanzó?
214
planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel
táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo
de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo
además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas.
(Hart, 1973: 346-348).
Tomó a sus comandantes de ejército como simples ayudantes, sin recurrir a sus
recomendaciones y desechando los consejos de quienes debía escuchar. Afirma
Cáceres en sus memorias que al insinuarle a Piérola la necesidad de preparar la
defensa por el lado sur de Lima, en vista que el dictador estaba convencido de
que el ataque vendría por Ancón, este le dijo terminantemente: “Por lo demás,
coronel, tengo mi plan ya trazado”. (Mercado, 2010, p.97-98).
Cuando se supo del desembarco del primer escalón del Ejército de Chile
en Pisco, se tuvo la certeza de que el ataque vendría por el sur, sin embargo los
peruanos hicieron bien en no adelantar demasiado sus defensas o en salir al
encuentro de las tropas chilenas desembarcadas, debido a que no tenían la
capacidad de realizar una acción ofensiva y porque corrían el riesgo de quedar
aisladas si el segundo escalón chileno desembarcaba más al norte, quedando el
objetivo militar chileno que era la ciudad de Lima, en condiciones de ser
fácilmente tomado.
215
Sin embargo, el error en la conducción de la defensa, en relación a la
necesidad de partir de posiciones relativas favorables, consistió en el hecho de
establecer dos líneas defensivas demasiado extendidas y separadas totalmente
una de la otra a una distancia aproximada de 10 kilómetros, la cual no permitía
que las tropas tanto del Ejército de Línea como del Ejército de Reserva se
brinden apoyo mutuo.
216
estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para
sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones
propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).
217
Por otro lado, el establecimiento de simples líneas defensivas con un
frente excesivamente amplio, que cifraba sus esperanzas de derrotar al enemigo
por medio del fuego, estando fijadas al terreno, lo cual favorecía la acción
ofensiva del enemigo, carentes totalmente de profundidad y apoyo mutuo, sin
que se haya previsto tropas de reserva en composición y magnitud adecuada
que permitan realizar una contraofensiva, sin la cual una defensa, que es una
actitud transitoria, pierde todo sentido.
Para lograr una adecuada distribución del poder combativo en la
organización y conducción de la defensa de Lima, era necesario en primer lugar
organizar todas las tropas disponibles bajo un solo comando, y no en dos
ejércitos independientes.
Asimismo, se requería distribuir las tropas en un primer elemento
constituido por avanzadas de combate que ocupen una posición lo
suficientemente adelantada para alertar la presencia del enemigo; un segundo
elemento que constituya el centro de la defensa, lo que se conoce como la zona
de resistencia que como su nombre lo indica debe hacer frente al enemigo para
evitar que penetre su posición previamente ocupada; y un tercer elemento que
cuente con un tercio o un cuarto del total de las tropas disponibles, que se ubique
en posición central para maniobrar las fuerzas disponibles buscando bloquear
los intentos de desbordamiento o penetración de la zona de resistencia y para
finalmente conducir una contraofensiva lo suficientemente fuerte como para
desarticular el ataque enemigo e incluso lograr su destrucción.
Por las consideraciones antes expuestas, se concluye que no se efectuó
una adecuada distribución del poder combativo peruano.
218
manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus
objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207).
219
de los cuerpos de Ejército (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.44-45), por lo que
también contravenía el principio de unidad de mando.
Por lo expuesto, se concluye que las restricciones a la libertad de acción
antes mencionadas, fueron de consideración y afectaron la ejecución de las
acciones bélicas, habiéndolas comprometido operacionalmente.
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional consistente en “Desplegar dos líneas
de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en
forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble
cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”, no fue
adecuadamente seleccionado. De manera general, debió establecerse un
solo dispositivo de defensa en lugar de dos, con todas las tropas
disponibles, cubriendo un frente que no esté excesivamente extendido
para no ser tan fácilmente vulnerable a una penetración; asimismo debió
escalonarse las tropas en profundidad cubriendo lo que se conoce como
una zona de avanzadas de combate, una de resistencia y finalmente una
de reserva o seguridad.
La defensa peruana estuvo adecuadamente orientada hacia el sur y fue
conveniente el establecimiento de posiciones defensivas previamente
preparadas para defender la capital, sin apresurarse a buscar al enemigo
dejando descubierta su retaguardia; sin embargo, la maniobra estratégica
operacional realizada consistente en el establecimiento de un dispositivo
de defensa materializado en dos línea defensivas, excesivamente
extendidas, carentes de profundidad y separadas una de la otra sin la
posibilidad que se brinden apoyo mutuo, no fue sostenible en el tiempo y
no permitió que las tropas peruanas partan de posiciones relativas
favorables.
El poder combativo de las fuerzas peruanas no fue adecuadamente
empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de
carácter defensivo, y no alcanzó sus objetivos.
220
Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración, las
mismas que afectaron la ejecución de las acciones bélicas, habiéndolas
comprometido operacionalmente. Las principales restricciones a la
libertad de acción consistieron en el hecho que el conductor de la política,
director de la guerra, se desempeñó también como estratega militar
ejerciendo la función de comandante operacional, en lugar de designar un
general responsable de la conducción de las operaciones, sin dejarse
asesorar por los militares de carrera, por lo cual condujo a las tropas
peruanas a la derrota. Asimismo, la organización de las fuerzas peruanas
contravinieron los principios de la guerra de unidad de mando, de
esfuerzo, de masa y de economía de fuerzas.
Luego que Chile logró ocupar Lima, la capital del Perú y centro del poder
político y administrativo del país, se vio en la necesidad de mantener tropas
suficientes para retener el control de los territorios ocupados, pasando las
preocupaciones militares a segundo plano, por lo cual se dedicó al cobro de
cupos y contribuciones económicas.
Con la consecución del objetivo estratégico militar de la campaña de Lima,
Chile pensó doblegar la voluntad de lucha del pueblo peruano, sin embargo esta
se mantuvo, tropas remanentes de las batallas de San Juan y Miraflores se
retiraron al interior del país y junto a otras decidieron emprender la resistencia
contra el enemigo invasor.
Ante esta situación, el gobierno de Chile decidió efectuar el llamamiento
de las tropas participantes en campañas anteriores que ya habían sido
licenciadas, con la finalidad de mantener un efectivo suficiente que permita tener
el control de la capital del Perú e iniciar operaciones contra las fuerzas de
resistencia del interior del país.
221
Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados
Objeto de la guerra
Luego de la caída de la ciudad de Lima tras las batallas de San Juan y
Miraflores, Chile logró la consecución de su objetivo estratégico militar,
ocupando el centro del poder económico y administrativo del Perú, destruyó las
fuerzas que se organizaron para defender la capital, sin embargo no había
podido quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano.
Los remanentes de las tropas peruanas tras las batallas por la defensa de
Lima se retiraron al interior del país y junto con otras fuerzas organizadas en la
sierra decidieron emprender la resistencia contra la ocupación chilena bajo el
liderazgo del coronel Andrés A. Cáceres quien había sido ascendido a general
en febrero de 1881, en uno de los últimos actos administrativos de Nicolás de
Piérola.
Chile contaba con suficientes territorios ocupados lo cual le iba a permitir
imponer condiciones a su favor en una futura negociación, sin embargo
necesitaba que las tropas de resistencia peruanas depongan su voluntad de
lucha, para que de esta forma se firme el acuerdo de paz que ponga fin a la
guerra, en las condiciones más favorables para Chile.
Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente
manera: “Quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano, con la finalidad
de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra en las condiciones más
favorables a sus intereses”.
222
para compensar los gastos producidos por la guerra y asegurar su crecimiento
económico.
En estas circunstancias, Chile necesitó efectuar el llamamiento de las
tropas que habían participado en campañas anteriores y habían sido licenciadas,
con la finalidad de contar con efectivos militares suficientes que le permitan
mantener los territorios ocupados y contar con las fuerzas necesarias para
emprender una nueva campaña en la sierra contra las tropas de resistencia
peruanas.
Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la
campaña de la Sierra de la siguiente manera:
“Destruir las fuerzas de resistencia peruanas con la finalidad de
quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”.
223
Chile decidió emprender operaciones simultáneas, tanto sobre las fuerzas
de resistencia del centro como las de Arequipa, con la finalidad de evitar que
puedan replegarse en caso se efectúe una ofensiva aislada, y reunirse con la
otra facción relativamente más fuerte. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.12-13).
Las dos expediciones, según el concepto de Santa María, debían realizarse
simultáneamente para impedir que, al atacar solo uno de los agrupamientos, este
se retirara al interior, esterilizando la ofensiva chilena y buscando apoyo en el
otro agrupamiento, con el que, luego que se reunieran, formaría una fuerza
relativamente poderosa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.13).
Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo
estratégico operacional de la campaña de Sierra de la siguiente manera:
“Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia
establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del
país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de
resistencia peruanas”.
224
Canevaro, quien estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, llamado
posteriormente Ejército de Arequipa. El contralmirante Montero buscaba
enlazarse con las tropas bolivianas, con la intención de reunirse en Arequipa con
la finalidad de contar con fuerzas superiores para distraer las tropas chilenas que
ocupaban la capital. Estas fuerzas también llegaban a un efectivo aproximado
de 3,000 efectivos.
El tercer grupo de fuerzas que hubiesen podido oponer resistencia a las
tropas de ocupación chilenas, era el constituido por las tropas bolivianas
reunidas en Oruro, que estaban al mando del general Campero y llegaban a
8,000 efectivos. Sin embargo, luego de la batalla del Alto de la Alianza, Bolivia
no tuvo ninguna intención de socorrer a su aliado ni de hostilizar a las fuerzas
chilenas que ocupaban su propio territorio, por lo cual no atendieron los pedidos
de refuerzo del contralmirante Montero.
El objetivo estratégico operacional estuvo dirigido contra los dos primeros
grupos de resistencia, tanto el del centro del país, a órdenes del general Cáceres,
como al sur del Perú, en Arequipa a órdenes del contralmirante Montero,
buscando efectuar dos expediciones simultáneas con la finalidad de impedir que
uno de los grupos de resistencia se repliegue al interior y se reúna con el otro.
Se aprecia que Chile no tomó ninguna acción ofensiva contra las fuerzas
bolivianas reunidas en Oruro, en vista que Bolivia, luego de la batalla del Alto del
Alianza, había replegado sus fuerzas remanentes al interior del país y no había
dado señal alguna de emprender acciones de resistencia contra las fuerzas
chilenas que ocupaban su propio territorio, ni tampoco mostró intención de
reforzar las tropas del país aliado que se encontraba ocupado por las tropas
chilenas.
Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Destruir
las fuerzas de resistencia peruanas con la finalidad de quebrantar la voluntad de
lucha del pueblo peruano”; el objetivo estratégico operacional consistente en
“Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia
establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del
país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de
resistencia peruanas”, constituye un objetivo que contribuye a la consecución del
225
objetivo superior, debido a que estaba orientado a neutralizar los dos grupos de
resistencia activos establecidos en territorio peruano que mostraban intenciones
de perturbar las operaciones de las tropas chilenas y mantenían su voluntad de
lucha, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, era apto
para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo
estratégico operacional, la composición de sus tropas para esta campaña fue la
siguiente:
Expedición Letellier
1,392 hombres de todas las armas
1,210 infantes
160 jinetes
22 artilleros
Campaña de la Breña
Destacamento Lynch
Comandante en Jefe: Contralmirante Patricio Lynch
Batallón 30 de línea Santiago
Batallón Esmeralda
Batallón Maule
Dos compañías del Buin
Dos baterías de montaña
Regimiento Carabineros de Yungay
226
Efectivo total: 13,500 hombres
Destacamento Gana
Comandante en Jefe: General Gana (Era el Jefe de Estado Mayor de las tropas
de ocupación).
Batallón Lautaro: 750 hombres
Batallón Chacabuco: 800 hombres
Batallón Tacna, 2 de línea: 820 hombres
Regimiento Carabineros de Yungay: 400 hombres
Escuadrón de Cazadores a Caballo: 50 hombres
Dos baterías de montaña: 400 hombres
(12 cañones y 4 ametralladoras).
Efectivo total: 3,220 soldados
Ocupación de Arequipa
Primera División
Batallón Santiago
Batallón Carampangue
Batallón Rengo
Batallón Los Ángeles
Batallón 4 de línea
5 krupp de montaña
Segunda División
Batallón Lautaro
Batallón Curicó
6 krupp de montaña
Refuerzo:
Batallón Aconcagua
227
Batallón Coquimbo
Caballería
2 escuadrones de Cazadores a Caballo
2 escuadrones de Carabineros de Yungay
1 escuadrón General Cruz
1 escuadrón Las Heras
Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para
emprender la campaña de la Sierra, tanto contra el núcleo de resistencia del
centro al mando del general Cáceres, como contra al núcleo de resistencia del
sur, al mando del Contralmirante Montero, las mismas que estaban debidamente
equipadas, armadas y adiestradas.
Aceptabilidad
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los costos de la campaña de la Sierra fueron aceptables, puesto que Chile
logró su objetivo de quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano y firmar
el acuerdo de paz que se llevó a cabo en Ancón el 20 de octubre de 1,883, el
mismo que fue totalmente favorable a sus intereses.
228
Centro como el de Arequipa, estaban subordinados al contralmirante Montero,
quien estaba a cargo del gobierno del Perú que se había establecido en esta
ciudad.
El objetivo estratégico operacional chileno buscó destruir dos de los tres
agrupamientos de resistencia antes indicados, el Ejército del Centro y el de
Arequipa, debido a que estos eran los que mostraban actividad e intenciones de
resistir ante la ocupación del territorio peruano por las fuerzas chilenas, a
diferencia del Ejército de Bolivia reunido en Oruro.
Asimismo, era importante buscar la destrucción de estos agrupamientos
en forma simultánea, enviando una expedición contra el Ejército del Centro y otra
contra el de Arequipa, con la finalidad de evitar que estos agrupamientos se
reúnan, con lo cual se hubiesen podido constituir en un Ejército más fuerte, capaz
de disturbar a las tropas de ocupación chilenas buscando lograr negociar un
acuerdo de paz más favorable a los intereses del Perú.
Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo
estratégico operacional fue adecuadamente seleccionado.
