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L
a revisión de las manifestaciones artísticas de la Consejería de Cultura de la Junta de
contenidas en la Cueva de Ardales ha Andalucía, iniciando un proyecto de recupe-
ofrecido numerosas e interesantes nove- ración y estudio que culmina en 1992 con la
dades. Valoramos los resultados obtenidos apertura de una zona de la cueva al público
mediante la metodología de reproducción de forma controlada (Espejo et al. 1987, 1988,
gráfica digital aplicada, que ha supuesto la 1992. Cantalejo, 1995. Cantalejo et al. 1997,
posibilidad de realizar análisis a partir de una 1988, 2003. Ramos 1999. Ramos et al. 1998 a
información muy exhaustiva y fidedigna. y b, 1999)
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Aparte de la publicación monográfi-
ca, estamos asistiendo a numerosos eventos
científicos, en la intención de dar a conocer y
debatir sobre muchos de los aspectos de la
investigación desarrollada en Ardales.
Queremos colaborar en las I Jornadas de
Patrimonio de la Comarca Guadalteba y en el
debate que genere, con una síntesis de nues-
tras propuestas, ampliadas en virtud de los
hallazgos, intentando imbricar el corpus grá-
fico paleolítico con los modelos teóricos que
aplicamos al conocimiento de los modos de
vida de estas sociedades de cazadores – reco-
lectores y pescadores del extremo occidental
del Mediterráneo. Barras pintadas con los dedos.
CONTENIDO GRÁFICO
cavernamiento, en una intención clara de lle-
gar al fondo de cada uno de los desarrollos
Desde 2002, se han reproducido sobre
espeleológicos de los sectores. Son, segura-
soporte informático de alta resolución y
mente, signos estrechamente relacionados
representado mediante calcos digitales, dos-
con el continente.
cientos cincuenta y un paneles de pinturas y/o
grabados, repartidos en los cinco sectores
En este “marcado” se emplearon pig-
topográficos de la cavidad. Los 251 lugares
mentos rojos obtenidos del óxido de hierro
que contienen 1.009 motivos, han sido agru-
(Sáiz, 2002), que fueron directamente aplica-
pados en cuatro temas: 786 signos; 97 repre-
dos con los dedos y que se asociaron a sopor-
sentaciones de fauna (inventariándose 63
tes y lugares muy variados, destacando los
figuras de cérvidos, 25 de équidos, 3 cápridos,
espeleotemas manchados y fracturados pos-
2 bóvidos, 2 aves acuáticas, 1 serpiente y 1
teriormente, las zonas finales de recorridos
pez; 11 antropomorfos femeninos y 9 manos
espeleológicos, los divertículos marginales,
(7 positivas y 2 negativas). Otros 106 motivos
los pasos entre galerías, tanto antes como
no han sido posibles clasificarlos, por su mal
después de haber sido franqueados y algunos
estado de conservación, fundamentalmente.
lugares de fácil tránsito que recibieron grafí-
as de forma más espaciada. Los signos negros,
LOS SIGNOS
realizados con carboncillos de menos de 2 cm.
de grosor, participan de este esquema de
Presentes en los cinco sectores, desde
organización de espacios subterráneos, pero
la zona de entrada al fondo de la cavidad, se
son menos numerosos, ocupando trechos más
trata, sin duda alguna, del tema más numero-
distantes que los rojos.
so y con mayor amplitud espacial y cronológi-
ca. En todo este gran conjunto hemos podido
En el segundo grupo se sitúan los sig-
despejar la existencia de dos grandes catego-
nos vinculados con los espacios de agregacio-
rías de signos. Por una parte los que ocupan
nes gráficas, es decir, con los paneles principa-
paneles donde son exclusivos protagonistas y,
les de la cavidad, aquellos que han recibido,
por otra, signos que se encuentran claramen-
durante todo el proceso histórico, numerosos
te vinculados a los otros tres grandes temas,
motivos de distintos temas, realizados a lo
es decir, aquellas grafías que se relacionaron
largo de la secuencia gráfica paleolítica. Estos
con figuras animales, figuras humanas y
signos, muchos de ellos grabados, ocupan
manos.
