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UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
MAGISTER EN INTERVENCIONES PSICOJURÍDICAS Y FORENSES

EVALUACIÓN DE CREDIBILIDAD DISCURSIVA EN TESTIMONIOS DE ADULTOS


REFERIDOS A EXPERIENCIAS DE AGRESÍÓN SEXUAL
Estudio de casos múltiples mediante dos técnicas

VERÓNICA PATRICIA ROMO FERNÁNDEZ


Tesis para optar al grado de Magíster en Intervenciones Psicojurídicas y Forenses
Profesor Guía: Dra. María Isabel Salinas Chaud
Santiago, Chile
2011

1
A María Cristina,
Por creer en mí.

2
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, a mis padres y familia que estuvieron, están y estarán en cada uno de los
nuevos desafíos en los cuales oso involucrarme, siendo mi barra y coaching personal. A mis
amigos, que con paciencia toleraron mi ausencia de encuentros y reuniones durante un par
de años y cargaron mis energías en aquellos momentos donde la fuerza era necesaria
recargarla. A mis compañeras que con su esfuerzo pericial, dedicado y delicado trabajo
permitieron que esta investigación tuviera sustento; a Aida Leiva que me apoyó y facilitó la
existencia laboral en cada uno de las instancias que esta tesis implicó y a Caro Navarro
cuya magnífica respuesta a todo evento permitieron mantener intacto mi perseverancia.
Claramente, nada de esto habría podido llevarse a cabo sin el apoyo de la jefatura del
Equipo Pericial CAVAS, del Instituto de Criminología de la PDI, don Arturo Medina P.
quien permitió mi acceso a los anales del equipo durante largas horas.

A mis amigas, Vero Salazar, Tama Allendes, y a Gonzalo Muñoz por su desinteresada
participación en la investigación y compromiso férreo con el trabajo pericial, la vulneración
de derechos y las víctimas.

A María Isabel, que tras discusiones y discusiones, logró que la epistemología de la


disciplina y el metanálisis fueran mi nuevo horizonte; a la profesora Irene Truffello por su
paciencia y esfuerzos infinitos por traducir mis anhelos en algo metodológicamente
comprensible y reencantarme con su rubro luego de tantos años de resistencias, y a Diana
Bellón, por sellar este camino con jornadas de docencia y alegría.

A todas las personas que se atreven a vencer los miedos, resistir las revictimizaciones y la
burocracia, que luchan con sus propias historias y logran verbalizar aquello aberrante y
doloroso que todos desean callar.

Finalmente, a Francisco, mi compañero andante quien dentro de sus múltiples dedicaciones


a mi vida, hogar y familia, me convenció de que los desafíos difíciles son aquellos por los
que vale la pena luchar.

3
RESUMEN

La presente investigación se enmarca en el complejo contexto social, judicial y criminal en


el que se insertan las agresiones sexuales a la población adulta, las que presentan grandes
desafíos en su persecución y más aún, probatorio. En este último aspecto, en Chile se
utilizan dos técnicas de análisis de testimonio denominadas Análisis de la Validez de las
Declaraciones (SVA) (traducción propuesta por las entidades periciales chilenas en
Maffioleti, 2008) y CAVAS-INSCRIM, las que al menos en la población infantil e
incipientemente en la adulta, se constituyen en medios de prueba para las investigaciones
llevadas a cabo sobre agresiones sexuales denunciadas. No obstante, resulta necesario
indagar el comportamiento que poseen los criterios constitutivos de estas principales
herramientas, esta vez, en los relatos entregados por las presuntas víctimas de este delito
mayores de 18 años, para lo cual se realizó un análisis de casos múltiples (6), los que
fueron valorados por tres jueces expertos utilizando ambas técnicas, para posteriormente
continuar con el análisis de las relaciones posibles entre los resultados arrojados de manera
individual para cada caso, así como también transversal para cada una de las técnicas.
Finalmente, las conclusiones apuntan a la complejidad de los casos de agresión sexual en
esta población en torno a la forma en que éstas habrían ocurrido, y por tanto, a la utilidad de
dicho procedimiento bajo ciertas condiciones y rigurosidades metodológicas tan difundidas
por la literatura especializada en el tema, así como también, a la necesidad de continuar con
esta línea de investigación a través de estudios de mayor envergadura metodológica que
permita extrapolar sus resultados.

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TABLA DE CONTENIDOS
PÁGS.

I. INTRODUCCIÓN 5

II. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN 8

II. MARCO TEÓRICO 11

1. AGRESIONES SEXUALES 11

1.1 Definiciones en Torno a las Agresiones Sexuales 11

1.2 Prevalencia de las Agresiones Sexuales 15

1.3 Fenomenología de las Agresiones Sexuales a Adultos 19

2. MARCO LEGAL NACIONAL 35

3. METODOLOGÍAS PARA EVALUAR CREDIBILIDAD 38

DISCURSIVA

3.1 Fundamentos del Statement Validity Assessment (SVA) 39

3.1.2 Descripción de la Técnica SVA 46

3.1.3 Investigaciones sobre la Técnica SVA 62

3.2 Fundamentos de la Técnica CAVAS-INSCRIM 69

3.2.1 Descripción de la Técnica CAVAS-INSCRIM 71

3.2.2 Investigaciones sobre la Técnica CAVAS-INSCRIM 84

3.3 Evaluación de Credibilidad Discursiva en la Población Adulta 87

3.3.1 Investigaciones sobre Credibilidad Discursiva en la Población 88

Adulta

3.3.2 Metodologías Propuestas para la Evaluación de Credibilidad 92

Discursiva en la Población Adulta

5
III. MARCO METODOLÓGICO 95

1. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN 95

2. VARIABLE A ESTUDIAR 95

3. ESCENARIO DE LA INVESTIGACIÓN 96

4. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN 96

5. VALIDEZ Y CONFIABILIDAD DEL ESTUDIO 98

6. POBLACIÓN MUESTRAL 99

7. PROCEDIMIENTOS 100

8. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS 103

IV. RESULTADOS 104

1. ANÁLISIS INDIVIDUAL DE CASOS 105

a) Testimonio Nº 1 105

b) Testimonio Nº 2 109

c) Testimonio Nº 3 111

d) Testimonio Nº 4 112

e) Testimonio Nº 5 116

f) Testimonio Nº 6 118

2. ANÁLISIS TRANSVERSAL DE CASOS 119

a) De los Criterios CBCA, Técnica SVA 120

b) De la Técnica CAVAS-INSCRIM 127

V. CONCLUSIONES 132

VI. BIBLIOGRAFÍA 139

ANEXOS 145

6
ÍNDICE DE TABLAS

PÁGS

TABLA 1: Número de Víctimas por Delito Sexual 17

TABLA 2: Tipología de Agresión Sexual en la Población Adulta 22

TABLA 3: Análisis de Contenido Basado en Criterios (CBCA) 40

TABLA 4: Listado de Criterios de Validez 41

TABLA 5: Factores Intervinientes en una Declaración 44

TABLA 6: Análisis Comparativo de Criterios de Ambas Técnicas 82

TABLA 7: Caracterización de la Muestra 101

TABLA 8: Resultados CBCA Testimonio N° 1 103

TABLA 9: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 1 105

TABLA 10: Resultados CBCA Testimonio N° 2 107

TABLA 11: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 2 109

TABLA 12: Resultados CBCA Testimonio N° 3 110

TABLA 13: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 3 111

TABLA 14: Resultados CBCA Testimonio N° 4 112

TABLA 15: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 4 113

TABLA 16: Resultados CBCA Testimonio N° 5 114

TABLA 17: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 5 115

TABLA 18: Resultados CBCA Testimonio N° 6 116

TABLA 19: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 6 118

7
I. INTRODUCCIÓN

Mucho se ha discutido respecto al concepto de psicología jurídica, su marco epistemológico


y su alcance como disciplina, no obstante, existe consenso respecto a que sus bases
ontológicas se encuentran en la praxis, es decir, ha sido la antiquísima participación de la
psicología clásica y experimental en el mundo del derecho lo que ha propiciado la discusión
sobre esta área aplicada de la psicología, relación que adquiere distintas formas. De este
modo, ha sido definida como la “psicología aplicada al mejor ejercicio del derecho” según
Mira y López (1961); “una rama de la psicología que busca aplicar los métodos y los
resultados de la psicología pura, y especialmente de la experimental, a la práctica del
derecho” (Muñoz, 1980); como un área aplicada de la psicología social según Soria (2005):
“debe entenderse como una especialización de la psicología social y no de la clínica, pues
siempre que interviene en el conflicto social, evalúa, trata, conoce sobre conflictos que
afectan a personas, grupos o colectivos sociales, ya sea en el ámbito público o privado”, o
incluso más allá, como un concepto en sí mismo construido a partir de la práctica del
psicólogo, de acuerdo a los planteamientos de Clemente (1995): "Es el estudio del
comportamiento de las personas y de los grupos en cuanto que tienen la necesidad de
desenvolverse dentro de ambientes regulados jurídicamente, así como la evolución de
dichas regulaciones jurídicas o leyes en cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en
ellos".

Independiente de la perspectiva desde la que se conceptualice, la psicología jurídica


constituye un marco referencial a partir del cual se construye hasta la fecha, una discusión
sobre los detalles característicos que guiarán el actuar del psicólogo en el mundo del
derecho, en un intento de explicar el comportamiento humano cuando éste se ve implicado
en la ley. Recurrir a los inicios, resulta relevante si se considera que los primeros ámbitos
de participación de la psicología en este mundo legal constituyeron los cimientos de la
psicología del testimonio, encargada de investigar y aportar conocimientos científicos sobre
la fiabilidad y credibilidad de los testigos.

8
Desde allí, la producción verbal de una persona respecto a la presencia o participación en
un hecho constitutivo de delito, se torna un elemento rico en posibilidades de análisis, más
aún cuando el testimonio de una persona es el único o principal medio de prueba para la
investigación judicial, conminando al derecho a manejarlo, estudiarlo y comprenderlo con
minuciosidad y acuciosidad, desafío ante el cual tiende a solicitar aportes de ciencias y
disciplinas auxiliares que le permitan cumplir con dicho objetivo. Esta realidad es la que
usualmente presentan los delitos sexuales, entendiendo que éstos son por definición,
intromisiones ilegales en la vida privada de las personas, por tanto, muchas veces, ajenas de
testigos o pruebas físicas y/o materiales que acrediten su ocurrencia.

No obstante, la dificultad radica en que la literatura especializada sobre agresiones sexuales


(Finkelhor, 1980; Perrone y Nnini, 1997; Barudy, 1998, 1999; Cantón y Cortés, 2000;
Echeburúa y Guerricaecheverría, 2000) se remite principalmente a las cometidas contra
menores de edad considerando el bien jurídico protegido (indemnidad sexual), la magnitud
del daño y las cifras que año a año se incrementan a nivel mundial y nacional. Sin restar
relevancia al desarrollo investigativo y académico del fenómeno de las agresiones sexuales
infantil, resulta igualmente importante considerar el tramo complementario de las
denuncias sobre este ilícito correspondiente a la población adolescente y adulta, abordada
de manera tangencial y reducida por parte de la literatura.

Consecuente con lo anterior, en los últimos 60 años se han desarrollado y perfeccionado


diversas técnicas que permiten guiar con pretensiones científicas y rigor metodológico la
valoración de los testimonios emitidos por víctimas de delitos sexuales, entre las que
destaca el Análisis de la Validez de las Declaraciones (SVA) que cuenta con aceptación y
aplicación en Chile, y otra confeccionada en Chile basada en los aportes teóricos de esta
técnica, sumado a la realidad nacional de la población victimizada sexualmente,
denominada CAVAS-INSCRIM aludiendo directamente al nombre de la institución desde
donde fue confeccionada (Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales del
Instituto de Criminología, dependiente del Instituto de Criminología de la Policía de
Investigaciones de Chile). Estas técnicas se han centrado principalmente en su utilización al
servicio de las agresiones sexuales cometidas contra la población infantil, dejando una línea

9
de desarrollo por continuar respecto del comportamiento y utilidad de las mismas en el
abordaje de las características particulares que encierra este delito en la población adulta.

Es en este contexto donde surge la necesidad de conocer y analizar el desarrollo de técnicas


que permiten valorar la credibilidad discursiva en aquellos adultos presuntamente agredidos
sexualmente, de modo de poder contribuir de manera seria y rigurosa a la comprensión de
la particular forma en que este tipo de delito se llevan a cabo en este rango etario y la
persecución penal de los mismos. Este camino, lleva sin duda a la revisión no tan sólo de la
forma en que en nuestra realidad nacional está abordando la problemática, sino también, de
todos y cada uno de los preceptos sociales que se han instalado durante años en la
comprensión de la misma, motivando miradas acuciosas e integrales de los complejos
escenarios en los que las relaciones humanas y adultas se desarrollan.

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II. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

a) Fundamentación

El sistema de administración de justicia tiene como misión dar cabida a la amplia gama de
población que es agredida sexualmente en Chile, contando para ello, con el apoyo de
centros especializados tanto para la realización de tratamientos reparatorios como de
peritajes psicológicos forenses. En este último ámbito, las instituciones encargadas de dicha
misión prestan servicios principalmente a la población infantil, quedando la población
adulta presuntamente agredida en lo sexual, atendida por algunos centros especializados
(Laboratorio del Departamento de Criminalística de Carabineros de Chile –LABOCAR- y
Centro de Atención a Víctimas de Atentados Sexuales –CAVAS-, Sección Pericial).

En cuanto a las técnicas utilizadas para la realización de peritajes psicológicos en


credibilidad discursiva, Chile ha implementado aquellas validadas y difundidas a nivel
nacional e internacional, y desarrollado otras para responder a las solicitudes de evaluación
de credibilidad discursiva de testimonios emanadas por los organismos encargados de la
investigación criminal (Fiscalías, Fiscalía Militar y Tribunales), con resultados positivos en
la sanción de las mismas. En este sentido, existe relativo consenso dentro de la psicología
forense respecto a la cual sería la técnica más utilizada para dichos fines: el Análisis de la
Validez de las Declaraciones (SVA), la que ha sido estudiada internacional y
nacionalmente, ya sean de manera experimental o de campo, analizando la validez y
confiabilidad de su principal componente, el Análisis de Contenido Basado en Criterios
(CBCA). Desde sus orígenes, más bien por práctica que por diseño, esta técnica ha sido
aplicada y comprobada su utilidad en relación a los testimonios emitidos por la población
infantil, mientras que en relación a la población adulta agredida en lo sexual, el número de
investigaciones y desarrollo teórico disminuye considerablemente.

Ante la carencia de evidencia científica que avale la utilización del SVA en la población
adulta, el LABOCAR responde a las peticiones de pronunciamiento de la credibilidad
discursiva de adultos en presuntas víctimas de agresiones sexuales, a través de análisis de

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fiabilidad y de posibles factores que pudiesen afectar la validez de la denuncia, mientras
que el Equipo Pericial del CAVAS, dependiente del Instituto de Criminología de la PDI, ha
elaborado una metodología particular y propia, en base a la experiencia acumulada de más
de 20 años de trayectoria en esta materia (tanto en tratamiento como evaluaciones
forenses), junto a los conocimientos fundados en la psicología del testimonio,
fenomenología de las agresiones sexuales e investigación criminalística y criminológica,
que permite el pronunciamiento sobre la presencia/ausencia de criterios de credibilidad
discursiva o la imposibilidad de analizar el testimonio a partir de dicha metodología.

El camino iniciado por estas instituciones, sienta un precedente significativo en las


prácticas utilizadas para asesorar al mundo jurídico en materias de credibilidad discursiva
en adultos presuntamente agredidos sexualmente. No obstante y consecuente con la
realidad internacional, resulta necesario someter a evaluación dichas técnicas en torno al
grado de eficacia y utilidad que éstas poseen, así como también, al sustento teórico de las
mismas de modo de alcanzar en ellas el estándar de rigurosidad metodológica exigido por
el sistema procesal chileno que permitan generar medios de pruebas desde la psicología y
contribuir a la persecución penal de estas agresiones, recorrido que en cuanto a la población
infantil ha sido ventajoso y con logros evidentes.

Por lo tanto, cabe preguntarse: en la actualidad ¿las técnicas diseñadas y estudiadas para
realizar evaluaciones de credibilidad discursiva, resultan de utilidad en la población adulta
presuntamente agredida sexualmente, de modo de contribuir comprensivamente a la
persecución penal de estos delitos y al conocimiento sobre las particulares características de
este fenómeno?

b) Relevancia

La necesidad de estudiar y comprobar las técnicas internacionales y nacionales utilizadas


para referirse a la credibilidad discursiva de los testimonios de adultos que versan sobre
agresiones sexuales, permitirá en un primer nivel, continuar la línea de desarrollo nacional

12
en psicología forense que con esfuerzo ha logrado contribuir al mundo del derecho bajo el
alero del rigor científico y metodológico validado.

Además, conocer el comportamiento de los criterios centrales de ambas técnicas (CBCA y


CAVAS-INSCRIM) en los testimonios de los adultos presuntamente agredidos
sexualmente permite evidenciar las particulares formas en que dicho ilícito es cometido en
esta población, así como también, las características que el impacto de la experiencia
genera en la psiquis y narrativa de los mismos, permitiendo un análisis comparativo y
transversal de las técnicas en ambas poblaciones tomando en cuenta los resultados de las
múltiples investigaciones existentes en torno a los niños, niñas y adolescentes agredidos
sexuales, que permita a posteriori, reformular, potenciar o mejorar las técnicas y prácticas
utilizadas. Lo anterior, sustenta la relevancia y trascendencia de la realización de una
investigación de campo en la medida en que permite deslegitimar aquellas generalizaciones
inexactas o derechamente erróneas desde los conocimientos de las agresiones sexuales
infantiles y desmitificar creencias cuyo sustento se encuentra en lo compartido socialmente
y en suposiciones sin mayores fundamentos.

En otro nivel, permitiría centrar la mirada en una población, la adulta, que cuenta con un
menor desarrollo científico especializado en la materia, aportando a minimizar la
percepción social de impunidad en torno a ella y potenciando al sistema de administración
de justicia como organismo responsable y equitativo.

13
III. MARCO TEÓRICO

1. AGRESIONES SEXUALES

1.1. Definiciones en torno a las agresiones sexuales

Al momento de analizar esta problemática, surge en la literatura una amplia gama de


artículos, libros e investigaciones que en su mayoría aluden a ella en términos de “abuso
sexual”, haciendo referencia principalmente a las acciones cometidas contra la población
infantil. Es por ello que se partirá desde dichas concepciones ampliamente, para finalmente
realizar una integración que incorpore de igual modo a la población adulta victimizada.

Finkelhor (1980), en una de sus primeras publicaciones respecto a la temática y siendo uno
de los autores más tempranos en describir este tipo de agresión, se aproxima al fenómeno
desde una mirada crítica sobre la concepción social imperante. Afirma que se trata de un
problema con características propias y diferenciadoras de las categorías en las cuales hasta
entonces se intentaba encajar esta conflictiva social, siendo concebida como parte del
maltrato infantil general por una parte, y semejante a los delitos de violación en el mundo
adulto, por otra. Esta valiosa visión distingue el fenómeno de las agresiones sexuales como
un problema complejo y con características propias, que sienta las bases para definiciones
posteriores que irán adquiriendo una perspectiva de derecho. En este mismo sentido,
Cantón y Cortés (2000) dan cuenta como primer elemento a destacar, la dificultad de lograr
una definición unánime del fenómeno a partir de las diferencias culturales, los límites
propios de las diversas legislaciones (especialmente en torno a la edad) y la heterogeneidad
de criterios respecto a lo que se considera un acto sexual, disensos que son confirmados por
Echeburúa y Guerricaecheverría (2000).

A pesar de ello, autores como Perrone y Nannini (1997) entregan orientaciones básicas y
generales para la comprensión de esta problemática, situando la definición de las agresiones
sexuales en el ámbito de las interacciones humanas, específicamente en las de tipo
violencia-castigo, surgida entre dos personas que participan en una relación

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complementaria y desigualitaria ya que poseen estatus distintos, infligida
unidireccionalmente por parte de una de ellas que adopta una relación de superioridad y
complementariedad rígida con respecto al otro: “La relación se organiza apoyándose en la
evidencia de que ambos pertenecen a clases diferentes lo que hace que uno pueda
atribuirse perrogativas sobre el otro” (p.89).

Tanto López, Hernández y Carpintero como Wolfe, Wolfe y Best (citados en Cantón y
Cortés, 2000), agregan que el concepto de asimetría enfatiza la ausencia de libertad y
elección desde la inmadurez y relación de dependencia que posee la víctima –en el caso un
menor de edad- con respecto al adulto que le impediría la real opción de oponerse,
concepción que incorpora la Organización Panamericana de la Salud (2003) como oficina
regional de la Organización Mundial de la Salud, al momento de definir el fenómeno. En el
caso de las agresiones sexuales cometidas contra adultos, la asimetría adquiere una
dimensión más amplia, esta vez en términos relacionales asociado a los roles que ocupan la
víctima y el victimario en la dinámica interaccional, donde la sola posición de superioridad
otorgada por diversos contextos (jefatura, autoridad social o educacional, vínculo familiar
ascendente, entre otras), actúa como un elemento diferenciador de estatus. Asimismo, no es
posible descartar la asimetría por inmadurez, entendiendo que no todos los adultos poseen
igual desarrollo y experiencia psicosexual que les permita significar las acciones como
transgresoras de su capacidad de asentir libre y voluntariamente, situación que se ve
graficada, aunque no exclusivamente, en aquellos adultos que presentan handicap
intelectual.

Un nuevo aporte de Browne y Finkelhor (1986 en Barudy, 1999), señala que esta
interacción abusiva puede adquirir dos formas:
1. Coercitiva o impuesta: López, Hernández y Carpintero (citado en Cantón y Cortés,
2000) reafirman y amplían la primera forma de interacción abusiva, incorporando al
concepto de coerción, la posibilidad de que éste se presente mediante la fuerza física,
la presión o el engaño. En el caso de los adultos, sus recursos evolutivos podrían
permitirles una mayor comprensión de la connotación sexual que pudiese adquirir una
interacción abusiva, y por tanto, desplegar estrategias autoprotectoras o disuasivas, no

15
obstante, pueden verse igualmente implicados en ella a través de la manipulación
psicológica, engaños o derechamente, a través de la amenaza y uso de la fuerza física
para someterlos.

2. Ejecutada por persona mayor en 5 o más años, lo cual no requeriría de la coerción


para concebirse como abusiva: En cuanto al criterio de diferencia etaria, éste ha
logrado cierto consenso entre los autores, no obstante, Cantón y Cortés (2000)
vislumbran como dificultad en su establecimiento, el ocultamiento de las agresiones
cometidas por menores de edad, las que constituirían el 20% de los abusos sexuales
infantiles según Echeburúa y Guerricaechevarría (2000), estimación reafirmada por
Hartmann y Burges (citado en Cantón y Cortés, 2000) y la Organización
Panamericana de la Salud (2003).

Por otra parte, Wolfe, Wolfe y Best (1988 citado en Cantón y Cortés, 2000), y Salinas
(2006) hacen hincapié en la relevancia del grado de relación entre la víctima – agresor, el
que dará origen a distinciones del acto abusivo como intrafamiliar (cometido por parientes
sanguíneos, adoptivos o por quienes cumplan rol parental) o extrafamiliar, ya sea por
miembros no pertenecientes a mundo familiar, conocidos o desconocidos.

Finalmente, para Barudy (1998) el término abuso sexual no está reducido sólo al aspecto
genital a diferencia de las distinciones inicialmente expuestas por Finkelhor, sino que
recoge todos los actos o gestos por los cuales un adulto obtiene gratificación sexual ya que
correspondería a un tipo de maltrato activo (violencia sexual), en la cual el mensaje
maltratador es transmitido por los comportamientos sexuales del adulto.

De este modo, tomando los aportes de los distintos autores citados es posible proponer una
definición de agresión sexual hacia adultos que consideren todo tipo de acciones de
connotación sexual basadas en las nociones de unidireccionalidad (al menos en la
planificación inicial) y asimetría (dada por la diferencia de edad, madurez o estatus), que
transgredan la libertad de la víctima de consentir conscientemente dicho encuentro,
ejecutadas mediante la fuerza, presión, engaño o coerción.

16
Una vez comprendidas las implicancias del concepto, resulta necesario detenerse en el
análisis respecto de la denominación asignada a este tipo de actos. Cortés y Alonso (2006)
diferencian los conceptos de “abuso sexual” y “agresión sexual” en cuanto la forma en que
el ilícito es cometido, definiendo por abuso sexual “cualquier forma de exposición del
menor a estímulos sexuales o utilización del mismo como estímulo sexual, sin mediar
violencia o intimidación. Esta definición abarca desde la exposición del menor a material
pornográfico o proposiciones verbales explícitas hasta el acceso carnal, que puede incluir
la penetración vaginal, oral, anal, digital o caricias”, mientras que por agresión sexual
entienden “cualquier forma de exposición del menor a estímulos sexuales o utilización del
mismo como estímulo sexual, mediando violencia o intimidación” (p. 84). No obstante,
Mena y Fernández (2005) trascienden a esta discusión llevando ambos conceptos a un nivel
de discusión epistemológico, planteando que la expresión "abuso sexual" resulta más bien
desafortunada e incorrecta en la medida en que la palabra "abuso" implicaría según la Real
Academia Española de la Lengua, la existencia de un uso normal de la sexualidad cuando
se tratase de una víctima menor de edad, o de un adulto que no preste consentimiento,
inconcebible al momento de hablar de una conducta tipificada por la ley como delito. De
este modo, los autores proponen la utilización de la terminología “agresión sexual”
siguiendo a la Real Academia Española de la Lengua, entendiendo por ella: "Todo acto de
acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño. Acto contrario al derecho de otra
persona", definición que representaría de manera más precisa y clara el fenómeno que se
desea abordar.

Por tanto, desde esta última acepción es que el presente estudio considera que las acciones
de connotación sexual que transgreden la posibilidad de consentir en el caso de los adultos
y alteran el desarrollo psicosexual de un menor de edad, significa una agresión per se,
independiente de la forma que ésta adopte, toda vez que por definición implica un acto de
asimetría y no voluntariedad. A lo anterior, se suman las distinciones realizadas por el
mundo del derecho respecto a las conductas constitutivas de delito, donde el abuso sexual
se concibe como una de las posibles formas de cometer el ilícito, existiendo otras
tipificaciones que conllevan igual naturaleza delictiva. Por ello, considerando que la
psicología forense es una disciplina auxiliar al derecho, se optará a continuación por la

17
utilización del concepto agresión sexual para denominar todas aquellas acciones
constitutivas de delito cometidas contra niños, niñas y adolescentes y adultos,
independiente de la tipificación legal que adquieran (violación, estupro, abuso sexual, etc.),
sustituyendo el concepto de “abuso sexual” utilizado por la mayoría de los autores
dedicados al tema.

Finalmente, cabe destacar que el concepto “adulto”, será entendido en la presente


investigación en función del criterio legal para considerar la mayoría de edad, por lo que
todas aquellas referencias a la población adulta, dice relación a las personas (hombres y
mujeres) mayores de 18 años.

1.2. Prevalencia de las agresiones sexuales

En términos generales, al igual que en relación a las definiciones de agresión sexual, la


mayor cantidad de cifras internacionales se circunscriben a la población infantil y en menor
medida a la adolescente y adulta. A pesar de ello, es posible encontrar referencias tales
como las planteadas por la Organización Panamericana de la Salud (Claramunt, 2000) que
advierte que al menos la mitad de las víctimas de agresiones por parte de miembros de la
familia son adolescentes, los cuales debido a las características propias de esta etapa, tales
como la independencia y autonomía, se encuentran expuestos a mayor riesgo de
experimentar otro tipo de agresiones sexuales de tipo extrafamiliar por conocido o
desconocido. En relación a estas últimas, la Asociación Contra el Abuso Sexual de Texas
(Claramunt, 2000), considera que las edades de mayor incidencia son las comprendidas
entre 16 y 24 años. Específicamente, entre los 16 y 19 años, éstas serían perpetradas por
amigos, compañeros (30%) y novios (11%), mientras que el 3% habrían sido atribuidas a
un desconocido. Respecto a los adultos, Finkelhor (1980) es uno de los pocos autores
clásicos que alude a ellos después de haber revisado las 19 mejores investigaciones
realizadas en EEUU, Canadá e Inglaterra, señalando que el 20% de las mujeres adultas (con
una variación entre el 6 y el 62%) y el 10% de hombres (con un margen del 3 al 31%) dice
haber sido víctima de agresiones sexuales en su infancia. Cabe destacar que, los estudios
epidemiológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en función de la

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clase social, del nivel cultural o de la etnia a la que pertenecen las familias de la víctima. El
mayor número de casos de condiciones socio económicas bajas se relacionan con otros
factores de orden social, más que de prevalencia pura (Echeburúa y Guerricaecheverría,
2000).

En Chile, en el año 2010 fueron denunciados 17.766 delitos sexuales de los cuales el 36.7%
correspondieron a las efectuadas en la región metropolitana, mientras que el 63.3%, a otras
regiones, cifra que en su totalidad correspondió al 1.42% de los 1.247.104 delitos totales
ingresados al Ministerio Público en el mismo año, y al 14. 22% de los juicios orales
realizados en el país (Ministerio Público, 2010). Según datos obtenidos por la División de
Seguridad Pública del Ministerio del Interior respecto del período comprendido entre los
años 2005 y 2009, es posible observar que de las 47.510 víctimas de delitos sexuales
identificadas a partir de la información aportada por Carabineros de Chile (Sistema AUPOL
- Partes de denuncias y detenciones), el 54% (25.577) de ellas corresponde a niños, niñas y
adolescentes menores de 18 años, prioritariamente en delitos de abuso sexual y otros
(producción de pornografía, estupro, etc.); el 46% (21.870) a mayores de edad cuya
presencia mayoritaria se encuentra en delito de violación, mientras que en el 0.1% de las
víctimas (63) no fue posible identificar su edad, especialmente en el delito de abuso sexual.
Del grupo de adultos, el 10% (2.269) alude a casos cometidos contra hombres y el 90%
contra mujeres (19.601) siendo estas el grupo más vulnerable en todos los delitos (ver tabla
1), cifras que coinciden con la prevalencia a nivel internacional.

Tabla 1: Número de víctimas por delito sexual


Violaciones Total País
Fuente: Carabineros de Chile 2005 - 2009 (Sistema AUPOL - Partes de denuncias y detenciones). Ministerio del Interior

2005 2006 2007 2008 2009


Años H M Total H M Total H M Total H M Total H M Total
> 14 152 354 506 162 398 560 131 462 593 184 572 756 191 575 766
14 - 17 29 347 376 34 448 482 31 426 457 44 498 542 44 511 555
18 - 29 39 548 587 48 556 604 36 599 635 62 652 714 47 697 744
30 - 44 50 408 458 42 409 451 29 384 413 42 405 447 39 449 488
45 - 64 18 112 130 19 114 133 22 130 152 28 171 199 30 171 201
65 y más 2 20 22 4 13 17 3 16 19 3 14 17 0 13 13
No identifica 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 1
Total 290 1.789 2.079 309 1.938 2.247 252 2.017 2.269 363 2.313 2.676 351 2.417 2.768
Abuso Sexual Total País.

19
2005 2006 2007 2008 2009
Años H M Total H M Total H M Total H M Total H M Total
> de 14 456 1.576 2.032 590 1.790 2.380 596 1.879 2.475 689 2.370 3.059 719 2.379 3.098
14 - 17 90 909 999 100 992 1.092 106 1.142 1.248 108 1.343 1.451 134 1.368 1.502
18 - 29 97 1.249 1.346 76 1.192 1.268 103 1.305 1.408 138 1.528 1.666 119 1.603 1.722
30 - 44 187 1.060 1.247 109 773 882 129 870 999 159 1.070 1.229 153 1.041 1.194
45 - 64 65 258 323 60 246 306 52 290 342 88 345 433 69 374 443
65 y más 7 22 29 6 24 30 3 28 31 1 30 31 3 32 35
No identif 5 9 14 5 8 13 6 7 13 0 12 12 0 9 9
Total 907 5.083 5.990 946 5.025 5.971 995 5.521 6.516 1.183 6.698 7.881 1.197 6.806 8.003
Otros delitos sexuales Total País
2005 2006 2007 2008 2009
Años H M Total H M Total H M Total H M Total H M Total

> de 14 4 24 28 1 10 11 2 16 18 1 17 18 2 26 28
14 - 17 4 94 98 7 90 97 7 86 93 5 106 111 10 136 146
18 - 29 4 54 58 0 12 12 3 15 18 5 18 23 4 45 49
30 - 44 15 38 53 8 14 22 7 23 30 4 33 37 2 38 40
45 - 64 5 24 29 3 11 14 5 11 16 7 25 32 4 11 15
65 y más 2 1 3 1 3 4 1 0 1 1 1 2 1 3 4
No identifica 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Total 34 235 269 20 140 160 25 151 176 23 200 223 23 259 282
En relación a ello, se cree que la población adulta victimizada sexualmente denunciaría en
mayor medida que los niños por contar con habilidades evolutivas que les permite detectar
de manera autónoma y con mayor rapidez una situación de agresión sexual experimentada.
No obstante, las estadísticas chilenas aportadas por el Ministerio del Interior para el año
2009, revelan que el número de víctimas adultas de agresiones sexuales (4.948) es menor a
la de la población infantil y adolescente (6.095), lo que podría representar sólo la cara
visible de una problemática de mayor envergadura considerando aquellos casos no
denunciados o “cifra negra” que permanecen invisibles ante los sistemas formales de
administración de justicia, dado que las características de la adultez, sus recursos
cognitivos, sociales, posible experiencia sexual y prejuicios que operan en la cotidianeidad,
complejizan su denuncia y por tanto, su persecución penal. Del mismo modo, presentan
diversas variables que afectan la motivación para emitir testimonios respecto a las vivencias
transgresoras, tales como, convivencia con el agresor en contextos de violencia
intrafamiliar, temor a la estigmatización, dificultades sociolaborales para asistir a las
distintas instancias declaratorias, entre otras. Indistintamente de la mirada analítica, las
estadísticas revelan que la realidad de las agresiones sexuales hacia adultos, al menos en
términos formales, resulta igualmente alarmante en cuanto a la frecuencia de su denuncia.

20
De este modo, es posible señalar que el número de casos no denunciados en ambas
poblaciones o “cifra negra”, aumentaría directamente proporcional con el vínculo existente
entre la víctima y la figura agresora, estimándose que por cada delito denunciado en
transgresiones efectuadas por un desconocido, existirían 3 casos que no se denuncian,
mientras que en las victimizaciones realizadas por conocido serían 7, y 10 en aquellos en
que el ofensor sería un miembro de su grupo familiar (CAVAS, 2004). Al respecto, cobra
especial relevancia la presencia de factores que potencian dicho fenómeno (“cifra negra”),
entre los que destacan la falta de respuesta eficiente y eficaz del sistema de justicia, toda
vez que dicha variable aumenta la impunidad de los mismos.

1.3. Fenomenología de las agresiones sexuales a adultos

Como ya se evidenció anteriormente, la literatura especializada clásica acerca de las


características del fenómeno de las agresiones sexuales se avoca principalmente a los
atentados contra la indemnidad sexual de niños y libertad sexual de adolescentes,
realizando de modo general, ciertas consideraciones en torno a las consecuencias de las
mismas, llegada la adultez. No obstante, la práctica pericial y terapéutica en estas temáticas
han evidenciado la relevancia de comprender las diferencias de las dinámicas de
victimización y expresiones traumáticas en las víctimas adultas, en contraste con la infancia
ya que los conocimientos sobre desarrollo evolutivo, cognitivo, social, moral y sexual de
los adolescentes y adultos, ha sentado creencias falsas respecto de las capacidades que
poseerían para rechazar físicamente las conductas sexuales transgresoras, y de la
perspicacia para detenerlas si la situación persiste. Estos prejuicios sociales, tienden a
estigmatizar a las víctimas al atribuirles -directa o indirectamente- responsabilidad y/o
participación en la agresión y a minimizar el impacto de estas experiencias considerando
que “ya son adultas”. Por ende, profundizar en este ámbito, permite guiar de manera eficaz
el trabajo psicológico y explicarlo de manera idónea al mundo del derecho como
profesionales colaboradores de justicia.

En primer lugar, resulta relevante destacar las características psíquicas generales que posee
esta población. Siguiendo los parámetros establecidos por Piaget, los recursos cognitivos
de los mayores de 18 años se encuentran en la etapa de las operaciones formales lo que les

21
permite comprender el mundo y enfrentarlo a partir de representaciones y abstracciones de
las acciones, la utilización de un pensamiento hipotético, lógica deductiva y análisis
progresivo de las posibles respuestas en consonancia con el cúmulo de factores asociados.
Para ello, el resto de las funciones tales como memoria, atención y concentración se
encontrarían sedimentadas para adquirir su máximo desarrollo y/o madurez en el período de
adultez.

El lenguaje utilizado logra un desarrollo comprensivo y expresivo acorde a las nuevas


capacidades congnitivas del sujeto que le permite un salto cualitativo significativo en la
interacción con el mundo, la que se caracterizaría por la discusión argumentativa y la
exploración curiosa del mundo y los otros, pudiendo crear de manera autónoma nuevas
relaciones interpersonales y contando con las herramientas para solucionar conflictos de
manera discursiva así como también actitudinal. De allí que finalizada la adolescencia e
iniciando la juventud y adultez de acuerdo a los planteamiento de Erikson, las crisis del
desarrollo propias de esta etapa, sea la elección progresiva y madura de un proyecto de vida
(estudios, trabajo, etc.) que permita la subsistencia independiente del núcleo familiar de
origen, así como también, el establecimiento de relaciones afectivas profundas en los
distintos ámbitos de accionar, a partir de los cuales el adulto logre la conformación de su
propio grupo de pertenencia a través del cual proyectarse y trascender.