Asimismo, era necesario evitar que Bolivia envíe a sus tropas reunidas en
Oruro, que alcanzaban un efectivo significativo ascendente a 8,000 hombres,
concurra a reunirse con el Ejército de Arequipa atendiendo los reiterados pedidos
de refuerzo del contralmirante Montero, sin embargo, los bolivianos no mostraron
intenciones de emplear sus fuerzas para ofrecer resistencia a las tropas chilenas
que ocupaban su cautiva provincia litoral, ni mucho menos, acceder a los pedidos
de refuerzo de Montero.
229
¿Se alcanzó?
230
Expedición Letellier
Cuando el coronel Lagos estaba a cargo de las fuerzas de ocupación de
la capital del Perú, en el mes de marzo de 1881, fuerzas peruanas de resistencia
se aproximaron a Chosica con la finalidad de hostigar a la guarnición chilena, por
lo que decidió enviar una expedición al interior del país al mando del comandante
Letellier, con un destacamento compuesto por 1,392 hombres de las tres armas.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.13-14).
La expedición salió de Lima el 15 de abril de 1881, se dirigió en tren desde
Lima hasta Chicla, al término de la línea férrea continuó a la Oroya y luego a
Cerro de Pasco, haciendo retirar al coronel peruano Aduvire a Huánuco quien
guarnecía la región con escasas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 14).
Letellier, como no encontró resistencia se dedicó a cobrar cupos y realizar
abusos y atropellos, habiendo enviado algunos elementos hasta Jauja, localidad
que el general Cáceres abandonó por falta de fuerzas, retirándose hacia
Huancayo y luego hasta Huánuco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 14-15).
En vista de las quejas producidas por los abusos de Letellier, este fue
llamado por el contralmirante Patricio Lynch quien había asumido el mando de
las fuerzas de ocupación, y en el retorno a la capital, una compañía del batallón
Buin que había destacado a Sángrar, fue batida por el coronel peruano Norberto
Vento con 100 hombres del batallón Canta, el que también había participado en
las batallas de San Juan y Miraflores. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 15-16).
Como se puede apreciar, la maniobra realizada por Letellier, fue una
simple penetración en el interior del país, buscando localizar fuerzas de
resistencia, las mismas que se retiraron hasta Huánuco, al no estar en
condiciones de hacer frente a las tropas chilenas. Sin embargo, durante su
retirada, fue hostilizado por indígenas de la región, en respuesta a los excesos
cometidos, y una de sus compañías fue batida por fuerzas de resistencia
peruanas.
Campaña de la Breña
Chile mantenía fuerzas en los diversos territorios que había ocupado,
incluyendo la ciudad de Lima y la costa norte del Perú. Ante la actividad
231
evidenciada del Ejército del Centro al mando del general Cáceres, se vio en la
necesidad de enviar destacamentos de magnitud y composición variable, que
tenían la misión de destruir a las tropas de resistencia peruanas.
Las características geográficas de la sierra peruana, eran determinantes
para el planeamiento y la ejecución de las operaciones destinadas a destruir al
Ejército del Centro, a cargo de la resistencia en esta parte del país, puesto que
obligaba al empleo de organizaciones militares más pequeñas, tipo
destacamento.
Asimismo, el enemigo al que iba a hacer frente el Ejército de Chile,
empleaba tácticas de guerra no convencional para llevar a cabo la resistencia en
la sierra del Perú.
A finales de 1881 se empezó a preparar la expedición a cargo del
contralmirante Lynch, que el presidente Santa María había ordenado que marche
sobre Junín para hacer frente al Ejército del Centro al mando del general
Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19).
El 01 de enero de 1882, salió de Lima el contralmirante Lynch, para
dirigirse por el Chillón, hacia la quebrada del Rímac, que pretendía alcanzar
pasando Chicla, marchando por Lachaqui en la cabecera del río Santa Eulalia,
para cortar la retirada del general Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19).
Asimismo, el general Gana salió de Lima con dirección a Chosica el 05 de
enero, su misión era entretener al general Cáceres por el frente, para dar tiempo
a que el contralmirante Lynch diera el desarrollo debido a su avance envolvente.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.19).
Esta expedición que el contralmirante Lynch condujo al interior estaba
lógicamente concebida, sin embargo no tomó en cuenta las dificultades que
oponía el terreno para la ejecución del plan y procedió a lanzar los dos ataques
convergentes con solo cuatro días de separación, siendo así que uno podía
tomar el contacto en dos horas, empleando el ferrocarril, y el otro necesitaba
marchar cerca de diez horas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.44-45).
El error de Lynch se produjo debido a la actitud agresiva que mostraba el
general Cáceres al acercarse a la capital, por lo cual Lynch pensó que este se
aferraría al terreno para ofrecer resistencia al destacamento mandado por Gana,
232
mientras que Lynch caería por sorpresa, sobre la línea de comunicaciones de
las fuerzas de resistencia peruanas. Sin embargo, para que esto suceda, hubiese
sido necesario que la marcha del destacamento Lynch se efectúe en el más
absoluto secreto, lo cual era casi imposible operando en territorio enemigo, entre
pobladores amantes de su suelo y ante un caudillo como Cáceres, valiente y
avisado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.45).
Debido a estas circunstancias, se produjo el fracaso de la expedición
Lynch, Cáceres, que contaba con fuerzas más débiles que cualquiera de los
destacamentos chilenos, decidió no hacerles frente y replegarse al interior, por
lo cual las tropas enemigas terminaron dando un golpe al vacío. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.46).
El 23 de febrero de 1882 las fuerzas chilenas ocuparon la Oroya, el 25
ocuparon Tarma y el 01 de febrero Del Canto tomó el mando y avanzó hacia la
Concepción en busca de establecer contacto con las fuerzas de Cáceres quien
se había replegado a Ayacucho.
En el combate de Pucará los chilenos lograron la más cabal sorpresa,
pero perdieron las ventajas que esta otorgaba por su medrosidad y vacilación
ante las enérgicas disposiciones de los peruanos, aunque el terreno fue el factor
decisivo de la lucha, el cual favorecía a las tropas de resistencia. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.48).
Los chilenos ofrecieron combate al general Cáceres buscando la
destrucción de sus fuerzas, sin embargo este decidió romper el contacto ya que
su objetivo era replegarse a Ayacucho, logrando imponer su voluntad al
adversario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.48).
Posteriormente el general Cáceres pasó a la contraofensiva para lo cual
lanzó dos ataques a las tropas chilenas, uno al mando de este y el otro al mando
de Gastó, los cuales llegaron a producirse con el más absoluto sincronismo.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.48).
Las fuerzas chilenas decidieron replegarse del centro del país lo cual
satisfizo al general Cáceres, pero cabe resaltar que la contraofensiva que
emprendió no llegó a alcanzar resultados decisivos. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.51).
233
Ofensiva chilena contra Cáceres
Luego del combate de San Pablo, el general Iglesias inició
conversaciones de paz con los chilenos, estando dispuesto a la cesión definitiva
de territorio a cambio de la firma de un acuerdo de paz permanente, por lo cual
lanzó un manifiesto a la nación en la hacienda Montán el 31 de agosto de 1882.
Ante esta situación, las autoridades chilenas se pusieron en contacto con él y
empezaron a negociar el acuerdo de paz.
Sin embargo, consideraron que para firmar un tratado que ponga fin a la
guerra en las condiciones más beneficiosas a sus intereses, era necesario
eliminar todo foco de resistencia que se presentara.
Como el general Cáceres continuaba activo en el centro del país, los
chilenos decidieron lanzar una ofensiva al interior con la finalidad de lograr la
destrucción de sus fuerzas.
Las tropas chilenas encargadas de esta misión operaron en tres columnas
separadas, cuya formación fue la siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.59):
División Urriola, con tres mil hombres, que debía remontar el valle del
Rímac para atraer sobre sí al enemigo y fijarlo al terreno.
División León García, con dos mil hombres, que debía internarse por
Nievería, Quilcamachay, Lachaqui en las nacientes del río Santa Eulalia hacia
Chicla, para cortar a Cáceres la retirada; haciendo juego parecido al que Lynch
pretendió, sin éxito, en el año anterior.
División Del Canto, con mil quinientos hombres, que debía proceder en
igual forma que la anterior, penetrando a la quebrada del Rímac por el itinerario
Lima, Sisicaya en el valle de Lurín, Matucana, Chicla.
Como se puede apreciar, el plan chileno consistía en “atenazar” a las
fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada
en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60).
La división al mando de León García inició su avance el 6 de abril y
posteriormente lo hicieron las fuerzas al mando de Urriola y Del Canto, ante la
penetración chilena al interior del país, el general Cáceres viéndose en
inferioridad de condiciones, se replegó hacia Tarma, logrando que los chilenos
234
nuevamente den un golpe en el vacío, que los obligaba a emprender largas
operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que contaba con el
terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a efectivos superiores
que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
Las divisiones chilenas de León García y Del Canto se reunieron en Yauli
a principios de marzo de 1883 y de allí procedieron a la Oroya. El 20 llegaron
frente a esta localidad y al día siguiente llegaron a Tarma. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.62).
La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del
Centro, que estaba informado de los movimientos de las divisiones chilenas.
Desde el día 20 Cáceres reunió a una junta de guerra, en la que se acordó
marchar hacia el norte para burlar la persecución, reunirse a Recavarren y batir
a Iglesias, como se había hecho anteriormente en Canta con el coronel Vento.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.62).
Conforme a lo acordado en la junta de guerra, el día 21 las tropas de
Cáceres salieron de Tarma y se encaminaron hacia Cerro de Pasco. Los chilenos
hallaron la localidad de Tarma desocupada y después emprendieron la marcha
en busca del Ejército del Centro. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62).
El contralmirante Lynch tomó conocimiento del desacuerdo que existía
entre los dos jefes de división, León García y Del Canto, y entre estos y los jefes
de unidades, y nombró al coronel Arriagada como comandante en jefe de las
fuerzas expedicionarias al interior. Posteriormente, al enterarse que el general
Cáceres se dirigía al norte, ordenó al coronel Gorostiaga, a cargo de la
guarnición de Huamachuco, que avanzara a cerrarle el paso para impedir que
abriera hostilidades contra Iglesias, a quien desde ese momento comenzaban
los chilenos a prestar ayuda y protección. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62-63).
235
19 de junio: Yungay, donde se le unió al día siguiente el coronel Recavarren con
sus fuerzas. Este jefe sabía que Gorostiaga se hallaba frente al puente de
Yuramarca, sobre el río Santa, cerrando el paso al norte.
236
de altitud, no había sido cruzada por ejército alguno. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.67).
Por el oeste, después de vencer los cuellos de la cordillera Negra u
Occidental, cuyo franqueamiento es más fácil, se llegaba a las áridas pampas de
la costa, donde dominaban por completo los chilenos. (Dellepiane, 2010, Parte
V, p.67).
Como el objetivo de Cáceres era trasladarse al norte para enseñorearse
de esta región y contar con sus recursos, además de los del centro, a fin de
continuar la guerra, decidió burlar a los chilenos y cumplir sus propósitos a pesar
de ellos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.67).
Luego de deliberar en una junta de guerra, decidió despistar a su
perseguidor haciendo circular ampliamente la noticia de que trataba de cruzar el
paso de Llanganuco para dirigirse nuevamente al centro, a fin de recuperar sus
bases de Junín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.68).
El coronel Arriagada cayó fácilmente en la estratagema de Cáceres y se
desesperó ante la perspectiva de que las fuerzas peruanas reaparecieran en el
centro del país, después de haber burlado su persecución. Ordenó que los
enfermos y heridos de marcha de sus divisiones fueran evacuados hacia Casma,
de donde deberían embarcarse hacia Lima. Dio partes e informes a Lynch,
pidiendo que Urriola lo auxiliara trasladándose hacia Tarma para cerrar los
caminos a Cáceres y dispuso que sus tropas se dirigieran en rápidas y
aniquiladoras jornadas hacia la Unión o Aguamiro, que juzgaba el punto más
estratégico para acortar a Cáceres el paso hacia el departamento de Junín.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.69).
Con el exitoso ardid concebido por el general Cáceres, logró que
Arriagada se perdiera y que Urriola ganara Tarma inútilmente, con gran fatiga de
las tropas y descontento de Lynch, mientras se aprestaba a emprender el paso
de la cordillera Blanca para dirigirse al norte. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.69).
237
Las operaciones durante esta campaña se realizaron en las provincias de
Pomabamba, Pallasca y Huamachuco, donde se libró la batalla del mismo
nombre con resultados negativos para las fuerzas de resistencia. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.70).
Las fuerzas que se opusieron al general Cáceres, que fueron reforzadas
por un fuerte destacamento en su socorro, fueron las que estaban al mando del
coronel Gorostiaga, quien tenía la misión de interponerse entre Cáceres e
Iglesias a quien los chilenos habían empezado a prestar apoyo por estar
dispuesto a firmar el acuerdo de paz a cambio de la mutilación del territorio
peruano. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70).
El coronel Gorostiaga, al comienzo de la campaña se detuvo en
Yuramarca, en la margen Norte del Sama, esperando que Cáceres fuera
arrojado en esa dirección por las demás tropas chilenas con las que debía actuar
concurrentemente.
Cuando tuvo conocimiento que las fuerzas de resistencia peruanas
emprendían la marcha hacia la vertiente oriental de los Andes, consideró
pertinente trasladarse hacia Sihuas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70).
Sin embargo, en cuanto tuvo noticias que las tropas de Cáceres, debido
a la estratagema que había empleado el general peruano, se debían trasladar al
centro, pero se encontraban en Pomabamba, decidió replegarse a Corongo y
desde allí continuó hacia Huamachuco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70).
Durante la marcha de Gorostiaga hacia este último lugar, recibió en su
paso por Angasmarca un refuerzo de 280 hombres enviados desde Pacasmayo
a órdenes del mayor Parra. Posteriormente, cuando se encontraba en
Huamachuco, recibió nuevos refuerzos que ascendían a 780 hombres y tres
piezas de artillería que traía desde Trujillo y Lambayeque el comandante
Gonzales. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.71).
