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Si bien entendemos que la época de la colonia, es suceso que ha marcado de

manera considerable la historia de América Latina, de nuestros antepasados; es


decir nuestra historia, de donde provienen nuestras raíces y aquellos inicios que
estuvieron marcados de dolor y tortura, surge la gran necesidad de recordar y
reconocer todo aquello que en un inicio formó a nuestros hombres y que parte de
ello a contribuido a formar nuestro presente.
Tras la llegada de las tres naves del descubrimiento a las islas antillanas, sus
ocupantes desembarcaron sin oposición alguna; sin embargo, el impacto se
consideró grande, pues el contexto no era tal y como lo imaginaban cuando
embarcaron hacía la India Oriental, puesto que pensaban encontrar ciudades y
una civilización un poco más amena. Pese a todo ello, la convivencia con los
nativos fue pacífica y hasta cierto punto de amistad y reverencia, ya que algunos
indígenas pensaban que tenían que ver con dioses que necesitaban mantenerse
de buen humor, por tanto, solían repartir alimentos que la tierra y el mar
producían. Aunque lamentablemente fue demasiado tarde cuando los indígenas
se dieron cuenta que los extranjeros eran seres humanos con extraordinarias
intenciones malvadas, cuyo anhelo por la riqueza les impulsó a los hechos más
crueles y traidores, pues fue el oro el que los movió, esa era su meta con sus
expediciones y para obtenerlo no se ahorraron ningún crimen, ni esfuerzo. Clara
manifestación que comienza desde el segundo viaje de Colón, pues la toma de las
mujeres indígenas por parte de los expedicionarios provoca la primera reacción de
los habitantes nativos, pues fue el inicio de la ruptura de la relación pacífica y
agradable que se tenía, fue la vulneración del pacto inicial de convivencia
supuestamente acordado, a tal punto de la toma de represivas tal como la de por
cada cristiano muerto, habrían de morir cien indios.
Dado lo anterior, los españoles cuestionaron el trato que debía darse a los
indígenas, si los pobladores nativos han de ser considerados siervos libres o
esclavos de los reyes de España, si debían respetarse sus propiedades o si era
lícito reducirlos a la esclavitud; y, sobre todo, cómo deben ser instruidos para que
acepten la religión cristiana y puedan ser bautizados. Fue de esta forma como se
adoptó ese paradigma etnocéntrico, que quería implementar un contexto social
centrado, específico, lineal y limitado, puesto que los españoles comienzan a
buscar ese momento para establecer que la manera que tenían de pronunciarse
sobre la realidad o los parámetros son los absolutos y decisivos, por lo tanto se
debía medir a la sociedad en función solamente de esos parámetros y nada más;
es decir, los españoles, crean, argumentan y exponen ante los indígenas, que sus
criterios de entender el contexto de forma moral y racional son los únicos válidos y
no hay cabida a la discusión, porque si se llega a imponer sobre este se tomarán
medidas drásticas.
Y así la esclavitud en América fue posible, pues se optó por la decisión más
aberrante, aquella donde se vio al otro como inferior, como objeto en lugar de
sujeto. Los españoles eran los “vencedores”, sólo ellos podían decidir las reglas
del juego, así que a los indígenas sólo les quedaban dos opciones, que para nada
ninguna era mejor que la otra, puesto que en las dos se asumía una posición de
inferioridad; o se sometían por su propia voluntad o serían sometidos por la fuerza,
reusarse no era una opción, el más claro resultado sería la muerte. Y fue eso lo
que pasó, las crueldades que se desprendían de la esclavitud provocaron una
gran disminución de la población indígena, fue una destrucción estimada en 70
millones de seres humanos, esas crueldades desencadenaban enfermedades, fue
como un ciclo de conexidad, pues sólo basta pensar en la esclavitud y el trabajo
denigrante que aquello implica, concluyendo que, al estar sometidos a las arduas
horas de trabajo en minas y cultivos, incluso en las haciendas, donde se
cultivaban productos como la caña de azúcar para fabricar miel, azúcar y alcohol
para el ron y aguardiente, fue mucho más fácil estar vulnerable a las
enfermedades que estaban expuestas en el ambiente ahora más que nunca, ya
que la malaria, viruela, la fiebre amarilla, la sífilis, el sarampión, entre otras,
lograron su prometido con los indígenas, la muerte, considerando así a la
conquista, como el momento prometedor de la catástrofe demográfica de la
población indígena. Ellos para nada tenían preparada una red de inmunidad para
combatir todo aquello que contrajo la llegada de los españoles.

