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Diseño de carátula:
Iván Larco
Diagramación de interiores:
Aldo Ocaña Correa
Derechos reservados, prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o
parcialmente, sin permiso expreso de los editores.
ISBN N° 978-9972-671-02-9
Presentación ......................................................................................................... 9
PARTE I:
El narcotráfico como fenómeno internacional y
su impacto en los diferentes ámbitos a nivel nacional......................................11
PARTE II:
El impacto del narcotráfico a nivel regional....................................................115
PARTE III:
Análisis comparativo regional y conclusiones................................................ 387
Para que un problema pueda ser abordado con soluciones adecuadas es preciso
primero conocer su naturaleza y comprender sus alcances e implicancias. El pro-
blema del narcotráfico en el Perú, si bien genera cotidianamente noticias en los
medios de comunicación y es ampliamente discutido en el espacio público, no ha
merecido, en las últimas décadas, suficiente atención e investigación académica.
Por lo menos no la que correspondía a la envergadura, complejidad y gravedad del
problema.
Sabemos que solo la información cierta, la evidencia empírica y el análisis riguroso
nos conducen a políticas públicas acertadas y permiten procesos de toma de decisio-
nes con fundamento. En este marco, el Instituto de Estudios Internacionales (IDEI)
de la Pontificia Universidad Católica del Perú pone a consideración de la comunidad
académica, de los formuladores de políticas antidrogas y del público en general el
presente “Mapa del Narcotráfico en el Perú”, cuyo propósito es analizar el fenóme-
no del narcotráfico desde sus múltiples dimensiones y mostrar cómo éste ha llegado
a constituirse en la mayor amenaza a la democracia, a la seguridad y al desarrollo
del país.
El volumen está dividido en tres partes. En la primera se analiza al narcotráfico como
fenómeno internacional así como su impacto en los diferentes ámbitos de la vida
nacional. El carácter global del fenómeno nos plantea la exigencia de conocer los
instrumentos que la comunidad internacional ha diseñado para enfrentar el problema
de la producción, tráfico y consumo de drogas en el mundo, y que el Perú tiene el
compromiso de respetar y ejercitar.
En esta misma sección se analiza el riesgo que significa la penetración del narcotrá-
fico en el ámbito político y sus efectos corrosivos sobre la democracia, la goberna-
bilidad y la cultura. El impacto del narcotráfico en la salud pública, en particular a
raíz del consumo de drogas cocaínicas, y la devastación que el cultivo de coca y la
producción de drogas viene ocasionando en el bosque amazónico, con gravísimas se-
cuelas para los ecosistemas y la sostenibilidad ambiental del país, son temas también
abordados en esta sección.
La segunda parte del libro describe el impacto político, económico y social del nar-
cotráfico en las doce regiones del país donde existe presencia de cultivos de hoja de
coca: San Martín, Ucayali, Huánuco, Ayacucho, Cusco, Junín, Puno, Pasco, Loreto,
La Libertad, Amazonas y Cajamarca, e incluye un análisis de cómo han venido apli-
cándose las políticas de interdicción, erradicación, prevención, control de insumos
químicos y los programas de sustitución de cultivos en estas regiones. Consideramos
fundamental contar con esta perspectiva regional que, además de poner en evidencia
la expansión territorial de la cadena del narcotráfico en el Perú, nos permite compa-
rar la aplicación de políticas públicas antidrogas en cada ámbito regional específico,
así como examinar tendencias y aplicar correctivos. Si bien existen otras regiones en
donde el narcotráfico también desarrolla actividades de refinación de drogas, tránsi-
to, provisión de insumos químicos, exportación de drogas y además están afectadas
por el consumo, el análisis de esta segunda parte de la obra se ha centrado en las
regiones productoras de la materia prima y el procesamiento de drogas.
Finalmente, la tercera parte del libro está dedicada a la formulación de las principa-
les conclusiones y recomendaciones que se derivan de los capítulos anteriores así
como a realizar un análisis comparativo de las doce regiones vinculadas a la produc-
ción cocalera.
El IDEI agradece a todos quienes han hecho posible esta publicación y espera que
ella se convierta en una herramienta útil para el estudio, el debate, el análisis y la
acción. En particular, queremos expresar nuestra gratitud a los investigadores Pablo
Moscoso y Haydee Ruiz por el valioso apoyo brindado en la búsqueda y procesa-
miento de la información, a Jaime Antezana por su relevante colaboración en la de-
finición de los efectos político-sociales que derivan de este fenómeno delictivo, así
como a las instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales que gen-
tilmente nos proporcionaron estadísticas, mapas e información relevante en general,
como es el caso del Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia, Policía Nacional
del Perú, Proyecto Especial de Control y Reducción de los Cultivos de Coca (CO-
RAH), Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Comisión Nacional
para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA), Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito (ONUDD), Centro de Información y Educación para la
Prevención del Abuso de Drogas (CEDRO) y, en especial, a la Oficina de Asuntos
Antinarcóticos de la Embajada de los Estados Unidos de América.
Este trabajo ratifica nuestra vocación institucional de continuar investigando el fe-
nómeno del narcotráfico, que constituye la principal amenaza a la seguridad nacio-
nal y hemisférica, y expresa también el sentido de responsabilidad social de una
institución como la Pontificia Universidad Católica del Perú, comprometida con la
democracia y el desarrollo del país.
Los autores
Introducción
coinciden en resaltar que para que se configure una amenaza a la seguridad deben
concurrir dos elementos:
La intención de perjudicar al Estado, esto es, la voluntad de causar un daño o afectar
negativamente algún interés del mismo. Entonces, un hecho de la naturaleza, como
un terremoto o un huracán no constituye una amenaza a la seguridad en cuanto está
ausente la intencionalidad humana.
La capacidad de afectar al Estado. Ello está referido a que la intención no basta por
sí sola para constituir una amenaza, sino que ha de ir acompañada de un poder, sea
político, económico o militar, capaz -en términos reales- de perjudicar un interés del
Estado.
tanto concurren los dos elementos para entender que ella se configura: de un lado,
la voluntad de las mafias y los cárteles de la droga de causar un daño a los Estados
para facilitar sus actividades ilícitas, y, de otro, la gran capacidad de movilización de
recursos materiales y humanos con que cuentan estos grupos delictivos.
Sobe esto último, se estima que el comercio de drogas en el mundo moviliza alre-
dedor de 500 mil millones de dólares al año, representando casi el 8% del comercio
mundial. Si a ello le agregamos que las Naciones Unidas calculan que anualmente se
lavan aproximadamente 200 mil millones de dólares en el sistema financiero mun-
dial, se puede fácilmente concluir que el narcotráfico implica una amenaza real para
la estabilidad y seguridad de los Estados.4
Precisamente, a continuación, se pasa a analizar los diferentes niveles en los que el
tráfico ilícito de drogas se manifiesta como amenaza.
De los
Todas las Estimulantes de tipo
cuales
drogas Cannabis Cocaína Opiáceos
consumen
ilícitas Anfetaminas Éxtasis heroína
(millones de
200 160,9 26,2 7,9 13,7 15,9 10,6
personas)
% de la
población de
5,0% 4,0% 0,6% 0,2% 0,3% 0,4% 0,23%
15 a 64 años
de edad
Unido e Italia), mientras que en América del Sur y África ha tenido un incremento
ligero. Esta última tendencia se encuentra vinculada a un cambio en los circuitos de
distribución de la cocaína producida en los países andinos, la cual se transporta a
Europa utilizando las rutas de países sudamericanos y africanos; en el caso de estos
últimos, no sólo crece el consumo de cocaína, sino que se estarían empleando los
canales de acceso al mercado europeo usados por los traficantes de cannabis.
En lo que al opio y sus derivados respecta, cabe destacar la notable disminución en la
producción de Laos y Myanmar (antigua Birmania) aunque, a manera de contraste,
existe un espectacular crecimiento en la producción proveniente de Afganistán. El
acceso al mercado europeo del opio es a través de diferentes rutas, entre las cuales
reviste especial importancia la que atraviesa Turquía y los Balcanes.
Por otro lado, en ciertos países latinoamericanos se ha detectado un ligero crecimien-
to en las plantaciones de amapola o adormidera, e, incluso, se han localizado algunos
laboratorios clandestinos; es el caso de México y Colombia. En el Perú, habría alre-
dedor de mil quinientas hectáreas dedicadas a este cultivo ilícito.
Una tendencia preocupante es que existen grupos de consumidores en regiones del
mundo, como algunos jóvenes en países de Europa, que utilizan más de una droga a
efectos de conjugar sus efectos; ello viene ocurriendo, por ejemplo, con la cocaína
y la heroína, empleada, en ciertos casos, a través de la inhalación y no por vía intra-
venosa.
Paralelamente, un consumo que, en el mundo entero, se incrementa en términos ex-
ponenciales es de las anfetaminas, metaanfetaminas y éxtasis. Al hacer esta constata-
ción, resulta importante no perder de perspectiva que la elaboración de estas drogas se
realiza utilizando productos farmacéuticos, lo cual obliga a extremar las precauciones
y a considerar algunos de éstos en las listas de productos sometidos a control y fisca-
lización.
Específicamente, el comportamiento en materia de consumo de las principales drogas,
conforme a los reportes de las Naciones Unidas, ha sido el siguiente:
2001 2003
2005 2004
2003
2004
2005 2005
2005 2005
2004
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2004 2005 2005
2002
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12 VASSILAQUI, Alejandro. “La droga consume dignidades”. En: Diario El Comercio, 17 de mayo
de 2007.
13 OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA DROGA Y EL DELITO (ONUDD). In-
forme Mundial sobre las Drogas. Volumen 1: Análisis. 2005, p. 19.