Mientras Gorostiaga realizaba estas operaciones, el general Cáceres
inició una ofensiva contra el comandante Gonzales quien conducía hacia
Huamachuco los importantes refuerzos antes mencionados, sin embargo no
pudo alcanzarlo, ya que este no se detuvo ni un instante ante la amenaza de la
238
persecución emprendida por los peruanos, llegando a Huamachuco en la
mañana del 7 de julio de 1883. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.73).
El 10 de julio se produjo la batalla de Huamachuco entre las fuerzas que
comandaba Cáceres contra las de Gorostiaga, la misma que pese a que los
peruanos la tenían ganada y estaban en persecución de las tropas chilenas, por
falta de municiones para los fusiles y cañones, así como bayonetas, se tornó
adversa a las tropas de resistencia, ya que los chilenos se percataron a tiempo
de la situación iniciando una contraofensiva que produjo la derrota de las fuerzas
peruanas.
Ocupación de Arequipa
El presidente Santa María consideró necesario ocupar la ciudad de
Arequipa, puesto que era sede del gobierno del contralmirante Montero, y no
quería correr el riesgo que este desconozca el acuerdo de paz que los chilenos
habían arreglado con Iglesias.
Por este motivo ordenó al Coronel Velásquez, quien estaba a cargo de las
tropas de ocupación de Tacna, que se dirija hacia Moquegua, donde se unió a
otras tropas que el Lynch envió desde Lima a órdenes del coronel Del Canto
quien asumió el mando de las fuerzas chilenas reunidas.
Los chilenos avanzaron de Moquegua por Omate hacia Puquina y, con un
previo reconocimiento, escalaron de noche la altura de Huasacachi, rodeando la
fuerte posición peruana, cuyos jefes, al darse cuenta de la peligrosa situación en
la que quedaban por el rodeo que no supieron prever, se vieron obligados a
evacuarla en la madrugada del 23 de octubre, dirigiéndose al paso de
Chacahuallo cerca de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la
intención de resistir en esta nueva posición. De este punto, sin detenerse, las
fuerzas peruanas siguieron de frente hacia Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.90).
Las tropas peruanas al llegar a dicha ciudad se desbandaron, incitadas
por las unidades de la Guardia Nacional, las autoridades locales decidieron
entregar la ciudad a los chilenos sin ofrecer resistencia.
239
Conclusión
Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto la Expedición
Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica operacional
efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al
mando del contralmirante Lynch, que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del
general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe
al vacío; y la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel
Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará,
Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la
contraofensiva de las fuerzas de resistencia; no permitieron a las fuerzas
chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación
del enemigo.
Asimismo, la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las
divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva que
pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro
de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando nuevamente un
golpe al vacío; al igual que la persecución efectuada por el coronel Arriagada
como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó
cayendo en la estratagema del general Cáceres, no permitieron a las fuerzas
chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación
del enemigo.
Sin embargo, la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, permitió
recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales,
así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a
interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le
había encomendado; asimismo, la maniobra iniciada por el coronel Velásquez,
quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la
altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente,
permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que
posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa
respectivamente.
240
Hacer una apropiada distribución del poder combativo
Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo
y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la
maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y
soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto,
(Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica:
La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la
logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos
–usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra
estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para
sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones
propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).
Expedición Letellier
Campaña de la Breña
La Expedición Lynch, que recibió la misión de destruir las fuerzas de resistencia
del Ejército del Centro, estaba conformada de la siguiente manera:
Destacamento Lynch
Batallón 30 de línea
Batallón Santiago
241
Batallón Esmeralda
Batallón Maule
Dos compañías del Batallón Buin
Dos baterías de montaña
Regimiento Carabineros de Yungay
Efectivo total: 3,500 hombres
Destacamento Gana
Batallón Lautaro
Batallón Aconcagua
Batallón San Fernando
Dos baterías de montaña
Un Escuadrón de Cazadores a Caballo
Efectivo aproximado: 2,000 hombres
242
Al asumir el mando el general Gana, hubo una recomposición de las
tropas, debido a que Lynch le envió desde Lima, todos los elementos necesarios
para emprender la campaña, llegándose a formar una división de 3,220 hombres
y 1,250 animales de carga. Cuando Gana llegó a Tarma y no encontró al general
Cáceres, decidió dejar el mando al coronel Del Canto, quien continúo la
expedición.
Del Canto siguió penetrando la sierra peruana y libró los combates de
Pucará, Marcavalle y Concepción que fueron victorias tácticas favorables a las
tropas peruanas. Luego de los dos primeros enfrentamientos decidió retornar a
Lima.
243
Marcha al norte del Ejército del Centro
Las operaciones que se llevaron a cabo en la Campaña de la Breña
estaban marcadas por las características del teatro de operaciones, por lo que
requerían tropas especialmente entrenadas y adaptadas al terreno montañoso.
El tenaz seguimiento que emprenden los chilenos desde Tarma, tras las huellas
del Ejército del Centro, requería jefes de un temperamento parecido al del
general peruano y tropas especiales, habituadas a efectuar largas marchas por
páramos inclementes, entre precipicios y cumbres, hostiles al hombre.
(Dellepiane, 2010, p.96-97).
El ardid en el que cayó el coronel Arrigaga, más que error propio se debió
al talento del general Cáceres quien hizo gala de un liderazgo y moral a toda
prueba, quien conocía perfectamente el teatro de operaciones en el cual actuaba
y contaba con soldados adaptados a las inclemencias del tiempo y del terreno
montañoso.
La diferencia de capacidad y energía en el mando y en la calidad de los soldados
tenía que producir el desastroso resultado que sufrió Arriagada. Después de
haber aniquilado a sus tropas sin disparar un tiro, este jefe regresó a Junín
desalentado, sin haber logrado nada de lo que se había propuesto ni de lo que
le habían ordenado ejecutar. (Dellepiane, 2010, p. 97).
En cuanto la distribución del poder combativo, se aprecia que el coronel
Arriagada cometió un error al dividir sus fuerzas en dos columnas cuando cruzó
la cordillera, debido a que las hizo vulnerables a ser batidas aisladamente.
La división de sus fuerzas en dos columnas que debían cruzar la cordillera
completamente separadas por enorme distancia, acrecentada por macizos
montañosos, fue un grave error. Cualquiera de ellas pudo ser batida
aisladamente, no debiendo haber dispuesto esta operación sino en caso de estar
bien informado de la situación del enemigo. (Dellepiane, 2010, p. 97).
Asimismo, la falta de decisión para mantener el contacto con las tropas
peruanas, cuando las tropas del coronel Arriagada alcanzaron el Callejón de
Huaylas y recibieron información que el general Cáceres se hallaba cerca; así
como el inadecuado empleo del arma de caballería, ocasionó que caiga en la
estratagema ideada por el general Cáceres.
Si bien es cierto que las tropas chilenas no eran capaces de seguir de cerca a
los peruanos, Arriagada debió recobrar el contacto tan pronto como tuvo datos
244
en el callejón de Huaylas de que su adversario se hallaba cerca. Hubiera evitado
así vacilaciones y, sobre todo, no hubiera sido engañado tan lastimosamente; su
caballería, apta para cumplir esta tarea, no fue debidamente empleada.
(Dellepiane, 2010, p. 97).
Finalmente se aprecia que la decisión del coronel Arriagada de evacuar a
sus enfermos y heridos, al igual que su pedido de refuerzo de tropas, fueron
adecuados.
Luego que da media vuelta para correr al sur sin objeto, dispone con acierto la
evacuación de sus enfermos y heridos y pide al comandante en jefe que envíe
nuevas fuerzas al interior, las que esperaba que le sirvieran de yunque para
golpear sobre Cáceres con su división. (Dellepiane, 2010, p. 97-p.98).
245
Ocupación de Arequipa
El coronel Velásquez, quien se encontraba al mando de las fuerzas de
ocupación de Tacna, recibió la orden de marchar hacia Moquegua, donde se
reunió con otra división procedente del Callao al mando del coronel Del Canto.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.88).
La reunión se produjo la primera semana de octubre de 1883, en
Moquegua, donde el coronel Velásquez dispuso que las tropas procedentes de
Tacna, reforzadas por el batallón 4 de línea, formaran una división a órdenes del
coronel Ruiz, y el resto debía quedar a órdenes del coronel Del Canto.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.88-p.89).
Las fuerzas chilenas quedaron organizadas de la siguiente manera,
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.88-p.89):
Primera División (Coronel Ruiz)
Batallón Santiago
Batallón Carampangue
Batallón Rengo
Batallón Los Ángeles
Batallón 4 de línea
5 cañones Krupp de montaña
246
1 escuadrón General Cruz
1 escuadrón Las Heras
Conclusión
Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto en la Expedición
Letellier efectuada en 1881; así como en la maniobra estratégica operacional
efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al
mando del contralmirante Lynch; que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del
general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe
al vacío; y en la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del
coronel Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en
Pucará, Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas
ante la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; las fuerzas chilenas no
efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo.
Asimismo, durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883
por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva
que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo
dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando
247
nuevamente un golpe al vacío; al igual que en la persecución efectuada por el
coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del
interior, que terminó cayendo en la estratagema del general Cáceres, las fuerzas
chilenas no efectuaron una adecuado distribución de su poder combativo.
Sin embargo, en la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, que
permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante
Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a
interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le
había encomendado; asimismo, durante la maniobra iniciada por el coronel
Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando
hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana
exitosamente, que permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas
favorables, que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en
Huamachuco y Arequipa respectivamente, las fuerzas chilenas efectuaron una
adecuada distribución de su poder combativo que les permitió alcanzar sus
objetivos.
248
Arriagada como comandante en jefe de los destacamentos chilenos, (Dellepiane,
2010, Parte V, p.62-63).
Conclusiones preliminares
El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas
consistente en: “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas
de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de
Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de
destruir las fuerzas de resistencia peruanas”, de manera general fue
correctamente seleccionado. La Campaña de la Sierra, se subdivide en la
Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y en la Campaña del
Norte, al término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del
general Cáceres; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la ciudad
de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Ejército que resguardaba
esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se concluye que el
objetivo estratégico operacional fue alcanzado, ya que Chile logró que el
Perú firme el acuerdo de paz totalmente favorable a sus intereses, que
tanto había buscado y que puso fin a la guerra.
Tanto la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra
estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la
Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch, que
tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante un
ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y la posterior
penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del Canto que
llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará, Marcavalle
y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la
contraofensiva de las fuerzas de resistencia; no permitieron a las fuerzas
chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la
dislocación del enemigo.
Asimismo, la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las
divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva
que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y
249
copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que
terminaron dando nuevamente un golpe al vacío; al igual que la
persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe
de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la
estratagema del general Cáceres, no permitieron a las fuerzas chilenas
partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del
enemigo.
Sin embargo, la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, permitió
recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante
Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres,
llegando a interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la
misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra iniciada por
el coronel Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del
Canto, marchando hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la
defensa peruana exitosamente, permitió a las tropas chilenas partir de
posiciones relativas favorables, que posibilitaron la dislocación de las
tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente.
Tanto en la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como en la
maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña
de la Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch;
que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante
un ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y en la
posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del
Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará,
Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante
la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; las fuerzas chilenas no
efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo.
Asimismo, durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883
por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una
ofensiva que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo
y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que
terminaron dando nuevamente un golpe al vacío; al igual que en la
250
persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe
de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la
estratagema del general Cáceres, las fuerzas chilenas no efectuaron una
adecuado distribución de su poder combativo.
Sin embargo, en la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, que
permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del
Comandante Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general
Cáceres, llegando a interponerse entre este y el general Iglesias,
cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, durante
la maniobra iniciada por el coronel Velásquez, quien se reunió con los
refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la altura de
Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente, que
permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que
posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y
Arequipa respectivamente, las fuerzas chilenas efectuaron una adecuada
distribución de su poder combativo que les permitió alcanzar sus
objetivos.
Se produjeron algunas restricciones a la libertad de acción que afectaron
las operaciones y que pudieron haberlas comprometido
operacionalmente, como las desavenencias producidas entre los
coroneles León García y Del Canto y a su vez entre estos y sus jefes de
unidades subordinadas, por lo que el contralmirante Lynch decidió
nombrar al coronel Arriagada como comandante en jefe de los
destacamentos chilenos.
Luego de la caída de la capital del Perú tras las batallas de San Juan y
Miraflores, los remanentes de las tropas peruanas se retiraron al interior del país
con la finalidad de iniciar la resistencia ante la ocupación por parte de las fuerzas
chilenas.
Asimismo, se vivían tiempos de inestabilidad política debido a que Piérola
continuó en el poder tras la campaña de Lima, sin embargo un movimiento de
251
opinión llevó al poder a García Calderón cuya autoridad no fue reconocida por
Piérola.
El 07 de octubre de 1881 la guarnición de Arequipa desconoció la
autoridad de Piérola y proclamó como presidente a García Calderón, mientras
que el contralmirante Montero fue designado como primer vicepresidente.
Sin embargo, el 16 de noviembre, Montero asumió la presidencia del país
en vista que García Calderón fue capturado por los chilenos, mientras que
Piérola se trasladaba a Europa dejando el mando de las tropas de Ayacucho a
cargo del general Cáceres, reconociendo la autoridad de Montero quien
estableció su gobierno en la ciudad de Arequipa.
En el campo militar se aprecia la existencia de tres ejércitos con capacidad
de disturbar la ocupación militar chilena y buscar condiciones más favorables
para lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra.
El ejército del centro al mando del general Cáceres, el del sur también
llamado de Arequipa al mando del general Canevaro y en Bolivia los remanentes
de su ejército que se encontraba reunido en Oruro al mando del general
Campero.
Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados
Objeto de la guerra
Luego de producirse la caída de la capital del Perú tras las batallas de San
Juan y Miraflores, las tropas chilenas tenían ocupados importantes territorios que
le servían como prenda territorial para imponer condiciones en una eventual
negociación de un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra.
Los territorios ocupados comprendían Atacama, provincia litoral de Bolivia
y las provincias peruanas de Tarapacá, Arica y Tacna a las que se sumaba la
ciudad de Lima y la provincia del Callao. Adicionalmente, a finales de 1881, los
chilenos habían ocupado las localidades de Huacho y Trujillo.
