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Iglesia Cristiana Bautista Príncipe de Paz

Pr. Joel Ibarra González / 24 de octubre del 2021

CUANDO ANUNCIAMOS A UN DIOS QUE SE HA DADO A CONOCER


Hechos 17:16-34
Tercera parte: versos del 30 al 34

INTRODUCCIÓN. Pablo no dejó su mensaje inconcluso. En esta ultima parte de su


anuncio, confrontó a sus oyentes con el fulminante mensaje de la resurrección de Jesús y su
significado para la gente: bendición o castigo. Los griegos no tenían ni la menor idea de lo que
era el juicio. Y la mayoría prefería adorar a muchos dioses antes que a uno solo, y la idea de la
resurrección era increíble y hasta ofensiva para ellos. Pero Pablo no escondió la verdad, no le
importó lo que pensaran al respecto. Cambió su estrategia en su punto de conecte a fin de que
el mensaje encajara en su audiencia, pero nunca cambió su mensaje básico.

Pablo anunció al único Dios verdadero a un grupo de hombres educados en Atenas; y a


pesar de que eran muy religiosos, no lo conocían. En la actualidad, no estamos lejos de la misma
realidad; tenemos una sociedad “cristiana”, pero para muchas personas, Dios todavía es
desconocido. Es por eso que necesitamos anunciar quién es Dios y dejar en claro lo que Él hizo
por la humanidad mediante su Hijo Jesús. No podemos suponer que aun los religiosos de
nuestra propia iglesia, y de la sociedad en general, conocen en verdad a Jesús, ni suponer que
comprenden la importancia de depositar nuestra fe en Él. Es por eso que, en esta ultima parte
de nuestra serie, meditemos en el siguiente principio:

IV. ANUNCIAMOS A UN DIOS QUE SE HA DADO A CONOCER CON URGENCIA. Vv.


30, 31 “30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia,
por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. ”

Reconocer que Dios existe, e incluso comprender de quién se trata, no llevará a ningún
ser humano al conocimiento salvador de Él. Eso solo viene de un entendimiento del Evangelio.
Por lo tanto, Pablo concluye su mensaje presentando a sus oyentes la máxima revelación de
Dios en la persona de Jesucristo. Sin embargo, esto tiene dos implicaciones urgentes en
nuestro anuncio: Arrepentimiento y Juicio. Entendámoslo de la siguiente manera:

a) La urgencia de arrepentirse. Recordemos que en su discurso al pueblo de Listra, el apóstol


Pablo afirma que en el pasado Dios permitió a las naciones gentiles vivir su propia forma de
vida (14:16 “En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; ”). Esto no
significa que Dios justifique a las naciones, porque él sigue considerándolos responsables
de sus acciones (como leemos en Ro. 1:19–20 “19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues
Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa.”). Pero cuando estos gentiles oyen la proclamación del evangelio, el tiempo de su
ignorancia ha llegado a su fin. Pero si ellos escuchan las Buenas Nuevas y no se arrepienten,
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ellos pierden la oferta de Dios para la salvación y como consecuencia, sufren el castigo
eterno.

En Romanos 3:21-26, el apóstol Pablo escribe que Dios toleró los pecados de la gente
cometidos en tiempos pasados y así los perdonó: “ 21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado
la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira
de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de
Jesús.”. Ahora que Cristo ha derramado su sangre por los pecados de su pueblo, Dios está
listo para perdonar los pecados del pasado de la misma forma que olvida los pecados de
todos aquellos que arrepentidos vienen a él hoy.

Pablo dice a los filósofos atenienses que en el presente Dios manda “… a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan”. Este es el mandamiento divino que nadie puede correr el
riesgo de pasar por alto. Porque Cristo ha derramado su sangre en la cruz para el perdón
de los pecados, a todas las gentes de todas las naciones, tribus, razas y lenguas se les dice
que se arrepientan, crean, y dejen de vivir en ignorancia y pecado tan pronto como oigan la
proclamación del mensaje del evangelio.

El arrepentimiento es la manera en la que preparamos el camino a Jesús para que El


reine en nuestros corazones. De lo contrario, corremos el riesgo de la muerte eterna.
Cuando Juan el bautista apareció en escena, su mensaje era muy claro y muy poderoso,
recordemos lo que dice Lucas 3:7-14

7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó
a huir de la ira venidera?
8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos:
Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se
corta y se echa en el fuego.
10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos?
11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo
mismo.
12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?
13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.
14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis
extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.

b) La urgencia por un juicio inminente. La venida de Cristo provocó un cambio en el trato de


Dios con la humanidad. En el pasado, Dios pasó por alto los tiempos de esta ignorancia, es
decir, no siempre intervino con juicio especial contra las naciones que no lo conocían ( aunque
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el pecado siempre produjo sus naturales consecuencias ). La revelación natural no es suficiente para
salvar al individuo, porque esa revelación solo sirve para atraer a los humanos hacia El
Creador. No hay salvación aparte de Jesucristo, como leemos en la defensa del apóstol
Pedro ante el concilio en Hechos 4:12 “ Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo
el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. ”

Llegará un día en el cual Dios juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien El
designó: Jesucristo. En el evangelio según Juan 5:22-27, Jesús afirma algo muy poderoso:

22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,
23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le
envió.
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y
los que la oyeren vivirán.
26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
27 y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

Dios presentó prueba a todos los seres humanos al haber levantado de los muertos a
su Hijo Jesús. La resurrección de Jesucristo mostró la aprobación de Dios hacia Él y lo
calificó como Juez. Ahora no hay excusa, la prueba de la Palabra del Señor está totalmente
dentro de ella. Y, los pecadores serán juzgados por lo que hacen con esa verdad.