predominantemente el sector IV, conocido
como Galería del Calvario, que alberga la
En el primer grupo nos encontramos
práctica totalidad del tema fauna (92 de los
con signos ejecutados con los dedos o con
97 animales conservados), así como la mayo-
lápices de carboncillos y que ocupan todo el
ría de figuras femeninas y algunas manos
208
positivas. Son recurrentes en este sector los estudiar noventa y dos de estas figuras ani-
haces de líneas paralelas grabadas, las mara- males. En el sector II, que consideramos zona
ñas, meandriformes, trazos curvilíneos o central se conservan cuatro motivos animales
lazos, triángulos, cuadrangulares, etc. y en el sector V, aislado e independiente, un
único motivo en el centro de la composición.
Todos estos signos se encuentran rela- No hemos podido determinar la presencia
cionados, de una u otra forma, con la fauna gráfica de fauna en las galerías de entrada
representada. Destaquemos la asociación del (sector I), ni en las zonas marginales (sector II).
signo triangular situado a la izquierda de ani-
males como ciervo y caballo o de representa- Los Cérvidos
ciones femeninas. Así como los trazos parea-
dos situados bajo la representación de una La especie más representada es la de los
cabra o de una gran cierva. Son también fre- cérvidos, sesenta y tres individuos, tanto
cuentes haces de líneas paralelas cubriendo machos como hembras, que evidencian una
algunas figuras de ciervas o grandes marañas gran relación de los grupos humanos con este
infrapuestas a grupos de caballos, ciervos, etc. tipo de fauna de media montaña, muy apro-
Este tipo de signos asociados con piado a las características del territorio circun-
otros temas forman parte del lenguaje grafi- dante a la cueva.
co del panel, indisoluble tanto en su estructu-
ra (son sincrónicos y realizados por el mismo
autor) como en su superestructura (tendrían
un significado conjunto).
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el hecho de que durante el primer ciclo, se o grupos, incluso en dos casos, formando una
representara, probablemente por un mismo manada de cuatro o más individuos. Sólo dis-
autor tres escenas de conjunto o rebaños en ponemos de un ejemplar pintado en rojo, el
actitudes que reflejan la berrea del otoño resto de caballos están realizados mediante
(Cantalejo et al. 2004). distintas técnicas de grabado.
Cabra pintada.
210
figuración clara de un bóvido, pintado en
rojo, en el sector II. Está representado en posi-
ción vertical, con la cabeza hacia abajo y las
patas a nuestra izquierda (Cantalejo et al.
2003). No son frecuentes estos giros comple-
tos de figuras y menos del tamaño del toro
que nos ocupa (1’76 m.), aunque si aparecen
individuos en algunas cavidades sin ningún
tipo de deformación anatómica, proyectados
en direcciones atípicas. El otro bóvido presen-
ta exclusivamente su parte delantera, está
grabado sobre un bloque y se encuentra en
mal estado de conservación.
211
tud, junto a desfiladeros situados a menos de plares) y II (1 ejemplar), tanto pintadas como
100 m. sobre el nivel del mar, todo ello en una grabadas. Las figuras humanas, abreviadas y,
zona de conjunción de valles, praderas (hoy a veces, distorsionadas por convencionalismos
campiñas), cerros y pasos naturales. de representación de las propias “modas” o
“cánones” que imperaron en distintos
A lo largo del todo el Pleistoceno momentos del Paleolítico Superior Europeo,
Superior, los cazadores–recolectores y pesca- son estereotipos presentes en todas las
dores vinculados socialmente con la Cueva de “regiones” (Delporte, 1982), unas veces con el
Ardales, supieron representar una selección formato mueble de las estatuillas (sobre todo
de la fauna que, en definitiva, nos permite en la Europa oriental, central y Francia), otras
obtener información de los biotopos que fre- en el formato rupestre, sobre plaquetas o en
cuentaban y de los recursos que en ellos apro- las paredes, como en Gönnersdorf, La Roche,
vechaban, sin olvidar que en el entorno inme- Les Combarelles, Las Caldas, Parpalló, Tito
diato existen dos manantiales de aguas ter- Bustillo, etc. (Balbín et. Al 2003. Bosinski.