1987, más de diecisiete mil personas fueron detenidas y procesadas por el delito de
narcotráfico, mientras que, en 2003, fueron detenidas mil setecientas noventa y siete
personas por tráfico ilícito de drogas y ocho mil cuatrocientos noventa por sospecha
de microcomercialización.14
En segundo lugar, el tráfico ilícito de drogas también incrementa la violencia por
la apetencia compulsiva e irrefrenable de los adictos por conseguir la droga que los
lleva a cometer robos y otros delitos conexos.15
Finalmente, en tercer lugar, el uso indebido de drogas puede llevar al individuo a la
pérdida de conciencia y a la comisión de delitos, normalmente con mayor ferocidad
que un delincuente común y dentro de su propio entorno social y familiar.
a) La deforestación
Ésta es provocada por la tala ilegal y la quema de bosques naturales a efectos de au-
mentar los espacios destinados al cultivo de la hoja de coca, así como a construir
pistas de aterrizaje, laboratorios o campamentos para los narcotraficantes. Según esti-
maciones de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA),
durante las últimas décadas, la deforestación en el Perú ha alcanzado 2.5 millones de
hectáreas, lo que equivale a una pérdida aproximada de cuatro mil quinientos millones
de dólares.20
22 DEVIDA. Estrategia nacional de lucha contra las drogas 2002-2007, Lima: DEVIDA, 2004, p.
20. Véase: http://www.devida.gob.pe/Documentacion/Impacto_ambiental_del_cultivo_de_coca.
ppt (consultado por última vez el 6 de marzo de 2009).
2.1.1. Instrumentos
a) Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, enmendada por el Proto-
colo de 197223
En virtud de este tratado, del cual son parte más de ciento ochenta países, los Estados
miembros se comprometen a adoptar todas las medidas legislativas y administrativas
necesarias para limitar la producción, fabricación, exportación, distribución, comer-
cio, uso y posesión de estupefacientes para fines médicos y científicos.24
En ese sentido, los Estados miembros deben erradicar los cultivos ilícitos de amapo-
la o adormidera, cannabis y hoja de coca. En relación a esta última, se asume además
un período transitorio de veinticinco años —a contar desde la entrada en vigor de la
Convención— respecto al uso tradicional por masticación (chacchado) a cuyo ven-
cimiento dicho uso quedará prohibido.25 Sin embargo, conviene llamar la atención
que esta obligación debe contrastarse con lo establecido por la Convención de las
Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópi-
cas de 1988 que admite el uso tradicional de la hoja de coca donde exista evidencia
histórica comprobada.
23 Ratificada por el Estado peruano el 21 de abril de 1964. El Instrumento de ratificación fue depo-
sitado el 22 de julio de 1964. A su vez, el Perú ratificó el Protocolo de Enmienda a la Convención
de 1961, suscrito en Ginebra, el 25 de marzo de 1972, mediante Instrumento de fecha 6 de julio de
1977, depositado el 12 de septiembre de 1977.
24 Art. 4.
25 Arts. 24, 26, 28 y 49, inciso 2 e).
26 Art. 22.
27 Arts. 23 y 26.
28 Sentencia del Tribunal Constitucional de 27 de septiembre de 2005, a propósito de la demanda de
inconstitucionalidad interpuesta por el Presidente de la República contra la Ordenanza Regional Nº
031-2005-GRC/CRC, promulgada por el Presidente del Gobierno Regional del Cuzco, y las Orde-
nanzas Regionales Nº 015-2004-CR-GRH y 027-2005-E-CR-GRH, promulgadas por la Presidenta
del Gobierno Regional de Huánuco.
29 Arts. 24, 27, 30 y 31.
Por otro lado, si bien esta Convención ratifica las obligaciones asumidas por los
Estados conforme a los tratados antes reseñados, cabe destacar que plantea una ex-
cepción en relación a la prohibición del cultivo de plantas que contengan estupefa-
cientes o sustancias psicotrópicas, como la hoja de coca, dejando a salvo el cultivo
destinado al uso tradicional lícito donde exista evidencia histórica.36 Ello no implica,
en sintonía con lo establecido por la Convención de 1961, que los Estados puedan
sustraerse a la obligación de erradicar los cultivos de hoja de coca dedicados a fines
ilícitos. Debe tenerse en cuenta que, en el caso del Perú, más del noventa por ciento
de la producción de hoja de coca va al narcotráfico, lo cual refuerza la imperatividad
de cumplir esta obligación internacional.
Adicionalmente, merece resaltarse que el Perú formula una reserva al momento de
ratificar la presente Convención, en el sentido que la calificación como delito del
cultivo de estupefacientes debería estar circunscrito al cultivo para fines ilícitos. Ello
se explica por la presencia en nuestro país de un consumo tradicional, que, no debe
perderse de perspectiva, reviste proporciones menores en relación al conjunto de la
población.
36 Art. 14.
37 Aprobada por Resolución legislativa 27544, del 25 de octubre de 2001. El Perú ratifica este tratado
por medio de Decreto Supremo 084-2001-RE. El Instrumento de ratificación fue depositado el 10
de noviembre de 2001.
38 Arts. 2 y 3.
39 Art. 4.
la utilización del mismo como un obstáculo para las investigaciones penales de los
delitos tipificados en dicho instrumento.46
En torno a lo tercero, esto es inteligencia financiera, los Estados parte se compro-
meten a crear una dependencia de inteligencia financiera encargada de investigar y
analizar toda transferencia financiera sospechosa, a efectos de impedir y combatir la
utilización de medios financieros para el lavado de dinero y la financiación de acti-
vidades ilícitas, como el narcotráfico.47
2.1.2. Mecanismos
a) Comisión de Estupefacientes
Se trata del órgano principal del sistema de Naciones Unidas, y, desde su consti-
tución en 1946, se encuentra adscrito al Consejo Económico y Social de la organi-
zación. Entre sus funciones está la formulación de recomendaciones a los Estados
miembros para la aplicación de los tratados internacionales en la materia.48
Al respecto, cabría resaltar que el Perú ha sido reelegido por aclamación como
miembro de la Comisión de Estupefacientes para el período 2008-2011, junto con
Argentina, Cuba, El Salvador, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.49
46 Art. 40.
47 Art. 58.
48 Arts. 1 y 8 de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes.
49 Nota de prensa 093-07 del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, fechada en Lima, el
2.5.2007. Documento del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas número E/2007/9.
50 Arts. 1, 9, 14 y 18 de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961.
51 JIFE, Informe correspondiente a 2008, Nueva York, Naciones Unidas, 2009, documento número E/
INCB/2008/1, p. 83.
52 Sentencia del Tribunal Constitucional de 27 de septiembre de 2005, a propósito de la demanda de
inconstitucionalidad interpuesta por el Presidente de la República contra la Ordenanza Regional Nº
031-2005-GRC/CRC promulgada por el Presidente del Gobierno Regional de Cuzco, y las Orde-
nanzas Regionales Nº 015-2004-CR-GRH y 027-2005-E-CR-GRH, promulgadas por la Presidenta
del Gobierno Regional de Huánuco.
53 Informe del Secretario General de Naciones Unidas: Cooperación internacional contra el problema
mundial de las drogas, 1º de agosto de 2006, documento número A/61/221, pp. 16 y 17.
2.2.1. Instrumentos
Convención Interamericana contra la Corrupción54
Este tratado data de 1996 y apunta, fundamentalmente, a que los Estados parte esta-
blezcan internamente un conjunto de mecanismos para prevenir, detectar, sancionar
y erradicar la corrupción. En tal sentido, consagra como acto de corrupción el apro-
vechamiento doloso y la ocultación de bienes provenientes de delitos, como puede
ser el tráfico ilícito de drogas.55
Merecen resaltarse también las disposiciones relativas al soborno transnacional, al
indicar la obligación de los Estados de prohibir y sancionar el acto de ofrecer u
otorgar a un funcionario público de otro Estado dádivas u otros beneficios a cambio
de que el mismo realice u omita cualquier acto en el ejercicio de sus funciones pú-
blicas.56
Finalmente, esta Convención dispone la obligación de los Estados parte de brindarse
asistencia en la identificación, rastreo, inmovilización, confiscación y decomiso de
bienes obtenidos o derivados de la comisión de actos de corrupción.57
2.2.2. Mecanismos
Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD)
Se establece en virtud del Programa de Acción de Río, de 1986, en el marco de la Or-
ganización de Estados Americanos (OEA). La misma está actualmente adscrita a la
Subsecretaría de Seguridad Multidimensional de la OEA, tiene carácter permanente,
y, de conformidad con sus Estatutos, celebra anualmente dos períodos ordinarios de
sesiones y puede ser convocada de manera extraordinaria a solicitud de los Estados
miembros. Tiene su sede en Washington D.C. e incluye como parte de su estructura
a la Presidencia y a la Secretaría Ejecutiva.
En cuanto a sus objetivos, CICAD alienta la cooperación entre los Estados miem-
bros de la OEA contra las drogas ilícitas, así como promueve la capacidad de éstos
en la materia. A tal efecto, realiza diversas acciones en los campos de reducción de
la oferta y la demanda, lucha contra el lavado de activos, prevención y desarrollo
alternativo, formación y capacitación de los sistemas de inteligencia (policial y
54 Aprobada mediante Resolución Legislativa 26756, de 5 de marzo de 1997. El Perú ratifica este
tratado por medio del Decreto Supremo 012-97-RE. El Instrumento de ratificación fue depositado
el 4 de junio de 1997.
55 Arts. II y VI, inciso 1, literal d.
56 Art. 8.
57 Art. 15.
Por lo tanto, si un país beneficiario del “SGP Plus”, como el Perú, incumple las con-
diciones señaladas en el párrafo anterior, puede ver interrumpida la continuidad de
los beneficios derivados de este régimen especial.