En este sentido, el desarrollo psicosexual resulta otra de las tareas del desarrollo
fundamentales en estas etapas del ciclo vital, asociado a la consolidación del proceso
biológico de maduración en torno a los caracteres sexuales secundarios y primarios. Según
datos del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) en el año 1993, un hito en la
adolescencia lo representa el inicio de la actividad sexual la que se estima a una edad
promedio de 19 años en las mujeres y de 17 años en los hombres, relevando el
consentimiento como única condición para ello (84% de los encuestados). Actualmente, los
datos del mismo organismo correspondientes al año 2009, grafica la disminución de la edad
promedio de iniciación sexual (16.7 años), el que se evidencia levemente menor en los
hombres (16.5 años) que en las mujeres (17.1 años), siendo aún más bajo si se trata de
niveles socioeconómico más desfavorecidos. Al respecto, Barrientos (2006) refiere que “los

22
cambios acontecidos en las pautas sexuales deberían ser entendidos como el paso de una
sexualidad construida por controles externos a ella misma, como la iglesia católica, el
ejército y la familia en Chile, a una organizada por el sujeto y su pareja de manera
contingente, circunstancias y situacional” (p.88). Y en esta transición, las instancias de
socialización donde se tiende al consumo de alcohol y de sustancias ilícitas, se han
convertido en espacios donde se incluyen las prácticas sexuales con distintos parámetros
normativos dependiendo del nivel sociocultural del que provengan los participantes,
ejercidos ya no desde el control paterno prioritariamente, sino con progresiva fuerza a partir
del grupo de pares. A lo anterior, el autor agrega una serie de conclusiones relacionadas con
el retraso de la vida matrimonial aumentando el tiempo de convivencia preconyugal; tasas
de natalidad también retrasadas y disminuidas; experimentación de distintos tipos de
relaciones de pareja y sexualidad ya sea en relaciones estables, ocasionales, aunque con
diferencias de género; diversificación de los repertorios sexuales “dilatando con ello las
posibilidades de relación y complejizando la expresión de intimidad y sexualidad” (p.99);
vivencia de orientaciones sexuales con mayor libertad; y resaltando por último, la
seducción o la conversación como estrategias de negociación sexual. El Instituto Nacional
de Estadísticas –INE- (2009) por su parte, ratifica estas tendencias en las cifras relacionadas
con la situación de nupcialidad y de fecundidad, lo que permite construir el escenario
contextual en el que día a día se mueven los jóvenes y adultos de Chile.

A partir de ello, es posible comprender los aportes de Arros (2009) cuando refiere que el
grado de autonomía funcional e independencia psicológica de los jóvenes y adultos influiría
en la dinámica de victimización y estrategias de sometimiento que el agresor desarrollará
dependiendo de las características de vulnerabilidad de las víctimas. Así, el grado de
madurez de dicha población y el nivel de socialización aumentan la conciencia de riesgo y
daño, lo que influye directamente con la frecuencia de las agresiones sufridas y las
estrategias de auxilio desplegadas, así como también, en las predicciones sobre el
tratamiento ya que la forma en que los adultos se representan y significan las agresiones
sexuales difiere, al menos en forma, de la que realizan los niños víctimas de agresiones
sexuales.

23
En cuanto a las características de las víctimas adultas, Vázquez (2005) enfatiza la ausencia
de un perfil definido, sino más bien factores de riesgo que incidirían en la mayor o menor
probabilidad de sufrir una agresión sexual, donde el género femenino resulta ser uno en
torno al cual existe mayor consenso entre los autores. No obstante, existirían otros que
cobrarían igual relevancia, tales como: “Por ejemplo, el hecho de volver de noche sola a
casa caminando, salir hasta altas horas de la madrugada, desplazarse en transporte
público en lugar de transporte particular, la mayor tasa de contactos sociales fuera del
domicilio, todos estos son factores facilitadores de la agresión sexual” (Vásquez, 2005;
pp.76). A estos factores, Arros (2009) los denomina “factibilidad situacional”, entendido
como todas aquellas conductas realizadas por jóvenes y adultos como parte esperable de la
etapa de su ciclo vital, que eventualmente podrían convertirse en factores que aumentan la
probabilidad de ser victimizados sexualmente por parte de un desconocido en un episodio
único. Además, la pertenencia a sectores marginales como trabajadoras sexuales e
inmigrantes aumentaría el riesgo de convertirse en víctima de una agresión sexual debido al
“factor criminógeno de vulnerabilidad” que el agresor percibiría (Vásquez, 2005). No
obstante, la autora no profundiza en la forma en que dicha “capacidad” es desarrollada por
el agresor, sino más bien alude a la dialéctica permanente entre víctima y agresor, donde
ambos interpretarían, desde su encuentro previo a la agresión sexual, ciertos marcadores
físicos y actitudinales que darían cuenta de vulnerabilidades más profundas en la
personalidad y condición social de la víctima.

Por su parte Mahana (2008), agrega otros factores de riesgo para sufrir un ataque sexual en
la adultez, tales como el aislamiento social, las victimizaciones previas, dificultades en
habilidades sociales para ponderar claves de riesgo, características de
inseguridad/fragilidad, baja autoestima y variables relativas a las creencias de género y
factores socioculturales. En relación a este último punto, destaca que la estructura
sociocultural patriarcal caracterizada por un sistema de creencias y valores que potencia las
diferencias de poder asociadas a lo masculino y femenino, la legitimización
institucionalizada de la violencia como un espacio simbólico válido de aprendizaje y
aceptación de comportamientos entre las personas, resultan procesos

24
interaccionales/sociológicos relevantes de estudiar al momento de comprender el fenómeno
de las agresiones sexuales hacia adultos.

De este modo, es posible apreciar la existencia de diversas variables diferenciadoras


presentes en las victimizaciones cometidas contra adultos, las que permiten construir una
tipología de agresiones sexuales en esta población tales como las propuestas por Arros
(2009), Mahana (2009), Rojas (2009) y Salinas (2006), expuestas en la tabla Nº 2:

Tabla Nº2: Tipología de Agresiones Sexuales en la Población Adulta


1. SEGÚN TEMPORALIDAD Y FRECUENCIA DE LA AGRESIÓN SEXUAL
a) Victimizaciones previas durante la infancia:
b) Reciente
2. SEGÚN RELACIÓN VÍCTIMA-VICTIMARIO
a) Intrafamiliar:
b) Extrafamiliar:
Conocido
Desconocido
3. SEGÚN LA NATURALEZA DE LA AGRESIÓN SEXUAL:
a) Acciones con contacto sexual
Actos no penetrativos
Actos penetrativos
b) Acciones sin contacto sexual

Los mismos autores refieren que dicha división de variables obedece a una motivación
académica para contribuir al entendimiento de la fenomenología de las agresiones sexuales
en los adultos, agregando que en la práctica, éstas se entremezclan en un todo con
características particulares.

I. Según Temporalidad y Frecuencia de la Agresión Sexual: Estas variables


apuntan al momento y cantidad de veces (episodio único, sistemático o crónico) en que las
agresiones habrían ocurrido en relación a la/las etapa/s del ciclo vital en la que se encuentra
la víctima, consideradas como variables trascendentales al momento de evaluar el daño que
dichas experiencias pueden provocar en el desarrollo psíquico del individuo, y por tanto, en
la manera de representárselas y comunicarlas a terceros.

a) Adultos con victimizaciones previas en la infancia: Contempla aquellos casos en los


cuales la víctima ha sido agredida sexualmente en etapas anteriores del ciclo vital, por un
algún familiar, el que usualmente cumple un rol de padre. En este tipo de casos, el agresor

25
tiende a desarrollar a lo largo del tiempo, distintas estrategias de victimización que se van
modificando conforme crece la víctima. En este caso, se trata de transgresiones de tipo
sistemáticas o crónicas durante la infancia, donde la presencia de la menarquia podría
resultar un factor inhibidor para continuar con las agresiones, dado el riesgo de embarazo
que ello implica. No obstante, este mismo hito evolutivo y social podría configurarse en
una motivación para el agresor, de continuar con las agresiones y modificar la naturaleza de
las mismas, pudiendo pasar desde acciones no penetrativas, como el abuso sexual, a otras
que impliquen penetración como la violación, ésta última con una mayor probabilidad de
ser revelada:

[…]en este caso la dinámica abusiva cambia dado que el agresor podría intentar el coito y
existe riesgo de embarazo; ello sumado a que la adolescente dado su mayor edad, es capaz
de tomar conciencia del alcance real de lo que le está ocurriendo; además aumenta la
probabilidad de que el agresor modifique sus métodos de coerción e intente controlar a la
víctima por medio de la violencia física dada la mayor capacidad de resistencia a los
abusos por parte de la persona agredida” (Echeburúa y Guerricaechevarria, 2000; p. 42).

Dentro de las estrategias de victimización utilizadas por el agresor durante la infancia y


adolescencia, se encuentra el control social celoso de la víctima, que genera un conflicto en
ella, principalmente durante la adolescencia considerando las tareas del desarrollo que
caracterizan dicha etapa: repliegue hacia lo social, búsqueda de independencia y autonomía,
etc. Asimismo, la inducción de creencias erróneas y estilos de comunicación doble
vinculantes, refuerza el control ya mencionado por parte del agresor, de modo de inhibir la
develación. Sin embargo, la mayor conciencia e interpretación del daño ocasionado por
parte de la víctima, los criterios sociales integrados a través de la socialización secundaria y
el inicio de las primeras relaciones amorosas, se instalan en la psiquis del adolescente como
parámetros normadores que refuerzan el ímpetu de rebeldía ante el mandato del secreto
internalizado y de las lealtades disfuncionales (Perrone y Naninni, 1997), propiciando un
contexto para nuevas peticiones de apoyo y auxilio a terceros, y la develación.

26
No obstante, algunas víctimas tienden a no develar las agresiones sufridas durante esta
etapa y mantener el silencio por diversas variables, ya sea de tipo personal (baja autoestima,
introversión, internalización de la responsabilización patológica creada por el agresor, etc.),
familiares (ausencia de figuras protectoras, institucionalización, contexto de disfunción,
presencia del agresor en el hogar, etc.) y/o sociales (escasa red de apoyo, desaptación
social, etc.). Si éstas han sido sistemáticas o crónicas, es probable que la víctima haya
internalizado su entorno familiar como un contexto no protector (Barudy, 1998), motivo
por el cual la develación tiende a ser realizada en la juventud o adultez, hacia un tercero
significativo como figura de protección, ya sea intra o extrafamiliar, incluyendo pares.
Arros (2009), considera el inicio de la pubertad y desarrollo de mayores competencias
como procesos que aumentan la probabilidad de develación ya que las estrategias
orientadas a la seducción y engaño pierden efectividad. En el caso de los adultos, eventos
evolutivos (embarazos, inicio vida en pareja, etc.) o sexuales de dicha etapa, podrían
propiciar la develación definitiva de las experiencias sufridas en la infancia/adolescencia.
No obstante, los sentimientos de culpa y co-participación ampliamente desarrollada por la
literatura especializada, podrían atentar contra la motivación para realizar formalmente la
denuncia y continuar con el proceso de persecución e investigación judicial; más aún si la
madre o figura significativa cercana como la pareja, no presta credibilidad a los primeros
dichos o se presenta como débil o vulnerable.

Otro tema fundamental dice relación con los efectos que las agresiones sexuales ocurridas
en la infancia generan en el desarrollo integral de la víctima. Diversos autores (Vitriol, G.,
Gomberoff, J., Basualto, M. y Ballesteros, S., 2006) coinciden en que entre el 34% a 53%
de los pacientes con problemas de salud mental (principalmente trastornos ansiosos y
depresivos), reportarían experiencias de transgresión sexual durante dicha etapa evolutiva.
Probablemente, la mayor relevancia de estos efectos radican en la posibilidad de llegar a
convertirse en factores de riesgo para futuras agresiones en la vida adulta, revictimización
estudiada por algunos autores como Barudy, Malacrea, Schneider (Rojas, 2009).

b) Adultos victimizados recientemente: Los prejuicios sociales relacionados con las


capacidades cognitivas, psicológicas y sociales de los adultos para percibir o repeler las
agresiones sexuales, han generado injustas responsabilizaciones que poco aportan al

27
entendimiento de este fenómeno en dicha población. A pesar de ello, permiten un punto de
partida para comprender que las formas en que se arremete contra un adulto, son distintas a
las utilizadas contra un niño, niña o adolescente. Por tanto, las agresiones más frecuentes en
los adultos, son aquellas cometidas como evento único en la medida en que las
circunstancias contextuales y relacionales, le permiten al agresor acceder a la víctima
(Arros, 2009; Rojas, 2009). Éste puede ser tanto un desconocido como un conocido, y en
menor porcentaje, por un miembro de la familia de manera sistemática o crónica,
usualmente la pareja en contextos de violencia de género. Estas tipologías serán abordadas
con mayor profundidad en relación a la siguiente variable.

II. Según Relación Víctima Victimario: El tipo de cercanía relacional y afectiva


existente entre la víctima y el agresor, incide de manera relevante en las dinámicas de
sometimiento que el agresor utilizará al momento de cometer el delito, lo que junto a las
variables anteriores, permiten comprender que este tipo de delitos se insertan en un tiempo
y espacio tal que permite que el delito concurra.

a) Intrafamiliar: En este aspecto, Echeburúa y de Corral (2006) aclaran la irrelevancia del


grado de parentesco o consanguinidad entre la víctima y victimario a la hora de sopesar el
nivel de daño o impacto que la agresión sexual pudiese acarrear, enfatizando que la
relevancia radica en el nivel de intimidad emocional existente, de forma que a mayor grado
de intimidad, mayor será el impacto psicológico.

En este sentido, la agresión sexual intrafamiliar más frecuente en personas adultas es


aquella ocurrida en un contexto de violencia por parte de la pareja, siendo las víctimas
principalmente mujeres. Se estima que un 16% de las víctimas de los homicidios contra
mujeres ocurridos en Chile en el año 2007 en contexto de violencia intrafamiliar, fueron
violadas antes de ser asesinadas (Maira, Santana y Molina, 2008). Sin embargo, en relación
a la prevalencia general de las agresiones sexuales, este tipo de ilícito resulta infrecuente, lo
cual podría asociarse a una menor ocurrencia o denuncia ya que su detección como tal es
compleja y su develación/denuncia legal aún más, en función de las lealtades vinculares
con la pareja, el agresor.

28
La naturaleza de la agresión sexual predominante por parte de la pareja es la violación,
donde existe un factor de tipo cultural que incide en que las víctimas guarden silencio, ya
que los ataques tienden a no ser significados como tales, dada la creencia de que en la
relación de pareja, el hombre tiene el derecho a acceder carnalmente a la mujer y
satisfacerlo sexualmente, ya que forma parte de los “deberes conyugales” (Maira, Santana y
Molina, 2008). La violencia sexual sólo es distinguida como tal cuando el agresor no es la
pareja, y cuando se trata de éste, las víctimas se percibirían agredidas sexualmente sólo
cuando las dinámicas de sometimiento implican violencia física, no así cuando serían
objeto de amenazas, interpretadas por las víctimas como “ceder” ante la petición del
hombre (Maira, Santana y Molina, 2008). Lo anterior puede ser comprendido también
dentro de la amenaza implícita que conlleva un contexto de violencia permanente impuesto
por el hombre y la anticipación por parte de la mujer de las consecuencias que implica el no
permitir la solicitud sexual de la pareja. Por lo tanto, finalmente acceder a mantener
relaciones sexuales no implicaría un acto voluntario sino que formaría parte de la dinámica
abusiva impuesta por el agresor. De esta forma la develación voluntaria de la violencia
sexual como tal, resulta improbable siendo más bien tardía y sólo descubierta de manera
circunstancial a causa de la violencia física y psicológica cuando las víctimas buscan apoyo
en los centros destinados a su atención. Es también frecuente la retractación considerando
que las variables psicosociales del tipo de delito (dependencia socioeconómica, lealtad,
estereotipos culturales asociados al género, estabilidad familiar, etc.), confluyen de manera
negativa hacia la mantención de una denuncia (Servicio Nacional de la Mujer, 2009).

Lo anteriormente señalado tiene implicancias en el ámbito de la pericia psicológica,


considerando que al momento de realizar la entrevista pericial psicológica con la víctima, el
perito debe indagar respecto a las creencias de género que posee y la dinámica de relación
de pareja establecida, de modo de detectar este tipo de victimización y su modalidad
comisiva. Es relevante tomar en cuenta que la dificultad en la detección de este tipo de
agresión no sólo reside en la víctima sino también en los profesionales encargados de la
persecución policial, apoyo psicológico, etc. (SERNAM, 2009). Por otra parte, existen
dificultades a nivel probatorio del delito, ya que al ser cometido por la pareja de la víctima,

29
implica dificultades en la constatación de la ausencia de consentimiento, la dinámica
comisiva y la temporalidad de los hechos. Esta realidad jurídica impone un gran desafío
pericial en la dilucidación de las dinámicas implicadas, como pilar estructurante en la
comprensión del fenómeno.

Finalmente, la literatura especializada tiende a considerar como escasas, aquellas


agresiones sexuales cometidas por la figura paterna u otro familiar en esta etapa, a menos
que éstas tuvieran inicio en la infancia/adolescencia y se mantuvieran de manera crónica,
como se presentó anteriormente, o se enmarcaran en una dinámica familiar extremadamente
disfuncional donde la violencia resulte un estilo inamovible de vinculación entre sus
miembros, siendo la agresión sexual uno de los últimos peldaños en la escalada de
agresiones. Ello, debido a las competencias sociales y psicológicas de los adultos que les
permitiría diferenciar las vinculaciones familiares adecuadas de las nocivas y por tanto,
identificar prematuramente la inadecuación de ciertos comportamientos que los lleve a
alejarse, desplegando diversos mecanismos de autoprotección.

b) Extrafamiliar: Con esta categoría, se engloba a todos aquellos agresores que no


mantienen un vínculo familiar con la víctima, sanguíneo ni relacional. Por tanto,
comprende aquellas relaciones donde la víctima conoce a su agresor con distintos niveles
de cercanía física o afectiva, y aquellos donde no existe ningún tipo de acercamiento ni
conocimiento previo.

Por Conocido: De acuerdo a Salinas (2006), el escenario de transgresión en estos


casos, es el afecto y/o confianza, y cercanía física establecida previamente, o el rol
que el victimario cumple en la vida de la víctima, lo que va a incidir concretamente
en la forma de abordar y concretar la transgresión sexual, donde la fuerza no
necesariamente será utilizada, disminuyendo las probabilidades de que la víctima
presente evidencias físicas y por consecuente, complejizándose la investigación y
persecución penal del ilícito. En este sentido, la autora enfatiza que independiente
de cual sea el elemento definitorio del vínculo (afecto, confianza, cercanía física o
rol), no es necesariamente la víctima quien lo otorga, sino que puede estar dado por

30
las figuras significativas o por la posición social en la que se encuentre la víctima
(profesor, vecino, chofer del transporte habitual, etc.). De este modo, es posible
distinguir dos tipos de fenómenos tomando en cuenta además, el contexto donde
éstos se producirían: aquellos cometidos por un superior jerárquico
laboral/estudiantil o por aquellos agresores que poseen una relación de cierta
cercanía con sus víctimas.

El Acoso sexual laboral corresponde a un tipo de agresión sexual que ocurre dentro
del lugar de trabajo de la víctima, definido por la Organización Internacional del
Trabajo como "cualquier tipo de acercamiento o presión de naturaleza sexual;
tanto física como verbal, no deseada por quien la sufre, que surge de la relación de
empleo y que da por resultado un ambiente de trabajo hostil, un impedimento para
hacer las tareas y/o un condicionamiento de las oportunidades de ocupación de la
persona perseguida” (OIT, 1997, citado en Campos, Abarca y Prado, 2005). El
acoso laboral por chantaje consiste en que una persona que ocupa un puesto de
mayor poder le exige a un subordinado ceder ante una actividad sexual, que puede ir
desde abuso sexual (tocaciones, besos, etc.) hasta el acceso carnal (violación,
estupro, etc.), como medio para conseguir o conservar beneficios laborales, lo cual
implica un abuso de poder y coacción como estrategia de victimización (SERNAM,
2009). El sexo de la víctima generalmente es mujer y la develación y posterior
denuncia, se tornan complicadas producto del riesgo a perder el trabajo como
consecuencia de la manipulación del vínculo. En este sentido, las creencias de
género culturalmente afianzadas también colonizan el ámbito laboral donde se
responsabilizaría a la víctima de haber sufrido los actos abusivos. La comprobación
de este tipo de delitos se dificulta por la falta de testigos o de disposición de estos a
colaborar en la investigación por temor a represalias por parte de la persona del
agresor (Campos, Abarca y Prado, 2005), que al igual que en la victimización por la
pareja, aumenta la relevancia del peritaje psicológico como medio de prueba.

Otro tipo de agresión sexual, consiste en aquel que es perpetrado por una persona
que ostenta poder, en el caso de los adultos jóvenes, por un profesor, sacerdote o

31
vecino por ejemplo, agresor que amenaza o manipula afectivamente al joven hacia
la concreción de abusos o acceso carnal. Generalmente, la dinámica testimonial y
las creencias asociadas al rol/estatus operan de igual forma que en el caso del acoso
sexual laboral, siendo menores las probabilidades de que el entorno cercano a la
víctima sea quien detecte la situación y/o otorgue credibilidad inmediata y férrea a
lo conocido. La develación de estos hechos suele ser inmediata o próxima en el
tiempo de comisión, considerando las competencias evolutivas de los adultos para
discernir la “irregularidad” de dichas aproximaciones, la asimetría en la relación
dada la posición de poder del agresor o la misma afección provocada. Cuando esto
no ocurre, la develación suele reactiva a los interrogatorios de padres y pares
quienes perciben modificaciones conductuales y afectivas, circunscritas
primordialmente al contexto de ocurrencia de la victimización o directamente ante
la presencia o anticipación de un posible encuentro con el agresor (SENAME, 2004;
Salinas, 2009).

Finalmente, las agresiones cometidas por parte de un conocido con quien la víctima
ha establecido una relación relativamente cercana en contextos más bien sociales o
afectivos, son también distinguidas por la literatura especializada, como frecuentes
en esta población. En estas situaciones, el rango etario más vulnerable son los
adolescentes y jóvenes entendiendo por éstos últimos, los mayores de edad. El tipo
de transgresiones más frecuente es la violación en episodio único. Por su parte, el
agresor suele ser un conocido extrafamiliar con quien poseen una relación de
relativa cercanía como amigos, compañeros y novios, según la Asociación contra el
Abuso Sexual de Texas (Claramunt, 2000). Vásquez (2005) utiliza la clasificación
de Cleckey específicamente para aquellos agresores que perpetran contra adultos, a
quienes denomina sociales u oportunistas los que sin padecer un trastorno de
personalidad o alteración relacionada con una particular predisposición agresiva,
llegan a una situación de violación o abuso basado en creencias distorsionadas sobre
la mujer y la sexualidad, que suelen actuar en circunstancias de desinhibición de la
conducta, en muchas ocasiones con uso de drogas o alcohol. El delito suele no ser
premeditado, ocurrir sobre víctimas conocidas y la motivación es la hostilidad

32
latente hacia la figura femenina, así como la necesidad de imponer su poder por la
fuerza cuando la mujer se niega a mantener relaciones sexuales, realizando un
análisis equivocado de la información y los estímulos presentes en la situación. Por
ejemplo, suponen que una mujer desea sexo si va vestida “provocativamente” o se
comporta de tal manera, signos que justifican la agresión empleando la fuerza
mínima necesaria para conseguir su propósito. No se trataría en su mayoría, de un
agresor reincidente, pues en principio sólo actuará si las condiciones vuelven a
repetirse. Es capaz de sentir culpa y puede llegar a asumir su equivocación y en el
futuro corregir su conducta, aunque resulte muy difícil modificar sus creencias de
género y sociales. No suelen negar haber tenido relaciones sexuales; lo que varía es
la versión que esgrime: “deseadas y propiciadas por la víctima”.

Según Arros (2009) y Vásquez (2005), la dinámica de sometimiento habitual suele


ser: a) la utilización premeditada, estratégica y oculta de sustancias para lograr la
alteración de la conciencia de la víctima; o b) el abuso de dicha alteración o
privación de sentidos voluntaria de la víctima (estado etílico o bajo el efecto de las
drogas). En este último caso, existiría una suerte de vicio en el consentimiento, el
que generalmente es negado por el agresor como argumento para sustentar su
desconocimiento del estado alterado de la víctima y por ende, de la negación al
consentimiento.

De las características mencionadas anteriormente, se desprenden factores que


resultan relevantes al momento de la realización de la pericia psicológica, ya sea
para determinar el daño psicológico o la credibilidad de testimonio, tales como: la
indemnidad de las funciones cognitivas actuales de la victima, particularmente la
función mnémica; la ausencia o presencia de patología psiquiátrica previa; un
examen mental de la víctima; la determinación de posibles alteraciones en el estado
de conciencia, tipo de alteración, el grado en que esta se manifestó y el tiempo de
duración; experiencia subjetiva asociada a los hechos y percepción de daño e
implicancias de la agresión en el continuo vital, entre otras.

33
Por desconocido: Este tipo de episodio único suele ser probable tanto en jóvenes
como en adultos, ocurrido generalmente en la medida en que se manipulen o
susciten variables ambientales tales como lugares desolados, escasa iluminación,
ausencia de testigos, entre otras. Al ser el agresor desconocido, las estrategias
utilizadas por éste son la fuerza, la intimidación y el uso de armas (Salinas, 2006).
Utilizando las clasificaciones de Vásquez (2005), existen dos tipos de agresores
posibles de identificar en esta dinámica de agresión sexual. Por un lado se
encontrarían los psicópatas, aquellos que suelen estar más restringidos en su
conducta antisocial, que atacan mayoritariamente a adultos pero también a
adolescentes y niños, con preferencia por mujeres y niñas de forma fría y
premeditada, tomando ciertas precauciones para no ser descubierto. Su motivación
sería secundariamente sexual, ya que normalmente lo primario es el afán de
dominio y poder, por lo que se convierte en un agresor peligroso y reincidente ya
que comienza a actuar dentro de una dinámica de búsqueda de sensaciones que le
provocan una excitación mayor que las relaciones sexuales “normales”. El tipo de
agresión sexual puede ir desde tocamientos por encima de la ropa hasta la
penetración, siendo la agresión sexual más bien severa, debido al intenso uso de la
fuerza física. Por otra parte, describe a los asociales o subculturales como aquellas
personas criadas en ambientes muy marginales con un estilo generalizado de
reacción violenta dentro de su ambiente social, que agredirán sexualmente en el
curso de otro tipo de delito, por ejemplo, en un robo con fuerza dentro de un
domicilio.

En este contexto, la víctima teme por su vida e integridad, por lo que la agresión
representa un quiebre en el continuo vital, distinguiendo en su testimonio más
claramente un antes y un después en su vida, a diferencia de aquellas
victimizaciones de tipo más sistemáticas o crónicas. Lo anterior se condice con el
surgimiento de sintomatología aguda como temores específicos, percepción del
mundo como amenazante, ansiedad, trastornos del sueño y cambios bruscos de
conducta (Salinas, 2009).

34
De este modo, existiría una diferencia entre las consecuencias evidenciadas entre los
adultos y adolescentes víctimas. Arros (2009) refiere que en el caso de los
adolescentes son comunes los sentimientos de culpa, la estigmatización en relación
al grupo de pares y el duelo ante la imposibilidad de iniciación sexual con otro
significativo con consentimiento y en condiciones de simetría. Vázquez (2005) por
su parte, postula que en las mujeres adultas surgen sintomatologías de tipo fóbicas y
sociales, tales como temor hacia el agresor, a testificar, salir sola a la calle, a
mantener relaciones sexuales; además serían frecuentes la depresión y la ideación
suicida, las disfunciones sexuales y la predisposición psicosomática.

Otro tipo de agresión sexual con connotación pública durante los últimos años, ha
sido denominado Groming, aludiendo más bien a una forma comisiva que
actualmente se encuentra en tramitación en el Congreso Nacional con carácter de
urgente, con el objetivo de constituirse en una tipificación delictual para el Código
Penal chileno, motivo por el cual resulta relevante difundir su definición y
comprensión como un tipo más de victimización sexual. Está definido como “abuso
sexual virtual” en el cual la víctima es manipulada a través del engaño y abordada
mediante programas de chat, con el fin de obtener imágenes eróticas de ella y
extorsionarla con el fin de perpetuar la relación (Car, Inostroza y Maffioletti, 2008).

A pesar de las escasas cifras respecto de este delito investigado durante los últimos
años, el Ministerio Público menciona que el sexo de la víctima es indistinto al
momento de considerar las probabilidades de ser victimizado, siendo el rango etario
más vulnerable, los niños, adolescentes y jóvenes, quienes por etapa evolutiva,
tienden a ser los usuarios más frecuentes del uso de Internet y chat como forma de
relacionarse con otros. Por su parte, el perpetrador aporta datos falsos acerca de su
identidad, a través de lo cual logra establecer una relación de confianza con la
víctima, quien cree estar relacionándose con otra persona; con posterioridad el
adulto realiza solicitudes de tipo erótico con la finalidad de satisfacerse sexualmente
o bien, obtener material pornográfico. Para ello puede emplear la intimidación por
medio de amenazas, en ocasiones se apodera de la clave del programa Messenger de

35
las víctimas como medio de coacción. En algunos casos, el objetivo del agresor es
reunirse con el menor de edad cara a cara para materializar la agresión sexual.

Existen dos tipos de agresores: los menos peligrosos son aquellos que buscan la
satisfacción inmediata de sus necesidades; no esperan ganarse la confianza de la
víctima, sino que realizan solicitudes sexuales de manera directa y sin engaño, lo
cual algunos niños y adolescentes pueden detectar y por ello, detener. El otro tipo de
agresores es aquel que seduce a la víctima y por lo mismo, es el más peligroso,
descrito como personas que conocen de los temas de interés de niños y
adolescentes, aparenta tener las mismas motivaciones que ellos, engañan a las
víctimas haciéndose pasar por personas de su misma edad, cambian su identidad,
incluso mienten con respecto al propio sexo. Con posterioridad comienzan a realizar
solicitudes directas a sus víctimas, a quienes amenazan e intimidan a través de la
misma información que éstas les han proporcionado o apoderándose de las claves de
los correos electrónicos (Car, Inostroza y Maffioletti, 2008).

Finalmente, tanto en la agresión de carácter intrafamiliar como en la extrafamiliar, es


importante considerar la revictimización, la cual ha sido vagamente estudiada. Consiste en
un porcentaje importante de víctimas quienes manifiestan haber sido agredidas en la
infancia por parte de un familiar, de un conocido o desconocido. Al respecto se han
planteado diversas explicaciones teóricas, entre las cuales se encuentra el aprendizaje de
conductas y creencias desadaptativas, que incidirían en una mayor vulnerabilidad de las
víctimas, así como la adopción de un repertorio inapropiado de conductas sexuales que
tienden a hipersexualizar las relaciones interpersonales y a relacionarse con hombres con
mayores probabilidades de abusar de ellas. También se postula el modelo de las dinámicas
traumatogénicas de Finkelhor (1985) como una explicación plausible para la
revictimización, entre otros planteamientos. No obstante, existen escasas investigaciones
que hayan profundizado en alguna de ellas (Balmaceda, 2005). Independiente del marco
explicativo, la revictimización permite sostener la relevancia de un sistema de abordaje
integral y oportuno de la agresión. De modo contrario, una inadecuada resolución de la
misma, escaso apoyo familiar y social, victimizaciones secundarias por parte del sistema,

36
entre otros factores, incidirían en que la agresión sexual previa resulte en un factor de
riesgo relevante.

III. Según la Naturaleza de la Agresión Sexual:

a) Con contacto sexual: Arros (2009), Mahana (2009) y Rojas (2009) diferencian en
este grupo, aquellas agresiones que implican actos no penetrativos, de aquellas que si la
implican.

Actos no penetrativos: Con esta denominación, aluden a aquellos actos de clara


connotación sexual por parte de uno de los intervinientes en la agresión, pero que
no implican necesariamente el acceso carnal, sino acciones como tocaciones en
zonas corporales y/o genitales, contactos bucales o genitales en distintas zonas del
cuerpo de la víctima. Según los estudios mencionados por Cantón y Cortés (2000)
este tipo de acto sexual sería el de mayor frecuencia, entendido actualmente como
abuso sexual-tocaciones, pese a que las cifras dependerán del tipo de estudio
realizado y muestras. Tanto este autor como Perrone y Nannini (1997), realizan
una amplia descripción de la forma progresiva en que estas acciones se inician y
desarrollan, generalmente acompañadas de estrategias de engaño (como juego o
normalización de comportamientos como “normales y sanos”) en la mayoría de
los casos, o simplemente, de amenazas en otros. Como es de suponer, estas
estrategias se despliegan en la medida en que exista un espacio relacional y
contextual, así como también, tiempos de interacción con la víctima, por lo que
suelen ser más frecuentemente observadas en aquellos casos de agresiones
sexuales intrafamiliares o extrafamiliares por conocidos: “El abusador prepara el
terreno tomando precauciones para no ser descubierto, y elige el momento y el
lugar en que comenzará a abusar de su hija” (Barudy, 1998; 89).

Actos penetrativos: Posteriormente, como lo plantea Echeburúa y


Guerricoecheverría (2000) seguiría la masturbación y al contacto buco-genital y
sólo en algunos casos, una evolución hacia el coito genital, que puede ser más

37
tardío, donde una mayor edad aumentaría la probabilidad de que se lleve a cabo la
penetración y de que se emplee la violencia física, ya que existe una mayor
capacidad de resistencia en la víctima. El autor agrega que entre el 10-15% de los
casos, corresponden a victimizaciones realizadas por abusadores desconocidos
donde la naturaleza de la agresión suele ser penetrativa ya que generalmente van
ligadas a conductas violentas o amenazas. Para este tipo de acciones, la
Organización Panamericana de la Salud (Claramunt, 2000) propone una categoría
nosológica denominada Síndrome del Trauma Post Violación, considerado como
una subcategoría del Desorden de Estrés Post Traumático que sintetiza tres
estadios por los que la mayoría de las víctimas (mujeres adultas) atravesarían:
trauma, negación y resolución.

b) Sin contacto sexual: A pesar de no existir un mayor desarrollo de este tipo de


agresiones sexuales en la literatura especializada, Arros (2009), Mahanna (2009) y
Rojas (2009) las integran dado que en la práctica éstas ocurren y pueden generar
igual o mayor impacto psíquico dependiendo de las características circunstanciales,
contextuales y personales que conlleva el hecho. Por tanto, en esta clasificación se
encuentran aquellas agresiones que no implican un contacto físico directo entre el
agresor y la víctima, sino más bien, la exposición a genitales o acciones sexuales, ya
sea de manera directa o indirecta (exposición a material pornográfico). Para los
autores, en la población adulta, el tipo de agresor sería principalmente un
desconocido o conocido que mediante el uso de la fuerza, amenazas o sorpresa
sometiera a la víctima a este tipo de agresiones, mientras que los de tipo
intrafamiliar, sería menos frecuente de observar asociado a las competencias
evolutivas de los adultos ya mencionadas, y más frecuente de observar en niños,
niñas y adolescentes.

2. MARCO LEGAL NACIONAL

En chile, los delitos sexuales se encuentran tipificados en el Título VII del Código Penal
referido a los Crímenes y simples delitos contra el orden de las familias y contra la
moralidad pública, acápite que junto a otros del Código Procesal Penal han sufrido

38
importantes cambios durante la última década de la mano de la ley 19.617 y 19.927 (Diario
Oficial, 2007) que en su conjunto, apuntan a la protección de tres bienes jurídicos: la
indemnindad sexual; la libertad sexual y el orden de las familias y la moralidad pública. En
este sentido, es posible distinguir aquellos delitos que implican acceso carnal tales como la
violación, estupro, sodomía e incesto; aquellos que no lo implican, como el abuso sexual,
producción, comercialización, tenencia y almacenamiento de material pornográfico infantil;
y otros relacionados con la trata de personas, obtención de servicios sexuales de menores de
edad, favorecimiento de la prostitución infantil y ultraje público a las buenas costumbres y
ofensas al pudor.

Otro factor relevante al momento de la persecución penal de estos delitos, dice relación con
aquellos que no dejan evidencias en el sitio del suceso ni lesiones físicas constatables en la
víctima, siendo entonces, el testimonio de la víctima un elemento fundamental a lo largo de
la investigación judicial y finalmente, una prueba relevante al momento del juicio oral
(Steller y Böhn, 20060). Es en este contexto donde los relatos de aquellos que han sido
agredidos sexualmente tienden a ser cuestionado por parte de sistema de justicia. A juicio
de UNICEF (2006), el conflicto surge porque se duda de la credibilidad de ellos aludiendo
que en el caso de los adolescentes y adultos, una posible motivación que los llevaría a
informar en falso, basado en sus conocimientos en materia sexual.

En este sentido, Arce y Fariña (2005) explican que un juicio es finalmente, la valoración de
diversas pruebas en torno a un caso, sustentada en diversas creencias por parte de quienes
deben resolver, los jueces. Así, para estos autores, la fiabilidad de dichas creencias viene
definida fundamentalmente por la credibilidad de los testigos, mientras que la validez,
estaría asociada a la relevancia de la prueba para el juicio, donde la credibilidad de un
testimonio viene a ser “la apreciación de la exactitud del testigo o de una parte de su
declaración le inspira la evaluador y le induce a creer que los hechos sucedieron tal y
como declara” (Mira, 1989; p.59), resultando la opinión del evaluador de suma relevancia
para el sistema de justicia.