males, varios grandes talleres de sílex, una 1991. Leroi-Gourhan, 1971. Villaverde, 1994).
mina de hierro y que las lagunas sirvieron Los formatos varían entre los tipos concebidos
hasta mediados de siglo XX como salinas. como meros signos. En los dos casos pintados,
el motivo rojo representa una forma triangu-
La amplitud cronológica de estas lar que puede incluirse entre los clásicos “cla-
manifestaciones ha quedado determinada en viformes” y el negro un signo oval con dos
la secuencia gráfica de la cueva, ocupando los trazos pareados. Sin embargo, en ambos
tres grandes ciclos, como el resto de la fauna casos pueden considerarse abreviaciones de
estudiada, en virtud de las técnicas de ejecu- cuerpos femeninos, sintetizados dentro de
ción. diseños por evolución de las formas complejas
hasta formatos estereotipados.
LAS FIGURAS FEMENINAS Más frecuente en los contextos rupes-
tres son las formas grabadas con buriles de
Uno de los grandes aportes de la sílex, simples contornos de perfil que tratan
investigación desarrollada en los últimos de valorar logotipos femeninos.
años, es la incorporación al corpus gráfico de
Ardales de una serie de figuras antropomor- Otros modelos se esconden bajo for-
fas de gran interés para el estudio del com- mas híbridas entre animales y humanas. Son
portamiento social de los grupos prehistóricos antropomorfos con cabeza de ave, pecho y
(Ramos et al. 2003). vientre femenino, debiendo recordarse que el
mismo modelo se repite en La Pileta dentro
Nos referimos a las figuras humanas del gran pez del fondo de la galería principal
femeninas que en numero de once, han podi- (Jordá, 1986).
do inventariarse en los sectores IV (10 ejem-
Por último, el modelo más asequible
visualmente, representa un cuerpo femenino,
realizado mediante la técnica del grabado
raspado, desde debajo de los pechos hasta
debajo de las rodillas. Con un ligero adelanto
de la pierna derecha y la representación con
tres líneas del sexo. La figura es realista y no
carente de elegancia en la pose.
212
pescadoras. Consideramos que el estudio de
las representaciones femeninas no debe
basarse exclusivamente en modelos descripti-
vos o de estilos, aunque deben tenerse en
cuenta las técnicas, las situaciones topográfi-
cas y las cronologías. Pero también relacionar-
se estas figuras humanas con la visión general
de estos grupos humanos.
213
nes. Teniendo en cuenta que nos hemos basa-
do en las superposiciones diacrónicas para
confeccionar una secuencia gráfica (Cantalejo
et al. 2004), el resultado, aunque relativamen-
te parangonable con las secuencias cronológi-
cas basadas en la sucesión de colores o con la
que lo hace en los estilos de las figuras de ani-
males, es válida exclusivamente para Ardales,
dado el complejo mundo de grabados que ha
debido estudiarse.
214
USO DE LA CUEVA Y EVIDENCIAS SOCIA- líneas de investigación que se analizan desde
LES DE SU FRECUENTACIÓN Ardales.