58 Véase artículo 9º y Anexo III del Reglamento (CE) Nº 980/2005 del Consejo de la Unión Europea,
del 27 de junio de 2005 (publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea, edición del 30 de junio
de 2005).
c) Plan Colombia
En 2000, el gobierno colombiano pone en marcha el denominado “Plan Colombia”
que abarcaba el fortalecimiento del Estado, la estabilización de la economía, la re-
forma del sector Justicia, la democratización y el desarrollo social, y una estrategia
antinarcóticos y de lucha contra grupos alzados en armas al interior de las fronteras
de ese país. Este Plan fue, a su vez, acompañado del Plan Nacional de Desarrollo
“Hacia un Estado comunitario” y de otro militar, conocido como “Plan Patriota”, los
cuales ponen énfasis en cambiar el equilibrio de la guerra interna a favor del Estado
colombiano, conjugando acciones de carácter militar con otras destinadas a enfrentar
las fuentes de financiación de estos grupos irregulares, como el narcotráfico.
61 El Convenio para Combatir el Uso Indebido y la Producción y el Tráfico Ilícitos de Drogas entre la
República del Perú y los Estados Unidos de América fue firmado en Lima, el 23 de julio de 1996,
y se ratificó a través del Decreto Supremo Nº 030-96-RE, del 9 de agosto de 1996. Lo que aparece
citado entre comillas corresponde al preámbulo del mismo.
62 Art. V del Convenio de 1996.
63 El Acuerdo Operativo entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de los Estados
Unidos de América para el Proyecto de Control de Drogas fue suscrito en Lima, el 23 de julio de
1996, y se ratificó mediante Decreto Supremo Nº 031-96-RE, del 9 de agosto de 1996; a la fecha,
el mismo ha experimentado sucesivas enmiendas.
La materialización del Plan Colombia supuso una muy considerable ayuda de los
Estados Unidos, tanto en el plano militar como a nivel económico. Si bien el Plan
se ejecuta únicamente en territorio colombiano y tiene consecuencias directas en las
relaciones entre dicho país y los Estados Unidos, no cabe duda que los efectos de tal
Plan repercuten de distinta manera en los países vecinos. Así, se ha producido un
desplazamiento de importante número de personas a las zonas fronterizas de Ecua-
dor y Venezuela, generándoles un serio problema de seguridad. En el caso del Perú,
la lucha contra el narcoterrorismo en Colombia ha obligado a un reforzamiento de la
frontera y al incremento de las actividades de vigilancia y control en el área del Putu-
mayo, a efectos de impedir la penetración de las FARC en el territorio peruano. Debe
destacarse que los territorios colombianos colindantes con el Perú constituyen para
las FARC un área de retaguardia estratégica, donde miembros de éstas se repliegan
a fin de descansar, curar heridos y enfermos, y obtener aprovisionamiento, en razón
a que el peso de las acciones militares no se concentra en dicha zona y a que, adi-
cionalmente, se estimula la actividad del narcotráfico como fuente de financiamiento
de su cadena logística. Sin embargo, una intensificación del Plan Colombia podría
convertir tal zona en un escenario de enfrentamiento bélico, lo que obligaría al Perú
a fortalecer, todavía más, su presencia en el área, con vistas a evitar la infiltración
en territorio peruano de elementos de las FARC o un eventual traslado al mismo del
teatro de las operaciones.
3. Reflexiones finales
De todo lo anteriormente expuesto, queda claro que el tráfico ilícito de drogas es perci-
bido por el Perú y la Comunidad Internacional en su conjunto, como una seria amenaza
a la seguridad, en cuanto afecta negativamente la salud de las personas, incrementa
significativamente los niveles de violencia e inseguridad ciudadana, genera una cul-
tura del miedo, ocasiona una corriente de comercio sexual y explotación de mujeres y
niños, y produce crisis familiares y elevados índices de deserción escolar. Adicional-
mente, el narcotráfico atenta contra la soberanía, la democracia y el estado de derecho
en los países donde tiene presencia, además de violentar los derechos más elementales
del ser humano. Por si esto fuera poco, el narcotráfico repercute de manera muy ne-
gativa en el ámbito económico, al limitar el desarrollo y el crecimiento y generar una
economía inestable; pero también, tiene efectos perversos en la preservación del me-
dio ambiente, al alentar la deforestación, la erosión y desertificación de los suelos, la
contaminación de cursos de agua y la pérdida de diversidad biológica.
Por otro lado, el tráfico ilícito de drogas está generalmente vinculado a otras activi-
dades delictivas, tales como el terrorismo, el tráfico de armas, la trata de personas, la
corrupción y el blanqueo de dinero, todo lo cual hace de ella una amenaza especial-
mente grave y compleja.
María Méndez
Dalla Chiesa comprendió que una de las primeras cosas que tenía que hacer era darle a los ciuda-
danos un sentido de seguridad y la sensación de que tenían derecho a sus propias calles. Como sabía
que la Mafia hablaba mediante “mensajes”, trató de crear mensajes de igual elocuencia sobre la anti
Mafia que él y algunos de nosotros, queríamos inspirar. Tal como nosotros, se dio cuenta de que una
respuesta “militar” no bastaba. El viejo general empezó a dar discursos en los colegios; se reunía con
los hombres de negocios y trabajadores de Palermo; conversaba con las familias de los drogadictos
y otros miembros de las profundidades de nuestra sociedad sin fondo, siempre esperando que ellos
confirmasen la importancia del estado de derecho. Y mientras hacía todo esto, Palermo dejaba de
respirar.
En una de las escenas de la película de Giovanni Ferrara Cien días en Palermo, que narra la
historia de Dalla Chiesa en Sicilia, el equipo de filmación sigue al general en una visita a los astilleros
y muestra a uno de los trabajadores que le pregunta; “¿Qué quiere hacer aquí general? ¿Hacer una
revolución?”
“¿Una revolución?” sonríe dalla Chiesa. “¡No! Solo quiero que se cumpla la ley”.
Leoluca Orlando1
1 Orlando, Leoluca. Hacia una cultura de la legalidad. Lima: Instituto de Estudios Internaciona-
les (IDEI) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2004.
A partir de esta teoría, que enfrenta a la producción con el consumo, surgieron las
políticas públicas antidrogas prevalecientes hasta hoy. Ellas consideran que existe
una “responsabilidad compartida” de países productores y consumidores, los cuales,
conjuntamente, tienen el deber enfrentar el problema de las drogas. Ello derivó en
compromisos de cooperación económica y en políticas públicas antidrogas dicotó-
micas en su esencia: producción versus consumo, países productores versus países
consumidores, oferta versus demanda.
2 De acuerdo a cifras del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Dro-
gas CEDRO, existirían en el Perú unas 600 mil personas que habrían consumido drogas cocaínicas
(pasta básica y clorhidrato de cocaína), de las cuales un 10% habría caído en la adicción. “El Pro-
blema de las Drogas en el Perú”, CEDRO, Junio 2008.
buena calidad no cuesta más de ocho dólares, y actualmente hay allí 20 mil adictos
graves, las jeringuillas desechables escasean y las infecciones por VIH y otras en-
fermedades están en alza.”3
El mismo destino ha tenido la provincia china de Yunan, una importante ruta de
exportación de heroína desde Myanmar y –no por casualidad—la zona donde se ori-
ginó la epidemia de sida en China. “En Yunan, donde las incautaciones de droga han
llegado a ser hasta de media tonelada, la adicción a la heroína se ha extendido con
rapidez, y para conseguirla las adolescentes se prostituyen por cinco yuanes (poco
más de medio euro)…Rusia, Japón, la India, Sudáfrica, Brasil, Venezuela y México
son solo algunos de los países en los que el consumo de drogas y sus efectos secun-
darios han adquirido el carácter de emergencia sanitaria nacional.”4
En el Perú, las zonas productoras de hoja de coca, son hoy también productoras de
pasta básica y clorhidrato de cocaína. Es decir, los campesinos cocaleros le han dado
valor agregado a su producto y se han incorporado a la cadena de la droga, no solo
como productores de la materia prima de la cocaína (la hoja de coca) sino como pro-
ductores de droga ellos mismos.
Más aún, los propios campesinos cocaleros ven hoy con preocupación cómo sus
hijos adolescentes se vuelven vulnerables al consumo de la droga que ellos mismos
producen. Ya se empiezan a presentar casos de muerte por sobredosis en las ciuda-
des de las cuencas cocaleras del Perú5, otrora inmunes al fenómeno del consumo y
la adicción, mientras los jóvenes locales se involucran de manera creciente en los
diversos eslabones de la cadena de la droga.
La caída de la ex Unión Soviética y la aparición de nuevos Estados en Europa Orien-
tal, el surgimiento de China como potencia mundial, el acelerado avance de la globa-
lización como fenómeno económico, tecnológico, político y cultural, la ampliación
de los mercados y las comunicaciones, todo ello ha reconfigurado también la estruc-
tura del comercio ilícito mundial y, dentro de él, al narcotráfico.
Hoy no existe ningún país lo suficientemente aislado como para engañarse a sí mismo, o
engañar a sus críticos, imaginando que no tiene arte ni parte en el tráfico global de drogas.
Naciones que durante mucho tiempo creyeron no ser más que puntos ´de trasbordo´, hoy
se ven enfrentadas al hecho de haberse convertido en importantes proveedores, consumi-
dores, o en ambas cosas.6
Por todo ello el narcotráfico no puede ser ya entendido hoy en términos de la falsa
dicotomía países productores/ países consumidores. Es preciso buscar nuevos para-
7 Estas redes incluyen el tráfico de drogas pero también de seres humanos, armas, órganos, dinero y
todo producto susceptible de comercialización ilegal.
