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LA MUJER EN EL MOVIMIENTO OBRERO DEL CONO SUR DE LATINOAMÉRICA:

ARGENTINA Y CHILE, FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIO DEL SIGLO XX

Gabriel Eduardo Torres Urrutia


Profesora: Magdalena Valdivieso
INDICE

RESUMEN 3

I.- INTRODUCCIÖN 4

II.- COMPAÑEROS y ¿compañeras? 9

III.- MOVIMIENTO OBRERO SIN OBRERAS 12

IV.- CONCLUSION O LA LARGA LUCHA DE SER RECONOCIDAS 18

V.- BIBLIOGRAFIA 21

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RESUMEN

Cuando comencé a escribir este trabajo, esperaba encontrar mucha bibliografía y


artículos sobre el papel de la mujer en el movimiento obrero de Latinoamérica: Pero a poco
andar, me doy cuenta que casi todo lo existente habla de Obreros sin distinción de género,
poco o nada de mujeres y por último, sobre todo en textos de la izquierda más tradicional, una
crítica a la lucha particular o mejor dicho especifica de las mujeres.
Así que mi intento es descubrir una parte de esta historia de mujeres en la resistencia
del mundo laboral al capital y al patriarcado. Como digo, no fue tan fácil, pero creo necesario
hacerlo para colaborar en este redescubrimiento de nuestra historia y de nuestras
discriminaciones en movimientos emancipadores.

ABSTRACT

When I began to write this work, it was expecting to find great bibliography and articles about
the paper of the woman in the labor movement of Latin America: But to little walking, I
realize that almost everything existing speaks about Workers without distinction, little or
anything of women and finally, especially in texts of the most traditional left side, a critique
to the particular fight or rather it specifies of the women. So my attempt is to discover a part
of this women's history in the resistance of the labor world to the capital and to the patriarchy
one. As I say, it was not so easy, but I believe necessarily to do it to collaborate in this
rediscovery of our history and of our discriminations in emancipating movements.

Palabras Claves: feminismo, socialismo, derechos de la mujer, anarquismo, movimiento


obrero

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I.- INTRODUCCIÓN

Entrar en la pista de la participación de las mujeres en las diversas luchas sociales


desde el siglo XIX en adelante, están plasmadas de valentía y arrojo, lo cual, muchas veces
quedan en el inconsciente como acciones llevadas a cabo casi exclusivamente por hombres.

Sin embargo, entrar en la recopilación de las organizaciones en lucha y el papel de


las mujeres dentro de ellos, abre una mirada distinta, mas allá de las delineadas por la cultura
patriarcal, blanca, heterosexual, que deja fuera mas de la mitad de la humanidad en esta lucha,
o en la historia reciente de las luchas, sobre todas las obreras, las cuales trato en este trabajo,
para explicarme y tratar de explicar la forma en que las mujeres fueron dejando de lado, mas
no abandonando, la lucha económica por una lucha donde todos y todas sean reconocidas por
igual. Una lucha más específica contra la estructura socio-cultural del patriarcado.

La intención del trabajo es conocer el desarrollo de las Organizaciones Obreras


(Sindicatos, Sociedades de Resistencias, Mutuales, Centros Sociales, etc) que han existido en
el sur de Latinoamérica, sobre todo Argentina y Chile.

La influencia de los movimientos socialistas (anarquistas y marxistas) europeos,


llegan a nuestros puertos en manos de marinos mercantes, de obreros Alemanes, Italianos,
Españoles, Belgas y Rusos, entre otros, los que influyen en la organización de los trabajadores
y trabajadoras del cono sur de Latinoamérica. Además de esta influencia, existe también a
partir de la revolución rusa, otro impulso al movimiento obrero del cono sur.

Aquel movimiento revolucionario fue un estímulo para organizarse contra las


estructurales injusticias sociales que promueve la organización capitalista de la sociedad. En
1919 estalló en la ciudad de Buenos Aires la llamada Semana Trágica, iniciada por mejoras
laborales en los Talleres Metalúrgicos Vasena.

Por otro lado, en la Patagonia, la caída del precio de la lana tras el fin de la Primera
Guerra generó una preocupante desocupación. En 1920, en plena posguerra, el precio de la

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lana argentina, como la de otros países, cayó de $9,74 a $3,08, regresando así al nivel normal
de cotización en tiempos de paz. La caída de la demanda mundial ocasionó una gran crisis
para los estancieros latifundistas que se beneficiaban con la explotación de la cría de ganado
lanar.