El examen pormenorizado de la ico-
Desde hace años, realizamos estudios nografía puso de manifiesto, una vez más, las
sobre arte prehistórico en el Sur de la diversas analogías con el medio natural. Por
Península Ibérica. Las propuestas que se han un lado, se constató la presencia de represen-
ido elaborando desde los años ochenta, han tantes faunísticos de todos los pisos climáticos
tratado de vincular a las sociedades cazado- que integran el territorio, lo que abunda en
ras–pescadoras y recolectoras, con el modo de la idea de un orden interior relativo a una
expresión gráfico que producían, dentro de realidad externa. Por el otro, se observaron
una serie de estrategias culturales que guar- con minuciosidad las actitudes en que fueron
darían relación con los métodos de obtención representados reiterativamente algunos ani-
de recursos y de la puesta en práctica de un males, mediante un estudio etológico orien-
nomadismo restringido entre los distintos tado a determinar la posible estacionalidad
grupos humanos acantonados en la costa y en de estos comportamientos. Finalmente una
el interior. serie de vestigios y huellas de frecuentación
como pueden ser las improntas digitales, rea-
El sistema de bandas dispersas en los lizadas por niños sobre las paredes o los útiles
territorios y su puesta en relación con encla- de iluminación (lámparas de piedra) o propia-
ves singulares (Balbín et al, 2003. González et mente artísticos (punzones de hueso), halla-
al, 2003. Villaverde, 1994. Zilhao, 2003), que dos junto a los lugares que sirvieron de sopor-
eran frecuentados estacionalmente para la te a las grafías, demostrarían actividades
obtención de recursos renovables (caza, sociales relacionadas con el interior de la
pesca, recolección de vegetales, de miel y Cueva de Ardales (Cantalejo et al. En prensa).
cera, de resinas, de rocas y minerales como el En estas visitas o incursiones a los grandes
sílex o la sal, aguas termo-medicinales, etc.) y paneles que incluiría a ciertos segmentos de
para sus relaciones sociales, son una de las las comunidades, no debemos olvidar el papel
215
grafico de las mujeres, presentes dentro del BOSINSKI, B y G. “The Representation of
corpus en todos los ciclos de agregaciones, Female Figures in the Rhineland
relacionadas con signos o con figuras anima- Magdalenian”. Essays in Palaeolithic
les. Estas asociaciones conforman una icono- Art. The Prehistoric Society. London
grafía y un lenguaje gráfico del que podrán (1991): 51-64.
derivarse, en futuras investigaciones, una BREUIL, H., Nouvelles cavernes ornées
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adulto, supondrían los ejes principales sobre CANTALEJO, P., “Arte paleolítico del Sur
los que se articularía la cohesión social de Peninsular. Las manifestaciones coste-
estos grupos. Las propuestas para entender el ras y los santuarios de interior”. En El
denominado arte rupestre paleolítico como Paleolítico Superior Final del río
un modo de expresión gráfico, utilizable por Palmones, Algeciras (Cádiz), 1995,
los grupos humanos como medio y no como págs. 211.221.
fin de sus necesidades culturales y sociales, CANTALEJO, P. ESPEJO, Mª. M. y RAMOS, J.,
inscriben este complejo mundo gráfico, a Cueva de Ardales. Guía del legado his-
veces exclusivo de unos exploradores (zonas tórico y social. Ardales (Málaga), 1997.
complejas al fondo de las galerías), a veces CANTALEJO, P. y ESPEJO, Mª. M. “Arte
relacionado con grandes paneles susceptibles rupestre paleolítico del sur peninsular.
de ser contemplados por numerosos indivi- Consideraciones sobre los ciclos artís-
duos, con una función pedagógica. La presen- ticos de los grandes santuarios y sus
cia de niños/as y adolescentes, determinada territorios de influencia”. Revista
por las huellas impresas en algunas paredes, Atlántica-Mediterránea de prehistoria
junto a los grandes paneles (Cantalejo et al. y arqueología social. UCA. Cádiz
En prensa), corrobora la relación social entre (1998): 77-96.
lo dibujado, el espacio escénico (la cueva), la CANTALEJO, P. MAURA, R. ESPEJO, M.
interpretación oral de los adultos y la compre- RAMOS, J. MEDIANERO, J. ARANDA,
sión por parte de los más jóvenes del funcio- A. MORA, J. BECERRA, M. y
namiento de “su mundo”. CASTAÑEDA, V. “Sobre los temas, las
técnicas de ejecución y representación
Cuevas como la de Ardales, en suma, del Arte Paleolítico conservado en la
debieron contener verdaderas cosmografías o Cueva de Ardales (Málaga): Avance.
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