Al Perú no le quedaba más que dos opciones: Iniciar una campaña de
resistencia que tenga por objetivo lograr las condiciones que permitan negociar
un acuerdo de paz lo más favorable posible a los intereses del país; o rendirse
incondicionalmente aceptando las condiciones a ser impuestas por el gobierno
252
de Chile. El Perú tomó la primera opción, manteniendo su voluntad de lucha pese
a los duros reveses sufridos durante la guerra.
Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente
manera: “Mantener la voluntad de lucha del pueblo peruano, con la finalidad de
lograr las condiciones que permitan negociar un acuerdo de paz, lo más
favorable posible a los intereses del país”.
253
Objetivo estratégico operacional
Tiene por finalidad diseñar la maniobra.
Los desastres sufridos por el Perú en los años de 1880 y 1881 no
abatieron el espíritu del país. La población se levantó unánime para vindicar el
honor nacional y repeler a las tropas chilenas de ocupación. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.42-43).
Las fuerzas vivas de la nacionalidad no habían sido afectadas por las
victorias de los chilenos en la costa, pues era sabido por todos y lo demostraban
las operaciones realizadas en guerras anteriores, que el foco de la energía
nacional reside en el interior del territorio, donde la población y los recursos son
abundantes, aunque sus núcleos estén dispersos en la amplia y atormentada
región andina. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.43).
Las características de la sierra permiten y favorecen, por otra parte, la
acción de pequeños grupos de tropa que pueden defenderse durante largo
tiempo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.43).
Comprendiéndolo así, los jefes del Ejército que se había batido en Tacna,
en San Juan y en Miraflores, las grandes batallas campales de orden defensivo,
decidieron cerrar al invasor el paso al interior y salir de su propio terreno para,
desprendiéndose de la altura, amagar los destacamentos en los que
forzosamente tenía que dividirse el ocupante, si quería mantener bajo su
autoridad los espaciados centros poblados de la costa. (Dellepiane, 2010, Parte
V, p.43).
Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo
estratégico operacional de la campaña de la Sierra de la siguiente manera:
“Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la
zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad
de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”.
254
El objetivo estratégico operacional peruano consistió en: “Establecer dos
núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre
el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas
de ocupación chilenas”.
Como se mencionó anteriormente, en la campaña de la Sierra, se aprecia
claramente tres núcleos que podían ofrecer resistencia a las tropas de ocupación
chilenas. (Mercado, 2010, p.121-123), indica lo siguiente:
El primer grupo de resistencia, estaba conformado por las tropas a
órdenes del general Cáceres, que llevó a cabo la campaña de la Breña en el
centro del país y llegó aproximadamente a 3,000 hombres.
El segundo grupo, estaba conformado por las tropas que se encontraban
en Arequipa, donde se había establecido el gobierno del contralmirante Montero,
quien tenía a sus órdenes al general Cáceres en el norte y en Arequipa al general
Canevaro, quien estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, llamado
posteriormente Ejército de Arequipa. El contralmirante Montero buscaba
enlazarse con las tropas bolivianas, con la intención de reunirse en Arequipa con
la finalidad de contar con fuerzas superiores para distraer las tropas chilenas que
ocupaban la capital. Estas fuerzas también llegaban a un efectivo aproximado
de 3,000 efectivos.
El tercer grupo de fuerzas que hubiesen podido oponer resistencia a las
tropas de ocupación chilenas, era el constituido por las tropas bolivianas
reunidas en Oruro, que estaban al mando del general Campero y llegaban a
8,000 efectivos. Sin embargo, luego de la batalla del Alto de la Alianza, Bolivia
no tuvo ninguna intención de socorrer a su aliado ni de hostilizar a las fuerzas
chilenas que ocupaban su propio territorio, por lo cual no atendieron los pedidos
de refuerzo del contralmirante Montero.
El objetivo estratégico operacional consistió en el establecimiento de dos
grupos de resistencia tanto en el centro del país, a órdenes del general Cáceres,
como al sur del Perú, en Arequipa a órdenes del contralmirante Montero; sin
embargo, se aprecia que las fuerzas peruanas no intentaron la posibilidad de
reunirse con la finalidad de formar un grupo de resistencia más fuerte que se
enfrente en mejores condiciones a las tropas de ocupación chilenas.
255
Bolivia, luego de la batalla del Alto del Alianza, había replegado sus
fuerzas remanentes al interior del país y no había dado señal alguna de
emprender acciones de resistencia contra las fuerzas chilenas que ocupaban su
propio territorio, ni tampoco mostró intención de reforzar las tropas del país aliado
que se encontraba ocupado por las tropas chilenas.
En 1883, existían tres grupos de fuerzas: Cáceres en el centro, tres mil hombres;
Montero en Arequipa, tres mil hombres; y Campero en Bolivia, nueve mil
hombres. La estrategia dictaba la necesidad de reunir todas estas fuerzas en
Arequipa, para hacer menos oprobiosa la imposición del tratado de paz; pero la
política las mantuvo divididas. Bolivia nada hizo por socorrer a su aliado, el
ejército de Montero en Arequipa se disolvió sin haber disparado un solo tiro, y
Cáceres solo no podía llevar adelante la resistencia. Así se impuso el tratado de
Ancón el 20 de octubre de 1883. (Mercado, 2010 p.121).
Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Repeler
a las tropas chilenas de ocupación con la finalidad de lograr las condiciones que
permitan firmar un acuerdo de paz en las condiciones más favorables posibles a
los intereses del Perú”; el objetivo estratégico operacional consistente en
“Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de
Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler
a las fuerzas de ocupación chilenas”, constituye un objetivo que no contribuye a
la consecución del objetivo superior, debido a que no se evidenciaron
intenciones de las fuerzas de resistencia peruanas de reunir al ejército que
operaba al mando del general Cáceres con el de Arequipa; sin embargo, se
aprecia los esfuerzos del contralmirante Montero en convencer a las fuerzas
bolivianas en acudir en socorro de su aliado, para lo cual debían reunirse con las
tropas peruanas en Arequipa, sin embargo, estos pedidos de refuerzo fueron
totalmente desatendidos por parte de Bolivia; por lo que se concluye que el
objetivo estratégico operacional, no era apto para la consecución del objetivo
estratégico militar planteado.
Factibilidad
El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos
esperados con los medios disponibles.
256
El Perú contaba con los medios que a continuación se indican para cumplir
su objetivo estratégico operacional:
Campaña de la Breña
Primera división
Batallón Tarapacá
Batallón Zepita
Segunda división
Batallón Junín
Batallón Tarma
Tercera división
Batallón Ica
Batallón Huancayo
Batallón América
Caballería
Escuadrón Cazadores del Perú
Artillería
4 cañones Krupp de montaña
257
Servicios
Maestranza
Sanidad
Pagaduría
Estas unidades y servicios formaban el núcleo principal del ejército, a órdenes
directas de Cáceres. Además existían:
258
Batallón Pucará
Batallón Pisagua
Segunda división: Coronel Manuel Prado
Batallón Tarma
Batallón Huallaga
Escuadrones:
Húsares
Escolta
Caballería
Escuadrón Cazadores del Perú
Escuadrón Tarma
Artillería
13 piezas de varios modelos, la mayor parte de ánima lisa
Ocupación de Arequipa
Las fuerzas de Canevaro, reforzadas por varios batallones de la Guardian
Nacional, alcanzaban un efectivo de cerca de tres mil hombres, dotados de
259
algunas piezas de artillería Krupp y de fusiles nuevos, bien provistos de
municiones, que habían sido introducidos al Perú por la vía de Bolivia.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.87).
Escuadrón Paucarpata
Escuadrón Socabaya
Artillería
6 piezas pesadas
12 piezas de batalla (De las cuales 6 eran Krupp de montaña)
260
Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos
y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados.
Los costos de la campaña de la Sierra fueron aceptables, a pesar que el
Perú no logró su objetivo de repeler a las tropas de ocupación chilenas con la
finalidad de lograr las condiciones que permitan firmar el acuerdo de paz en
condiciones más favorables a los intereses nacionales; considerando la
prolongada resistencia que lideró el general Cáceres en las Campañas de La
Breña y del Norte, que posibilitó obtener las victorias de Pucará, Marcavalle,
Concepción y San Pablo que coadyuvaron a mantener la voluntad de lucha del
pueblo peruano.
261
reúnan estas tropas con las del Ejército de Arequipa, lo cual lamentablemente
para los intereses peruanos, nunca sucedió.
La estrategia aconsejaba la necesidad que los agrupamientos del centro,
del sur y de Bolivia se reúnan en Arequipa, con lo cual se hubiesen podido
constituir en un Ejército más fuerte, capaz de disturbar a las tropas de ocupación
chilenas buscando lograr negociar un acuerdo de paz más favorable a los
intereses del Perú.
(Mercado, 2010, p.121).
Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo
estratégico operacional no fue adecuadamente seleccionado.
¿Se alcanzó?
La Campaña de la Sierra, como se explicó anteriormente, se subdivide en
la Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y la Campaña del Norte, al
término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del general Cáceres
en la batalla de Huamachuco; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la
ciudad de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Segundo Ejército del Sur
262
que resguardaba esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se
concluye que el objetivo estratégico operacional no fue alcanzado, ya que Chile
logró que el Perú firme incondicionalmente el acuerdo de paz totalmente
favorable a sus intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.
Expedición Letellier
Durante la expedición Letellier, las tropas peruanas de resistencia al
mando del coronel Aduvire que resguardaban la región, se retiraron hacia
Húanuco, cuando supieron que el comandante Letellier se acercaba a Cerro de
Pasco.
Asimismo, el general Cáceres se retiró hasta Huancayo y luego hacia
Huánuco, una vez que abandonó Jauja, cuando los chilenos enviaron algunos
263
elementos hacia esta localidad cuando el grueso de las tropas estacionaba en
Cerro de Pasco.
El comandante Letellier terminó dando un golpe al vacío, por lo que
únicamente se dedicó a cobrar cupos a las poblaciones indefensas, sin embargo,
durante su retorno hacia Lima, una compañía del batallón Buin, fue batida
durante en Sángrar con cien hombres del batallón Canta y cuarenta paisanos
armados, lo cual fue una muestra del tipo de resistencia que iban a ofrecer las
fuerzas peruanas en la sierra del país.
Cabe resaltar, que tanto la retirada del coronel Aduvire como del general
Cáceres, se llevaron a cabo por que se encontraban en inferioridad de
condiciones, en comparación al Destacamento Letellier.
Campaña de la Breña
En la difícil situación que atravesaba Cáceres al tener noticia de la
ofensiva chilena, no le quedaba más recurso que replegarse al interior, ya que
pretender oponerse a la acción conjunta de destacamentos de efectivo superior
era afrontar el peligro de la destrucción completa de sus fuerzas, que no
convenía que desaparecieran al primer golpe, pues constituían el núcleo de
futuras organizaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46).
El repliegue de Cáceres, por ser espontáneo y oportuno, se realizó con el
mayor orden, dejando a sus adversarios en el vacío, después de realizar un serio
y agotador esfuerzo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46).
El general peruano dio, en cambio, excesiva profundidad a su movimiento
retrógrado, marchando sin cesar hasta transponer el Mantaro. La dispersión de
una parte de sus improvisadas fuerzas, la sublevación de otras y la actitud del
coronel Panizo fueron las causas que motivaron esta amplia retirada, que, en
otras circunstancias, hubiera debido terminar en Morococha, Pachachaca o La
Oroya, a fin de obstaculizar por lo menos la progresión del invasor, haciéndole
sufrir duras pérdidas antes de que pusiera un pie en los valles andinos.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.46).
Las posibilidades del Ejército del Centro eran limitadas en estas
circunstancias, no tenía más opciones que hacer frente al enemigo
264
eventualmente para luego retirarse al interior del país para poner a buen recaudo
las escasas fuerzas con que contaba.
Ulteriormente, ya en el interior, el papel que correspondía al Ejército del Centro
era oponerse a toda empresa que intentaran los chilenos, retirándose
continuamente ante ellos, hasta hallar ocasión favorable para atacarlos. Mientras
estas operaciones tuvieran lugar, se recompletarían las propias fuerzas y se
conseguiría que el enemigo desgastara las suyas por las enfermedades o la
deserción, que alcanzó elevadas cifras, o por la hostilidad de los habitantes y del
medio físico. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46-47).
Es factible atribuir un error al Ejército del Centro en esta fase de las
operaciones relacionadas a la pérdida del contacto con el enemigo, el cual era
valioso para conocer las intenciones de este, así como para estar
permanentemente informado de los posibles errores que cometiera.
En esta segunda fase de las operaciones, se comprueba también una falla en
las disposiciones de Cáceres, pues este pierde voluntariamente el contacto con
el invasor. La conservación de este contacto le era indispensable, no tanto para
tener información que le proporcionaban voluntariamente todos los habitantes de
la región, sino para estar lo suficientemente cerca de su adversario, a fin de
explotar los errores en que incurriera. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.47).
Posiblemente, la desventaja numérica de efectivos de las fuerzas de
Cáceres frente a las tropas chilenas, además de la intención de reunirse con los
soldados de Ayacucho, hayan influido en el general Cáceres para perder
deliberadamente el contacto con el enemigo.
La diferencia de efectivos y el deseo de engrosar sus fuerzas buscando la
reunión con las tropas de Ayacucho puede explicar esta conducta del general
peruano, quien hubiera obtenido, tal vez, brillantes éxitos atacando
separadamente a las dos columnas en que Del Canto dividió a sus fuerzas para
marchar por ambas márgenes del Mantaro. Esta operación habría sido
favorecida, además, si la rotura del puente hubiera sido preparada por el
defensor, y no casual, para aislar aunque fuera momentáneamente a los dos
agrupamientos adversos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.47-48).
Luego del combate de Pucará, el general Cáceres emprendió una
ofensiva cuyo plan estaba basado, principalmente, en la ayuda que
proporcionaba al ejército la sublevación de las indiadas de la región que,
265
independientemente u organizadas, actuaban con el nombre de compañías de
guerrilla. Gracias a esta circunstancia especial, Cáceres no carecía de los
efectivos necesarios y esto le permitió dividir sus tropas en tres agrupamientos,
que iban a ser verdaderos núcleos de las guerrillas, a los que orientarían dentro
del plan general de la ofensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29).
