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VEIO (VEYES/VEII)
Veio (lat. Veii) fue una importante ciudad etrusca cuyas ruinas se sitúan cerca de la
población medieval de Isola Farnese que forma parte del Municipio XV de Roma y se
halla a unos 15 kilómetros al noroeste de Roma, en el interior del Parque Regional de
Veio.
Isola Farnese
Situada no lejos de la orilla derecha del Tíber, durante el periodo comprendido entre el
siglo IX y finales del siglo VIII a.C. entró en competición con Roma por el control de las
“septem pagi” (las siete partes), el territorio situado al oeste de Isola Tiberina, y de las
salinas situadas en la desembocadura del río (campus salinarum) de las cuales
dependía parte de su prosperidad.
Veio fue conquistada por los romanos después de un largo asedio a comienzos del
siglo IV a.C. (396 a.C.) y refundada como colonia durante el siglo I a.C. siendo
transformada como municipio por Augusto (Municipium Augustum Veiens). La
extensión y la importancia de la ciudad romana fue menor que cuando era una ciudad
etrusca, siendo definitivamente abandonada, según los datos arqueológicos y
epigráficos, durante el siglo IV d.C.
Definida como “pulcherrima urbs” (ciudad espléndida) por el historiador romano Tito
Livio (Ab Urbe condita, V, 4, 24) y, considerada por Dionisio “la más potente ciudad de
los Tirrenos” en el tiempo de Rómulo y “tan grande como Atenas” (Dion. 2, 54, 3), se
encontraba entre los mayores centros políticos y culturales de la Italia central, en
particular entre los siglos VII y VI a.C. junto a Caere (Cerveteri) la más poblada ciudad
de la Etruria meridional. Sede de florecientes talleres artesanales ya desde época
orientalizante, desarrolló durante la edad arcaica una renombrada escuela de
coroplástica (escuela de terracota) de la cual su mayor exponente fue Vulca. Los
descubrimientos arqueológicos nos han mostrado que Veio fue la ciudad que introdujo
en Italia la práctica de la decoración con pinturas en las paredes de las tumbas de
cámara, tales como la Tomba dei Leoni Ruggenti (690 a.C. aprox.) y la Tomba delle
Anatre (670 a.C. aprox.) ubicadas en la necrópolis situada en torno al altiplano que
rodea la ciudad, son consideradas los ejemplos más antiguos de estas pinturas en toda
la Península Itálica.
Las excavaciones realizadas a partir de 1996 han sacado a la luz una primera fase de
desarrollo que va desde el siglo IX hasta mediados del siglo VII a. C. marcada por
grupos dispersos de hábitats en forma de cabañas redondas con techo cónico con
apoyo de un poste central o de planta elíptica con la parte inferior rebajada y
precedida por una parte delantera que podría ser una puerta o un cobertizo y con la
cubierta situada sobre el muro perimetral hecho de tierra y fragmentos de toba. Es de
resaltar el hallazgo en el interior de uno de estos hábitats del cuerpo enterrado de un
hombre de entre 25 a 30 años, una excepción a la prohibición absoluta de enterrar a
los muertos dentro de los límites de la ciudad, este enterramiento se ha fechado por
medio del radiocarbono entre los años 940 a 810 a.C., el enterramiento estaba
coronado por una pequeña cabaña que, a su vez, se insertaba en una estructura
elíptica alargada, este conjunto ha sido interpretado como un heroon, un lugar de
culto para un héroe que bien pudiera haber sido el fundador de la ciudad. En una
segunda fase de desarrollo (segunda mitad del siglo VII a.C.) se asiste al abandono de
la cabaña circular o elíptica en favor de viviendas cuadrangulares establecidas dentro
de una cuadrícula ortogonal de calles y carreteras, según un esquema racionalmente
definido que preanuncia el trazado planimétrico regular en las ciudades y que fue
ampliamente utilizado por el arquitecto y urbanista griego Hipodamo de Mileto (498-
408 a.C.). Poco antes de finalizar el siglo VII a.C. (tercera fase de desarrollo) el área
investigada manifiesta un primer fenómeno de monumentalización que implica la
pavimentación de las calles y la erección de edificios públicos y de pequeños templos,
se individualizan también las habitaciones aristocráticas decoradas con terracotas
arquitectónicas. Durante la primera mitad del siglo VI a.C. (cuarta fase de desarrollo) se
procede a la reconstrucción del pavimento de la carretera y a la erección de un
imponente cinturón amurallado realizado en opus quadratum de tufo (restaurada en
varias ocasiones) con un espesor en su base de 2 metros y una altura de entre 5 y 8
metros, el perímetro total de la fortificación alcanzaba los 8 kilómetros del cual se han
conservado algunos restos. Este cinturón murario comprende una gran abertura en
doble puerta (dypilon) en correspondencia con el único punto de acceso a la acrópolis.