39
Para poder llegar a este estándar, los organismos encargados de guiar y coordinarlas, es
decir Fiscalías, Fiscalías Militares y Tribunales, poseen competencias para solicitar apoyo a
los profesionales atingentes (psicólogos en este caso) al momento de valorar el testimonio
de la víctima y/o testigos. En la realidad chilena, esta labor es encomendada a los
psicólogos forenses, quienes son denominados peritos dado sus conocimientos
especializados en el ámbito psicológico, criminológico y forense, quienes poseen las
competencias necesarias para asesorar al mundo jurídico de manera no vinculante en dichas
materias “Procederá el informe de peritos en los casos determinados por la ley y siempre
que para apreciar algún hecho o circunstancia relevante para la causa fueren necesarios o
convenientes conocimientos especiales de una ciencia, arte u oficio” (Art. 314, Código
Procesal Penal), cuya idoneidad que será probada durante el juicio oral (Art.318, Código
Procesal Penal) mientras que sus conclusiones, valoradas en libertad por parte del tribunal
basados en los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados (Art. 295 y 296 del Código Procesal Penal), en la medida en que
se constituyan en una sustitución de la labor de razonamiento y construcción de la verdad
procesal encargada a los jueces (Duce, 2007). No obstante, uno de las principales
discusiones en este ámbito, de la mano del autor antes mencionado y otros, se ha centrado
en las técnicas mediante las cuales los profesionales realizan este proceso y arriban a
conclusiones que permita a los peritajes ser considerados admisibles, pertinentes,
atingentes, necesarios y confiables; de allí que durante la última década, Chile ha
evidenciado un notable desarrollo en esta área de la psicología forense.

En este último ámbito, cuenta con una red de centros que realizan dichas pericias
psicológicas, prioritariamente a la población infantil, así como también, peritos particulares
licitados por el Ministerio Público en función de criterios técnicos establecidos.
Condemarín y Macuran (2005) enumeran las instituciones públicas y privadas que
desarrollarían peritajes psicológicos en materia de delitos sexuales, catastro que actualizado
a la fecha, estaría compuesto por los siguientes organismos:
Centros Diagnósticos Ambulatorios (DAM) colaboradores de SENAME.
Instituto de Criminología de la PDI; específicamente el Equipo Pericial del Centro
de Atención a Víctimas de Abuso Sexual (CAVAS)

40
Servicio Nacional de Menores (SENAME)
Servicio Médico Legal.
Laboratorio de Criminalística de Carabineros de Chile (LABOCAR)

No obstante, sólo dos de ellos realizan evaluaciones de valoración del testimonio de la


población adulta agredida (LABOCAR y Equipo Pericial del CAVAS).

3. TÉCNICAS PARA EVALUAR CREDIBILIDAD DISCURSIVA

A lo largo de los años, la psicología del testimonio como rama aplicada de la psicología, ha
tenido como objetivo la consolidación de un cúmulo de conocimientos basados en
investigaciones realizadas desde la Psicología Experimental y la Psicología Social, respecto
a la forma en que los testigos presenciales de delitos, accidentes o sucesos cotidianos
adquieren, organizan, guardan y recuperan información, así como también, la calidad
(exactitud y credibilidad) de los testimonios entregados por éstos (Mira y Diges, 1991).

En este escenario, durante los últimos 60 años se ha ido desarrollando un área específica de
estudio relacionada con la credibilidad de las declaraciones de testigos, donde se ha
prestado especial interés a los diversos tipos de entrevistas que permiten obtener los relatos
intentando controlar, en lo posible, las variables que pudiesen contaminarlos y sesgarlos, de
modo de asegurar que éstos resulten válidos y creíbles en la medida en que representan
únicamente la vivencia del individuo. Desde otro punto de vista, también se han creado
procedimientos que le permitan al observador externo, valorar las capacidades mnémicas de
quien emite un testimonio, la credibilidad del contenido de sus declaraciones y la libertad
de variables que pudiesen influir en que el relato no sea verídico.

El apogeo de esta área de la psicología se encuentra en Alemania, de la mano de los


trabajos realizados por Undeustch los que fueron decisivos para el inicio de la creación de
diversos sistemas criteriales que representaban la sistematización de las características
generales y específicas que poseen los testimonios estudiados sobre experiencias verídicas
de agresiones sexuales. A partir de ello, se desarrollaron una serie de procedimientos que
han permitido estudiar la credibildiad discursiva de testigos, con mayor o menor sustento

41
empírico y metodológico, tales como la escala para evaluar la credibilidad de las partes en
litigio denominada Sexual Abuse Legitimacy (SAL) de Gardner (1987), el modelo
conceptual para la evaluación de la credibilidad discursiva infantil denominado Modelo
Conceptual de De Young para la Evaluación de la Credibilidad de De Young (1992) o el
Modelo de Procesamiento de Información de O‟Donohue y Fanetti, la Guía Integrada de
Mapes (1995), entre otros. No obstante, el que ha alcanzado un mayor nivel de desarrollo a
nivel internacional es el Análisis de la Validez de las Declaraciones (SVA) (Alonso-
Quecuty, 1999;Vrij, 2005), que en Chile ha sido estudiado y llevado a la práctica por los
diversos centros encargados de la realización de peritajes psicológicos.

3.1. Fundamentos del Statement Validity Assessment (SVA)

En la literatura especializada, existen algunas discrepancias respecto a quien sería el primer


autor que propusiera criterios para el análisis de las declaraciones, Udo Undeutsch (Vrij,
2005) o Arne Trankell (Alonso-Qucuty, 1999; Manzanero, 2001). Independiente de ello,
existen diferencias entre las propuestas de ambos autores. Trankell, agrupó los criterios en
dos categorías: a) criterios primarios de realidad que incluyen el análisis de la estructura de
los relatos y el análisis de su contenido, y b) de manera complementaria, los criterios
secundarios de control que corresponden al control lógico-formal y al control de validez
empírica. No obstante, una de sus principales falencias según Steller y Köhnken (1994)
dice relación con su carácter holístico-intuitivo y no una sistematización
metodológicamente sustentada en la evidencia empírica, requisito indispensable para el
desarrollo de una disciplina profesional en aquel entonces considerando el momento de la
historia científica donde la epistemología positivista y método experimental se constituían
en el eje central.

Por su parte, la propuesta de Undeutsch surge tras la Segunda Guerra Mundial a mediados
de los años 50, cuando se implementa en Alemania una reforma al Sistema de
Administración de Justicia que crea tribunales diferenciados para menores de 21 años, ya
sean víctimas o agresores (De Paúl, 2004). En este contexto, se le solicita la opinión
profesional al Psicólogo Udo Undeustch sobre los recursos existentes para evaluar la

42
credibilidad de un testigo menor de edad. A partir de estos criterios y de su experiencia en
el campo de la evaluación de declaraciones de niños víctimas de agresiones sexuales,
sistematizó una serie de criterios de contenido, característicos de dichas declaraciones, las
que a su juicio, diferían de aquellas surgidas a partir de un hecho fantaseado y no vivido,
conocimiento al que se le denomina en la actualidad la Hipótesis de Undeustch. En 1967 se
publica el primero de los procedimientos bajo el nombre de Análisis de la Realidad de las
Declaraciones SRA (Alonso-Quecuty, 1999; Manzanero, 2001; Juárez, Vidal y Sala, 2007)
el que permitía ser aplicado en datos obtenidos de la declaración del menor entrevistado por
el evaluador y un segundo conjunto de datos obtenidos a partir de las declaraciones previas.
Posteriormente, Arntzen y Szewcyk (1970) ofrece una nueva compilación de criterios
resultado de la información obtenida de casos reales a lo largo de 30 años de investigación,
los que son recogidos a partir de la traducción realizada por Raskin (citado en Juárez,
2004).

Hacia los años 80, Undeustch publicó sus trabajos en inglés a los que se integran los
resultados de las investigaciones de Max Steller y Gunter Köhnken (1989) y Arntzen y
Szewcyk (1970). El resultado de todos estos aportes, se le denominó Análisis de Contenido
Basado en Criterios (CBCA) (Ver tabla Nº 5), sistema que contempla 19 criterios de
credibilidad agrupados en cuatro categorías:

Tabla Nº 3: Análisis de Contenido basado en Criterios (CBCA)


a) Características generales:
1. Estructura lógica
2. Elaboración no estructurada
3. Cantidad de detalles
b) Contenidos específicos:
4. Adecuación contextual
5. Descripción de interacciones
6. Reproducción de conversaciones
7. Complicaciones inesperadas durante el incidente
c) Peculiaridades del contenido
8. Detalles inusuales
9. Detalles superfluos
10. Incomprensión de detalles sexuales relatados con precisión
11. Asociaciones externas relacionadas
12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor

43
13. Atribuciones al estado mental del agresor
d) Contenidos relacionados con la motivación
14. Correcciones espontáneas
15. Admisión de falta de memoria
16. Dudas sobre el propio testimonio
17. Autodesaprobación
18. Perdón al agresor
e) Elementos específicos de la ofensa
19. Detalles característicos

Otros autores que han aportado al desarrollo de esta técnica, pero desde una línea de
investigación paralela relacionada con la memoria, han sido Johnson y Raye (citado en De
Paúl, 2003) quienes a partir de los resultados de investigaciones, concluyen que los
recuerdos generados internamente, es decir, imaginados, diferirían de aquellos que se
generan a partir de la percepción de estímulos externos al sujeto, es decir, de la
experimentación de una situación, ya que éstos últimos presentarían mayores atributos
contextuales de espacio y tiempo; sensoriales (colores, ruidos, iluminación, etc); y
semánticos, mientras que los primeros contienen más información esquemática y atributos
cognitivos (referencias a procesos cognitivos, menciones idiosincráticas como “pensé”,
“sentí”, “estaba asustado”, etc.) al ser más larga su narración (mayor número de palabras).
El proceso que permite diferenciar ambos tipos de recuerdos le denominaron Modelo de
Control de Realidad (Reality Monitoring), el que con el paso del tiempo ha sido ampliado,
incorporando los resultados sobre el efecto de la información engañosa (Lindsay y Johnson,
1989 citado en Diges, 1997) y otros fenómenos de la memoria.

Finalmente, el sistema original de análisis de contenido para valorar la credibilidad del


testimonio se perfecciona (Steller y Boychuk, 1992; Raskin y Yuille, 1989; citados en
Cantón y Cortés, 2003), proponiéndose controles de validez para el CBCA, a través de la
adición de un listado de 11 aspectos necesario de evaluar durante el proceso pericial para
ser considerado éste válido, el que se denominó Validity Checklist o Listado de Criterios de
Validez, agrupado en 4 categorías:

44
Tabla Nº 4: Listado de Criterios de Validez
a) Características psicológicas
1. Lenguaje y conocimientos adecuados
2. Adecuación del afecto
3. Susceptibilidad a la sugestión
b) Características de la entrevista
4. Preguntas sugestivas o coercitivas
5. Adecuación global de la entrevista
c) Motivación para informar en falso
6. Motivos para declarar
7. Contexto de la revelación
8. Presiones para informar en falso
d) Cuestiones de investigación
9. Consistencia con las leyes de la naturaleza
10. Consistencia con otras declaraciones
11. Consistencia con otras pruebas

De este modo, se dio origen a un sistema más general denominado Statement Validity
Assesment (SVA, Análisis de la Validez de las Declaraciones), definiendo dicho análisis
como un proceso que cumple con tres grandes etapas: i) la realización de una entrevista
exenta de preguntas inductivas y/o sugestivas que pudiesen sesgar la entrevista; ii) la
aplicación de los 19 criterios del CBCA, y iii) el posterior análisis del “Listado de Criterios
de Validez”, etapas interrelacionadas e indisolubles en su análisis, que permiten evaluar el
proceso en general y concluir finalmente. Desde entonces que Undeutsch enfatizara que
para concluir respecto del análisis, resulta fundamental la comparación del testimonio con
todas las fuentes de información obtenidas (Gumpert y Lindblad, citado en Vrij, 2005).

A partir de lo anteriormente expuesto, diversos estudios internacionales (Lamb et al.,1997


citado en Vásquez, 2005; Santtila, Roppola, Runtti y Niem, 2000; Pezdek et al., 2004;
Blandon-Gitlin, Pezdek, Rogers y Brodie 2005, citados en Godoy-Cervera e Higueras,
2005) y nacionales (Navarro, 2006), ya sea experimentales o de campo, han analizado la
validez y confiabilidad del sistema centrándose principalmente en el CBCA, cuyos
resultados circundan en torno a la edad de las presuntas víctimas evaluadas como una de las
diversas variables que influirían en una mayor precisión de sus resultados ya que las
habilidades lingüísticas y de memoria, más desarrolladas en los adultos, influirían en el
desempeño de la técnica al entregar un testimonio cuantitativa y cualitativamente más rico

45
en comparación con los niños más pequeños (Akehurst y cols., 2001; Parker y Brown,
2000; (Colwell, 2002, Hofer, 1996, Porter y Yuille, 1996, citados en Ballesteros, 2007; Vrij
et al., 2004 citados en Godoy-Cervera e Higueras, 2005; Navarro, 2006; Ballesteros, 2005;
Vásquez, 2005).

Cabe destacar algunos temas comunes tanto al SVA como a otras metodologías para
analizar la credibilidad discursiva. A fines de la década de los 90, surgen a nivel jurídico un
artículo que proponía erróneamente, la exigencia de limitar los dictámenes de credibilidad a
la credibilidad general de una persona y no a la relacionada específicamente con la
declaración de un testigo (Steller y Böhn, 2006). De allí que en los últimos años se enfatice
en todos los ámbitos de la psicología jurídica y en el mundo del derecho también, que los
sistemas criteriales de análisis no pretende evaluar la credibilidad general del sujeto “ya
que las diferencias contextuales, el efecto del aprendizaje a partir de experiencias previas y
la propia evolución individual, son algunas de las variables que nos permiten señalar que
en determinadas situaciones, así como en función de los múltiples factores que interactúan,
podemos actuar como personas honestas o mentirosas” (Juárez et al., 2007), sino más bien,
la credibilidad de la narración entregada por una persona. Es decir, valorar si aquellos
sucesos descritos por una persona fueron realmente vividos (Offe, 2000), comprendiendo
que una causa judicial versa sobre una situación particular en la que se encuentran
involucrados diversos actores, entre los cuales estaría la persona peritada, “por tanto,
evaluar la honradez general de una persona no contribuye a solucionar el caso” (Steller y
Köhnken, 1994; p.189).

En este mismo sentido, resulta pertinente recurrir a los planteamientos originales de


Undeutsch (1989 en Juárez et al., 2007) quien plantea que el concepto de credibilidad debe
entenderse desde sus dos principales componentes: el cognitivo y el motivacional. El
primero de ellos, dice relación con las características idiosincráticas de la persona para
emitir un testimonio preciso y exacto, así como también, todos aquellos factores externos,
ambientales o sociales que influyen en que el sujeto adquiera, almacene y reproduzca
posteriormente dicha información. Por su parte, el segundo componente, alude a la
voluntad del declarante para informar acorde a lo percibido, es decir, a las motivaciones

46
que posee para decir la “verdad” o “mentir”. Al respecto, Loftus (citado en Diges, 1997)
advierte que las personas tenderían a rellenar sus recuerdos a partir de las propias
inferencias sobre lo que debería existir en un determinado contexto, a pesar de no haber
sido expuesto a información sugestiva posterior al hecho que se indague, creyendo
finalmente en aquella realidad completada posteriormente aunque ésta sea errónea. Lo
anterior es ratificado por Alonso-Quecuty, (1999) quien refiere que pensar sobre los
aspectos cognitivos de los sucesos tiene como consecuencia disminuir las diferencias entre
sucesos percibidos e imaginados. Desde otra perspectiva, Saywitz, Goodman, Nicholas y
Moan (citado en Manzanero, 2000) advierten la posibilidad de que los niños(as) o
adolescentes omitan deliberadamente ciertos detalles, especialmente aquellos relacionados
con la mención directa de las acciones en sus genitales, siendo Manzanero (2000) quien
enfatiza la recomendación de evitar los interrogatorios múltiples y consecutivos, pues en
cada uno de ellos, aumenta la posibilidad de que el niño incorpore nuevos contenidos,
estereotipos o desarrolle sentimientos particulares que lo lleven a modificar o tergiversar su
testimonio.

En síntesis, Steller, Volbert y Wellershaus (citado en Juárez et al, 2007) grafican en la tabla
7, los diversos factores cognitivos, motivacionales y sociales que interactúan con las
variables personales, situacionales y posibles fuentes de error intervinientes al momento de
emitir una declaración, ratificando la inconveniencia de concluir en el ámbito pericial
respecto de la credibilidad general de una persona como una cualidad estática y estructural
del testimonio.

Tabla Nº 5: Factores Intervinientes en una Declaración


PERSONAL SITUACIONAL POSIBLE ERROR
COGNITIVO Habilidad del Exactitud del Error,
testigo testigo equivocación,
confusión
MOTIVACIONAL Credibilidad Credibilidad Mentira, fabulación
general específica
SOCIAL Sugestionabilidad Sugestión de la Contaminación,
del testigo entrevista distorsión,
pseudomemoria

47
Además, es necesario realizar una última aclaración. Los autores plantean el concepto de
criterios de credibilidad entendido como aquellas características presentes en los
testimonios que dan cuenta de situaciones vividas, por tanto, se les designa de manera
sinónima criterios de realidad (Steller y Köhnken, 1994). No obstante, para Juárez et al.
(2007) la denominación más acertada es la de criterios vivenciales en la medida en que
representan el fruto de una experiencia real que una vez codificada, almacenada y
recuperada de la memoria, se puede expresar de manera particular e irrepetible: “Un testigo
vive la realidad objetiva de una manera determinada y sólo sobre lo que él vive puede
hacer declaraciones” (Offe, 2000). Y es en este concepto donde la psicología aporta un
mundo de significados que difieren en algunos sentidos, del aceptado para el mundo
jurídico. El ser humano es un ser único y activo en su relación dialéctica con el mundo; en
ésta, el hombre aprehende lo que sus sentidos captan, lo almacena dotándolo de significado,
información que al recordar, se transmite en un nuevo proceso ideosincrático, que a este
nivel de complejidad demás está decir, no resulta una reproducción exacta de la
información inicial. Por tanto, creer que el ser humano es capaz de reproducir una vivencia
ajena de la percepción y significados personales, sería un grosero error. Por el contrario, lo
que se obtendrá, es la forma en que una persona “vivenció” una situación:

“Es crucial reconocer que las descripciones de las experiencias personales pueden
contener inexactitudes, especialmente concernientes a detalles periféricos o menores, pero
que pueden seguir siendo declaraciones válidas. Desde un punto de vista forense es más
apropiado describir este tipo de declaraciones como válidas antes que como exactas, dado
que esta última expresión puede ser incorrecta y sometida a ataque en la corte” (Raskin y
Esplín citado en Sename, 2004).

En este sentido, Juárez et al. (2007) plantean que la suposición de que el opuesto a la
realidad sería la mentira, es un error ya que no es posible mentir sobre aquello que no se
conoce ni siquiera en algún mínimo aspecto; “[…] hemos de asumir que la mentira se
construye en base a un contexto humano delimitado por tres dimensiones que engloban
nuestra experiencia vital. Mentimos sobre una base real. Mentimos agregando, alterando,
cambiando, imaginando, introduciendo o eliminando conductas, pensamientos y/o

48
emociones reales” (p.98). Agregan que el verdadero antónimo de la realidad sería la
irrealidad, que por lo demás, sería fácilmente detectable sin requerir un sistema criterial
para ello ya que la evaluación de las capacidades psicológicas y patologías a la base de
cualquier expresión de irrealidad en un ser humano, es una área ineludible al momento del
análisis de la credibilidad de un testimonio abordada mediante la evaluación clínica del
estado psicológico basal del peritado. Por tanto, la mayor complejidad en una evaluación
pericial de credibilidad discursiva, reside en aquellos testimonios verdaderos en algún
sentido, y mentidos en otro; el desafío está en indagar y descubrir las distintas razones por
las cuales una persona podría alterar las vivencias (afectación emocional aguda, alteración
en capacidades mnémicas, sugestionabilidad, intención conciente y directa de
falseamiento), el que pretende ser respondido por el peritaje psicológico de credibilidad
discursiva.

Ahora bien, en cuanto a la alteración o mentira, las bases empíricas que sustentan las
metodologías para analizar la credibilidad discursiva no resultan válidas ni han sido creadas
para valorarla, de allí que la ausencia de criterios de realidad o vivenciales no permite
afirmar que una declaración es falsa, imaginada o inventada (Manzanero, 2001; Miotto,
2009). Los resultados a los cuales se puede arribar con estas metodologías, dicen relación
con la mayor o menor fuerza en que se evidencian en el testimonio analizado, los diferentes
criterios de realidad establecidos a priori por la literatura especializada, lo que permite
posteriormente catalogarlos como creíbles. Esta distinción resulta gravitante si se considera
que el mundo jurídico se enfrasca en arduos y extensos análisis en las acusaciones
judiciales, cuyo objetivo es dar cuenta de un hecho presentando pruebas “objetivas” que les
permita a los jueces, reconstruir con la mayor precisión posible, este hecho investigado,
para posteriormente valorarlo. Es lo que el mundo del derecho denomina la “verdad
jurídica”. Este panorama, presenta un punto de tensión permanente entre el derecho y las
ciencias sociales que le auxilian, pues difícilmente, la psicología como ciencia experta en la
conducta y procesos psíquicos humanos, podrá convertirse en una prueba “dura” respecto
de los hechos, construyéndose por el contrario, en una aporte a la comprensión de las
vivencias de una persona involucrada en una causa judicial.

49
3.1.2 Descripción de la técnica SVA

Antes de abordar con detalle esta técnica, es necesario aclarar que en sus inicios, el CBCA
fue diseñado preferentemente para la población infantil:

Como los resultados del análisis de declaraciones mediante criterios de contenido


dependen de las capacidades cognitivas de los testigos así como de la naturaleza del
suceso relatado, el Análisis de Declaraciones Basado en Criterios debe restringirse a la
evaluación de las declaraciones infantiles en casos en los que afirman que participaron
personalmente en los sucesos, especialmente casos de abuso sexual. (Steller y Köhnken,
19994; p. 201).

No obstante, no se estableció claramente el rango de edad desde el cual podría ser aplicado
tanto el CBCA como la metodología en general, lo que deja al criterio del evaluador la
operacionalización de dicha instrucción. Vásquez (2005), considera difícil su aplicación en
menores de 5 años por sus limitaciones cognitivas, mientras que por encima de los 17 años,
los conocimientos sexuales del adolescente a evaluar, le restaría validez a su relato, sin
aclarar la forma en que esto ocurriría. Asimismo, Manzanero (2001) refiere que tanto éste
como otros sistemas de análisis de las declaraciones, han sido creados en base a
conocimientos sobre declaraciones de menores de edad en relación a delitos de agresión
sexual, motivo por el cual, su uso se limitaría durante los últimos años, a los testimonios
sobre agresiones sexuales en menores de edad. No obstante, dicho planteamiento encuentra
algunas imprecisiones si se realiza el ejercicio de revisión de la población utilizada
inicialmente por Undeutsch para sus investigaciones y posteriores propuestas técnicas.

Ahora bien, en cuanto al contenido del SVA, cabe señalar que este es un sistema
semiestandarizado conformado por tres grandes etapas graficadas a continuación.

Análisis de la Validez de
las Declaraciones (SVA)

Entrevista Pericial Análisis de Contenido Criterios de Validez


Psicológica Basado en Criterios
50
(CBCA)
I. Entrevista Pericial Psicológica

Tal vez, una de las características que mejor define a la entrevista pericial psicológica, es su
pretensión de obtener la mayor cantidad de información necesaria bajo el impositivo
permanente de neutralidad al momento de su realización, evitando de este modo, introducir
sesgos que invaliden sus conclusiones ya sea por parte del evaluador o de los mismos
procedimientos.

Para ello, la comunidad científica ha discutido en extenso sobre la preparación de la


entrevista pericial psicológica, la que representa un gran desafío. Algunos autores
(Underwager, Wakefield, Legrand, Bartz y Ericsson, 1986; White, Strom, Santilli y Halpin,
1986 citados en Alonso-Quecuty, 1999, y más recientemente Mioto, 2009), proponen
realizar la entrevista sin tomar conocimiento sobre las características del caso contenidas en
la carpeta investigativa, como medida de objetividad para la aplicación de la metodología
de análisis de la credibilidad discursiva. No obstante, para otros (Alonso-Quecuty, 1999;
Manzanero, 2001; Sename, 2004; Saborío, 2005; Maffioletti, 2008) esta propuesta
resultaría un error, considerando en primer lugar, el principio de mínima intervención que
rige la práctica ética en la psicológica forense, con el objetivo de evitar sucesiva entrevistas
que podrían constituirse en experiencias agotadoras para el evaluado, incluso
revictimizantes. Por tanto, obviar los antecedentes investigativos podría significar
desaprovechar la oportunidad de indagar tópicos relevantes para la comprensión del caso. Y
en segundo lugar, el conocimiento acabado sobre los antecedentes de la causa, resulta
indispensable para el establecimiento de hipótesis iniciales de trabajo que guíen la
entrevista psicológica forense, procedimiento esencial en toda metodología de corte
cualitativo.

Al respecto, Raskin y Esplín (1991 en Juárez, 2004) consideran que la evaluación pericial
psicológica se basa en cinco hipótesis a contrastar, dos de ellas relacionadas con la validez
parcial de las declaraciones del niño; otras dos con el falseamiento de la información por
motivos distintos (presión de un tercero o motivos personales) y la última asociada a la
fantasía o invención de sus dichos por alteraciones psicológicas. Más recientemente, Offe

51
(2000) plantea cuatro grandes hipótesis que sintetizan las antes expuestas, las que guiarán el
proceso de evaluación: la Hipótesis de la verdad (sólo comprobable en la medida en que se
descarten las otras referidas a la “no verdad”); de la incapacidad; del engaño y de la
sugestión.

Por tanto, la exploración durante la entrevista pericial psicológica, sobre el contexto


familiar y social en que se produjo la develación y de los sucesos ocurridos con
posterioridad a la develación, es de suma importancia al momento de cotejar el impacto que
cada uno de los factores antes mencionados ha podido tener en el evaluado, y por tanto, en
su testimonio, teniendo en cuenta la imposibilidad de discriminar taxativamente los
testimonios reales, de los sugeridos a la luz de los controversiales resultados de las
investigaciones en éste ámbito (Diges, 1997).

Otro de los imperativos metodológicos necesarios para resguardar la entrevista pericial


psicológica y las conclusiones que de allí se extraigan, es el registro de la misma,
idealmente, en video, de lo contrario en audio. Lo anterior, porque permite desde un punto
de vista deontológico, evitar la posibilidad de que el niño, niña o adolescente sea sobre
intervenido durante el proceso de investigación judicial, es decir, sometido a una nueva
evaluación pericial solicitada por la contraparte, y por ende, fomentada la victimización
secundaria que tanto adolece el sistema judicial chileno. En segundo lugar, porque permite
asegurar la fiabilidad de la entrevista aplicada pudiendo ser analizada por terceros expertos
que contribuyan a evitar el sesgo del entrevistador (Sename, 2004). Para potenciar lo
anteriormente expuesto, se sugiere la realización de la entrevista pericial psicológica en una
sala con espejo unidireccional, no obstante, los recursos económicos y humanos que ello
implica, han dificultado la implementación de este aspecto como un imperativo técnico en
la realidad laboral nacional.

Continuando con las características de la entrevista pericial psicológica, la forma que ésta
adquiere es semi- estructurada, esto significa que la realización de la misma es en función
de ejes temáticos que permiten precisar la información en la medida en que transcurre la

52
entrevista, contando de esta forma con elementos necesarios para el contraste sistemático
de las hipótesis iniciales de trabajo (Contreras y Maffioletti, 2004).

De este modo, la entrevista va cursando diversas fases. En primer lugar, resulta necesario
realizar un consentimiento informado con el evaluado, dándole a conocer los objetivos de la
evaluación y los alcances de la misma, asegurándose que comprenda. Luego, la literatura
especializada, sugiere el establecimiento de un clima de confianza y distensión denominado
rapport, donde se pueda explorar las características principales del funcionamiento
psicológico del evaluado, así como también, aspectos relevantes de su contexto de
desarrollo tales como sus recursos cognitivos, comunicacionales, mnémicos, orientación
témporo-espacial, desarrollo moral, social, estructura y dinámica familiar, etc. (Alonso-
Quecuty 1999). En una segunda fase, se espera que de manera libre y espontánea surja la
narración de la experiencia de agresión sexual investigada, a través de preguntas abiertas,
no directivas ni sugestivas (Offe, 2000), considerando la posible alteración en el testimonio
que provocan las preguntas en cuyo enunciado se entregan las respuestas, y la dificultad de
diferenciar este efecto, de aquellas narraciones que dan cuenta de hechos vivenciados
(Diges, 1997). Asimismo, se advierte sobre la inconveniencia de realizar interrupciones,
comentarios o preguntas por parte del entrevistador mientras el relato libre del peritado.
Una vez concluido, el evaluador puede continuar con la fase de indagación a través de
preguntas focalizadas, la que tiene por objetivo precisar y aclarar algunas partes y
contenidos del testimonio entregado, donde pueden utilizarse preguntas aclaratorias o más
directas. Asimismo, deben evitarse las preguntas cerradas que dan por hecho la ocurrencia
de la agresión investigada, o aquellas que en su formulación contienen alternativas, las que
en caso de ser necesarias, se sugiere utilizar hacia el final de la entrevista (De Paúl, 2004).
En este mismo sentido, Miotto (2009), propone que las preguntas directas, cuyo objetivo es
el contraste de hipótesis, sólo deben ser utilizadas si no se obtienen los elementos
suficientes para apoyar la hipótesis principal, así como también, las preguntas sugerentes,
las que sólo deberían formularlese si existen indicadores de que el evaluado(a) ha sido
influenciado por terceros, a modo de indagación sobre su capacidad de sugestión.
Finalmente, resulta necesario cerrar el proceso a través de temas neutrales que permitan al
evaluado ir progresivamente alejándose de la temática investigada y con ello, de las

53
emociones o pensamientos perturbatorios que pudiesen surgir en asociación, para ir
centrando su atención en temas que le reportan mayor agrado.

II. Análisis del Contenido Basado en Criterios (CBCA)

Para algunos autores (Lamers y Buffing, 1996; Lamb, Stemberg, Esplin, Hershkowitz et
al.,1997; Parker y Brown, 2000 citados en Juárez 2004; Cantón y Cortés, 2003; Juárez,
2004), el Análisis del Contenido Basado en Criterios (CBCA) es la parte central de la
metodología SVA, mientras que las instituciones periciales nacionales la consideran
igualmente relevante que las otras dos que componen la metodología global, donde
solamente la valoración general permitirá la conclusión final del peritaje (Maffioletti,
2005). Independiente de lo anterior, lo que no encuentra discusión dice relación con que
éste procedimiento es el que se han centrado la mayor cantidad de investigaciones, de allí
que sea considerado la parte estandarizada de la técnica SVA.

Así, el CBCA consiste en la valoración de los testimonios referidos a agresiones sexuales


en relación a 19 criterios de credibilidad definidos previamente y agrupados en 5 categorías
que van desde un análisis más global, hasta aquellos aspectos más específicos del relato. A
saber:

a) Características generales: Para realizar el análisis es necesario tener en cuenta el relato


en su totalidad. A modo general, la literatura especializada refiere que la ausencia de
estos tres primeros criterios haría inaplicable el resto del análisis, ya que no contaría
con los requisitos mínimos de credibilidad y fiabilidad.
1. Estructura lógica: dice relación con el hilo conductor general del testimonio el que
debe contar con una coherencia interna y consistencia en sí mismo, dotando de
sentido la narración entregada, aunque el evaluado narre por separado los distintos
momentos de la agresión. Tal y como lo plantea Vásquez (2005), el testimonio
basada en un esquema y no en lo experimentado, también podría presentar
estructura lógica, por ello, se debe tener en cuenta de manera conjunta el criterio
descrito a continuación. Además, cabe señalar la consideración expuesta por Steller

54
y Köhnken, (1994) respecto a que ni los relatos de detalles inusuales (criterio8) ni la
aparición de complicaciones inesperadas en los acontecimientos (criterio7)
necesariamente interfieren con la consistencia lógica.

2. Elaboración no estructurada: para considerar este criterio es necesario apreciar si el


testimonio ha sido entregado de manera desestructurada, generándose saltos entre
un tema y otro, sin perder la logicidad antes mencionada. Esto, bajo el supuesto que
aquellas narraciones rígidamente organizadas y cronológicas que no pueden
continuar con el sentido de la misma si se cambia de tema, podría ser un indicador
de una construcción no verídica de los hechos. No obstante, resulta relevante
considerar la fenomenología de la agresión investigada, ya que aquellas situaciones
experimentadas de manera crónica y sistemática, tienden a ser narradas en función
de aquellos parámetros comunes dada la tendencia natural de la memoria a
condensar los recuerdos en función de parámetros particulares y a evocarlos como
un todo cotidiano y repetitivo, de allí su ordenación y organización. Asimismo, es
necesario tomar en cuenta otros factores que podrían interferir en este criterio, tales
como el tiempo transcurrido entre la develación de los hechos y la emisión del
testimonio, número de veces que el evaluado ha relatado el suceso y complejidad
del mismo (Vásquez, 2005).

3. Presencia de detalles: según la literatura especializada (Cantón y Cortes, 2003;


Vásquez, 2005; De Paúl, Pilar, 2004), este criterio apunta a la presencia en el
testimonio de la mayor cantidad posible de información precisa respecto a diversas
temáticas tales como lugar, personas, objetos, etc., donde las repeticiones del mismo
detalle no deben contarse de nuevo, sino sólo los distintos (Steller y Köhnken,
1994). No obstante, el consenso nacional de las entidades dedicadas a la labor
pericial psicológica ha propuesto valorar la presencia de detalles más que la
abundancia de los mismos ya que dependiendo de las características de la persona a
evaluar y/o de las características particulares del caso investigado, la sola presencia
de algunos detalles aunque no en cantidad, pueden resultar lo suficientemente
relevantes para dotar de credibilidad la narración, como lo son aquellos de tipo
mnémico sensorial.

55
b) Contenidos específicos: los criterios a continuación mencionados, deben ser
analizados en función de su presencia en partes concretas del testimonio y no de
manera global en el mismo.
4. Adecuación contextual: alude a la presencia de la agresión en función de un tiempo
y un espacio, es decir, la ocurrencia de la situación descrita engarzada en ciertas
coordenadas temporales y espaciales, ya sean, hábitos, rutinas, momentos del día,
actividades con familiares, conocidos, etc.

5. Descripción de interacciones: la narración de aquellas interacciones entre el niño,


el agresor u otra persona interviniente como una cadena, resulta un criterio de
credibilidad en la medida en la que se pueda identificar en esta descripción una
acción, la reacción a ésta y otra nueva contra reacción del primer interlocutor,
“aunque sea de forma torpe o extraña. Si el niño reproduce la conversación,
palabra por palabra, se puntúa como criterio 6 y también como criterio 5 si
describe una interacción” (Steller y Kôhnken, 1994:195). En este sentido, el énfasis
de este criterio yace específicamente en la intención y comprensibilidad de la
interacción descrita por el evaluado.

6. Reproducción de conversaciones: este criterio valora la verbalización de aquellos


diálogos donde puedan distinguirse claramente al menos dos interlocutores, aunque
sean referidos de manera parafraseada, más aún si el evaluado reproduce palabras o
modos lingüísticos ideosincráticos o particulares del presunto agresor o interlocutor.
Así, según Juárez (2004), este criterio se puntúa especialmente en tres situaciones:
a) cuando se utiliza vocabulario específico del habla del presunto agresor, atípico
para la edad del niño; b) incluye el razonamiento utilizado por el acusado; c)
presenta conversaciones que revelan las distintas actitudes de los intervinientes,
como por ejemplo, las insinuaciones del presunto agresor que el niño no entendió
inicialmente.

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente: se cumple en la medida en que


el testimonio entregado por el evaluado, integra detalles sobre aquellas
complicaciones, accidentes, interrupciones que habrían alterado el curso de la
agresión sexual, ya sea por llamadas telefónicas, la llegada imprevista de un tercero,

56
la imposibilidad de sacar una prenda de vestir, etc.). Tal como lo plantea Vásquez
(2005), la limitación de este contenido radica en aquellos relatos veraces donde no
ha ocurrido ningún evento que haya interrumpido la situación de agresión
investigada, dada la efectividad de las estrategias utilizadas por el agresor, la
ausencia de contexto protector o terceros presentes, entre otros factores.

c) Peculiaridades del contenido: a continuación se analizan todas aquellas referencias a


detalles particulares propios de la percepción y significación del evaluado respecto a
la experiencia relatada, las que pueden estar contenidas en distintas partes del relato,
y por tanto, estarán más acentuadas en declaraciones basadas en experiencias vividas
(Steller y Köhnken, 1994).
8. Detalles inusuales: dice relación con la referencia por parte del evaluado, de
detalles poco comunes que sobrepasan los recursos psicológicos y cognitivos de un
niño o resultan inusuales si no se estuviera aludiendo a una supuesta agresión
sexual, como por ejemplo, características particulares de personas, objetos o hechos.
Lo importante, es que la connotación de peculiaridad otorgada no se acerque a la de
irrealidad, es decir, debe ser inusual pero real.

9. Detalles superfluos: este criterio valora aquellos recuerdos relacionados con


detalles periféricos que no se relacionan directamente con la situación de agresión
sexual investigada, pero resultan significativos bajo la hipótesis de que quien
miente, tendería a la incorporación de elementos en su narración que reafirmen su
versión y no de aquellos aparentemente irrelevantes al no estar directamente
relacionados con los hechos en cuestión, considerando además, que este ejercicio,
requiere de esfuerzo cognitivo.

10. Incomprensión de detalles sexuales relatados con precisión: Undeutsch 1967 en


Steller y Köhnken, 1994) aludió de los detalles que están „más allá del horizonte de
comprensión del testigo‟, para lo cual, es necesario considerar los recursos
cognitivos, sociales y maduracionales en términos sexuales del evaluado, toda vez
que implica la narración de detalles sexuales que no son comprendidos como tales y
por tanto, expresados desde la particular forma de significarlos, como por ejemplo

57
gemidos de connotación referidos como quejidos de dolor, eyaculación como
acción urinaria o semen como orina.

