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Características inspiradoras de la
piedad de Ester:
Su vida fue marcada por la sumisión en todo tiempo con su
obediencia a Mardoqueo (Ester 2:20), al dejarse guiar por
Hegai (Ester 2:15), y la forma respetuosa con la que se
dirigía ante el rey (Ester 5:8).
La forma de responder ante el liderazgo de Mardoqueo
demostraba un corazón que no estaba resentido por ser
huérfana y criada por su primo (Ester 2:20).
A pesar de vivir en un tiempo de gran letargo espiritual,
mantuvo convicciones firmes en cuanto a su fe (Ester
4:15).
Ella demostró estar contenta con lo que le fue dado,
mostrando confianza en Dios más que en adornos y
accesorios lujosos (Ester 2:15).
Cuando denunció a Amán, lo hizo bajo la protección de su
esposo: no se le ocurrió una estrategia que no tomara en
cuenta su lugar en el reino y en su matrimonio (Ester 7).
Ester fue prudente al hablar a su esposo, no se apresuró,
buscó el rostro de Dios primero y esperó el tiempo
oportuno (Ester 5:3-4).
Al ayunar dejaba implícito su vida de oración, mostrando
así su dependencia en Dios (Ester 4:15).
El reino de Dios pesó más en su corazón que lo que sus
ojos podían ver (el reino de Asuero).
Evidencias del carácter de Dios en la
vida de Ester:
Fidelidad: En toda la historia de Ester puede observarse a
un Dios que cumple las promesas dadas a su pueblo desde
Abraham.
Soberanía: Es muy evidente la obra maestra de Dios
triunfando a pesar de las tretas malvadas de los hombres.
Providencia: Vemos la mano de Dios al orquestar todos
los sucesos para el bien de Su pueblo.
Como mujer, ¿qué puedo aprender de
Ester?
Ninguna tarea por ordinaria que sea, carece de valor
delante de Dios (Colosenses 3:23).
Tu pasado no determina tu futuro, Dios lo hace (Salmo
16:5).
Todo se trata de Dios. Él es protagonista de tu historia
(Romanos 11:36).
La sumisión no te hace inferior: embellece tu carácter (1
Pedro 3:5).
Antes de tomar cualquier iniciativa, debes consultar a Dios.
(Filipenses 4:6)
Dios puede cambiar el consejo del corazón del rey… y de
tu esposo (Proverbios 21:1).
Dios es un juez justo, Él puede abogar tu causa (Salmo
7:11).
Tu ciudadanía celestial define las decisiones que rigen tu
vida (Filipenses 3:20).
En el peor de los momentos que enfretaba el pueblo judío, Dios
proveyó de rescate a través de Ester. De una manera mucho más
asombrosa, en el peor de los momentos que enfrentaba la
humanidad, la condena a la muerte eterna, y contra el peor de los
enemigos, nuestro propio pecado, Dios proveyó rescate en sí
mismo a través de Su muerte en una cruz. ¡Gloria a Dios por su
provisión!
“Ester es una historia de triunfo que surgió de la tragedia, el
éxtasis que brotó de la agonía, celebración que surgió de la
devastación. Esta puede ser tu historia”, Charles Swindoll.
La valentía y la fe de Ester en Dios, son un testimonio de la confianza que esta joven mujer
tenía en el Dios vivo. Su vida es una lección sobre la soberanía de Dios sobre Su creación.
Dios maniobra cada aspecto de la vida para posicionar a las personas, gobiernos y
situaciones en Su plan y propósito. Puede que no sepamos lo que Dios está haciendo en
un momento determinado, pero vendrá un tiempo cuando nos daremos cuenta de por
qué hemos pasado ciertas experiencias, conocido determinadas personas, vivido en ciertas
áreas, comprado en determinados almacenes o realizado determinados viajes. Llegará el
momento en que todo encajará, miraremos hacia atrás y veremos que nosotros también
estábamos en el lugar adecuado en el momento preciso, así como sucedió con Ester. Ella
estaba en el harem "para un momento como este (NVI)". Ella fue reina "para un momento
como este". Ella fue fortalecida y estaba dispuesta a interceder por su pueblo "para un
momento como éste" (Ester 4:14 NVI). Y ella fue fiel en su obediencia. Ester confió en Dios
y sirvió con humildad, sin importa lo que podría costar. Ester es verdaderamente un
recordatorio de la promesa de Dios, como está escrito en Romanos 8:28: "Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados".
2. Vive por algo más grande que tú mismo. Mientras más uno busca encontrar la
felicidad para sí mismo en este mundo, más esa felicidad parece eludirlo. Esto se
debe a que la mayor felicidad la encontramos al darles a otros y al vivir por algo
más grande que nuestros propios deseos. Ester podría haber decidido adaptarse a
los lujos y los placeres del palacio e ignorar al mundo y al pueblo del otro lado de
sus muros. Pero Ester no vivía para sí misma. Ella había crecido en la casa de
Mordejai y sabía que tenía la responsabilidad de defender a su pueblo.
3. Acércate a otros para buscar ayuda. A menudo pensamos que tenemos que
forjar nuestros propios caminos sin el apoyo de nadie. Ester era la reina; ella podría
haber decido usar sólo sus propios recursos para salvar al pueblo judío. Pero en
cambio, decidió pedirle a cada persona de Am Israel que rezaran por ella. Ella
necesitaba sus rezos. Ella sabía que, en última instancia, nos elevamos y caemos
todos juntos. Ella tuvo la humildad de decir: “necesito su ayuda. Por favor, luchen a
mi lado”.