A pesar de sus grandes aunque disminuidas ganancias, los patrones obligaban a los
peones a trabajar con 18° bajo cero arriando majadas. Los esquiladores concluían jornadas de
16 horas con los brazos agarrotados; los obreros, por su parte, trabajaban 12 horas por día 27
días al mes.

Las inhumanas condiciones de trabajo detonaron finalmente actos de protesta de


tendencia anarquista, que fueron prohibidos por el gobernador interino de Santa Cruz,
Edelmiro Correa Falcón.

Las centrales obreras de la región, la Federación Obrera Magallánica de Punta


Arenas y la Federación Obrera Regional de Río Gallegos sostuvieron un fluida comunicación.
Y en julio de 1920, en el sur chileno, surge una primera huelga que fue sofocada. En agosto
de aquel mismo año comenzaron huelgas en la gobernación de Santa Cruz. Así se iniciaron
los movimientos de protesta que derivaron en lo que hoy se conoce como la "Patagonia
Trágica" o la "Patagonia Rebelde".

Al propagarse la huelga, el gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) ordenó al


teniente coronel Héctor Benigno Varela utilizar a la caballería, y a fuerzas de la marina, para
ocupar los puertos de Santa Cruz. En un principio, Varela negoció con los huelguistas, entre
quienes se hallaban chilenos y españoles. El enviado de Yrigoyen prohibió la circulación de
moneda chilena y concretó un convenio aceptado por los trabajadores. En mayo de 1921
Varela abandonó Santa Cruz.

Aparentemente se había llegado a un acuerdo. Pero los estancieros no cumplieron lo


acordado entre Varela y los huelguistas. Resurgió así el malestar, atizado por los dirigentes

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anarquistas. Una nueva huelga estalló en octubre, con mayor vigor que la anterior. Sus
principales conductores eran el español Hugo Soto y "Facón grande".

En la segunda huelga de octubre de 1921, el gobierno argentino sospechaba de una


participación chilena en la sublevación. Los huelguistas poseían numerosas armas de fuego
que sólo podrían proceder del otro lado de la cordillera. Esta presunta intervención trasandina
habría pretendido sembrar el caos en la Patagonia argentina para facilitar una posible
ocupación.

Numerosos elementos alimentaban estas presunciones de una intervención de


militares chilenos en la huelga de Santa Cruz de 1921destaca el ordenado desplazamiento de
las masas huelguistas, sus métodos de atrincheramiento, y las maniobras realizadas para
evitar la batalla.

El teniente coronel Varela fue nuevamente comisionado por Yrigoyen para resolver
el conflicto. Pero esta vez actuó con desaforada violencia. La dramática trasformación de
Varela, el paso de la negociación hacia la sanguinaria represión, se explica por la aparición de
sólidos elementos de sospecha en cuanto a una injerencia extranjera en la segunda huelga, que
no existieron en la primera. En Paso Ibáñez, hoy Comandante Piedrabuena, el pueblo fue
ocupado por una columna de 900 huelguistas. Desde allí se enviaron emisarios para
conferenciar con Varela.

La respuesta fue que debían rendirse incondicionalmente en el lapso máximo de tres


horas. Caso contrario, serían sometidos por la fuerza y pasados por las armas.

El resultado final de la huelga, 1500 obrer@s fusilad@s una vez rendidos a las
fuerzas del ejército Argentino. De este lamentable hecho, se publica en un periódico de la
FORA[ CITATION Osv09 \l 13322 ] sobre la huelga de las Putas del prostíbulo la Catalana,
quienes cuando llegan los soldados, una vez terminada la masacre, a que “se sacaran el
gusto”[ CITATION Osv09 \l 13322 ], se encuentran con 5 prostitutas que se niegan a
acostarse con ellos, es más, los reciben a escobazos y gritándoles, asesinos, con asesinos no

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nos acostamos, lo que genera el horror de los soldados quienes la emprenden contra las
mujeres, las que luego son llevadas a comisaria, las mujeres son: María Juliache – 28 años –
soltera – española – pupila del prostíbulo. Maud Foster – 31 años – soltera – inglesa – pupila
del prostíbulo. Amalia Rodríguez – 26 años – soltera – argentina – pupila del prostíbulo.
Ángela Fortunato – 31 años – casada – argentina – modista – pupila del prostíbulo. Consuelo
García – 29 años – argentina – soltera – pupila del prostíbulo.[ CITATION Osv09 \l 13322 ]
Dice en el poema de Cesar Vargas en homenaje a una de las jóvenes: a Consuelo García