Este plan consistía en atacar de frente a los chilenos establecidos a lo
largo del valle para, remontando de sur a norte las márgenes del Mantaro,
destruir sucesivamente sus distintos escalones. Al mismo tiempo, otras fuerzas,
por medio de amplios desplazamientos de circunvalación, caerían sobre la línea
de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones
establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.29).
Poniendo en práctica su resolución, el general Cáceres adelantó dos
destacamentos: uno a órdenes del coronel Gastó, que debía rodear Huancayo
por el este para caer por las alturas sobre las tropas chilenas de Concepción, y
otro, a órdenes del coronel Máximo Tafur, que circunvalaría Huancayo por el
oeste, para trasladarse a La Oroya, cuyo puente debía cortar. Mientras tanto, el
grueso de las fuerzas avanzó a Paso, cerca de Marcavalle, a fin de distraer al
adversario con repetidos reconocimientos que dieran tiempo a que las fuerzas
adelantadas tomaran espacio y aprovecharan de los necesarios beneficios de la
sorpresa, en que se fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29-30).
Luego de los combates de Pucará y Marcavalle, Del Canto decidió
abandonar el departamento de Junín para regresar a Lima por La Oroya.
El general Cáceres, por su parte, permanecía en Tarma por varios meses,
a fin de reunir los elementos necesarios para iniciar nuevas operaciones. Por el
momento, había logrado ampliamente los fines que se había propuesto,
consiguiendo desalojar a los chilenos del centro del país. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.35).
266
Ofensiva chilena contra Cáceres
Durante la ofensiva emprendida por las fuerzas chilenas en 1883, el
Ejército del Centro contaba con tres mil hombres, distribuidos de la siguiente
manera, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60):
En Tarma, una división, al mando del coronel Tafur.
En la región de Matucana, dos divisiones al mando del coronel Secada.
En marcha para reforzar a estas dos últimas unidades, una división al mando del
general Cáceres.
En la región de Canta, una vanguardia al mando del coronel Santa María,
la cual tenía la misión de sostenerse en la quebrada que ocupaba para impedir
que el grueso peruano fuera flanqueado o cortado de su línea de retirada.
Como se mencionó anteriormente, el plan chileno consistía en “atenazar”
a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha
quebrada en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60).
León García partió de Lima el 6 de abril, porque su división era la que
tenía que hacer un recorrido más largo y pesado. Pronto, a partir del 10,
ocurrieron las primeras guerrillas de Santa María, que presentaron combate y
obstaculizaron su marcha. Santa María, por su parte, al conocer la aproximación
de la división chilena, avisó a Cáceres y pidió refuerzos, recibiendo en respuesta
la orden de conservar el paso de Lachaqui a todo precio, mientras Cáceres
acudía por Asunción de Huanza, para tomar de flanco al enemigo. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.60-61).
Hasta este momento, no se tenía noticia de las demás fuerzas chilenas
que avanzaban por otros caminos, y Cáceres se creyó en potencia para
abandonar la defensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
Pero, llegado a Huanza, supo que Santa María había evacuado su
posición, replegándose a Tarma, por el camino de Marcapomacocha, y al mismo
tiempo tuvo noticia de la actividad que demostraba Urriola en la quebrada del
Rímac, así como de los movimientos de tropa que se producían en el valle del
alto Lurín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
Ante esta situación que ponía en inminente peligro a sus fuerzas, sin
esperanza de obtener ventaja alguna, el comandante en jefe del Ejército del
267
Centro ordenó el repliegue general hacia Tarma. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.61).
Una vez más, los chilenos daban un golpe al vacío que los obligaba a
emprender largas operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que
contaba con el terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a
efectivos superiores que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.61).
Cáceres llegó a Tarma en los primeros días de mayo, dejando a su paso
por La Oroya una guarnición a cargo del general Silva, cuyo ferviente patriotismo
lo había impulsado a servir bajo las órdenes de su antiguo subordinado de San
Juan y Miraflores. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
La guarnición de La Oroya debía cuidar los pasajes del río Mantaro,
habiendo cortado previamente el puente que lo cruza. (Dellepiane, 2010, Parte
V, p.62).
La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del
Centro, que estaba informado convenientemente de todos los movimientos de
las divisiones chilenas. Ya desde el 20 de abril Cáceres había reunido una junta
de guerra, en la que se acordó burlar la persecución, reunirse a Recavarren y
batir a Iglesias, como se había hecho en Canta con el coronel Vento. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.62).
De conformidad con el acuerdo de dicha junta, el 21 salieron de Tarma las
tropas del Ejército del Centro y se encaminaron a Cerro de Pasco. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.62).
Es notable el sistema empleado por Cáceres para cubrirse en las
direcciones peligrosas, asegurándose un frente general que le permitiera
lanzarse a la ofensiva si se presentaba el caso, o garantizar su retirada mediante
la cobertura de sus flancos y las informaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94).
En tal situación, su base de operaciones, formada por las provincias del
interior, quedaba completamente a cubierto de una ofensiva brusca. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.94).
Su grueso permanecía en posición central, cubierto con destacamentos
que no solo cerraban los accesos para impedir el ingreso del enemigo al centro
268
del dispositivo, sino que, manteniendo el contacto, daban tiempo para orientar el
total de las fuerzas sobre el punto amagado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94).
En esta segunda campaña de la quebrada del Rímac se presentan tres
oportunidades en las que Cáceres pasa a la ofensiva, con el más completo éxito:
Contra Vento, contra las fuerzas chilenas que ocupaban Chancay y contra la
división León García. Si esta última operación fracasó, no fue por defecto de su
planeamiento general, sino por el precipitado repliegue del coronel Santa María.
Por poco que este jefe hubiera resistido, aquella división pudo haber caído,
desprevenida, empeñada por el frente en terreno difícil que le impedía
desplegarse para emplear todos sus medios, bajo la acción de un ataque
vigoroso lanzado sobre su flanco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94-95).
El plan de Lynch, fundado más que todo en el dispositivo de su adversario,
no dio tiempo a Cáceres para proseguir sus operaciones, actuando contra los
destacamentos adversos uno tras otro. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.95).
Cáceres debió tener una segunda línea de comunicaciones, prevista, por
Canta y Marcapomacocha; caso en el que podía cambiarla súbitamente para
echar todo el peso de sus fuerzas sobre uno de los destacamentos adversos.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.95).
Por otro lado, careció de información lejana que le noticiara día a día de
los movimientos y efectivos de sus adversarios. Un servicio activo de espías y
propios pudo permitirle dar al enemigo serios golpes parciales, quedando
siempre a salvo gracias al cálculo de las distancias y al conocimiento de los
efectivos. Del Canto, en su marcha por Sisicaya, pudo ser víctima de una de
estas atrevidas empresas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.95).
La guerra especial que hacía el caudillo de la Breña le señalaba la
conveniencia de esparcir sus elementos para ocupar el mayor terreno posible,
amparando y provocando la sublevación de los pobladores contra las tropas
chilenas de ocupación. Por otra parte, no le era ventajoso conservar fuerzas
reunidas, porque, a mayores efectivos, los recursos de vida aminoraban, y sus
unidades necesitaban ligereza y flexibilidad para desempeñarse bien en el
género de guerra que había emprendido. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.96).
269
Estas razones le aconsejaron separar sus fuerzas en dos núcleos, de
Secada y Recavarren. Sin embargo, la ocupación de Ancash por este último
ejerció atracción sobre él, pues pensó en trasladarse a su encuentro tan luego
como las marchas rebajaban sus efectivos. Es verdad que al proceder así
Cáceres tenía al mismo tiempo un objetivo de política interna, cual era batir a
Iglesias. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.96).
Con todo, sus operaciones se hubieran desarrollado más lógicamente, si
hubieran tendido a desenvolverse hacia el sur, donde se encontraba la cabeza
del gobierno y los elementos de guerra con que contaba Montero en Arequipa.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.96).
Las operaciones de Recavarren en Áncash, cuando se presenta cerca del
coronel Gorostiaga, amenazándolo desde el norte, son ejecutadas con claro
concepto militar. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98).
Informarse con oportunidad de la presencia del adversario, poner
obstáculos en su marcha cuando el efectivo o la misión no permiten batirlo, son
operaciones que economizan las propias fuerzas y quebrantan la voluntad del
adversario, hasta que llegue el momento de disponer de la iniciativa y de los
medios requeridos para actuar con algunas posibilidades a favor. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.98).
La reunión de Recavarren con Cáceres se realizó en forma matemática,
en el punto y día señalados. Gracias al buen juicio del jefe del Ejército del Norte,
Cáceres pudo disponer del mayor número posible de fuerzas, que había de
emplear en conjunto, es decir, con las mayores probabilidades de vencer en el
momento conveniente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98).
La destrucción de las tropas de Recavarren por Gorostiaga hubiera tal vez
dado fin a la campaña, pues Cáceres se habría visto obligado a dispersar sus
fuerzas, encerradas en Ancash por el sur y por el norte. Gorostiaga, en este caso,
se hubiera vuelto agresivo y su concurrencia con Arriagada habría quedado
asegurada, tal vez en el mismo campo de batalla. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.98).
270
Marcha al Norte del Ejército del Centro
La marcha por el antiguo camino de Llanganuco exigía un carácter
superior en el jefe que la ordenaba y un deseo improrrogable de cumplir las
intenciones que lo habían llevado al norte del país. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.99).
A pesar de todos los obstáculos y de sus perseguidores, Cáceres deseaba
tomar el contacto con Iglesias, venciendo todo inconveniente para ser
consecuente con sus propios planes. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99).
Cuando decide pasar la cordillera Blanca para proseguir al norte, burlando
por el flanco a las fuerzas de Gorostiaga si este quedaba estacionado en
Yuramarca, comprende la necesidad de impedir que Arriagada continúe sobre
sus huellas para librarse de su presión y actuar más libremente en el teatro de
operaciones que había escogido. Decide entonces engañarlo y, de este modo,
sin combate, se deshace de su adversario más poderoso con análogos
resultados a los que, tal vez, hubiese podido obtener si se empeñaba en correr
los azares de una batalla. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99).
Para lograr sus fines nada era más simple que hacer creer a Arriagada
que volvía al centro de la República, su anterior y ya conocida base de
operaciones, donde parecía lógico que debía encaminarse, pues, para los que
habían sufrido las fatigas de la marcha de Tarma a Huaraz, era una locura creer
que Cáceres se dirigiera por Huamachuco u otro punto cualquiera hacia
Cajamarca. Además, parecía que el Ejército del Centro había salido de sus
bases presionado por las circunstancias, y que su único fin hubiera sido reunirse
con Recavarren para engrosar sus efectivos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99-
100).
Por otra parte, el envío de agentes por Chacas a Chavín, donde había
rezagados y otros que comunicarían a los chilenos las operaciones que se
simulaba emprender, contribuye al engaño que experimentó Arriagada y que le
impulsó a precipitarse hacia el sur. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100).
271
Campaña del Norte
Las fuerzas de Cáceres, de conformidad con el plan trazado por su
comandante en jefe, salieron de Yungay el 21 de junio y se encaminaron al paso,
por donde aquel había decidido tramontar la cordillera Blanca. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.71).
El paso de Llanganuco conduce por Seccha y Tingo a Pomabamba, que
hace bis a Yungay en la vertiente opuesta a la cordillera Oriental; de ese lugar
Cáceres continuó por Andaymayo, Urcón y Tambo del Inca, a Conchucos,
adonde llegaron las fuerzas el 2 de julio. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.72).
De allí los peruanos siguieron hacia Huamachuco. Cáceres desempeñó,
gallardamente, su atrevido plan de agresor. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.72).
Al llegar a Tulpo el día 5, Cáceres supo por una comunicación
interceptada que el comandante chileno Gonzales, que conducía a Huamachuco
los importantes refuerzos de que se ha hecho mención, pasaría por el lugar
denominado Tres Ríos el 6, al mediar la tarde. Entonces, con la intención de
aprovechar esta oportunidad para batir en detalle a los agrupamientos adversos,
Cáceres ordenó apresurar la marcha al norte para cortar el camino a Gonzales.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.72).
En su avance ofensivo, los peruanos alcanzaron Angasmarca en la tarde
del 5, y el 6 llegaron cerca del lugar llamado Tres Cruces, desde donde Cáceres,
que se había adelantado a sus tropas, distinguió desde una altura a las fuerzas
de Gonzales que escapaban por el llano precipitadamente, sin poder alcanzarlas
por un retraso que la columna peruana había sufrido a la partida. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.73).
Perdida esta ocasión, el general dispuso que la marcha continuara
durante la noche sobre las huellas de Gonzales, a quien pretendía dar alcance
si este concedía el más pequeño descanso a sus tropas. Esta operación pudo
dar magníficos resultados, pero falló también porque Gonzales, ante la amenaza
que representaba la proximidad de los peruanos, no se detuvo ni un instante,
conservando la ventaja que había tomado hasta ingresar a Huamachuco en la
mañana del 7. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.73).
272
El acierto de Cáceres en apresurar sus operaciones aun a costa de las
mayores fatigas de la tropa, para dar alcance al destacamento chileno de
Gonzales, merece el más franco elogio. Un jefe que sabe lo que quiere no debe
vacilar en poner en ejecución sus planes con la más dura energía, pensando
únicamente en que la finalidad primordial, a la que todo debe subordinarse, es
batir al adversario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100).
El coronel Secada dice, en un Manifiesto a la Nación, que el rodeo
realizado por Conchucos, para de allí seguir a Mollepata, hizo perder tiempo al
Ejército peruano, impidiendo caer oportunamente sobre Gonzales. Por su parte,
el general Cáceres hace constar en documentos emanados de su secretaría que
el retraso se debió a la reunión realizada en Angasmarca, para pasar lista en la
madrugada y al tiempo perdido en imponer a un soldado sanción pública
disciplinaria. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100).
Cáceres no pudo prever, al dirigirse a Conchucos, que Gonzales pasaría
por Tres Ríos, pues esta noticia solo la tuvo cuando se hallaba en Tulpo. De
todos modos, la oportunidad solo se perdió por pocas horas de diferencia en la
marcha. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).