11. Asociaciones externas relacionadas: corresponde a aquellas menciones sobre


situaciones de contenido sexual no relacionadamente directamente con el episodio
de agresión sexual investigada, sino que habrían ocurrido de manera previa o
posterior a ésta. Considerando que este criterio ha llevado a diferentes
interpretaciones, se recogen ejemplos de Steller referidos por De Paúl (2004)
que permiten graficar el sentido del criterio:

[…]en el relato de una relación incestuosa, una asociación externa relacionada


puede estar presente si el testigo (hija) describe una conversación con el acusado
(el padre) en la que hablaron de las experiencias sexuales de la hija con otras
parejas. La asociación es externa a la alegación pero relacionada con su
contenido” o “cuando el agresor habla de la víctima de futuras experiencias
sexuales que aún no se han llevado a cabo entre ellos, y esto se realiza fuera del
contexto de la agresión, ya que si se diera en el contexto de la agresión estaríamos
ante conversación y/o interacción. (p.134)

12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor: la mención espontánea de


referencias a sus sentimientos, pensamientos y temores y la modificación de los
mismos, experimentados durante los supuestos hechos de agresión sexual.

13. Atribuciones al estado mental del agresor: este criterio resulta similar al anterior,
pero en este caso, alusivo a las emociones, pensamientos y reacciones fisiológicas
del autor sindicado por el evaluado, durante la agresión investigada, tales como
“tenía cara de enojado”, “estaba como apurado”, “respiraba fuerte y rápido”.

d) Contenidos relacionados con la motivación: el análisis de los criterios a continuación,


se basan en la hipótesis de que aquellos relatos falsos, no incluirían elementos que
pudiesen restarle credibilidad al mismo, por tanto, su presencia, serían indicadores de
una motivación genuina para develar las acciones en cuestión. No obstante, es
necesario analizar la posibilidad de falsos positivos, entendido como la ausencia de

58
referencias contenidas en los siguientes criterios en un intento del evaluado por ser
creído por su entorno.

14. Correcciones espontáneas: corresponde a las correcciones realizadas por el


evaluado respecto a errores cometidos al entregar su testimonio, criterio que no se
cumple cuando son realizadas en respuesta a cuestionamientos del evaluador
respecto a incoherencias o contradicciones (Cantón y Cortés, 2003; Juárez, 2004;
De Paúl, 2005).

15. Admisión de falta de memoria: lo mismo ocurre con las dificultades


autoreconocidas para recordar algunos elementos de la situación que se desea
expresar. Según Maffioletti (2008), aferrarse tenazmente a un discurso aprendido
sin reconocer dificultades en la evocación, sería más frecuente en aquellos relatos
basados en experiencias no vividas.

16. Dudas sobre el propio testimonio: tal y como lo dice su nombre, este criterio
apunta a las verbalizaciones que cuestionan y ponen en duda algunos alusiones del
discurso, entendiendo esto como un criterio de credibilidad, toda vez que quien
miente, difícilmente se arriesgaría a parecer poco seguro sobre sus afirmaciones. O
dicho de otro modo, aquellos relatos basados en experiencias percibidas
externamente (vividas) posee la flexibilidad, coherencia y consistencia suficiente
para no ser afectada por el planteamiento de dudas sobre lo forma en que evoca o
expresa sus vivencias. No obstante, resulta importante mantener el resguardo
mencionado al inicio de esta categoría, al momento de sacar conclusiones respecto a
la ausencia de este criterio.

17. Autodesaprobación: corresponde a una actitud autocritica incorporando detalles


autoincrimativos y desfavorables frente a la agresión que se investiga y/o el
presunto agresor, entendido como parte del daño en las situaciones de agresiones
sexuales donde la alteración del vínculo entre víctima y agresor, termina por generar
en el primero una sensación de responsabilidad en lo ocurrido. Cabe destacar que en
términos prácticos, este criterio es posible encontrarlo de manera frecuente en
algunos tipos de agresiones sexuales, específicamente en aquellas donde el agresor

59
es intrafamiliar o al menos un conocido al cual la víctima y su entorno le profesaron
afecto en algún momento de la relación.

18. Perdón al agresor: dice relación con las referencias a perdón, disculpas o
justificaciones del actuar del presunto agresor. Al igual que el anterior, este criterio
resulta frecuente en casos de agresiones intrafamiliares donde la develación pone en
jaque una serie de lealtades familiares.

e) Elementos específicos de la agresión: se refiere al análisis del testimonio entregado,


en función de los conocimientos que debería tener el evaluador, sobre criminología y
fenomenología de las agresiones sexuales (Manzanero, 2001).
19. Detalles característicos: de este modo, este criterio permite que el evaluador
valore la presencia de detalles propios del tipo de agresión sexual referida por el
evaluado, que escapan al sentido común de las personas, al poder de invención o
de conocimientos de un niño o adolescente, a menos que haya tenido relación
directa con dichos elementos.

La forma que adquiere la valoración de cada uno de los criterios ha sido un tema de
discusión y desarrollo, siendo en sus inicios de tipo cuantitativo. Así, existen dos
propuestas, la primera de Steller (citado en Alonso Quecuty, 1999; Manzanero, 2001;
Cantón y Cortés, 2003; Blanca Vásquez, 2005; Contreras y Maffioletti, 2004; Salgado, R.;
Chía E.; Fernández H.; Navarro J. y Valdés, A., 2005) donde se puntúa como 0 la ausencia
del criterio, 1 si éste se encuentra presente y 2 si aparece claramente o “fuertemente”
señalado. Los puntajes de corte por tanto, serían los siguientes: (0-10) Increíble, (11-16)
Probablemente Creíble, (17-24), Creíble y (> de 24) Creíble. La segunda propuesta,
siguiendo a algunos autores como Lamb, Sternberg, Esplin, Hershkowitz, Orbach y Hovav
(citado en Godoy e Higueras, 2005) es de tipo binaria (0 si no está presente y 1 si está
presente) en un intento por evitar las interpretaciones personales del evaluador ante el
puntaje que indica que un criterio se encuentra “clara o fuertemente” presente,
proponiendo iguales categorías conclusivas y diferentes puntajes dado el menor número
total: No creíble (0-5), Probablemente creíble (6-8); Creíble (9-12) y Altamente creíble
(>13) (Salgado et al., 2005). Bajo estas miradas, el testimonio resultaba más creíble cuanto
mayor era el número de criterios presentes, teniendo en cuenta que la técnica ha sido

60
diseñada para evaluar la credibilidad y no la mentira, motivo por el cual no es posible
realizar conclusiones lineales inversas (a menor número de criterios, mayor es la
posibilidad de que el entrevistado mienta).

A lo largo de los años, diversas investigaciones han concluido que la metodología CBCA
posee un comportamiento diferenciado en función de diversas variables que influirían en
una mayor precisión de la misma, entre las cuales destaca el desarrollo cognitivo y la edad
del evaluado, considerando que las habilidades lingüísticas y de memoria se encuentran
mayormente desarrolladas en los adultos, y por tanto, influirían en el desempeño de la
técnica (Akehurst y cols., 2001; Parker y Brown, 2000; Colwell, 2002; Hofer, 1996; Porter
y Yuille, 1996, citados en Ballesteros, 2007; Vrij et al., 2004 citados en Godoy-Cervera e
Higueras, 2005; Navarro, 2006; Ballesteros, 2005; Vásquez, 2005). A esto, se suman los
resultados relacionados con la disparidad del valor discriminador de cada uno de los
criterios, todo lo cual dificulta la posibilidad de emitir conclusiones de tipo cuantitativas a
través de las propuestas mencionadas anteriormente. Por su parte, Steller y Böhn (2006)
critican la difusión anglosajona del sistema como un “procedimiento de recuento
psicométrico”, ejemplificando una sentencia del año 2002 del IV Consejo Judicial Penal del
Tribunal federal Supremo Aleman, donde los jueces habrían “Encontrado preocupante el
hecho que el análisis de la constancia no se efectuase de manera cualitativa, sino que se
interpretase como una „Mera relación cuantitativa‟ de concordancias y contradiciones en
relación al número total de los detalles de la declaración” (p.56.)

Así es que Offe (2000) y Miotto (2009), entre otros autores, proponen desde hace ya varios
años la valoración cualitativa de los criterios tomando en consideración la comparación con
la capacidad mental y comunicativa del niño(a) o adolescente evaluado, de las presiones o
influencias que pidiesen haber interferido en el testimonio entregado, el correlato
emocional manifestado y signos psíquicos de daño evidenciados en la evaluación.
Manzanero (2001) por su parte, refiere que:
“Ni en la época en que Steller y colaboradores (Steller, 1989; Steller y Boychuk, 1992;
Steller y Koehnken, 1989) publicaron sus trabajos ni en la actualidad, es posible realizar
una evaluación cuantitativa del grado de validez de una declaración. El nivel actual de
desarrollo del CBCA no permite sopesar los criterios o producir puntuaciones de corte. La

61
evaluación sólo puede ser cualitativa. Además, la evaluación de cualquier declaración
debe estar en relación con las capacidades verbales y cognitivas del niño y en relación con
la complejidad del suceso o sucesos que se describen”. (p.64).

Es por ello que Maffioletti (2008) sintetiza el consenso nacional respecto a la valoración
cualitativa de los criterios del CBCA en relación a los conocimientos específicos sobre las
fenomenologías de las agresiones sexuales y el cúmulo de pruebas en vista (pruebas
psicométricas, análisis de la carpeta investigativa, entrevista pericial psicológica), para
finalmente proceder a analizar la validez del procedimiento a través del listado de criterios
que a continuación se describen.

No obstante, la literatura especializada realiza una amplia crítica respecto a la falta de


objetividad que ello implica para el SVA, ya que su valoración final dependería de la
interpretación personal del evaluador respecto a la presencia o ausencia de los criterios
CBCA y del análisis de validez (Vrij, 2005 citado en Ballesteros, 2008).

III. Listado de Validez

Los organismos periciales chilenos (Maffioletti, 2008), han consensuado proponer la


denominación de esta fase de la metodología, como “Análisis y Valoración de los Criterios
de Validez” ya que ésta no corresponden al chequeo de la presencia o ausencia de los
mismos, sino a la guía de análisis que imprime cada uno de ellos, “Así, se considera que
cada criterio debe ajustarse a un conjunto de requisitos y de variables influyentes
considerados en los criterios de validez, para que de esta forma los resultados se presenten
sobre la base de características personales del evaluado, constituyéndose en una
evaluación enmarcada en la valoración clínica” (p.52). A saber:

A) Características psicológicas: los criterios contenidos en esta categoría, aluden a las


características del evaluado, necesarias de analizar y tener en cuenta al momento de
valorar el CBCA y el conjunto de otras evidencias tenidas en vista.

62
1. Lenguaje y conocimientos adecuados: habilidades comunicacionales, expresivas,
desarrollo cognitivo y conocimiento en materias sexuales que posee el niño,
esperables o no para el rango evolutivo por el que atraviesa.
2. Afecto apropiado: considerando de su particular estilo de funcionamiento psíquico a
través del establecimiento de su forma de funcionar básica, es necesario contrastar
si las emociones demostradas durante la evaluación, asociadas a la agresión que se
investiga, son esperables para dicho contexto o no.
3. Susceptibilidad a la sugestión: evaluación de la tendencia del evaluado a la
sugestión tanto previa como posterior a la evaluación de credibilidad, que permita
descartar la incorporación de elementos externos en su narración, que no
correspondan a una experiencia vivida.

B) Características de la entrevista: esta categoría incluye el análisis de los


procedimientos realizados durante la entrevista pericial.
4. Preguntas sugestivas, directas o coercitivas: corresponde a la presencia o ausencia
de este tipo de preguntas que atentan contra la objetividad de la misma, toda vez que
integran contenidos en su formulación o guían la respuesta entregada por el
evaluado.
5. Adecuación global de la entrevista: este criterio considera si el procedimiento
realizado se basa en las directrices establecidas por la metodología en general,
permitiendo con la información obtenida, la contratación de cada una de las
hipótesis iniciales confeccionadas.

C) Motivación para informar en falso: implica el análisis de los diferentes elementos


relacionados con la develación y posterior denuncia, ya sea, contexto de rivalidades,
ganancias secundarias para el evaluado o alguien de su entorno inmediato, lealtades
familiares, entre otros.
6. Motivación para declarar: valoración de las razones que llevan a la denuncia formal
de la presunta agresión.
7. Contexto de la revelación o informe original: se debe tomar en cuenta quién realiza
la develación inicial (el niño o un tercero), relación establecida con el denunciante

63
(familiar, conocido o desconocido), el contexto y la forma en que ésta se da (directa,
indirecta, accidental, circunstancial), y cualquier otra información relevante de
analizar. Para ello, es necesario complementar este criterio con el siguiente.
8. Presiones para informar en falso: existencia de influencias directas o indirectas
ejercidas por personas cercanas o lejanas al evaluado.

D) Cuestiones de la investigación: conlleva el análisis con elementos de fiabilidad


presentes en la investigación, tales como:
9. Consistencia con las leyes de la naturaleza: referido a la comparación del
testimonio con las leyes de la naturaleza o podrían ser atribuibles a alguna
psicopatología del evaluado o fantasía.
10. Consistencia con otras declaraciones: en éste, se analiza una vez más la
consistencia de su testimonio, tomando las instancias previas de declaraciones como
elementos de contraste tanto en su contenido como en su forma. Cabe destacar que
éstas deben ser valoradas y entendidas en su contexto, es decir, considerar que el
encuadre y lenguaje escrito policial, judicial, médico forense, escolar u otro donde
fue emitida el testimonio previo, difieren del psicológico forense.
11. Consistencia con otras evidencias: análisis del testimonio en función de toda la
información contenida en la carpeta investigativa tenida en vista, de allí la
relevancia de que el evaluador cuente con una amplia gama de conocimientos
básicos sobre otras materias forenses relacionadas que le permitan este ejercicio
(derecho, criminalística, medicina, etc.) tal como lo plantea

Las categorías conclusivas a las que el SVA permite llegar, han sufrido modificaciones en
la medida en que se han enriquecido los conocimientos sobre la metodología y la psicología
forense, proponiéndose la eliminación de aquellas que utilizaban la probabilidad
(“probablemente creíble”, “probablemente increíble”) como elemento definitorio, dadas las
imprecisiones de tipo forense y procesales que acarrearon, tales como la suposición por
parte de los jueces sobre la existencia de algún grado de probabilidad de lo contrario a lo
propuesto en las conclusiones finales, y por tanto, un espacio para la duda razonable al
momento de sentenciar. De este modo, el consenso nacional (Maffioletti, 2008) propone las

64
categorías creíble en aquellos casos en que la evaluación del testimonio cumple con los tres
ejes del SVA; no creíble en la medida en que no cumple o lo hace de modo parcial con
algunos de los ejes. En esta categoría, se incorporan las críticas respecto al desempeño
diferenciado de los menores de edad dependiendo de su edad y desarrollo cognitivo,
estableciendo que la carencia de criterios en el CBCA por sí sola, no implica
necesariamente la no credibilidad del relato, obligando al evaluador a contemplar el peso
del resto de la información obtenida y tenida en vista. Finalmente, se opta por la categoría
indeterminado para referirse a aquellos casos donde la metodología no permite una
valoración clara y segura de alguno de los dos polos antes mencionados, ya sea porque el
relato no cuenta con la extensión ni contenidos mínimos para ser analizados, porque no fue
posible obtener un testimonio o porque la validez del procedimiento se ve cuestionada.

A pesar de haber sido mencionado en los apartados anteriores, resulta relevante insistir en
la idoneidad del profesional que utilice la metodología, tal como lo plantean las normas
expuestas por los tribunales alemanes (Steller y Böhn, 2006) para optar entre psicólogo o
psiquiatra al momento de solicitar un peritaje de credibilidad de testimonio:

“[…]si a un juez, a la hora de determinar la credibilidad de la declaración de un testigo, le


parece necesario un dictamen pericial, recurrirá a un psicólogo siempre y cuando se trate
de procesos normales de percepción, memoria o pensamiento. Esto también es aplicable a
testigos con un retraso mental. Sólo se considera necesario poseer conocimientos
psiquiátricos especiales si el testigo presenta alguna enfermedad mental o si por motivos
psicopatológicos actuales se pone en duda la capacidad testimonial” (p. 58).

Lo anterior, se ha constituido en un elemento deontológico de la práctica psicológica


forense, entendiendo que durante los años de desarrollo de la metodología y psicología del
testimonio en su amplio contexto, han cobrado relevancia malas praxis que tergiversan el
espíritu inicial y las bases metodológicas del sistema. De esta forma, el profesional que
realice la evaluación, debe ser necesariamente psicólogo con formación en el área forense y
obviamente en la metodología aplicar (SENAME, 2004). Asimismo, es requisito para su
aplicación, que éste cuente con conocimientos en diversas áreas psicológicas tales como

65
psicología evolutiva, psicometría, neurociencias, etc., así como también, conocimientos
básicos en otras materias que le permitan comprender las distintas informaciones
contenidas en la carpeta investigativa: medicina forense, criminología, criminalística,
derecho procesal y penal, entre otros (Alonso-Quecuty, 1999). En este sentido, no resulta
un impositivo el manejo acabado de ciencias específicas que colaboran con la investigación
criminal y/o judicial, pero sí al menos, uno tipo ético el consultar a los facultativos idóneos
en las materias al momento de pronunciarse sobre ellas para no exceder los límites de la
propia disciplina psicológica.

3.1.3 Investigaciones sobre la técnica SVA

Siguiendo los planteamientos de Cantón y Cortés (2003), este método se ha aplicado a


cientos de casos de agresiones sexuales infantiles en Alemania, como los 43.000 analizados
por Arntzen (1993) o los de Undeutsch (1982) publicados en el Bouchmer Institut fir
Gerichtspsychologie, lo que refuerza su indiscutible sustento empírico. No obstante, dichas
publicaciones no mencionan mayores antecedentes respecto a los procedimientos
utilizados, que permitan un pronunciamiento sobre su validez y fiabilidad. Es por ello que
el desarrollo que la técnica ha sido sustentado desde su primera publicación, a través de la
realización de diversos estudios internacionales y nacionales, ya sean experimentales o de
campo, centrados en el CBCA como parte central de la metodología, analizando el valor
general e individual de sus criterios.

Considerando las múltiples críticas realizadas a las investigaciones experimentales respecto


a su validez externa o ecológica, es decir, la escasa posibilidad de extrapolación sus
resultados dadas las características artificiales de estudio que no representan el contexto
real de las presuntas víctimas de agresión sexual (Undeutsch, 1982,1984; Arntzen, 1983 y
Trankell, 1972 citados en Steller y Köhnken, 1994), sumado a los fines de la presente
investigación, solo se centrará la atención en aquellas investigaciones de campo que
utilizaron como muestras, las declaraciones reales de niños en casos de agresiones sexuales.
En ellas, un elemento relevante en términos metodológicos, es el uso de pruebas externas
para la diferenciación de aquellos casos reales y de los que no lo son. Este es el caso de los
primeros estudios de campo sobre la validez del CBCA realizado por Boychuk, Esplín y

66
Raskin (citado en Steller y Köhnken, 1994), Boychuk (citado en De Paúl, 2004) y Lamb,
Sternberg, Esplín, Hershkowitz y Hovav (citado en Cantón y Cortés, 2003), donde se
utilizaron como criterios externos de contraste para el análisis de la validez de los criterios
del CBCA, la confesión del autor, evidencia médica de la víctima, condena como resultado
del proceso judicial o declaración incriminatoria de otros testigos para aquellos casos
confirmados, mientras que para aquellos no confirmados, se utilizó la ausencia de evidencia
médica y confesión del autor, resultados de inocencia del polígrafo, evaluación de expertos
que indicaba que la agresión probablemente no había ocurrido y desestimación judicial del
caso. Cabe destacar que en aquellas investigaciones tendientes a evaluar la validez de la
metodología donde no se utilizaron estas pruebas externas, la diferenciación de los casos se
realizó a partir de los mismos resultados de la aplicación del CBCA, lo que genera
conclusiones tautológicas sesgados con relevantes deficiencias metodológicas (Littman y
Szewezyk, 1983; Lamers-Winkelman y Buffing, 1996; Casado Romera, Básquez, Vecina,
citados en De Paúl, 2003).

En relación a la capacidad de la técnica para diferenciar entre testimonios verdaderos y


falsos, las investigaciones resultan concluyentes (Vrij, 2005), confirmando la hipótesis de
Undeuthsch respecto de que ambos testimonios diferirían en sus contenidos. No obstante,
los resultados en cuanto al desempeño de los criterios a nivel individual son más disímiles.

Boychuk (1991) concluye que 13 de los 19 criterios del CBCA permitían diferenciar las
declaraciones de casos “confirmados” y “dudosos”, de aquellos “probables”; a saber:
características generales, contenidos específicos, detalles inusuales y superfluos,
asociaciones externas relacionadas, alusiones al estado mental subjetivo del menor,
atribuciones al estado mental del agresor, correcciones espontáneas y perdón al agresor),
mientras que para Boychuk et al. (1988.) sus resultados resultan más mesurados,
coincidiendo en los criterios detalles inusuales, detalles superfluos, correcciones
espontáneas, elaboración no estructurada, para luego seguir con descripción de
interacciones, reproducción de conversaciones y complicaciones inesperadas durante el
incidente. Lo mismo ocurre con Lamb et al. (1997) quienes realizan un estudio utilizando
sólo 14 criterios del CBCA cuyos resultados encontraron menos diferencias significativas

67
que Boychuk, siendo aquellos criterios con mayor poder discriminatorio entre las
declaraciones “plausibles” (muy probables y probables) y de las “no plausibles” (bastantes
improbables y muy probables), los de elaboración no estructurada, cantidad de detalles,
incardinación en el contexto, descripción de interacciones y reproducción de
conversaciones. Esto se repite en el estudio de Craig et al. (1999) quienes luego de
examinar 48 declaraciones de niños presuntamente agredidos sexualmente (entre 3 y 16
años) utilizando como prueba de conformación la confesión del autor y/o una prueba de
polígrafo en la misma línea y para el descarte del caso, la retractación detallada y creíble
del niño y/o resultados de la prueba del polígrafo sugiriendo que el acusado decía la verdad,
analizaron las declaraciones con sólo 14 criterios del CBCA, donde el promedio de
puntuación de los casos confirmados (7,2) fue ligeramente superior a la puntuación media
de los casos dudosos (5,7).

Por su parte, Juárez (2004) realizó una investigación donde analiza exhaustivamente los
criterios del CBCA, delimitando a 11 los criterios válidos y discriminativos. De este modo,
sustituye y complementa los criterios de realidad del SVA con 8 criterios derivados de
diversos estudios psicosociales sobre el tema de las agresiones sexuales y la evaluación de
credibilidad: presencia del secreto impuesto; existencia de reglas comportamentales;
obtención de favores y de beneficio; progresión en el abuso; relación envolvente con el
agresor; disminución relacional del menor; aparición de síntomas psicológicos; y modelo
de vinculación dependiente. De este modo, la prueba complementada con los criterios
psicosociales PC-CBCA conformada finalmente por 19 criterios, posee una mayor
fiabilidad que la prueba CBCA original, agregando en su propuesta, una Guía para la
Exploración del Abuso Sexual Infantil en base a 5 hipótesis de confirmación (GEA-5)
denominando al sistema en su totalidad, Evaluación de la Credibilidad Narrativa.

De las investigaciones anteriormente expuestas, es posible concluir que los criterios que
presentarían mayor consenso respecto a su poder discriminatorio estarían la elaboración no
estructurada, cantidad de detalles, descripción de interacciones. En este mismo sentido,
Ballesteros (2008) cita un metanalisis de diversos estudios realizados desde 1982 a 1999
sobre los tres componentes del SVA, realizado por Garrido y Masip (2001) quienes
plantean que los criterios con un mayor poder discriminativo son: cantidad de detalles,

68
engranaje contextual, reproducción de conversaciones y elaboración inestructurada;
coincidente con el realizado por Vrij (2005).

Ballesteros (2008) agrega que los criterios reproducción de conversaciones y dudar del
propio testimonio se presentan en las investigaciones como buenos discriminadores de las
dos condiciones, falsedad-credibilidad, coincidentes con lo mencionado por Littman y
Szewczyk (1983). Garrido y Masip (2001) encontraron que cuatro criterios del CBCA a
pesar de discriminar positivamente en la gran mayoría de los estudios, en algunos aparecen
discriminando en sentido contrario al hipotetizado, es decir, se encuentran con más
frecuencia en declaraciones falsas.

Por el contrario, según los estudios revisados, los criterios que menos poder discriminatorio
tendrían, serían incomprensión de detalles narrados con precisión, asociaciones externas
relacionadas, dudas sobre el propio testimonio y autodesaprobación (Boychuk, et al.,
1998) y atribuciones al estado mental del agresor (Litman y Szewczyk, 1983). Ballesteros
(2008.) agrega los encontrados por Garrido y Masip en cuanto a los criterios admisión de
falta de memoria, correcciones espontáneas y detalles superfluos combinan su poco poder
discriminativo con una baja fiabilidad interjueces y/o fiabilidad temporal, por lo que según
estos autores sería adecuado eliminarlos, mientras que (Vrij, 2005) aludiría a los de
autodesaprobación, incomprensión de detalles narrados con precisión y dudar del propio
testimonio.

Anson, Holding y Gully (citado en Cantón y Cortés, 2004) por su parte, establecieron como
objetivo de estudio, evaluar la fiabilidad interjueces mediante una investigación de campo
consistente en que un número de entre 2 y 4 evaluadores analizaran declaraciones
videograbadas de 23 casos reales de agresiones sexuales en los que se consideraba
confirmada la culpabilidad del acusado, sin encontrarse información sobre la forma en que
ello se realizó. Sus resultados revelaron aquellos criterios que presentaban una fiabilidad
adecuada (RE<0.50): perdón al agresor, dudas sobre el propio testimonio, atribuciones al
estado mental del agresor, incomprensión de detalles relatados con precisión,
autodesaprobación, reproducción de conversaciones, cantidad de detalles, estructura
lógica y complicaciones inesperadas durante el incidente. El segundo grupo quedó

69
conformado por los criterios que evidenciaban una fiabilidad marginal (0.30>RE <0.50),
como detalles superfluos, incardinación en contexto, detalles inusuales y correcciones
espontáneas; mientras que el tercer grupo quedó conformado por aquellos criterios que
presentaban una fiabilidad inadecuada (RE< 0.30), como la admisión de faltas de memoria,
asociaciones externas relacionadas, descripción de interacciones, alusiones al estado
mental subjetivo del menor, producción no estructurada y detalles característicos. De Paúl
(2004) refiere que una de las desventajas del estudio radicó en el uso de video grabaciones
y no en transcripciones de los relatos como sugiere efectuar el análisis en la práctica. En
esta misma línea, Vrij, Akehurst, Soukara, y Bull (citado en Vrij, 2005) obtienen un
acuerdo entre evaluadores respecto de la puntuación total del CBCA calificado con la
categoría excelente. Horowitz, Lamb, Esplín, Boychuk, Krispin y Reiter-Lavery (citado en
Vrij, 2005) por su parte, realizaron un estudio enfocado a calcular la fiabilidad interjueces y
la fiabilidad test-retest, donde 3 observadores entrenados en el CBCA analizaron 100
transcripciones de casos reales de agresiones en dos momentos diferentes, donde la segunda
se realizaba 7 meses después. Los criterios que presentaron una mayor fiabilidad
interjueces fueron estructura lógica, incomprensión de detalles narrados con precisión,
dudas sobre el propio testimonio, autodesaprobación y perdón al agresor. Los que
presentaron menor fiabilidad fueron: admisión de falta de memoria, detalles superfluos y
correcciones espontáneas. En cuanto a la fiabilidad test-retest, resultó ser alta en general,
aunque los criterios más bajos correspondieron a correcciones espontáneas, admisión de
falta de memoria y detalles característicos, proponiendo los autores por tanto, que los
criterios que presentaban una baja fiabilidad interjueces deberían ser eliminados o descritos
en forma más precisa: detalles superfluos, admisión de falta de memoria, correcciones
espontáneas, detalles inusuales y asociaciones externas relacionadas. De este modo, los
estudios en torno a la fiabilidad interjueces de la técnica, permiten sugerir que las
puntuaciones totales CBCA son más confiables que las calificaciones de los criterios
individuales.

En relación a otra variable de análisis, diversos autores (Alonso-Quecuty, 1999; Vrij, 2005;
Navarro 2006) han hecho hincapié en la edad de las presuntas víctimas como uno de los
factores que influirían en una mayor precisión del CBCA ya que las habilidades lingüísticas
y de memoria, más desarrolladas en los adultos, influirían en el desempeño de la técnica

70
como lo refleja el estudio realizado por Anson et al. (1993) donde la edad de los declarantes
al momento de la entrevista, correlacionaría positivamente con seis de los criterios:
estructura lógica, adecuación contextual, descripción de interacciones, reproducción de
conversaciones, perdonar al agresor y detalles característicos. Lamers-Winkelman y
Buffing (citados en De Paúl, 2004) agregan que en los casos de niños cuyas edades se
encuentran entre los 2-3 años, se presentaban con menor frecuencia los criterios
incardinación en contexto, descripción de interacciones, reproducción de conversaciones,
detalles superfluos, admisión de falta de memoria y detalles característicos, resultados que
De Paúl (2004) considera pudieran verse alterados por no haber diferenciado las
declaraciones verdaderas de las falsas. No obstante, dichos resultados se encuentran
ratificados por Boychuk (1991), quien comparó las puntuaciones CBCA de las
declaraciones de los niños de diferentes grupos de edad (edad que iba de 4 a 16 años de
edad) encontrando que las descripciones de interacciones, las alusiones al estado mental
del perpetrador, admisión de la falta de memoria y autodesaprobacióin se encontraban
presente más a menudo en las declaraciones de los niños mayores (entre 8 y 16 años) que
en las declaraciones de los niños más pequeños (entre 4 y 7 años). En este mismo sentido,
tanto los estudios realizados por Lamb, et al. (1997) como por Santtila, Roppola, Runtti y
Niem (citados en Olea y Rivera, 2005) encontraron una relación significativa entre la edad
de los niños y la puntuación del CBCA donde los testimonios de los niños mayores
contendrían un mayor número de criterios que la de los niños más pequeños. Estos últimos
autores junto a otros (Davies y Fivush, Haden, y Adam citados en Vrij, 2005), también
comprobaron que la edad, habilidades cognitivas y verbales del niño(a), así como la
conducta del entrevistador influían en el número de criterios del CBCA que se presentaban
en las declaraciones, independiente de que éstas fueran verdaderas o falsas por lo que
resulta menos esperable que niños pequeños entreguen detalles de lo vivido, de allí que se
encuentren con menor frecuencia los criterios 3 (presencia de detalles), 5 (descripción de
interacciones), 6 (reproducción de conversaciones); 8 (detalles inusuales) y 9 (detalles
superfluos). Vrij agrega que los niños menores de 8 años poseen dificultades para ver el
mundo desde la perspectiva de otra persona (Flavell, Botkin, Fry, Wright, y Jarvis, 1968),
por lo que el criterio 13 relacionado con alusiones al estado mental del agresor es poco
probable que se presente en los testimonios niños pequeños quienes no poseen

71
desarrolladas o se encuentran en un proceso progresivo de maduración de las capacidades
metacognitivas, por lo que tienen menos probabilidades de ser conscientes de las lagunas en
su memoria (criterio 15 Admisión de falta de memoria). En síntesis, es posible concluir
que la adecuación contextual, la descripción de interacciones, la reproducción de
conversaciones, la admisión de falta de memoria y los detalles característicos del
incidente, serían criterios del CBCA que guardan relación con la edad del niño evaluado,
por lo que se encontrarían en desventaja.

Por otra parte, algunos estudios han puesto en duda la validez del instrumento en términos
generales y específicos. Este es el caso del realizado por Esplín et al. (1988) quienes
analizaron la validez del CBCA en casos reales diferenciados en “confirmados” y “no
confirmados”, donde este sistema de criterios no se habría mostrado como una herramienta
significativamente útil para diferenciarlos correctamente. Para Wells y Loftus (1991), estos
resultados debería considerarse con prudencia debido a ciertos factores metodológicos que
podrían haber afectados los resultados. Así, refieren que las edades de los casos
“confirmados” y no confirmados fluctuaban excesivamente, quedando en el grupo de los no
confirmados aquellas declaraciones de menores de 5 años; además, habría participado un
solo psicólogo como evaluado, lo que no habría permitido calcular la fiabilidad interjueces.
De allí, que Lamb, et al. (1997) llegaran a la conclusión de que el bajo nivel de precisión
del sistema, hace que no tenga la suficiente fiabilidad y validez como para utilizarlo con
fines judiciales.

En definitiva, de las investigaciones antes mencionadas, es posible consensuar que el


sistema criterial CBCA permite diferenciar declaración verídicas de aquellas que no lo son
en casos de agresión sexual, por tanto, resultaría una herramienta válida para estos fines.
No obstante, a nivel de criterios, los estudios revisados evidencian disparidad en sus
resultados, refiriendo que no todos los contenidos poseen el mismo peso a la hora de
valorar la credibilidad Alonso-Quecuty (1999). Más aún, el peso a otorgar a cada uno, no
posee un valor estándar ya que depende de múltiples factores que van desde la edad del
menor a la complejidad del episodio, tomando en consideración factores tan diversos como
el paso del tiempo o el número de ocasiones en las que el menor se ha visto obligado a
repetir su relato:

72
“Tiene la indudable ventaja de ser un método formulado para y por el ámbito forense y la
limitación de que su validez disminuye en función de factores como la edad del niño, el
tiempo transcurrido desde el suceso, la información postevento, el número de
interrogatorios y la complicación del suceso. Otras fuentes de distorsión pueden ser los
tratamientos en curso si estos se inician antes del análisis del testimonio” (Vásquez, 2005;
págs.123-124).

De allí la necesidad de recordar que los criterios deben considerarse como parte de un
conjunto global denominado SVA y no de modo aislado.
Finalmente, tal y como lo plantea Juárez et al (2007; p. 31) retomando las palabras de
Steller, “es el carácter heurístico del SVA el que le otorga la posibilidad y necesidad de ser
estudiado, analizado y comprobado en permanentes investigaciones que permitan
incrementar la precisión y la sensibilidad del propio instrumento”.

3.2 Fundamentos de la técnica CAVAS-INSCRIM

El Centro de Atención a Víctimas de Atentados Sexuales (CAVAS) dependiente del


Instituto de Criminología de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), nace en el año
1987 con el objetivo de realizar una labor asistencial reparatoria integral a las víctimas de
agresiones sexuales y una de tipo educativa preventiva a la comunidad. Al poco tiempo
iniciada su labor, resultó necesario realizar investigaciones científicas en el área a modo de
contribuir al conocimiento de la problemática de manera objetiva y científica (CAVAS,
2003). Así, según informa la institución en sus diversas publicaciones internas, a partir de
1992 surge una nueva demanda del sistema de justicia respecto a la solicitud de informes
que den cuenta de la magnitud del daño ocasionado a las personas que han experimentado
victimizaciones sexuales, así como también, de la validez de sus testimonios entregados, lo
que en aquel entonces se denominaba “test de veracidad”. De este modo, se inicia
progresivamente la conformación del equipo pericial que en el año 2003 se instaura
organizacionalmente como un ente paralelo al Equipo Clínico encargado de la reparación
psicológica de los niños, niñas, adolescentes y adultos en esta temática. El Equipo Pericial
asumió la misión de aunar conocimientos, estudiar las distintas propuestas metodológicas

73
de evaluación pericial, lo que sumado a la experiencia clínica e investigaciones realizadas
por el CAVAS, dan origen a una metodología propia basada en los aportes teóricos y
experimentales internacionales y principalmente, en la experiencia nacional en la temática,
la que permite evaluar la credibilidad discursiva de aquellas personas que han sido
presumiblemente víctimas de agresión sexual (Navarro, 2006). A ésta, se le denomina
Metodología de Evaluación Clínico Pericial CAVAS-INSCRIM, en un intento por dar
cuenta de la relevancia que poseen los elementos clínicos que la sustentan, así como
también, de la relación diferenciadora que une al Equipo Pericial con el Instituto de
Criminología dependiente de la PDI, desde donde surge uno de los ejes fundamentales de la
metodología, el enfoque criminológico asociado al carácter policial de la institución.
En este sentido, la autora señala: “En esta metodología convergen distintos conocimientos
interdisciplinarios, siendo un elemento central, el desarrollo de criterios propios para la
evaluación de la credibilidad discursiva” (Navarro, 2006; p.35). Así, las bases teóricas que
sustentan la metodología, se pueden dividir en tres grandes ejes:

a) Psicología Jurídica: Esta área aplicada de la psicología y su desarrollo, han


constituido el sustento de la evaluación de la credibilidad discursiva en víctimas de
delitos sexuales. En primer lugar, dados los aportes de la psicología del testimonio
frutos de la investigación en los campos de la psicología experimental y social en la
determinación de la calidad testimonial de los testigos presenciales de delitos,
accidentes o sucesos cotidianos (referencia). En segundo lugar, la psicología jurídica
como un marco amplio que engloba todos aquellos ámbitos de acción de la psicología
en asociación y colaboración con el derecho, ha desarrollado sustentos metodológicos
propios que han determinado los estándares técnicos de toda evaluación psicológica
forense (Alonso-Quecuty, 1994; Ballesteros, 1998; Fabian, 2001; Johnson & Raye,
1981; Manzanero, 2001; Miotto, 2001; Undeutsch, 1954). En este sentido, el
conocimiento progresivo de la metodología SVA desde la entrada en vigencia de la
Reforma Procesal Penal en Chile en el año 2000, se ha constituido en una fuente de
retroalimentación y complementación para la metodología CAVAS- INSCRIM,
considerando que su creación obedece a un proceso de sistematización de
experiencias y conocimientos similar al que originó la metodología nacional, y los

74
resultados obtenidos a través de los múltiples estudios de los que ha sido objeto
durante los últimos 30 años. En definitiva, los múltiples avances de las distintas áreas
de la psicología jurídica son integrados de manera permanente en un ejercicio de
perfeccionamiento tanto de la metodología misma como de los profesionales.
b) Conocimientos teóricos y clínicos sobre las agresiones sexuales y temáticas
asociadas: Dice relación con las características y diferencias que se encuentran en las
diversas formas que pueden adquirir las agresiones sexuales y las consecuencias que
acarrean para quienes las experimentan (Barudy 1998, 1999; Perrone & Nannini;
1997; Glaser & Frosh, 1997; Finkelhor,1980; Finkelhor y Browne, 1985; Huerta y
Navarro, 2001; Huerta, Maric y Navarro, 2002; Aliste, Carrasco y Navarro, 2003 en
Navarro, 2006). A ellos se suman, los aportes teóricos y prácticos de la
psicopatología, psicología experimental, evolutiva, cognitiva y neurociencias en
general. Estos saberes resultan fundamentales al momento de comprender y analizar
los temas que se pretenden evaluar, resultando un imperativo tanto para los
profesionales como para el equipo en su totalidad, encargado de retroalimentarlos y
actualizarlos.
c) Conocimientos criminológicos y criminalísticos: Estos elementos resultan el elemento
diferenciador de la metodología según CAVAS (2004) al ser incorporados desde su
creación. Así, la criminología y el derecho, entrega una mirada integral del fenómeno
criminal y sus implicancias jurídicas, mientras que la criminalística aporta el análisis
de las evidencias. Éstas, se establecen como elementos “objetivos” y respaldados
respecto de las condiciones y circunstancias en que ocurrieron los hechos que se
investigan, y de las consecuencias materiales de los mismos (informes sobre el
espacio físico, evidencia médico-legal de la víctima y/o el imputado, declaraciones
previas de la víctima, imputado y testigos, contexto en que se habría producido la
develación y denuncia de los hechos, etc), establecidos en forma previa durante la
investigación llevada a cabo por el Tribunal o la Fiscalía correspondiente, que
permiten contrastar la realidad psíquica (relato) con la realidad material. Cabe
destacar, que la incorporación de estos elementos dice relación con el nutritivo
vínculo establecido con el Instituto de Criminología desde donde se han podido
incorporar los conocimientos interdisciplinarios que convergen en la PDI

75
(profesionales de áreas sociales, criminólogos, investigadores policiales), aportando
un método investigativo que tiene por objetivo la formulación de hipótesis iniciales de
trabajo y la búsqueda de evidencias (Al-Konr, 2003 en Navarro et al., 2004). Estos
conocimientos resultan también ejes orientadores del proceso de formación del
evaluador del Equipo Pericial del CAVAS Pericial, en la medida en que se
constituyen en un imperativo técnico para la comprensión y aplicación de la
metodología, aprendizaje que retroalimenta con el devenir cotidiano de la labor en el
Centro.

