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Universidad Nacional de Mar del Plata

Facultad de Humanidades
Departamento de Filosofía
2do. Examen Parcial
Alumna: Viviana Cortés Araya
Carrera: Profesorado de Letras
DNI: 95.446.375
Fecha de entrega: 26 de noviembre de 2021
Dirección de e-mail: cortesvivianacr@gmail.com

“¿Qué sabe el hombre de sí mismo?: intelecto, verdad y lenguaje en sentido nietzscheano”


¿Qué sabe el hombre de sí mismo?: intelecto, verdad y lenguaje en sentido nietzscheano
“Fatiga de los nombres.”

“Callar el nombre,
decirlo
sin la palabra agreste de un lenguaje”
Roberto Juarroz

“sin embargo... No me
fío de mí. Nada es
permanente. Menos
lo es la palabra. Esto
tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco.”
Chantal Maillard

Nos interesa para este trabajo des-membrar cierta constelación de conceptos entrelazados
que giran en torno a la noción de sujeto que desarrolla Nietzsche en su obra Sobre verdad y
mentira en sentido extramoral. Creemos que intelecto, verdad y lenguaje son parte fundamental
para poder entender porqué el filósofo alemán afirma que el hombre descansa en la indiferencia
de su ignorancia. Todo texto es un diálogo con otros textos, con otras voces. Podríamos decir –a
grandes rasgos–que este texto nietzscheano dialoga con cierta postura cientificista que tiene
como bandera las leyes físicas y matemáticas, es decir, es una respuesta a la consideración como
único acceso a la verdad a través del llamado método científico. No es casual que el texto inicie
con un tono de fábula, de mito, de cierta ficción: “En algún apartado rincón del Universo ... hubo
una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento”. 1 Desde esas
primeras oraciones, podemos decir que Nietzsche le resta cierto posicionamiento al
“conocimiento” al ser inventado justamente por los hombres. Más adelante se plantea que el
orgullo del hombre está ligado a su conocimiento y que el más soberbio de todos los hombres es
el filósofo. Ahora bien, en algunos pasajes de la obra se menciona el conocimiento y en otros el
intelecto. La pregunta que nos hacemos es cuál es la diferencia entre ambos. Creemos que el
conocimiento es, como venimos sosteniendo, una creación del hombre, mientras que, el
intelecto, es una suerte de “medio de conservación del individuo”.
Ahora bien, el intelecto humano –afirma Nietzsche– frente a la naturaleza es “lastimoso”,
“sombrío”, “caduco”, es el medio para poder estar al menos un minuto en la existencia, es un
estado que no va más allá de la vida humana. 2 Ahora bien, podríamos preguntarnos qué relación
existe entre el intelecto y la verdad o entre el intelecto y el lenguaje. Nietzche menciona que el
efecto más general del intelecto humano es el “fingimiento”, el “engaño”. De manera bastante
poética, este pensador sostiene que el sujeto “se limita a deslizarse sobre la superficie de las
cosas”, es un mecanismo que no conduce a la verdad como creeria un científico o el sujeto
cartesiano, sino que solamente acaricia el dorso de las cosas. Los versos de Chantal Maillard 3
que insisten en “esto tampoco” tienen que ver con el fingimiento, el engaño y la inestabilidad de
la palabra en sentido nietzscheano. La voz poética no se fía del lenguaje, no se fía de la