Luego que Cáceres ve desde Tres Cruces que su maniobra ha fallado,
insiste en perseguir al enemigo, procurando darle alcance a todo precio. La
tenacidad para vencer todos los obstáculos hasta lograr el objetivo que se busca
es una cualidad que exige en el jefe condiciones especiales de carácter,
difícilmente reunidas en un hombre. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).
Cáceres debió prevenir a Puga de la empresa que lo llevaba hacia
Huamachuco, para obtener su cooperación, que habría sido muy importante.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).
Desde que las fuerzas seguidoras de Cáceres estuvieron en Pomabamba,
este debió acordar sus operaciones con el jefe de las fuerzas levantadas en
Chota. En el peor de los casos, en los días que precedieron a la batalla, hubiera
convenido instar a Puga a realizar esta reunión. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.101).
Una vez que ambos adversarios quedaron en posesión de las alturas que
dominan Huamachuco, la batalla, con fuerzas equilibradas, se podía haber
273
decidido a favor de quien sorprendiera a los defensores del lado contrario.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).
Ocupación de Arequipa
El contralmirante Montero había establecido su gobierno en la ciudad de
Arequipa y contaba con el general Cáceres que operaba en el norte del país y
con el general Canevaro que estaba al mando del Segundo Ejército del Sur,
llamado también de Arequipa.
Cuando las fuerzas peruanas supieron las intenciones de los chilenos de
ocupar esta ciudad, establecieron la defensa en las alturas de Huasacachi y
Jamata, cuyas cumbres dominantes cerraban el paso al enemigo que viniera del
sur.
Sin embargo, los chilenos lograron rodear la defensa establecida por los
peruanos, cuyos jefes al darse cuenta de la peligrosa situación en la que se
encontraban, decidieron evacuar la posición y retirarse hacia la ciudad de
Arequipa.
Los chilenos avanzaron de Moquegua por Omate hacia Puquina y, con un previo
reconocimiento, escalaron en la noche la altura de Huasacachi, rodeando la
fuerte posición peruana, cuyos jefes, al darse cuenta de la peligrosa situación en
la que quedaban por el rodeo que no supieron prever, se vieron obligados a
evacuarla en la madrugada del 23 de octubre, dirigiéndose al paso de
Chacahuallo cerca de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la
intención de resistir en esta nueva posición. De este punto, sin detenerse, las
fuerzas peruanas siguieron de frente hacia Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.90).
Luego que soldados de la Guardia Nacional decidieron abandonar sus
unidades, lo cual contagió al Ejército de Línea; las autoridades locales, después
de haber pedido al contralmirante Montero que evitara un derramamiento de
sangre, decidieron entregar la ciudad a las tropas chilenas sin ofrecer resistencia.
Conclusión
Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto el repliegue de las
tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del
274
general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en
1881; así como la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante
la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general Cáceres,
que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle,
remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo
sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras
fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de
comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones
establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; permitieron
a las fuerzas peruanas partir de posiciones relativas favorables que posibilitaron
la dislocación del enemigo.
Asimismo, el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883
por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra estratégica
operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que pretendía
“atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la
estrecha quebrada en que operaba”, permitió que las tropas chilenas den
nuevamente un golpe al vacío; asimismo, la estratagema del general Cáceres
que logró burlar la persecución efectuada por el coronel Arriagada como
comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, permitieron a las
fuerzas de resistencia peruanas partir de posiciones relativas favorables que
posibilitaron la dislocación del enemigo.
Sin embargo, la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la
Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos realizados, no impidió que el
coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor Parra y del
Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e
interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le
había encomendado; asimismo, la maniobra defensiva dispuesta por el Segundo
Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de
impedir la ocupación chilena de Arequipa, fracasó rotundamente ya que las
tropas enemigas lograron rodear la defensa peruana exitosamente; por lo cual
se concluye que tanto la maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña
del Norte, como la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, no
275
permitieron a las tropas peruanas partir de posiciones relativas favorables, que
posibiliten la dislocación de las tropas chilenas en Huamachuco y Arequipa
respectivamente.
Expedición Letellier
El comandante Letellier, salió de Lima el 15 de abril de 1881 empleando
la vía férrea que llegaba hasta Chicla, con 1,210 infantes, 160 jinetes y 22
artilleros; luego se dirigió a la Oroya y posteriormente a Cerro de Pasco, por lo
cual el coronel Aduvire quien contaba con escasas fuerzas, se retiró hacia
Huánuco.
El día 26 de junio, una compañía del batallón Buin que fue destacada a la
localidad de Sángrar, fue batida por el coronel Vento con 100 hombres del
batallón Canta. Finalmente, las tropas al mando de Letellier llegaron a Lima el 4
de julio, en cumplimiento a las órdenes de repliegue impartidas por el
contralmirante Lynch, habiendo sido hostilizadas y perseguidas durante su
retorno a la capital por los habitantes de la sierra, en represalia por los abusos y
excesos cometidos por los chilenos.
276
Campaña de la Breña
Las tropas al mando del general Cáceres estaban constituidas sobre la
base de contingentes voluntarios, oficiales que habían quedado sin mando y
patriotas distinguidos con grado de oficiales.
Segunda división
Batallón Junín
Batallón Tarma
Tercera división
Batallón Ica
Batallón Huancayo
Batallón América
Las unidades y servicios antes indicados estaban al mando directo del general
Cáceres y formaban el núcleo principal del Ejército del Centro.
277
Batallón Canta 1
Batallón Canta 2
278
por medio de amplios desplazamientos de circunvalación, caerían sobre la línea
de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones
establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.29).
Poniendo en práctica lo planeado, el general Cáceres adelantó dos
destacamentos: uno a órdenes del coronel Gastó, que debía rodear Huancayo
por el este para caer por las alturas sobre las tropas chilenas de Concepción, y
otro, a órdenes del coronel Máximo Tafur, que circunvalaría Huancayo por el
oeste, para trasladarse a La Oroya, cuyo puente debía cortar. Mientras tanto, el
grueso de las fuerzas avanzó a Paso, cerca de Marcavalle, a fin de distraer al
adversario con repetidos reconocimientos que dieran tiempo a que las fuerzas
adelantadas tomaran espacio y aprovecharan de los necesarios beneficios de la
sorpresa, en que se fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29-30).
Luego de los combates de Pucará y Marcavalle, Del Canto decidió
abandonar el departamento de Junín para regresar a Lima por La Oroya.
279
ocurrieron las primeras guerrillas de Santa María, que presentaron combate y
obstaculizaron su marcha. Santa María, por su parte, al conocer la aproximación
de la división chilena, avisó a Cáceres y pidió refuerzos, recibiendo en respuesta
la orden de conservar el paso de Lachaqui a todo precio, mientras Cáceres
acudía por Asunción de Huanza, para tomar de flanco al enemigo. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.60-61).
Hasta este momento, no se tenía noticia de las demás fuerzas chilenas
que avanzaban por otros caminos, y Cáceres se creyó en potencia para
abandonar la defensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
Pero, llegado a Huanza, supo que Santa María había evacuado su
posición, replegándose a Tarma, por el camino de Marcapomacocha, y al mismo
tiempo tuvo noticia de la actividad que demostraba Urriola en la quebrada del
Rímac, así como de los movimientos de tropa que se producían en el valle del
alto Lurín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61).
Ante esta situación que ponía en inminente peligro a sus fuerzas, sin
esperanza de obtener ventaja alguna, el comandante en jefe del Ejército del
Centro ordenó el repliegue general hacia Tarma. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.61).
Una vez más, los chilenos daban un golpe al vacío que los obligaba a
emprender largas operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que
contaba con el terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a
efectivos superiores que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.61).
La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del
Centro, que estaba informado convenientemente de todos los movimientos de
las divisiones chilenas. Ya desde el 20 de abril Cáceres había reunido una junta
de guerra, en la que se acordó burlar la persecución, reunirse a Recavarren y
batir a Iglesias, como se había hecho en Canta con el coronel Vento. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.62).
De conformidad con el acuerdo de dicha junta, el 21 salieron de Tarma las
tropas del Ejército del Centro y se encaminaron a Cerro de Pasco. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.62).
280
Es notable el sistema empleado por Cáceres para cubrirse en las
direcciones peligrosas, asegurándose un frente general que le permitiera
lanzarse a la ofensiva si se presentaba el caso, o garantizar su retirada mediante
la cobertura de sus flancos y las informaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94).
En tal situación, su base de operaciones, formada por las provincias del
interior, quedaba completamente a cubierto de una ofensiva brusca. (Dellepiane,
2010, Parte V, p.94).
Su grueso permanecía en posición central, cubierto con destacamentos
que no solo cerraban los accesos para impedir el ingreso del enemigo al centro
del dispositivo, sino que, manteniendo el contacto, daban tiempo para orientar el
total de las fuerzas sobre el punto amagado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94).
En esta segunda campaña de la quebrada del Rímac se presentan tres
oportunidades en las que Cáceres pasa a la ofensiva, con el más completo éxito:
Contra Vento, contra las fuerzas chilenas que ocupaban Chancay y contra la
división León García. Si esta última operación fracasó, no fue por defecto de su
planeamiento general, sino por el precipitado repliegue del coronel Santa María.
Por poco que este jefe hubiera resistido, aquella división pudo haber caído,
desprevenida, empeñada por el frente en terreno difícil que le impedía
desplegarse para emplear todos sus medios, bajo la acción de un ataque
vigoroso lanzado sobre su flanco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94-95).
281
operaciones, donde parecía lógico que debía encaminarse, pues, para los que
habían sufrido las fatigas de la marcha de Tarma a Huaraz, era una locura creer
que Cáceres se dirigiera por Huamachuco u otro punto cualquiera hacia
Cajamarca. Además, parecía que el Ejército del Centro había salido de sus
bases presionado por las circunstancias, y que su único fin hubiera sido reunirse
con Recavarren para engrosar sus efectivos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99-
100).
282
Una vez que ambos adversarios quedaron en posesión de las alturas que
dominan Huamachuco, la batalla, con fuerzas equilibradas, se podía haber
decidido a favor de quien sorprendiera a los defensores del lado contrario.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).
El día 10, los chilenos enviaron dos compañías, con el único fin de tomar
el contacto. El repliegue desordenado y veloz de estas unidades excitó el ardor
de los peruanos, que olvidaron su propio plan y se empeñaron en el llano,
mezclados con las unidades chilenas, que también descendieron de sus
cubiertas. La lucha en estas condiciones tenía que decidirse a favor del más
enérgico, sin que los fuegos de la altura tuvieran ya importancia capital.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.102-103).
En estas condiciones, la victoria fue francamente de los peruanos,
mientras tuvieran armas ofensivas para sostener el combate. Claro es que desde
el momento en que los soldados victoriosos quedaron inermes, no era posible
que conservaran las ventajas que habían obtenido. (Dellepiane, 2010, Parte V,
p.103).
Las fuerzas peruanas llegaban a unos 1,600 soldados, mientras las
chilenas contaban con aproximadamente 2,200 hombres, incluidos los refuerzos,
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.76-p.77), que le permitieron al coronel Gorostiaga
revertir la crítica situación de la batalla de Huamachuco, inicialmente favorable a
las fuerzas peruanas, pero que debido a la falta de municiones y bayonetas, no
pudieron consolidar la persecución que habían iniciado, por lo cual se
desencadenó la contraofensiva general chilena que ocasionó la derrota peruana
en la batalla de Huamachuco y por ende de la Campaña del Norte.
Asimismo, con la victoria que alcanzaron los chilenos en Huamachuco,
impidieron que el general Cáceres se lance contra las fuerzas de Iglesias, quien
estaba decidido a firmar la paz a cambio de la mutilación del territorio peruano,
lo cual era el objetivo principal de Cáceres al decidir iniciar la marcha hacia el
norte.
283
Ocupación de Arequipa
Las fuerzas del general Canevaro, reforzadas por varios batallones de la
Guardia Nacional, alcanzaban un efectivo de cerca de tres mil hombres, dotados
de algunas piezas de artillería Krupp y de fusiles nuevos, bien provistos de
municiones, que habían sido introducidos al Perú por la vía de Bolivia.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.87).
Ejército de Línea
Batallón Constitución
Batallón Ayacucho
Batallón Bolognesi
Batallón Grau
Batallón General Pérez
Batallón Unión
Batallón Libres de Junín
Batallón Canevaro
Escuadrones
Escolta de S.E.
Húsares de Junín
Guardia Nacional
Batallones 2,3,4,6,7,9,11, Inmortales de Salaverry
Escuadrón Paucarpata
Escuadrón Socabaya
Artillería
Seis piezas pesadas
Doce piezas de batalla (6 Krupp de montaña).
Los peruanos, notificados de la presencia de fuerzas chilenas en
Moquegua, se dispusieron a defender la región que ocupaban. Para ello,
Montero ordenó que las tropas de línea tomaran posición en las cuestas de
Huasacachi y Jamata, cuyas alturas dominantes cerraban el paso al enemigo
que viniera del sur. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90).
Con las fuerzas, cuya composición se detalló anteriormente, los chilenos
avanzaron desde Moquegua pasando por Omate hacia Puquina y luego de un
284
reconocimiento, lograron rodear la fuerte posición peruana emplazada en las
alturas de Huasacachi. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90):
Como se mencionó anteriormente, las fuerzas peruanas se replegaron al
paso de Chacahuallo cerda de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa,
con la intención de resistir en esta nueva posición, luego siguieron de frente
hasta la ciudad de Arequipa, donde las tropas de la Guardia Nacional se
dispersaron y posteriormente, el Ejército de Línea, cuya posición defensiva había
sido burlada por las fuerzas chilenas, también se dispersó sin dar combate al
llegar a Arequipa, ocasionando la entrega de esta ciudad por parte de las
autoridades locales a las fuerzas chilenas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90-
p.92).
Conclusión
Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto durante el repliegue
de las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del
general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en
1881; así como durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882
durante la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general
Cáceres, que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en
el valle, remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo
sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras
fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de
comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones
establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; las fuerzas
peruanas efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo.