8 Claro ejemplo es el eje Santa Rosa/ Leticia/Tabatinga, la llamada Triple Frontera entre Colombia,
Perú y Brasil; así como Ciudad del Este en Paraguay, Triple Frontera entre Brasil, Argentina y Pa-
raguay y uno de los principales centros de comercio ilícito en América del Sur.
¿Qué significan estas cifras? Que la cadena criminal de la droga está copando es-
pacios económicos cruciales en la región y, con ello, convirtiéndose en un actor
decisivo de la política y de la cultura locales. Hoy no es extraño que algunos jóvenes
ayacuchanos sean reclutados por el narcotráfico para emplearse en los diversos esla-
bones de la cadena de la droga: como cultivadores de coca, como “poceros” (produc-
tores de pasta básica de cocaína en las pozas de maceración), como “mochileros” o
“cargachos” (cargadores/transportadores de alijos pequeños) y eventualmente como
acopiadores y comercializadores. El narcotráfico crea un modelo de ascenso social
dentro de la cadena delictiva e incluso una “carrera” en el ámbito de esta industria
criminal.
No es extraño tampoco que los remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso,
que puso en jaque a la democracia peruana en los años 80, hayan entablado una
alianza con la industria del narcotráfico en el Valle del Apurímac Ene (VRAE), que
les permite controlar mejor el territorio, manejar las rutas de salida de la droga y ase-
gurar que ésta llegue hasta los puntos de comercialización nacionales e internaciona-
les. Esta articulación delictiva y su implantación económica y social en la región es
posible por el aislamiento geográfico del valle y por la notoria ausencia del Estado en
términos de conectividad, infraestructura y servicios sociales básicos12.
Los ingentes recursos que maneja la industria del narcotráfico le permiten corrom-
per muy fácilmente a las autoridades policiales, militares y políticas que prefieren, en
muchos casos, mantener una statu quo de convivencia “pacífica” con las actividades
delictivas. Sin embargo, esta convivencia suele alterarse, cada vez con más frecuencia,
9 Buscaglia, Edgardo y William Ratliff. War and Lack of Governance in Colombia. Hoover
Institution, Stanford University 2001.
10 Novak, Fabián, García, Jaime y Sandra Namihas. El problema del narcotráfico en la región
Ayacucho. Lima: Instituto de Estudios Internacionales (IDEI), 2008.
11 Situación similar atraviesa la región Huánuco, en donde el 15,4% del PBI regional procede del
narcotráfico. El problema del narcotráfico en la región Huánuco. Lima: IDEI, 2008.
12 A fines de 2006 el gobierno del presidente Alan García lanzó el denominado “Plan VRAE”, que in-
cluye componentes de seguridad y de desarrollo social, a fin de incrementar la presencia del Estado
y combatir el narcotráfico y terrorismo en la zona.
por ciclos de violencia que incluyen emboscadas, asesinatos y ajustes de cuenta entre
las diversas “firmas” que operan en el valle13.
El caso mexicano es quizás hoy el más emblemático en cuanto al impacto del narcotrá-
fico en el debilitamiento del Estado. Los niveles de violencia que esta industria crimi-
nal genera —contra el gobierno y entre los propios cárteles de la droga— por el control
de determinados territorios y negocios, así como del propio aparato del Estado y sus
funcionarios, han puesto en jaque a la sociedad mexicana y son motivo de creciente
preocupación internacional. En el Perú se observa un incremento de la influencia de
los cárteles mexicanos en la producción y tráfico de la cocaína peruana así como en las
modalidades de violencia criminal que empiezan a observarse en el ámbito urbano14.
Cuando el narcotráfico logra controlar el Estado y usarlo como herramienta de pro-
pósitos delictivos, entonces éste deja de cumplir sus funciones relacionadas con el
orden y el imperio de la ley y pasa a convertirse en una herramienta del delito. Los
servidores públicos dejan de servir a la nación y comienzan a servir a las fuerzas de-
lictivas. Según algunos analistas México podría convertirse en un Estado fallido si el
presidente Calderón no logra ganar la guerra a los cárteles de la droga de su país.
Hay un punto en el que el desbalance de recursos invierte la relación entre gobierno y
cárteles. Los funcionarios del gobierno, viendo la inutilidad de resistir, se vuelven herra-
mientas efectivas de las mafias. Ya que hay muchos cárteles, el área de concurrencia deja
de limitarse a las ciudades de frontera y se traslada a los pasadizos del poder en México
DF. Los oficiales de gobierno dejan de deberle su lealtad a éste para debérsela a uno de
los cárteles. El gobierno se vuelve así, tanto terreno de competencia entre cárteles, como
herramienta de uno contra el otro. Ésa es la naturaleza de lo que se conoce como Estado
fallido: un estado que no funciona más como tal.15
Los montos de dinero que maneja el narcotráfico son de tal magnitud16 que éstos
pueden ser empleados tanto para las guerras que libran los cárteles entre sí como
para amenazar, intimidar, comprar y eventualmente asesinar a los funcionarios del
gobierno. “Los funcionarios gubernamentales son humanos, y ante la zanahoria del
soborno y el garrote de la muerte, aún el más incorruptible lo pensará dos veces antes
de lanzar un operativo contra los cárteles”.17 Puestos a escoger entre ser ricos o ser
asesinados, es obvio que la mayoría escogerá lo primero.
El problema se torna grave en extremo cuando este patrón deja de ser una excepción
y se convierte en la norma. El Estado pasa a ser entonces un brazo del poder crimi-
nal. En tal situación de colapso institucional, el gobierno no actúa simplemente
influenciado por criminales sino que se vuelve un instrumento de éstos. El Estado
no puede cumplir más con su función de imponer la paz. Se torna impotente frente
al crimen, o deviene incluso en perpetrador directo del crimen. Nos encontramos
entonces frente a un fenómeno cualitativamente distinto a la simple corrupción: la
inviabilidad del Estado para operar como tal, la imposibilidad de funcionamiento
democrático debido a la captura del Estado por parte de fuerzas criminales.
Un Estado fallido es “una cáscara vacía, con una capital, un gobierno nominal y
el esqueleto de algunas instituciones, pero en realidad sin control gubernamental
legítimo y con muy poca capacidad para influir en la economía y en las vidas de sus
ciudadanos”.18 Más aún:
En estos países, las redes de comercio ilícito pueden ´capturar´ fácilmente organismos
públicos clave: aduanas, tribunales, puertos, policía…. Además, raramente se olvidan de
reclutar periodistas, políticos y líderes empresariales. Estas redes no tardan mucho en pa-
sar a empresas legítimas que hacen que su arraigo en la sociedad sea aún más profundo:
ser dueño de emisoras de radio o periódicos locales suele representar con frecuencia un
coste tan necesario para poder hacer negocios como ´ser dueño´ de un juez o del jefe de
policía… Esta criminalización del interés nacional se ha convertido en una importante
característica de nuestra época.19
En el mundo existen numerosos casos de Estados fallidos. Líbano lo fue en los años
70 y 80, Colombia en los años 80 y la República Democrática del Congo lo es hoy.
Bolivia fue una “narcorepública” durante el gobierno del general García Meza en
1980-81, y al interior de muchos Estados existen territorios en donde germinan las
condiciones que trastocan el funcionamiento de los gobiernos, locales o regionales,
poniéndolos al servicio de las industrias delictivas.
Laura Restrepo
como “Mosca Loca”, quien ofreció pagar la deuda externa del país a condición de que
el gobierno le permitiese seguir comerciando cocaína.
Está ampliamente documentado el caso de Carlos Langberg,22 conocido narco que
llegó a influir en importantes dirigentes del Partido Aprista a comienzos de los 80.
El enfrentamiento del entonces diputado Alan García con la “vieja guardia” de su
partido, algunos de cuyos miembros habían permitido la penetración del narcotráfico
en su organización política, catapultó a García a la secretaría general del Apra y fue
un hecho decisivo para su posterior elección como presidente en 1985.
Durante los años 90, el entonces todopoderoso asesor de inteligencia del presidente
Alberto Fujimori (1990-2000), Vladimiro Montesinos, hoy en prisión, tuvo vínculos
estrechos con el narcotráfico y usó su enorme poder político para favorecer deter-
minados intereses ilícitos en detrimento de otras facciones de la industria delictiva
que no contaban con su anuencia. El fenómeno Montesinos puso de manifiesto la
precariedad del Estado y las instituciones de la democracia peruana, que pasaron a
ser controladas por Montesinos desde el Servicio de Inteligencia Nacional.
Más recientemente, la red del narcotraficante Fernando Zevallos logró ganar espacios
dentro del mundo político y empresarial del país. En su línea aérea Aerocontinente,
transportaba gratuitamente a políticos y periodistas, a congresistas y funcionarios
diversos. Zevallos, quien se inició en la cadena delictiva de la droga en el valle del
Huallaga en los años 80, pudo a lo largo de 20 años en el negocio, construir una red
criminal y de respaldo político, policial y judicial que impedía su procesamiento.
Finalmente Fernando Zevallos fue condenado a prisión, luego de una tenaz campaña
de investigación del diario El Comercio, de la valiente actitud de algunos funciona-
rios públicos como la procuradora antidrogas Sonia Medina y magistrados del Poder
Judicial, así como de su inclusión, en el año 2004, en la lista de cabecillas extranjeros
del narcotráfico elaborada por la Casa Blanca.23
Propietario de la línea aérea Aerocontinente –empresa que había construido con el
dinero procedente del tráfico de cocaína y que se había convertido en la línea de
bandera del Perú– Zevallos tenía como principal competidor comercial a la aerolínea
de origen chileno LAN. Aerocontinente buscaba operar también en Chile pero el
gobierno de ese país le negaba la autorización debido a las acusaciones de narcotrá-
fico que pesaban sobre su dueño. Zevallos recurrió al argumento nacionalista para
defenderse política y mediáticamente en el Perú.