“Ningún fusilador resbalará en mis jugos”


C. G. pupila del prostíbulo La Catalana
Dame un himno sin triunfo
Consuelo
puta mía,
consuélame del viento
bala a bala.
Aquí en el sur del mundo
la dignidad alzó su escoba,
apretó las rodillas, dijo NO.
Dame tu NO
tu valentía,
consuélame, Consuelo,
madre puta,
dueña del esperma de cada fusilado,
dispara sobre el mundo
desde el fragor de tus riñones.
Dispara sobre el frío
sobre los uniformes
de esta patria maldita.
No dejes de disparar
tu NO, tus escobazos,
que el crimen retrocede

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ante la furia de tu sexo,
que resucita el aire, la justicia,
enséñame a ser hombre
puta mía,
dame el amor
dame la risa
y quítame las armas
de las manos.

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COMPAÑEROS y ¿compañeras?
Bajo el lema de “Ni Dios, Ni Patrón, Ni Marido”, los anarquistas apelaban a todos aquellos sujetos que eran oprimidos de
diversas formas por los órdenes establecidos: catolicismo, capitalismo y patriarcado, respectivamente.

Generalmente al hablar de movimiento obrero, necesariamente se asocia con obreros,


hombres, con pala y picota, u héroes de luchas contra los capitalistas, en largas marchas o en
lucha directas con los soldados o policías. Sin embargo, el obrero como sujeto ligado al
movimiento popular, es el que asume la resistencia al capital a través de la organización de los
trabajadores, para los cuales, es cuando se logre la nueva sociedad es que todos los males de
la sociedad desaparecerían incluso el de la necesidad que la mujer salga del hogar para tener
que trabajar en las fábricas para mantener a sus hijos, pero, para algunos, o mejor dicho para
algunas, estos cambios no son automáticos con el cambio político o de sistema, y comienzan a
reconocer sus particularidades de lucha, a agitar y hacer propaganda entre otras mujeres de
sus reivindicaciones de liberación por una nueva forma de relación en lo público y lo privado,
y porque la reivindicación de la mujer en el hogar, no es una reivindicación de liberación, sino
de mantención del status quo de opresión.

Los anarquistas desde la concepción del imaginario social patriarcal, apelan a la


lucha contra el poder más que reconocer en los primeros tiempos el feminismo, dado el
carácter “pequeño Burgués”, en eso se acercan a otras tendencias dentro de la izquierda
marxista. Pero sin embargo, para las anarquistas, la lucha no era por una definición jurídica,
sino de lucha contra los elementos o instituciones que establecen y sostienen la dominación:
Iglesia, estado, capital, levantando el concepto de ni dios ni patrón ni marido. Sin embargo, a
pesar de la claridad de reconocer estos conceptos de dominación, siguen en la línea de una
liberación total, sin espacio a las particularidades, a las necesarias experiencias de
construcción social dentro del capitalismo. La crítica a la especificidad de las demandas no

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sólo económicas de las mujeres trabajadoras son vista por el resto de trabajadores como
demandas burguesas, fuera del ámbito del paradigma del momento, de la lucha de clases. Este
paradigma que cierra posibilidad a otras experiencias salvo aquellas que están dadas entre la
dicotomía capital/trabajo, fuera de eso, no hay espacio para nada. Es en este tipo de espacios
construidos en la necesidad de terminar con la explotación económica, es donde las mujeres
con ideas avanzadas de igualdad entre sexos, sin la división sexual del trabajo.

El movimiento obrero recoge la influencia patriarcal del siglo XIX y XX de incluir


en un concepto genérico de Hombre como especie, sin distinción de género, lo cual crea una
confusión sobre el papel de la mujer en este movimiento de obreros, definición que ha
mantenido a las mujeres, sobre todo en la actualidad en secciones femeninas, algo muy
cercano a centros para mujeres en espacios cedidos por los varones para que las mujeres
hagan lo que ellos esperan de ellas, por tanto, en cuanto no se reconoce esta lucha como
necesaria no solo en lo Económico-político, sino en los social y cultural. Lo que más tarde,
algunas mujeres fuera del movimiento de trabajadores levantan demandas que apuntan a lo
político: reconocimiento del derecho de voto, posibilidad de estudiar en la academia. Por otro
lado, las mujeres dentro del movimiento de trabajadores, en algunos momentos también
desconocerán esta lucha específica, dado la distancia de las mujeres feministas de la época y
su nivel de preparación o segmento social, se ven como lejanas, como distantes social y
políticamente, así que continuaran siendo compañeras de viaje dentro del mundo laboral, en
especial sindical, luego de 1920, con un sindicalismo institucionalizado con espacio dentro de
espacios estatales.

