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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria. Ciencia y Tecnología

Pontificia Universidad Católica Santa Rosa

Integrante: Brito L. Martin D. R. Facultad de Derecho

CI: 28.132.900 Escuela de Derecho

Catedra Derecho Romano I

Sección: T01A

Profesora: Norka Ortiz

Caracas, noviembre 2021


Introducción

En el cristianismo, un sacramento es un acto mediante el cual el creyente


manifiesta su relación con Dios. Las diversas corrientes cristianas discrepan sobre
los actos que deben considerarse sacramentos, así como sobre las formalidades
de los mismos.
Índice
¿Qué es un Sacramento?

Sacramento es un concepto que procede del latín sacramentum. En el ámbito de


la religión cristiana, se denomina sacramento a ciertos rituales que permiten la
acción divina en el ser humano. Un sacramento, en este sentido, es un signo
sensible de la gracia de Dios.

Los sacramentos son administrados por obispos o presbíteros. El primer


sacramento que recibe una persona es el bautismo, que le permite librarse del
pecado original y ser hija de Dios. Veamos éste y otros sacramentos cristianos en
detalle, a continuación:

* bautismo: da al ser humano la posibilidad de nacer en la vida de Dios, lo


convierte en heredero del cielo, hijo adoptivo de Jesucristo, y le concede el perdón
de todos los pecados que cometa (comenzando, por supuesto, por el Pecado
Original, el cual se considera inherente a nuestra especie y heredamos de Adán y
Eva), además de incorporarlo a la Iglesia y abrirle las puertas al sacerdocio de
Cristo;

* confirmación: este sacramento sirve para fortalecer la vida divina, para convertir
a los seguidores de Cristo en sus soldados. Se trata de una forma de elevar la
gracia bautismal a través de una acentuación de la unión con Dios, de un
acercamiento más comprometido a Cristo. La confirmación ajusta el vínculo que
hay entre los cristianos y la Iglesia, convirtiéndolos en componentes esenciales de
su misión. Además, los ayuda a dar testimonio de su fe a través de los actos que
acompañan la palabra;

* eucaristía: se trata del sacramento más común y frecuente entre los creyentes,
ya que forma parte de la celebración de la misa. Su objetivo principal es recordar a
los cristianos el sacrificio que Jesús hizo por ellos, para salvarlos de vivir en
pecado. A través de la transustanciación del vino y del pan en su sangre y su
cuerpo, Jesús se hace presente cada día para acrecentar la unión con sus fieles,
perdonarles los pecados veniales, protegerlos de los graves y fortalecer la unidad
de la Iglesia como institución a través de los lazos de caridad que existen entre Él
y los comulgantes;
* reconciliación: también se conoce con el nombre de penitencia y es el
sacramento que devuelve la vida divina a aquellos que la hayan perdido a causa
de haber cometido un pecado. Para conseguirla, es necesario confesarse de
forma individual con un sacerdote, dejando de lado el orgullo y actuando con
sinceridad y confianza. La reconciliación brinda a los cristianos la posibilidad de
recuperar la gracia divina, los perdona de la pena eterna, los consuela y les da paz
interior, además de fortalecer sus espíritus para convertirse en mejores personas,
menos susceptibles al pecado;

Sacramento* unción de los enfermos: a través de este sacramento es posible unir


a los enfermos con la Pasión de Cristo para ayudarlos a superar sus momentos de
mayor sufrimiento, consolarlos y darles la paz para soportarlos, perdonarlos por
sus pecados si no han tenido la oportunidad de confesarse y prepáralos para el
paso a la vida eterna.

El orden sagrado, que permite que un hombre se convierta en sacerdote, también


es un sacramento cristiano, aunque limitado a los varones. Las mujeres, por lo
tanto, no pueden recibir este sacramento.

En Argentina, se denomina sacramento a una factura (bollo) cuya masa lleva


manteca y, por lo general, se cubre con azúcar. Los sacramentos suelen abrirse al
medio para hacer sándwiches de jamón y queso.

Sacramento también es el nombre de diversas regiones y divisiones


administrativas, como la ciudad estadounidense de Sacramento (capital de
California) y la localidad uruguaya de Colonia del Sacramento.