Ciertamente, pocos defienden abiertamente la actividad del narcotráfico. Sin em-
bargo, existe una plataforma ideológica y de “marketing” que busca justificar los
22 Gorriti, Gustavo. La calavera en negro, el traficante que quiso gobernar un país. Lima: Planeta,
2006.
23 Conforme a la ley estadounidense de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico, más conocida como
“Kingpin Act”.
24 Simultáneamente Zevallos se valió de amenazas de muerte y otros recursos para intimidar a Miguel
Ramírez, el periodista encargado de la investigación, y otros miembros del equipo de prensa de ese
diario.
25 La República, Lima, 11 de setiembre de 2008. El Crimen de Pucallpa I: “Sicario revela que alcalde
Valdez pagó crimen de periodista Rivera”.
26 El Comercio, 15 de octubre de 2008, “Alcalde de Pucallpa fue detenido por presunto lavado de
dinero”. “La Dirandro lo capturó e incautó su empresa cervecera y sus madereras. Se decomisaron
unos 200 vehículos, 34 inmuebles y 44 embarcaciones.”
27 Luego de la detención del alcalde, diversos periodistas señalaron que se trataba de una “cortina de
humo” del gobierno, en tanto el “Frente de Defensa de Ucayali” se solidarizó con Valdez, su familia
y sus trabajadores y organizó una movilización en las calles (Pucallpa, Radio del Progreso, 16 de
octubre de 2008).
28 Los medios informan regularmente sobre este fenómeno que es materia de gran preocupación ciu-
dadana. “La microcomercialización de droga es el flagelo de Lince” (El Comercio, Lima, 30 de
marzo de 2008).
29 O´Brien, Pablo y Víctor Andrés, Ponce. “Prensa y narcotráfico. Una aproximación”. Lima:
Instituto Peruano de Economía y Política (IPEP), 2004.
30 Cabieses, Hugo, Baldomero Cáceres, Durand, Anahí, Rumrill, Roger y Ricardo Sobe-
rón, Ricardo. Hablan los diablos: Amazonía, coca y narcotráfico en el Perú. Lima: TNI, 2007.
31 INEI-DEVIDA. Encuesta Nacional sobre el consumo tradicional de la hoja de coca. Lima, 2004.
FONAFE. Perú: oferta de hoja de coca, estadística básica 2001-2004. Lima, 2004.
buena parte de la opinión pública nacional subestime la gravedad del fenómeno por
considerarlo un problema lejano, localizado en valles remotos e inaccesibles de la
selva peruana.
En el Valle del Río Apurímac Ene VRAE, por ejemplo, la Policía Nacional combate
a la industria de la droga en una dramática situación de desventaja37 debido a la alian-
za establecida entre la población y el narcotráfico en esa parte del país. Según un alto
jefe policial “no entramos en esa zona porque nuestra sola presencia es rechazada
por la población…..allí hay cerca de 10 mil habitantes y no hay familia que no esté
vinculada con el cultivo de la coca o el tráfico de drogas”.
Según el mismo testimonio “La gente no está del lado de los policías sino de los
barones de la droga”, y agrega: “Estimados de la policía indican que el 60% de la
población adulta trabaja para el tráfico ilícito de drogas. Por lo general, familias
completas se dedican al proceso de producción de cocaína, actuando como clanes
que controlan determinadas zonas del VRAE.”38
Más grave aún, “la policía antinarcóticos ha identificado a los principales narcotrafi-
cantes del VRAE, algunos de los cuales incluso cuentan con orden de captura, pero
los agentes antidrogas no pueden capturarlos porque se esconden en localidades don-
de la población se opone al ingreso de los efectivos”. Según un alto oficial del Frente
Policial del VRAE “todos los conocen, pero también todos los encubren.”39
Ciertamente, esta situación no es privativa de las zonas rurales en donde se produce
la coca. En la propia capital del país, no es extraño que los pobladores de barrios
en donde hay una fuerte actividad de comercialización de drogas, se enfrenten vio-
lentamente a las autoridades policiales y del Ministerio Público durante operativos
antidrogas a fin de defender a algún familiar o vecino involucrado en la microcomer-
cialización. A ello debemos sumar el hecho de que la droga está presente en muchos
barrios, forma parte del paisaje urbano cotidiano y los jóvenes y adolescentes consi-
deran que consumirla en algún momento resulta casi “inevitable.”40
37 “Combatimos en desventaja”, “Habla el Jefe del Frente Policial del VRAE”, “Llochegua produce
la mejor coca, pero allí no hay una sola comisaría”. La República. Lima, 30 de marzo de 2008.
38 Idem.
39 Idem.
40 Arellano Marketing. Perfil comunicacional del niño y adolescente limeño. Lima, junio
2008.
La figura de la cadena de múltiples eslabones nos permite asumir una perspectiva integral
sobre el problema del narcotráfico y puede resultar de utilidad como herramienta para la
creación de conciencia en la sociedad y en el Estado sobre la urgencia de contar con polí-
ticas públicas eficaces para enfrentar el problema, así como para exigir a los involucrados
en los diversos eslabones y sus cómplices una asunción de responsabilidades.
Así como el general Dalla Chiesa —a quien citamos al iniciar este artículo—, com-
prendió que tenía que darse a los ciudadanos de Palermo un sentido de seguridad y
pertenencia, así también es preciso comprender que la lucha contra la cadena narco
implica una voluntad de recuperar los espacios físicos, económicos, políticos y cul-
turales que el narcotráfico arrebata a la sociedad.
Dalla Chiesa combatió a la mafia siciliana persuadiendo a los ciudadanos –empre-
sarios, trabajadores, maestros, estudiantes, periodistas, familiares de adictos y to-
dos quienes quisieran escucharlo—sobre la importancia del Estado de Derecho y el
respeto a la ley. Es decir, asumió un enfoque integral y una perspectiva amplia de
participación e involucramiento ciudadano.
Una comprensión integral del problema, el fortalecimiento de las capacidades del
Estado para aplicar políticas antidrogas eficaces y la activa participación de la socie-
dad civil y las comunidades afectadas, serán factores decisivos para derrotar a la ca-
dena narco, la mayor amenaza contemporánea a la democracia y la gobernabilidad.
Alfonso Zavaleta
1. Introducción
La coca es un arbusto que crece espontáneamente en los Andes (Perú y Bolivia), pero
es cultivada en muchos lugares de América del Sur (Chile, Argentina, Colombia),
África (Camerún) y Asia (India, Indonesia, etc.).
El conocimiento de la coca por el ser humano se describe como milenario; existen
registros de su uso ritual y mágico religioso desde el pre-cerámico en Perú y Chile,
habiéndose encontrado hojas de coca en tumbas como producto de ofrenda. La hoja
de coca es utilizada tradicionalmente y en la actualidad por el indígena andino en la
forma de chacchado o acullico (coqueo), principalmente por sus efectos antifatigan-
tes y reductores temporales leves del apetito.
El descubrimiento y aislamiento del principal alcaloide de la hoja de coca, la cocaí-
na, fue realizado por A. Nieman y F. Wahler en 1860. En el siglo XIX, se utilizó
como anestésico local, especialmente en el tratamiento de heridos de las guerras,
principalmente como sustituto de la morfina. También se utilizaba combinado con
alcohol en diferentes productos. El mas conocido fue el Vino Mariani. Estas aplica-
ciones produjeron multitud de toxicómanos, por lo que fue incorporada en la lista
de drogas prohibidas en los Estados Unidos en el Acta de Alimentos y Drogas puras
de 1906.
En las décadas del 60 y 70 se combinó el uso del clorhidrato de cocaína con el de
la morfina y el de la heroína, y fue también popular como “la droga del ejecutivo”
en los Estados Unidos. En la década del 80 la cocaína fue la droga de moda del mo-
mento y su uso se impulsó mucho al considerar erróneamente que era menos nociva
que la heroína.
Durante la década de los 80 emerge como droga de abuso la Pasta básica de Cocaína
(PBC), la que al ser fumada produce rápidamente una adicción extremadamente se-
vera, cuyo consumo alcanza proporciones epidémicas y crecientes entre los jóvenes
peruanos (León y Castro de la Mata, 1989), convirtiéndose en la segunda droga ile-
gal mas abusada por esta población en la actualidad (Zavaleta, 2007).
Tabla 1
Estimados de cultivo de hoja de coca en el Perú 2001–2006
FIGURA 1
Producción de hoja de coca en el Perú y demanda para uso tradicional y no tradicional
Mercado
Tradicional Informal:
Producción (67%)
para uso ilícito: e industrial:
(92%) (8%)
ENACO
(33%)
Durante la primera mitad del siglo XX y dentro del movimiento de defensa in-
digenista, se considera a la coca como un elemento decisivo de la mala salud y
retraso del indio y un medio de explotación por el gamonal. Así, su uso es conde-
nado por José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre, Víctor Andrés
Belaúnde y médicos como Pesce Sáenz puntualizan sus efectos deletéreos para
la salud. Carlos Gutierrez Noriega, considerado el primer farmacólogo moderno
peruano, realiza cuidadosos estudios experimentales sobre la farmacología de la
coca y sus efectos en el ser humano. Estos estudios son complementados y conti-
nuados por Vicente Zapata Ortiz. (Castro y col, 2005). En 1950, la Comisión de
Naciones Unidas confirmó los hallazgos y propone la erradicación, pero gradual,
en un plazo no menor a 25 años, en consideración a su arraigo cultural y su im-
portancia en la economía campesina.
Durante la segunda mitad del siglo XX y mayormente a partir de la década de los 60,
aparece un amplio movimiento pro liberación del uso de las drogas, que incluye a la
marihuana, la coca, las anfetaminas y otras drogas en diferentes partes del mundo.
