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La Ciudad de Hueso. Matthew y James
La Ciudad de Hueso. Matthew y James
MATTHEW Y JAMES
Se pararon en dos anillos de fuego separados, preparados para ser unidos. El Hermano
Zachariah condujo la ceremonia ante los ojos del Enclave y todos aquellos que James y
Matthew amaban.
—No me ruegues que te deje, o que regrese cuando te estoy siguiendo. Porque a
donde tú vayas —le prometió Matthew—, yo iré.
Sus voces se mezclaron como los colores de llamas bailarinas, y Matthew recordó
haber tratado con tanto esmero ser amigo de James en la Academia. Le había rogado al
padre de James que lo llevara a Londres, diciendo que él y James iban a ser parabatai, la
más grandiosa y audaz mentira que Matthew alguna vez había dicho. Y ahora esa mentira
se había convertido en verdad.
—Y donde tú vivas, yo viviré. Tu gente será mi gente, y tu Dios será mi Dios.
Ambos, James y Matthew habían escogido a sus padres como testigos, y Will fue el
primero en dar un paso adelante. Miró a su hijo, y a Matthew también, observándolos con
una mirada fiera y amorosa. Henry empujó su silla para unirseles, su cabello pelirrojo y la
silla plateada envolviéndose en luz. Le sonrió a Matthew y a James con una absoluta
aprobación que Matthew estuvo muy agradecido de tener.
—Donde tú mueras, yo moriré, y allí seré enterrado. El Ángel me haga esto y mucho
más —dijo James, llamando a Raziel con el sonido más lúcido de su voz—, si nada más
que la muerte nos separa a ti y a mí.
Matthew pensó en el Ángel. Siempre había sido mayormente despectivo ante el honor
y la gloria de ser un cazador de sombras. Supuso que él creía en Raziel, pero casi nunca
pensaba mucho en el tipo. Él creía que había más en la vida que solo fuego y sangre.
Había belleza, había arte, había color. Tal vez Raziel sabía que su corazón no estaba en la
lucha. Tal vez Raziel no lo aprobaba.
Ambos dieron un paso a través de las llamas.
¿Acaso esas llamas ardieron mucho más que en cualquier otra ceremonia? Por solo un
momento, ¿los corazones del fuego ardieron en un color negro en lugar de azul? Matthew
decidió que solo era su imaginación. Después de todo, estaban en sus lugares y la mano
de James se mantuvo contra la propia piel de Matthew, se mantuvo estática mientras
dibujaba la runa parabatai en el interior de la muñeca izquierda de Matthew.
James quería que su Marca estuviera en su hombro, porque, había dicho, que sabía que
Matthew siempre estaría cuidando su espalda en batalla. Matthew había puesto los ojos
en blanco, pero sintió una repentina oleada de afecto; la sinceridad de James era uno de
sus mejores características, incluso si esta lo metía en problemas. Cuando Matthew
terminó de trazar la runa en el omóplato de James, cuando la ceremonia se completó,
soltó un enorme suspiro de alivio. También sintió cómo la audiencia suspiraba. Estaba
hecho, y había salido bien.
Las llamas volaron al techo y las vacías cuencas de los ojos de los cráneos los miraron
representando el lugar de sus ancestros, y ambos estuvieron seguros de su compañero por
el resto de sus vidas. Cuando las almas se entretejen, nadie puede separarlas.
Los Breakspear y los Pounceby no importaban en lo más mínimo. Solo las familias y
amigos de James y Matthew. Cuando salieron de los círculos de fuego, Will estuvo ahí
para atraparlos a los dos en un abrazo. Lucie se acercó para felicitarlos, sus rebeldes rizos
escapando de sus listones y con sus amplios ojos azules. Matthew tuvo que apartar la
mirada por lo hermosa que se veía; era casi demasiado para él. Ahora Tessa estaba
abrazando a James, y la madre de Matthew se inclinó para tocar la mano de su padre que
descansaba en el brazo de su silla.
Tu gente será mi gente, pensó Matthew, y se prometió a sí mismo amar a los
Herondale como si fueran suyos. Debajo de la capucha, divisó una ligera sonrisa en la
boca sellada con runas del Hermano Zachariah, y Matthew le sonrió de vuelta. Matthew
estuvo repentinamente seguro que también amaría a Jem, que amaría todo lo que James
amara. Otras personas podrían ir a través del mundo temerosos y solos, pero Matthew no:
ahora a donde fuera que caminara, o cuando fuera que hablara, habría una respuesta.
Nunca tendrá que caminar a ningún lado solo.