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TRAS LAS HUELLAS DE MIS PASOS

HUMILDAD

Sonmer Garrido Díaz


Sonmer09@hotmail.com

Para ser una buena persona no solo se necesita dar comida, ayudar al necesitado, rezar por
los enfermos, por los afligidos, sanar al herido, como también captar la negatividad en otros
pero no juzgarla, ser oportuno en el favor que, entre otras cosas es como si estuviéramos en
el camino hacia la transformación. Ser una buena persona va más allá de todo eso.

Es muy cierto, que atraemos más luz al mundo cuando obramos con buenas acciones, solo
que, si somos conscientes, tenemos que tener cuidado que el ego no se interponga en
nuestro camino y entonces obremos para sentirnos mejor y así autocomplacernos. Al actuar
así, estaremos muy alejados de la humildad. Esto quiere decir que, para ser humildes,
tenemos y debemos aprender a ser humildes y la luz del mundo descenderá plena.

Ese camino de la transformación no es fácil transitarlo, aunque nosotros creamos que lo


estamos transitando bien por los favores dados. Ese es un camino que lleva por una tarea
muy difícil, porque el ego ve esos favores dados como obra nuestra y nos hace sentir
orgullosos, inflamados por la caridad que hacemos, ufanos porque hacemos buenas
acciones y bendiciones y peor aun cuando se nos ocurre pregonarlo; la caridad no se
pregona, si se pregona es vanidad y la vanidad es soberbia y la soberbia mata.

Por eso es necesario que aprendamos a ser humildes, porque todas nuestras buenas acciones
y bendiciones vienen de la mano del Creador. Michael Berg dice que la humildad es
simplemente “el entendimiento de que nada de lo que tenemos es nuestro”; fuimos
esculpidos por el Creador que nos dio inteligencia, riqueza, belleza y grandeza espiritual y,
puso en nuestras manos el don de dar, de compartir, de bendecir. Por eso atraeremos mayor
luz al mundo sin la influencia del ego.

Aprendamos a ser humildes como lo enseñan los sabios, como lo enseñan las escrituras.
Hay un mundo superior y hay un mundo inferior, un mundo infinito y un mundo físico y
limitado, solo que, en ese mundo infinito, del cual venimos, no hay superior ni inferior, más
puro o menos puro, como lo enseñó Rav Ashlag. Lo primero que debemos hacer es
internalizar en nuestra conciencia la práctica de ayudar, de dar, de bendecir como un hábito.
En la medida que puedas hacerlo, esfuérzate más, dedica más tiempo y pasión, hazlo de
manera voluntaria, hazlo constante en tu vida y sin darte cuenta, será natural en ti. Cuando
ayudas, cuando bendices, cuando das las gracias por todo, cuando de ti sale dignidad y
compasión habrá conexión con el Creador.

Serás humilde y, la humidad te hará grande ante los ojos de Dios y tu mundo será un
mundo mejor. Karen Berg nos dice: “Debemos ser humildes y saber que no somos nada sin
el Creador”

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