En el caso de la coca, este movimiento plantea que ella tiene un gran significado
cultural, mágico religioso para una minoría no occidental (lo que es cierto), que no
es dañina en absoluto (lo que no es cierto) y que es indispensable para una buena
adaptación a la vida en la altura (lo que nunca ha podido ser confirmado). (Castro y
col 2005).
Hoy en día, se estima que del total de la producción de hoja de coca solo alrede-
dor del 10% se destina al uso legal (tradicional, farmacéutico, bebidas, filtrantes
y polvos) mientras el restante 90% se destina al comercio ilegal del narcotráfico
para la producción de drogas cocaínicas. (ENACO, 2007. CEDRO, 2005). (Ver
figura 1).
A finales de los años 80 y durante la década del 90 del siglo pasado el Perú vivió un
cambio radical en varias esferas de la vida nacional:
a) Salud Pública: con la emergencia de un severo problema de salud pública
constituido por la epidemia del consumo fumado (pasta básica de cocaína)
y esnifado (clorhidrato de cocaína) de drogas cocaínicas, el cual ha afectado
principalmente a población joven con casos de severa dependencia a la dro-
ga y gran número de adictos casi incurables o severamente afectados.
b) Socioeconomía: desplazamiento de campesinos para el cultivo de la coca
en la selva, el incremento en la producción de drogas en la amazonía a
cifras alucinantes, lavado de dinero y la formación de bandas delictivas
organizadas.
c) Ambiental: severos impactos ambientales producto de la deforestación con
destrucción del ecosistema de la selva alta.
Tabla 2
Principales usos de hoja de coca y derivados
2.1.1 Uso industrial farmacéutico (purificación de cocaína para uso farmacéutico como
anestésico local)
2.1.2 Uso medicinal (anestésico local, cocaína)
2.1.3 Uso semi industrial : preparación de bebidas a base de coca
2.1.4 Uso semi industrial: preparación de mate filtrante de coca / combinaciones con otras
hojas
2.1.5 Uso alimenticio: polvo de hoja de coca (“harina” de coca). Otros productos como pan,
caramelos, tortas.
2.1.6 Uso de coca combinada con alcohol (coca sour, vino de coca, macerados alcohólicos
de coca)
2.2. Uso ilegal
2.2.1 Producción de drogas cocaínicas
2.2.2 Consumo abusivo de drogas cocaínicas (PBC, clorhidrato, crack)
CONCEN-
PORCENT. VELOCIDAD DESARROLLO
TIPO DE SUS- CONCENTRACIÓN VIA DE ADMINIS- TRACIÓN DURACIÓN
EN PLAS- APARICIÓN DE DEPENDEN-
30- 60
HOJAS DE COCA 0.5 - 1.5% Coqueo / infusión oral 20 - 30% LENTA 60 Minutos NO
Minutos
Parenteral: endovenosa
CLORHIDRATO 30-45 10-20 Mi-
12 - 75% subcutánea, intramus- 100% RAPIDA SI CORTO PLAZO
DE COCAINA Segundos nutos
cular.
PASTA BASICA
40 - 85% (Sulfato de 8-10
DE COCAINA Fumada 70 - 80% MUY RAPIDA 5-10 Minutos SI CORTO PLAZO
cocaína) Segundos
(PBC)
COCAINA BASE.
66 | Parte I | El narcotráfico como fenómeno internacional y su impacto...
Fuente: Modificado de LIZASOAIN, I., MORO M.A., LORENZO, P. Cocaína: aspectos farmacológicos. ADICCIONES, 2002, 14 (1): 57-64
Figura 2
Perú: Proporción de población que mastica respecto a la población
de 12 años y más por Región Ecológica
60.0
50.0
40.0
% 30.0
20.0
10.0
0
Costa (0 a Yunga 1 Yunga 2 Quechua Suni Puna/Janca Selva Alta Selva Baja
500) (500 a 800) (800 a 2300) (2300 a (3500 a 4000) (4000 a (400 a más) (Menos de
3500) más) 400)
productos de coca por la vitamina A, versus ingerir productos vegetales que contie-
nen Beta carotenos en mayor cantidad como la zanahoria, se inclina grandemente
por este último, que contiene los beta carotenos, cuesta menos en cantidad propor-
cional de vitamina ofertada y carece de los alcaloides tóxicos. Respecto a otras vita-
minas contenidas en la hoja, su valor es marginal y, en algunos casos, corresponde
a trazas.
La hoja de coca contiene 14 alcaloides: un grupo de derivados de la tropinona princi-
palmente del núcleo ecgonina (cocaína -Metil benzoil ecgonina- ,Cinnamoylcocaina,
Benzoylecgonina, Methylecgonina, Pseudotropina , alfa- y beta-truxillina, Benzoyl-
tropina, Tropacocaina) y derivados del Pirrol (Hygrina y Cuscohygrina) y Nicotina.
La cocaína y los alcaloides derivados del pirrol son hepatotoxicos. Las alfa y beta
Truxillinas son potentes agentes cardiotóxicos. (Novak y col, 1984).
En conclusión, la ingesta de harina de coca no parece ser inocua, contiene los alca-
loides tóxicos de la hoja de coca, que se acumulan en el organismo y provocarían
enfermedad crónica hepática y cardiaca. Estos efectos limitan su uso en la alimen-
tación humana, adicionalmente a carecer de propiedades nutritivas, salvo para la
vitamina A.
A la fecha, no se cuenta con estudios controlados sobre los efectos de la ingesta de la
harina de coca en forma crónica en seres humanos.
Tabla 4
Precios de drogas cocaínicas en el mercado al menudeo según forma de presentación y
modalidad de venta en Lima y Callao - Perú (Primer trimestre, 2006)
Modalidades de Venta
DROGA Forma de Presentación Precio
más frecuentes
1 “Kete”
S/. 0.30 – 0.50 cts.
1 “Liga Grande” Venta callejera
Pasta Básica de (10 “ketes”) Fumaderos (“huecos”)
S/. 5.00 soles
Cocaína (PBC) Venta y consumo en
1 “Liga Mediana” domicilios
S/. 3.00 soles
(5 “ketes)
Venta callejera
1 “Paco” (1 gr.)
S/. 20.00 soles Venta a domicilio
de buena calidad
Clorhidrato de (“delivery”)
1 “Paco” (1 gr.)
Cocaína Internet
adulterada (“rebajada,
S/. 10.00 soles Venta y consumo en
pateada, bambeada”)
domicilios
En la tabla 5 se muestran los principales indicadores del consumo de las drogas co-
caínicas en el Perú reportadas en el último estudio de epidemiología del consumo de
drogas en el Perú urbano (Zavaleta y Castro, 2006). En la figura 2 se muestra las va-
riaciones del consumo de drogas ilegales en el Perú urbano en el periodo 1985-2006.
Se observa una tendencia a la disminución de la prevalencia de vida del consumo de
la PBC y un incremento del consumo del clorhidrato de cocaína.
Tabla 5
Principales indicadores epidemiológicos del consumo de drogas en 7 ciudades (Perú, 2005)*
Figura 2
Prevalencia de Vida de drogas ilegales en la población
urbana peruana de 12 a 50 años (1985-2006)
15
13 11.9
10.9
10
8.0
Porcentaje
7.8
8.0 6.6
8 6.4
5.3 5.6
5 4.7
3.9 3.9 3.5
2.8 3.1 2.7 3.6 3.5
3.2
3 2.5 2.0 1.9 2.0 1.7
1.3
0 0.1 0.1
1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007
Puede encontrarse en el mercado como pasta blanca lavada o pasta parda bruta, la
cual es más barata. El producto que se obtiene es un polvo blanco- amarillento, un-
tuoso, de consistencia pastosa y de un olor muy penetrante. (Castaño GA, 2000).
La pasta básica de cocaína (PBC) se consume fumándola, mezclada por lo general
con tabaco (“tabacazos”) y, en menor frecuencia, mezclada con marihuana (“mix-
tos”). La cocaína consumida como PBC tiene una baja prevalencia de vida (PV:
3,4%) pero muy importante dada su muy elevada capacidad de producir adicción se-
vera. (CEDRO, 2006). La prevalencia del último año estimada por DEVIDA (2006)
alcanzó 0.3%, estimándose en 36,801 consumidores. La incidencia de ultimo año
fue de 0.4%, siendo el consumo mayor en los varones (PV: 6.5%) que en mujeres
(PV: 1.4%) (Zavaleta y Castro 2006). En el año 2005, una de cada cuatro personas
a las que se les ofreció PBC, la había consumido. La incidencia total alcanzó 0,4%,
con una edad media de inicio de 20 años (Zavaleta y Castro, 2006).
La PBC es usualmente vendida a los consumidores en forma adulterada. Por lo general
solo un tercio del peso corresponde a PBC, los otros dos tercios corresponden a un
polvo blanco adulterante (cualquier otro producto en polvo de color blanco: polvo de
hornear, cemento, etc.) Con ello se incrementa la toxicidad debido a los contaminantes
contenidos en los adulterantes. (Zavaleta, Estudio de mercado, Castaño GA, 2000).
logramo de clorhidrato de cocaína puede llegar a costar entre S/. 4,000 y 6,000 nuevos
soles (CEDRO, 2007), (Ver tabla 3). La dosis máxima usual en una persona que pre-
senta un consumo crónico puede llegar a 6 o 7 gramos por día. Con la disminución del
precio en el mercado peruano, ésta se va convirtiendo en una droga preferida que está
más al alcance de la población. (CEDRO, 2007)
La mayor parte de los usuarios también refiere haberla consumido por primera vez
hace más de 3 años y el 0,4% la ha consumido dentro del año, con una incidencia
total de 0,4%. La edad media de inicio está en los 21 años, con un 1,7% que refiere
un inicio entre 19 y 24 años. La mayor parte dice no haber consumido en los últimos
12 meses, un 0,3% que lo ha hecho una vez por semana y un 0,9 que lo hizo 1 o 2
veces al año. (Zavaleta y col, 2006).