3.2.1 Descripción de la técnica CAVAS-INSCRIM

A partir de este marco conceptual y la experiencia acumulada en víctimas de agresiones


sexuales de todas las edades (infantiles, adolescentes y adultas), se desarrolla una
metodología para la evaluación de la credibilidad discursiva sin distinción de edad para su
aplicación, la que junto a sus protocolos de aplicación y análisis ha sido difundida en
distintas publicaciones internas y externas (Cavas, 2004; Navarro, et al., 2004; Navarro,
2006), así como también, académicamente. En dichas instancias, se han definido las
diversas etapas que la metodología contempla, a saber:

1. Análisis criminológico de expedientes: La metodología CAVAS-INSCRIM comienza


con el análisis en profundidad de los antecedentes contenidos en la carpeta
investigativa, entendiéndolo como un paso indispensable en la metodología (Alonso-
Quecuty, 1999; Manzanero, 2001; Sename, 2004; Saborío, 2005; Maffioletti, 2008).
Entre la información posible de contar se encuentra aquella respecto del espacio físico
(Fijación fotográfica del sitio del suceso, otras descripciones), evidencia médico legal
de la víctima (examen de ginecología forense), evidencia médico legal del imputado
(examen físico, pruebas de ADN, otros), declaraciones previas de la víctima
(judiciales, policiales, ante la Fiscalía), declaraciones del imputado (judiciales,
policiales, ante la Fiscalía), otras declaraciones de testigos y/o implicados (judiciales,
policiales, ante la Fiscalía), y otros antecedentes relevantes como la historia vital de la
presunta víctima (informes escolares, médicos, psicológicos, otros) y antecedentes de

76
la historia vital del imputado (historia delictual, condenas previas, informes médicos,
psicológicos, otros). (CAVAS, 2004).

Lo anterior, cobra sentido en la medida en que permite el establecimiento de hipótesis


iniciales de trabajo en base a las propuestas de Raskin y Esplin (1991 citado en
Juárez, 2004), y Offe (2000). De este modo, se esbozan aquellas hipótesis que tienen
directa relación con el caso “[…]en la evaluación psicológico-testimonial sólo se
tiene que comprobar las hipótesis de las que existen indicios” (Steller y Böhn, 2006)
y no en sentido teórico abstracto. Para ello, se identifica información en los
antecedentes del caso investigado que presenten alguna relevancia de interés forense.
Así, cada antecedente es analizado en forma independiente en contraste con los
hechos que se denuncian y posteriormente, en su relación con el resto de la
información, con el objetivo de construir explicaciones tentativas del caso que refuten
o validen la ocurrencia de los mismos (Saborío, 2005). En este ejercicio inicial, se
debe tener en cuenta que cada antecedente puede convocar diferentes postulados que
tiendan hacia la misma dirección o ser contradictorias entre sí (Navarro et al., 2004).
De este modo, cada una de las hipótesis iniciales configuran un esquema que permite
guiar la entrevista semiestructurada y su indagación, con el objetivo de contrastarlas y
arribar finalmente a la hipótesis principal que, en complementariedad con el resto de
la información obtenida en el proceso de evaluación, guiará la elaboración del
informe final. Todo esto, debe realizarse permitiendo la incorporación de cualquier
nuevo antecedente no tenido a bien con anterioridad, que pudiese reforzar, rechazar o
configurar una nueva hipótesis.

Por otra parte, la metodología incorpora las preocupaciones sobre la neutralidad del
proceso planteadas por diversos autores (Underwager, Wakefield, Legrand, Bartz y
Ericsson, 1986; White, Strom, Santilli y Halpin, 1986 citados en Alonso-Quecuty,
1999; Mioto, 2009), a través de requisitos metodológicos indispensable para su
realización. Uno de ellos, implementado en esta etapa, es la supervisión presencial de
par que implica la presentación de las hipótesis y antecedentes relevantes del caso por

77
parte del perito a cargo del caso, a otro profesional psicólogo que oficiará de dupla
con el objetivo de enriquecer el rigor metodológico y análisis a realizar.

2. Entrevista clínico-pericial: Para la comprensión de la forma en que esta etapa se lleva


a cabo, resulta necesario aclarar que el relato entregado por el evaluado es concebido
como una producción lingüística fruto de una interacción comunicativa, según los
planteamientos de la Teoría del Discurso y la Teoría de los Actos de Habla (Van Dijk,
1996 en Navarro, 2006), lo que implica comprenderla como una intención de
comunicación a través del discurso en sí mismo, como de los elementos
paralingüísticos; de allí que la metodología pretenda integrar estos elementos al
contenido del análisis de la información. Lo anterior, resulta relevante en la medida en
que se comprende la pericial psicológica como una instancia particular de entrega de
información, motivo por el cual se denomina testimonio a dicha producción evitando
la utilización de los términos declaración, en la medida en que ésta representa el
resultado de una interacción con características judiciales y policiales que difirieren
en forma y objetivos a la realizada en la psicología forense.

Asimismo, es necesario aclarar otro punto diferenciador de la metodología CAVAS-


INSCRIM (Navarro, 2006), que dice relación con el carácter clínico de la entrevista,
el que permite cumplir con los objetivos de la entrevista, agrupados en los siguientes
puntos:
Evaluar nivel de desarrollo y características del funcionamiento psíquico del
evaluado, que permita el contraste con la producción comunicativa manifestada
durante la evaluación y las hipótesis iniciales esbozadas.
Obtener relato respecto de los hechos, que permita evaluar su forma, contenido y
la conducta analógica asociada a éste con el objeto de valorar su credibilidad
discursiva.
Evaluar la presencia de sintomatología concomitante y/o elementos clínicos
significativos que permitan establecer la posible existencia de daño psicosocial
asociado a la experiencia relatada.

78
Para cumplir con estos objetivos, se realiza una entrevista semiestructurada a partir de
las hipótesis esbozadas inicialmente, la que va enriqueciéndose de acuerdo a los
contenidos que surjan durante de desarrollo de la misma. Esta entrevista es idealmente
videograbada o en su defecto, grabada en audio con lo que se pretende por un lado,
transparentar la obtención de la información, los procedimientos realizados y en lo
posible, evitar la victimización originada por las intervenciones múltiples (De Licitra,
2001). Por otra parte, esta entrevista se realiza en una sala de espejo unidireccional
con el objetivo de controlar metodológicamente la misma, a través de la presencia de
la dupla profesional quien apoya el proceso tras espejo, retroalimentando al perito,
guiando su indagación y evidenciando aquellos posibles sesgos que pudiesen afectar
la validez del proceso (Olea y Rivero, 2007). Una vez finalizada, este segundo
profesional es el encargado de entregar una crítica constructiva sobre todos los
aspectos de la tarea pericial, así como también, de participar en el análisis final de los
resultados obtenidos.
Las etapas por las que atraviesa la entrevista son:
a) Inicio y Rapport: Para dar inicio a esta etapa, se realiza un consentimiento
informado respecto del proceso que se realizará, donde se le explica al evaluado
y/o adulto responsable (en el caso de menores de edad y adultos con
discapacidad cognitiva) las características del proceso de evaluación y sus
alcances, solicitándole su aprobación y participación. Asimismo, se indaga sobre
los conocimientos que el evaluado posee de la evaluación para tener en cuenta el
nivel de información que éste maneja y la forma en que denomina y explica la
experiencia investigada, con el objetivo de utilizar sus propios términos para
evitar la introducción de contenidos por parte del evaluador.

En esta etapa, el objetivo principal apunta al establecimiento de un vínculo


adecuado entre evaluado y entrevistador, facilitado por un ambiente acogedor,
acorde a su edad, procurando mantener estabilidad en dichas condiciones, que
permita finalmente el abordaje de contenidos neutros referidos a todos aquellos
aspectos de la vida del evaluado que se relacionan de manera tangencial a los
hechos, que permitan conocer su historia vital, génesis de sus características

79
personales de funcionamiento, daño psicosocial asociado a otros factores e
iniciar el permanente contraste de las hipótesis iniciales de trabajo. El abordaje
de estos contenidos obedece a una rigurosidad de la metodología y no son
establecidos indistintamente, sino que planificados previamente, en la lógica de
menor a mayor relación con los hechos que se investigan, potenciando que el
relato específico sobre éstos surja de manera realmente espontánea y no frente a
una consigna.
b) Desarrollo: Si el relato de los hechos no surge de manera espontánea, se
realizan preguntas que representen una invitación a la narración libre (De Paúl,
2004) reencuandrando al evaluado e invitándolo a recordar lo referido
inicialmente respecto al motivo de evaluación. Cuando ninguna de las acciones
descritas permite el surgimiento espontáneo del testimonio, se estimula la
producción comunicativa a partir de la pregunta psicolegal emanada por la
entidad judicial solicitante. Al igual que lo planteado por el SVA, se favorece el
uso de preguntas abiertas que faciliten el recuerdo libre, donde se limita al
máximo las intervenciones del entrevistador luego de lo cual se procede a la fase
de indagación donde se realizan preguntas focalizadas tendientes a estimular la
memoria episódica del examinado y observaciones directas respecto a los dichos
textuales del emisor con el objetivo de aclarar y/o ampliar la información
entregada evitando preguntas sugestivas, cerradas o con alternativas. Estás
últimas se utilizarán en la medida de lo estrictamente necesario en torno a la
contrastación de la hipótesis central aún no despejada. A continuación, se evalúa
la necesidad de aplicar alguna prueba psicológica entendiendo que éstas son
solo una faceta del proceso de evaluación psicológica (Saborío, 2005); en caso
de serlo, se seleccionan las pruebas psicológicas pertinentes al caso, en función
de diversos criterios (edad, utilidad, características psicológicas del evaluado,
entre otras).

En el caso de que el evaluado sea menor de edad o presente discapacidad


cognitiva, se contempla la realización de una entrevista al adulto responsable

80
con el objetivo de conocer mayores antecedentes anamnésicos, del desarrollo,
escolares, sociales y familiares, así como también, respecto a la denuncia.
c) Cierre: se procura en esta etapa cerrar la entrevista a través de temas neutrales
de interés que se asocien afectivamente a emociones agradables con el objetivo
de que el evaluado vuelva a un estado psicológico basal que le permita continuar
con su cotidianeidad.

Respecto al número de entrevistas realizadas, éste será el necesario para el


cumplimiento de los objetivos de la evaluación, regidos bajo el principio de la mínima
intervención entendiendo las características, duración e implicancias del proceso
judicial. Asimismo, durante el proceso, se respetará el derecho de la presunta víctima
y de su adulto responsable en el caso que corresponda, a no colaborar en la evaluación
si esa es su voluntad.
3. Análisis de la credibilidad discursiva: De acuerdo a Navarro (2006), la construcción
de las categorías de análisis surgen de un proceso inductivo de generación de
conocimientos basado en la constatación de recurrencias empíricas observadas en los
relatos sobre agresiones sexuales, por parte de los distintos profesionales del CAVAS
durante los más de 10 años de experiencia acumulada al momento de la creación de la
metodología entre los años 2000-2003. Así, estas recurrencias observadas se
constituyen en criterios de análisis y por tanto, indicadores de credibilidad, bajo la
hipótesis de que éstas se encontrarían presentes en un relato sobre una experiencia de
agresión sexual vivida, así como también, de otros aspectos específicos característicos
cuya presencia resulta altamente significativa como indicador de credibilidad a pesar
de no encontrarse presente en todos los relatos.

Este análisis se basa en el testimonio entregado por la presunta víctima durante la


entrevista clínico pericial, de manera independiente de la obtenida a través de otras
fuentes durante el proceso de evaluación.

Los criterios de credibilidad discursiva se dividen en dos grandes categorías, de forma


y contenido, los que serán descritos de acuerdo a la realizada por Navarro (2006):

81
A. FORMA DEL RELATO: En esta categoría se analizan las características del
relato en su globalidad, siendo los dos primeros (coherencia y consistencia),
referidos a la estructura del relato en su orden y distribución, los que no
deberían estar ausentes en un relato creíble. Los dos siguientes (tipo narrativo y
modo discursiva) aluden al modo en que este testimonio aparece en la situación
comunicativa dada por la entrevista, mientras que los dos restantes (ubicación
temporal y espacial) dan cuenta de la ubicación en tiempo y espacio de las
acciones descritas por el evaluado.
1. Coherencia: presencia de una conexión, relación o unión lógica entre los
elementos narrados otorgándole comprensibilidad al testimonio entregado.
2. Consistencia: globalidad o elementos fundamentales del relato que se mantienen
estable durante la entrevista.
Estos dos criterios resultan sustanciales en toda producción narrativa referida a
hechos vívidos en la medida en que articulan la lógica y comprensibilidad de los
dichos.
3. Tipo Narrativo: este criterio pretende caracterizar el tipo de construcción
discursiva, es decir, la forma en que el evaluado refiere los hechos, la que puede
ser de dos tipos:
- Global-Genérico: referencias generales, no específicas que engloban la
vivencia de agresión en su conjunto, la que es más frecuentemente
esperable en aquellas experiencias de agresiones crónicas o sistemáticas,
señalando elementos comunes a los diversos episodios que pudieron
ocurrir, sin especificarlos.
- Episódico: relato en el cual es posible identificar uno o más incidentes
denominados episodios, lo que pueden o no estar entrelazados como un
todo.
4. Modo discursivo: alude al modo en que el entrevistado construye su testimonio a
lo largo de la entrevista, pudiendo tomas las siguientes formas:
- Fluido: aquel testimonio que aparece en forma espontánea y con facilidad.
- Coartado: relato caracterizado por la entrega limitada y dificultosa de
información.

82
- Abierto: dice relación con aquel testimonio que se va ampliando en el
curso de la entrevista y a partir de la indagación, manteniendo consistencia
y logicidad.
- Cerrado: en este caso, el testimonio no amplía su capacidad referencial
durante la entrevista, ni siquiera a través de la indagación.
5. Ubicación temporal: capacidad del examinado de ubicar temporalmente los
hechos que narra, de manera aproximada o precisa. Cuando se trata de agresiones
de tipo sistemáticas o crónicas, la referencia temporal de los hechos suele hacerse
de modo más genérico, considerando la tendencia natural de la psiquis a organizar
la información en función de elementos comunes en torno a los cuales se agrupan
los diferentes episodios, identificando por ejemplo, épocas, edades relativas o
cantidad estimativa de años de duración de las agresiones.
6. Ubicación espacial: al igual que el criterio anterior, permite determinar si el
evaluado ubica espacialmente los hechos descritos tanto de manera global y/o
específica, del lugar donde habrían ocurrido, situándolos en un contexto material
determinado.
Estos últimos criterios, deberían resultar fenomenológicamente coherentes con el
tipo y características del delito referido, las que se abordan en los criterios a
continuación.
B. CONTENIDO DEL RELATO: esta categoría implica el análisis de los elementos
específicos que conforman el testimonio, donde los cuatro primeros criterios
corresponden a características que no debieran faltar en un relato verídico,
mientras que los seis siguientes, si bien no resultan condiciones necesarias para
un relato verídico, su presencia refuerza la credibilidad del relato. De este modo,
se analiza la presencia exacta, inexacta, ambigua o su ausencia en el relato de
estos contenidos alusivos a la agresión narrada.
7. Descripción del espacio físico: descripción de el/los sitios del suceso y entrega de
las descripciones físicas y materiales específicas donde el evaluado refiere que
habrían ocurrido las agresiones. Aquellas de tipo inespecíficas, resultan valoradas
como la mayor posibilidad de descripción cuando las estrategias de sometimiento
por parte del agresor o las condiciones ambientales durante la agresión

83
investigada, no posibiliten una mayor precisión por parte del testigo, como por
ejemplo, cuando el agresor le vendó los ojos, bajo la oscuridad, etc. Este criterio
se diferencia del último referido a la forma del relato (Ubicación Espacial), en la
medida en que ofrece una descripción detallada de lo identificado en el anterior.
8. Identificación del agresor: alusión a las características específicas y diferenciadas
(nominales, físicas, de rol y/o función) de él o los autores. En el caso de agresor
desconocido, se acepta la descripción inespecífica de características generales
(edades, sexo, otros), así como también, cuando el agresor procura modificar o
esconder su identidad (ubicación física que imposibilite a la víctima visualizarlo)
donde es posible encontrar algunas deducciones personales realizadas por el
examinado en torno a los elementos que sus sentidos habrían captado.
9. Circunstancias previas relacionales y situacionales: entendido como todas
aquellas referencias a elementos contextuales (en términos macro) y situacionales
(referidos a las circunstancias que rodearon la situación misma de agresión
investigada), permitiendo de este modo, situar los hechos como parte de una
cadena de hechos previos (circunstancias situacionales) y/o de una
relación/vinculación previa. En definitiva, la presencia de este criterio permite
identificar una factibilidad situacional para la ocurrencia de la agresión
investigada, lo que exige la puesta en práctica del continuo de conocimientos del
evaluador, ya sea, aquellos referidos al sentido común/lógico y a los
criminológicos y criminalísticos.
10. Contenidos sexuales explícitos: este criterio se cumple cuando el evaluado hace
mención a interacciones de tipo sexual, mientras que cuando lo hace de modo
genérico o inespecífico (“me tocó”, “abusó de mí”), no es posible valorar este
criterio.
11. Elementos idiosincráticos: dice relación con la inclusión de contenidos altamente
específicos y característicos de esa agresión sexual en particular, que enriquecen
la descripción de la experiencia y/o le otorgan mayor viveza descriptiva al relato
entregado. Estas alusiones escapan al conocimiento trivial y genérico que una
persona pudiese tener sobre la temática. Cuando el elemento considerado
idiosincrático corresponde a descripciones valoradas en otros criterios tales como

84
descripciones de memoria sensorial, referencias a elementos subjetivos propios o
relativos al agresor, etc., se considera presente en todos aquellos criterios en el
que aparezcan.
12. Referencias a estados subjetivos internos de la víctima: referencias a
pensamientos, percepciones, deseos y/o emociones de la víctima durante la
comisión del delito investigado.
13. Referencias a estados subjetivos del agresor: en el mismo sentido que el criterio
anterior, alude a las percepciones y/o atribuciones del evaluado sobre el/los
estados subjetivos del agresor durante la ocurrencia de los hechos en cuestión
(estado anímico, pensamientos, deseos, entre otros).
14. Reproducción de verbalizaciones: criterio que valora la reproducción de
referencias verbales del evaluado, presunto agresor o diálogos entre ellos, que
aluden palabra a palabra a la interacción establecida durante la situación de
agresión narrada.
15. Elementos analógicos o gestuales: incorporación espontánea de elementos
gestuales y/o representacionales (dibujos, ejemplificación física) por parte del
evaluador respecto a posiciones o interacciones físicas ocurridas durante el/los
incidentes descritos, los que pueden reemplazar o complementar el reporte verbal,
ampliando su capacidad referencial para dar cuenta de la experiencia
supuestamente vivida. En este sentido, es necesario tener en cuenta las
características basales del funcionamiento psicológico con las cuales comparar la
forma y frecuencia de estos elementos incorporados, es decir, una persona más
extrovertida podría utilizar este mecanismo de expresión de manera más frecuente
y exagerada que otras, mientras que por el contrario, una más introspectiva, podría
incorporarlos tan sólo en aquellos momentos de intensidad emocional de su relato,
o cualquiera sea la combinación que permita la singularidad del evaluado.
16. Reporte de registro mnémico sensorial: descripción de elementos preceptúales y/o
sensoriales (visuales, olfativos, gustativos, cinestésicos, kinestésicos,
interoceptivos) por parte del examinado referidas específicamente al contacto
físico con el agresor.

85
17. Ausencia de influencias externas en contenido y significado: este criterio dice
relación con la ausencia de referencias por parte del evaluado que no resultan
esperables para su etapa evolutiva o socialización, tanto en el tipo de lenguaje
empleado como en el significado del término empleado, de lo cual podría
desprenderse una posible inoculación de terceros, constituyéndose en un indicador
de baja fiabilidad de un relato.

Cabe destacar que la valoración de los criterios antes mencionados, se realiza desde un
enfoque comprensivo interpretativo, es decir, el evaluador evalúa la presencia o ausencia de
los criterios, pero además, el significado de ellos, excluyéndose la constatación en términos
cuantitativos (Leiva, 2009). Esta forma de valoración fue lo que por algunos años la
diferenció del SVA cuya valoración durante los primeros años iniciada la Reforma Procesal
Penal, se realizó de manera cuantitativa (Olea y Rivera, 2007). No obstante, considerando
el estado de desarrollo de la metodología SVA, esta diferencia no resulta sustancial ya que
ambas metodologías proponen una valoración similar. La diferencia entre ambas entonces,
radicaría en los contenidos que cada una contempla al momento de valorar la credibilidad
de un testimonio.

En términos específicos, Navarro (2006) realiza un análisis comparativo de los criterios


contenidos (Tabla Nº 8) en cada uno de las metodologías que no se encuentran abordadas
en su símil. De este modo, la metodología CAVAS-INSCRIM no contempla (de manera
similar ni global), los criterios 2, 5, 7, 9, 11, 14, 15, 16, 17 y 18 del CBCA mientras que
éste último, no contempla los criterios 3, 4, 10 15, 16, 17 de la metodología CAVAS-
INSCRIM. Al respecto, cabe destacar que ésta última, integra el criterio 19 del CBCA
referido a las características propias de la agresión narrada, de manera transversal al
momento de la decidir la valoración asignada al criterio, todo ello, en función de dos de los
pilares teóricos que la sustentan: los conocimientos clínicos y teóricos de la fenomenología
de las agresiones sexuales y de aquellos de tipo criminológicos y criminalísticos
relacionados con la temática.

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Tabla Nº6: Análisis Comparativo de Criterios de Ambas Técnicas

CBCA CAVAS-INSCRIM
I. Características generales I. Formas del relato
1. Estructura lógica 1. Coherencia
2. Elaboración no estructurada 2. Consistencia
3. Cantidad de detalles 3. Tipo Narrativo
4. Modo Discursivo
5. Ubicación Temporal
6. Ubicación Espacial
II. Contenidos específicos II. Contenido del relato
4. Adecuación contextual 7. Descripción del espacio físico
5. Descripción de interacciones 8. Identificación del agresor
6. Reproducción de conversaciones 9. Circunstancias previas relacionales y
7. Complicaciones inesperadas durante el situacionales
incidente 10. Contenidos sexuales explícitos
11. Elementos ideosincráticos
III. Peculiaridades del contenido 12. Referencias a estados subjetivos internos
8.Detalles inusuales de la víctima
9. Detalles superfluos 13. Referencias a estados subjetivo del
10. Incomprensión de detalles sexuales agresor
relatados con precisión 14. Reproducción de verbalizaciones
11. Asociaciones externas relacionadas 15. Elementos analógicos o gestuales
12. Alusiones al estado mental subjetivo del 16. Reporte de registro mnémico sensorial
menor 17. Influencias externas en contenido y
13. Atribuciones al estado mental del significado
agresor
IV: Contenidos relacionados con la
motivación
14. Correcciones espontáneas
15. Admisión de falta de memoria
16. Plantear dudas sobre el propio
testimonio
17. Autodesaprobación
18. Perdonar al autor del delito
V. Elementos específicos de la ofensa
19. Detalles característicos
* En negrita se señalan los criterios que NO se encuentran contenidos en la otra metodología
* Modificado de Navarro (2008)

4. Análisis transversal de la información: siguiendo a Groth-Marnat (citado en


Saborío, 2005), para arribar a conclusiones, resulta necesario realizar un análisis que
siga una lógica progresiva al abordar la información parcial de cada uno de las

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etapas antes mencionadas (antecedentes criminológicos y criminalísticos,
características psicológicas del evaluado mediante la entrevista clínico pericial y
pruebas psicológicas aplicadas y credibilidad discursiva del testimonio esgrimido),
para finalmente incorporar de manera integrativa todas las fuentes de información
en términos de consistencia y congruencia entre ellas, que dará por resultado el
carácter de fiabilidad de las conclusiones a las que se arriban. Al respecto, se
enumeran algunos de los contrastes posibles denominados “criterios de fiabilidad”,
modificado a partir de la propuesta original realizada por Navarro (2006):
1. Mantención de los dichos en el tiempo y frente a distintas instancias
formales e informales.
2. Características formales del relato en concordancia con características de
funcionamiento psíquico (cognitivo y afectivo).
3. Elementos de ubicación témporo-espacial entregados acordes a las
características del funcionamiento psicológico.
4. Presencia de detalles situacionales y contextuales específicos en
concordancia con informes planimétricos y fotográficos sobre el lugar, o que
en sí mismos, permitan una mayor comprensibilidad del espacio físico en
concreto en torno a las leyes de la lógica y sentido común.
5. Factibilidad situacional otorgada por la información emitida por terceros o
antecedentes que la avalen.
6. Referencias específicas, en forma verbal y/o analógica a actos sexuales, que
muestran un conocimiento no esperado evolutivamente.
7. Concordancia ideoafectiva.
8. Concordancia de sus dichos con los hallazgos físicos encontrados.
9. Constatación de daño emocional (mediante criterios clínicos y resultados de
pruebas aplicadas) compatible clínica y fenomenológica con la experiencia
que describe.
10. Ausencia de tendencias a la fabulación o confabulación.
11. Ausencia de contradicciones y/o pobreza de detalles.
12. Ausencia de posibles motivaciones para falsos testimonios.
13. Ausencia de elementos gananciales plausibles.

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De este modo, es posible arribar a conclusiones globales integrativas que incluyen el nivel
de competencia del examinado como testigo, sus posibles motivaciones para hacer una
declaración falsa y el análisis de la forma y el contenido del relato, las que pueden aludir a
que el testimonio: cuenta con criterios de credibilidad, no cuenta con criterios de
credibilidad o no es posible analizarlo en base a la metodología antes expuesta en aquellos
casos en los que no fue posible obtener testimonio, éste no cuenta con los mínimos
necesarios para ser evaluado o el sujeto no posee las características necesarias para ser
considerado un testigo fiable (Leiva, 2009). En cuanto a su alcance, estas conclusiones
corresponden a la mayor certeza posible obtenida por el evaluador basado en el rigor
metodológico de su práctica, en el marco de las posibilidad que la disciplina le permite, lo
que no implica una certeza taxativa o personal de sus aseveraciones (Navarro, 2006). En
este sentido, “[…] la credibilidad discursiva se concibe como un aspecto que permite
analizar la fiabilidad del/la examinado/a como testigo, pero que no determina, por sí sólo,
el grado de probabilidad de ocurrencia del hecho investigado”. (p.38).

Finalmente, cabe destacar que para resguardar los posibles sesgos en esta etapa, se
implementó como estrategia la supervisión de los procedimientos y confección del informe
pericial psicológico por parte de un psicólogo experto quien participa desde una mirada
externa a ella toda vez que no lo hace directamente en la evaluación pericial. Finalmente,
las reuniones técnicas por sub equipos (Infanto-preadolescente y Adolescente-adulto)
permiten enriquecer el análisis y controlar las variables de sesgo a través de la metodología
de análisis de caso (Leiva, 2009).

3.2.2 Investigaciones sobre la técnica CAVAS-INSCRIM

Respecto a los estudios realizados en torno a la metodología, existen dos estudios que han
tenido como finalidad, reunir evidencia empírica que respalde su utilidad como herramienta
para la evaluación de credibilidad discursiva. El primero de ellos fue realizado por Alambra
y Miranda (2003) para describir los resultados de la aplicación sistemática del método en
todos los casos evaluados para la Fiscalía desde la implementación de la Reforma Procesal

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Penal, cuyos resultado mostraron un 86% de los casos evaluados como veraces, cifra
similar a la señalada por Echeburúa y Guerricaecheverría (2000) quienes encontraron que
menos del 20% de los casos correspondían a alegaciones falsas. No obstante, las cifras
señaladas en el estudio nacional resultan mayores que los rangos estipulados en
investigaciones internacionales como el de Steller (1989) que indica alrededor del 70%, o el
80% referido por De Paúl (2003). Del 14% de los casos que fueron evaluados como no
veraces, un 3.8% correspondían a casos no veraz propiamente tal, mientras que el 9.6%
aludía a casos de retractación (sólo en mujeres menores de 18 años), con alto grado de
probabilidades de que el hecho denunciado haya ocurrido de acuerdo a antecedentes de la
carpeta investigativa e indicadores de daño.

En base a las cifras correspondientes a la realidad nacional atendida por el Equipo Pericial
del CAVAS, el estudio concluye que no existiría sustento estadístico válido que compruebe
la hipótesis de que los niños y niñas presentan un mayor nivel de sugestionabilidad que los
adolescentes o adultos, premisa que durante los primeros años de participación de la
psicología forense en el nuevo sistema procesal penal, se mantuvo con fuerza en los
intervinientes, persistiendo aún como un tema relevante.

Por su parte, Navarro (2006) realiza una investigación tendiente a establecer la validez
concurrente entre un método diseñado, aplicado e investigado en una cultura distinta
(CBCA) y otro desarrollado y aplicado a la cultura nacional chilena (CAVAS-INSCRIM)
para discriminar entre relatos verídicos y no verídicos sobre agresiones sexuales,
entregados por niños/as y adolescentes, cuyo principal resultado mostró que ambos poseen
capacidad discriminadora. Esto posee dos grandes implicancias, la primera relacionada
sobre la aplicación del CBCA en nuestro país toda vez que su comportamiento estadístico
es similar al de investigaciones internacionales; mientras que la segunda versa sobre la
validez de la metodología CAVAS-INSCRIM en la medida en que es posible extrapolarle
la del CBCA. Además, se demostró la concordancia interjueces de ambas metodologías,
siendo la de la metodología CAVAS-INSCRIM mayor que la del CBCA. Según la autora,
estos resultados coinciden con los estudios internacionales sobre una alta fiabilidad
interjueces del CBCA, pero disímil en cuanto a sus criterios en particular.

90
Asimismo, se demostró que la edad (en asociación al desarrollo cognitivo) es una variable
que afecta significativamente la presencia de criterios en los relatos para los dos métodos,
lo que avalaría la inconveniencia de la valoración cuantitativa de las dos metodologías ya
que perjudicaría los resultados de niños pre escolares que entreguen relatos sobre
experiencias vividas a ser valorados con un bajo puntaje y por tanto, sin criterios de
credibilidad que respalden su testimonio “Estos hallazgos son coincidentes con los
resultados de diversos estudios que señalan que a mayor edad es probable encontrar más
cantidad de criterios presentes (Anson, Holding y Gully, 1993; Horowitz et al., 1997;
Orbach y Lamb, 1999; Boychuck, 1991)” (p.77). Tal como lo plantea la autora, estos
resultados avalarían la propuesta internacional y nacional sobre la valoración cualitativa de
los criterios del CBCA, ratificando la de la metodología CAVAS-INSCRIM, sentando las
bases para futuras investigaciones sobre la estimación diferenciada de los criterios de
acuerdo a la etapa evolutiva de los evaluados. La variable frecuencia de abuso, no resultó
significativa, por lo que ambas metodologías permitirían evaluar credibilidad discursiva en
testimonios sobre agresiones sexuales de cualquier tipo de frecuencia.

En cuanto al análisis específico de cada criterio, la investigación evidenció que 5 de los 19


criterios, resultaron característicos de los relatos de casos comprobados, mientras que 8 de
17 criterios lo fueron en la metodología CAVAS-INSCRIM, así como también se
encontraron 6 de los 19 criterios del CBCA con baja frecuencia por lo que se les consideró
como no característicos de este grupo, mientras que en la metodología CAVAS-INSCRIM
no se encontraron criterios que presentaran tal comportamiento, por lo que se deduce que
los criterios de esta metodología serían más bien referidos a características generales de los
relatos verídicos en comparación con los del CBCA que evaluarían aspectos más
específicos y por tanto, no relevantes para la mayoría de los casos.

Otra de las conclusiones relevantes apuntan a los supuestos teóricos ampliamente


sustentados respecto a que tanto el CBCA como la metodología CAVAS-INSCRIM, serían
más eficientes como herramienta diagnóstica de los testimonios verídicos que para
identificar los falsos.

91
3.3 Evaluación de Credibilidad Discursiva en Población Adulta

La mayoría de la literatura especializada resalta la aplicabilidad del CBCA como parte


fundamental del SVA sólo en la población infantil. En esta línea, Manzanero (2001)
circunscribe la pertinencia de este tipo de análisis pericial sólo en los casos de agresiones
sexuales de menores de edad ya que en los casos de adultos, dependería de su historia
sexual previa, consentimiento de los hechos y relación con el presunto agresor, entre otros
factores:

“Y además, los conocimientos de los niños sobre la conducta sexual normal suele ser
bastante incompleta y distorsionada, y por lo tanto un amplio conocimiento sólo puede
deberse a la experiencia. En este caso, el relato de un menor sobre una relación sexual
vivida tendrá esas mismas distorsiones, mientras que el uso de terminología e
interpretaciones propias de adultos sólo podría provenir de la sugerencia de mayores. Por
estas razones, hasta el momento estos procedimientos sólo pueden ser aplicados a la
valoración de testimonios de menores víctimas de agresiones sexuales.” (p. 53).

Similar opinión, comparten Raskin y Eplin (1991 citado en Juárez, 2004) y Steller y Böhn
(2006) quienes refieren que las declaraciones de adultos resultan más difíciles de juzgar
porque “a menudo la relación entre calidad y competencia, relevante para la evaluación
psicológica, resulta menos clara” (p.56).

A pesar de ello, es posible encontrar opiniones contrarias referidas al uso de la técnica en la


población adulta (Köhnken et al.; Porte y Yuille; Ruby y Brigham; Steller y Köhnken
citados en Vrij, 2005), así como también a otro tipo de delitos penales investigados (ej.
Fuga del conductor, lesión corporal, robo, abuso), incluso a los de tipo civiles (ej.
Negociaciones de contrato) (Fabian, 2001), bajo la premisa de que Undeutsch desde sus
inicios investigativos y teóricos, nunca se limitó a los niños, testigos y las víctimas ni a los
abusos sexuales. En este sentido, Steller y Böhn (2006) informan que la evaluación de
credibilidad en adultos ni siquiera fue puesta en discusión por el V Consejo Judicial del
Tribunal Federal Supremo Alemán, centrándose en primer lugar en los testigos menores de

92
edad. Progresiva e implícitamente, algunas investigaciones realizadas por Arntzen (1982,
1983) y Undeutsch (1982, 1994) empiezan a evidenciar la incorporación de esta población
en sus estudios donde se incluyó un número significativo de casos tanto infantiles como
jóvenes mayores de edad, sin especificar exactamente la edad referida de éste último sub
grupo. De este modo, hacia fines del siglo se comienza a relevar la importancia del aspecto
evolutivo al momento de realizar la evaluación de credibilidad discursiva, mencionando los
autores que:

“[…]en la sentencia de 1999 sólo se menciona, de forma muy breve, que en el dictamen
pericial de credibilidad „hay que tener en cuenta las peculiaridades del desarrollo de la
personalidad de la persona que puedan ser relevantes, como por ejemplo problemas de
autoestima o un exagerado afán de notoriedad‟. En cambio, en las sentencias posteriores a
1999 se puede constatar un predominio del interés por testigos de mayor edad” (Steller y
Böhn, 2006: 59).

A partir de ello, actualmente se han consolidado en la jurisprudencia sobre la psicología del


testimonio en Alemania, los peritajes psicológicos sobre testimonios relacionados con
delitos contra la libertad e indemnidad sexuales no tan solo de niños y adolescentes, sino
también de adultos.

