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5 Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al
grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de
una familia de sacerdotes. 6 Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios
y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor. 7 No tenían
hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada.
13 Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu
esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. 14 Será para ti un gozo
muy grande, y muchos más se alegrarán con su nacimiento, 15 porque este hijo tuyo
será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu
Santo ya desde el seno de su madre. 16 Por medio de él muchos hijos de Israel
volverán al Señor, su Dios. 17 El mismo abrirá el camino al Señor con el espíritu y el
poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la
sabiduría de los buenos. De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.»
49 ¡Santo es su Nombre!
56 María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.
57 Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo, 58 y sus vecinos y parientes se
alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le había
mostrado.
59 Al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisión, 60 y
querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo:
«No, se llamará Juan.» 61 Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se
llame así.» 62 Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo
llamasen. 63 Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que
todos se quedaron extrañados. 64 En ese mismo instante se le soltó la lengua y
comenzó a alabar a Dios.
80 A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Espíritu. Vivió en lugares
apartados hasta el día en que se manifestó a Israel.
Evangelio según Marcos (1, 1 al 13)
11 Este es el comienzo de la Buena Nueva de Jesucristo (Hijo de Dios).
2 En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Mira, te voy a enviar a mi mensajero
delante de ti para que te prepare el camino. 3 Escuchen ese grito en el desierto:
Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.» 4 Es así como Juan el Bautista
empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar
el perdón de los pecados. 5 Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acu
dían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán.
6 Además de la piel que le ceñíala cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho
de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. 7 Juan proclamaba este
mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar
la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» 8 Yo los he bautizado
con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.»
9 En aquellos días Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan
en el río Jordán. 10 Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el
Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, 11 mientras se escuchaban estas
palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido.»
3 Es a Juan a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: Una voz grita en el
desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos.
4 Además de la piel que le ceñía la cintura, Juan no tenía más que un manto hecho de
pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. 5 Venían a verlo de
Jerusalén, de toda la Judea y de la región del Jordán. 6 Y además de confesar sus
pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán.
7 Juan vio que un grupo de fariseos y de saduceos habían venido donde él bautizaba,
y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les
viene encima? 8 Muestren los frutos de una sincera conversión, pues de nada les sirve
decir: “Abraham es nuestro padre”. 9 Yo les aseguro que Dios es capaz de sacar hijos
de Abraham aun de estas piedras. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y
todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero des pués de mí viene
uno con mucho más poder que yo –yo ni siquiera merezco llevarle las sandalias– , él
los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego. 12 Ya tiene la pala en sus manos para
separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas, mientras que la paja la
quemará en el fuego que no se apaga.»
Jesús recibe el bautismo de Juan
13 Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste
lo bautizara. 14 Juan quiso disuadirlo y le dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita
ser bautizado por ti.»
15 Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos
todo como debe hacerse.» Entonces Juan aceptó.
16 Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y
vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17 Al mismo
tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; en él me
complazco.»
11 En el principio era el Verbo (la Palabra), y el Verbo estaba ante Dios,
1 y el Verbo era Dios.
19 Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas
desde Jerusalén para preguntarle: «¿Quién eres tú?» 20 Juan lo declaró y no ocultó la
verdad; y declaró: «Yo no soy el Mesías.»
21 Le preguntaron: «¿Quién eres, entonces? ¿Elías?» Contestó: «No lo soy.» Le dijeron:
«¿Eres el Profeta?» Contestó: «No.» 22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, entonces?
Pues tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti
mismo?» 23 Juan contestó: «Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el
desierto: Enderecen el camino del Señor.»
24 Los enviados eran del grupo de los fariseos, 25 y le hicieron otra pregunta: «¿Por
qué bautizas entonces, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» 26 Les contestó
Juan: «Yo bautizo con agua, pero en me dio de ustedes hay uno a quien us te des no
conocen, 27 y aunque vie ne detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su
sandalia.»
28 Esto sucedió en Betabará, al otro lado del río Jordán, donde Juan bautizaba.
29 Al día siguiente Juan vio a Je sús que venía a su encuentro, y exclamó: «Ahí viene el
Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo. 30 De él yo hablaba al decir:
“Detrás de mí viene un hombre que ya está delante de mí, porque era antes que
yo”. 31 Yo no lo conocía, pero mi bautismo con agua y mi venida misma eran para él,
para que se diera a conocer a Israel.»
32 Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu bajar del cielo como una paloma y
quedarse sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero Aquel que me envió a bautizar con agua,
me dijo también: “Verás al Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu
Santo, y se quedará en él”. 34 Sí, yo lo he visto, y declaro que éste es el Elegido de
Dios.»
3 1 Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilato era gobernador
de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo en Iturea y Traconítide, y
Lisanias en Abilene; 2 Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes. En este tiempo la
palabra de Dios le fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
3 Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y
conversión, para obtener el perdón de los pecados. 4 Esto ya estaba escrito en el libro
del profeta Isaías: Oigan ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor,
enderecen sus senderos. 5 Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros
allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los
caminos. 6 Todo mortal entonces verá la salvación de Dios.
