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Teoría de la indefensión aprendida

Seligman descubrió que, tras someter a un animal a descargas eléctricas sin posibilidad de escapar de
ellas, dicho animal no emitía ya ninguna respuesta evasiva aunque, por ejemplo, la jaula hubiese
quedado abierta. En otras palabras, había aprendido a sentirse indefenso y a no luchar contra ello.

La respuesta a la pregunta de por qué no hace nada una persona en una situación claramente por salir
de ella radica justamente en la afectación integral no solo de estos tres ámbitos (motivacional,
emocional y cognitivo) sino también a nivel fisiológico. En una palabra, toda su persona, los distintos
ámbitos psíquicos y somáticos, se sumen en dicho síndrome. En consecuencia, no bastará con tomar la
decisión de romper con el ciclo negativo sino que implica desaprender la forma en que se procesa la
situación aversiva o dolorosa. ¿Cómo se llega a la indefensión? Una forma fácil de entenderlo es la
historia de las ranas. Se dice que para cocinar a una rana viva es necesario meterla en el agua fría e ir
aumentado poco a poco el calor hasta que ésta hierva. En cambio, si para cocinar la misma rana
decidimos echarla al agua ya hirviendo, la rana saltará; escapará del agua hirviendo. Con este ejemplo
quiero explicar que la indefensión aprendida es un esquema de pensamiento que se desarrolla de forma
gradual y que poco a poco carcome las fortalezas psíquicas y corporales hasta el punto de doblegar la
voluntad.

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