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SOLAMENTE EN LOS SUEÑOS EXISTEN LOS ESPEJOS

Yo estaba al lado tuyo, te acordás, estábamos despiertos. Pero el problema era el tiempo,
porque cuando las cosas no transcurren yo me consuelo en pensar que estoy dormido ¿te
acordás? no, si no lo dije… pero en ese momento pensé que los sueños transcurren en base a
esa voluntad secreta que impulsa al ejercicio más secreto de estar dormidos y, aunque no hay
ninguna diferencia con estar despiertos, la similitud entre las dos cosas me arrojó a un
conclusión subordinada: no estábamos ni de un lado ni del otro, solamente estabas a mi lado.

El problema era el tiempo, porque en el verano hubo un instante que carece de sentido. Viste
que cuando es de noche el mar se retrasa un poco, bueno, yo sospecho que algo de esa noche
se mantuvo entre la espuma. Nos dimos cuenta y nos callamos, querida, menos mal que nos
callamos, era necesario que las cosas que pasaron se quedaran en el lugar exacto donde
habían empezado. Ese instante se detuvo, porque después, cuando volvimos a acostarnos, la
arena aún nos esperaba, vos estabas en mi pecho: pero ahora era primavera. Tu cabeza
dormitaba en la palpitación de un corazón que se desbordaba adentro de un amor que era
como el agua o como ese instante detenido que ahora era liberado por el mar en una ola que
esperaba todavía.

Pero te acordás, claro, que en el cielo había estrellas y que justo por los lugares en los que la
luna se movía las nubes se ocupaban de ocultarla. Vos estabas escuchando la canción que yo
había puesto, seguías todavía con tu rostro cubierto por los gestos y las caricias de mi mano.
Pero de repente te moviste un poco y esperé que dijeras algo; no lo hiciste: miraste el cielo.
Me resistí por un instante porque el instante otra vez se repetía… sin embargo, me esperaste.
Levantamos la cabeza: la luna ahora estaba descubierta y la miramos.

Un hombre que sueña inventa por las noches la forma perfecta de estar vivo. Al otro día,
despierto, busca en su memoria la imagen de esa noche que ahora no existe y es solamente
una esperanza de volver a repetirse. La naturaleza de la vida es estar solos por un rato hasta
empezar a sentir que sabemos secretamente lo que un silencio, artificio del miedo y de un
mundo oculto que es incierto, nos empieza a dictar entre susurros.
Pero hay otro sueño que repito: una persona camina por los bordes de un parque que siempre
es el mismo. Piensa: por qué no saber un poco más sobre ese destino que se ve tan
desdibujado, sin embargo, enseguida lo comprende: no le es dado saber lo que está del otro
lado de las calles.

Se consuela en las palabras y en la combinación que hace de ellas en el lienzo de su mente,


pero a veces tiene ganas de saber por qué las palabras se unen de la forma con la que su
cerebro las reúne, por qué solo se centra en el sonido, por qué solamente se conforma con la
vida en el momento siguiente en que termina de escribirla. Por qué es ahora un hombre que
camina y no el que lo sueña o el que dicta lo que su forma de pensar está diciendo. No sabe
quien es pero no le importa, solamente quiere saber qué hacer cuando en algún momento se
despierte.

Hoy, por ejemplo, me desperté sin una parte de mi alma. Quiero decir que las cosas que
entiendo solamente llegan a mi vida cuando la aplicación toma la forma injusta de lo inútil.
Me dolía una parte de mi cuerpo y esa parte era un sitio que esperaba alguna vez ser de
alguien que esta noche, mientras yo soñaba, ya se ha muerto.

En alguna parte del mundo, según lo que he soñado, esa persona se está yendo y nunca sabré
si el color de sus ojos, la fuerza de su voz que nunca he oído o el color grisáceo de su pelo es
como su susurro me remite. No lo conozco y ahora nunca haré que eso suceda. Me duele el
llanto de alguien que quizás lo vela, me duele la tierra que ahora es cama y sábana de un
cuerpo que es echado en burocracia de un terreno compartido.

Quiero pedirle que me espere pero en mi congoja no hay ninguna forma del lenguaje que le
diga lo que mi resto necesita. Ahora hay una lágrima que recorre mi rostro y mi piel que son
como caudales de un río que no acaban porque su fin es la incertidumbre de una historia
inventada por mi mente que me despertó por la mañana. También siento que en el cementerio
está lloviendo y que la tierra removida ahora es barro de un cuerpo que recrea a otro en el
milagro de Adán o en mi consuelo. Quiero saber por qué lo siento, quiero saber de quién es
esa parte de mi alma que está ahora del otro lado de la vida, en otro sueño, yéndose con otros
cuerpos que nacen o se quedan esperando esta vez llegar a ser correspondidos.
Alguna vez pensé que esto pasaría y en ese pensamiento está mi culpa: es necesario resolver
nuestras sospechas porque luego son vacíos que solamente se llenan con la inutilidad del
pensamiento. Pero ni siquiera en la repetición ominosa del calvario encuentra la culpa el
descanso que mis pecados necesitan. De qué sirve, me pregunto ahora, que esa persona se
haya ido si en la ausencia su silencio no me dice que lo que pasa en realidad no es por mi
culpa.

Cada vez que me despierto busco en las palabras la explicación exacta de las cosas que he
soñado. Vos, esa persona que se ha ido, un hombre que camina y no ve en ningún momento
su destino. Nada encuentra su forma en lo que escribo, todo lo que busco está del otro lado
esperando que de alguna forma me lo expliques. La vida entera de una persona es el invento
exacto de un inconsciente eterno que imagina. Lo que pienso entonces es lo que otro piensa y
una idea es un impulso de lo eterno que lo interpreto como una forma de estar vivo.