Por tener su sede en Sacramento (California), hay varios equipos deportivos que
llevan este nombre en su denominación: Sacramento Kings (conjunto de la NBA),
Sacramento Mountain Lions (fútbol americano) y otros.

Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y


confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos
visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las
gracias propias de cada sacramento.

Los sacramentos son signos sensibles (palabras y acciones), accesibles a nuestra


humanidad, a través de los cuales Cristo actúa y nos comunica su gracia.
En la Iglesia hay siete sacramentos: Bautismo, Confirmación o Crismación,
Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio

Cfr. Catecismo de la Iglesia nn. 1131, 1084, 1113

Meditar con san Josemaría

¡Qué bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! —Son remedio


para cada necesidad.

—Venéralos y queda, al Señor y a su Iglesia, muy agradecido. Camino, 521

El que desea luchar, pone los medios. Y los medios no han cambiado en estos
veinte siglos de cristianismo: oración, mortificación y frecuencia de Sacramentos.
Como la mortificación es también oración —plegaria de los sentidos—, podemos
describir esos medios con dos palabras sólo: oración y Sacramentos.Quisiera que
considerásemos ahora ese manantial de gracia divina de los Sacramentos,
maravillosa manifestación de la misericordia de Dios. Meditemos despacio la
definición que recoge el Catecismo de San Pío V: ciertas señales sensibles que
causan la gracia, y al mismo tiempo la declaran, como poniéndola delante de los
ojos. Dios Nuestro Señor es infinito, su amor es inagotable, su clemencia y su
piedad con nosotros no admiten límites. Y, aunque nos concede su gracia de
muchos otros modos, ha instituido expresa y libremente —sólo El podía hacerlo—
estos siete signos eficaces, para que de una manera estable, sencilla y asequible
a todos, los hombres puedan hacerse partícipes de los méritos de la Redención.
Es Cristo que pasa, 78

2. Sacramentos de Cristo y de la Iglesia

El Concilio de Trento, siguiendo la doctrina de las Sagradas Escrituras y de la


tradición apostólica profesó que todos los sacramentos fueron instituidos por
nuestro Señor Jesucristo.

La Iglesia reconoció poco a poco este tesoro recibido de Cristo y precisó su


"dispensación", tal como lo hizo con el canon de las Sagradas Escrituras y con la
doctrina de la fe, como fiel dispensadora de los misterios de Dios. Así, la Iglesia ha
precisado a lo largo de los siglos, que, entre sus celebraciones litúrgicas, hay siete
que son, en el sentido propio del término, sacramentos instituidos por el Señor.

Los sacramentos son "de la Iglesia" en el doble sentido de que existen "por ella" y
"para ella". Existen "por la Iglesia" porque ella es el sacramento de la acción de
Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo. Y existen "para la
Iglesia", porque ellos son "sacramentos [...] que constituyen la Iglesia" (San
Agustín, De civitate Dei 22, 17; Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3,
q.64, a. 2 ad 3), ya que manifiestan y comunican a los hombres, sobre todo en la
Eucaristía, el misterio de la Comunión del Dios Amor, uno en tres Personas.

Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden sacerdotal


confieren, además de la gracia, un carácter sacramental o "sello" por el cual el
cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según
estados y funciones diversas. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia,
realizada por el Espíritu, es indeleble, permanece para siempre en el cristiano
como disposición positiva para la gracia, como promesa y garantía de la
protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por
tanto, estos sacramentos no pueden ser reiterados.

Cfr. Catecismo de la Iglesia nn. 1114-1121

Meditar con san Josemaría

La Iglesia, unida a Cristo, nace de un Corazón herido. De ese Corazón, abierto de


par en par, se nos trasmite la vida. ¿Cómo no recordar aquí, aunque sea de
pasada, los sacramentos, a través de los cuales Dios obra en nosotros y nos hace
partícipes de la fuerza redentora de Cristo? ¿Cómo no recordar con
agradecimiento particular el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, el Santo
Sacrificio del Calvario (…) en nuestra Misa? Jesús que se nos entrega como
alimento: porque Jesucristo viene a nosotros, todo ha cambiado, y en nuestro ser
se manifiestan fuerzas —la ayuda del Espíritu Santo— que llenan el alma, que
informan nuestras acciones, nuestro modo de pensar y de sentir. El Corazón de
Cristo es paz para el cristiano. Es Cristo que pasa, 169

