La estación meteorológica de Laoting.
El rendimiento más En general, los cultivos de granos son más sensibles al estrés
bajo de maíz de verano y de primavera se obtuvo en la
estación de Huimin debido a la escasez de agua. Como la
fotosíntesis de los cultivos y, por lo tanto, la producción de
biomasa y grano se asocian directamente con la
interceptación de la luz por el dosel (Muchow et al., 1990),
los rendimientos aumentaron en la dirección desde el
suroeste al noreste.
Diferencia de rendimiento entre el maíz de verano y el
maíz de primavera y posibles desarrollos.
La diferencia de rendimiento entre el maíz de verano y de
primavera varió de 810 kg ha – 1 en franco limosa a 1030 kg
ha – 1 en franco (Tabla 7). Debido a las temperaturas más
bajas interrelacionadas con una mayor radiación y una
mayor precipitación, la distinción de rendimiento aumentó
de oeste a este (Fig. 6). Para todo el PNC, la diferencia de
rendimiento promedio fue de 900 kg ha – 1. Sin embargo,
considerando el período de crecimiento más largo del maíz
de primavera (165 d) en comparación con el maíz de verano
(110 d), las diferencias en el rendimiento son bastante
pequeñas y a veces negativas. Esto está de acuerdo con los
resultados de Beck et al. (2002), quienes no informaron
diferencias importantes de rendimiento entre el maíz de
verano y de primavera en la Meseta de Loess.
El estrés hídrico y las altas temperaturas durante la
formación de la espiga, la reproducción y el llenado del
grano pueden ser responsables de las pequeñas diferencias
en el rendimiento entre el maíz de verano y de primavera. El
maíz es altamente sensible al déficit de agua en etapas
específicas de crecimiento. La sensibilidad varía entre las
diferentes etapas de crecimiento (Salter y Goode, 1967;
Claassen y Shaw, 1970; Grant et al., 1989).
hídrico durante la floración y la formación temprana de
semillas que durante las fases vegetativas o de llenado de
granos (Doorenbos y Kassam, 1979). Esto está de acuerdo
con los resultados de Denmead y Shaw (1960) y Grant et al.
(1989), quienes encontraron que la demanda de agua de
maíz alcanzó su punto máximo en el período de 1 semana
antes y 2 semanas después de la floración. De manera
similar, Dale y Daniels (1992) informaron un pico en la
demanda de agua en el período de 4 semanas antes de la
sedimentación, que terminó aproximadamente 20 días
después de la sedimentación. La sequía en el flujo a menudo
resulta en la esterilidad causada por una reducción en el
flujo de asimilados al oído en desarrollo por debajo de algún
nivel de umbral necesario para mantener la formación y el
crecimiento de los granos (Schussler y Westgate, 1995).
Según Bänzinger et al. (2000), el maíz es más susceptible
que otros cuerpos al estrés hídrico en la floración debido a
la gran distancia entre los órganos masculinos y femeninos,
exponiendo el polen y el tejido estigmático frágil a
condiciones de desecación durante la polinización.
En nuestro estudio, el estrés hídrico en la floración también
se detectó como el principal factor responsable de las
pequeñas diferencias en el rendimiento entre el verano y el
maíz de primavera. El modelo CERES-Maize considera el
estrés relacionado con el agua utilizando factores de defi cit
del agua. Cuando los suelos se secan y la captación potencial
de agua de la raíz disminuye a un valor más bajo que la tasa
de transpiración potencial, la transpiración real se reducirá
mediante estomas parcialmente cerrados a la tasa de
captación de la raíz potencial. Cuando esto sucede, se
supone que la tasa de producción de biomasa potencial
disminuirá en la misma proporción que la transpiración. Las
tasas potenciales de transpiración y producción de biomasa
son
Fig. 6. Diferencias medias (kg ha – 1) entre los rendimientos
de maíz de verano y primavera para diferentes clases de
textura del suelo [(A) arena, (B) marga arenosa, (C) marga,
(D) marga limosa y (E) sedimento] en la llanura del norte de
China.
