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PRINCIPALISMO ETICO Y DIGNIDAD HUMANA

1. Describa brevemente en que consiste el principalismo ético.

Es una metodología que tiene un objetivo principal: ayudar a resolver los problemas éticos que se plantean en el ámbito de la
biomedicina. Una metodología con una originalidad: hay cuatro principios fundamentales (Autonomía, No maleficencia,
Beneficencia y Justicia) que deben orientar moralmente las decisiones. Dichos principios, al ser muy generales exigen una
especificación para llegar a ser más operativos y, en caso de conflicto entre ellos se debe proceder a una ponderación, para saber
qué principio o regla sobrepasa a los otros en una situación concreta. Dos breves definiciones del principialismo: Los problemas
éticos de la biomedicina pueden ser clarificados y, en algunas ocasiones resueltos, si se analizan a la luz de cuatro grupos de
proposiciones normativas (principios y reglas derivadas) que son: respeto por la autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia.
(P. Simón, op. cit). Una metodología que se refiere esencialmente a principios universales a fin de identificar, analizar y resolver los
conflictos éticos que se plantean en la práctica clínica. (Cf. L. Benaroyo, Principlisme in Nouvelle Encyclopédie de bioéthique, De
Boeck Université, Bruselas, 2001).

2. ¿Qué se entiende por dignidad ontológica y dignidad ética? Diferencias y Coincidencias.

La dignidad ontológica se refiere al ser y se fundamenta en el ser. Decir que la persona tiene una dignidad ontológica, es afirmar que
goza de una dignidad y, por lo tanto, es merecedora de un respeto y de una consideración. Por el mero hecho de ser persona, esto
es, de ser de un modo determinado, de tener una esencia concreta, debe respetarse y tratase de un modo cualitativamente distinto.
La dignidad de la persona humana, desde este punto de vista, radica en su ser y no en su obrar. Puede actuar de forma indigna, pero
a pesar de ello, tiene una dignidad ontológica que se refiere a su ser. Es digna por el mero hecho de ser persona. Desde esta
perspectiva metafísica, la persona es digna y lo es intrínsecamente, no por razones externas, por elementos adyacentes a su ser, sino
por ser persona. Puede hallarse en un estado de desarrollo precario o puede hallarse impedida de determinadas características y
atributos, pero ello no supone una reducción de su dignidad, pues su dignidad no radica en el grado de desarrollo de la misma, ni en
las particularidades externas, sino en el ser y el ser es el fundamento y la raíz de las persona. Afirmar la dignidad de la persona
significa que no se puede atentar contra ella, ni tratarla de una forma inferior a su categoría ontológica. La dignidad que podríamos
calificar de ontológica es irrenunciable y constitutiva. Pertenece a toda persona por el mero hecho de ser persona y se halla
incondicionalmente ligada a su naturaleza racional y libre. Desde este punto de vista, la persona es digna de un amor y respeto
fundamental, con independencia de sus condiciones singulares y de su particular actuación: todos los hombres, incluso el más
depravado, tienen estricto derecho a ser tratados como personas. Existe una dignidad arraigada al ser y una dignidad arraigada al
obrar. La dignidad del obrar es la dignidad ética y se refiere a la naturaleza de nuestros actos. Hay actos que dignifican al ser
humano, mientras que hay actos que lo convierten en un ser indigno. Es lícito, desde esta perspectiva, hablar de una dignidad
añadida, complementaria o, si se desea utilizar un término más correcto, moral; una nobleza ulterior, derivada del propio carácter
libre del hombre, de su índole de realidad incompleta, pero dotada de la capacidad de conducirse a sí misma a su perfección
definitiva. En este sentido utilizamos el término dignidad en la vida y el lenguaje coloquial. Decimos que un médico es muy digno o
que una asistenta es digna y cuando decimos esto nos referimos fundamentalmente a la acción que desarrollan dichos sujetos. La
dignidad ética no debe identificarse ni confundirse con la dignidad ontológica. La primera se relaciona con el obrar, la segunda, en
cambio, se relaciona con el ser. Hay seres, que por su forma de obrar y de participar en el seno de la comunidad, se hacen dignos de
una dignidad moral, mientras que los hay que por su forma de vivir, son indignos desde un punto de vista moral. Sin embargo,
ambos, por el mero hecho de ser personas, tienen una dignidad ontológica.

3. De un ejemplo de su propia experiencia en la práctica profesional donde haya habido violación a la dignidad humana.

Según Kant, los seres humanos se merecen un trato especial y digno que posibilite su desarrollo como personas. En este sentido,
afirma Kant, el hombre es un fin en sí mismo, no un medio para usos de otros individuos, lo que lo convertiría en una cosa. La
humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por otro, ni siquiera por sí
mismo) como un simple medio o instrumento, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello precisamente estriba su dignidad (la
personalidad).

Ej: SALAS CLÍNICAS.