Hablábamos antes de lucha. Pero la lucha exige entrenamiento, una alimentación


adecuada, una medicina urgente en caso de enfermedad, de contusiones, de
heridas. Los Sacramentos, medicina principal de la Iglesia, no son superfluos:
cuando se abandonan voluntariamente, no es posible dar un paso en el camino
del seguimiento de Jesucristo: los necesitamos como la respiración, como el
circular de la sangre, como la luz, para apreciar en cualquier instante lo que el
Señor quiere de nosotros.

La ascética del cristiano exige fortaleza; y esa fortaleza la encuentra en el


Creador. Somos la oscuridad, y Él es clarísimo resplandor; somos la enfermedad,
y Él es salud robusta; somos la escasez, y Él la infinita riqueza; somos la
debilidad, y Él nos sustenta, quia tu es, Deus, fortitudo mea, porque siempre eres,
oh Dios mío, nuestra fortaleza. Nada hay en esta tierra capaz de oponerse al
brotar impaciente de la Sangre redentora de Cristo. Pero la pequeñez humana
puede velar los ojos, de modo que no adviertan la grandeza divina. De ahí la
responsabilidad de todos los fieles, y especialmente de los que tienen el oficio de
dirigir —de servir— espiritualmente al Pueblo de Dios, de no cegar las fuentes de
la gracia, de no avergonzarse de la Cruz de Cristo. Es Cristo que pasa, 80.

3. Sacramentos de la fe y de la salvación

Cristo envió a sus Apóstoles para que, «en su Nombre, proclamasen a todas las
naciones la conversión para el perdón de los pecados» (Lc 24,47). «Haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo» (Mt 28,19). La misión de bautizar, por tanto, la misión
sacramental, está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es
preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra.

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la


edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como
signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la
fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman
“sacramentos de la fe”.

La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella.


Cuando la Iglesia celebra los sacramentos confiesa la fe recibida de los apóstoles.
Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que
significan. Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; Él es quien bautiza,
Él quien actúa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el
sacramento significa.

Los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio
de Trento: "por el hecho mismo de que la acción es realizada"), es decir, en virtud
de la obra salvífica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que
"el sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo
recibe, sino por el poder de Dios" (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 3, q. 68, a.8, c).
En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la
intención de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Espíritu actúa en él y por él,
independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos
de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe.

La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son
necesarios para la salvación. La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu
Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma
a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios. El fruto de la vida
sacramental consiste en que el Espíritu de adopción deifica a los fieles uniéndolos
vitalmente al Hijo único, el Salvador.

El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. Por una parte, este
fruto es para todo fiel la vida para Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es para la
Iglesia crecimiento en la caridad y en su misión de testimonio.

Cfr. Catecismo de la Iglesia nn. 1122-1134

Meditar con san Josemaría

Ausencia, aislamiento: pruebas para la perseverancia. —Santa Misa, oración,


sacramentos, sacrificios: ¡comunión de los santos!: armas para vencer en la
prueba. Camino, 997
¿Tú quieres ser fuerte? —Primero, date cuenta de que eres muy débil; y, luego,
confía en Cristo, que es Padre y Hermano y Maestro, y que nos hace fuertes,
entregándonos los medios para vencer: los sacramentos. ¡Vívelos! Forja, 643

¿Qué son los sacramentos huellas de la Encarnación del Verbo, como afirmaron
los antiguos sino la más clara manifestación de este camino, que Dios ha elegido
para santificarnos y llevarnos al Cielo? ¿No veis que cada sacramento es el amor
de Dios, con toda su fuerza creadora y redentora, que se nos da sirviéndose de
medios materiales? ¿Qué es esta Eucaristía ya inminente sino el Cuerpo y la
Sangre adorables de nuestro Redentor, que se nos ofrece a través de la humilde
materia de este mundo vino y pan, a través de los elementos de la naturaleza,
cultivados por el hombre, como el último Concilio Ecuménico ha querido recordar?
Conversaciones, 115

El cristiano se sabe injertado en Cristo por el Bautismo; habilitado a luchar por


Cristo, por la Confirmación; llamado a obrar en el mundo por la participación en la
función real, profética y sacerdotal de Cristo; hecho una sola cosa con Cristo por la
Eucaristía, sacramento de la unidad y del amor. Por eso, como Cristo, ha de vivir
de cara a los demás hombres, mirando con amor a todos y a cada uno de los que
le rodean, y a la humanidad entera. Es Cristo que pasa, 106.