Al revisar antecedentes del Movimiento Obrero en el cono sur de Latinoamérica


encontramos una serie de mujeres que han estado presentes y en primera fila de la
organización y no solo como adherente pasiva. Ejemplo de esto es en la Federación Obrera
Regional Argentina, la cual influenciada por anarquistas Italianos, Rusos y españoles traen
teoría de emancipación social y no solo de clases, a esto se suma los obreros y obreras
Argentinas que influencian en el mundo trabajador del campo y la ciudad sobre la idea de la
Revolución Social.

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Un primer vistazo de las mujeres en las luchas obreras, la encontramos en la
Federación Obrera Regional Argentina (FORA) de orientación anarquistas, donde mujeres
como Virginia Bolten, nacida en Uruguay llega a Rosario Argentina a fines de del siglo XIX,
encabeza una ancha columna de hombres y mujeres en la manifestación popular del 1° de
mayo de 1890 en la plaza López. Su encendido discurso hace que sea encarcelada por atentar
contra el orden social. Los rumores de la historia dicen que fue la primera mujer que habló en
un mitin obrero. Luego se trasladaría a Buenos Aires. Por sus continuos discursos que
infunden el anarquismo, sufre la continua persecución militar. Forma parte del Comité de
Huelga Femenino, que movilizaba a los trabajadores del Mercado de Frutos porteño. En 1907,
ya como miembro del Centro Femenino Anarquista, activa la huelga de inquilinos. Por esto es
deportada a su país natal.

En la misma organización encontramos a Juana Rouco Buela quien llega a la


Argentina en 1900 desde España y se instala en Buenos Aires. “A los quince años ingresa al
movimiento del 1° de mayo de 1904. Fue su primera participación en un acto obrero. Tiempo
después representa a las mujeres de la "Refinería Argentina", de Rosario, en el Congreso de
la FORA. En 1907, organiza el Centro Femenino Anarquista, y participa de la huelga de los
inquilinos. Es deportada y vuelve a España. A su regreso, como no puede hacerlo en el país,
se instala en Montevideo, y desde allí inicia una fuerte actividad propagandística junto a
Bolten y María Collazo”.[ CITATION Mab12 \l 13322 ]

Rosa Dubovsky Nacida en Rusia y perseguida por el régimen zarista, huye junto a su
marido Adolfo hacia Turquía. Adolfo se alista en el Ejército mientras hace el Servicio Militar,
y allí entrega un arsenal de armas a los revolucionarios. Antes se casan en secreto: Rosa parte
a Francia, y su esposo, a Buenos Aires. En 1907, se rencontraron en Rosario, cuando él
trabajaba en los Ferrocarriles y ella trabajaba como sombrerera.
En la ciudad de Santa Fe, Adolfo milita en el campo anarco-sindicalista, y Rosa
concurre a las reuniones de mujeres anarquistas. Funda una biblioteca, exclusivamente para
mujeres, llamada Emma Goldman.

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Mujeres que suman parte de este movimiento que lucha por la emancipación
humana, sin embargo, se aprecia que aun no hay una situación de conciencia de genero, pero,
sin embargo, ya se vislumbra en algunas de ellas, sobre todo las mujeres de sindicatos textiles,
quienes cuestionan la poca presencia de las esposas de los trabajadores haciendo presente el
papel opresor vía tradición de los compañeros de lucha, es decir otros trabajadores que
reconocían a principios de siglo XX que el papel de la mujer era en la casa y no en las
fábricas.

El nombrar a mujeres, no hace que un movimiento u organización tenga


necesariamente un papel importante en la orientación de género o por lo menos de una
igualdad de condiciones dentro de la misma, esto porque esa doble lucha ha sido una
permanente en el espacio público y privado. Sin embargo, esta ha sido la tónica de la lucha de
la mujer en las diversas estructuras sociales patriarcales, pero, sin embargo, ha sido la mujer
quien ha dado impulsos radicales a las luchas por la emancipación.

