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I.

LAS ABERRACIONES SEXUALES:

La existencia de necesidades sexuales se expresa en el concepto de


“pulsión sexual”. A la energía de la pulsión sexual se la denomina libido.

Según la opinión popular, la pulsión sexual falta en la infancia, llega en la


pubertad, se exterioriza en la atracción que un sexo ejerce sobre otro, y su
meta es la unión sexual para la reproducción. En función de esto, Freud
propone una sexualidad AMPLIADA compuesta no solo por la genitalidad
del adulto, sino también por la sexualidad infantil y la sexualidad perversa.

Freud introduce dos términos:

OBJETO SEXUAL, como la persona de la que parte la atracción sexual.


META SEXUAL, como la acción hacia la cual esfuerza la pulsión
(satisfacción).

La experiencia muestra la existencia de numerosas DESVIACIONES


respecto de ambos, el objeto sexual y la meta sexual.

i. Desviaciones con respecto al OBJETO


SEXUAL. A. La Inversión.

Se llaman invertidos a aquellos hombres cuyo objeto sexual no es la


mujer, sino el hombre, y a aquellas mujeres que no tienen por objeto al
hombre, sino a la mujer. La inversión es la fijación de la libido en personas
del mismo sexo. Algunos invertidos conciben la particularidad de su
pulsión sexual como algo natural, mientras que otros se sublevan contra
ella y la sienten como una compulsión patológica.

Tras varias elucidaciones Freud concluye que la inversión no es una


degeneración.

Buscando una explicación de la inversión Freud advierte que la hipótesis


de que la inversión es innata no explica su naturaleza, como no la explica
la hipótesis de que es adquirida.

En función de la experiencia se logran establecer dos ideas:

 En la inversión interviene una DISPOSICION BISEXUAL, ya que


en todo ser humano existen elementos masculinos y femeninos,
desarrollados en razón inversa del sexo del sujeto. Es decir que “toda
mujer entraña elementos y caracteres masculinos, y todo hombre,
femeninos.”

 También intervienen perturbaciones que afectan la pulsión


sexual en su desarrollo.

La experiencia recogida nos enseña que la pulsión sexual no trae consigo


el objeto. Entre la pulsión sexual y el objeto sexual hay una soldadura, ya
que la pulsión sexual es, al comienzo, independiente de su objeto.

B. Personas genésicamente inmaduras (niños) y animales como objetos


sexuales.

Por razones estéticas, se querría atribuir a insania estos extravíos graves


de la pulsión sexual. Pero ello no es correcto. Las perturbaciones de la
pulsión sexual en personas sanas no son diferentes de las halladas entre
los insanos, solo que en estos últimos el desvío se presenta aumentado y
elevado a la condición de practica exclusiva. Según mi experiencia quien es
mentalmente anormal en algún otro aspecto (social o ético) lo es
regularmente también en su vida sexual. Pero hay muchos que son
anormales en su vida sexual mientras que en todos los otros campos
responden a la norma. Las mociones de la vida sexual se cuentan entre las
menos dominadas por las actividades superiores del alma, aun en las
personas normales.

ii. Desviaciones con respecto a la META SEXUAL.


A. Transgresiones anatómicas, respecto de las zonas del cuerpo
destinadas a la unión sexual.
 Sustituto inapropiado del objeto sexual. FETICHISMO.

El objeto sexual normal es sustituido por otro que guarda relación con él,
pero es completamente inapropiado para servir a la meta sexual normal.
El sustituto del objeto sexual es, una parte del cuerpo muy poco apropiada
a un fin sexual (el pie, los cabellos), o un objeto inanimado (prenda de
vestir, ropa interior). Estos fenómenos que conllevan un abandono de la
meta sexual normal dependen de la sobrestimación del objeto sexual que
invade todo lo conectado con el objeto por asociación.
El caso patológico sobreviene solo cuando la aspiración al fetiche se FIJA, y
reemplaza la meta sexual normal; y además, cuando el fetiche se
desprende de esa persona determinada y pasa a ser un objeto sexual por
sí mismo.

En la elección del fetiche se manifiesta la influencia persistente de una


impresión sexual recibida casi siempre en la primera infancia.

Artículo “Fetichismo” (1927):

El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el


varoncito ha creído y al que no quiere renunciar. El varoncito rehusó darse
por enterado de un hecho de su percepción, que la mujer no posee pene,
pues si la mujer esta castrada, su propia posesión de pene corre peligro, y
en contra de ello se revuelve la porción de narcisismo con que la
naturaleza doto a este órgano. A este mecanismo, propio de fetichismo,
Freud lo denomina desmentida y es un proceso defensivo contra los
reclamos de la realidad externa, a diferencia de la represión que se aplica
a la defensa contra las demandas pulsionales internas. El yo del fetichista
ha desmentido el hecho desagradable de la castración de la mujer. En el
conflicto entre el peso de la percepción indeseada y la intensidad del
deseo contrario se ha llegado a un compromiso como solo es posible bajo
el imperio de las leyes del pensamiento inconsciente (proceso primario).
En lo psíquico la mujer seguirá teniendo un pene, pero este pene ya no es
el mismo que era antes. Ha sido reemplazado, fue designado un sustituto
que hereda el interés dirigido al primero. El fetiche perdura como el signo
del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella,
y ahorra al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer
aquel carácter por el cual se vuelve soportable como objeto sexual. Como
estigma indeleble de este proceso permanece la enajenación respecto de
los reales genitales femeninos que no falta en ningún fetichista.