1. JESUCRISTO, SACRAMENTO DE DIOS Y DEL HOMBRE


2. LA IGLESIA, SACRAMENTO DE JESUCRISTO. LOS SACRAMENTOS, EPIFANÍA DE LA
IGLESIA
3. LA EUCARISTÍA: INTEGRACIÓN PLENA EN LA COMUNIDAD ECLESIAL

¿Para qué sirve el sacramento de la Confirmación?

La Confirmación hace parte de los tres sacramentos de iniciación cristiana


(Bautismo, Confirmación y Eucaristía). Así, en el Bautismo nacen para la vida de
Cristo; en la Confirmación se fortalecen y en la Eucaristía se alimentan para
alcanzar la vida eterna para avanzar hacia la perfección de la caridad.

Fue Cristo mismo quien instituyó este sacramento al prometer la efusión del
Espíritu sobre sus discípulos: “Cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros,
recibiréis una fuerza que os hará ser mis testigos” (Hch 1, 8).
La gracia que obtenemos en el Bautismo es fortificada en la Confirmación de la
siguiente manera:

— Nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir
“Abbá, Padre”.

— Nos une más firmemente a Cristo.

— Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo.

— Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia.

— Nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la
fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para
confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de
la cruz.

El Papa Francisco señaló la importancia del Espíritu Santo y del sacramento de la


Confirmación para mantener la unidad de la Iglesia. “El único Espíritu distribuye
los múltiples dones que enriquecen a la única Iglesia: Es el autor de la diversidad,
pero al mismo tiempo es el creador de la unidad”.

El Santo Padre destacó la importancia de acudir bien preparados al sacramento


de la Confirmación: “La venida del Espíritu exige corazones recogidos en oración.
Tras la oración silenciosa de la comunidad, el obispo, extendiendo sus manos
sobre los confirmandos, suplica a Dios que infunda su Santo Espíritu Paráclito”.

“Uno solo es el Espíritu –explicó el Pontífice–, pero al venir a nosotros, nos da sus
dones: sabiduría, intelecto, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y santo temor de
Dios”.

El Pontífice detalló en su catequesis el significado de los gestos concretos de la


Confirmación: “Por tradición atestiguada por los Apóstoles, el Espíritu que
completa la gracia del Bautismo se transmite por medio de la imposición de
manos. A este gesto bíblico, para expresar mejor la efusión del Espíritu que
impregna a quienes lo reciben, desde el principio se le ha añadido la unción del
óleo perfumado, llamado crisma, que permanece en uso hasta el día de hoy, tanto
en oriente como en occidente”.
“El óleo es la sustancia terapéutica y cosmética que, en contacto con la piel del
cuerpo, cura y perfuma las heridas que sirve para expresar la acción del Espíritu
que consagra e impregna a los bautizados, embelleciéndolos con sus carismas”.

“El Espíritu Santo es el don invisible, y el crisma es la señal visible”, insistió el


Papa. Por último, Su Santidad afirmó que “al recibir en la frente el signo de la cruz
con el óleo perfumado, el confirmando también recibe la impronta espiritual
indeleble, el ‘carácter’, que lo confirma de forma más perfectamente a Cristo y les
concede la gracia de propagar entre los hombres su buen perfume”.

Fuentes: Catecismo de la Iglesia Católica y audiencia general del Papa Francisco


23 de mayo de 2018.

¿Qué significa ser misionero?

Se llama misionero a aquella persona cuyo objetivo principal es el anuncio del


evangelio mediante obras y palabras entre aquellos que no creen. Esa forma de
misión propiamente tal es conocida como ad gentes, es decir, hacia las gentes,
gentiles o no cristianos, y se desarrolla en lugares donde el evangelio no ha sido
suficientemente anunciado o acogido, o en ambientes refractarios ubicados más
allá de las propias fronteras donde se dificulta la prédica y aceptación del mensaje.