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MOVIMIENTO OBRERO SIN OBRERAS

“¿Qué es la obrera? La obrera es una máquina de carne, suyo sistema reproductor, ha sido transformado en productor. La
obrera, o sea el caballo-hembra, desempeña, haciéndosela un honor –dos importantes papeles. Es artefacto sexo-sensual y es
bestia de carga o máquina industrial. Ella debe durante el día trabajar en el taller o prisión, servir como una esclava y
arrastrarse como un reptil para ganar su alimento miserable, el de sus hijos y parte del de su marido o amo. En la noche asear
su casa, lavar la ropa, hacer de comer, acariciar a sus niños y servir de madre, de hija, de esposa y de animal tolerante y
satisfaciente del hombre-perro que ladra, que come, que empuerca y halaga miserablemente- sin que nunca venga un rayo de
luz, una nota dulce, una sonrisa, una esperanza, a tocar sonoramente sus delicadas fibras del corazón de la mujer que sufre y
que siente. Rosa Rubí

En el inicio de la formación de los movimientos sociales clásicos en América Latina,


especialmente Argentina y Chile, tuvieron una fuerte influencia anarquista y socialista, a
través de la migración europea, principalmente italiana y española, de fines del siglo XIX y
comienzos del XX. Estos inmigrantes anarquistas, básicamente artesanos y trabajadores de
pequeñas actividades económicas, se dirigieron principalmente hacia las zonas urbanas,
formando los primeros atisbos de movimientos obreros en especial en áreas ligadas a la
minería. A partir de la Primera Guerra Mundial y posteriormente durante los años veinte, la
expansión de las manufacturas en la región crea condiciones para el surgimiento de un
proletariado industrial, que tendrá su pleno desarrollo con los procesos de industrialización de
la década 1930.

Estos movimientos anarquistas tuvieron su auge en toda la región entre 1903 y 1930,
años en los que se organizaron huelgas generales bastante significativas que abrieron un
proceso de sindicalización del movimiento obrero, como el caso de Perú en 1919, Brasil en
1917, Argentina en 1919 y Chile 1903, 1905, 1907 y posteriores. Se crea un clima político

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generalizado favorable a la huelga general como forma de lucha principal, a pesar de que en
algunos casos éstas no tenían un objetivo claro o buscaban una especie de disolución del
Estado. En esta fase se consiguieron avances importantes en las luchas sociales y sindicales,
colocándose en el eje de las luchas reivindicaciones específicas como la reducción de la
jornada a ocho horas por día así como mejoras salariales y de condiciones de trabajo y de vida
de los obreros. Pero otro elemento común a la región, es que las huelgas por pacificas que
fueran, eran brutalmente reprimidas.

En los recuentos o relatos históricos, se refiere en general a la lucha misma, salvo


algunos historiadores que han tratado de indagar más en la composición del movimiento, pero
no ha sido posible identificar el papel de la mujer en estas luchas, y no por no estar presente,
sino porque hasta poco tiempo atrás, la heroicidad de las luchas obreras eran exclusivas de los
hombres, quienes deben orientar la lucha de otros hombres. De esta forma, la mujer asume
papeles secundarios o muchas veces incluidas en esta definición social-simbólica de lo
masculino en el lenguaje como elemento integrador, lo genérico discursivo, la especie
humana orientada desde lo masculino.

En Chile, la participación de la mujer en el Movimiento Obrero, tiene sus orígenes en


el contexto de la expansión urbana “Uno de los cambios más importante para las mujeres
durante la época salitrera en Chile fue el rápido crecimiento de los centros urbanos, cuya
población total aumentó entre 34 y 49 por ciento en el período 1885-1930. Mientras los
hombres migraron del campo para participar en la producción salitrera o en la expansión
del ferrocarril y actividades portuarias, las mujeres que llegaron a la ciudad buscaron
trabajo en las industrias textiles y alimenticias nacientes: en realidad, la mayoría de ellas
quedó en el servicio doméstico, la prostitución, la lavandería, mientras pocas consiguieron
una posición más estable y mejor remunerada en talleres o fábricas. En una forma común a
otros casos de industrialización, se incorporó dentro de las fábricas una estructura de
trabajo que dividió a las mujeres de los hombres. En este esquema, la participación
marginalizada y mal remunerada de las mujeres en trabajos industriales afectó directamente
su participación y demandas en el movimiento obrero, lo que se refleja claramente en el
periódico femenino La Alborada”[ CITATION Hut12 \l 13322 ].

