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MAESTRÍA EN FINANZAS –

MENCIÓN DIRECCIÓN FINANCIERA

MÓDULO:

RESPONSABILIDAD SOCIAL Y ÉTICA PROFESIONAL

TRABAJO EN EQUIPO
HUELLA DEL AGUA O HIDRICA

INTEGRANTES
 ALCÍVAR MOREIRA MARÍA MERCEDES
 CEDEÑO DUPLAÁ MARÍA GABRIELA
 CARRIÓN ARMIJOS FRANCISCO JAVIER
 CARRIÓN SÁNCHEZ OSWALD MIGUEL
 ZAMBRANO ALCÍVAR JOSÉ ALEXANDER

DOCENTE:

MGS. ROBERTO EMILIO AGUAYO VERA

PORTOVIEJO, 25 DE NOVIEMBRE 2021


Huella del Agua o Hídrica

La huella hídrica, también conocida como «water footprint«, se define como el volumen
total de agua dulce que se utiliza para la producción de servicios y bienes de una
comunidad, empresa o individuos. Se realiza una medición del volumen de agua consumida
y contaminada que se utilizó durante el proceso de producción. 
El concepto fue acuñado en 2002 por los investigadores de la Universidad de Twente
(Países Bajos) Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen, que establecieron esta variable
para obtener información valiosa sobre el consumo real de agua y los usos que hacemos de
ésta, desde las fuentes superficiales y subterráneas pasando por toda la cadena de
producción y distribución hasta llegar al producto final. Así, se puede calcular el impacto
que generamos al usar una hoja de papel (10 litros), comer una naranja (50 litros),
preparar una taza de café (140 litros) o llevar un pantalón vaquero (10.000 litros).
En un planeta en el que la escasez de agua dulce se incrementará, debido principalmente al
cambio climático, el aumento de población y la mayor presión sobre los recursos hídricos,
es necesario tomar medidas para optimizar y gestionar mejor el uso de este recurso vital.
Los expertos auguran que en 2025 un 67% de la población del planeta vivirá en una zona
de estrés hídrico, esto es, lugares en los que la demanda de agua dulce es más alta que la
cantidad disponible (por sequías, acuíferos sobreexplotados, etc.) o en los que el uso de esa
agua dulce se ve restringido por una pérdida de calidad (intrusión salina, contaminación por
nitratos o fitosanitarios, etc.)
¿Cómo se mide la huella hídrica?
El gran hallazgo de los investigadores holandeses y su utilidad práctica han permitido que,
desde el año 2002, cualquier organismo, gobierno o empresa pueda aplicar la fórmula para
calcular la huella hídrica, un dato de gran utilidad, especialmente en sectores primarios y
secundarios. Para calcular su valor hay que medir el volumen (litros o metros cúbicos) de
agua consumida, la que ha sido contaminada y la que se ha evaporado en el proceso de
producción. La huella hídrica es así el resultado de tres indicadores, divididos en colores,
en función de la procedencia del agua: huella hídrica verde, huella hídrica azul y huella
hídrica gris. Así lo estableció en 2008 el profesor Hoekstra en la Water Footprint Network,
la plataforma creada junto a empresas, sociedad civil, y organizaciones académicas que
recoge un manual universal en el que se diferencia entre:
• Huella hídrica verde (precipitaciones retenidas en el suelo): Es aquella que procede del
agua de lluvia o de nieve incorporada en el producto y que queda almacenada en el suelo de
manera superficial al alcance de las plantas, que la devuelven a la atmósfera mediante
evapotranspiración.
• Huella hídrica azul (ríos, lagos y acuíferos): Es el agua que procede o se capta de fuentes
naturales o artificiales (superficiales o subterráneas) mediante infraestructuras o
instalaciones. Equivale al consumo directo de agua dulce en los procesos de fabricación de
bienes e incluye el agua de riego.
• Huella hídrica gris (necesaria para que el medio receptor asimile los contaminantes
vertidos): Hace referencia a la calidad y se trata de la cantidad de agua contaminada en los
procesos y que posteriormente requiere un tratamiento para cumplir con la normativa
sectorial del cauce u organismo receptor de los vertidos finales del proceso.