Las personas pueden defenderse con la afirmación que ellos han actuado en
ignorancia de los mandamientos de Dios, pero Pablo les dice que Dios ha superado sus
hechos de ignorancia pecaminosa (como también el apóstol Pedro se refirió a ello en Hch. 3:17; y 13:27
cuando Pablo predico en la sinagoga de Antioquía ). Es decir, Dios ni ha juzgado al pueblo ni lo ha
castigado por sus pecados; sino que en lugar de ello ha buscado otro camino, por decirlo de
otra manera.

Pablo toca el corazón del asunto cuando les dice que Dios “ … ha establecido un día en el
cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó ”. Pablo no menciona el nombre de
Jesucristo, sino que continúa hablando de los actos de Dios. Dice que Dios ha elegido un
cierto día como día de juicio. Esta referencia de Pablo al juicio divino es una advertencia a
la gente para que se arrepientan y así puedan evitar el día de la condenación, muerte y
destrucción. El mensaje de juicio divino hace que la gente confiese sus pecados y crea en
Cristo (como lo dijo Pedro en casa de Cornelio según: Hch. 10:42 “ Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y
testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. ”) o, endurezcan sus
corazones y se alejen de Dios ( como le sucedió a Félix el gobernado de Cesarea después de haber
escuchado a Pablo en Hch. 24:25–26 “25 Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del
juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26 Esperaba
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también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y
hablaba con él.”).

En el día del juicio Dios juzgará al mundo en justicia ( como lo leemos en los Salmos 9:8;
96:13; 98:9). Pablo enseña que Dios es tanto el creador del hombre como su juez final.
Aunque indirectamente está refiriéndose a Jesucristo como un hombre a quien Dios ha
designado, da a entender que este hombre es el segundo Adán. Por un hombre ( el primer
Adán) Dios hizo a toda la raza humana ( v. 26), y en la presencia de otro hombre ( el segundo
Adán), toda la humanidad será juzgada ( v. 31). Jesús mismo enseña que Dios le ha dado, al
Hijo del Hombre, la autoridad para juzgar al mundo.

Estrictamente hablando, el discurso de Pablo en Atenas no es una defensa de la fe


cristiana. Es, tanto un desafío a la religión pagana como una proclamación del evangelio. Cuando
Pablo se dirigió al Concilio del Areópago, enfrentó a una audiencia que difería por mucho de
aquella audiencia en los cultos de adoración en las sinagogas. Pero de pie, y ante los filósofos
atenienses, Pablo no podía asumir que éstos tenían algún conocimiento de las Escrituras o de
Jesús, quien dio cumplimiento a las profecías. Entonces, el apóstol tuvo que comenzar su
discurso enseñando a sus oyentes las doctrinas: de Dios y de la creación. Continuó con: la
doctrina del hombre, porque el hombre es descendencia de Dios. Y concluyó: con la doctrina
del juicio final y de la resurrección de Jesús.

Sin embargo, hay una breve, pero profunda reflexión más. Hagámonos una pregunta:
¿Este mensaje es sólo para los incrédulos? En esta última parte del mensaje de Pablo, como
acabamos de mencionar, quedan claro dos doctrinas: arrepentimiento y juicio. Dos cosas que
creemos como iglesia, y como cristianos en lo individual, pero, que también no podemos dejar a
un lado sus implicaciones. Reflexionemos brevemente:

1. ¿De qué se debe arrepentir la iglesia? En el libro de Apocalipsis, Jesús le hablo a


diferentes iglesias y les dijo: Arrepiéntete.

 Iglesia de Éfeso: Apocalipsis 2:5 “5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y
haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido.”
 Iglesia de Pérgamo: Apocalipsis 2:16 “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y
pelearé contra ellos con la espada de mi boca. ”
 Iglesia de Sardis: Apocalipsis 3:3 “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. ”
 Iglesia de Laodicea: Apocalipsis 3:19 “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues,
celoso, y arrepiéntete.”
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2. ¿Se nos pedirá algún día cuentas de lo que el Señor nos encargo como iglesia? En el
evangelio de Mateo leemos los siguientes conocidos pasajes:

 Mateo 18:23, 24ss “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas
con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. ”
 Mateo 25:19ss “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con
ellos.”

CONCLUSIÓN. Según los versos del 32 al 34, el mensaje de Pablo motivó una reacción mixta:
algunos se rieron, otros buscaron más información para estar seguros y creer en el mensaje;
sin embargo, hubo un pequeño grupo que creyó.

Nunca dudemos en anunciar a un Dios que se ha dado a conocer por medio de su Hijo
Jesucristo, aunque estemos conscientes de que algunos no creerán. No esperemos una
respuesta positiva masiva a nuestro testimonio, aunque crean pocas personas, vale la pena el
esfuerzo. Pongámonos a cuentas con el Señor de la obra. Si hay algo, que como iglesia y como
individuos, tenemos algo de lo cuál debamos arrepentirnos, hagámoslo con urgencia, el Señor
nos quiere usar con poder. Dios recompensará a sus siervos fieles en día que Él ha escogido.
OREMOS.

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