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A r is t ó f a n e s

El más ilustre y genuino representante de la Comedia Antigua ática nació


hacia el año 450 a. C. Fue hijo de colonos atenienses de Egina, pero no se
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sabe con seguridad dónde nació. Tal vez en Egina o Lindo. Cuando era aún
muy joven compuso sus primeras comedias, que fueron representadas con el
nombre de otros, según afirma el propio Aristófanes (Nubes, v. 530): «Y yo
(todavía era virgen y no podía dar a luz) abandoné a mi hijo y otra joven lo
acogió y adoptó». Con el nombre de Calístrato se representó la comedia Los
Comensales (427 a. C.), en la que ridiculizaba la educación práctico-legal de
los jóvenes, tema que más tarde desarrolló en Las Nubes. Fue el único de los
antiguos comediógrafos que desempeñó cargos públicos. Su nombre figura
en la lista de los pritaneos en una inscripción de principios del siglo iv a. C.
Murió después del año 388 a. C., fecha de su última comedia, Pluto.
Durante su vida se desencadenó la guerra del Peloponeso (431-404),
cuyo desarrollo quedó reflejado en todas las comedias que de él conocemos,
excepto en Las Asambleístas y Pluto. Frente a la libertad que gozaban los
poetas cómicos antes de la guerra, tras ésta desaparece gradualmente la virulencia de sus ataques
y hasta su imaginación creadora. La parte coral de sus
obras fue restringiéndose y los temas públicos fueron eclipsándose para ser
sustituidos por los privados. En la comedia el protagonista, secundado por el
coro, al que ha conseguido atraer a su causa con los argumentos más ingeniosos, acaba
resolviendo el peliagudo problema planteado al comienzo de la
obra, que tiene un final feliz, ya que retorna la paz, la fiesta y el amor.
Aristófanes refleja en sus obras tanto la opinión pública sobre ciertos políticos o generales, como las
debilidades y carencias del propio pueblo. Sus personajes repiten lo que pensaba todo el mundo,
someten a su crítica, jocosa pero
despiadada, a los gobernantes sin escrúpulos, a la asamblea pública, a los magistrados corruptos, a
los tribunales, al pueblo mismo. Nostálgico de la pasada
grandeza de Atenas, enemigo de novedades en el arte de razonar y de educar,
fustiga con la agudeza, la caricatura e incluso el disparate y el absurdo, la política
nefasta de su tiempo, a los demagogos, como Cleón, y a los generales belicistas,
como Lámaco, a los que el protagonista derrota con las armas de su ingenio, que
le sugiere; el empleo de los recursos inverosímiles o mágicos ya enumerados.
Al margen de los políticos o militares, convierte en blanco predilecto de
sus virulentos ataques a los sofistas, por la nueva educación que éstos impartían a sus jóvenes.
Elige equivocadamente como prototipo de éstos a Sócrates, a quien ridiculiza presentándolo como
un individuo extravagante y maniático. Otra de las víctimas de sus burlas fue Eurípides, a quien echa
en cara
el abuso de pasajes truculentos y lacrimosos, la presentación, de modo poco
digna, de los héroes trágicos y el uso de un lenguaje retórico y grandilocuente. En algunos pasajes
de sus comedias reproduce incluso versos y expresiones de Eurípides, que, fuera de su contexto
trágico, empleados en un lenguaje coloquial, resultan un tanto cómicos.
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La exposición de las incoherencias de la sociedad y del comportamiento
humano, del mundo al revés, de la inconcebible victoria sobre algo que se
consideraba imposible, provocaba en el público, además de la risa, una severa crítica de esta
sociedad absurda y un deseo de lograr a toda costa la justicia
y la paz. El insulto, la injuria y el ataque personal contra alguien es algo normal en la comedia de
Aristófanes, así como los palos prodigados a esclavos,
impostores, o antihéroes. Es frecuente la parodia humorística de la tragedia,
la epopeya, la lírica, los mitos, los ritos, los dioses y los oráculos.
El final feliz va acompañado de un copioso banquete, del que son excluidos el antihéroe y cuantos
vividores pretenden aprovecharse del triunfo del
héroe. La glotonería y el hambre de algunos personajes son recursos explotados para provocar la
risa. La comedia discurre en el mundo de la fantasía y
de la utopía, pero, bajo esa capa superficial, aborda problemas sociales y
humanos muy profundos, como las ansias de paz, las reformas sociales igualitarias o la búsqueda
de la felicidad colectiva e individual, temas tratados
también por los filósofos y moralistas de su época.
Un análisis somero de las obras de este poeta polifacético y brillante
produce una primera impresión de que se trata de un autor reaccionario, defensor a ultranza de la
tradición, opuesto a todas las innovaciones introducidas por las nuevas generaciones de
educadores, filósofos y poetas, es decir,
los sofistas, Sócrates y Eurípides. Sin embargo, en algunos temas, aparece
como un pacifista sincero, un defensor de la reforma socioeconómica que
pone el arte al servicio de su idealismo. Como defensor de la moral tradicional, presenta el vicio y a
los viciosos con alegre desenvoltura. Como político
conservador, aparenta un deseo de orientar desde la escena la opinión pública, pero sólo pretende
reírse de todo y de todos.
Y es que la esencia de la Comedia es la crítica de la sociedad circundante,
frente a la que busca lo ideal, por inasequible y fantástico que pueda parecer.
Aristófanes lo sitúa en un pasado atemporal o en la época gloriosa de la Atenas
de los buenos tiempos, cuyas costumbres contempla como modelo a seguir.
Otras veces, en cambio, presenta una utopía futurista, como el comunismo de
Las Asambleístas o el reparto equitativo de la riqueza de Pluto. En ocasiones
se solapan el pasado y el futuro, ya que la felicidad inherente a la paz confunde
la de los añorados tiempos antiguos con la del futuro soñado por el poeta.

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