Huella hídrica en el mundo


Cada país posee una huella hídrica diferente en función de la cantidad de bienes y servicios
que es capaz de generar y consumir, del grado de disponibilidad del recurso y de su calidad,
es decir, del grado de contaminación o sobreexplotación. A nivel mundial China, India y
Estados Unidos son los países con mayor huella hídrica pues acaparan el 38% del consumo
de agua. En Estados Unidos la huella hídrica per cápita al año se sitúa en 2.842 m3, el
equivalente a un gasto diario de 7.786 litros por persona y día y con los que se podría llenar
una piscina olímpica. En China, esta huella se sitúa en 1.071 m3 anuales per cápita, o lo
que es lo mismo, 2.934 litros al día por persona. En la India –donde la huella hídrica
asciende a los 1.089 m3 anuales y 3.000 litros por persona y día-, el principal problema se
encuentra en la sobreexplotación de sus aguas subterráneas y la tendencia es que empeore
con la escasez de lluvias y la deforestación.
Principales huellas hídricas de bienes y servicios
La huella hídrica posee necesariamente una dimensión espacial y temporal, es decir, saber
la huella hídrica de cada región, de cada empresa o planta industrial durante un período de
tiempo (normalmente se mide en términos anuales), permite evaluar y mejorar la
sostenibilidad de sus actividades implementando medidas más eficientes. Esto resulta
especialmente relevante ya que el incremento de población en los próximos años supondrá
tener que aumentar en un 50% la producción de alimentos para 2030, con el consecuente
conflicto que puede ocasionar en otros sectores, como la industria, y en general, con la
disponibilidad y abastecimiento del agua dulce en todo el planeta. Por eso es necesario
conocer el impacto de la huella hídrica en:
• La alimentación: Los cereales, la carne y la leche son los alimentos que más agua
requieren en su proceso de producción. Para hacerse una idea: la producción de un litro de
leche necesita 1.000 litros de agua, un kilo de arroz 3.400 litros, un kilo de maíz 900 litros,
un kilo de trigo 1.300 litros, un kilo de carne de vacuno 16.000 litros.
• La ropa y el calzado: La huella hídrica en la producción textil es también una de las más
elevadas. Por ejemplo, para lograr un kilo algodón se requieren cerca de 10.000 litros, por
lo tanto, para la fabricación de una camiseta de algodón de unos 250 g se necesitan 2.500
litros, para un pantalón vaquero unos 10.000 litros, para unas zapatillas deportivas 4.400
litros y un solo bastoncillo de algodón necesita 4 litros.

¿Qué podemos hacer para reducir la huella hídrica como productores y


consumidores?
Productores:
1. Aplicar medidas eficientes de aprovechamiento de aguas, empleando la tecnología a
nuestro alcance. “Consiste en producir la máxima cantidad de alimentos con la
mínima cantidad de agua gracias a sistemas de riego localizado, teledetección,
sensores, etc.”, señala Ignasi Servià.
2. Adaptar las cadenas de productos manufacturados, escogiendo materias primas
locales para reducir la huella hídrica y la virtual, la derivada de los desplazamientos:
importaciones y exportaciones.
3. Impulsar una verdadera economía circular en las empresas e industrias devolviendo
un alto porcentaje del agua empleada en la fabricación en perfectas condiciones al
medio ambiente. Esto implica utilizar las cantidades imprescindibles de agua y
reducir la contaminación en el proceso para evitar la llamada huella gris.
Consumidores:
1. Consumir productos de proximidad con el fin de evitar la huella hídrica virtual.
Basta con fijarse en el etiquetado para saber la procedencia de estos productos o
prendas, como en el caso de la ropa.
2. Reducir el consumo de determinados alimentos más demandantes de agua, como
son la carne o los procesados y potenciar el consumo de frutas y verduras.
Asimismo, realizar una compra responsable para evitar el desperdicio alimentario,
pues contribuirá a reducir la huella hídrica.
3. Asumir la economía circular para reducir el consumo (alargando la vida útil de los
productos que utilizamos), reusar y reciclar.
4. Concienciar sobre un uso responsable del agua en nuestro día a día, como pueden
ser utilizar lavavajillas, en lugar de fregar a mano, reutilizar el agua de hervir
alimentos para regar plantas, usar la lavadora completamente llena, dosificar el agua
de la cisterna o emplear la ducha en lugar de la bañera para lavarnos.

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