Pero, después del genocidio indígena que se vivió a través de las guerras de


conquista, la esclavización y las enfermedades; los españoles decidieron
quedarse, imponiendo una política de estado, más por razones económicas que
por una actitud humanitaria. Sin embargo, se tuvo que adoptar una política de
protección de la población indígena, ya que funcionarían perfectamente como
mano de obra gratuita para las encomiendas, pues la tierra sin quien la trabajara
perdía todo su valor en perjuicio de encomenderos y de los intereses tributarios de
la corona. Aunque los indios ya no fueron esclavos oficialmente después de la
aplicación de las leyes nuevas, los hacendados, dueños de ingenios o de
empresas agrícolas, siempre encontraron los medios para utilizar el trabajo
forzado de los nativos, así que se seguía teniendo esclavitud, puesto que las
mencionadas encomiendas no eran más que un mecanismo de explotación y
sometimiento de la población originaria de América. Fue una institución colonial
que entregó tierras e indios a los conquistadores en pago por sus servicios
prestados a la Corona. Un número de aborígenes era objeto de control por parte
del señor, quien tenía el derecho de percibir el tributo que el rey les imponía a los
indígenas. Los encomenderos empleaban esa mano de obra en sus casas,
estancias, hatos y por eso los indios aborrecían este tipo de explotación y
preferían emigrar buscando tierras dónde labrar, para huir de los tributos
excesivos. A través de la encomienda se dio la más desaforada expoliación,
saqueo y arbitrariedad. Los indígenas debían proveer a su explotador, además de
comida, oro, vestuario, agua, leña, forraje. La dificultad de pagar en oro hizo que
los nativos solicitaran que el tributo se conmutara con mantas.
También tenían la obligación de hacer a sus encomenderos labranzas de trigo,
cebada, maíz. Los indios debían sembrar, beneficiar y coger todas las labranzas y
poner los productos en la casa misma del encomendero. Éste estaba obligado a
evangelizar a los indios que le fueran encomendados, y la Corona pretendía
también que dicha institución estuviera orientada a la creación de poblados.

Sin embargo, frente al gran descenso de población indígena por las causas
anteriormente mencionadas, se optan por tomar otras medidas, las cuales sigan
siendo obra de mano barata y sobre todo sirva de remplazo de la población
indígena perdida. Es así como producto de la escasez de población nativa
utilizada como mano de obra, hubo la necesidad de traer esclavos negros, cuya
importación en escala considerable se inició en el siglo XVII, con el usufructo
intenso de minas y haciendas, y cuando la cantidad indígenas había disminuido
notablemente. Las normas impartidas para los esclavos eran discriminatorias en
extremo, de carácter penal y de una inmensa dureza. Se les prohibía comerciar
unos con otros, se establecían penas que iban desde azotes a desorejada y
muerte. En cuanto a las relaciones con los indios, se les prohibía todo comercio,
relaciones de amistad, compadrazgo, y todo tipo de interacción social. El negro
esclavo cumplió una función económica esencial para la producción de miel,
azúcares y panela, la ganadería, el trabajo doméstico y, especialmente, en la
actividad minera.