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Esta expansión traslado a los diversos centros productivos la los obreros, y con ellos
a sus familias. Es en estos centros donde la propaganda de ideas emancipadoras como la
anarquista y socialista logra permear en los oídos proletarios, sumado a esto las condiciones
de trabajo en régimen casi esclavo. Las mujeres que ingresan a las faenas fabriles, sobre todo
en textiles, también desarrolla organizaciones de defensa y por mejoras salariales.

“La primera sociedad femenina de que tenemos noticias se funda en el puerto de


Valparaíso el 20 de noviembre de 1887. Se llamó Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos
de Valparaíso y como su nombre lo indica, fue una agrupación que surgió desde una
identidad de clase proletaria, y con el objetivo específico de proteger su deteriorado cuerpo
sometido a las más duras condiciones del trabajo asalariado fabril”[ CITATION Hut12 \l
13322 ]

Sin embargo, para la época, la entrada de la mujer en el mundo del trabajo fuera del
hogar no es visto con buenos ojos, y se comienza a generalizar la idea que esta situación sobre
todo por dirigentes obreros que plantean que esto es en desmedro de la familia de los obreros.

Aunque en sectores más radicales como las Sociedades de Resistencias (anarquistas


y socialistas) se apela al principio a la mujer como hermana o esposa de los trabajadores a
sumarse a la lucha por el socialismo, luego ese discurso comienza a identificar a la mujer
como compañera de lucha en su papel de trabajadora. Sin embargo, se sigue buscando que la
mujer retorne a su papel de sostenedora de la familia, por tanto, no era necesario que se
mantenga en el mundo del trabajo fuera del hogar.

Se encuentra el periódico La Alborada como portavoz de la mujer en el Partido


demócrata Doctrinario.

“Desde su inicio en 1905, La Alborada sirvió como vocero femenino del Partido
Demócrata Doctrinario (PDD), auto identificado como partido obrero y estrechamente
vinculado con grupos anarquistas durante esta época extremadamente conflictiva del
movimiento obrero en Chile. El periódico se dirigía explícitamente al proletariado femenino,
incluyendo así a las esposas, madres y hermanas de los trabajadores.

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En un comienzo, el enfoque del periódico en cuestiones femeninas fue dominado por
la preocupación por el movimiento laboral. Aunque los colaboradores parecían estar de
acuerdo en cuanto a quienes eran los enemigos de la virtud y del bienestar de la mujer —los
patrones, las mujeres burguesas, la policía, los vicios masculinos como el alcohol, el
adulterio, y la violencia contra la mujer—, elaborar estrategias para la emancipación de la
mujer fue para ellos una preocupación secundaria. En su primer año, La Alborada dio
prioridad a los problemas de los trabajadores de ambos sexos, dándoles, por consiguiente,
menos importancia a las cuestiones femeninas. Como para despejar cualquier amenaza al
movimiento obrero masculino, el editorial del primer número afirmo:
No buscamos glorias ni ganancias; pues es muy sabido que toda empresa
periodística deja sólo amargos sinsabores. No poseemos más caudal para la publicación de
La Alborada, que la firme voluntad que nos anima y la satisfacción que experimentamos de
alentar a nuestros hermanos y decirles que las proletarias están a su lado para afrontar los
peligros de la lucha y ¡adelante!”[ CITATION Hut12 \l 13322 ].

Entre las mujeres que se puede encontrar están: Juana Roldán Escobar, una de sus
principales dirigentes, fue una luchadora incansable por los derechos de los trabajadores y de
la mujer. Contribuyó a la formación de numerosas sociedades y confederaciones, para
estimular la participación de las obreras, la educación y la defensa de sus derechos.
Carmela Jeria Gómez, de Valparaíso. Fue tipógrafa en la Litografía Gillet de
Valparaíso cuando empezó a editar La Alborada.
Como rehusó dejar de trabajar con el periódico y el movimiento obrero, fue
despedida en seguida de su puesto en la litografía. Jeria fue bastante conocida como oradora
destacada en reuniones y cenas del Partido Democrático. Fue también delegada en el
Congreso Obrero Social de 1905 y fundó la Sociedad Periodística La Alborada en 1906.
Esther Valdés de Díaz activista de orientación anarquista hizo que la posición del
periódico La Alborada en cuanto a la emancipación de la mujer fuera más explícita. En agosto
de 1906, Valdés había organizado una sociedad de resistencia para sus compañeras costureras,
que llegó a ser una de las organizaciones más grandes de los grupos de trabajadoras de
Santiago. Como corresponsal, aludió detalladamente a la naturaleza y al funcionamiento de la
Asociación de Costureras. Estas descripciones nos dan mucha información sobre las