Las murallas se ven fortificadas aún más entre finales del siglo VI y comienzos del siglo
V a.C. (las fases quinta a séptima de desarrollo) presumiblemente debido a la
agudización del conflicto con Roma, liberada del yugo de la monarquía etrusca; en esta
época se localizan en la acrópolis algunas actividades artesanales. Durante los decenios
centrales del siglo V a.C. el área no muestra evidencias de actividad y es posible que
sea en este periodo cuando la acrópolis es abandonada. A finales del siglo IV a.C.
aparecen evidencias de un uso agrícola del terreno, indicio de la completa
desaparición de la estructura urbana.
Monte Michele: situada en un profundo valle excavado por un afluente del río
Cremera cerca del exterior de la Porta Capena, aquí fue hallada, en 1843, la Tomba
Campana, que debe su nombre a Giovanni Pietro Campana, y datada, en base a las
pinturas y al ajuar encontrado, en los últimos decenios del siglo VII a.C. posiblemente
la tumba estuviera originalmente cubierta por un túmulo de tierra.
Otras tumbas fueron sacadas a la luz en el sector occidental de la colina entre los años
1900 y 1901 por los monjes benedictinos (los ajuares funerarios hallados se
encuentran en el Museo Archeologico Nazionale de Florencia) y en el sector oriental
de la necrópolis durante las excavaciones de la Soprintendenza en el año 1980;
durante esta campaña fueron registradas 6 tumbas de cámara fechadas entre el año
670 a.C. y el final del siglo VII a.C., todas dispuestas a lo largo de la vía que iba de Veio
a Capena. La Tumba nº 5, en particular, se destacaba como una sepultura principesca
para una pareja, un infante y un adulto joven, conteniendo, además del ajuar en piezas
de cerámica y metal, un carro de cuatro ruedas y una urna funeraria de bronce en la
cual aparece inciso el rostro de una Gorgona (o más posiblemente, el de un demonio
funerario caracterizado de forma parecida a la Gorgona de época clásica), el ajuar
completo de la tumba, fechada entre el 670 y el 650 a.C. se expone en el Museo
Nazionale Etrusco di Villa Giulia en Roma.
Vaccareccia: una vasta necrópolis situada sobre las colinas situadas en el lado oriental
de la ciudad, excavada por Rodolfo Lanciani (1845-1929) en 1889 por encargo de la
Emperatriz de Brasil, los materiales hallados se encuentran actualmente en el Museo
Pigorini de Roma, esta necrópolis estaba dominada por el Túmulo de la Vaccareccia, en
torno a esta estructura se hallaron tumbas de los siglos IX y VIII a.C.
Monte Campanile.
Valle la Fata: la única necrópolis de Veio situada en el fondo del valle, a lo largo del
Fosso Piordo al sureste de Isola Farnese.
Isola Farnese.
Casalaccio.
Oliveto grande.
Pozzuolo.
Riserva del bagno: famosa por el descubrimiento de la Tomba delle Anatre, fechada en
torno al 670 a.C. y decorada con figuras de patos policromados.
Casale del fosso: intensamente excavada junto con la cercana necrópolis de Grotta
gramiccia entre los años 1913 y 1916 bajo la dirección de Ettore Gabrici y Giuseppe
Antonio Colini, donde fueron sacadas a la luz 1.200 tumbas de fosa, pozo y cámara.
Necrópolis de Grotta gramiccia, la Tomba dei Leoni Ruggenti (690 a.C.) considerada la
tumba pintada etrusca más antigua.
