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Autocontrol

Traducido del texto original


Self-Control
Mark Rutland

Una persona sin autocontrol es como una ciudad con muros rotos.
Proverbios 25:28

Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas.
Proverbios 25:28 NTV

Autocontrol │ 1
En la antigüedad, las ciudades a menudo estaban rodeadas de muros para su
protección. Si esas murallas se rompían de alguna manera, la ciudad se volvía
vulnerable a los ataques de una gran variedad de enemigos. El mantenimiento de las
murallas de la ciudad, por lo tanto, era una preocupación constante.

Proverbios 25:28 compara el autocontrol con una muralla de la ciudad.


Cuando mantenemos el autocontrol, nos mantenemos a salvo de las fuerzas que nos
desgastan, atacan nuestras debilidades y se aprovechan de nuestros fracasos. Las
Escrituras nos advierten que perder el autocontrol puede llevar a resultados
desastrosos. Podemos tener tendencias a perder los ánimos fácilmente, chismorrear
sobre los vecinos o compañeros de trabajo, o criticar a los que tienen autoridad.
Podemos tener un deseo enfermizo de poseer muchas posesiones, una adicción a la
comida, o una obsesión con la televisión. Una palabra descuidada, una promesa rota
o una acción irrespetuosa es un signo externo de que nuestro muro interno de
autocontrol se ha derrumbado. Un débil autocontrol nos hace vulnerables a vivir una
vida de hipocresía, y entonces perdemos toda la credibilidad como testigos de la
libertad y la alegría de la vida cristiana.

Pero desarrollar el autocontrol no es sólo una cuestión de comportamiento


correcto voluntario. Todos hemos experimentado el fracaso del “simplemente
hazlo”. Decidimos que finalmente recuperaremos el control de cierta debilidad
personal sólo para descubrir unos días después que hemos sucumbido una vez más
a la tentación. El autocontrol no es tan simple como “hacerlo” o “no hacerlo”.

Pablo nos dice que el Espíritu Santo desea guiar nuestras vidas. Sólo él puede
superar nuestros antojos pecaminosos y construir el autocontrol con el poder de la
resistencia. A medida que pasemos nuestros momentos a la dirección del Espíritu
Santo, descubriremos que más a menudo somos capaces de resistir aquellas cosas
que solían aprovecharse de nuestras debilidades. Es sólo con el poder del Espíritu
Santo que nuestras paredes de autocontrol pueden ser mantenidas con seguridad.

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