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¿Cuál es la ley de la Recurrencia?

Respuesta de los libros del V.M. Samael Aun Weor.

Un hombre es lo que su vida: si un hombre no trabaja su propia vida, está


perdiendo el tiempo miserablemente. Solo eliminando los elementos
indeseables que en nuestro interior cargamos, podemos hacer de nuestra vida
una obra maestra. La muerte es el regreso al principio de la vida, con la
posibilidad de repetirla nuevamente en el escenario de una nueva existencia.

Las diversas escuelas de tipo pseudo-esoterista y pseudo-ocultista sostienen


la teoría eterna de las vidas sucesivas, tal concepto está equivocado. La vida
es una película; concluida la proyección, enrollamos la cinta en su carrete y
nos la llevamos para la eternidad. El reingreso existe, el retorno existe; al
volver a este mundo proyectamos sobre el tapete de la existencia la misma
película, la misma vida.

Podemos sentar la tesis de existencias sucesivas; más no de vidas sucesivas


porque la película es la misma. El ser humano tiene un tres por ciento de
esencia libre y un noventa y siete por ciento de esencia embotellada entre los
yoes. Al retornar el tres por ciento de esencia libre impregna totalmente al
huevo fecundado; incuestionablemente continuamos en la semilla de
nuestros descendientes.

Personalidad es diferente; no existe ningún mañana para la personalidad del muerto; esta última se va disolviendo lentamente
en el panteón o cementerio. En el recién nacido solo se haya reincorporado el pequeño porcentaje de esencia libre; esto da a la
criatura auto-conciencia y belleza interior. Los diversos yoes que retornan dan vueltas alrededor del recién nacido, van y vienen
libremente por doquiera, quisieran meterse dentro de la maquina orgánica más esto no es posible en tanto no se haya creado
una nueva personalidad.

Conviene saber que la personalidad es energética y que se forma con la experiencia a través del tiempo. Escrito está que la
personalidad ha de crearse durante los primeros siete años de la infancia y que posteriormente se robustece y fortifica con
práctica. Los yoes empiezan a intervenir dentro de la máquina orgánica poco a poco a medida que la nueva personalidad se va
creando.

La muerte es una resta de quebrados, terminada la operación matemática lo único que continúa son los valores (esto es los yoes
buenos y malos, útiles e inútiles, positivos y negativos). Los valores en la luz astral se atraen y repelen entre sí de acuerdo con
las leyes de la imantación universal. Nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de vehículos a
determinadas sumas de valores.

Dentro de la humana personalidad de cada uno de nosotros existen siempre estos valores que sirven de basamento a la ley de
Recurrencia. Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió más el resultado o consecuencia de nuestras acciones precedentes. Como
quiera que dentro de cada uno de nosotros existen muchos yoes de vidas precedentes, podemos afirmar en forma enfática que
cada uno de aquellos es una persona distinta.

Esto nos invita a comprender que dentro de cada uno de nosotros viven muchísimas personas con distintos compromisos.
Dentro de la personalidad de un ladrón existe una verdadera cueva de ladrones; dentro de la personalidad de un homicida
existe todo un club de asesinos; dentro de la personalidad de un lujurioso existe una casa de citas; dentro de la personalidad de
cualquier prostituta existe todo un prostíbulo.

Cada una de esas personas que dentro de nuestra propia personalidad cargamos, tiene sus problemas y sus compromisos.
Gente viviendo dentro de la gente, personas viviendo dentro las personas; esto es irrefutable, irrebatible. Lo grave de todo esto
es que cada una de esas personas o yoes que dentro de nosotros vive, viene de antiguas existencias y tiene determinados
compromisos.
El yo que en la pasada existencia tuvo una aventura amorosa a la edad de los treinta años, en la nueva existencia aguardará tal
edad para manifestarse y llegado el momento buscará a la persona de sus ensueños, se pondrá en contacto telepático con la
misma y al fin vendrá el reencuentro y la repetición de la escena. El yo que a la edad de cuarenta años tuvo un pleito por bienes
materiales, en la nueva existencia aguardará tal edad para repetir la misma comidilla.

El yo que a la edad de veinticinco años se peleó con otro hombre en la cantina o en el bar, aguardara en la nueva existencia la
nueva edad de veinticinco años para buscar a su adversario y repetir la tragedia. Se buscan entre sí los yoes de uno y otro sujeto
mediante ondas telepáticas y luego se reencuentran para repetir mecánicamente lo mismo. Esta es realmente la mecánica de la
Ley de Recurrencia, esta es la tragedia de la vida. A través de millares de años los diversos personajes se reencuentran para
revivir los mismos dramas, comedias y tragedias.

