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Manuela Gallego Arturo

040250102019 Economía

Hiperinflación en nicaragua (1987-1991)

Para empezar, hablar sobre la hiperinflación de nicaragua en 1998 primero hay


que entender que significa la palabra hiperinflación, que se refiere a
una inflación muy elevada, fuera de control, en la que los precios aumentan
rápidamente al mismo tiempo que la moneda pierde su valor real y la población
tiene una evidente reducción en su patrimonio monetario. Siendo así A partir de
1973, los nicaragüenses conocieron la inflación cuando subió hasta el nivel de
27% anual por la destrucción de gran parte del aparato productivo industrial,
comercial y de servicios del país. En 1979, cuando fue derrotada la dictadura
somocista, la inflación de 70% continuó deteriorando al córdoba y, desde ese año,
nunca volvió a ser de un dígito hasta en 1992.

La hiperinflación en Nicaragua comenzó en un abril de 1987 y concluyó en otro


abril de 1991. Se identifico su inicio con una inflación mensual mínima de 22%,
equivalente a 1,000% anual, y tomando en cuenta la tasa de inflación mensual
anualizada más alta observada se llegó a clasificar como la cuarta hiperinflación
del mundo en el Siglo XX, sólo precedida por las de Hungría (agosto 1945-julio
1946), Grecia (noviembre 1943-noviembre 1944) y Alemania (agosto 1922-
noviembre 1923). Sin embargo, la hiperinflación de nuestro país duró cuatro años
y obtuvo el récord de mayor duración, al superar la de dos años y un mes en
Rusia (diciembre 1921- enero 1924).

Entre 1960 y 1972, Nicaragua tuvo una tasa de crecimiento económico promedio
anual de 6.8%; con 2.6 millones de habitantes y 642 mil personas
económicamente activas, el Producto Interno Bruto (PIB) Nominal Per Cápita era
de US$345 a finales de ese período y la tasa de inflación acumulada anual,
excluyendo tres años (1963, 1964 y 1968) oscilaba entre 1% y 3%.
En primer lugar, un gasto expansivo imprudente que desorganizó todas
las finanzas públicas. Seguidamente, el padecimiento de una aceleración de
precios endemoniada, unida a una guerra civil obcecada que despedazó al país.
Y, como si esto fuera poco, Estados Unidos decretó un bloqueo económico que
limitaría los ingresos nacionales por exportaciones y la posibilidad de recibir las
importaciones de materias primas e insumos básicos necesarios para el
funcionamiento regular de su economía.

En aquella época, estaba en el ejercicio de gobierno el presidente Daniel


Ortega (1985-1990), eran los tiempos de la llamada Revolución Sandinista con su
tendencia marxista acentuada. Su mandato se caracterizó por el predominio
estatal en la mayoría de las actividades económicas y un conflicto cívico militar
que desangró a la sociedad por todos sus costados.

