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HISTORIA DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS

El origen de los juegos Olímpicos, también denominados Olimpiadas, se remonta al 1 de julio del
año 776 A.C. Se atribuyó este nombre en honor a la ciudad griega donde se inauguraron estos
Juegos: Olimpia. Los juegos se siguieron sucediendo cada cuatro años hasta el 393 D.C. Cuando el
emperador romano TEODOSIO I EL GRANDE, decidió suprimirlos por su carácter pagano. En total
se realizaron 273 olimpiadas, incluso en algunas ocasiones los griegos acordaron renunciar a la
guerra con el fin de encontrarse y rendir culto a los dioses del Olimpo rindiendo sus fuerzas de
manera pacífica y reglada.

Aunque cabe destacar la posibilidad de que estos Juegos Olímpicos se remontaran a una época aún
más lejana en el tiempo, ya que existen indicios en distintas leyendas que apuntan a que, sin ser
oficiales ni estar registradas, sí se celebraban competiciones antes de las celebradas en el año 776
A.C.

Ya en aquella inauguración de finales del siglo octavo antes de Cristo, celebrada al pie del monte
Kronion, se reunieron diferentes atletas procedentes de distintas regiones de Grecia que competían
entre sí, descalzos y sin ropa, en diversas especialidades deportivas de la época. Quienes acudían a
Olimpia durante aquellos días eran espectadores y protagonistas del mayor espectáculo de la
Antigua Grecia. Uno de los momentos más importante de los juegos se producía al comienzo del
festival con la hecatombe o sacrificio de cien bueyes en honor a Zeus justo delante de su templo y el
momento culminante era el final de las competiciones con la coronación de los vencedores al final
de los juegos con una corona de olivo; éste era el único premio que recibían allí, pero luego en sus
ciudades recibían todo tipo de honores.
Los participantes eran exclusivamente ciudadanos griegos, hombres libres que no hubieran cometido
ningún crimen. Las mujeres no podían participar como deportistas e incluso las mujeres casadas ni
como espectadoras porque los atletas competían desnudos.

Los participantes debían llegar treinta días antes del comienzo de las justas a la ciudad Griega de
Elís, a muy poca distancia de Olimpia, para entrenar y someterse a supervisiones y un régimen
severo de disciplina deportiva. En cuanto acababa este entrenamiento, más las correspondientes
supervisiones, los deportistas partían hacia Olimpia. Una vez allí, eran testigos de las diferentes
tradiciones religiosas previas y pasaban por ciertos controles para determinar si eran deportistas
válidos para aquel certamen, las normas fueron cambiando con el tiempo y el certamen fue
creciendo. Tanto es así que los años dorados de este antecedente de los Juegos Olímpicos modernos,
localizados entre el siglo V y el IV a.C., fueron protagonizados por distintos atletas procedentes de
diversas partes del mediterráneo. Esto acabó obligando a ampliar las instalaciones, además de
cambiar normas para adecuarlas a los nuevos tiempos. De esta manera se produjo un cambio
importante en los valores por los que los Juegos Olímpicos fueron creados. En un primer momento
los participantes de estas competiciones tenían la ambición de servir a los dioses olímpicos y a su
reino con su propio esfuerzo.
Pero esto cambió y los participantes empezaron a entrenarse a conciencia para competir,
profesionalizando de esta manera las competiciones de los Juegos Olímpicos. De ésta manera se le
empezó a restar importancia a los otros factores y valores que desde su creación habían tenido
implícitos. Éste evento dejó de ser importante por su tradición cultural-religiosa para pasar a ser una
competición profesional.

Sin embargo, entre el siglo III y II a.C., con las conquistas de Roma, Grecia, los griegos y las
olimpiadas dejaron paulatinamente de tener sentido. El interés que estas prácticas deportivas y estas
competiciones tenían en el pasado, dejaron de tenerlas, como si de una moda se tratase, para ser
substituidos por otros lujos y costumbres romanas. Después de un intento de reponer los Juegos
Olímpicos en Grecia, a cargo de EVANGELOS ZAPPAS que fracasó estrepitosamente debido al
poco entusiasmo que despertaba el evento a mediados del siglo XIX, los Juegos Olímpicos
renacieron de forma definitiva en Grecia. Rescatados y reorganizados por el BARÓN PIERRE DE
COUBERTIN en el año 1896.

Coubertin hizo un importante trabajo. En primer lugar por realizar un buen proyecto que vendió de
forma exquisita, primeramente a la Unión Deportiva y Atlética de París y más tarde al resto de
estamentos y países del mundo. De todos ellos recibió el máximo de los respaldos posibles. De esta
manera se establecieron poco a poco las nuevas reglas y los nuevos valores que perseguían las
olimpiadas. Se acordó que sería una competición en la que podrían participar todos los países del
Mundo. Se creó el Comité Olímpico Internacional (COI) el cual ya se estableció en Lausana, Suiza.
Éste se nutría de representantes de doce países procedentes de distintas partes del mundo. Y se
decidió que las ediciones de estos nuevos Juegos Olímpicos se organizaran cada cuatro años.

Entre los primeros doce países representados en el COI solo encontramos a uno hispanohablante,
Argentina. Los once restantes fueron Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Bélgica, Italia, Austria,
Grecia, Hungría, Suecia, Nueva Zelanda y Rusia.

Coubertin proclamó la restauración de los juegos olímpicos el 23 de junio de 1894 en la Sorbona


parisiense ante los representantes de las 12 naciones. Los primeros juegos de la edad moderna
debían disputarse en París, pero se decidió que se celebraran en Atenas para reanudar la vieja
tradición helénica. Finalmente, los primeros Juegos de la Era Moderna se celebraron en Atenas en
1896, año a partir del cual se irían repitiendo cada cuatro años en diferentes partes del mundo hasta
llegar a la actualidad con la nominación de Atenas como sede olímpica para los Juegos del 2004,
haciendo justicia y reparando una deuda con la ciudad organizadora de los primeros Juegos
modernos. Hasta ahora, se han celebrado 24 ediciones; sólo se suspendieron las ediciones de 1916,
1940 y 1944 a causa de las Guerras Mundiales.

Por último, cabe destacar la gran acogida que han tenido estos Juegos Olímpicos Modernos. Tanto
es así que, durante el siglo XX, se decidió establecer, suplementariamente a los ya tradicionales
Juegos Olímpicos de verano, dos nuevas competiciones olímpicas. En primer lugar, en el año 1924,
unos Juegos Olímpicos de invierno, para los deportes de nieve o hielo. Y en segundo lugar, en 1960,
unas Paralimpiadas dedicadas a las competiciones de los deportistas discapacitados.

El lema Olímpico, creado por el Barón, es una frase en latín: CITIUS, ALTIUS, FORTIUS, que
significa más rápido, más alto, más fuerte, que refleja el estímulo a la superación de los deportistas.

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