3.3.1. Investigaciones sobre Credibilidad Discursiva en Población Adulta

En una primera línea de análisis referida a la comparación de la credibilidad adulta versus


la infantil, las investigaciones resultan contradictorias. Al respecto, Manzanero (2000)
menciona algunos estudios como los de Goodman, Golding y Haith (1984) y Leippe y
Romanczyk (1987) que han demostrado una mayor atribución de credibilidad a los adultos
en comparación con los niños. También agrega otros en dirección contraria donde se
plantea que los testigos de 8 años eran igualmente creídos y se les asignaba igual confianza
que a los testigos adultos (Luus y Wells, 1992), así como también, aquellos donde la
credibilidad de los niños aumenta incluso por encima de la del adulto (Goodman et al.,
1989).

93
Por otra parte, en años recientes se ha intentado validar y generalizar la aplicación del SVA
en adultos (Vrij et al., 2001 y Vrij et al., 2000 citados en Godoy-Cervera e Higueras),
resultados que según Vásquez (2005) resultan orientadores sobre los signos de credibilidad
en la dicha población. A continuación se revisaran algunos de ellos.

Köhnken, Schimossek, Aschermann y Höfer (citados en Godoy-Cervera e Higueras, 2005)


demostraron en su estudio que los criterios presentes con mayor frecuencia en los
testimonios veraces, eran la cantidad de detalles, elaboración no estructurada y admisión
de fallas en la memoria, a los que Vrij, Akehurst, Soukara y Bull (citados en Godoy-
Cervera e Higueras, 2005) agregan estructura lógica, incardinación en contexto
(adecuación contextual), descripción de interacciones y reproducción de conversaciones
como aquellos con mayor poder diferenciador. Ruby y Brigham (1998) confirman los
resultados anteriores en un estudio que pretendió evaluar el desempeño del CBCA en
distintos grupos étnicos (raza negra y blanca). En ambos grupos, los criterios que más
significativamente se presentaron en los testimonios veraces fueron la elaboración no
estructurada, descripción de interacciones, complicaciones inesperadas durante el
incidente, detalles inusuales y superfluos, correcciones espontáneas y admisión de falta de
memoria. Además, probaron que el CBCA funciona diferente de acuerdo a la raza de la
persona, con distintos criterios predictores de la veracidad para cada grupo étnico.

Parker y Brown (citados en Juárez et al., 2007) por su parte, realizaron una investigación
que analizaba las declaraciones de 43 mujeres entre 13 y 80 años, víctimas de violación, a
través del SVA-CBCA y de las habilidades de los detectives policiales, la que arrojó como
resultado, que el CBCA permite arribar a conclusiones más exactas que las obtenidas por
parte de los policías, siendo el SVA en su conjunto, el método que permitió discriminar en
su totalidad los relatos falsos de los verdaderos. No obstante, Vrij (2005) relativiza sus
resultados por adolecer de lo que califica como graves problemas metodológicos. A similar
conclusión arribaron Landry y Beigham (citados en Juárez et al., 2007) en su estudio
experimental donde demostraron que los evaluadores entrenados en CBCA (en este caso 57
estudiantes), obtienen una mayor precisión en sus evaluadores que los no entrenados.

94
Además, diez criterios de la metodología evidenciaron diferencias significativas entre los
relatos reales y los inventados.

Enfocados en la línea de investigación sobre la detección de la mentira en las declaraciones,


el estudio experimental de Vrij, Kneller y Mann (citados en Juárez et al., 2007) refuerza los
realizados con anterioridad en menores de edad, respecto a la influencia que ejercen los
conocimientos previos en la metodología. En esta oportunidad, la muestra estuvo
conformada por 45 adultos de entre 19 y 46 años divididos en tres grandes grupos: aquellos
que decían la verdad en una declaración, otro que mentía y un tercero que también lo hacía
pero con entrenamiento en CBCA. Como era de esperar, el CBCA permitió diferenciar
aquellas declaraciones basadas en mentiras, pero no aquellas verdaderas de las que mentían
con entrenamiento, cuyos resultados fueron idénticos. No obstante, si a la metodología se le
sumase el análisis de la conducta no verbal y el Reality Monitoring utilizadas en su
conjunto, su poder discriminatorio aumenta por sobre el 78% alcanzado sólo con la técnica
del análisis de la conducta no verbal (Vrij, Edar, Roberts y Bull citado en Juárez et al.,
2007).

La investigación llevada a cabo por Arce y Fariña (2002) en torno a la simulación en casos
de agresiones sexuales, parte de la base que el CBCA es fiable en testimonios de menores
de edad en casos de agresiones sexuales, así como también, en declaraciones dadas por
adultos a partir de los resultados expuestos Landry y Brigham (1992) y Sporer (1996) sobre
la adecuación de dichas categorías en esta población. Además, proponen el Trastorno por
Estrés Postraumático como un diagnóstico que se espera, sirva de control de la simulación
y por otra parte, no se vea mediatizado por el tipo de hecho traumático que lo propicia. De
este modo, los autores plantearon como objetivo general, discriminar cuándo una “víctima”
está simulando basándose en los testimonios que aporta y en las consecuencias psicológicas
que manifiesta, para un delito etiquetado como agresión sexual. Para ello, utilizaron una
muestra de 54 estudiantes universitarios en su mayoría, cuyas edades se situaban en un
promedio de 24 años. De sus resultados, destaca la existencia de diferencias entre varones y
mujeres en la cantidad de lagunas de memoria y reproducción de conversaciones, ya que las
mujeres incluyen en los eventos narrativos falsos más reproducción de conversaciones,

95
mientras que los varones admiten más lagunas de memoria. En síntesis, los contenidos
imaginados de hombres y mujeres parecen diferir en los criterios propios del CBCA con lo
que los autores advierten, la existencia de dos tipos de memorias episódicas distintas en
criterios. Finalmente, los autores concluyen que el CBCA resulta un procedimiento válido
para la población adulta también en otros contextos, siendo necesario más estudios que
esclarezcan estos resultados preliminares. Asimismo, refieren que el trastorno de estrés
postraumático puede ser válido para conceder credibilidad a un testimonio si se
salvaguardan ciertas rigurosidades metodológicas.
Juárez, Mateu y Sala (2007), realizan una investigación utilizando de base específicamente
el CBCA pero en función de otro delito, la violencia de género. De este modo, crearon un
nuevo sistema criterial eliminando aquellos que hacen referencia directa al fenómeno de la
agresión sexual, complementándolo con aquellos obtenidos partir de la revisión de la
literatura especializada en agresiones de género. El estudio se realizó en base a una muestra
de 26 mujeres adultas cuyas edades se situaban entre los 30 y 40 años, 12 de ellas con
antecedentes de violencia de género y 14 de ellas sin antecedentes de violencia de género
quienes conformaron el grupo control mintiendo deliberadamente en sus testimonios.
Luego de los análisis estadísticos correspondientes, el listado criterial quedó conformado
por una complementariedad de 19 criterios denominadas CRITERIOS-VIG, que permiten
evaluar los testimonios entregados por las personas que poseen antecedentes de haber sido
agredidas. Los resultados apuntan a que las víctimas de violencia de género, entregan
relatos cualitativamente diferentes, más ricos y detallados que las mujeres que han
inventado o construido relatos de este tipo, ya que estos últimos han estado vacíos de los
criterios vivenciales elaborados por los autores, caracterizados por generalizaciones,
información descriptiva, escasos detalles y concreción, creando una interacción difusa y
simétrica con una estructura declarativa lineal y dirigida.

Como es posible observar, los estudios en la población adulta suelen ser en su mayoría
experimentales en comparación con aquellos de campo, no obstante, ambos diseños han
permitido demostrar que el CBCA es una metodología útil para la evaluación de la
credibilidad discursiva en adultos. Asimismo, sus resultados coinciden con los realizados
en la población infantil, desde los cuales es posible realizar dos consideraciones. La

96
primera de ellas, dice relación con que las investigaciones antes mencionadas parecieran no
distinguir el tipo de victimización sexual estudiada u otras de las variables fenomenológicas
de las agresiones sexuales (temporalidad de la agresión sexual, frecuencia de la misma,
relación víctima-victimario, entre otras), mencionadas en el primer apartado, desde lo cual
podría entenderse que éstas resultan secundarias para la metodología en función de los
criterios del CBCA que apuntan a las características de la memoria y del funcionamiento de
la narrativa de cualquier persona que desee comunicar intencionalmente un hecho, por
tanto, la metodología sería sensible a las características vivenciales o reales de un
testimonio, independiente de la edad del sujeto quien lo emita o de las características
mismas de la agresión sexual.
En segundo lugar, los resultados ratificarían la incidencia de la variable cognitiva en el
desempeño de la metodología demostrada en las investigaciones con la población infantil,
donde el desarrollo de las competencias psicológicas de los adultos (cognitivas,
comunicativas, psíquicas, entre otras) les permitiría emitir un testimonio analizable por
medio del SVA o de cualquier otro sistema criterial. No obstante, cabe entonces cuestionar
la incidencia de otras variables que en esta etapa evolutiva pudiesen intervenir en las
capacidades testimoniales de los adultos, como por ejemplo, la edad, nivel educacional,
urbanidad/ruralidad, psicopatología asociada, etc.

Por ende, ante las evidencias con las que se cuenta, resulta interesante mencionar a Vásquez
(2005) quien recuerda las precauciones que se deben tomar al momento de realizar la
evaluación de credibilidad discursiva en adultos, al resaltar la carencia de procedimientos
estandarizados y debidamente estudiados que sustenten su aplicación: “no existe forma de
asesorar la credibilidad del testimonio de manera sistemática como ocurre en el caso de
los menores de edad en casos de abuso sexual” (Pág.146).

3.3.2. Metodologías Propuestas para la Evaluación de Credibilidad Discursiva en la


Población Adulta.

En la literatura especializada, las propuestas acabadas para la realización de pericias


tendientes a evaluar la credibilidad discursiva de los adultos en casos de delitos sexuales,

97
resultan escasas y ambiguas, quedando una serie de aspectos metodológicos en
cuestionamiento. A pesar de ello, conocer cuáles son las formas en que se realizan estos
pronunciamientos, permite contribuir a su mayor y mejor desarrollo.

Probablemente sea Vásquez (2005) una de las más frecuentes expositoras de la metodología
SVA en el mundo hispano, apoyando su difusión y desarrollo metodológico. En este
sentido, la utilización del sistema criterial en otras poblaciones, ha sido también un tema
abordado, exponiendo la metodología utilizada en España con fuertes bases clínicas que le
permite a la autora y su equipo de trabajo, responder a la petición de valoración de la
credibilidad discursiva del adulto, a través de la evaluación de sus capacidades
testimoniales y funcionamiento psicológico característico, lo que permitiría asegurar que la
persona no padece algún trastorno mental que esté invalidando su capacidad para reconocer
la realidad y actuar de acuerdo a esta capacidad. La metodología utilizada contempla:
a) Entrevistas video grabadas al adulto donde:

- Se explora su estructura familiar, antecedentes evolutivos y conducta, eclosión


y desarrollo del conflicto que ha dado lugar a las presentes diligencias, síntomas
psicopatológicos y vivencia subjetiva de las secuelas emocionales asociadas y
repercusión psicosocial de los supuestos hechos.

- Se propicia la obtención de un relato libre de los hechos que se investigan.

b) Aplicación de técnicas psicodiagnósticas


c) Transcripción de la entrevista grabada.
d) Análisis de toda la información obtenida a través del expediente, la grabación
por video y posterior transcripción del testimonio a través del método SVA,
aplicado de forma independiente por las dos evaluadores que firman como
responsables de la pericia.

Así, el análisis combinado entre tipo de suceso relatado, la edad mental del sujeto, criterios
de credibilidad presentes en la alegación, criterios de validez, más el resto de los datos
obtenidos en la exploración, permiten la valoración del testimonio en términos de
credibilidad.

98
En Chile, la realidad no es muy distinta, siendo dos las instituciones que realizan
evaluaciones de este tipo en la población adulta; uno de ellos es el CAVAS Metropolitano.
Respecto a la metodología utilizada para la evaluación de credibilidad discursiva en adultos
presuntas víctimas de agresión sexual, el Equipo Pericial de Adolescentes-Adultos utiliza la
metodología CAVAS-INSCRIM antes expuesta y validada para la población infantil a
través de la investigación de Navarro (2006), quedando pendiente la realización de su
contraparte en esta población, de allí la necesidad de realizar el presente estudio.

Por su parte, el Laboratorio del Departamento de Criminalística de Carabineros de Chile


(LABOCAR) responde a las peticiones de pronunciamiento de la credibilidad discursiva de
adultos en presuntas víctimas de agresiones sexuales, a través de análisis de fiabilidad y de
posibles factores que pudiesen afectar la validez de la denuncia, sin utilizar una técnica
específica.

99
III. MARCO METODOLÓGICO

1. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN

General

Conocer el comportamiento de dos técnicas que permiten el análisis de la credibilidad


discursiva, en los testimonios de personas mayores de 18 años respecto de experiencias
agresiones sexuales.

Específicos
1. Conocer las características de la valoración realizada por jueces expertos de los
testimonios emitidos por los adultos respecto de experiencias de agresiones sexuales,
mediante el conjunto de criterios de contenido (CBCA) establecidos por la técnica
SVA.
2. Conocer las características de la valoración realizada por jueces expertos de los
testimonios emitidos por adultos respecto de experiencias de agresiones sexuales,
mediante el conjunto de criterios de contenido establecidos por la técnica CAVAS-
INSCRIM.
3. Comparar la valoración realizada por los jueces respecto de los testimonios emitidos
por adultos respecto de experiencias de agresiones sexuales mediante ambas técnicas,
con las pruebas de contraste en cada uno de los casos.
4. Analizar la utilidad y conveniencia de la utilización de ambas técnicas en la evaluación
de credibilidad discursiva en los testimonios de agresiones sexuales emitidos por
adultos analizados.

2. VARIABLE A ESTUDIAR

Característica del testimonio: características formales y de contenido que posee el relato de


una persona, referido a experiencias de agresión sexual.

100
Operacionalmente, se define en términos discretos y dicotómicos, es decir, la presencia o
ausencia de los criterios establecidos a priori por las técnicas SVA (denominados CBCA) y
CAVAS-INSCRIM para valorar como creíble los testimonios referidos a experiencias de
agresión sexual emitidos por adultos.

3. ESCENARIO DE LA INVESTIGACIÓN

La determinación del lugar desde donde se obtendrían las unidades de análisis, es decir, los
testimonios emitidos por personas mayores de 18 años en contexto de evaluación pericial,
fue escogido en torno a criterios estratégicos tales como la factibilidad de acceso a los
centros periciales, tiempo estimado para la realización de la investigación y riqueza de la
información, procurando contar con aquellos que garanticen de mejor forma la calidad de la
misma.

Es por ello que se decide como escenario de la investigación el Equipo Pericial del Centro
de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales (CAVAS) del Instituto de Criminología de
la Policía de Investigaciones de Chile, ya que resultaba un centro desde el cual obtener las
autorizaciones correspondientes y de expedita inserción.

En cuanto a las fuentes de información con las que se contaron, estas fueron:
- Grabaciones de audio o video de las entrevistas periciales psicológicas tendientes a
la evaluación de credibilidad discursiva de adultos desde donde se extrajeron los
testimonios a analizar.
- Carpetas investigativas del caso archivadas que proporcionaron la información
necesaria para la rigurosidad metodológica del diseño de investigación.

4. DISEÑO DE INVESTIGACIÓN

El enfoque del presente estudio es cualitativo, consistente en la valoración de los


testimonios de adultos respecto de agresiones sexuales por parte de un grupo de jueces
quienes realizaron análisis de contenido a través de los criterios de contenido establecidos

101
por dos técnicas confeccionada para la evaluación de credibilidad discursiva, con el
objetivo de comprender a cabalidad la complejidad del significado que le subyacen como
materia de investigación, la que difícilmente podría aprehenderse por otros medios (Strauss
y Corbin, 2002).

Además, la investigación corresponde a un estudio de campo considerando que se obtuvo


la información desde el contexto real donde la temática estudiada se produce, es decir, de
los testimonios entregados por aquellas personas mayores de 18 años peritadas en el
CAVAS-INSCRIM a solicitud de los distintos organismos encargados de la investigación
judicial, tomando en cuenta que dadas las características del fenómeno, un diseño de tipo
experimental no permitiría el abordaje y estudio de aquellos aspectos idiosincráticos y
subjetivos que implica una vivencia de este tipo (Hernández, Fernández y Baptista, 2000).

La investigación fue de tipo transeccional en la medida en que se evaluaron las


características de la variable estudiada y la relación entre ellas en un momento determinado,
específicamente, durante la evaluación pericial de credibilidad del testimonio realizada en
el CAVAS Pericial, considerando que ésta se realiza en una sola oportunidad por las
características del sistema penal chileno y las implicancias éticas que ésta conlleva..
Específicamente, corresponde a estudio de casos ya que las características singulares de la
temática a estudiar (testimonios emitidos por presuntas víctimas de agresión sexual) no
permiten acceder a un universo amplio y diverso, sino más bien: “llegar a generar hipótesis
a partir del establecimiento sólido de relaciones descubiertas, aventurándose a alcanzar
niveles explicativos de supuestas relaciones causales que aparecen en un contexto
naturalísitco concreto y dentro de un proceso dado” (Bartolomé citado en Rodríguez, Gil y
García, 1996). En este caso, se utilizaron casos múltiples ya que el interés no se centra un
caso concreto, sino en la información que pueden aportar la mayor cantidad posibles
respecto del fenómeno a estudiar.

Los instrumentos de medición utilizados dicen relación con los criterios de contenido de
dos técnicas de análisis de credibilidad discursiva cuya utilidad para estudiar y analizar la
comunicación verbal de manera objetiva y sistemática ha sido sustentada por la literatura

102
especializada. Una de ellas cuenta con sustentos empíricos y teóricos internacionales
(CBCA) mientras que la otra, con bases internacionales y nacionales (CAVAS-INSCRIM).
Específicamente, tres jueces seleccionados bajo determinados estándares, utilizaron dichos
criterios de contenido para valorar la presencia o ausencia de los mismos en cada uno de los
testimonios analizados. Para realizarla, los jueces contaron con la transcripción de los
testimonios emitidos por los adultos e información contextual fenomenológica respecto del
delito que da origen a la investigación judicial, de modo de contar con los antecedentes
necesarios exigidos por ambas técnicas para llevarse a cabo.

Respecto a su alcance, la investigación fue de tipo exploratoria, en la medida en que


permite conocer las variables descritas y realizar un análisis integrativo de los resultados de
modo ampliar el conocimiento que se tiene respecto a las técnicas que permiten evaluar la
credibilidad discursiva en adultos presuntamente agredidos sexualmente, específicamente
en muestra perteneciente a la realidad nacional, y a la vez, contribuir a la realización de
futuras investigaciones al respecto.

5. VALIDEZ Y CONFIABLIDAD DEL ESTUDIO

Para controlar los sesgos que podrían atentar contra la credibilidad (validez interna
cualitativa) de la presente investigación, se contempló el uso de la triangulación interjueces
quienes actuaron de manera independiente y ciega, es decir, valoraron los testimonios de
adultos sin conocer las pruebas de confirmación/no confirmación ni ninguna otra
información contenida en la carpeta investigativa de los casos. Además, se utilizó la
triangulación de técnicas (SVA y CAVAS-INSCRIM) que permita comparar los resultados
a los que se arriba con cada una de ellas.

Si bien las transferencia (validez externa cualitativa o aplicabilidad de resultados) de los


resultados de la investigación a otro contexto se encuentra limitada considerando el diseño
de estudio de casos determinado por el tamaño muestral posible, se tendió a la descripción
precisa de los procedimientos utilizados, los resultados a los que se arribó y los pilares
teóricos desde los cuales éstos se analizaron de modo que sea el lector quien cuente con los
elementos necesarios para decidir la transferencia de los resultados a otro contexto y/o

103
contribuir a un mayor conocimiento de la temática para futuros estudios que permitan
conclusiones generalizables.

Para resguardar la dependencia o consistencia lógica (confiabilidad cualitativa), en primer


lugar se consideró como un requisito indispensable la experiencia de los jueces en la
materia estudiada (evaluación pericial psicológica, específicamente en credibilidad
discursiva en presuntas víctimas de agresión sexual) y el entrenamiento en ambas técnicas a
utilizar, las ya mencionadas triangulación interjueces, para comparar el grado de
consistencia entre ellos respecto de sus conclusiones, la triangulación de información
contrastando de la aportada por los jueces expertos con las pruebas de confirmación/no
confirmación y la utilización de dos técnicas de análisis de credibilidad discursiva.
Asimismo, se expusieron la fichas de caracterización de casos, pautas con la que cada juez
contó y la de registro utilizadas para plasmar los resultados de sus análisis.

6. POBLACIÓN MUESTRAL

La población muestral de la presente investigación fueron todas aquellas evaluaciones


periciales de credibilidad del testimonio, realizadas a personas mayores de 18 años,
presuntas víctimas de agresión sexual, por parte del Equipo Pericial CAVAS del
Instituto de Criminología de la PDI.

Para obtener la muestra del estudio, se utilizó un muestreo de elección razonada, es decir,
las unidades de análisis que conformaron la muestra no fueron elegidos al azar sino de
forma intencionada, siguiendo los siguientes criterios de inclusión:

1. Caso denunciado judicialmente de posible agresión sexual a un adulto, evaluado por


el Equipo Pericial Víctimas del CAVAS del Instituto de Criminología de la Policía
de Investigaciones de Chile.
2. Existencia de la carpeta investigativa judicial que permita confirmar o desconfirmar
la denuncia.
3. Existencia de registro de audio y/o grabado del testimonio del adulto obtenido
mediante la evaluación psicológica forense.

104
4. Desarrollo cognitivo normal, descartándose sujetos que presenten hándicap
cognitivo.
5. Ausencia de patología psiquiátrica que comprometa juicio de realidad.
6. Cumplimiento de características específicas en cuanto a edad y extensión del
testimonio.

Además, para la consecución de la investigación, resultó metodológicamente necesaria la


conformación de dos subgrupos que permitan la contrastación de los análisis a realizar, a
través de pruebas externas de confirmación y no confirmación en términos jurídicos de las
agresiones sexuales denunciadas. Siguiendo las utilizadas en estudios anteriores sobre la
temática (Boychuk, Esplin y Raskin, 1989; Boychuck, 1991; Lamb et al, 1997 citados en
De Paul, 2003; y Navarro, 2006), se tomaron como pruebas externas de confirmación las
siguientes:
- Evidencia médico legal, biológica o químico forense.
- Embarazo de la víctima como resultado de la agresión en el caso de delitos que
impliquen actos penetrativos.
- Confesión del autor.
- Declaración incriminatoria de otros testigos y/o existencia de sentencia judicial.

Mientras que para casos no confirmados, se propuso:


- Incompatibilidad con evidencia médico legal, biológica o químico forense.
- Retractación de la acusación y/o desestimación del caso por parte de los jueces.

Finalmente, la selección de la muestra incluyó la decisión de circunscribir la población


muestral a aquellas evaluaciones periciales psicológicas de credibilidad discursiva
realizadas a partir del año 2004 hasta marzo del año 2009 en tanto contaban con aspectos
técnicos y metodológicos que aseguraron la cantidad y calidad de información necesaria
para la realización del presente estudio.

De este modo, considerando las cifras nacionales de delitos sexuales respecto a esta
población y la escasa información respecto a la realización de evaluaciones de credibilidad

105
a la misma, el universo de evaluaciones periciales al cual se tuvo acceso fue de 37, de las
cuales solo 30 cumplieron los criterios de inclusión. El segundo paso para la conformación
de la muestra consistió en la constatación de aquellos casos que contaban con pruebas
externas de confirmación y no confirmación, proceso que redujo el número de casos a 6.

De este modo, la muestra quedó constituida por 6 casos, de los cuales 4 de ellos contaron
con pruebas externas de confirmación, mientras que los otros 2, con pruebas externas de no
confirmación, todos de sexo femenino. Al respecto, cabe señalar que si bien este número no
constituye una muestra estadísticamente significativa, las características de la misma
resultan similares a las referidas por los autores precitados respecto del fenómeno y la
prevalencia en género y rango etario entregada por los organismos gubernamentales
también referidos previamente.
Así, 5 de los casos corresponden a la tipificación del delito de violación y 1 al de abuso
sexual de mayor de 14 años. El rango de edad de los adultos de quienes se obtuvo sus
testimonios, oscila entre los 18 y 27 años. En cuanto a la relación establecida con el
presunto agresor, 2 de ellos correspondieron a sujetos conocidos en la medida que
pertenece al grupo familiar (padrastro y tío político); otros 2 a sujetos conocidos con
vinculación extrafamiliar (amigos de la familia) y los 2 restantes a desconocidos quienes
habrían abordado a las evaluadas en la vía pública a altas horas de la madrugada y con
escasa luminosidad y transeúntes, contextos físicos que la literatura especializada denomina
”factibilidad situacional” o “factores de riesgo”. Estas características coinciden y
representan los posibles contextos relacionales en los que las agresiones sexuales a adultos
suceden abordados en el marco teórico, al igual que la frecuencia de victimización, variable
íntimamente ligada a la anterior en la medida en que la habitualidad del contacto entre la
presunta víctima y presunto agresor, permitiría el número de veces en que la agresión
ocurra. Así, en los 4 casos donde existe una vinculación extrafamiliar con el presunto
agresor, los episodios narrados son sólo uno, los que habrían sido develados de manera
inmediata y circunstancial al desarrollarse en lugares públicos y con impacto evidente en
las condiciones físicas y emocionales de las presuntas víctimas, frente a terceros con
quienes toman contacto posterior al hecho investigado. En los 2 de tipo intrafamiliar, 1 de
ellos describe transgresiones crónicas develadas por consecuencia de manera tardía y

106
circunstancial asociado a variables psicológicas y familiares que propician la mantención
del secreto y escasa intencionalidad acusatoria por parte de la presunta víctima, mientras
que en el último caso, el evento narrado es único en la medida en que el delito investigado
se suma al de homicidio cometido en la misma instancia, lo que genera un contexto
particular no favorecedor de la repitencia sistemática o crónica de los hechos.

Las principales características metodológicas y teóricas de la muestra seleccionada, se


grafican a continuación en la Tabla 7.

Descripción de la muestra
Tabla 7: Caracterización de la Muestra
CASO 1 CASO 2 CASO 3 CASO 4 CASO 5 CASO 6
SEXO Femenino Femenino Femenino Femenino Femenino Femenino
EDAD 18 años 18 años 19 años 24 años 26 años 27 años
ESCOLARIDAD Media Media en curso Básica Universitaria en Media Media
incompleta incompleta curso completa incompleta
DELITO Abuso Sexual Homicidio con Violación Violación violación (En Violación (En
(mediante el horas de la horas de la
mayor de 14 violación
uso de madrugada, en madrugada en
sustancias la vía pública, compañía de
ilícitas que trasladada a par, en la vía
habrían alterado sitio eriazo y pública con
el estado de agredida por la escasa
conciencia de la espalda en todo iluminación y
evaluada) momento) afluencia de
terceros,
trasladada a
sitio
despoblado)
FRECUENCIA Episodio único Episodio único Crónico Episodio único Episodio único Episodio único
VÍNCULO Extrafamiliar Intrafamiliar Intrafamiliar Extrafamiliar Extrafamiliar Extrafamiliar
Conocido
CON AGRESOR (Hijo de la mujer (Pareja de la Conocido Desconocido Desconocido
(Adulto amigo
que la crió) madre)
del padre) (Adulto (En compañía
miembro de la de otro sujeto
familia que le que hurta
arrendaba una dinero a par
habitación para acompañante de
vivir) la evaluada)
TIPO Inmediata- Inmediata- Tardía- Inmediata- Inmediata- Inmediata-
DEVELACIÓN Directa Circunstancial Circunstancial Circunstancial Circunstancial Circunstancial
APOYO Existente Ausente Existente Existente Existente Existente.
FAMILIAR
PRUEBAS DE Desestimación Incompatibilidad Embarazo de Informe pericial Evidencia Evidencia
jueces y con algunas la víctima con bioquímico y médico legal y médico legal,
CONFIRMACIÓN
retractación pruebas forenses ADN que declaraciones bioquímica biológica y
parcial y diferencias, confirma la incriminatorias química
omisiones y paternidad de testigos
restricciones con
declaraciones
previas

107
7. PROCEDIMIENTO

Una vez ingresado al escenario de investigación y obtenida la muestra, se procedió a revisar


y analizar las carpetas investigativas de cada caso, archivadas en conjunto con el registro de
la entrevista pericial psicológica. En cuanto a las primeras, se constató que cada una contara
con la información necesaria consignándola en una ficha de caracterización de los casos
(Anexo 1) que contiene, información relevante para los análisis posteriores tales como:
edad, sexo, tipo de delito, frecuencia del mismo, relación víctima-victimario, tipo de
develación, antecedente vitales relevantes, entre otras, las que fueron anexadas a los
testimonios al momento de ser entregados a los jueces expertos. Mientras que con los
registros de las evaluaciones, fueron revisados cuidadosamente para verificar la ausencia de
preguntas sugestivas que pudiesen afectar la validez del testimonio por introducción de
sesgos o contaminación por parte del evaluador, imperativo metodológico de cada una de
los criterios contenidos en las técnicas a utilizar (CBCA y CAVAS-INSCRIM), obteniendo
resultados positivos en los 6 casos seleccionados.

A continuación, se transcribieron los testimonios para homologar las condiciones de


análisis impuestas por ambas técnicas considerando que para el SVA resulta más bien
contraproducente realizar el análisis a partir de la videograbación de la entrevista pericial
psicológica (Köhnken, 1999), ya que algunos estudios (Strömwall y Granhag, 2003)
sugieren que, por lo general, los evaluadores tienden a encontrar más presentes (mayor
cantidad y/o frecuencia) los criterios en el momento de ver un video que cuando leen la
transcripción del testimonio, o dicho de otra manera, las personas son mejores en la
detección de “verdades” y “mentiras” al leer una transcripción que cuando ven un video
(De Paulo Stone y Lassiter citado en Vrij, 2005). Dicha transcripción se realizó tendiendo a
la máxima rigurosidad respecto de los aspectos no verbales (Ej.: “utiliza su cuerpo para
ejemplificar la posición referida”; “llora […] intensifica el llanto”, “baja contacto ocular”,
“realiza mueca para ejemplifica la sensación referida”, “eleva el volumen de voz y frunce el
ceño”), lo que a pesar de ello, no logran representar cabalmente la riqueza cualitativa y
descriptiva que implica la visualización directa de los mismos en las videograbaciones, a
las cuales los jueces no tuvieron acceso.

108
Posteriormente, se seleccionaron 3 jueces expertos en la materia con un promedio de 4 años
de experiencia en evaluaciones periciales psicológicas, entrenadas en la técnica SVA y para
efectos de la presente investigación, también en la metodología CAVAS-INSCRIM,
específicamente en el significado e implicancia de cada uno de sus criterios, mediante un
entrenamiento individualizado, con iguales contenidos y tiempo promedio de horas (04).
Estos profesionales psicólogos cumplieron con la misión de analizar de manera
independiente los testimonios transcritos en función de los criterios de ambas técnicas en
términos de presencia/ausencia de los mismos, y de manera ciega, es decir, no contaron con
las pruebas de confirmación/no confirmación ni con ningún tipo de información contenida
por la carpeta investigativa. Los resultados de cada uno de ellos fueron plasmados en una
planilla confeccionada especialmente para estos fines (Anexo 2).

8. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Finalmente, se analizaron e interpretaron los resultados entregados por los jueces en


función de la consistencia de la valoración de credibilidad discursiva realizada por cada
juez, con cada una de las técnicas, en cada caso, en contraste con las pruebas de
confirmación/no confirmación externas y la presencia/ausencia de los criterios de ambas
técnicas en consonancia con la fenomenología del delito correspondiente, todo lo cual
permitió un análisis transversal de la información relativa a los 6 casos. Lo anterior, lejos
de representar una análisis cuantitativo de la información, se circunscribe en una forma
didáctica y gráfica de ordenar los resultados considerando el número de ejes a analizar de
manera comparativa (6 casos, 3 jueces, 19 y 17 criterios en cada una de las técnicas)

Para ello, se entendió por consenso el acuerdo en las valoraciones arribado por parte de los
3 jueces en los 6 casos, independiente si se refiere a presencia o ausencia (consenso de
presencia y consenso de disenso), mientras que consenso relativo, tanto de presencia como
de ausencia, se aludirá cuando las valoraciones presenten una frecuencia de 4 y 5, es decir,
se evidencien ausente sólo en uno o dos casos. Por el contrario, el disenso se considerara
frente a la discrepancia de valoraciones por parte de los 3 jueces aunque uno solo de ellos
difiera en los 6 casos analizados.

109
IV. RESULTADOS

1. ANÁLISIS INDIVIDUAL DE CASO:

a) Testimonio N° 1

Este testimonio corresponde a un caso no confirmado de agresión sexual utilizando para


ello el criterio de la desestimación por parte de los organismos judiciales. Además, en su
evaluación psicológica forense, se concluye la inconsistencia de su testimonio con
declaraciones previas en torno a la frecuencia de los hechos investigados, retractándose
sobre un segundo evento ocurrido en otro contexto físico y temporal, restándole de este
modo, fiabilidad global e inicial a sus dichos. Asimismo, se evidenciaron inconsistencias
internas de su testimonio referidas principalmente al tipo de vínculo establecido con el
presunto agresor y aspectos subjetivos de su motivación por participar de las circunstancias
contextuales en las que se habría producido el hecho denunciado.

En cuanto al análisis del mismo mediante los criterios CBCA (Anexo 4), los jueces
manifestaron los siguientes resultados graficados en la tabla N° 8

Tabla N° 8: Resultados CBCA Testimonio N° 1


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 9. Detalles superfluos 6. Reproducción de
2. Elaboración no estructurada 10. Incomprensión de detalles conversaciones
3. Cantidad de detalles sexuales relatados con precisión. 8. Detalles inusuales
4. Adecuación contextual 14. Correcciones espontáneas 12. Alusión al estado mental
5. Descripción de interacciones 15. Admisión de falta memoria subjetivo del menor
7. Complicaciones inesperadas 16. Platear dudas sobre el propio 13. Atribuciones al estado mental
11. Asociaciones externas testimonio del agresor.
relacionadas 17. Autodesaprobación
19. Detalles característicos de la 18. Perdón al autor del delito
ofensa.

La presencia de los 3 primeros criterios considerados indispensables para suponer su


fiabilidad y validez inicial de un testimonio, da cuenta de que éste logra constituirse en un
todo transmisible y comprensible por otros, con gran parte de los contenidos específicos y
una sola alusión a las peculiaridades del contenido.

110
Por otra parte, la ausencia del criterio 9 comienza a enunciar las dificultades de este
testimonio para ser valorado como creíble, mientras que la ausencia de todos los criterios
de la categoría contenidos relacionados con la motivación (14, 15, 16, 17 y 18) informa
respecto de la carencia de un grupo de criterios relevante al momento de considerar creíble
un testimonio, consistente con el nudo crítico del caso relativo a la inconsistencia de los
dichos de la evaluada, ya sea externamente en comparación con sus declaraciones previas, e
interna entorno a los temas de vinculación con el presunto agresor y su participación en las
circunstancias contextuales en las que se inserta la agresión investigada. Esto permite
focalizar el análisis de credibilidad en aquellas variables personales o de terceros que
podrían atentar contra la motivación de la evaluada por develar, presionándola hacia una
denuncia falsa o sugestionada, para lo cual resulta fundamental el complemento de otra de
las partes que constituyen la técnica SVA, el “Análisis de los Criterios de Validez”. No
obstante, bajo una segunda lectura, es posible analizar la ausencia de los criterios de la
categoría relacionada con la motivación en función de las características de la población en
cuestión (adulta) y de la fenomenología de las agresiones sexuales a adultos. En otras
palabras, los criterios ya mencionados podrían no representar realmente o en su totalidad
las características de la motivación adulta al narrar una agresión sexual, ya que producto de
sus recursos cognitivos consolidados de abstracción y conocimientos/experiencia en
materia sexual, pueden suponer de manera previa a la evaluación pericial e incluso
denuncia, la posibilidad de no ser creídos asumiendo una actitud defensiva frente a dichas
instancias reflejada en una ausencia de referencias a dudas sobre su propio testimonio,
capacidades mnémicas o autovalía, en un intento por reafirmar sus dichos e imagen
proyectada ante el evaluador. Por su parte, el criterio 18, resulta poco esperable dado el
vínculo extrafamiliar con el presunto agresor, y por tanto, escasa o ausencia de afectos
ambivalentes para con éste que le permitan perdonar la agresión que se denuncia.

En tanto, la ausencia del criterio 10 resulta esperable considerando los


conocimientos/experiencias sexuales de la peritada, entendiendo que este criterio no sería
representativo de su realidad.

111
Las discrepancias respecto a las valoraciones del criterio 6 podrían relacionarse con las
circunstancias comisivas en las que se habría desarrollado el delito (mientras la peritada
dormía) pudiendo existir confusiones por parte de los jueces respecto del momento de la
dinámica abusiva en la cual identificar dicho criterio. En relación al disenso del resto de los
contenidos pecualiares (8, 12 y 13), los jueces evidenciarían dificultades para identificarlos
claramente en el testimonio analizado, lo que podría asociarse a la complejidad misma del
caso o de construcción del criterio al complejizar su aplicabilidad en los testimonios
adultos, descartándose la influencia de variables del evaluador (juez) en tanto los criterios
símiles de la técnica CAVAS-INSCRIM presenta igual valoración discrepante por parte de
los jueces.

Todo lo anteriormente expuesto, permite concluir que las valoraciones realizadas por los
jueces mediante la técnica CBCA resultan consistentes con la prueba de contraste en este
primer caso, en la medida en que logra distinguir aquellas características vivenciales del
testimonio y evidenciar la ausencia de otras que ponen en jaque la credibilidad de su
discurso. No obstante, ello no resulta suficiente para su conclusión requiriéndose un
proceso posterior de contraste de información fundamental en las metodologías cualitativas.