EL TEMPLO ETRUSCO
Modelo votivo de templo etrusco en terracota (siglo III a.C.) procedente de Vulci.
Museo Nazionale etrusco di Villa Giulia
Vitruvio especifica tres puertas y tres cellas (capillas), una para cada una de las
divinidades principales del panteón etrusco (Tinia, Uni y Mnerva), pero los restos
arqueológicos no sugieren que esto sea tan habitual, aunque evidentemente se da el
caso.
Las fuentes romanas tenían la costumbre de atribuir a los etruscos el gusto por las
tríadas (elementos de tres) en asuntos como la planificación urbana (con tres puertas
en las ciudades, por ejemplo, aunque también hay excepciones a esto) pero que no
parece reflejar la realidad. La orientación del templo etrusco tampoco es normativa ya
que era determinada, por lo general, por un sacerdote (augúr) quien observaba el
vuelo de las aves antes de efectuar la fundación del templo con lo que la orientación
podía variar. El templo elevado sobre un alto podio decorado con molduras
contrapuestas, cuya altura tiende a disminuir con el tiempo, era accesible a través de
una escalinata central, frecuente es, apartando los ejemplos de planimetría más
simple, la existencia de una cella rectangular como en el más antiguo templo poliádico
de Veio, además de distinguirse otra tipología, la de tres partes, o sea una única cella
con dos corredores laterales. La planta a cella única podía, o no, tener columnas en la
fachada, la planta tripartita de cella, presentaba en el pronaos una doble fila de
columnas, en ausencia o presencia de prolongamiento de los muros laterales de la
cella. En la tipología “ad alae”, las alas laterales podían estar cerradas por muros o
separadas de la cella por columnas (tipo denominado períptero sine postico), en el
santuario de Portonaccio en Veio, el templo de Apolo poseía tres cellas, o una cella con
alas, con una rica decoración arquitectónica en terracota, otros ejemplos de templos
con tres cellas son el templo de Belvedere en Orvieto (siglo V a.C.) y el templo A de
Pyrgi en Santa Severa.
Frontón del Templo A de Pyrgi (siglo V a.C.). Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia,
Roma.
Raramente el tipo períptero (rodeado de columnas) tiene una fachada abierta con
acceso al interior, tres lados cerrados y, a menudo, es accesible por una escalera. La
arquitectura etrusca utilizó grandes molduras de caveto (cóncava) a modo de cornisa,
el caveto tomó el lugar del cymatium griego en muchos templos, a menudo pintados
con patrones verticales de “lengua” (como puede verse en la reconstrucción del
templo etrusco expuesto en el Museo de Villa Giulia en Roma) y combinado con la
distintiva “moldura etrusca redonda” a menudo pintada con escamas. Por lo general,
solo en el podio o en la plataforma base se utilizaba la piedra, con las partes superiores
hechas en madera y adobe, reduciéndose así en gran medida los restos que han
podido sobrevivir de los templos etruscos, sin embargo, hay evidencias de que en las
columnas del pórtico a veces era empleada la piedra, como en el caso de Veio, el
empleo de estos materiales (adobe y madera) además de como decíamos más arriba,
reducir los restos existentes a día de hoy de los templos etruscos, ha creado cierta
incertidumbre en cuanto a sus estructuras y diseños. Sin duda la presencia del templo
etrusco en Roma quedó plenamente patente con la construcción del primer edificio
del templo de Iupiter Optimus Maximus en el Capitolio, cuya influencia en otros
templos romanos tempranos fue muy significativa y duradera.
El espacio central estaba cerrado por tablas de madera a las que se clavaron placas con
relieves protuberantes, de época helenística es también la introducción del friso que
decoraba las paredes de la cella.