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condiciones de trabajo en los talleres femeninos, el carácter de las relaciones entre jefes y
empleadas, y el activismo femenino.

Lo que nos dice Lucia Macoc (2011) es que en consonancia con lo que sucedía a
nivel mundial en los países desarrollados de occidente, a principios del siglo XX se comenzó
a problematizar la cuestión de la Mujer en la Argentina, poniendo de relieve diversas
demandas y reivindicaciones específicas del género femenino, como hemos visto en Chile, las
mujeres insertas en sociedades de resistencia y mutuales, comienzan a levantar demandas de
género, en tanto que no es solo la explotación capitalista, sino la opresión de los hombres, lo
que en las organizaciones de lucha económica no tomaba en cuenta estas particularidades, ya
que es el socialismo como forma de organización social, el que dará por concluida esta doble
explotación.

“En muchos países desarrollados de occidente existían ya movimientos feministas


desde fines del siglo XIX, que exigían, entre otras cosas, el mejoramiento de las condiciones
laborales de la Mujer, la igualación de salarios respecto del varón (por igual tarea
realizada), el reconocimiento del status de ciudadana en los respectivos Estados (la
consecución de los derechos civiles y políticos). De esta manera, las Mujeres comenzaron a
cuestionar progresivamente el yugo impuesto por la sociedad patriarcal” [ CITATION
Mac11 \l 13322 ].

Argentina también desarrolla esta lucha interna, o mejor dicho, la mujer ve que su
papel de explotada no cambia con la transformación económica, y deben luchar por
reivindicaciones propias de mujeres, sobre todo en los orígenes del movimiento obrero
argentino, sobre todo en el anarquismo y el socialismo, nos dice Lucia Macoc (2011)
“A diferencia del socialismo, las anarquistas problematizaron acerca de las
relaciones jerárquicas y desiguales entre los géneros masculino y femenino, y
particularmente, el autoritarismo que ejercía el hombre sobre la Mujer al interior de la
estructura familiar (golpeando duramente el núcleo de la dominación patriarcal). Sobre ello,
decía María Muñoz: “Los hombres todos, proletarios lo mismo que burgueses, y todas las
clases dominantes, siempre han tenido a la mujer en la mayor ignorancia para poder así con

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más facilidad dominarla, ha procurado mantenerla siempre en la esclavitud y para impedirle
que saliera de esta triste condición la ha rodeado de preocupaciones necias; ha
menospreciado su trabajo; su influencia en la sociedad y la ha anulado; en la familia la ha
postergado al segundo lugar; ha creado el honor para que a la que no quiera ser esclava la
sociedad la desprecie.(en Macoc, 2011)”

A pesar de la conciencia tomada por las mujeres y las opiniones redactadas en los
periódicos obreros, se sigue manteniendo una militancia dentro del obrerismo, lo que llevo
años en desarrollar una tendencia más particular de lucha feminista que termina por
abandonar el espacio común del sindicato para integrar grupos femeninos en principio
cercanos a mujeres instruidas y/o burguesas..