En cuanto al uso de la técnica CAVAS-INSCRIM (Anexo 6), los jueces advierten os


siguientes resultados:

Tabla N° 9: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 1


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Coherencia 2. Consistencia 7. Descripción del espacio físico 12.
3. Tipo narrativo 11. Elementos ideosincráticos Referencias a estados internos
4. Modo discursivo 15. Elementos analógicos subjetivos de la víctima
5. Ubicación temporal 6.Ubicación 13. Referencias a estados internos del
espacial agresor
8. Identificación del agresor 14. Reproducción de verbalizaciones
9. Circunstancias previas relacionales 16. Reporte de registro mnémico
y situacionales sensorial.
10. Contenidos sexuales explícitos
17. Ausencia de influencias externas

Al igual que en la anterior, la técnica CAVAS-INSCRIM permitiría en función de los


acuerdos arribados por los jueces, identificar como verídicos aquellas características
relacionadas con la forma del testimonio entregado por la evaluada (1, 3, 4, 5, 6), contando

112
con 4 de las 6 criterios necesarios en todo relato que da cuenta de experiencias vividas (1,
8, 9, 10). Lo anterior, se refuerza por el criterio 17 que le otorga fiabilidad a sus dichos en
la medida en que representan contenidos y lenguaje acorde a las características etarias de su
funcionamiento psíquico.

El criterio 2 por su parte, resulta fundamental para el análisis en la medida en que su


ausencia es una alarma inicial en desmedro de la credibilidad del testimonio entendiendo
que su presencia como indispensable, por tanto, informando sobre las discrepancias
existentes en las partes o contenidos de los dichos a lo largo de la entrevista, criterio que
lograría captar el nudo crítico del caso, es decir, su no confirmación. Del mismo modo, la
ausencia del criterio 11 y 15 contribuyen a la valoración negativa de la credibilidad de este
testimonio, evidenciando que carecería de detalles peculiares y analógicos esperables en un
testimonio creíble en la medida en que representan las características vivenciales del
mismo. El consenso respecto de la ausencia del criterio 11 resulta consistente con las
valoraciones realizadas por los jueces utilizando el CBCA en torno de las discrepancias del
criterio 8 y ausencia del 9 (en la medida en que resultan criterios semejantes), por lo que es
posible señalar que serían las características del testimonio las que se encontrarían en
cuestionamiento y no estarían interfiriendo variables del evaluador (juez) en dicha
valoración.

Por otra parte, las discordancias en torno al criterio 7 y 16 podrían entenderse desde el
cuestionamiento de la credibilidad discursiva del testimonio, así como también, por la
intervención de la variable del evaluador (juez), específicamente con el entrenamiento en la
técnica (4 hrs.) el que podría no resultar suficiente para que los jueces comprendan
acabadamente la distinción de las diferencias existentes entre este criterio y el 6
(Descripción del espacio físico v/s Ubicación espacial). El disenso respecto de los criterios
12 y 13 resultan concordantes con las discrepancias entre los jueces para valorar las mismas
características contenidas también en los criterios 12 y 13 del CBCA, por lo tanto, éstas
representarían el nudo crítico de la credibilidad discursiva de este caso, siendo necesario
mayores antecedentes para revisar la construcción de dichos criterios respecto a su
aplicabilidad en los testimonios adultos. Lo mismo sucede con el criterio 14 que encuentra

113
su referente en el criterio 6 del CBCA que también presenta disenso en las valoraciones de
los jueces.

En síntesis, la ausencia del criterio 2 de esta técnica (consistencia) y de aquellos contenidos


específicos de un testimonio creíble, resultan consistentes con la prueba de contraste del
caso analizado.

b) Testimonio N° 2

Las pruebas de contraste para este caso considerado como no confirmado, dicen relación
con la incompatibilidad de sus dichos con algunas de las evidencias médico legal y con la
existencia de diferencias, omisiones y adiciones respecto de sus anteriores declaraciones.
Asimismo, presenta discrepancias y baja comprensibilidad en aspectos centrales de éste,
referidas a la secuencia abusiva y la naturaleza de los hechos (donde además se cuenta con
una narración restringida), así como en cuanto a algunas estrategias de victimización que
habría utilizado el imputado, afectando todo ello su coherencia y consistencia interna.
Finalmente, presenta escasa conexión ideo-afectiva relativa a los hechos abusivos,
evidenciando un funcionamiento distinto al que demuestra en relación al otro delito que se
investiga.

Respecto al análisis realizado por los jueces utilizando de los criterios del CBCA como
parte de la técnica SVA (Anexo 4), los resultados se grafican en la tabla N° 10 a
continuación:

Tabla N° 10: Resultados CBCA Testimonio N° 2


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 7. Complicaciones inesperadas 9. Detalles superfluos
2. Elaboración no estructurada 10. Incomprensión de detalles 14. Correcciones espontáneas
3. Cantidad de detalles sexuales relatados con precisión 16. Plantear dudas sobre el propio
4. Adecuación contextual 11. Asociaciones externas testimonio.
5. Descripción de interacciones relacionadas
6. Reproducción de conversaciones 13. Atribuciones al estado mental del
8.Detalles inusuales agresor
12. Alusiones al estado mental del 17. Autodesaprobación
menor 18. Perdón al autor del delito.
15. Admisión de falta de memoria
19. Detalles característicos de la
ofensa

114
Nuevamente, se encuentran presentes los criterios estructurantes básicos de un testimonio
que alude a experiencias vividas, incluyendo casi todos los contenidos específicos, faltando
sólo el criterio 7 que no sería esperable encontrar en el discurso de la evaluada en la medida
en que la ausencia de dichas complicaciones fortuitas durante la presunta comisión de los
hechos, es precisamente lo que permite que los delitos se cometan con el resultado narrado
por la peritada. Del mismo modo, la presencia del criterio 8, 12 y 19 resultan coherentes
con lo esperable dentro de las características de los relatos vividos; misma situación ocurre
con el criterio 15 en la medida en que la evaluada limita la entrega de información
específica respecto de tópicos relevantes del caso aludiendo a la falta de memoria.

Esto permite la valoración inicial y general del testimonio como creíble en la medida en
que daría cuenta de una situación vivida. No obstante, vuelve a evidenciarse la ausencia de
criterios referidos a las peculiaridades del contenido, uno de ellos evidente por la edad y
conocimientos/experiencia sexual de la evaluada (10) y los otros (11, 13) asociados a la
evasión de su parte por referirse al agresor. Esta variable podría encontrase a la base de la
ausencia del criterio 18 perteneciente a la categoría contenidos relacionados con la
motivación, mientras que la ausencia del criterio 17 podría comprenderse a partir de las
consecuencias del delito investigado.

Por tanto, los criterios del CBCA discriminan en este testimonio, aquellas características
verídicas con las que contaría, identificando carencias relevantes en torno a contenidos
peculiares y de motivación que atentarían contra su valoración de credibilidad, lo que
resulta consistente con el nudo crítico del caso donde las dudas sobre su credibilidad, se
centran principalmente en torno a la relación establecida con el presunto agresor, la
dinámica de interacción entre ambos, y por tanto, de la voluntariedad del acto denunciado.

Bajo la utilización de la técnica CAVAS-INSCRIM, los jueces arriban a los siguientes


resultados (Anexo 6) graficados de la siguiente manera:

115
Tabla N° 11: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 2
CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Coherencia 2. Consistencia 11. Elementos idiosincráticos
4. Modo discursivo 10. Contenidos sexuales 15. Elementos analógicos
6. Ubicación espacial explícitos 16. Reporte de registro mnémico
7. Descripción del espacio físico 13. Referencias a estados sensorial
8. Identificación del agresor subjetivos del agresor 3. Tipo narrativo
9. Circunstancias previas 5. Ubicación temporal.
relacionales y situacionales
12. Referencias a estados
subjetivos internos de la víctima
14. Reproducción de
verbalizaciones
17. Ausencia de influencias
externas

En cuanto a ellos, la ausencia de los criterios 2 y 10, resultan fundamentales en la


congruencia de las valoraciones con la prueba de contraste para la no confirmación del
testimonio. Al igual que en el caso anterior, el criterio 2 permitiría identificar las
inconsistencias del testimonio como parte del análisis basado en criterios, reforzado por la
ausencia de referencias explícitas de contenidos sexuales, los que resultan necesarios para
la consideración de un testimonio como creíble, a pesar de la presencia de otros criterios de
forma (1, 4, 6). Finalmente, la ausencia del criterio 13 al igual que bajo las valoraciones
realizadas por los jueces utilizando los criterios CBCA de la técnica SVA, coincide con la
escasa motivación de la evaluada por aludir al presunto agresor y la relación establecida
con ella.

Cabe destacar que en lo relativo al criterio 3 y 5, no existirían un disenso relativo a su


presencia o ausencia, ya que queda establecido en las valoraciones de los jueces que ambos
se evidencian en los testimonios, siendo las discrepancias en torno a la valoración
cualitativa de ellos (criterio 3: global-episódico y criterio 5: precisa, aproximada). En este
sentido, tanto variables del entrevistador (juez) como de construcción de la técnica podrían
influir en la medida en que ambos criterios implican por definición una decisión
discrecional, donde el entrenamiento de 4hrs. podría no haber sido suficiente para
soslayarla. En tanto, las discrepancias respecto a la presencia/ausencia de los criterios 11,
15 y 16 resultan consistentes con aquellos aspectos críticos del caso que hacen complejo su
análisis en tanto representan características particulares y vivenciales de un testimonio.

116
c) Testimonio N° 3

El presente caso cuenta con pruebas externas de confirmación relacionadas con embarazo
de la evaluada como resultado de la agresión y paternidad del presunto agresor confirmada
por medio de pruebas biológicas forenses, el primero de ellos antes de los 14 años de edad.

El análisis del testimonio realizado por los jueces mediante los criterios CBCA (Anexo 5)
entrega como resultados:

Tabla N° 12: Resultados CBCA Testimonio N° 3


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 7. Complicaciones inesperadas 8. Detalles inusuales
2. Elaboración no estructurada 10. Incomprensión de detalles 9. Detalles superficiales
3. Cantidad de detalles sexuales relatados con precisión 14. Correcciones espontáneas
4. Adecuación contextual 17. Autodesaprobación 16. Plantear dudas sobre el propio
5. Descripción de interacciones 18. Perdonar al autor del delito testimonio.
6. Reproducción de conversaciones
11. Asociaciones externas
relacionadas
12. Alusiones al estado mental
subjetivo del menor
13. Atribuciones al estado mental del
agresor
15. Admisión de falta de memoria
19. Detalles característicos de la
ofensa

Los criterios identificados como presentes por los jueces resultan congruentes con las
pruebas de confirmación externa en la medida en que aluden a aquellas características
estructurales necesarias para ser considerado un testimonio válido y creíble (1, 2, 3), a
contenidos específicos (4, 5, 6), aspectos peculiares subjetivos de la interacción abusiva
(11, 12, 13), reconocimiento de fallas mnémicas (15) asociadas a la frecuencia y cronicidad
de los hechos, tiempo transcurrido entre la presunta comisión de los mismos y la
develación, así como también, detalles propios del tipo de agresión investigada (19).

La ausencia del criterio 7 en este caso resulta esperable en la medida en que las estrategias
de victimización utilizadas (ausencia de terceros) permiten la comisión de los hechos
investigados, mientras que los conocimientos/experiencia sexual de la evaluada no hacen
previsible la mención del criterio 10. En tanto, la ausencia de autodesaprobación (17) y

117
perdón al autor del delito (18) podrían asociarse a la magnitud del daño asociado a los
hechos investigados que limitarían sentimientos o emociones complacientes para con el
presunto agresor sino más bien, negativos y aversivos directos.

Finalmente, las discrepancias en las valoraciones por parte de los jueces, vuelve a radicar
en los criterios alusivos a las peculiaridades del contenido y a los relacionados con la
motivación, lo que permite nuevamente someter a una discusión más amplia ambas
categorías.

En cuanto a los resultados obtenidos mediante la técnica CAVAS-INSCRIM (Anexo 7), los
jueces arriban a los resultados graficados en la tabla N° 13, sin llegar a acuerdos respecto
de los criterios que se encontrarían ausentes:

Tabla N° 13: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 3


CONSENSO DE PRESENCIA DISENSO
1. Coherencia 3. Tipo Narrativo,
2. Consistencia 5. Ubicación temporal
4. Modo discursivo 7. Descripción del espacio físico
6. Ubicación espacial 16. Reporte de registro mnémico sensorial
8. Identificación del agresor
9. Circunstancias previas relacionadas
10. Contenidos sexuales explícitos
11. Elementos idiosincráticos
12. Referencias a estados subjetivos internos de la
víctima
13. Referencias a estados subjetivos del agresor.
14. Reproducción verbal
15. Elementos analógicos
17. Ausencia de influencias externas

Los resultados expuestos muestran concordancia con la prueba de confirmación externa, ya


que se evidencian presentes gran parte de los criterios alusivos a la forma y al contenido del
testimonio con características creíbles. La ausencia de consenso respecto de los criterios (3
y 5) debe entenderse con precaución ya que por definición implican una categorización de
la presencia del criterio (tipo narrativo: global-episódico; ubicación temporal: precisa,
aproximada) como se explicó anteriormente, por tanto, no representan su ausencia sino más
bien dificultades en su caracterización, donde la variable del entrenamiento del evaluador
en la técnica y construcción de la misma podría ser nuevamente variables influyentes.

118
d) Testimonio 4

El testimonio entregado en este caso cuenta con pruebas de confirmación externas tales
como: Informe Pericial Bioquímico consistente con los dichos de la evaluada y
declaraciones incriminatorias de diversos testigos.

Los resultados arrojados por los jueces respecto del análisis del testimonio utilizando la los
criterios del CBCA (Anexo 5), arrojó como resultado consenso relativo a la presencia de los
siguientes criterios:

Tabla N° 14: Resultados CBCA Testimonio N° 4


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 10. Incomprensión de detalles 5. Descripción de interacciones
2. Elaboración no estructurada sexuales descritos con precisión, 13. 6. Reproducción de conversaciones
3. Cantidad de detalles Atribuciones al estado mental del 7. Complicaciones inesperadas 14.
4. Adecuación contextual agresor Correcciones espontáneas
8. Detalles inusuales 17. Autodesaprobación 15. Admisión de falta de memoria
9. Detalles superfluos 18. Perdonar al autor del delito 16. Plantear dudas sobre el propio
11. Asociaciones externas testimonio
12. Alusiones al estado mental 19. Detalles característicos de la
subjetivo del menor ofensa.

La presencia de los 3 primeros criterios, dan cuenta de las características básicas del
testimonio para ser considerado creíble, así como también, la del criterio 4 en la medida en
que le otorga una ubicación témporo-espacial que complete su coherencia interna.
Asimismo, los jueces valoraron como presentes los criterios alusivos a las peculiaridades
del contenido (8, 9, 11, 12) esperable si se considera que el testimonio corresponde a uno
confirmado, mientras que los conocimientos/experiencia sexual resultan determinantes en
la ausencia del criterio 10. Del mismo modo, la ausencia del criterio 13 resulta no
sorprendería dadas las estrategias de victimización utilizadas (alteración de conciencia por
medio de sustancias ilícitas y engaño) que impedirían que ésta hubiese percibido el estado
mental del agresor durante la comisión del delito investigado. Del mismo modo, el vínculo
establecido previamente por parte de la evaluada y el presunto agresor y las características
de la personalidad de la primera, hacen poco esperable la alusión a los criterios 17 y 18
concordante con el consenso de los jueces respecto de su ausencia. Lo anterior, evidencia
que la técnica antes mencionada permite visualizar la presencia de criterios que resultan
concordantes con las pruebas de confirmación externas.

119
Ahora bien, las discrepancias en las valoraciones de los criterios 5, 6, 7 pudiese tener
relación con dificultades por parte de los jueces para determinar el momento de la dinámica
abusiva en la cual identificar los criterios, considerando que durante la presunta comisión
de los hechos, la evaluada se encontraba alterada de conciencia, esgrimiendo descripciones
de interacciones, reproducción de conversaciones y complicaciones inesperadas de
instancias previas y posteriores. Lo mismo ocurre respecto de los criterios 14, 15 y 16
contenidos en la categoría contenidos relacionados con la motivación, donde las diferencias
de significados de cada uno de los criterios en relación a las peculiaridades del caso
incidentes en el desempeño de las capacidades anémicas de la evaluada, podrían influir en
lo que cada uno de los jueces comprende respecto de los mismos, a juzgar por las
frecuencias de las valoraciones. Finalmente en relación a este apartado, las circunstancias
comisivas en las que se habría producido esta agresión, generan un contexto tan particular
que pidiese ser compleja la valoración de las mismas como parte del criterio 19.

En cuanto a los resultados entregados por los jueces en la utilización de la técnica CAVAS-
INSCRIM para el análisis del testimonio (Anexo 7), éstos consisten en:

Tabla N° 15: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 4


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Coherencia 13. Referencias a estados subjetivos 10. Contenidos sexuales
2. Consistencia del agresor explícitos
3. Tipo narrativo 11. Elementos idiosincráticos
4. Modo discursivo 14. Reproducción verbal
5. Ubicación temporal 15. Elementos analógicos.
6. Ubicación espacial
7. Descripción del espacio físico
8. Identificación del agresor
9. Circunstancias previas relacionales
12. Referencias a estados subjetivos
internos de la víctima
16. Reporte de registro mnémico
sensorial
17. Ausencia de influencias externas

Al igual que la anterior, la técnica CAVAS-INSCRIM logra consistencia con las pruebas de
confirmación del presente caso en la medida en que evidencia todos los criterios de forma y
algunos de contenidos característicos de los testimonios creíbles. En este sentido, la
ausencia del criterio 13 resulta comprensible a partir de las estrategias de victimización

120
características del caso ya mencionadas, al igual que bajo la utilización de los criterios
CBCA donde se produce igual valoración. Esta variable podría también podrían influir en
las discrepancias por parte de los jueces respecto de las valoraciones de los criterios 10, 11
y 14, en la medida en que representa la complejidad y nudo crítico del caso, si se considera
la similitud de los resultados arrojados por el análisis basado en los criterios CBCA
(disenso respecto de criterios 5, 6). En cuanto a las discordancias respecto del criterio 15,
éstas podrían relacionarse con variables del evaluador (juez) o metodológica en la medida
en que la descripción del criterio no haya sido comprendida adecuadamente, no resulte lo
suficientemente claro en su definición o la transcripción de los aspectos analógicos de la
evaluada no hayan sido suficientes en cantidad o calidad para ser valorado el criterio como
presente de manera unánime.

e) Testimonio N° 5

El testimonio relacionado con el presente caso, resulta consistente con la evidencia médico
legal y bioquímica obtenida, constituyéndose en una prueba de confirmación para el
mismo.

En relación a su análisis, los jueces reportan como resultado de la aplicación de los criterios
CBCA (Anexo 5) los siguientes:

Tabla N° 16: Resultados CBCA Testimonio N° 5


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 7. Complicaciones inesperadas durante 9. Detalles superfluos
2. Elaboración no estructurada el incidente 13. Atribuciones al estado mental
3. Cantidad de detalles 10. Incomprensión de detalles sexuales del agresor.
4. Adecuación contextual relatados con precisión
5. Descripción de interacciones 11. Asociaciones externas
6. Reproducción de conversaciones 8. relacionadas
Detalles inusuales 14. Correcciones espontáneas
12. Alusiones al estado mental subjetivo 15. Admisión de falta de memoria
del menor 18. Perdonar al autor del delito
16. Plantear dudas sobre el propio
testimonio
17. Autodesaprobación
19. Detalles característicos de la ofensa

121
Las valoraciones mencionadas resultan concordantes con la prueba de confirmación en la
medida en que la técnica evidencia la presencia de los criterios esenciales para considerar
un testimonio como creíble y válido de modo general (1, 2, 3), aquellos detalles específicos
que le brindan coherencia (4 y 5 y 6), otros respecto de peculiaridades del contenido (8, 12)
y relacionados con la motivación (16, 17, 19).

Respecto a los criterios alusivos a las peculiaridades del contenido, la ausencia del criterio
10 una vez más resulta esperable en consideración de los conocimientos/experiencia sexual
de la evaluada, así como también, la de los criterios 7 y 11 en la medida en que el evento en
cuestión es único, con la utilización del abordaje sorpresivo de la evaluada entre otras
estrategias de victimización. Asimismo, la ausencia de algunos de los criterios alusivos a
los contenidos relacionados con la motivación (14, 15) resulta consistente con las
características personales de la presunta víctima y del delito que hacen que las referencias
de la misma no apunten hacia la deslegitimación de sus capacidades mnémicas en general
sino sólo a un tema puntual que permite la presencia del criterio 16, así como tampoco, el
perdonar al autor del delito (18) considerando el nulo vínculo con el desconocido agresor y
de la magnitud del daño asociado al delito investigado.

Por otra parte, los resultados del análisis del testimonio mediante la técnica CAVAS-
INSCRIM (Anexo 7) dicen relación con el consenso respecto de la presencia de los
criterios, sin identificarse concordancia respecto a los criterios que se encontrarían
ausentes:
Tabla N° 17: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 5
CONSENSO DE PRESENCIA DISENSO
1. Coherencia 5. Ubicación temporal
2. Consistencia 13. Referencias a estados subjetivos del agresor
3. Tipo narrativo
4. Modo discursivo
6. Ubicación espacial
7. Descripción del espacio físico
8. Identificación del agresor
9. Circunstancias previas relacionadas
10. Contenidos sexuales explícitos
11. Elementos ideosincráticos
12. Referencias a estados subjetivos internos de la víctima
14. Reproducción de verbalizaciónes
15. Elementos analógicos
16. Rporte de registro mnémico sensorial
17. Ausencia de influencias externas

122
Estos hallazgos resultan consistentes con la prueba de confirmación del caso ya que el
testimonio presenta casi la totalidad de los criterios establecidos por la técnica CAVAS-
INSCRIM para ser considerado como un testimonio verídico. Respecto a los dos criterios
frente a los cuales existen discrepancias respecto a su valoración, tan sólo uno de ellos
corresponde a un disenso respecto de su presencia/ausencia (criterio 13), el que también se
observa ausente a través de los criterios CBCA (atribuciones al estado mental del agresor)
representando parte de la complejidad narrativa de la evaluada y del caso. Así, en cuanto al
criterio 5, existe acuerdo entre los jueces respecto de la presencia de dicho criterio, mas
disenso respecto de la valoración cualitativa de la misma. En otras palabras y al igual que lo
referido en casos anteriores, esta discrepancia podría relacionarse con otras variables a
analizar.

f) Testimonio N° 6

El caso alusivo a este testimonio corresponde a un caso confirmado de acuerdo a la


evidencia médico legal, biológica y química existente que se constituye en la prueba de
contraste.

Así, mediante el análisis realizado por los jueces utilizando los criterios CBCA(Anexo 5),
se arribó a los siguientes resultados:

Tabla N° 18: Resultados CBCA Testimonio N° 6


CONSENSO DE PRESENCIA CONSENSO DE AUSENCIA DISENSO
1. Estructura lógica 10. Incomprensión de detalles sexuales 8. Detalles inusuales
2. Elaboración no estructurada relatados con precisión 11. 15. Admisión de falta de
3. Cantidad de detalles Asociaciones externas relacionadas memoria.
4. Adecuación contextual 16. Plantear dudas sobre el propio
5. Descripción de interacciones testimonio
6. Reproducción de conversaciones 18. Perdonar al autor del delito
7. Complicaciones inesperadas
9. Detalles superficiales
12. Alusiones al estados mental
subjetivo del menor
13. Atribuciones a estado mental del
agresor
14. Correcciones espontáneas
17. Autodesaprobación
19. Detalles característicos de la ofensa

123
Éstos muestran la concordancia con la prueba de contraste dada la presencia de la mayoría
de todos los criterios alusivos a las características generales, contenidos específicos,
contenido y elementos específicos de la ofensa, así como también, algunos
correspondientes a las categorías peculiaridades del contenido y contenidos relacionados
con la motivación. La ausencia de los criterios 10 y 11 refuerzan lo anterior ya que, como
se ha planteado respecto de esta población, sus conocimientos/experiencia en el ámbito
sexual no hacen probable la aparición en el testimonio de alusiones a detalles de este tipo
sin comprensión de la connotación de los mismos, mientras que la frecuencia única del
evento, incidiría en la ausencia de referencias a instancias previas de connotación sexual
por parte del agresor.

Ahora bien, en cuanto a los restantes criterios identificados como ausentes o frente a los
cuales existen discrepancias, nuevamente se evidencian en la categoría de contenidos
relacionados con la motivación, entendiendo que las circunstancias en las que ocurre el
delito (sin alteración de conciencia ni bajo el efecto de sustancias ilícita, con actitud alerta
frente a la percepción del acercamiento del autor, el corto período de tiempo entre la
presunta ocurrencia de los hechos y la evaluación pericial psicológica) sumado a las
características del funcionamiento psicológico de la evaluada, permiten comprender que
ésta manifiesta una actitud segura y certera sobre sus dichos, requiriéndose un análisis
transversal de esta categoría en torno a la representatividad de éstos en la población adulta.
Además, en cuanto al disenso en torno al criterio 15, no se descartan variables del
evaluador (jueces) que pudiesen influir en la diferenciación práctica de los criterios 14, 15 y
16 que aluden en su conjunto a las dificultades personales mnémicas reconocidas por el
peritado, así como también, en la determinación de lo que sería “inusual” para este caso
(criterio 8).

En relación a los resultados arrojados por los análisis del testimonio bajo la técnica CAVAS
(Anexo 7), los jueces advierten lo siguiente, sin evidenciar consenso respecto de la ausencia
de criterios:

124
Tabla N° 19: Resultados CAVAS-INSCRIM Testimonio N° 6
CONSENSO DE PRESENCIA DISENSO
1. Coherencia 3) tipo narrativo, (5) ubicación temporal, (10) contenidos
2. Consistencia sexuales explícitos
4. Modo discursivo
6. Ubicación espacial
7. Descripción del espacio físico
8. Identificación del agresor
9. Circunstancias previas relacionales
11. Elementos idiosincráticos
12. Referencias a estados subjetivos internos de la víctima
13. Referencias a estados subjetivos del agresor
14. Reproducción verbalizaciones
15. Elementos analógicos
16. Reporte de registro mnémico sensorial
17. Ausencia de influencias externas

Estos resultados resultan consistentes con la prueba de confirmación en la medida en que


representan las principales características de forma y contenido propias de los testimonios
creíbles de acuerdo lo planeado por la técnica CAVAS-INSCRIM, existiendo discrepancias
entre los jueces en torno a sólo 3 criterios, dos de los cuales (3 y 5) una vez más se
encuentra presentes pero con dificultades para ser valorado en cuanto son por definición
discrecionales.

2. ANÁLISIS TRANSVERSAL DE CASOS:

a) De los criterios CBCA, técnica SVA:

Los criterios que de manera transversal en todos los testimonio analizados (comprobados y
no comprobados) presentaron una alta frecuencia (presentes en los 6 casos) fueron los
cuatro primeros (estructura lógica, elaboración no estructurada, cantidad de detalles y
adecuación contextual), es decir, en torno a ellos existiría un consenso respecto de su
presencia (Anexo 8). Los hallazgos en torno a los cuatro iniciales resultan consistente con
los de investigaciones anteriores de otro corte metodológico en la población adulta (Vrij,
Akehurst, Soukara y Bull citados en Godoy-Cervera e Higueras, 2005); de modo parcial
con aquellas que no consideran el criterio estructura lógica dentro de aquellos con mayor
frecuencia de aparición, pero sí los otros tres criterios mencionados (Lamb et al.,1997;
Garrido y Masip citado en Ballesteros, 2008) y con los arrojados por una investigación
nacional de la prueba en menores de edad (Navarro, 2006), todo lo cual permite decir que

125
los testimonios de los adultos analizados cuentan con criterios de credibilidad similares a
los identificados en relatos vivenciales de menores de edad y adultos, incluyendo los
testimonios no confirmados.

Del mismo modo, se evidenciaron 3 criterios que presentan un consenso relativo de


presencia (Anexo 8) con una frecuencia de aparición en 5 de los 6 casos analizados. Uno de
ellos corresponde al criterio 19 (elementos característicos de la ofensa) cuya valoración se
encuentra discrepante sólo en el testimonio N° 4 asociado a las particulares circunstancias
en las que se produce la agresión denunciada, que podrían influir en que resultara compleja
la valoración de éstas como características del delito que se investiga. Lo mismo ocurre con
el criterio 5 Descripción de interacciones también ausente sólo en el testimonio N° 4 donde
las presuntas instancias comisivas del delito bajo alteración de conciencia de la evaluada,
hacen comprensible las discrepancias respecto de la valoración del mismo. El criterio 12
por su parte (alusiones al estado mental subjetivo del adulto - para efectos de esta
investigación considerando la edad de las evaluadas-), no se presenta en el testimonio N° 1
donde existe una discrepancia respecto de su presencia. Otro con consenso relativo de
presencia dada su frecuencia de aparición en 4 de los 6 casos, es el criterio 6 Reproducción
de conversaciones discrepante en su valoración por parte de los jueces en el testimonio N°
1 y Nº 4 posiblemente asociado a las circunstancias en las que habrían ocurrido los delito
(bajo estado de sueño y bajo alteración de conciencia como estrategia de sometimiento,
respectivamente). Los criterios mencionados resultan consistentes con las investigaciones
internacionales en población adulta que advierten en ellos una mayor frecuencia de
aparición, (Vrij, Akehurst, Soukara y Bull citados en Godoy-Cervera e Higueras, 2005), a
excepción del 19 (Detalles característicos de la ofensa) que se configuraría en un hallazgo
particular para estos 6 casos de adultos analizados. Además, poseen concordancia con las
valoraciones también consensuadas respecto de la presencia, de los criterios que resultan
semejantes en la técnica CAVAS-INSCRIM (Anexo 9) (coherencia, consistencia,
ubicación espacial, reproducción de verbalizaciones y referencias a los estados subjetivos
de la víctima) lo cual permite suponer una intencionalidad consistente en las valoraciones
realizadas por los jueces y no tan sólo a la intervención posible del azar.

126
En síntesis, la mencionada técnica logra identificar las características vivenciales de cada
uno de los testimonios analizados (confirmados y no confirmados): todos ellos poseen una
estructura lógica y discursiva general, con detalles suficientes para entregarle a sus dichos
una coherencia en tiempo y espacio plausible donde se describen las interacciones con el
presunto agresor, que le provocarían al evaluado ciertos estados internos que reproduce, lo
que en términos generales resulta consistente con planteamientos entregados por la
literatura especializada respecto de la fenomenología de las agresiones sexuales.

Lo anterior, se complementa con la ausencia de criterios CBCA diferenciadores de aquellos


testimonios confirmados y los no confirmados analizados, lo que resulta contrario a los
resultados arrojados por las múltiples investigaciones internacionales respecto de la validez
de la técnica en la población infantil (Boychuk, 1991; Boychuk et al.,1988; Lamb et
al.,1997; Juárez, 2004; Garrido y Masip citados en Ballesteros, 2008). Todo lo
anteriormente expuesto, permite decir que ninguno de los testimonios no confirmados
analizados se trataría de tipos completamente falsos o fantaseados, sino más bien, relatos
sobre experiencias vividas donde la ausencia de credibilidad discursiva se centraría en otros
aspectos del testimonio y no en su estructura general. Esto resulta representativo de la
realidad judicial y procesal de los casos donde su discusión probatoria no se circunscribe
tan sólo a la ocurrencia o no de los hechos denunciados, sino más bien a cómo es que estos
habrían ocurrido dado que el bien jurídico protegido es la libertad sexual, lo que implica
analizar con mayor detención aquellos aspectos relacionales o circunstanciales que rodean
las acciones investigadas.

Por lo tanto, los criterios CBCA presentan una diferencia respecto de su capacidad
diferenciadora de ambos tipos de testimonios analizados a nivel particular (caso a caso) y a
nivel transversal. En otras palabras, los resultados arrojados por las valoraciones de los
jueces expertos en cada uno de los casos analizados, resultan consistentes con las pruebas
de contraste pudiendo identificar los nudos críticos de la credibilidad de aquellos
testimonios no confirmados y las características vivenciales de aquellos testimonios
confirmados. No obstante, esta posibilidad se desdibuja cuando se analiza la técnica en su
globalidad, ya que no presenta criterios diferenciadores u otros elementos que permitan

127
esbozar una distinción entre ambos tipos de testimonios, resultando necesario el
complemento de un análisis criminalístico de contraste con otras pruebas (declaraciones
previas, pruebas médicas forenses, etc.) y criminológico específico y detallado de las
características de la agresión sexual referida, aportado por otro de los componentes de la
técnica, el “Análisis de los Criterios de Validez”.

Ahora bien en cuanto a los casos confirmados analizados, las valoraciones realizadas por
los jueces utilizando los criterios establecidos por el CBCA serían consistentes con las
pruebas de contraste utilizadas, ratificando su poder discriminador de las características
creíbles de los testimonios adultos analizados.

Continuando con el análisis del desempeño de la técnica en los testimonios analizados,


existirían 2 criterios que muestra consenso de ausencia (Anexo 8), es decir, los jueces
coinciden en valorarlos ausente en los 6 casos analizados. El criterio 10 Incomprensión de
detalles sexuales relatados con precisión por obviedad en su definición, no resulta
representativo de las características personales, etarias ni vinculares de las mujeres adultas
cuyos testimonios se analizaron, ya que todas ellas poseían conocimientos/experiencia
previas en el ámbito, lo que podría ser habitual en esta población aunque no descartable
casos excepcionales contrarios o socialización sexual apreciable en rangos etarios menores
(pubertad y adolescencia) considerando las características micro y macro socio-culturales
actuales y las que definen a ciertos grupos de pertenencia. Este resultado, resulta
coincidente con su bajo poder discriminador en los estudios realizado en población de
menores de edad (Boychuk, 1991; Boychuk et al., 1998; Lamb et al. 1997; Garrido y Masip
citado en Ballesteros, 2008) y con la baja frecuencia evidenciada en los testimonios creíbles
emitidos por menores de edad (Navarro, 2006), lo que permitiría, sugerir la revisión del
mismo de confirmarse este hallazgo en la población adulta en una futura investigación de
mayor alcance. Similar situación se visualiza en torno a aquellos criterios pertenecientes a
la categoría contenidos relacionados con la motivación, específicamente a la ausencia del
criterio 18 Perdonar al autor del delito en los 6 testimonios analizados asociada al tipo de
vinculación extrafamiliar existente en 4 de los 6 casos que incidiría en que la víctima no
experimentara ni narrara por consiguiente, sentimientos ambivalentes y/o de compasión

128
frente al agresor. En tanto que en los 2 casos donde la vinculación es de tipo intrafamiliar,
la dimensión del daño asociado a los hechos y las características etarias influiría en este
mismo sentido.

Del mismo modo, se identifica 1 criterio con consenso relativo de ausencia (Anexo 8), uno
de ellos, el criterio 17 Autodesaprobación ausente en 4 de los 6 testimonios (N° 1, 2, 3 y 4)
donde el vínculo conocido con el presunto agresor, sumado a las competencias cognitivas
etarias de las víctimas cuyos testimonios se analizaron, podrían incidir en la realización de
un análisis macro del delito que deposita las responsabilidades en quien corresponda -el
agresor- y no en sí misma, sumado a sus características de personalidad idiosincráticas no
proclives al autoreproche. Lo anterior, considerando que en los 2 casos donde este criterio
se encuentra presente, según las valoraciones realizadas por todos los jueces (testimonios 5
y 6), el agresor sería un desconocido quien las sometería en circunstancias ambientales de
riesgo que favorece un autoreproche respecto de la dificultad para haber evaluado
adecuadamente las claves de riesgo contextuales, sumado a que ambas peritadas poseen
como características personales, la tendencia a la autocrítica negativa, disminuida
autoimagen y autovalía. Finalmente, no se descarta la posible influencia de elementos de
tipo culturales en torno a los prejuicios y creencias erróneas existentes en torno a las
agresiones sexuales a los adultos, que sustentan como base la duda respecto de la
credibilidad de sus dichos asociada a las supuestas competencias etarias y físicas que les
permitirían discernir previa y anticipadamente el peligro o derechamente, repeler el ataque,
escenario que las evaluadas durante las evaluaciones vislumbran e identifican, pudiendo
estar a la base en la tendencia a evitar emitir frases autodesconfirmatorias, en un ánimo de
reforzar la credibilidad de sus dichos y evitar entregar elementos que confirme las creencias
falsas respecto del fenómeno.

Por lo tanto, los criterios 10, 17 y 18 de la técnica CBCA no resultan característicos de los
testimonios de adultos analizados al no evidenciarse de manera conclusiva en los casos
confirmados ni sin confirmar, ya sea porque no representan las características
fenomenológicas de las agresiones sexuales en adultos o porque no representan las
psicológicas de la población analizada.