La humana persona no es más que una máquina al servicio de estos yoes con tantos compromisos. Lo peor de toda esta
cuestión es que todos estos compromisos de la gente que llevamos en nuestro interior se cumplen sin que nuestro
entendimiento tenga previamente alguna información. Nuestra personalidad humana en este sentido parece un carro
arrastrado por múltiples caballos.

Hay vidas de exactísima repetición, recurrentes existencias que nunca se modifican. En modo alguno podrían repetirse las
comedias, dramas y tragedias de la vida sobre la pantalla de la existencia, sino existiesen actores. Los actores de todas estas
escenas son los yoes que en nuestro interior cargamos y que vienen de antiguas existencias. Si nosotros desintegramos a los
yoes de la ira, las escenas trágicas de la violencia concluyen inevitablemente.

Si nosotros reducimos a polvareda cósmica a los agentes secretos de la codicia, los problemas de la misma finalizarán
totalmente. Si nosotros aniquilamos a los yoes de la lujuria, las escenas del prostíbulo y de la morbosidad finalizan. Si nosotros
reducimos a cenizas a los personajes secretos de la envidia, los eventos de la misma concluirán radicalmente.

Si nosotros matamos a los yoes del orgullo, de la vanidad, del engreimiento, de la auto-importancia, las escenas ridículas de
estos defectos finalizarán por falta de actores. Si nosotros eliminamos de nuestra psiquis los factores de la pereza, de la inercia y
de la flojera, las horripilantes escenas de esta clase de defectos no podrán repetirse por falta de actores.

Si nosotros pulverizamos los yoes asqueantes de la gula, de la glotonería, finalizarán los banquetes, las borracheras, etc. por
falta de actores. Como quiera que estos múltiples yoes se procesan lamentablemente en los distintos niveles del ser, se hace
necesario conocer sus causas, su origen y los procedimientos Crísticos que finalmente habrán de conducirnos a la muerte del mí
mismo y a la liberación final. Estudiar al Cristo íntimo, estudiar el esoterismo Crístico es básico cuando se trata de provocar en
nosotros un cambio radical y definitivo; esto es lo que estudiaremos en próximos capítulos.
Ley del Kharma

¿QUÉ ES UNA LEY EN SÍ MISMA?

La Ley es un Principio Creador y Ordenador. Todo en el Universo está sometido a


Leyes Naturales y Leyes Trascendentales.

¿Quién establece esas Leyes? Según la Gnosis, las Leyes son establecidas por la
Inteligencia Cósmica, por eso que las gentes llaman “Dios”, “Alá”, “Brahama”, “Tao”,
etc.

La ciencia estudia las Leyes que rigen los fenómenos físicos, químicos y biológicos,
pero existen además otras influencias de tipo superior que en nuestras Asociaciones
Gnósticas analizamos detenidamente.

Si no hubiese Leyes imperaría el desorden y la anarquía, tanto en la vida social como


en todo el Cosmos Infinito.

Las Leyes no son inventadas por los hombres; ellos las descubren y luego las
formulan jurídica o científicamente, según los casos.

La palabra “Ley” es sinónimo de “norma”, “canon” o “regla”.

Lo que verdaderamente importa es aprender a vivir de acuerdo con la Ley. Si tal hacemos, si así procedemos, nuestra existencia
se torna armoniosa y equilibrada.

La Ley es justa, precisa, exacta. Cuando uno viola ese equilibrio que llamamos “Ley”, fracasa inevitablemente.

En el mundo físico y en los mundos superiores de Conciencia Cósmica existen Jueces que se encargan de colocar las cosas en su
sitio cuando alguien comete injusticias, es decir, cuando hay violación de la Ley.

La Balanza y la Espada son (entre otros) los símbolos de la Ley.

Aprendiendo a vivir de acuerdo con la Ley de la Balanza o Ley del Equilibrio, evitamos que la Espada de la Justicia caiga sobre
nosotros,

El profeta Moisés, el gran caudillo hebreo, por orden de Jehovah (de su PADRE-MADRE INTERIOR), escribió sobre los Troncos o
Tablas de la Ley los 10 Mandamientos que en sí mimos constituyen el ordenamiento que el aspirante gnóstico debe auto-
realizar, a fin de que su vida se torne armoniosa y equilibrada.

En realidad son 22 Mandamientos, pero Moisés sólo reveló 10 de ellos públicamente.