7 Juan decía a las muchedumbres que venían a él para que las bautizara: «Raza de
víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se acerca? 8 Produzcan los
frutos de una sincera conversión, pues no es el momento de decir: “Nosotros somos
hijos de Abraham”. Yo les aseguro que Dios puede sacar hijos de Abraham también de
estas piedras. 9 El hacha está junto al árbol, y todo árbol que no dé buen fruto será
cortado y arrojado al fuego.»
10 La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer?» 11 El les contestaba: «El que tenga
dos capas, que dé una al que no tiene, y el que tenga de comer, haga lo mismo.»
12 Vinieron también cobradores de impuestos para que Juan los bautizara. Le dijeron:
«Maestro, ¿qué tenemos que hacer?» 13 Respondió Juan: «No cobren más de lo
establecido.» 14 A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos
hacer?» Juan les contestó: «No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y
conténtense con su sueldo.»
21 Un día fue bautizado también Jesús entre el pueblo que venía a recibir el bautismo.
Y mientras estaba en oración, se abrieron los cielos: 22 el Espíritu Santo bajó sobre él y
se manifestó exteriormente en forma de paloma, y del cielo vino una voz: «Tú eres mi
Hijo, hoy te he dado a la vida.»
23 Jesús ya había pasado los treinta años de edad cuando comenzó. Para todos era el
hijo de José, hijo de Helí, 24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Janaí,
hijo de José, 25 hijo de Mata tías, hijo de Amós, hijo de Nahúm, hijo de Eslí, hijo de
Nagai, 26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semeí, hijo de José, hijo de
Judá, 27 hijo de Joanán, hijo de Resí, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de
Nerib, 28 hijo de Melquí, hijo de Adí, hijo de Koram, hijo de Elmada, hijo de Er, 29 hijo
de Jesús, hijo de Eliecer, hijo de Jarim, hijo de Matat, hijo de Leví, 30 hijo de Simeón,
hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim, 31 hijo de Milea, hijo de
Mená, hijo de Matatá, hijo de Natán, 32 hijo de David, hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo
de Booz, hijo de Salomón, hijo de Najasón, 33 hijo de Aminadab, hijo de Admín, hijo
de Arní, hijo de Esrón, hijo de Farés, hijo de Judá, 34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de
Abraham, hijo de Tara, hijo de Najor, 35 hijo de Seruc, hijo de Ragau, hijo de Falec, hijo
de Eber, hijo de Sala, 36 hijo de Cainam, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo
de Lamec, 37 hijo de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Jared, hijo de Malaleel, hijo de
Cainam, 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, que venía de Dios.
25 Un día los discípulos de Juan tuvieron una discusión con un judío sobre la
purificación espiritual. 26 Fueron donde Juan y le dijeron: «Maestro, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, y en cuyo favor tú hablaste, está ahora bautizando y
todos se van a él.»
31 El que viene de arriba está por encima de todos. El que viene de la tierra pertenece
a la tierra y sus palabras son terrenales. El que viene del Cielo, 32 por más que dé
testimonio de lo que allí ha visto y oído, nadie acepta su testimonio. 33 Pero aceptar
su testimonio es como reconocer que Dios es veraz.
34 Aquel que Dios ha enviado habla las palabras de Dios, y da el Espíritu sin
medida, 35 porque el Padre ama al Hijo y ha puesto to das las cosas en sus
manos. 36 El que cree en el Hijo vive de vida eterna; en cambio, el que no cree en el
Hijo tendrá que enfrentar un juicio de Dios; nunca conocerá la vida.»
18 Los discípulos de Juan lo te nían informado de todo aquello. Llamó, pues, a dos de
sus discípulos 19 y los envió a que preguntaran al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?» 20 Los hombres, al llegar donde Jesús, dijeron: «Juan
Bautista nos envía a preguntarte: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?»
29 Todo el pueblo escuchó a Juan, incluso los publicanos; confesaron sus faltas y
recibieron su bautismo. 30 En cambio, los fariseos y los maes tros de la Ley no pasaron
por su bautismo, y con esto desoyeron el llamado que Dios les dirigía.
31 ¿Con quién puedo comparar a los hombres del tiempo presente? Son como niños
sentados en la plaza, que se quejan unos de otros: 32 ‘’Les tocamos la flauta y no han
bailado; les cantamos canciones tristes y no han querido llorar.’’
33 Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y dijeron: 34 Está
endemoniado. Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Es un
comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. 35 Sin
embargo, los hijos de la Sabiduría la reconocen en su manera de actuar.»
14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, ya que su nombre se había hecho famoso.
Algunos decían: «Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y
por eso actúan en él poderes milagrosos.» 15 Otros decían: «Es Elías», y otros: «Es un
profeta como los antiguos profetas». 16 Herodes, por su parte, pensaba: «Debe de ser
Juan, al que le hice cortar la cabeza, que ha resucitado.»
17 En efecto, Herodes había mandado apresar a Juan y lo había encadenado en la
cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había
casado. 18 Pues Juan le decía: «No te está permitido tener a la mujer de tu
hermano.» 19 Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía, 20 pues Herodes
veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo
escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo.
26 El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había
comprometido con juramento delante de los invitados. 27 Ordenó, pues, a un verdugo
que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza. 28 Luego,
trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su
madre. 29 Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo
y lo enterraron.