129
Del mismo modo, existen 8 criterios con un comportamiento disímil (Anexo 8) en cuanto a
su frecuencia en relación al consenso arribado por los jueces, lo que no permite llegar a
conclusiones respecto al uso y consideración de los mismos. Así, el criterio 7.
complicaciones inesperadas evidenció consenso de ausencia en 3 de los testimonios
analizados (N° 2, 3 y 5), consenso de presencia en 2 (N° 1 y 6) y discrepancias en uno solo
de ellos (N° 4). Lo mismo ocurre con aquellos correspondientes a la categoría
Peculiaridades del contenido, tales como el criterio criterio 8 Detalles inusuales que
evidencia consenso de presencia en 3 de los casos analizados (N°2, 4, 5) y discordancia
respecto de su valoración en los otros 3 restantes (N°1, 3, 6), resultados consistentes con los
evidenciados en las valoraciones otorgadas a su semejante en la técnica CAVAS-INSCRIM
(11. Elementos idiosincráticos) que permite descartar la intervención de la variable
personal del juez en sus resultados. Del mismo modo, el criterio 9 Detalles superfluos por
su parte, evidencia consenso de presencia en 2 casos (N° 4 y 6), consenso de ausencia en 1
(N° 1) y disenso en los 3 restantes (N°2, 3, 5); el 11 asociaciones externas relacionadas
presenta consenso de presencia en 2 testimonios (N° 1, 4), disenso en 1 (N° 3) y consenso
de ausencia en los otros 3 testimonios (N° 2, 5, 6); y el criterio 13 Atribuciones al estado
mental del agresor se concluye presente en 2 casos (N° 3 y 6), ausente en 2 (N° 2 y 4) y
discrepante en los restante 2 casos (N°1 y 5) en lo cual también se descarta la influencia de
la variable personal del juez considerando que en torno al criterio símil de la técnica
CAVAS-INSCRIM (13. Referencias a estados subjetivos del agresor), se observaron
iguales discrepancias. Por su parte, los criterios correspondientes a la categoría contenidos
relacionados con la motivación también presentan un comportamiento disímil,
específicamente los criterios 14 Correcciones espontáneas (consenso de ausencia en 3
casos N°1, 5 y 6, y disenso en los otros 3, N°2, 3, 4); 15 Admisión de falta de memoria
(consenso de presencia en testimonios N° 2 y 3, consenso de ausencia en testimonio N°1 y
5 y disenso en testimonio N°4 y 6) y 16 Plantear dudas sobre el propio testimonio
(consenso de presencia en testimonio N°5, consenso de ausencia en testimonios N°1 y 6 y
disenso en testimonios 2, 3 y 4).

Ahora bien, en torno al criterio 7 complicaciones inesperadas existe evidencia (Ruby y


Brighman, 1998) respecto a su poder diferenciador de los testimonios considerados veraces

130
emitidos por la población infantil agredida sexualmente, así como también, en conjunto con
el criterio 13 Atribuciones al estado mental del agresor, respecto de su adecuada
definición, y por tanto, posibilidad de ser valorados de manera similar por distintas
personas. Por ende, resulta un hallazgo particular de la presente investigación, necesario de
ser contrastado con otros relativos a una muestra de mayor magnitud que permita discernir
el real comportamiento y poder discriminador de dichos criterios en la población adulta.

En la misma línea, tomando en cuenta las investigaciones revisadas para la población


infantil, (Boychuk, 1991; Boychuck et al., 1998; Anson, Holding y Gully citado en Cantón
y Cortés, 2004; Garrido y Masip citado en Ballesteros, 2008 y Horowitz, Lamb, Esplín,
Boychuk, Crispín y Reiter-Lavery citado en Vrij, 20005; Navarro, 2006) y adulta (Ruby y
Brigham, 1998), existiría evidencia contradictorias relacionadas con el poder discriminador
de los criterios 8, 9, 11 y 14; la baja frecuencia de los criterios 8, 14 y 15; y de la fiabilidad
marginal en algunas casos, y baja fiabilidad en otras, de los mismos criterios. La misma
situación se evidencia en torno al poder discriminador del criterio 16 (Boychuk et al., 1998
refiere un bajo poder discriminador y Navarro, 2006 una baja frecuencia, sumado a los
resultados de Littman y Szewczyk citados en Ballesteros, 2008 que alude a su doble
condición discriminadora tanto de falsedad como de credibilidad). Ello, sumado a los
resultados obtenidos en la presente investigación en torno a la valoración de los testimonios
emitidos por adultos, hace interesante la propuesta de continuación investigativa en la
población adulta con estudios de mayor alcance, de modo de proponer un análisis crítico
del poder discriminador de los criterios mencionados y la pertinencia de su presencia en la
técnica.

b) De la técnica CAVAS-INSCRIM:

Al igual que en la técnica anterior, existen criterios CAVAS-INSCRIM que permiten


discriminar aquellas características de forma y contenido verídicas de todos los testimonios
analizados. Así, se evidencian 5 de 17 criterios que presentan consenso de presencia
(Anexo 9): 1 Coherencia, 6 Ubicación espacial, 8 Identificación del agresor, 9
Circunstancias previas relacionales y situacionales y 17 Ausencia de influencias externas

131
en contenido y significado. Otros 4 criterios evidenciaron consenso relativo de presencia
(Anexo 9). El criterio 12 Referencias a estados subjetivos internos de la víctima presenta
consenso en 5 testimonios (N°2, 3, 4, 5, 6) y disenso en tan sólo 1 (N°1); el 7 Descripción
del espacio físico cuya presencia se encuentra consensuada en 4 testimonios (N°2, 4, 5, 6) y
discutida en los restantes 2 (N° 1 y 3); y el 14 Reproducción de verbalizaciones presente de
manera consensuada en 4 casos (N° 2, 3, 5, 6) y discutido en 2 de ellos (N°1 y 4). Mención
especial corresponde el criterio 4 Modo discursivo (consenso de presencia en testimonios
N° 1, 2, 4, 5, 6 y disenso en el N° 3), el que en estricto rigor presenta un consenso de
presencia ya que todos los jueces coinciden en que se encontraría presente en los 6
testimonios analizados, otorgándole la relatividad a los resultados la discrepancia respecto a
su valoración cualitativa (Fluido/Coartado-Abierto/Cerrado) en un solo testimonio (Nº 3).
Estos resultados, resultan consistentes con siete de los resultados arrojados por la
investigación nacional de la técnica en población menor de edad (Navarro, 2006), así como
también, con las valoraciones realizadas en los criterios semejantes en la técnica CBCA
(SVA), lo que disminuye las probabilidades de que estos resultados correspondan al azar.

En otras palabras, todos los testimonios analizados cuentan con una lógica descrita por un
modo discursivo característico que le permite ubicar los hechos denunciados en un espacio
determinado, entregando referencias claras respecto del agresor, su relación previa con este,
la forma en que se lleva a cabo la transgresión, los diálogos relacionados y estados
subjetivos experimentados por la evaluada, todo ello, referido en consonancia con lo
esperable psíquica y narrativamente para su rango etario y estado al momento de la
evaluación. Si bien, estas características resultan esperables de encontrar en los casos
confirmados, resultan interesantes de analizar en relación a los casos no confirmados ya que
permiten decir, tal como se analizó en cuanto a la técnica CBCA, que éstos no resultan
falsos en su totalidad, sino por el contrario, darían cuenta en su globalidad de experiencias
vividas con aspectos que no cuentan con credibilidad relacionados con contenidos
específicos y/o en la relación entre ellos.

Ahora bien, el criterio 2 Consistencia también presenta un consenso relativo de presencia


al manifestarse en todos los testimonios confirmados analizados (Nº 3, 4, 5 y 6), y no así en

132
los sin confirmar (Nº 1 y 2). Por tanto, es el único criterio capaz de diferenciar entre ambos
tipos de relatos al contemplar por definición, una revisión del hilo conductor general del
testimonio, pero también, de la concordancia entre los aspectos específicos que lo
componen pudiendo evidenciar entonces, los nudos críticos de los testimonios no
confirmados que se diferenciaban en términos analíticos de los confirmados. Lo anterior
resulta relevante si se considera que el criterio 1 del CBCA Estructura lógica contempla
también en su definición original la revisión de la consistencia interna del testimonio,
siendo valorado por los jueces en la presente investigación como presente en todos los
testimonios. Esta discrepancia en los resultados podría relacionarse con una tendencia
práctica de valoración del criterio, asociada al componente principal de su definición que le
aporta el nombre al criterio: la revisión de la ilación transversal coherente del relato,
dejando en un lugar secundario el análisis de su consistencia interna, siendo necesario para
su confirmación, un estudio que contemple una muestra mayor y/o más jueces evaluadores.
Además, la técnica CAVAS-INSCRIM refleja un mayor número de criterios característicos
en los testimonios confirmados (13.5 en promedio) versus los testimonios no confirmados
(9 en promedio) y menores discrepancias respecto de las valoraciones realizadas por los
jueces en los testimonios confirmados (3.2 promedio) en comparación con los testimonios
no confirmados (5 promedio).

Lo anterior, permite plantear la existencia de diferencias en ambos tipos de relatos


analizados, las que discriminaría la técnica mediante: el criterio 2 consistencia, un mayor
número de criterios presentes y menores discrepancias en la valoración de los criterios. Por
lo tanto, la técnica muestra consistencia con las pruebas de contraste tanto para los
testimonios no confirmados como los confirmados.

Continuando con el análisis del desempeño de la técnica, se identificaron 6 de 17 criterios


cuyo comportamiento disímil (Anexo 8) no permite hacer aseveraciones respecto de su uso
y consideración para estos testimonios analizados. Estos son: el criterio 10 Contenidos
Sexuales Explícitos (consenso de presencia en tres testimonios Nº 1, 3, 5, consenso de
ausencia en testimonio Nº 2 y disenso en dos testimonios Nº 4 y 6); 15 Elementos
analógicos o gestuales (consenso de presencia en 2 testimonios Nº 3 y 5, consenso de

133
ausencia en el Nº 1 y disenso en los Nº 2, 4 y 6); y 16 Reporte de registro mnémico
sensorial (consenso de presencia en testimonios Nº 4, 5 y 6 y disenso en los restante Nº 1, 2
y 3). Lo mismo ocurre con los criterios 11 Elementos idiosincráticos (consenso de
presencia en testimonio Nº 3, 5, 6, consenso de ausencia en testimonio Nº 1 y discrepancias
en torno a los dos restantes Nº 4 y 2); y 13 Referencias a estados subjetivos del agresor
(consenso de presencia en testimonio Nº 2 y 4, consenso de ausencia en los Nº 2 y 4 y
disenso en los Nº 1 y 5) que fueron igualmente valorados como disímiles en los criterios
símiles CBCA (8. Detalles inusuales y 13 Atribuciones al estado mental del agresor),
descartando de este modo la influencia de la variable personal del juez en dichos resultados,
sin ser posible realizar el mismo contraste con el resto de los criterios ya que no poseen
correspondencia con la mencionada técnica.

Al igual que el criterio 4 ya analizado, los criterios 3 Tipo Narrativo y 5 Ubicación


temporal corresponden por definición a criterios cualitativos. El primero de ellos, da por
supuesta la presencia de la característica aludida, siendo su valoración la que le otorgue una
calidad a ésta (global/episódico), mientras que el segundo criterio, entrega la alternativa de
presencia/ausencia, siendo la primera de ellas, la que debe ser además, calificada
cualitativamente (precisa/aproximada). Por lo tanto, ambos criterios se encuentran
presentes en los 6 testimonios analizados, entendiéndose por el resultado “consenso de
presencia”, el acuerdo arribado por los jueces respecto de la valoración cualitativa del
mismo, y por “disenso”, la discrepancias en las categorías asignadas, mas no respecto de su
ausencia/presencia. De este modo, el criterio 3 Tipo Narrativo evidenció consenso de
presencia en 3 testimonios (Nº1, 4 y 5) y disenso en los 3 restantes (Nº2, 3 y 6), mientras
que el criterio 5 Ubicación temporal se presentó consensuadamente en 2 testimonios (Nº1,
4) y discrepante en los 4 restantes (Nº2, 3, 5 y 6).

Si bien, las características del presente estudio no permiten el análisis estadístico de los
criterios en torno a los cuales existe discrepancia, es posible evidenciar la disimilitud de
estos resultados con los arrojados por Navarro (2006) relativos a la concordancia entre los
jueces para la técnica CAVAS-INSCRIM, la que en el caso de dos de ellos fue casi perfecta

134
(0,92), destacando la salvedad que éstos eran conocedores a cabalidad de la técnica. Esto
lleva a centrar el análisis en dos posibles explicaciones.

Una de ellas dice relación con las valoraciones realizadas a los criterios 3, 5, 10, 15 y 16, en
donde pudiese haber intervenido la variable personal del juez, todos seleccionados con
formación y experiencia en el análisis de credibilidad discursiva mediante la técnica SVA,
por lo tanto, el entrenamiento de 4 hrs. en los significados de los criterios propios de la
técnica CAVAS-INSCRIM pudiera no haber sido suficiente para identificarlos en la
práctica del análisis de los testimonios, más aún si se considera que dos de ellos (3 y 5)
obligan al evaluador a realizar una valoración cualitativa con varias alternativas posibles,
asertividad que sólo puede lograrse en la medida en que éste mantenga una fluido y
permanente conocimiento y uso de la técnica. Esta razón refuerza el interés por la propuesta
de reproducir este estudio y/o desarrollar otro con similares características contando con la
participación de jueces con un vasto entrenamiento y formación en la técnica CAVAS-
INSCRIM que permita comparar estos resultados y concluir al respecto. La otra
argumentación propuesta para comprender los resultados de los criterios 11 y 13 en los que
se descarta la variable entrenamiento antes mencionada dada la coincidencia de las
valoraciones con sus criterios semejantes CBCA, dice relación con que dichas
características discursivas en la población adulta estudiada se presentan de manera menos
clara o evidente que en la población infanto-juvenil, lo que conduciría a valoraciones
desiguales por parte de distintos evaluadores.

Finalmente respecto de los resultados de esta técnica, cabe señalar que los jueces no arriban
a consenso total ni relativo respecto de criterios que se encuentren ausente, en lo que podría
estar influyendo el número de criterios en torno a los cuales se evidenció un
comportamiento disímil. Es decir, si ante la disparidad de los resultados por parte de los
jueces respecto de los criterios recientemente analizados, se controlasen las variables
propuestas como posibles fuente de interferencia, es posible hipotetizar que en dicho grupo
se encontrarían tal vez, consenso sobre la ausencia de algunos de ellos. Además, otra
explicación plausible no excluyente, dice relación con que los criterios CAVAS-INSCRIM
evalúan aspectos globales de las agresiones sexuales mientras que CBCA lo hace de modo

135
más específico, por lo tanto las características vivenciales de los testimonios, podrían ser
consideradas por más de un solo criterio CAVAS-INSCRIM.

136
V. CONCLUSIONES

1. Los resultados dan cuenta de que los testimonios emitidos por adultos respecto de
agresiones sexuales de los cuales existen pruebas de confirmación y de los que no se
confirma la denuncia, presentan en su globalidad características similares de
credibilidad las que son identificadas por ambos métodos. En otras palabras, ambos
tipos de testimonios analizados presentan características vivenciales que son
visualizadas por ambas técnicas a nivel general. Si a ello, se le suman las
conclusiones aportadas por Navarro (2006) respecto de la validez estudiada de ambas
técnicas en la realidad nacional, que les permite identificar las características de
credibilidad discursiva de los testimonios emitidos por presuntas víctimas de
agresiones sexuales menores de edad, es posible suponer que en ambas poblaciones,
las técnicas podrían evidenciar un adecuado desempeño para lo cual fueron creadas.
Para ello, resulta indispensable un estudio de otro corte metodológico sobre una
muestra mayor que permita una generalización de sus resultados, complementando la
limitación que un estudio de casos presenta respecto de su transferencia.

En un análisis específico de aquellos criterios característicos de cada una de las


técnicas en todos los testimonios emitidos por adultos, los criterios del CBCA aluden
a las elementos estructurantes de toda narración que permite dar cuenta de un hecho
(1, 2, 3, 4), incluyendo uno que incorpora un contraste de validación con los
conocimientos específicos sobre la materia (criterio 19). Los criterios de la técnica
CAVAS-INSCRIM, al igual que la anterior, cuenta con criterios que identifican los
aspectos fundamentales de toda narración sobre una experiencia (criterios 1, 4, 6), así
como también, de contraste de validación : el criterio 17 que descarta que el discurso
cuente con características que serían poco esperables para el rango etario de la
persona y su funcionamiento psíquico; y el criterio 4 que describe la forma en que el
adulto emitió el testimonio sobre la agresión sexual investigada, el que debería ser
compatible con la forma en que tiende a narrar otras experiencias neutras. Además, la
técnica agrega otros dos criterios de tipo relacionales (8 y 9) ya sea con el agresor
como con los factores socio-ambientales intervinientes.

137
De esta primera conclusión, se desprende también que las capacidades psíquicas de
los adultos les permiten entregar testimonios analizables en la medida en que cuentan
con las características generales discursivas de cualquier relato sobre experiencias,
confirmado los resultados respecto de la incidencia de la variable etaria en los
sistemas criteriales (Alonso-Quecuty, 1999; Vrij, 2005; Navarro 2006) los que
tendrían un mayor y mejor desempeño en la medida en que el evaluado cuente con
mayores recursos cognitivos para dar cuenta de gran parte y mejor forma de lo vivido.

2. Los resultados alusivos a la capacidad de ambas técnicas para detectar y evaluar las
características verídicas de los testimonios analizados son esperables en torno a los
relatos confirmados, no obstante, resultan llamativos en relación a los testimonios no
confirmados. A partir de ello, se concluye que éstos no tratan sobre experiencias
falseadas por completo, sino más bien, de experiencias vividas donde algunos
aspectos específicos de los hechos investigados no contarían con características de
credibilidad, corroborando los supuestos de Juárez et al. (2007) quienes señalan que la
mayor dificultad del análisis de credibilidad radica en aquellos casos falseados en
algún aspecto y no en su totalidad.

A nivel general, la literatura especializada respecto de las agresiones sexuales


concuerda con este nudo crítico sobre las complejidades que encierra el análisis
cuando se trata de personas con conocimientos/experiencias en el ámbito y con
capacidades psíquicas, maduracionales y etarias que les permiten consentir un acto
sexual, situación que se refleja en la realidad procesal de dichos casos donde muchas
veces se cuenta con declaraciones del agresores reconociendo encuentros sexuales
con la víctima junto a pruebas químico-biológicas forense que lo avalan, poniendo el
acento de la discusión en la probación de las circunstancias comisivas y el respectivo
consentimiento entregado, considerando que los adultos en su mayoría también
cuentan con las capacidades cognitivas y psicológicas para esgrimir testimonios
falsos. No obstante, resulta interesante la realización posterior de un estudio que
contase con testimonios disímiles en aspectos estructurantes, como por ejemplo los de

138
retractación, que aunque resultan menos frecuentes de encontrar en la población
adulta de acuerdo a los datos aportados por la literatura especializada, pudiesen
permitir el análisis del comportamiento de ambas técnicas de manera más clara, de
modo de poder complementar los resultados de la presente investigación.

3. En los testimonios sobre agresiones sexuales emitidos por adultos analizados, es


posible concluir respecto de la nula y escasa representatividad de algunas
características de credibilidad establecidas por la técnica SVA en sus criterios de
contenido CBA. En este sentido, la variable etaria de la población adulta analizada y
por ende, las maduracionales y cognitivas influyen en que los criterios 10.
Incomprensión de detalles sexuales relatados con precisión, 17. autodesaprobación y
18. Perdón al autor del delito no se encuentren presentes en ninguno de los
testimonios analizados, ya sea confirmados como no confirmados. Lo anterior resulta
esperable considerando que, a pesar de que la construcción inicial de la técnica no se
limitaba solamente a la evaluación de menores de edad, su versión difundida e
investigada se encuentra dirigida principalmente a dicha población, conteniendo
entonces criterios representativos de la misma, por ende, su aplicación en adultos
exigiría una reformulación de sus criterios como lo realizado por Juárez, (2007) en el
ámbito de la violencia de género, de modo que permitan representar el fenómeno de
una manera más fidedigna.

Resulta entonces pertinente retomar las opiniones experta de los autores sobre la
materia quienes aluden a que los conocimientos sexuales previos de los adultos y sus
capacidades cognitivas para falsear información, complejizarían el análisis de
credibilidad discursiva. No obstante, estos resultados permitirían de manera incipiente
y exploratoria arribar a una lectura complementaria: dichas variables no serían una
excepción de la población, sino una constante parte de las características de la etapa
del ciclo vital por la que atraviesan los evaluados, necesarias de ser consideradas
dentro de la valoración del funcionamiento psíquico del mismo, tal como el resto de
las áreas que se utilizaran posteriormente como elementos de contraste para el
testimonio obtenido respecto del delito investigado. Relevar lo anterior, permite

139
contribuir a la desmitificación de creencias erróneas respecto de esta población y
posibles prejuicios respecto de la forma en que el fenómeno de las agresiones
sexuales se ejercen contra esta población, así como también, ponderar de manera
equilibrada los desafíos que encierra toda evaluación de credibilidad discursiva en
torno a las agresiones sexuales.

Ahora bien, al no evidenciarse criterios CAVAS-ISCRIM ausentes de manera


consensuada por los jueces, se torna aún más relevante replicar el estudio con una
muestra de mayor alcance estadístico que permita controlar las variables propuestas
como posiblemente intervinientes, y finalmente reformular los criterios de ambas
técnicas de modo que representen el fenómeno de las agresiones sexuales en adultos
de manera idónea.

4. En relación a la capacidad de ambas técnicas para diferenciar los testimonios


confirmados de aquellos no confirmados analizados, ambas técnicas permiten
identificar de manera particular en cada caso los criterios de credibilidad de todos los
testimonios analizados, así como también, los nudos críticos de la misma en los no
confirmados. No obstante, al realizar un análisis transversal de las técnicas, los
criterios de ambas presentan distinciones en torno a dicha capacidad discriminadora.
La técnica CAVAS-INSCRIM posee un criterio direferenciador (2. Consistencia), una
mayor cantidad de criterios de credibilidad en los testimonios confirmados y menores
discrepancias en los mismos, en comparación con los no confirmados, mientras que
los criterios CBCA no logra levantar dichas distinciones en la muestra estudiada. Lo
anterior podría asociarse a las características transversales de cada técnica, donde los
criterios CAVAS-INSCRIM poseen definiciones conceptuales generales alusivas a la
forma y contenido de lo que el evaluado expresa como su vivencia que podrían
resultar más abarcativos, mientras que los criterios contemplados en el CBCA
apuntan a aspectos específicos de las agresiones sexuales que no necesariamente se
encuentran presentes en todos los testimonios respecto de este delito y/o de las
peculiaridades que adquiere en relación a esta población.
5. Finalmente en relación a este punto, el presente estudio sienta las bases respecto de la
utilidad del análisis de credibilidad discursiva en la población adulta presuntamente

140
agredida sexualmente, en la medida que ambas técnicas permiten el análisis de
aquellos nudos críticos del fenómeno mediante los procedimientos catalogados por
ambas como indispensables para el pronunciamiento profesional y responsable de la
credibilidad discursiva, es decir, aquellos que permiten la contrastación con el resto
de información obtenida, ya sea física (otras pruebas forenses), discursiva
(declaraciones previas), psicológica (evaluación clínica del funcionamiento
psicológico, pruebas psicológicas aplicadas) y/o criminológica (conocimientos
expertos respecto del fenómeno de agresiones sexuales, psicología forense, derecho,
etc.), denominado por la técnica SVA “Análisis de los Criterios de Validez” y
“Análisis Transversal de la Información” por la técnica CAVAS-INSCRIM .

Autores clásicos de los sistemas criteriales han insistido a lo largo de los años, pero
principalmente durante la última década, sobre la rigurosidad con la que se debe
desarrollar la evaluación de credibilidad mediante procedimientos metodológicos
establecidos, la que solamente se lograría en la medida en que se apliquen cada una de
las partes constitutivas de las técnicas, logrando de esta forma, la triangulación de
información necesaria para validar los resultados en las ciencias sociales. Reforzar
esta premisa resulta indispensable considerando que a pesar de las décadas
transcurridas y la validación que la psicología forense ha logrado en Chile, aún es
posible observar en los litigios orales la preponderancia que profesionales del derecho
y de la misma psicología continúan otorgándole de manera indiscriminada al análisis
de contenido basado en criterios por sobre la validez de los resultados globales
posibles de arribar con las técnicas.

6. En otro orden de ideas, resulta relevante reiterar el nivel de experticia y


conocimientos técnicos que debe poseer el evaluador de credibilidad discursiva en
adultos, ya sea en términos clínicos, fenomenológicos del delito y principalmente,
criminalísticos y criminológicos que tanto la técnica SVA conmina a quien la utilice,
como la CAVAS-INSCRIM incorpora en sus ejes de análisis y formación de
profesionales que la apliquen. Esta condición, permite reforzar la tendencia nacional
de incorporar la psicología jurídica y forense como un área más de instrucción de pre

141
grado conforme a sus espacios laborales conquistados, así como también, la propuesta
internacional de una práctica forense exclusiva de post grado que contemple
especializaciones en estos ámbitos.

7. Finalmente, el camino iniciado con la presente investigación respecto a la utilidad del


análisis de credibilidad discursiva en adultos presuntamente agredidos sexualmente,
permite ofrecer herramientas de colaboración al sistema judicial respecto de uno de
los grupos críticos de víctimas de agresión sexual marcado por una significativa cifra
negra y victimización secundaria por parte del sistema, el que además presenta una
baja incidencia procesal, siendo perseguidos en su mayoría cuando se cuentan con
pruebas objetivas probatoria.

En este sentido, pretende sentar las bases para continuar con el desafío de equiparar
las condiciones probatorias con las que hoy cuentan la población infantil agredida
sexualmente, en torno a la cual existe consenso respecto de la utilidad de las pericias
de credibilidad discursiva. Para ello, es necesario insistir en la difusión de la
caracterización psicosocial de esta etapa evolutiva, incorporando la definición de los
hitos que la marcan, las tareas exigidas a quienes la atraviesan, las posibilidades y
recursos con los que cuentan y la influencia de variables micro y macro sociales en
este andar. El equilibrio en el entendimiento de estos elementos, permitirá elevar el
nivel de discusión técnica respecto a prejuicios y creencias erróneas en torno a los
adultos, así como también, mantener bajo control la variable
conocimientos/experiencia sexual, centrando el análisis psicológico en aquellos
aspectos que no representen una constante característica de la etapa, sino en aquellos
significativos en función del parámetro evolutivo y de las características del
funcionamiento psicológico del evaluado.

142
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149
ANEXO 1
CARACTERIZACIÓN DE CASOS

Identificación : ________________________________________________
Edad : ________________________________________________
Escolaridad : ________________________________________________
Sexo : ________________________________________________
Antecedentes Relevantes : ________________________________________________

Fecha evaluación : ________________________________________________

Tipo de delito: Frecuencia:

Violación Único
Abuso sexual Sistemático
Estupro Crónico

Vínculo con agresor:


Intrafamiliar (parentesco: ____________________________)
Extrafamiliar conocido
Extrafamiliar desconocido
No determinado

Develación:
Inmediata – directa
Inmediata – circunstancial
Tardía –directa
Tardía - indirecta
Tardía – circunstancial

Apoyo familia:

o SI

o NO

Conclusión informe:
Cuenta con criterios de credibilidad
No cuenta con criterios de credibilidad
No es posible referirse a su credibilidad

Pruebas confirmación:
CASOS CONFIRMADOS CASOS NO CONFIRMADOS
Evidencia médico legal.
Embarazo.
Confesión del autor.
Declaración incriminatoria de testigos y/o sentencia judicial.
Incompatibilidad con evidencia médico legal.
Retractación y/o desestimación legal del caso.

150
ANEXO 2
RESULTADOS ANÁLISIS CBCA

Nombre peritada:________________________________________________________

Nombre Juez experto:_____________________________________________________

CRITERIOS CATEGORÍAS

1. Estructura lógica Presente Ausente

2. Elaboración no estructurada Presente Ausente

3. Cantidad de detalles Presente Ausente

4. Adecuación contextual Presente Ausente

5. Descripción de interacciones Presente Ausente

6. Reproducción de conversaciones Presente Ausente

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente Presente Ausente

8. Detalles inusuales Presente Ausente

9. Detalles superfluos Presente Ausente

10. Incomprensión de detalles sexuales relatados con Presente Ausente


precisión
11. Asociaciones externas relacionadas Presente Ausente

12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor Presente Ausente

13. Atribuciones al estado mental del agresor Presente Ausente

14. Correcciones espontáneas Presente Ausente

15. Admisión de falta de memoria Presente Ausente

16. Plantear dudas sobre el propio testimonio Presente Ausente

17. Autodesaprobación Presente Ausente

18. Perdonar al autor del delito Presente Ausente

19. Detalles característicos Presente Ausente

151
RESULTADOS ANÁLISIS CAVAS-INSCRIM

Nombre peritada:________________________________________________________

Nombre Juez experto:_____________________________________________________

CRITERIOS CATEGORÍAS
1. Coherencia Presente Ausente

2. Consistencia Presente Ausente

3. Tipo Narrativo Global Episódico

4. Modo discursivo Fluido-Abierto Fluido-Cerrado Coartado Coartado


abierto Cerrado
5. Ubicación temporal Presente Ausente

Precisa Aproximada

6. Ubicación espacial Presente Ausente

7. Descripción del espacio físico Presente Ausente

8. Identificación del agresor Presente Ausente

9. Circunstancias previas Presente Ausente


relacionales y situacionales
10. Contenidos sexuales Presente Ausente
explícitos
11. Elementos ideosincráticos Presente Ausente

12. Referencias a estados Presente Ausente


subjetivos internos de la víctima
13. Referencias a estados Presente Ausente
subjetivo del agresor
14. Reproducción de Presente Ausente
verbalizaciones
15. Elementos analógicos o Presente Ausente
gestuales
16. Reporte de registro mnémico Presente Ausente
sensorial
17. Ausencia de influencias Presente Ausente
externas en contenido y
significado

152
ANEXO 3

NÚMERO DE CRITERIOS PRESENTES SVA Y CAVAS-INSCRIM EN MUESTRA


TOTAL

CASOS NO COMPROBADOS
SVA (CBCA) CAVAS - INSCRIM
JUEZ JUEZ JUEZ PROMEDIO JUEZ 1 JUEZ JUEZ PROMEDIO
1 2 3 2 3
TESTIMONIO 1 10 9 10 9.6 13 10 11 11.3
TESTIMONIO 2 12 12 11 11.6 13 14 11 12.6

CASOS COMPROBADOS
SVA (CBCA) CAVAS - INSCRIM
JUEZ JUEZ JUEZ PROMEDIO JUEZ 1 JUEZ JUEZ PROMEDIO
1 2 3 2 3
TESTIMONIO 3 13 12 12 12.3 16 16 17 16.3
TESTIMONIO 4 13 11 10 11.3 16 14 12 14
TESTIMONIO 5 13 11 13 12.3 17 16 17 16.6
TESTIMONIO 6 12 13 13 12.6 17 16 17 16.6

153
ANEXO 4

TABLA DE FRECUENCIA DE CRITERIOS CBCA EN CASOS NO CONFIRMADOS


TESTIMONIO 1
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 1 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 10
2 1 1 1 1 1 0 1 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 1 9
3 1 1 1 1 1 1 1 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 10

TESTIMONIO 2
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 0 1 0 0 0 1 0 1 1 1 0 0 1 12
2 1 1 1 1 1 1 0 1 0 0 0 1 0 1 1 1 0 0 1 12
3 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 0 1 0 0 1 0 0 0 1 11

154
ANEXO 5
TABLA DE FRECUENCIA DE CRITERIOS CBCA EN CASOS CONFIRMADOS
TESTIMONIO 3
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1 0 0 1 13
2 1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 1 1 1 1 1 0 0 0 1 12
3 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 0 1 1 0 1 0 0 0 1 12
TESTIMONIO 4
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 1 1 0 1 1 1 0 0 0 13
2 1 1 1 1 0 0 1 1 1 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 11
3 1 1 1 1 1 0 0 1 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 10
TESTIMONIO 5
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 0 1 1 0 0 1 1 0 1 13
2 1 1 1 1 1 1 0 1 0 0 0 1 0 0 0 1 1 0 1 11
3 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 0 1 1 0 0 1 1 0 1 13
TESTIMONIO 6
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 TOTAL

JUECES
1 1 1 1 1 1 1 1 0 1 0 0 1 1 0 0 0 1 0 1 12
2 1 1 1 1 1 1 1 0 1 0 0 1 1 0 1 0 1 0 1 13
3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 0 1 1 0 0 0 1 0 1 13

155
ANEXO 6

TABLA DE FRECUENCIA DE CRITERIOS CAVAS-INSCRIM EN CASOS NO CONFIRMADOS


TESTIMONIO 1
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 0 1E 1F-A 1P 1 1 1 1 1 0 1 0 1 0 1 1 13
2 1 0 1E 1F-A 1P 1 0 1 1 1 0 0 1 0 0 0 1 10
3 1 0 1E 1F-A 1P 1 0 1 1 1 0 0 0 1 0 1 1 11

TESTIMONIO 2
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 0 1E 1C-C 1A 1 1 1 1 0 1 1 0 1 1 0 1 13
2 1 0 1G 1C-C 1P 1 1 1 1 0 1 1 0 1 1 1 1 14
3 1 0 1E 1C-C 1P 1 1 1 1 0 0 1 0 1 0 0 1 11

156
ANEXO 7
TABLA DE FRECUENCIA DE CRITERIOS CAVAS-ISNCRIM EN CASOS CONFIRMADOS

TESTIMONIO 3
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 1 1G 1F-A 1A 1 0 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 16
2 1 1 1G 1C-A 1P 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 1 16
3 1 1 1E 1F-A 1A 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 17
TESTIMONIO 4
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 1 1E 1F-A 1P-P 1 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 16
2 1 1 1E 1F-A 1P-P 1 1 1 1 1 1 1 0 0 0 1 1 14
3 1 1 1E 1F-A 1P-P 1 1 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 12
TESTIMONIO 5
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 1 1E 1F-A 1A 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 17
2 1 1 1E 1F-A 1A 1 1 1 1 1 1 1 0 1 1 1 1 16
3 1 1 1E 1F-A 1P 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 17
TESTIMONIO 6
CRITERIOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 TOTAL

JUECES
1 1 1 1E 1F-A 1A 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 17
2 1 1 1E 1F-A 1A 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1 1 16
3 1 1 1G 1F-A 1P 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 1 1 17

157
ANEXO 8
TABLA DE FRECUENCIAS CRITERIOS CBCA EN EL TOTAL DE CASOS
ANALIZADOS

CRITERIO RESULTADO FRECUENCIA

1. Estructura Lógica
Consenso de Presencia 6

2. Elaboración No Estructurada Consenso de Presencia 6


3. Presencia de Detalles
Consenso de Presencia 6

4. Adecuación Contextual
Consenso de Presencia 6

5. Descripción de Interacciones Consenso de Presencia 5


Disenso 1
Total 6
6. Reproducción de Conversaciones Consenso de Presencia 4
Disenso 2
Total 6
7. Complicaciones Inesperadas durante el Incidente Consenso de Ausencia 3
Consenso de Presencia 2
Disenso 1
Total 6
8. Detalles Inusuales Consenso de Presencia 3
Disenso 3
Total 6
9. Detalles Superfluos Consenso de Ausencia 1
Consenso de Presencia 2
Disenso 3
Total 6
10. Incomprensión de Detalles Sexuales Relatados con Precisión Consenso de Ausencia 6
Consenso de Ausencia 3
Consenso de Presencia 2
11. Asociaciones Externas Relacionada Disenso 1
Total 6
Consenso de Presencia 5
12. Alusiones al Estado Mental Subjetivo del Menor
Disenso 1
Total 6
Consenso de Ausencia 2
Consenso de Presencia 2
13. Atribuciones al Estado Mental del Agresor
Disenso 2
Total 6
Consenso de Ausencia 3
14. Correcciones Espontáneas Disenso 3
Total 6
Consenso de Ausencia 2

158
Consenso de Presencia 2
15. Admisión de Falta de Memoria
Disenso 2
Total 6
Consenso de Ausencia 2
Consenso de Presencia 1
16. Dudas sobre el propio Testimonio
Disenso 3
Total 6
Consenso de Ausencia 4
17. Autodesaprobación Consenso de Presencia 2
Total 6
18. Perdón al Agresor Consenso de Ausencia 6
Consenso de Presencia 5
19. Detalles Característicos Disenso 1
Total 6

159
ANEXO 9
TABLA DE FRECUENCIAS CRITERIOS CAVAS-INSCRIM EN EL TOTAL DE
CASOS ANALIZADOS

CRITERIO RESULTADO FRECUENCIA


1. COHERENCIA Consenso de Presencia 6
Consenso de Ausencia 2
Consenso de Presencia 4
2. CONSISTENCIA
Total
6

Consenso de Presencia 3
3. TIPO NARRATIVO
Disenso 3
Total 6
4. MODO DISCURSIVO Consenso de Presencia 5
Disenso 1
Total 6
5. UBICACIÓN TEMPORAL Consenso de Presencia 2
Disenso 4
Total 6
6. UBICACIÓN ESPACIAL Consenso de Presencia 6
7. DESCRIPCIÓN DE ESPACIO FÍSICO Consenso de Presencia 4
Disenso 2
Total 6
8. IDENTIFICACIÓN DEL AGRESOR Consenso de Presencia 6
9. CIRCUNSTANCIAS PREVIAS RELACIONES Y Consenso de Presencia
6
SITUACIONALES
Consenso de Ausencia 1
10. CONTENIDOS SEXUALES EXPLÍCITOS
Consenso de Presencia 3
Disenso 2
Total 6
Consenso de Ausencia 1
11. ELEMENTOS IDIOSINCRÁTICOS
Consenso de Presencia 3
Disenso 2
Total 6
12. REFERENCIAS A ESTADOS SUBJETIVOS Consenso de Presencia 5
INTERNOS DE LA VÍCTIMA
Disenso 1
Total 6
13. REFERENCIAS A ESTADOS SUBJETIVOS DEL Consenso de Ausencia 2
AGRESOR
Consenso de Presencia 2
Disenso 2
Total 6
14. REPRODUCCIÓN DE VERBALIZACIONES Consenso de Presencia 4
Disenso 2
Total 6
15. ELEMENTOS ANALÓGICOS O GESTUALES Consenso de Ausencia 1

160
Consenso de Presencia 2
Disenso 3
Total 6
Consenso de Presencia 3
Disenso 3
16. REPORTE DE REGISTRO MNÉMICO SENSORIAL
Total 6
17. AUSENCIA DE INFLUENCIAS EXTERNAS EN Consenso de Presencia
6
CONTENIDO Y SIGNIFICADO

161

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