Los Mandamientos de la Ley de Dios son ordenanzas, reglas o normas que nos indican lo que debemos y lo que no debemos
hacer.
LEY DEL KARMA.

En cada una de las existencias sucesivas los eventos se repiten,


queramos o no, y estos van acompañados siempre de las buenas o
malas consecuencias, de acuerdo con la Ley del Karma o Ley de
Causa y Efecto.
“Karma” es una palabra sánscrita que significa, precisamente,
Causa y Efecto. Acción y consecuencia.
Obviamente no hay efecto sin causa, ni causa sin efecto.
El Karma trabaja sobre bases muy firmes, el Karma no es otra cosa
que el producto o efecto de tal o cual causa equivocada, errónea,
delictuosa. Por lo tanto, de acuerdo con la Ley de Recurrencia,
tiene que repetirse el hecho más sus consecuencias kármicas.
Si en vidas pasadas hemos hecho mucho bien, entonces triunfamos
con felicidad en la vida presente, mas si en vidas pasadas hemos
hecho mal, entonces fracasamos en nuestra vida actual. Modificar
resultados o modificar circunstancias únicamente es posible
eliminando el Ego para liberar la Voluntad-Consciencia.
Las deudas kármicas se cancelan con grandes sacrificios en
beneficio de la humanidad, ayudando a otros, o con mucho dolor.
Las multitudes dormidas, llenas de Karma, además de ser víctimas
de la Ley de Accidentes están por añadidura sometidas a la Ley del
Péndulo.
Si en un platillo de la balanza cósmica ponemos las buenas acciones
y en la otra las malas y éstas últimas pesan más, es claro que la
balanza se inclinará en nuestra contra, produciendo amarguras,
más si ponemos buenas obras en el platillo del bien, podemos
inclinar la balanza a nuestro favor, entonces nuestra suerte
mejorará notablemente.
Quien tiene capital para pagar, paga y sale bien en los negocios, quien no tiene capital debe pagar con dolor.
La justicia divina está más allá del bien y del mal, hay quienes confunden esta ley cósmica con el determinismo y aún con el
fatalismo, al creer que todo lo que le ocurre al hombre en la vida está determinado, es cierto que los actos del hombre están
determinados por la herencia, educación y el medio ambiente, pero también el hombre puede modificar sus actos: educar su
carácter, formar hábitos superiores, combatir debilidades, fortalecer virtudes, etc. Los factores de la herencia están en los
genes, esta palabra se deriva de la raíz griega de donde nacen las palabras génesis, generar, género, estos genes están dentro
de los cromosomas. En los genes está la herencia de nuestros antecesores. En la herencia llevamos el resultado de nuestras
buenas y malas acciones.
Nuestra vida está inmersa en el mundo del “Samsara” donde el ser humano está sujeto al ciclo de nacimientos y muertes,
debido a nuestros deseos, errores, ilusiones, etc. Cuando el alma se une con el Intimo, ya no tiene karma que pagar porque
“cuando una Ley inferior es trascendida por una ley superior, la ley superior lava a la inferior”
La Justicia, el rigor, y la misericordia son las dos columnas torales de esta Ley, la justicia sin misericordia es tiranía y la
misericordia sin justicia es tolerancia, nunca debemos protestar contra el karma es mejor negociar, si nos encontramos en la
miseria debemos revisar nuestra conducta, si nos encontramos sin trabajo debemos volvernos castos, caritativos, serviciales, si
estamos enfermos debemos ayudar a otros a sanar, debemos buscar la causa de nuestros sufrimientos, comprender esas causas
y eliminarlas. Alterando radicalmente la causa modificamos el efecto. “Al León de la Ley se le combate con la balanza” Haz
buenas obras para que pagues tu karma.

“No penséis que he venido para invalidar la ley o los profetas; no he venido a invalidar sino a cumplir. Porque de cierto os
digo que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas”. (Palabras de Jesús El Cristo, transcritas por Mateo, Cap. 5, Versículos 17 y 18)
Análisis del tema “Para mi próxima Vida”, del libro “La Fuerza Interior”. Escrito por Omar Carrasco.

DICEN ALGUNOS MAESTROS DE SABIDURÍA QUE UNO TIENE QUE PROYECTAR CÓMO DEBE SER SU PRÓXIMA VIDA, ASÍ NO
DEJAR QUE LA RECURRENCIA Y EL KARMA lo vuelvan a atrapar.

Información extraída de:

 http://www.samaelgnosis.net/preguntas/ley_recurrencia.html
 http://www.samaelgnosis.net/revista/ser39/ley_karma.html

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