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Roberto Almaguer
Las opciones de política social no sólo son técnicas sino que están influidas
por un conjunto de factores políticos-ideológicos asociados siempre a la
concepción que se tenga de lo social y a las características del sistema
político, especialmente a la modalidad mediante la cual dicho sistema procesa
sus demandas sociales y si esas demandas se inscriben en una
institucionalidad que garantizan y preservan derechos ciudadanos
considerados como universales (Raczynski, 1995).
Según Thomas Humphrey Marshal “el poder político usa la política social para
reemplazar, completar o modificar operaciones del sistema económico, con el
fin de alcanzar resultados que el sistema económico no lograría por si mismo,
y al hacer esto, lo hace orientado por valores distintos a los de las fuerzas del
libre mercado” (Marshal, 1975: 11).
Por su parte Oscar Fernández a partir de esta definición plantea que las
políticas sociales deben estar orientadas por determinados fines y valores, por
lo que las mismas comprometen en determinado grado la acción del gobierno
y, por otra parte, dependen en alguna medida, del desarrollo económico
alcanzado por la sociedad. (Fernández, O, 1998)
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Dos matrices principales han formulado históricamente doctrinas y propuestas:
la social-liberal y la social-estatista.
“La matriz liberal se basa en una afirmación radical de la libertad regulada por
el mercado. De Adam Smith en adelante, el interés y la justicia se articulan al
interior de una alquimia permanente realizada por el libre juego de la
competencia en el seno del mercado. Este modo de funcionamiento social
aparece por otro lado como el único eficiente (útil), criticándose duramente el
surgimiento de tendencias impregnadas de una noción voluntarista (Arocena,
1992: 4).
Como diferencia sustancial entre las dos doctrinas pudiera señalarse que
mientras la doctrina liberal tiende a afirmar el valor de lo privado, la estatista
sólo se puede realizar a través de lo público, identificado como lo estatal.
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La educación, y en esto coinciden científicos y políticos, es considerada una
de las principales políticas sociales que se puedan instrumentar en la
actualidad. El proceso educativo debe extenderse más allá de la escuela, debe
comprender a la comunidad como espacio geográfico y fomentar la
participación y la cooperación en todos los órdenes de la vida social del
educando en dicho espacio (familiar, laboral, etc).
Como proceso a través del cual una sociedad despliega sus potencialidades
creadoras, el hecho educativo debe estar sustentado en una afirmación de lo
propio. Si bien es cierto que la educación debe desarrollar conocimientos en la
población que contribuyan al desarrollo, tanto local como nacional, cuando
sus acciones no tienen en cuenta la identidad del educando, en lugar de
contribuir a la emancipación de los miembros de la sociedad, surten el efecto
contrario. Según señala la UNESCO, terminan por
¨ oprimir, destruir y crear dependencia ¨. Se puede inferir, entonces, que a
través del proceso educativo el educando debe ser capaz de reencontrarse
con su propia historia, de comprender su propia realidad y de poder
transformarla.
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desarrollará su acción profesional, sino con el ánimo de que el mismo
contribuya, apoyándose en el proceso educativo a solucionar los problemas de
dicha comunidad.
Partiendo de esta idea se puede plantear que tanto el Estado como las otras
instituciones involucradas en el proceso educativo miren hacia el proceso
educativo desde una óptica de lo cotidiano… . … Sólo desde la comprensión
previa del país y de sus potencialidades se pueden trazar las estrategias
adecuadas a la formación de sujetos dignos y capaces de transformar esa
comprensión en los conocimientos y aprendizajes que les permitirán una
producción cultural auténtica, un desarrollo económico independiente, un
mejoramiento progresivo de la propia calidad de vida y la valoración y defensa
de su patrimonio cultural y ambiental (A. Esté, 1998).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
¾ Esté, A. (1998) ¨Proyecto educativo¨. TEBAS, Caracas.
¾ Arocena, J. (1992) “Políticas sociales desde la perspectiva del desarrollo
local en Seminario Perspectivas Metodológicas en la política social”.
Universidad Internacional “Méndez Pelayo” Valencia.
¾ Carmen L.B. (2001) “El ideal de una sociedad justa“ en
cbohorquez@cantv.net
¾ Fernández, O. (1998) “Lo social y la política social” en Política social y
descentralización en Costa Rica, UNICEF, San José.
¾ Marshal, T.H. (1975) “Social Policy in the Twentieth Century”, Hutchison,
Londres.
¾ Raczynski, D. (1995) “Focalización de Programas Sociales. Lecciones de
la experiencia Chilena”, en Políticas Económicas y Sociales en el Chile
democrático, Pizarro C, Raczynski D y Vidal J (editores), CIEPLAN,
UNICEF, Chile.
¾ Titmus, R. (1981) “Política Social” Editoial Ariel, España.