1
NIETZSCHE, F., Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid, Tecnos, 1994. (pag. 17)
2
Esta es una fuerte critica al positivismo y a la ciencia del momento.
3
Poeta y filósofa. Una de sus obras más conocidas es Matar a Platón.
permanencia por eso dice: “menos la palabra”. Sería válido, entonces, preguntarnos qué relación
existe entre la verdad y el lenguaje o entre la verdad y la mentira.
Nos hacemos estas preguntas para ingresar a lo que pensamos como una constelación de
conceptos que proponen la hipótesis de que el hombre no se conoce a sí mismo. Si continuamos
con lo anterior, podemos advertir que hay un hilo que une el lenguaje con la mentira. Nietzsche
sostiene que existe una convención, un poder legislativo del lenguaje, un tratado de paz que,
justamente, se relaciona con la mentira: “Solamente hemos prestado atención, dicho en términos
morales, al compromiso de mentir de acuerdo a una convención firme”. Ahora bien, el lenguaje
tiene un misterioso “impulso hacia la verdad”, la pregunta en este caso sería si puede alcanzarla
por medio de dicho tratado o convención. Lo interesante de esta postura es que Nietzsche
alumbra una zona que pareciera ya alumbrada del todo: el lenguaje fija lo que podríamos llamar
verdad, “proporciona las primeras leyes de la verdad”, es decir, el lenguaje inventa la
designación de las cosas. Desde esta perspectiva, podríamos enlazar lo que se conoce como la
visión antropoformista del sujeto nietzscheamo, es decir, esas verdades solo buscan, en cierto
sentido, la metamorfosis del mundo de los hombres. Nietzsche sostiene que “con las palabras
jamás se llega a la verdad”, es el “tampoco” de Maillard y la “fatiga” de Juarroz. Pero entonces,
¿qué es la verdad para Nietzsche?, ¿puede el sujeto acceder a ella?. Si seguimos el pensamiento
nietzscheano tendriamos que decir que no: “La cosa en sí (esto sería la verdad pura sin
consecuencia) es totalmente inalcanzable y no es deseable para el creador del lenguaje”. Pero
insistimos en la pregunta, ¿qué es la verdad? y la constelación se vuelve cada vez más compleja.
Pareciera ser que la verdad es una suerte de solidificación de una mentira: “después de un
prolongado uso un pueblo considera firmes, canónicas, vinculantes”. Pareciera, también, que
hemos olvidado que la verdad es una ilusión, una construcción colectiva, un poder legislativo
que nos gobierna.
Hasta acá hemos trazado conexiones entre la verdad, el lenguaje, el conocimiento y el
intelecto. Podríamos seguir ampliando la visión y poner en juego otro concepto que se desarrolla
en la obra como una suerte de escapatoria a esta tela de araña que nos atrapa y nos deja como
presas, nos referimos al olvido. Los versos de Juarroz hablan del silencio, hablan de “callar el
nombre”, de “decirlo sin lenguaje”. Es otra manera de olvidar. Nietzsche sostiene que “solamente
mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una
verdad”, es decir, solamente mediante el olvido de sí mismo puede alcanzarse una cierta verdad.
Al inicio del texto, Nietzsche se pregunta “en realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo?”, qué
sabe la ciencia de la vida, qué sabe el lenguaje de la verdad, qué sabe el intelecto del
conocimiento, qué sabemos del saber. Tomamos el mundo a nuestra medida, hacemos a los
dioses a nuestra imagen, creemos definir la pureza de las cosas, la esencia misma de la vida.
Desde la perspectiva nietzscheana partimos siempre del error: “el hombre nada más desea la
verdad en un sentido limitado”, como decíamos más arriba, en un sentido antropomórfico.
Hemos visto, en este breve ensayo, de qué manera Nietzsche construye un tejido de
conceptos para desarrollar ese particular interés que tiene el sujeto por la verdad. Hay una fuerte
crítica al cientificismo de la época –con mayor medida en la segunda parte del texto– cuando
afirma que el hombre racional presenta casi naturalmente una inclinación al engaño. El sujeto de
la ciencia se engaña con sus propias construcciones, con el contenido que le asignan a las cosas
para infundirse respeto a ellos mismos. Vimos, también, que el intelecto y el conocimiento son
herramientas para el arte de fingir del sujeto quien levanta sobre cimientos de agua su propia
realidad. Desarrollamos que el lenguaje no es de fiar, que, como el verso de Juarroz, la palabra
fatiga, el nombre no alcanza, la palabra no es permanente nos dice Maillard. La pregunta que nos
queda es cómo salimos, cómo nos libramos de ese sujeto que marcha lentamente bajo la
tormenta.
Bibliografía

NIETZSCHE, F., Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid, Tecnos, 1994.

Maillard, C., Lógica borrosa. Madrid. Miguel Gómez Ediciones. 2002

Juarroz, R., Poesía vertical. Valencia. Ediciones Pre-Textos. 1994

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