Alcanzó su aspecto final en torno de finales del siglo VI o mediados del siglo V. a.C., el
santuario es el resultado de un complejo desarrollo, tanto edilicio como cultual, que se
remonta a las primeras décadas del siglo VII a.C. El núcleo más antiguo, situado en el
extremo oriental de la plataforma del santuario, estaba relacionado con el culto a la
diosa Mnerva (la Minerva latina) venerada tanto en su función de oráculo, como de
protectora de los jóvenes que ingresaban a la comunidad; en honor de la diosa,
recordada por inscripciones votivas junto a otras divinidades como Rath, Artume
(Diana) o Turan (Venus), fueron erigidos hacia el 540-530 a.C. en el lugar de las más
antiguas estructuras murarias, un pequeño templo de cella sencilla y provisto de un
relativamente grande muro de sostenimiento sobre la plataforma de tufo construido
para regularizar la parte superior del desnivel; un altar, precedido por dos escalones,
cuadrado con bothros (fosa de sacrificios) debajo del cual apareció otro más antiguo y
un pórtico y una escalera de acceso desde la carretera, en el pavimento están tallados
algunos pozos rituales y un elaborado sistema de canales en conexión con una gran
cisterna que bordea el lado norte.
Cabeza Malavolta, representando a un joven, procedente de Veio (2ª mitad del siglo V
a.C.). Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia (Sala 39) Roma.
En la parte occidental del santuario fue erigido, hacia el año 510 a.C. (aunque se ha
apuntado también la fecha de 490 a.C. pero que parece ser menos probable), un
templo de tres cellas de tipo toscano adornado con un excepcional aparato decorativo
hecho de terracota policromada del cual formaban parte un grupo de estatuas
acroteriales, entre ellas las que representan a Apolo y Heracles. El templo estaba
flanqueado por una gran cisterna, alimentada por un conducto especialmente
construido para ella y un gran recinto detrás del cual se hallaba un bosque sagrado. El
culto realizado en este templo era el de Aplu (el Apolo griego) en su aspecto profético
oracular inspirado en el modelo délfico y con el que estaban conectados los ritos de
purificación. Asociado con Aplu se hallaba Hercle (el Heracles griego), el héroe querido
por los reyes-tiranos y, tal vez, Tinia (el Zeus griego, Iupiter romano), cuya imagen
podría haber estado en el hastial del templo. La construcción del templo, sin duda
deseada por el gobernante de la ciudad, reemplazó estructuras que datan de la
segunda mitad del siglo VII a.C. que incluyen una especie de casa-torre con sótano y
que era utilizada como vivienda para los sirvientes del santuario y, más tarde
(alrededor del 530 a.C.) una residencia ricamente decorada con frisos que
representaban, entre otros motivos, la apoteosis de Heracles.
El templo era una estructura rectangular orientada al sureste y que medía 13,25 x 8,07
metros en el exterior, 12 metros de altura y con techo a dos aguas, sin embargo,
Giovanni Colonna junto a Germano Foglia, han propuesto una reconstrucción del
templo que describe una construcción cuadrada de 18 metros sobre un podio más bajo
(unos 18 metros, considerando la base de 29 centímetros) y dividido en un pronapso
con dos columnas que forman la fachada entre las entradas y una profundidad de 7,3
metros. Las columnas, de 6,4 metros, estaban hechas de toba estucada al igual que las
paredes, que dentro del pronapso, fueron decoradas con variadas pinturas sobre
paneles de arcilla. El techo era de madera cubierta con terracota policromada, la
terracota se colocó a través de un refinado sistema de abreviaciones silábicas y se
integraron con inserciones de bronce y una generosa profusión de inserciones
plásticas, muchas de ellas modeladas a mano, entre ellas una espléndida serie de
antefijas. Se ha clasificado convencionalmente como un templo de tres cellas
flanqueadas por una doble hilera de columnas en la fachada, esta es una configuración
original con respecto a los otros tipos de construcciones que se encuentran en Etruria
y en la zona tirrena de Italia. La fachada se encuentra completamente destruida y los
restos, además, han sido dañados por ser utilizados como cantera de piedra (aunque
en la actualidad el techo del templo ha sido restaurado por uno de sus lados), sin
embargo, es posible establecer que el área de la cella estaba dividida
longitudinalmente por dos paredes internas, este hecho generalmente se interpretó
como evidencia de un templo de tripe cella de tipo convencional, pero los restos bien
podrían documentar una planta con una sola cella, colocada contra la pared posterior
de un recinto en forma de patio.