Asimismo, durante el repliegue general del Ejército del Centro efectuado
en 1883 por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra
estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que
pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro
de la estrecha quebrada en que operaba”, el cual ocasionó que las tropas
chilenas den nuevamente un golpe al vacío; asimismo, durante el desarrollo de
la estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución efectuada
285
por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias
del interior, las fuerzas de resistencia peruanas efectuaron una adecuada
distribución del poder combativo.
Sin embargo, durante la maniobra ofensiva realizada por el general
Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos efectuados, la
cual no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del
Mayor Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas
de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión
que se le había encomendado; asimismo, durante el desarrollo de la maniobra
defensiva dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi
y Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, la cual
fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la defensa
peruana exitosamente; se concluye que tanto en el curso de la maniobra ofensiva
del general Cáceres en la Campaña del Norte, como en la maniobra defensiva
para evitar la ocupación de Arequipa, las tropas peruanas no efectuaron una
adecuada distribución del poder combativo.
286
Asimismo, el contralmirante Lizardo Montero había sido designado como
jefe político y militar del norte quien era secundado por el coronel Miguel Iglesias,
nombrado como comandante en jefe de dichas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte
V, p.10).
En el sur, era jefe político y militar el ex prefecto de Tacna Pedro A. del
Solar, quien contaba con el coronel Torre como comandante en jefe del Ejército
de Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10).
Cabe resaltar que el general Andrés A, Cáceres fue nombrado por Nicolás
de Piérola como jefe político y militar del centro el 25 de abril de 1881 en
reemplazo del coronel Echenique. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11).
Con Piérola y García Calderón como presidentes y tres jefes políticos, del
norte, centro y sur, procedía la ocupación chilena, cuando el 07 de octubre de
1881 la guarnición de Arequipa desconoció la autoridad de Piérola y aceptó el
gobierno de García Calderón. Días después Montero procedió de la misma forma
y aceptó ser vicepresidente de García Calderón el 23 de octubre, arrastrando
consigo a Iglesias quien había sido ascendido a general. (Dellepiane, 2010,
Parte V, p.11).
Poco tiempo después, el 16 de noviembre de 1881, el contralmirante
Montero, como vicepresidente de García Calderón, después de la captura y
expatriación de este por los chilenos, asumió el mando de la Nación, mientras
que Piérola lo renunciaba para trasladarse a Europa, dejando a órdenes del
general Cáceres a las tropas acantonadas en Ayacucho que le eran leales.
(Dellepiane, 2010, Parte V, p.11).
Cáceres se proclamó como jefe supremo el 24 de noviembre, sin embargo
a inicios de 1882, se subordinó a Montero, de modo que este quedó como
presidente del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11).
Cabe resaltar que los chilenos orientaron su política de ocupación en el
sentido de hacer cada vez más inconexos los esfuerzos de las fuerzas de
resistencia, oponiendo uno a otro a los caudillos y ofreciendo arreglos de paz a
todos y cada uno de ellos. De este modo, las divergencias entre los jefes de la
resistencia del interior fueron cada vez más hondas y sus dislocados esfuerzos
se hicieron menos peligrosos para Chile. A tal punto llegó la oposición entre los
287
caudillos, y hasta de sus satélites, que se dio el lamentable caso que llegaran a
luchar entre ellos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.44).
Finalmente, es preciso resaltar que entre las principales luchas entre
caudillos que constituyeron serias restricciones a la libertad de acción que
afectaron las operaciones y llegaron a comprometerlas, se destacan la del
general Cáceres contra el coronel Panizo en el combate de Acuchimay y las
rebeliones del coronel Vento y del general Iglesias a quien los chilenos
empezaron a prestar protección desde que decidió firmar un acuerdo de paz
incondicional a cambio de la mutilación definitiva del territorio peruano.
Conclusiones preliminares
288
firme un acuerdo de paz incondicional totalmente favorable a sus
intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.
Tanto en el repliegue de las tropas peruanas de resistencia al mando del
coronel Aduvire como las del general Cáceres hacia Húanuco durante la
Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica
operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las
fuerzas peruanas al mando del general Cáceres, que tenía por objetivo
atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle, remontando de sur
a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo sucesivamente sus
distintos escalones, mientras que simultáneamente otras fuerzas por
medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de
comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones
establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima;
permitieron a las fuerzas peruanas partir de posiciones relativas
favorables que posibilitaron la dislocación del enemigo.
Asimismo, el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883
por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra
estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva
que pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y
copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba”, permitió que
las tropas chilenas den nuevamente un golpe al vacío; asimismo, la
estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución
efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las
fuerzas expedicionarias del interior, permitieron a las fuerzas de
resistencia peruanas partir de posiciones relativas favorables que
posibilitaron la dislocación del enemigo.
Sin embargo, la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la
Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos realizados, no impidió
que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor
Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas
de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la
misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra defensiva
289
dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y
Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa,
fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la
defensa peruana exitosamente; por lo cual se concluye que tanto la
maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como
la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, no
permitieron a las tropas peruanas partir de posiciones relativas favorables,
que posibiliten la dislocación de las tropas chilenas en Huamachuco y
Arequipa respectivamente.
290
de resistencia peruanas efectuaron una adecuada distribución del poder
combativo.
Sin embargo, durante la maniobra ofensiva realizada por el general
Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos
realizados, la cual no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los
importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales,
logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e interponerse entre
este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había
encomendado; asimismo, durante el desarrollo de la maniobra defensiva
dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y
Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, la
cual fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la
defensa peruana exitosamente; se concluye que tanto en el curso de la
maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como
en la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, las tropas
peruanas las tropas peruanas no efectuaron una adecuada distribución
del poder combativo.
291
4.2 Matriz de soporte de las categorías (unidades – temas – patrones)
Tabla 1
Matriz soporte de categorías
Temas Categorías Patrones Descripción
1) Campaña de 1) Planeamiento Objetivo Tiene por finalidad
Atacama estratégico y estratégico diseñar la
2) Campaña Naval conducción operacional maniobra. Se
3) Campaña de operacional chilena somete a principios
Tarapacá de adaptabilidad,
4) Campaña de 2) Planeamiento factibilidad y
Tacna estratégico y aceptabilidad para
5) Campaña de conducción determinar si fue
Lima operacional aliada adecuadamente
6) Campaña de la (boliviana, peruana seleccionado, si
Sierra o peruano- debió variarse o no
boliviana). y si fue alcanzado.
Posiciones Resultado de la
relativas maniobra
favorables estratégica que
surge del arte
operacional del
comandante
Distribución del Distribución de la
poder combativo masa en el tiempo
y en el espacio, en
función a los
esfuerzos
operacionales
Libertad de acción Discrecionalidad en
la conducción de
las operaciones
para alcanzar sus
objetivos
292
CAPÍTULO V
DISCUSIÓN
293
Debido a las limitaciones antes mencionadas, no ha sido posible
confrontar el objetivo de la investigación “Efectuar un análisis comparativo del
planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto
en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico” en un 100%; sin embargo,
se considera que a la luz de los resultados obtenidos por el esfuerzo de la
investigación y la aplicación del Principio Militar Fundamental como método
empleado, permiten ofrecer una aproximación bastante aceptable al objetivo
planteado. Se estima el grado de confiabilidad de los resultados en un 80%.
294
Tabla 2
295
campaña de Atacama, Naval, y durante la ocupación de Arequipa; siendo
aceptable en las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y del Norte; sin embargo,
durante las operaciones llevadas a cabo durante la Expedición Letellier y en la
Campaña de la Breña fue deficiente.
296
CONCLUSIONES
297
RECOMENDACIONES
298
REFERENCIAS
299
https://es.scribd.com/doc/168168233/Ejercito-Espanol-Diccionario-
terminos-militares-pdf
Torres, H. (2009). “Potencia relativa de combate: un método para determinarla”.
Revista de Marina, Chile, n° 6, pp. 538-538.
Tromben, (2004): Presentación de la obra titulada: La Guerra del Pacífico. (1879-
1884). Carlos López Urrutia. Editorial Ristre. Madrid, España, 251 pp.
Recuperado el 18 de abril del 2017 de:
http://revistamarina.cl/revistas/2004/3/tromben.pdf
300
ANEXO 1
MATRIZ DE CONSISTENCIA
Anexo 8, Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica
Campaña de Atacama
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
GUÍA
DE ENTREVISTA
(Semiestructurada)
(NO CONSIDERADA)
4
Guía de entrevista
Considera Ud., que la clasificación de acciones militares para hacer frente a las nuevas
amenazas emergentes, deviene en conocer la seguridad ambiental para:
……………………………………………………………………………………………………………….
05
……………………………………………………………………………………………………………….
……………………………………………………………………………………………………………….
¿Cuál o cuáles competencias reflejan (n) las capacidades, destrezas y pasos cognitivos a
lograr en la preparación de seguridad ambiental?
……………………………………………………………………………………………………………….
06
……………………………………………………………………………………………………………….
……………………………………………………………………………………………………………….
¿Cómo tendría que ser la evaluación educativa de esta asignatura y por qué?
……………………………………………………………………………………………………………….
07
……………………………………………………………………………………………………………….
……………………………………………………………………………………………………………….
6
ANEXO 3
7
ANEXO 4
COMPROMISO ÉTICO
8
COMPROMISO ÉTICO
9
ANEXO 5
11
ANEXO 6
AUTORIZACIÓN DE USO DE
PROPIEDAD INTELECTUAL
12
Autorización de uso de propiedad intelectual
----------------------------------------------
EDWARD OMAR LÓPEZ CAZORLA
DNI: 43286622
AUTOR
14
HOJA DE DATOS PERSONALES
EMAIL : elopezcaz@hotmail.com
CELULAR : 958030069
FIRMA :
15
ANEXO 8
MATRIZ DE TRIANGULACIÓN DE
DATOS ESPECÍFICA POR CADA
TÉCNICA
16
ANEXO 9
MATRIZ DE TRIANGULACIÓN DE
RESULTADOS INTEGRAL
17
ANEXO 10
18
ANEXO 11
CD CONTENIENDO EL IFI
19
Anexo 8, Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica
Campaña de Atacama
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Antofagasta El poder combativo de la Las restricciones a la libertad de
operacional impuesto a la como base de operaciones Armada de Chile, inicialmente acción impuestas afectaron de
estratégico y
Armada de Chile, fue avanzada fue acertada y la no fue adecuadamente alguna forma la ejecución de las
conducción
correctamente maniobra estratégica empleado para desarrollar acciones bélicas, sin llegar a
operacional seleccionado y asimismo, operacional realizada a una maniobra estratégica comprometerlas
chilena a la luz de los resultados través de una ofensiva operacional de carácter operacionalmente. Como
de la campaña naval, se permanente, permitió ofensivo que permita obtener principales restricciones
concluye que fue alcanzar posiciones el control del mar por medio operacionales resaltan la crisis
alcanzado. relativas favorables. de la destrucción de la política y rechazo de la opinión
escuadra peruana en un pública que llegan a su punto
combate decisivo. Luego de culminante con la caída del
los ajustes necesarios, se gabinete y cambios en la armada,
redistribuyó el poder de luego de la captura del Rímac; las
combate de la escuadra malas relaciones entre Galvarino
chilena, lo cual permitió en Riveros y sus comandantes y la
última instancia la captura del presencia de unidades neutrales
monitor Huáscar y por ende la en el teatro de operaciones.
obtención del control del mar.
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Arica como El poder combativo de la Las restricciones a la libertad de
operacional impuesto fue base de operaciones Armada del Perú fue acción impuestas afectaron de
estratégico y
correctamente avanzada fue acertada y la adecuadamente empleado alguna forma la ejecución de las
conducción
seleccionado y asimismo, a maniobra operacional para desarrollar inicialmente acciones bélicas, sin llegar a
operacional la luz de los resultados de realizada a través de una maniobra estratégica comprometerlas
peruana. la campaña naval que logró ofensivas limitadas e operacional de carácter operacionalmente. Como
mantener las líneas de incursiones, permitió ofensivo limitado que permitió principales restricciones
comunicaciones aliadas y alcanzar posiciones proteger sus líneas de operacionales resaltan la directiva
hostilizar las del enemigo, relativas favorables. comunicaciones y disturbar de evitar enfrentamiento con
desde el inicio de la guerra las del enemigo. Esta fuerzas superiores y las fricciones
hasta el bloqueo de Arica y maniobra no fue sostenible que se produjeron entre el
luego del Callao en 1880, conforme transcurrió el Presidente Mariano Ignacio Prado
se concluye que fue tiempo, por lo cual fue y los jefes navales, debido a que
alcanzado. cambiada a una concepción este no nombró a un comando
de carácter defensivo, debido naval al mando de la campaña y
a que los medios disponibles adicionalmente retuvo el mando
ya habían sido seriamente político y militar.
disminuidos.
Campaña de Tarapacá
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico La elección inicial de El poder combativo de las Se produjeron restricciones a la
operacional impuesto a las Antofagasta y fuerzas chilenas, no fue libertad de acción de consideración
estratégico y
fuerzas chilenas, posteriormente de Pisagua, adecuadamente empleado que afectaron de alguna forma la
conducción
reajustado luego de la toma como base de operaciones para desarrollar una ejecución de las acciones bélicas,
operacional de Pisagua, no fue avanzada, fue acertada y la maniobra estratégica habiendo podido comprometerlas
chilena correctamente maniobra estratégica operacional de carácter operacionalmente.
seleccionado; sin embargo, operacional realizada ofensivo, sin embargo fue
a la luz de los resultados de permitió a las fuerzas sostenible en el tiempo y
la campaña de Tarapacá, chilenas partir de permitió ocupar militarmente
se concluye que fue posiciones relativas la provincia de Tarapacá.
alcanzado. favorables.