reducen al multiplicar sus tasas potenciales por un factor de
déficit de agua del suelo calculado a partir de la relación
entre la captación potencial y la transpiración potencial. El
valor se establece en 1 cuando la relación excede de 1. Se
calcula un segundo factor de defi citancia del agua para
tener en cuenta los efectos de defi cit en los procesos
fitofisiológicos que son más sensibles que los procesos de
transpiración y reducción de biomasa controlados por el
estoma. La reducción de la presión de la turgencia en
muchas plantas de cultivo ralentizará los procesos como la
expansión de las hojas, la ramificación y el macollamiento
antes de que se reduzcan los procesos controlados por
estomas. Se asume que los valores para el segundo factor
caen por debajo de 1 cuando la captación potencial de la
raíz en relación con la transpiración potencial cae por debajo
de 1.5. Se supone que se reducen linealmente de 1 a 0 en
proporción a esta relación (Ritchie, 1998). En nuestra
simulación, el modelo CERES-Maize indicó valores promedio
en floración de 0.13 para el maíz de primavera y 0.04 para el
maíz de verano. Esto corresponde a las diferencias en la
cantidad de precipitación durante el período desde el inicio
de la floración hasta el comienzo del llenado de granos (maíz
de primavera: de mayo a principios de julio; maíz de verano:
de junio a principios de agosto). En promedio, la
precipitación durante este período ascendió a 207 mm para
el maíz de verano y 139 mm para el maíz de primavera.
Teniendo en cuenta una cantidad efectiva de riego de 25
mm (la eficiencia de riego se estableció en 0.50) para el maíz
de primavera al inicio de la floración, todavía hay un déficit
de agua para el maíz de primavera de 43 mm menos de agua
en comparación con el maíz de verano. Sin embargo, existe
una fuerte variación en el defi cit del agua que se produce
entre las ubicaciones individuales. En Yanzhou o Laoting, por
ejemplo, el déficit de agua para el maíz de primavera
durante el período de floración casi podría compensarse por
completo con el riego en el inicio de la floración. Por lo
tanto, el maíz de primavera superó al maíz de verano en
estos dos lugares. Por otro lado, también hay lugares como
Anyang o Jinan donde el riego por agua no puede ser
compensado por el riego. Como consecuencia, los
rendimientos de maíz de primavera fueron bastante bajos.
El tiempo y la intensidad del estrés por sequía se pueden
gestionar mediante riego. Si el estrés hídrico limita el
crecimiento, el riego en las etapas de crecimiento más
sensibles al agua puede resultar en mayores rendimientos
por unidad de agua en comparación con el agua aplicada
durante otras etapas de crecimiento (Stone y Schlegel,
2006). Por lo tanto, un mejor manejo de la irrigación podría
ayudar a aumentar los rendimientos del maíz de primavera,
mientras que para el maíz de verano, no se puede esperar
un aumento adicional del rendimiento. En nuestra
simulación se aplicaron dos riegos para el maíz de primavera
(en la siembra y 50 días después de la siembra). En los años
húmedos no fue necesario el primer riego. Sin embargo, en
la estación seca, fue necesario para garantizar la emergencia
y el establecimiento de las plántulas. La segunda irrigación
tuvo lugar en el período sensible al agua reportado por Dale
y Daniels (1992). Por lo tanto, las posibilidades de mejoras
en la programación del riego apenas se pueden proponer.
Una aplicación de riego mayor o adicional también parece
ser un problema porque el agua en el NCP es escasa y su
disponibilidad se reducirá aún más por la competencia de
los usuarios no agrícolas (Liu et al., 1998). Otra forma de
ahorrar agua podría ser la adopción de tecnologías
avanzadas de riego y un mejor mantenimiento de la
infraestructura de riego (Wolff, 1999).