Es probable que se retenga como fetiche la última impresión anterior a la


traumática.

B. Fijaciones en metas sexuales provisionales.


Implica demoras en relaciones intermediarias con el objeto sexual (como
el palparlo y mirarlo) que normalmente se recorren con rapidez como
jalones en la vía hacia la meta sexual definitiva.

a. Sadismo y masoquismo.

Las raíces del sadismo se hallan en un componente agresivo de la pulsión


sexual que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado por
desplazamiento al papel principal. El sadismo consiste en una ACTITUD
ACTIVA, que implica el sometimiento y el maltrato infligidos al objeto
sexual como condición exclusiva de la satisfacción.

El masoquismo consiste en ACTITUDES PASIVAS que implican el


condicionamiento de la satisfacción al hecho de padecer un dolor físico o
anímico infligido por el objeto sexual. El masoquismo no es otra cosa que
una prosecución de sadismo vuelto hacia la propia persona.

Tanto la forma activa como la forma pasiva de esta perversión se


encuentran juntas en una misma persona. Un sádico es siempre también
al mismo tiempo un masoquista, aunque uno de los dos aspectos de la
perversión, el pasivo o el activo, puede haberse desarrollado en el con
más fuerza y constituir su práctica sexual prevaleciente.

iii. Consideraciones generales sobre todas las perversiones.


 La experiencia cotidiana muestra que la mayoría de estas
transgresiones son un ingrediente de la vida sexual que raramente falta
en las personas sanas. Solo cuando la perversión no se presenta junto a
lo normal, sino que suplanta y sustituye a lo normal se la juzga como un
síntoma patológico. Aquí se puede contemplar el carácter de
exclusividad y fijación propio de la perversión.
 La pulsión sexual lucha contra ciertos poderes anímicos en
calidad de resistencias (asco, moral, vergüenza) que contribuyen a
circunscribir la pulsión dentro de las fronteras consideradas normales.
iv. La pulsión sexual en los neuróticos.
 En la histeria se comprueba la existencia de un par de
opuestos: el despliegue muy potente de la pulsión sexual (necesidad
sexual hipertrófica) y una desautorización de lo sexual llevada
demasiado lejos (aumento de las resistencias a la pulsión sexual; cuota
de represión sexual que rebasa con mucho la medida normal). En medio
de estas se ubica el recurso a la enfermedad que no da una solución al
conflicto sino que es un intento de escapar a él mudando las
aspiraciones libidinosas en síntomas. Así se demuestra que fue el
componente sexual del conflicto el que posibilito la contracción de la
enfermedad sustrayendo los procesos anímicos a la tramitación normal.
 Los síntomas no nacen solo a expensas de la pulsión sexual
normal sino que constituyen la expresión de pulsiones, que de poder
exteriorizarse directamente, se designarían perversas. La neurosis es el
negativo de la perversión.
v. Pulsiones parciales y zonas erógenas.

“Pulsión” es uno de los conceptos de deslinde de lo anímico respecto de lo


corporal, es la agencia representante psíquica de una fuente de estímulos
intrasomatica en continuo fluir; ello a diferencia del “estímulo” que es
producido por excitaciones singulares provenientes de fuera. Las pulsiones
en sí no poseen cualidad alguna, sino que han de considerarse sólo como
una medida de exigencia de trabajo para la vida anímica. Lo que las vuelve
específicas es su relación con sus fuentes somáticas (proceso excitador en
el interior de un órgano) y con sus metas (cancelar ese estimulo de
órgano).

Cuando la excitación que brinda el órgano es específicamente sexual, ese


órgano afectado es designado como la zona erógena de la pulsión parcial
sexual que arranca de él. Las zonas erógenas poseen significación como
aparatos colaterales y subrogados de los genitales.

Las pulsiones parciales se presentan mayormente en pares de opuestos y


son promotoras de nuevas metas sexuales. vi. Referencia al infantilismo
de la sexualidad.

La extraordinaria difusión de las perversiones nos fuerza a suponer que


tampoco la disposición para ellas es una rara particularidad, sino que tiene
que formar parte de la constitución juzgada normal. La presunta
constitución que exhibe los gérmenes de todas las perversiones solo podrá
rastrearse en el niño. Los neuróticos han conservado el estado infantil de
su sexualidad o han sido remitidos a él. Nuestro interés se dirige a la vida
sexual del niño, el juego de influencias en virtud del cual el proceso de
desarrollo de la sexualidad infantil desemboca en la perversión, la
neurosis o en la vida sexual normal.

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