Refiere Sergio Ramírez (quien se desempeñó como vicepresidente de Nicaragua


en el período de la hiperinflación) que el ministro de Planificación, Alejandro
Martínez Cuenca, “trató de enseñarnos las ventajas de la disciplina monetaria y la
necesidad de combatir la inflación”. Inmediatamente señala Ramírez que “siempre
siguieron pesando la guerra, las razones políticas y las improvisaciones para
descalabrar cualquier plan”. También expresa que luego del cambio de moneda en
1987 se ha debido implementar un “severo ajuste monetario, el saneamiento de
las carteras bancarias y una estricta austeridad en el gasto público, objetivos que
nunca se cumplieron”. Más adelante, indica Ramírez que “la consigna que quebró
el espinazo de la economía fue todo para los frentes de guerra”. En otras palabras,
la guerra se convirtió en el gran resguardo para no enfrentar las decisiones que
implicaba la hiperinflación.
Esta grafica expresa el crecimiento del producto e inflación de nicaragua entre
1972 al 2012, El crecimiento económico (y) se aproximó con el crecimiento
porcentual del producto interno bruto de Nicaragua. Los datos de la inflación se
obtuvieron de las Estadísticas Financieras Internacionales del Fondo Monetario
Internacional, y los datos del crecimiento del producto y las variables
potencialmente explicativas del crecimiento provienen del Banco Mundial.
Durante este periodo, el crecimiento del producto en Nicaragua fue en promedio
del 1,69%, siendo notoria la caída del producto del −26,5% en 1979, por la guerra
insurreccional, y la contracción continua del producto entre 1984 y 1993, que en
promedio fue del −2,18% y que estuvo relacionada con el modelo estatizante de
economía que adoptó el régimen del gobierno sandinista en Nicaragua y el
conflicto cívico militar que ocasionó la revolución, causando una reducción del
empleo y de las exportaciones y una caída abrupta de la inversión privada, que fue
sustituida por inversión pública de baja eficacia y eficiencia. En este mismo
periodo, Nicaragua experimentó un periodo hiperinflacionario, en el que la inflación
pasó del 219% en 1985 al 681% en 1986; 912% en 1987 y 10.205% en 1988.
Entre 1994 y 2012, la inflación se mantuvo aún alta, fue en promedio del 9%,
alternando anos ˜ de baja inflación (3.8% en 2002) con años en los que la inflación
estuvo por encima de 2 dígitos (19,8% en 2008).
la presidenta recién electa recibió un país económicamente débil y la situación era
asfixiante. Se requerían medidas económicas que lograran la estabilización cuanto
antes. Por estos motivos, se emprende el denominado Plan Mayorga, que
promovió la unificación cambiaria (gradualmente con devaluaciones semanales) y
la liberación de los precios. Igualmente, se hicieron esfuerzos para la disminución
del inmenso agujero fiscal con recortes del gasto público. Dicho plan fracasó
porque se anclaron las expectativas inflacionarias al tipo de cambio y no se
contaba con suficientes divisas para sostener este régimen cambiario. La inflación
continuó consumiendo los bolsillos de los nicaragüenses y crecieron las protestas
sociales debido a los pocos resultados efectivos y por la inexistencia de
compensaciones a la población vulnerable.

Al comenzar el año 1991 se respiraba el colapso y la precariedad en todos los


aspectos de la vida nacional, por lo cual era impostergable coordinar un amplio
acuerdo político que se materializara en un pacto conformado por una triada
(gobierno-oposición-organizaciones sindicales) y brindarle un respaldo
consensuado a un nuevo programa económico. Así nace el Plan Lacayo, que
consistió en un proceso de privatización de varias empresas estatales, donde los
trabajadores recobraron protagonismo. Se concedieron más apoyos crediticios a
productores de la pequeña y mediana industria. Asimismo, se resalta la
introducción de una nueva moneda que se indexó a las cotizaciones del dólar. La
dureza de los ajustes se presentó a través del congelamiento de los salarios, la
paralización de las inversiones públicas, el recorte de la nómina oficial y la
devaluación de un 400% de la tasa de cambio.

Nicaragua no estuvo sola, pues, las donaciones de alimentos del extranjero y el


financiamiento externo refrescaron la hacienda pública y reforzaron el
mantenimiento del sistema cambiario implementado. La recuperación empezó a
verse en 1992, por medio de las primeras cifras positivas de crecimiento
económico y la disminución de la inflación en dos dígitos. De esta forma, se
ordenaron y les dijeron adiós a sus perturbaciones económicas.

Bibliografías:

I. Bittencourt, M. (2012). Inflación y crecimiento económico: evidencia con datos de


panel para américa del sur. Revista Estudios Económicos, (23), 25–38.
II. Dabus, C. D. y Viego, V. (2003). Inflación, precios relativos y crecimiento:
evidencia de América Latina. Estudios de Economía Aplicada, 21, 91–107.
III. Estadísticas Financieras Internacionales del Fondo Monetario Internacional
(43), 42-45
IV. Arana, M., Chamorro, J., DeFranco, S., Rivera, R. y Rodriguez, M. (2000).
Nicaragua. In Gasto público en servicios sociales básicos en América Latina y El
Caribe. Análisis desde la perspectiva de la iniciativa 20/20, Publicaciones, pages
585-632. Comisión Económica para América Latina - CEPAL

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