“En este sentido, para el socialismo la desigualdad entre los géneros radicaba
fundamentalmente en el sistema capitalista y las instituciones legales del Estado, y no al
interior de la estructura familiar. Por tanto, las anarquistas apuntaban a cuestionar el orden
social-simbólico, fundamentalmente a la esfera íntima y privada del hogar –cuestionar las
relaciones dentro de la institución de la familia y el matrimonio-, a extinguir las bases del
sojuzgamiento que desde allí operaba el hombre sobre las Mujeres y generar una nueva
conciencia a la Mujer, libre de los prejuicios religiosos y sociales propios de la sociedad
burguesa. Las anarquistas apuntaban con sus discursos a las mujeres obreras y pobres de
fines de siglo XIX: en ellas se conjugaba la doble explotación económica y del hombre.
Las mujeres, estaban doblemente oprimidas: por la sociedad burguesa, y por los
hombres. El desarrollo específicamente feminista de la teoría anarquista descansaba en su
ataque al matrimonio y al poder masculino sobre las mujeres. El comunismo anarquista
había tomado de Engels la crítica al casamiento burgués como un medio de salvaguardar la
transmisión capitalista de la propiedad. También reiteraba su visión de que la familia era el
lugar de la subordinación de la mujer. Las escritoras de La Voz de la Mujer, al igual que las
feministas de otras latitudes, prosiguieron el desarrollo de un concepto de opresión que se
centraba en la opresión de género. El casamiento no era tan solo una institución burguesa;
sino también restringía la libertad de las mujeres, incluyendo su libertad
sexual.”[ CITATION Mac11 \l 13322 ]

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IV.- CONCLUSION O LA LARGA LUCHA DE SER RECONOCIDAS

Si bien es cierto, la mujer en el movimiento obrera, al principio se reconoce en


igualdad de condiciones, pero según avanza el tiempo, y exige reivindicaciones propias, se
distancia del núcleo central del Movimiento, en tanto, la lucha de clases no explica por sí
misma la doble explotación a la cual está sometida, además que en esta lucha, la influencia
del catolicismo hace que una parte de las mujeres asuma una posición más particular en la
definición de su lucha contra esta dominación patriarcal.
Definir este periodo (fines del siglo XIX y principio del siglo XX) como feminista,
no es la mejor definición, pero sí, como un periodo de descubrimiento de las mujeres de su
condición de explotadas y oprimidas, por el capital y por sus compañeros. Cuesta reconocer, o
identificar de forma clara el papel de las mujeres, ya que se observa que según el paradigma
de la lucha de clases, estaban todos y todas incluidas en esta configuración genérica de
compañeros trabajadores, sin que sea muy masiva la critica a esta forma inclusiva/segregada
de la mujer en organizaciones de trabajadores, a pesar de las voces levantadas en reivindicar
cosas que van más allá de lo económico, como las relaciones, constitución familiar, critica a
la dominación desde lo religioso, estatal o patriarcal. Abrir el espacio negado, develar la
dominación entre los compañeros explotados.

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En general, los debates del siglo XIX versaban sobre una historia causal implícita
en torno a la revolución industrial, que en la mayor parte de las historias posteriores de
mujeres trabajadoras se tuvo como un supuesto. Esta historia localizaba la fuente del
problema de las mujeres trabajadoras en la sustitución de la producción doméstica por la
producción fabril, que tuvo lugar durante el proceso de industrialización.
Como en el período preindustrial se pensaba que las mujeres compaginaban con
éxito la actividad productiva y el cuidado de los hijos, el trabajo y la vida doméstica, se dijo
que el supuesto traslado en la localización del trabajo hacía difícil tal cosa, cuando no
imposible. En consecuencia, se sostenía, las mujeres sólo podrían trabajar unos periodos
cortos de su vida, para retirarse del empleo remunerado después de casarse o de haber
tenido hijos, y volver a trabajar luego únicamente en el caso de que el marido no pudiera
mantener a la familia.[ CITATION Sco91 \l 13322 ]

La mujer en su papel de productora (fabril) debía ser transitorio, ya que era ella el
sostén emocional de la familia, y si ella falla, la institución familiar decae. Sin embrago, ese
discurso transversal a los sectores burgueses, católicos y proletarios, la igualdad de los
varones, el dominio del patriarcado que busca someter a la mujer a un papel lejos de dominio
público. Esto desde una situación más simbólica que real, ya que muchas de las mujeres
debían salir de la casa paterna a trabajar como criadas (empleadas domésticas), pero siempre
en un papel ligado a la administración y mantención de la casa (de mujeres burguesas u
oligarcas). Esta división sexual del trabajo se logró superar en algunos casos, pero con mucha
oposición, al punto que en la actualidad hay quienes aún sostienen que las dificultades
familiares están relacionadas con el trabajo fuera de la casa de la mujer.
Por tanto, aun mucho por hacer en el tema laboral de la mujer, no solo por la iniquidad
económica, sino además por el papel impuesto de “dueña de casa·, la “virtud de madre”, “la
sacrificada”, la dominada, la explotada.

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V.- BIBLIOGRAFIA

Trabajos citados

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