El ciclo decorativo del templo de Apolo (Aplu) está constituido por el complejo de
terracotas que originalmente revestían las partes alineadas en lo alto, en particular por
las estatuas de tamaño natural que, colocadas sobre grandes bases a ambos lados de
la viga del caballete (cresta), adornaban la parte superior del techo del templo,
actualmente estas estatuas se hallan expuestas en la Sala 40 del Museo Nazionale
Etrusco de Villa Giulia en Roma. Colocadas en grupos de dos o tres, representaban los
mitos griegos relacionados con Apolo y su famoso oráculo, como una gran escena que
tenía el cielo como fondo. Entre estas estatuas destacan las de Apolo y Heracles
enfrentados en la prueba por conseguir la cierva Cerinia de cuernos de oro y sagrada
para Artemisa/Diana (la Artume etrusca y hermana de Aplu), esta prueba fue uno de
los famosos Doce Trabajos de Heracles. Apolo, vestido con una túnica y una capa corta,
avanza hacia la izquierda con su brazo derecho extendido y doblado, su brazo
izquierdo está dirigido hacia el suelo, tal vez con un arco en la mano; Heracles, con la
cierva Cerinia atada a sus piernas, se orienta hacia la derecha. En este grupo estatuario
se hallaban también presentes Hermes/Mercurio (el Turms etrusco) del que ha
sobrevivido una espléndida cabeza, y Leto/Latona llevando al pequeño Apolo en
brazos, quizá en el momento de golpear con su arco a la serpiente pitón para alejarla
de Delfos.
La estatua de Apolo, casi intacta y de cerca de 1,80 metros de altura, fue hallada cerca
de una de las puertas de la ciudad antigua de Veio, en 1916, durante las excavaciones
del arqueólogo italiano Giulio Quirino Giglioli (1886-1957), fue hallada de pie, como
resistiendo el ataque romano a la ciudad de Veio, junto a la estatua de Apolo fue
hallada la parte inferior de la estatua de Heracles, cuyo torso fue encontrado en 1944 y
un fragmento de la cabeza en 1949, además de un fragmento de la estatua de Hermes.
La estatua de Apolo fue restaurada por primera vez en los años veinte por Cesare
Falessi en el Museo de Villa Giulia de Roma, mediante el ensamblaje de las partes
encontradas y el resarcimiento de algunas lagunas, un nuevo e importante trabajo de
restauración fue realizado entre los años 2002-2004 a cargo de la Soprintendenza
Archeologica dell´Etruria Meridionale, por su parte, la estatua de Heracles fue objeto
de trabajos de restauración en los años 50 por Vincenzo Verducci también en el Museo
de Villa Giulia de Roma.
Mientras que la estructura más antigua está relacionada sin duda con el culto a
Mnerva, personalmente tengo dudas en cuanto a asignar la segunda estructura
(templo de Apolo) al culto a este dios, teniendo en cuenta que Heracles también
aparece representado en el conjunto de grandes estatuas ubicadas en el columen del
templo, sabiendo que los gobernantes-tiranos de Veio se identificaban con este
famoso personaje de la mitología griega y sabiendo que Atenea fue protectora de
Heracles en el mito griego siendo Mnerva (Atenea) la divinidad más antiguamente
venerada en Portonaccio, cabe preguntarse si el denominado templo de Apolo no fue,
en realidad, dedicado a Heracles (Hercle etrusco), cierto es que este santuario era
famoso por su carácter oracular y que Apolo era una divinidad muy ligada a este
ámbito, sobre todo en Grecia y su famoso santuario délfico, pero en el caso de
Portonaccio este carácter oracular también venida ligado a la figura de Mnerva.
También se ha definido el templo como de tres cellas pero cabe la posibilidad de que
se trate, como se apuntó más arriba, de un templo de cella simple y dos corredores
laterales, en el primer caso pudiera haber sido dedicado a Mnerva, Aplu y Hercle
(Atenea, Apolo y Heracles) pero si fuera el segundo caso es posible que pudiera haber
sido dedicado a uno de las tres figuras mitológicas ¿por qué no Hercle?, creo que es
una cuestión interesante de plantear. Sea cual sea la divinidad o divinidades veneradas
en este templo, el santuario de Portonaccio sigue representando un lugar clave para
conocer mejor y admirar tanto la religión y el mundo cultual de los antiguos etruscos
como su arquitectura religiosa y su maestría artística.
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