Las mujeres africanas llegaron, en menor cantidad que los varones, pero a partir
del último tercio del siglo XVIII los superaron en número y en precio en el
mercado, eran capaces de desempeñarse en una muy amplia gama de
actividades en el ámbito doméstico o trabajando fuera y aportando sus jornales a
la economía de sus amos. El trabajo femenino esclavo era principalmente
doméstico. Casi todas las lavanderas eran negras hasta muy avanzado siglo XIX,
y también lo eran la gran mayoría de las amas de cría, las cocineras, las sirvientas
y las planchadoras. Dentro del trabajo doméstico que se realizaba en el siglo XVII
se en encontraban los que podríamos denominar oficios curiosos. Aparecen en
estas causas “amas de cría” que trabajaban además en el campo. Otras que
cosían ropa para sus amos o para afuera y se dedicaban a numerosas tareas para
mantener a sus amas. Las negras libertas o libres, se desempeñaban en el mismo
tipo de tareas que cuando eran esclavas porque, se conchababan para el servicio
doméstico, durmiendo o no en la casa donde trabajaban recibiendo un salario
mensual al que se le agregaba la comida, la asistencia médica y la vestimenta.

Para ser más precisos en el territorio colombiano, exactamente el departamento


del Cauca fue el principal centro esclavista del país, puesto que su sistema se
orientó a la explotación combinada de minas y haciendas, lo cual no solo le dio
una característica especial, sino que hizo este sistema de explotación más
rentable. Así tenemos que mientras la esclavitud había perdido toda su vigencia
económica en el resto del país y la había hecho insostenible, en el Cauca la
aristocracia esclavista seguía promoviendo guerras para mantenerla  
En el Valle del río Cauca se constituyeron grandes haciendas esclavistas cuya
producción estaba destinada al sostenimiento de las cuadrillas de esclavos negros
para la explotación minera que se extendían a todo lo largo de la Costa del
Pacífico, desde el Chocó hasta Barbacoas en Nariño y en el valle del río Cauca
incluyendo la vertiente occidental de la cordillera central. Fue esta modalidad
combinada de minas y haciendas lo que dio fortaleza al sistema esclavista en el
Cauca a tal punto que fue esta región la que sostuvo hasta el último momento lo
explotación esclavista, siendo necesarias dos guerras civiles y la derrota militar de
la aristocracia esclavista para poder imponer la abolición de la esclavitud, después
de haber sido decretada para todo el país.

Producto de la mezcla cultural que se dio en el momento, comienzan a surgir las


relaciones maritales entre personas de los distintos grupos étnicos originaron una
clase compleja de mestizos: español e indio, español y negro, indio y negro,
mestizo y mestizo. al principio, éstos se diferenciaban con nombres como mulato,
mestizo o zambo, entre otros; así se pretendía identificar el tipo racial de una
persona.

Para finalizar, cabe resaltar que producto de toda la historia de la época de la


colonia, fue la gran influencia que desarrollaron los españoles sobre nuestros
aborígenes ; sin bien esta fue entendida como una especie de proceso que causo
una de las catástrofes demográficas más grandes, permeada de dolor y
desarraigo para con los indígenas; también debe entenderse como un proceso
que dio la oportunidad de tener en la actualidad una riqueza cultural inimaginable,
aunque envidiada por muchos y valorada por pocos. Los territorios que se vieron
permeados de las situaciones derivadas de la colonia, de alguna forma fueron
afortunados, por ejemplo, el territorio colombiano en la actualidad hace parte de
uno de los más diversos en el mundo puesto que goza de una gran manifestación
de factores étnicos y culturales comprendido de lo que fueron los indígenas
colombianos, los esclavos africanos y los inmigrantes hispanos, ya que fueron los
antecesores de las actuales 84 etnias indígenas, los 3 grupos
de afrocolombianos y el pueblo gitano.
Teniendo así a la población colombiana como el  resultado incomparable del
proceso de  mestizaje, que comprende historia, cultura y
tradiciones de europeos,  africanos y pueblos indígenas americanos. 
Es imposible no sentirse orgulloso de ser parte de un país con una pluralidad
cultural y lingüística, porque cuenta con aproximadamente 64 lenguas amerindias
o nativas que se unen con otras lenguas tradicionales como el bandé, el
palenquero y el romaní, que engrandece de forma considerable el espíritu, el
patrimonio cultural y la demás riqueza inmaterial, por lo cual no debemos olvidar
nunca que todo aquello de lo que gozamos, es producto de tiempos de gran
padecimiento o flagelación de la humanidad.

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