En otras regiones del mundo se emplea frecuentemente el clorhidrato de cocaína admi-
nistrado por vía endovenosa. A veces se combina con heroína (speed ball) para evitar
los efectos de rebote desagradables producidos por la cocaína. Los efectos farmaco-
lógicos y psíquicos por cocaína endovenosa son inmediatos (30 segundos) y potentes
pero de breve duración (10- 20 minutos), con aparición posterior de un intenso “crash”
(disforia, irritabilidad y alteraciones gastrointestinales (Lizasoain y col, 2002).
4.1. Coqueo
Los efectos de la hoja de coca son los conocidos para la cocaína, estimulación, sen-
sación de bienestar, disminución del hambre, supresión de la fatiga. Usada por tiem-
po largo produce lesiones del sistema nervioso central. Existe la creencia que, por
ser muy difundida, es inocua; otros creen que por tener el significado social de una
droga folclórica no puede ser dañina. No existe ningún estudio comparativo que de-
muestre que el coqueo es inocuo y en cambio es abundante la literatura en contrario
(CEDRO, 2007).
En coqueros crónicos se ha encontrado una prevalencia mayor de desnutrición, peores
condiciones sanitarias, parasitosis, piodermitis, anemia y menor rendimiento en el tra-
bajo (Goddard y col, 1979). En estudios sobre efectos en el sistema nervioso, Gutiérrez
Noriega (1947) encontró en su estudio de 100 coqueros en la Sierra Central, que aque-
llos que tenían más tiempo de coqueo, las mismas características que había señalado
Poeppig más de 100 años atrás: lentitud y torpeza de los movimientos, escasa sociabi-
lidad, autismo, pobreza en la asociación de ideas y conceptos abstractos, limitación o
incapacidad en la comprensión, rigidez fisognomónica y falta de mímica.
Zapata-Ortiz (1944) llevó a cabo diversos estudios con pruebas de inteligencia y
encontró un profundo deterioro en el rendimiento que aumenta progresivamente con
el tiempo de coqueo. El análisis estadístico de los datos publicados indica una alta
correlación negativa entre tiempo de coqueo y nivel intelectual. Negrete y Murphy
(1967), por su parte, encontraron en trabajadores de Jujuy, Argentina, “síntomas de
lesiones cerebrales crónicas en comparación con los controles”.
5. Referencias Bibliográficas
Nicole Bernex
“No será razón dejar en olvido la yerba que los indios llaman cuca...
principal riqueza del Perú”.
1 http://www.elpais.com.co/historico/may232008/INT/inter.html
2 El ‘fotomuseo’ incluye 42 imágenes de fauna, flora, bosques vírgenes y fuentes de agua pura, ame-
nazados por los cultivos de coca. Ha sido exhibida en Alemania, Portugal, Gran Bretaña, Italia
entre otros países. Del 22 al 26 de mayo de 2008, permaneció en Trafalgar Square, en el corazón
de Londres, para crear conciencia entre los británicos sobre el impacto del cultivo de la droga en el
país; del 27 de mayo al 2 de junio en Roma para mostrar el daño al medioambiente que ocasiona el
tratamiento para convertir la hoja de coca en la pasta a partir de la cual se produce la cocaína.
3 http://www.vanguardia.com/pais/103-pais/18365-vicepresidente-francisco-santos-expondra-en-
bilbao-los-danos-de-cultivos-ilicitos
En el Perú, los vestigios del uso de la coca pueden ser registrados en diversas cul-
turas andinas, las bondades medicinales y nutritivas reconocidas aunque sus distin-
tos usos rápidamente atraerán partidarios y detractores. Es así que en 1567, en el
Segundo Concilio Límense, será condenada por la jerarquía eclesial “por ser cosa
sin provecho y muy aparejada para el abuso y la superstición” mientras que Juan de
Matienzo la defiende y afirma que “querer que no haya coca es querer que no haya
Perú”. Garcilaso la reconoce como “la principal riqueza del país” (1607). En 1786,
aparece registrada en la Enciclopedia Botánica de Lamarck como “Erythroxylum
coca”, y en 1794, Hipólito Unanue publica en el Mercurio Peruano su “Disertación
sobre el aspecto, cultivo, comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada
Coca”. El debate dejaba la esfera religiosa y se centraba en los aportes de la planta
para el bienestar y salud humana. Sin embargo, en la primera parte del siglo XX,
investigaciones médicas demuestran características tóxicas de subproductos de la
planta (Valdizán, 1913, Gutiérrez, 1947) que conllevan al gobierno peruano a solici-
tar a las NN.UU una comisión de estudio cuyo informe es cuestionado. En 1953, un
4 La revista América Indígena 4, del Instituto Indigenista Interamericano (México), asume su de-
fensa (1978). En: www.coca\Cocachasqui - Cronología Cocachasqui coca Perú Peru coke cocaine
drugs drogas cocaína drug peace.mht
5 Para producir un kilo de cocaína de alta pureza se necesitan unos 360 kilos de hoja de coca, y una
hectárea de terreno produce, en promedio, mil kilos por cosecha.
6 http://www.devida.gob.pe/Modulos/Noticia/DetalleNoticia.asp?Cod=517
7 http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Fumigas/CULTIVOS_SIF.pdf
Además de las etapas señaladas, en el análisis situacional debe incluirse la etapa “fi-
nal” de erradicación del cultivo ilícito. Cada etapa tiene objetivos propios, resultados
requeridos, formas de manejo e impactos precisados en el cuadro 1.
Cuadro 1
Impactos físicos de los cultivos ilícitos de coca
Objetivos
Etapas Formas de manejo Impactos
y resultados requeridos
8 http://www.devida.gob.pe/Documentacion/Impacto_ambiental_del_cultivo_de_coca.ppt.
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AFP Integra asociada a ING. Río Amazonas. Colección APU; 2005. en Prólogo por Michael Goul-
ding, Ronaldo Barthem y Efrem Ferreira, p. 45: “El bosque tropical controla gran parte del ciclo
hidrológico, ya que los árboles transpiran (bombean) agua desde el suelo hacia la atmósfera, lo que
reduce su derrame. Esta disminución se debe, además, al efecto de freno que el bosque ejerce en la
precipitación y el flujo de las aguas superficiales, y, en general, en los niveles de agua de los ríos
de las cuencas forestadas. Por último, el bosque es el mayor reciclador, gracias a que las raíces de
su vegetación poseen hongos especialmente adaptados para incrementar la captación de fósforos,
potasio y otros nutrientes adaptados”.
10 Bernal Contreras, Héctor Hernando. Subdirección Estratégica y de Investigaciones – Di-
rección Nacional de Estupefacientes. Abril de 2007.
11 Véase DOUROJENNI, Marc. Amazonía ¿qué hacer? Iquitos: CETA, 1990, pp. 91-108.
12 Camino, Alejandro. Coca: del uso tradicional al narcotráfico en coca, cocaína y narcotráfico.
Laberinto en los Andes. Lima: Comisión Andina de Juristas, 1990, pp. 91-108.
Cuadro 2
Insumos químicos para el procesamiento de cocaína
Cal Óxido de calcio o cal, de Si entra en contacto con seres vivos, deshidrata sus tejidos
fórmula CaO. (ya que estos están formados por agua).
Figura 1
Etapas de la fabricación ilícita de cocaína y heroína
Ácido sulfúrico
(100 a 400 litros)
Permanganato Anhidrido
potásico Acético
(20 kilogramos) (100 a 400 litros)
Cocaína Heroína
Clorhidrato de Clorhidrato de
cocaína Heroína
Existen importantes diferencias estadísticas entre las distintas fuentes. Cabieses es-
tudió por cuenca, superficie, número de productores, producción, rendimiento los
cultivos de coca al final de los 70, destacando ya áreas como el Chicama que solo
recientemente ha sido tenido en cuenta por la ONUDD.
14 http://www.incb.org/pdf/precursors-report/2007/es/precursors-report-2007.pdf
Cuadro 3
Padrón de producción de coca por cuencas hidrográficas en 1978
En 1988 existían en el Perú 296 000 hectáreas cultivadas y 300 000 personas depen-
dían de la siembra de hoja de coca (4,2% de la PEA). Aquella superficie cultivada
proporcionó 266 000 toneladas métricas de hojas de coca, 1 200 toneladas de pasta
básica y 400 toneladas de clorhidrato de cocaína. Por todo concepto esto habría re-
presentado un ingreso neto de 1 237 millones de dólares, el 46% de las exportaciones
nacionales de ese año16.