El sacerdote Damián de Veuster, ejemplo de misionero perteneciente a la


congregación de Picpus, fotografiado con un grupo de leprosos en Kalaupapa, en
la década de 1870

En la Historia del cristianismo, la idea de misión se aplica tanto a colectividades


como a individuos e implica una forma de vocación, que se interpreta como un
llamamiento positivo de Dios que «envia», para llevar un encargo o realizar un
trabajo apostólico: la tarea de anunciar el evangelio, conforme al mandato final
puesto en boca de Jesús de Nazaret en los Evangelios de Mateo y de Marcos:

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os
he mandado.»

Evangelio de Mateo 28:19-20a

Y les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura».

Evangelio de Marcos 16:15


La palabra «misión» se habría originado en la década de 1590, cuando la
Compañía de Jesús (jesuitas) envió a algunos de sus miembros al extranjero, ya
que la vocación de la orden era «servir a Cristo en misión universal».
Concretamente, entre 1581 y 1592, salieron de Lisboa 54 jesuitas con rumbo a la
India, para seguir los pasos de Francisco Javier. La palabra se popularizó a partir
de la traducción latina del pasaje bíblico en el que Cristo envía a sus discípulos a
predicar en su nombre, y condujo a la definición de las misiones como los
asentamientos fundados en tal carácter.

La palabra «misión» tiene también el sentido de trabajo, tarea, quehacer o


cometido. Esta acepción más general permite además la concepción de un cierto
carácter misionero en las personas, ministerios e instituciones,
independientemente de su origen o de su condición religiosa o laical. El término,
usado en sentido estricto en el marco del cristianismo, se puede utilizar también
en sentido laxo para referir a otros credos o ideologías.

Sacramentos de las Iglesias Católica y ortodoxa

En el caso de la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, se conciben siete


sacramentos en total: el bautismo, la Cena del Señor (misa), la reconciliación o
confesión, la confirmación, el matrimonio, la unción de los enfermos y el orden
sacerdotal.

El bautismo es el ritual de iniciación del cristianismo, cuyo símbolo principal es el


agua que limpia y renueva la vida.

La Cena del Señor, Comunión o Eucaristía es el memorial de la vida, pasión y


muerte de Jesús, en la que especialmente se rememora la última cena y la
institución del mandamiento del amor.

La reconciliación, antes llamada confesión, consiste en la liberación de los


pecados por medio de su admisión y confesión ante un sacerdote, quien los
perdona en el nombre de Dios.

La confirmación consiste en la renovación de las promesas bautismales, entre


las cuales destaca el seguimiento del evangelio y el compromiso con la comunidad
de creyentes.

El matrimonio es la santificación de la unión entre el hombre y la mujer ante Dios.


La Iglesia católica aun no acepta el matrimonio igualitario.
La unción de los enfermos, antes llamada extrema unción, consiste en la
bendición de las personan enfermas o incapacitadas, razón por la cual no pueden
desplazarse a recibir la comunión, sino que deben ser visitados por el sacerdote o
por el ministro de la eucaristía.

Por último, la orden sacerdotal, un sacramento mediante el cual el hombre se


consagra como presbítero o sacerdote a través de los votos de celibato, pobreza y
obediencia. El catolicismo y la iglesia ortodoxa aún no admiten el sacerdocio
femenino.
Conclusión

"Los que se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen el perdón de la


misericordia de Dios por la ofensa cometida contra él y, al mismo tiempo, se
reconcilian con la Iglesia que han herido por sus pecados y que por caridad, por
ejemplo, y por oración. labores para su conversión."
Bibliografía

https://definicion.de/sacramento/

https://opusdei.org/es-ve/article/sacramentos-iglesia-catolica/

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/explicacion-del-catecismo-catolico-
breve-y-sencilla--0/html/fff382ec-82b1-11df-acc7-002185ce6064_30.html

https://elpueblocatolico.org/para-que-sirve-el-sacramento-de-la-confirmacion/

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