En la arena, sin embargo, yo sentía que toda forma del insomnio era inútil porque mi vida de
repente era una historia que se escribía después de cada sueño que eran esos instantes a tu
lado, quiero decir que solamente en los sueños existen los espejos, que vos veías en las cosas
que no dicen nada lo que en realidad callan por temor a dejar que el mundo las arruine.

Sin embargo, querida, a mí me daba miedo que vos vieras en mí las cosas que yo no veo
todavía, que llegaras a casa y yo esté afuera, en el patio, escribiendo un cuento, o un poema, y
que todo el tiempo quiera estar haciendo otra cosa como alguien que busca en todos lados la
traducción de su espíritu que no encuentra su espejo en ningún lado. Porque vos me
mostrabas todo el tiempo que eras una sola, o eras muchas, no me importa, quiero decir que
todo lo que dabas era exactamente todo lo que eras y, mientras te iba descubriendo, cada vez
te veía más hermosa. Nunca hubo algo que me dijeras es secreto, todo lo que eras me lo
dibujabas en la ventana de tus ojos. En cambio, yo, a veces, me sentía mentiroso, no porque
te mostrara algo que no era, al contrario, todo lo que era también fue siempre hacia tu lado,
pero todo lo que yo era sentía que era solamente una parte porque el resto recién lo descubría
en tu mirada que es igual a una mañana revelando las partes de los sueños que nos quieren
revelar las cosas que no entendemos de la vida.
El frío del otoño y del invierno me dijeron que las cosas que yo no entiendo de la vida eran
las cosas que vos, en un instante, me traducías sin decirme nada.

Que estando a tu lado yo volvía a entender todo lo que n me dijo de alguna forma que tu
ausencia era como estar despierto pero que, estar con vos, era saber traducir las cosas que no
entendí nunca de la vida.

Que eras un sueño que volvía a repetirse todo el tiempo, que estar despierto era estar en el
otoño y el invierno esperando volver a estar dormido. Solamente me mirabas y yo volvía a
entender lo que yo no veía de la vida por estar demasiado tiempo en el mundo de las cosas.

, que vos veías en las pausas y los espacios que existen en el ritmo una historia que nos dictan
los sentimientos de una persona intimidada lo que esa persona por sí sola no veía.

que es siempre como un sueño revelandome las cosas que no entiendo de mi vida.
a la vez, que no era nada porque el resto era solo como esa pedazo de la ruta en movimiento
que alumbran los focos de un auto en un viaje que es noche. Lo que no es cierto porque ha
pasado un tiempo y las cosas que me distinguen en la vida son las mismas que veías cuando
estabas a mi lado, quiero decir que no hay en el recorrido del asfalto un atributo que sea
distinto a la simpleza de mi alma, sin embargo, lo que no entiendo es la sensación de que
siempre quedan cosas.
Cuando vos te quedabas en silencio, yo lograba que tus gestos tuvieran un lugar correcto en
el lenguaje. Después hablamos y me decías que todo era correcto, que todo ese intento que yo
hacía con las palabras y los verbos articulandose en la imaginación encerrada de mi mente,
tenía, en el fondo, un significado similar al de tu alma. Sin embargo, cuando el silencio estaba
de mi lado, cuando caminábamos callados y todo lo que pensaba no era necesario que lo diga,
me daba cuenta que lo que vos buscabas era solamente ese momento de silencio. Después te
dije que mi concepción de la belleza en el arte escrito era ese silencio, me pediste que te
explique y no pude encontrar palabras para decirte lo que algo adentro todavía me dictaba.
Quise decir, tal vez, que tu forma de sentir el mundo era mi forma de entender lo que era el
infinito, que cuando un texto dice algo en realidad todo lo que dice es otra cosa, pero está en
silencio.

sin embargo, hubo también otro sueño que se dilató durante un tiempo que no alcanzo a
comprender con mi memoria.
Todo el tiempo sueño cosas que no entiendo, lo que pasa cuando estoy dormido es una forma
proverbial de lo que pasa cuando estoy despierto, sin embargo, nunca entiendo muy bien qué
son esas cosas que suceden

Un hombre que sueña inventa por las noches la forma perfecta de estar vivo. Al otro día,
despierto, busca en su memoria la imagen de esa noche que ahora no existe y es solamente
una esperanza. La naturaleza de la vida es estar solos por un rato hasta empezar a sentir que
sabemos secretamente lo que un silencio, artificio del miedo y de un mundo oculto que es
incierto, nos empieza a dictar entre susurros.

La vida entera de una persona es el invento exacto de un inconsciente eterno que imagina. Lo
que pienso entonces es lo que otro piensa y una idea es un impulso de lo eterno que lo
interpreto como una forma de estar vivo, sin embargo, hubo un sueño que se dilató durante
mucho tiempo.

Puede ser que me haya despertado, es cierto, que la primera parte de ese sueño haya
permanecido perdida por un tiempo, pero también puede que en el medio no haya pasado
nada y que lo que recuerde sea parte de otro sueño que no es el mío, necesariamente.

Ese instante se detuvo, querida… nos dimos cuenta y nos callamos en la confidencia de un
secreto compartido. Porque cuando volvimos a acostarnos estabas en mi pecho pero ahora, en
cambio, era primavera… la espalda de nuevo en la arena, la arena de nuevo era un testigo,
esta vez sobre una lona. Esta vez, sin embargo,

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