4. ¿Existe una jerarquía entre valores y principios bioéticos a la hora de decidir en términos morales? Razone y explique.
El valor no es sólo el bien, sino el bien por el cuál la persona se siente atraída (por ejemplo, la belleza de la música o la generosidad
de un acción humano). Se trata de una síntesis nacida de una realidad subjetiva y de una realidad objetiva). El valor moral participa
de la naturaleza y de las características propias del valor en general, pero tiene unas notas particulares que le definen, entre las
cuales cabe destacar las siguientes: el valor moral presupone necesariamente una persona; el hombre se siente responsable de los
valores morales; los valores morales presuponen la libertad de la persona (se dan en actos humanos, realizados libremente); los
valores morales califican la persona en su totalidad; los valores morales afectan a nuestra conciencia; los valores morales son
indispensables (nadie está dispensado de ser bueno); los valores morales están relacionados con el castigo o la recompensa; es un
bien más grande para la persona poseer los valores morales que otros valores (es mejor sufrir la injusticia, dirá Sócrates, que
cometerla). Para abordar los problemas éticos de la biomedicina hay que partir de cuatro principios que derivan inicialmente de
juicios ponderados de la moral común y la tradición médica: el respeto de la autonomía, la no maleficencia, la beneficencia y la
justicia. Entre estos principios no existe jerarquía ninguna, todos tienen la misma importancia, son prima facie (deben cumplirse
obligatoriamente, salvo si entran en conflicto con una obligación mayor).

B&C definen la autonomía personal como “La regulación personal de uno mismo, libre, sin interferencias externas que pretendan
controlar, y sin limitaciones personales, como por ejemplo una comprensión inadecuada, que impida hacer una elección”. No es lo
mismo ser autónomo que ser respetado como persona autónoma. Ser respetado como persona autónoma exige que se reconozca
el derecho del sujeto moral: a tener sus propios puntos de vista, hacer sus propias opciones, obrar en conformidad con sus valores y
creencias personales.

El principio de No Maleficencia obliga a no hacer daño intencionadamente. Remite a una característica fundamental de la medicina
hipocrática “ayudar o al menos no perjudicar”; a la célebre máxima primum non nocere (En primer lugar, no hacer daño).

El principio de Beneficencia exige que hagamos pasos para ayudar a los demás y no únicamente que nos abstengamos de actos
perjudiciales.

Aunque la B y la NM son similares, y de hecho se utilizan en la filosofía moral como conceptos difíciles de distinguir, incluirlas en un
mismo principio puede dificultar la comprensión de diferencias importantes. La obligación de no hacer daño ( p. e. no robar, no
incapacitar) es totalmente distinta de la obligación de ayudar a los demás ( proporcionales beneficios). La obligación de no hacer
daño a los demás puede en ocasiones ser más estricta que la obligación de ayudar, pero las obligaciones de beneficencia también
pueden resultar en algunos casos más rigurosas que las obligaciones de NM.

El principio de Justicia nos pedirá que tratemos a todas las personas con la misma consideración y respeto (los iguales deben ser
tratados igualmente), y que distribuyamos de manera equitativa los recursos y las cargas en materias sanitaria para evitar
discriminaciones entre los ciudadanos.

5. ¿Existe alguna diferencia entre libertad y autonomía? Razone y explique.

La Libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad.Autonomía: del griego "autos”, sí mismo y
“nómos”, ley: que vive según su propia ley o se gobierna por su propia ley. Capacidad de bastarse a sí mismo para preservar la
propia individualidad frente a LOS demás o frente a la colectividad, a los que, no obstante, necesita en buena medida. Para Kant,
actuamos de forma autónoma sólo cuando nuestra voluntad es determinada únicamente por la razón pura o el respeto a la ley
moral. Justo por esta razón, Kant no piensa que la libertad y la autonomía son exactamente lo mismo. Más bien, la libertad está
relacionada a la autonomía como la potencia al acto. Kant define la “libertad” como “aquella propiedad de la causalidad [de la
voluntad] por la cual puede ser efectiva independientemente de causas externas”, o de nuevo como “el poder (Vermögen) de la
razón pura de ser por sí misma práctica”. Para Kant, somos libres cuando tenemos la capacidad de ser autónomos, ya sea
si ejerzamos nuestra libertad al actuar de forma autónoma o no. Así Kant preserva la idea de que la libertad consiste en posibilidades
y capacidades por sobre una forma particular de ejercitarlas o actualizarlas.

Es interesante notar que la libertad del albedrío, entonces, no es buena por sí misma, sino que lo es únicamente cuando obedece el
mandato de la ley moral. No puede haber un auténtico ser humano si no hay libertad, tampoco puede haber ser humano donde no
haya autonomía. Stuart Mill por su parte, también reivindica la importancia de la autonomía porque considera que la ausencia de
coerción es la condición imprescindible para que el hombre pueda buscar su valor máximo que sería la utilidad para el mayor
número.

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