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Arica como El poder combativo de las Las restricciones impuestas a la
estratégico y operacional impuesto fue base de operaciones fuerzas aliadas, de manera libertad de acción afectaron la
correctamente avanzada fue acertada y la general no fue ejecución de las acciones bélicas,
conducción
seleccionado, sin embargo maniobra estratégica adecuadamente empleado llegando a comprometerlas
operacional requería de parte de los operacional que tenía por para desarrollar una operacionalmente. Como
aliada. ejecutantes de una ajustada objeto realizar una maniobra estratégica principales restricciones
y precisa combinación; y a ofensiva concéntrica por operacional consistente en operacionales resaltan la presencia
la luz de los resultados de la líneas exteriores, de una contraofensiva en el teatro de operaciones de los
campaña de Tarapacá, se haberse ejecutado como concurrente para cortar la presidentes tanto del Perú como de
concluye que no fue estaba prevista y de no retirada del Ejército chileno Bolivia que ejercían tanto la
alcanzado, a pesar del gran haberse producido el al mar, que no fue sostenible responsabilidad política de la
costo de vidas humanas y retorno de las tropas en el tiempo y no permitió guerra como la de conducir las
medios materiales. bolivianas comandadas alcanzar los objetivos operaciones militares, atentando
por el general Daza en esperados. Se considera además contra el principio de
quebrada Camarones, que fue innecesario unidad de mando.
hubiese permitido mantener una reserva
alcanzar posiciones estratégica en Arica así
relativas favorables y como la división de reserva
arrojar las tropas chilenas al mando del general
al mar. Narciso Campero.
Campaña de Tacna
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico El empleo inicial de Pisagua De manera general, el poder Se produjeron restricciones a la
operacional impuesto a las como base de operaciones combativo de las fuerzas libertad de acción de
estratégico y
fuerzas chilenas avanzada fue acertada, sin chilenas fue adecuadamente consideración que afectaron la
conducción
inicialmente no fue embargo la elección de Ilo empleado para desarrollar ejecución de las acciones
operacional correctamente como punto de desembarco una maniobra estratégica bélicas, habiendo podido
chilena seleccionado; pero luego no fue la más adecuada. La operacional de carácter comprometerlas
de la información recibida maniobra operacional ofensivo que fue sostenible operacionalmente. Entre las
sobre las intenciones de las realizada, que consistió en en el tiempo, y alcanzó principales restricciones a la
fuerzas aliadas, fue el desembarco en Ilo para ampliamente sus objetivos. libertad de acción, resaltan las
replanteado continuar con el tirantes relaciones entre el
correctamente. A la luz de desplazamiento a pie de ministro Sotomayor y el general
los resultados de la una gran distancia que Escala; sin embargo, cuando se
campaña de Tacna, se tuvieron que recorrer las produjo la muerte de Sotomayor
concluye que fue divisiones chilenas desde y el general Baquedano asumió
alcanzado. Ilo hasta Tacna, no permitió el mando militar del Ejército de
a las fuerzas chilenas partir Chile, contó con una adecuada
de posiciones relativas libertad de acción para la
favorables. conducción de las operaciones.
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Tacna como El poder combativo de la Las principales restricciones a la
operacional no fue base de operaciones Alianza Peruano Boliviana libertad de acción se produjeron
estratégico y
correctamente avanzada, donde se reunió no fue adecuadamente por la injerencia de Nicolás de
conducción
seleccionado, debido a que el grueso de los ejércitos empleado para desarrollar Piérola en las funciones del
operacional se estableció como objetivo profesionales peruano y una maniobra estratégica comandante operacional
aliada. principal de la campaña la boliviano fue acertada; sin operacional de carácter contralmirante Lizardo Montero.
defensa de Tacna en la embargo, la maniobra defensivo que no fue Los resultados del decreto de
misma ciudad de Tacna, estratégica operacional sostenible en el tiempo y no Piérola y la falta de refuerzos
según lo dispuesto por el aliada, destinada a permitió alcanzar sus atentaron contra la moral de las
dictador Nicolás de Piérola alcanzar una posición objetivos, por ende trajo tropas y el éxito de las
o lo interpretado por el relativa favorable, se vio como consecuencia la operaciones. Estas restricciones a
contralmirante Montero, condenada al fracaso al pérdida territorial del área la libertad de acción del
priorizando la intención de emplazar las tropas en el vital Arica - Moquegua. comandante operacional,
conservar el terreno a la de campo del Alto de la afectaron gravemente la ejecución
destruir al enemigo. A la luz Alianza, en lugar de de las acciones bélicas, llegando
de los resultados de la disponerlas en la cortadura seriamente a comprometerlas
campaña de Tacna, se del Sama. operacionalmente y
concluye que no fue condenándolas finalmente al
alcanzado. fracaso.
Campaña de Lima
Categoría Objetivo Posiciones relativas favorables Distribución del poder Libertad de acción
estratégico combativo
operacional
Planteamiento El objetivo La elección de Arica como puerto De manera general, el poder Se produjeron restricciones a la
estratégico y estratégico de embarque de las tropas combativo de las fuerzas libertad de acción de
conducción operacional impuesto chilenas para la campaña de Lima chilenas fue adecuadamente consideración que afectaron de
operacional chilena a las fuerzas chilenas fue adecuada, sin embargo la empleado para desarrollar alguna forma la ejecución de las
de manera general elección de bahía Independencia una maniobra estratégica acciones bélicas, habiendo
fue correctamente como punto de desembarco del operacional de carácter podido comprometerlas
seleccionado; sin primer escalón, no fue adecuada, ofensivo que fue sostenible operacionalmente. Entre las
embargo debió por la considerable distancia de en el tiempo y alcanzó principales restricciones a la
efectuarse un este punto hasta Curayacu, lugar ampliamente sus objetivos. libertad de acción, resaltan las
adecuado de desembarco del segundo relaciones entre el ministro
reconocimiento escalón. La maniobra operacional Vergara y el general Baquedano,
previo de las realizada, que consistió en el Finalmente, se produjeron
probables playas de desembarco del primer escalón en tirantes relaciones entre el
desembarco, tanto al bahía Independencia, el grueso general Baquedano y el general
norte como al sur de del cual por las órdenes impartidas Villagrán, que terminaron con la
Lima para no debió marchar a pie una destitución de este del mando de
evidenciar sus considerable distancia hasta la primera división y se dispuso su
intenciones. A la luz Curayacu para reunirse con el retorno a Chile, contando con el
de los resultados de segundo escalón del Ejército de aval del ministro Vergara. Una
la campaña de Lima, Operaciones, no permitió a las vez superadas estas diferencias,
se concluye que fue fuerzas chilenas partir de y destituido el general Villagrán,
alcanzado. posiciones relativas favorables. el general Baquedano continuó
con el mando militar del Ejército
de Chile, contando con una
adecuada libertad de acción para
la conducción de las operaciones.
Categoría Objetivo Posiciones relativas favorables Distribución del poder Libertad de acción
estratégico combativo
operacional
Planteamiento El objetivo La defensa peruana estuvo El poder combativo de las Se produjeron restricciones a la
estratégico y estratégico adecuadamente orientada hacia el fuerzas peruanas no fue libertad de acción de
conducción operacional sur y fue conveniente el adecuadamente empleado consideración, las mismas que
operacional consistente en establecimiento de posiciones para desarrollar una afectaron la ejecución de las
peruana. “Desplegar dos defensivas previamente maniobra estratégica acciones bélicas, habiéndolas
líneas de defensa preparadas para defender la operacional de carácter comprometido operacionalmente.
establecidas en San capital, sin apresurarse a buscar al defensivo que no fue Las principales restricciones a la
Juan y Miraflores, enemigo dejando descubierta su sostenible en el tiempo y no libertad de acción consistieron en
dispuestas casi en retaguardia; sin embargo, la alcanzó sus objetivos. el hecho que el conductor de la
forma paralela y maniobra estratégica operacional política, director de la guerra, se
cerca de diez realizada consistente en el desempeñó también como
kilómetros una de establecimiento de un dispositivo estratega militar ejerciendo la
otra formando un de defensa materializado en dos función de comandante
doble cerco, con la líneas defensivas, excesivamente operacional, en lugar de designar
finalidad de defender extendidas, carentes de un general responsable de la
la capital del Perú”, profundidad y separadas una de la conducción de las operaciones,
no fue otra sin la posibilidad que se sin dejarse asesorar por los
adecuadamente brinden apoyo mutuo, no fue militares de carrera, por lo cual
seleccionado. De sostenible en el tiempo y no condujo a las tropas peruanas a la
manera general, permitió que las tropas peruanas derrota. Asimismo, la
debió establecerse partan de posiciones relativas organización de las fuerzas
un solo dispositivo de favorables. peruanas contravinieron los
defensa en lugar de principios de la guerra de unidad
dos, con todas las de mando, de esfuerzo, de masa
tropas disponibles, y de economía de fuerzas.
cubriendo un frente
que no esté
excesivamente
extendido para no ser
tan fácilmente
vulnerable a una
penetración;
asimismo debió
escalonarse las
tropas en
profundidad
cubriendo lo que se
conoce como una
zona de avanzadas
de combate, una de
resistencia y
finalmente una de
reserva o seguridad.
Campaña de la Sierra
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico Tanto la Expedición Letellier Tanto en la Expedición Se produjeron algunas
estratégico y operacional impuesto a las en 1881, como la maniobra Letellier en 1881, como en la restricciones a la libertad de
conducción fuerzas chilenas, de manera efectuada en 1882 por maniobra efectuada en 1882 acción que afectaron las
operacional chilena general fue correctamente Lynch, así como la por Lynch, así como la operaciones y que pudieron
seleccionado. penetración efectuada por penetración efectuada por haberlas comprometido
Del Canto durante la Del Canto durante la operacionalmente, como las
El objetivo estratégico campaña de La Breña, al campaña de La Breña, al desavenencias producidas entre
operacional fue alcanzado, igual que las maniobras igual que las maniobras los coroneles León García y Del
ya que Chile logró que el efectuadas por la División efectuadas por la División Canto y a su vez entre estos y
Perú firme el acuerdo de Urriola, León y García; Del Urriola, León y García; Del sus jefes de unidades
paz totalmente favorable a Canto y Arriagada no Canto y Arriagada las tropas subordinadas, por lo que el
sus intereses, que tanto permitieron a las fuerzas chilenas no efectuaron una contralmirante Lynch decidió
había buscado y que puso chilenas partir de adecuada distribución de su nombrar al coronel Arriagada
fin a la guerra. posiciones relativas poder combativo. como comandante en jefe de los
favorables. destacamentos chilenos.
Sin embargo, durante la
Sin embargo, la maniobra maniobra efectuada por
efectuada por Gorostiaga Gorostiaga en la campaña del
en la campaña del Norte y Norte y por Velásquez en las
por Velásquez en las alturas alturas de Huasacachi, las
de Huasacachi, permitieron fuerzas chilenas efectuaron
a las fuerzas chilenas partir una adecuada distribución de
de posiciones relativas su poder combativo, lo cual
favorables que posibilitaron les permitió alcanzar sus
la dislocación de las tropas objetivos.
peruanas en Huamachuco y
Arequipa respectivamente.
Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción
operacional favorables combativo
Planteamiento El objetivo estratégico Tanto en el repliegue de las Durante el repliegue de las Se produjeron serias
estratégico y operacional impuesto a las tropas peruanas de tropas peruanas de restricciones a la libertad de
conducción fuerzas peruanas no fue resistencia al mando del resistencia al mando del acción que afectaron las
operacional correctamente coronel Aduvire como las coronel Aduvire como las del operaciones y las
peruana. seleccionado. No del general Cáceres hacia general Cáceres hacia comprometieron
contemplaba la posibilidad Húanuco durante la Húanuco durante la operacionalmente, como la
que los núcleos de Expedición Letellier Expedición Letellier coexistencia de dos presidentes
resistencia del centro y del efectuada en 1881; así efectuada en 1881; así como de la república y tres jefes
sur se reúnan, lo cual como la maniobra en la maniobra estratégica políticos militares a inicios de
hubiese permitido contar estratégica operacional operacional efectuada en 1881. Asimismo, las principales
con fuerzas de una efectuada en 1882 durante 1882 durante la Campaña de luchas entre caudillos que
magnitud mayor que hagan la Campaña de la Breña por la Breña por las fuerzas constituyeron serias restricciones
frente a las tropas de las fuerzas peruanas al peruanas al mando del a la libertad de acción que
ocupación chilenas en mando del general Cáceres, general Cáceres afectaron las operaciones y
mejores condiciones. La permitieron a las fuerzas llegaron a comprometerlas
estrategia aconsejaba la peruanas partir de las fuerzas peruanas operacionalmente, se destacan la
necesidad que los posiciones relativas efectuaron una adecuada del general Cáceres contra el
agrupamientos del centro, favorables que posibilitaron distribución de su poder coronel Panizo en el combate de
del sur y de Bolivia se la dislocación del enemigo, combativo que les permitió Acuchimay y las rebeliones del
reúnan en Arequipa, con lo al igual que en el repliegue alcanzar sus objetivos, al coronel Vento y del general
cual se hubiesen podido general del Ejército del igual que durante el Iglesias a quien los chilenos
constituir en un Ejército Centro efectuado en 1883 repliegue general del Ejército empezaron a prestar protección
más fuerte, capaz de por las fuerzas al mando del del Centro efectuado en 1883 desde que decidió firmar el
disturbar a las tropas de general Cáceres, y en la por las fuerzas al mando del acuerdo de paz incondicional a
ocupación chilenas estratagema del general general Cáceres, y en la cambio de la mutilación definitiva
buscando lograr negociar Cáceres que logró burlar la estratagema del general del territorio peruano, con el cual
un acuerdo de paz más persecución efectuada por Cáceres que logró burlar la se puso fin a la guerra.
favorable a los intereses del el coronel Arriagada. persecución efectuada por el
Perú. coronel Arriagada.
Sin embargo, tanto la
maniobra ofensiva del
El objetivo estratégico general Cáceres en la Sin embargo, durante la
operacional no fue Campaña del Norte, como maniobra ofensiva del
alcanzado. la maniobra defensiva para general Cáceres en la
evitar la ocupación de Campaña del Norte, como en
Arequipa, no permitieron a la maniobra defensiva para
las tropas peruanas partir evitar la ocupación de
de posiciones relativas Arequipa, las tropas
favorables, que posibiliten peruanas no efectuaron una
la dislocación de las tropas adecuada distribución de su
chilenas en Huamachuco y poder combativo que les
Arequipa respectivamente. permita alcanzar sus
objetivos en Huamachuco y
Arequipa respectivamente.
Anexo 9, Matriz de triangulación de resultados integral
Chile:
1-641 libras
2-70 libras
Perú:
12-70 libras
4-32 libras