Otra práctica de manejo para reducir el estrés hídrico es
reducir la población de la planta de maíz para mantener la
cantidad de agua disponible por planta por encima de un
mínimo.
Algunas otras prácticas agronómicas, como el acolchado o la
labranza reducida, también podrían ayudar a mejorar las
condiciones del agua (Scopel et al., 2001) y deberían
realizarse más pruebas.
Otra alternativa podría ser utilizar cultivares con mayor
eficiencia en el uso del agua. En general, los cultivares
disponibles difieren ampliamente en las características
agronómicas, por ejemplo, en la duración del período de
crecimiento. La mayor duración del crecimiento a menudo
se asocia con un mayor potencial de rendimiento (Olson y
Sander, 1988). En consecuencia, un retraso en la siembra,
especialmente cuando el ambiente de humedad es
suficiente, conduce a pérdidas de rendimiento. Sin embargo,
el ambiente de humedad es impredecible y puede variar en
gran medida entre los años. Por lo tanto, el objeto de las
prácticas agronómicas debe ser sembrar maíz en un
momento en que es menos probable que ocurra un déficit
de agua durante la etapa tardía de la vegetación, la floración
y el llenado de grano. Esto podría lograrse cambiando la
fecha de siembra más cerca de la temporada de lluvias. En
nuestras simulaciones, un retraso en la siembra de 30 días
provocó un aumento del rendimiento promedio del 13%
(Fig. 7). Sin embargo, en algunas regiones, como Laoting, se
pudo determinar una disminución del rendimiento porque la
fecha de siembra ya era relativamente tardía. Por lo tanto,
parece ser necesaria una variación más específica del sitio
en la siembra.
Otra estrategia para mejorar los rendimientos del maíz de
primavera sería encontrar genotipos de maíz con una
fenología apropiada que combine el crecimiento y los
procesos de desarrollo con las condiciones ambientales.
Para condiciones de estrés ambiental, la diversificación de
los cultivares se basa principalmente en la fenología
diferencial, principalmente en la fecha de floración. El maíz
es relativamente insensible al estrés hídrico durante las
primeras etapas de crecimiento vegetativo porque la
demanda de agua es relativamente baja (Shaw, 1988). En
nuestras simulaciones, el uso de un cultivar con una fecha
de floración posterior como resultado de un crecimiento
vegetativo más largo llevó a un aumento promedio en el
rendimiento del 15% (Fig. 8). La floración tardía conduce a
un período de crecimiento vegetativo más largo que
promueve la acumulación y la asignación de más recursos
para la producción de semillas. Olson y Sander (1988)
recomendaron previamente el uso de un cultivar que no
estará en la etapa crítica de floración durante el tiempo en
que se puede esperar un período de estrés.
La combinación de un retraso en la siembra y el uso de un
cultivar con una fecha de floración posterior llevó a un
aumento promedio en el rendimiento del 32% (Fig. 9).

CONCLUSIONES
Este documento presenta un enfoque de simulación para
cuantificar los rendimientos potenciales del maíz de
primavera y verano en todo el PNC. La variabilidad temporal
y espacial relacionada con el clima en el rendimiento de
rendimiento se simuló utilizando datos meteorológicos
diarios a largo plazo de varias estaciones meteorológicas
distribuidas uniformemente en todo el PNC. Se realizaron
simulaciones para cinco clases diferentes de textura del
suelo. Los resultados de las simulaciones indicaron que, a
pesar de una temporada de crecimiento más larga del maíz
de primavera, la diferencia de rendimiento simulada en
comparación con el maíz de verano fue relativamente
pequeña, debido al estrés hídrico durante la floración. Sin
embargo, el cambio en las fechas de siembra a un momento
posterior y el uso de variedades de floración tardía pueden
facilitar un aumento en los rendimientos del maíz de
primavera.

RECONOCIMIENTO
Este trabajo fue financiado por el Deutsche
Forschungsgemeinschaft (GRK 1070, IRTG Sustainable
Resource Use).

REFERENCIAS