Cuadro 4
Estimaciones de cultivos de coca por cuencas según fuentes 1978, 1990, 1995 y 2000
CUENCAS 1978 1990 1995 2000
nombre T ENACO CNC EP CNC EP CNC UNODD EP
1. Bajo Marañón-Utcubamba 113 0 5,000 0 4,000 0 0 1,000
2. Huallaga Central 8,500 15,000 13,000 13,000 1,900 0 2,000
3. Alto Huallaga-Uchiza-Ongón 1,164 30,000 30,000 13,000 20,000 0 0 10,000
4. Alto Huallaga-T María-Monzón 5,237 30,100 35,000 20,700 30,000 12,200 13,636 15,000
5. Aguaytía-Alto Ucayali 152 10,100 15,000 19,600 12,000 1,300 2,529 4,000
6. Pachitea 2,600 8,000 7,100 5,000 900 340 500
7. Pichis-Palcazu-Pozuzo 0 3,000 0 2,000 0 0 900
8. Perené-Tambo-Bajo Ene 1 0 5,000 0 2,000 0 0 500
9. Apurímac Alto Ene 1,143 13,100 13,400 21,000 15,000 7,500 11,475 18,000
10. Alto Amazonas 0 0 0 200 0 0 200
11. Bajo Ucayali 0 0 0 100 0 0 200
12. Putumayo-Napo 0 0 0 300 0 0 600
13. Yavarí 0 0 0 0 0 0 100
14. Alto Purús 0 0 0 200 0 0 200
15. Madre de Dios 1 0 0 0 200 0 0 200
SUB-TOTAL 7,811 94,400 129,400 94,400 104,000 23,800 27,980 53,400
A. Urubamba-Yantile-Lares T 7,877 12,400 25,000 10,000 24,000 7,400 13,914 14,000
B. Alto Inambari-Tambopata T 783 14,000 6,000 10,900 6,000 3,000 1,511 3,500
C. Alto Marañón T 585 0 9,300 0 9,000 0 0 500
D. Chicama-Moche T 860 0 1,000 0 1,000 0 0 200
SUB-TOTAL 10,105 26,400 41,300 20,900 40,000 10,400 15,425 18,200
TOTAL 17,916 120,800 170,700 115,300 144,000 34,200 43,405 71,600
Fuente: ENACO, 1978 y 2002: De Rementería. 1993; PNUFID, 1994: CUANTO, 1995; CNC, 2002 y 2003; UNODC,
2002 y 2003; y, estimaciones propias Siglas: T = Tipología de cuenca; R = de cultivos recientes de coca; A (azul) = de cul-
tivos antiguos de coca; A (rojo) = con cultivos recientes en zonas de frontera con otros países; T = con cultivos mayorita-
riamente destinados a consumo tradicional; ENACO = Empresa Nacional de la Coca; CNC = Crime and Narcotics Center;
EP = Estimación propia en base a fuentes oficiales como Ministerio de Agricultura, ENACO y APODESA; UNODC =
United Nations Office on Drugs and Crime; EP-EP = Estimación propia de cultivos en producción; EP-EP = Estimación
propia de cultivos en abandono. Elaboración: Hugo Cabieses, Junio, 2003.
Asimismo, a partir del monitoreo del hectareaje, del número de cosechas al año y del
rendimiento por hectárea, la ONUDD presenta la producción potencial de cocaína.
Figura 2
Producción potencial de cocaína
350
325
300
290
280
270
260
250
240
230
200
TM
175
160
150 150
141
100
50
0
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
Año
Figura 3
Distribución de Cultivos de coca por regiones, 2007 (ha)
20,000
16,000
14,000
12,000
hectáreas
10,001
10,000
8,000
6,000
4,000 3,319
Figura 4
Cultivos de coca en el Perú, 2003 - 2007
Los cultivos de coca han significado y siguen significando la quiebra de los servicios
ecosistemicos no solamente en los territorios donde se generan sino también en los
demás territorios aguas abajo y en los demás subsistemas. Por eso, es de gran impor-
tancia confrontar la realidad de los cultivos ilícitos (desde la elección del área hasta
la producción de drogas) con los aportes de la Evaluación Ecosistémica del Milenio
– EEM. Nos brinda un enfoque ecosistémico que facilita la verdadera valoración de
los diferentes ecosistemas, facilita una mejor comprensión y conlleva a buscar pro-
cesos de gestión integrada de los territorios “cuencas” para el bienestar humano y el
cuidado de los ecosistemas vitales.
Ejemplo de bienes y servicios que deben tomarse en cuenta cuando se habla de los nexos entre
los ecosistemas, el agua y la economía
BOSQUES
La cubierta de la tierra, la vegetación forestal en las partes bajas y las hojas muertas protegen el
suelo del impacto de la lluvia que penetra a través de la bóveda. Sistemas extensos de raíces ayudan
a retener la tierra con mayor firmeza y resistir a deslizamientos. En general ayuda a minimizar las
cargas de sedimento y cieno que transportan aguas abajo los cursos de agua.
Los suelos forestales están más saturados de agua que la mayor parte de los otros suelos y contienen
más nutrientes, lo cual les permite filtrar los agentes contaminadores. La tala de bosques y el cultivo
de suelos forestales tienden a acelerar la descomposición y a descargar grandes cantidades de nu-
trientes que lixivian hacia aguas subterráneas, derrames de agua de superficie y torrentes.
todos los habitantes. También nos indican que, por otro lado, invertir en bienes y ser-
vicios de los ecosistemas puede resultar ser una excelente estrategia para disminuir
costos e incrementar ganancias. Debe reconocerse el valor del ciclo hidrológico, el
papel del bosque y de los cuerpos de aguas (humedad del suelo, humedales, pantanos
y lagos, ríos y manantiales) que permiten que la mitad de las precipitaciones regio-
nales se generen en la propia evapotranspiración (Molion, 1975; Marques, 1978;
Ferreira, 1987 y Souza, 1991, en Souza, Rocha, y Cohen18).
La naturaleza del ciclo hidrológico involucra el movimiento constante del agua en
los diferentes estados y en un esquema general esto implica procesos de contacto y
disolución de los componentes minerales de la litosfera y los gases presentes en la at-
mósfera. Una de las características básicas del agua es su poder de dilución y aunque
en esencia se asocia con la cantidad expresada como volumen, es preciso resaltar que
en los sistemas fluviales la velocidad que adquiere el agua en su recorrido, constituye
un elemento decisivo para expresar la capacidad de dilución; en tanto que para los
almacenamientos superficiales resulta particularmente importante el tiempo de per-
manencia que determina las condiciones de acumulación en el sistema. En la cuenca
Amazónica las acciones de intervención por el crecimiento de los núcleos poblacio-
nales, el aumento de las áreas de cultivo, en especial de cultivos ilícitos, entre otros,
como actividades relevantes, han favorecido la incorporación al agua de cantidades
considerables de residuos19. Al ser los ecosistemas excepcionales fábricas de vida
que trabajan de manera continua para asegurar en su integralidad la oferta ambiental
requerida por las poblaciones, para vivir “bien”, o dicho de otra manera las múlti-
ples “seguridades” (seguridad hídrica, seguridad alimentaria, seguridad en salud), es
conveniente destacar las múltiples interrelaciones, interacciones e interadaptaciones
que activa cada elemento del propio ecosistema. Al aumentar los diversos impactos
ambientales (deforestación, disminución de precipitaciones, decrecimiento de cau-
dales), se quiebra el ciclo hidrológico, y otros servicios ecosistémicos como los de
suministro y regulación (Figura 5).
18 DE Souza, José Ricardo Santos, Paulino DA ROCHA, Edson José y Júlia Clarinda Paiva
Cohen. “Evaluation of the anthropogenic impacts on the water cycle in Amazonia”. p. 42. En:
Aragón, Luis E. y Miguel Clusener-Godt. Issues of local and global use of water from the
Amazon. Montevideo: UNESCO, Núcleo de Altos Estudios Amazónicos, 2004, p. 42.
19 Proyecto GEF Amazonas – OTCA/PNUMA/OEA. Proyecto manejo integrado y sostenible de
recursos hídricos transfronterizos en la cuenca del río Amazonas, considerando la variabilidad y el
cambio climático. Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela. Bases
para una visión del papel de los sistemas hídricos en el desarrollo sostenible de la cuenca amazóni-
ca en Colombia considerando la variabilidad y cambio climático; p. 87. Informe final por Martha
García Herrán. Bogotá, 2007.
Figura 5
Servicios de los ecosistemas y el bienestar humano
Podríamos concluir con las palabras de John R. Hamilton, Embajador de los Estados
Unidos que afirmaba que coca y cocaína eran un crimen contra el patrimonio natural
del Perú20. No solamente quiebra los servicios de base de los ecosistemas (formación
de suelo, nutrientes, ciclo hidrológico), sino que también restringe los servicios de
suministro e impide los de regulación, generando pobreza y miseria no solamente en
las poblaciones locales sino en toda la población peruana, al privarla del bienestar
que los ecosistemas, estas excepcionales fábricas de vida, brindan con equidad a
todo ser vivo.
María Méndez
“Una droga más dañina que las mal llamadas drogas heroicas se introdujo en la cultura nacional: el
dinero fácil. Prosperó la idea de que la ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada sirve
aprender a leer y escribir, que se vive mejor y más seguro como delincuente que como gente de bien.
En síntesis: el estado de perversión social propio de toda guerra”.
Gabriel García Márquez 1
Todas las sociedades que se ven afectadas por el fenómeno narco suelen experimen-
tar procesos sociales y culturales similares. Trátese de Colombia, México o Perú, las
organizaciones del narcotráfico cultivan una ideología justificatoria del delito. Ella
está conformada por un conjunto de mensajes, íconos, símbolos y estilos de vida
que, al ser repetidos e imitados acríticamente, van infiltrándose progresivamente en
los diferentes sectores sociales y pasan a convertirse en parte del “sentido común”
vigente. Se incrementa entonces la tolerancia social frente al crimen. Más aún, se
asume la vida delictiva como un modelo deseable de ascenso social.
La propia lengua asume expresiones y giros que dan cuenta del culto al dinero
fácil, al cortoplacismo, a la violencia y al reto permanente a la legalidad y a las
instituciones2. “El narco crea su propio código lingüístico y con el tiempo éste
permea en la sociedad. Después las palabras las usamos todos…me ha seducido el
sonido de las palabras, la variedad de su significado y la capacidad de trasgresión
que tienen”3.
La ideología narco busca introducir la percepción según la cual “el trabajo nunca es
un camino seguro hacia el éxito, o la vida mínimamente confortable”5. El conocido
“narcocorrido”6 mexicano “El agricultor”, interpretado por el grupo musical “Los
pumas del norte” es una abierta apología a la vida ilícita y una clara explicitación de
la ideología que la sustenta.