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GRACIA PARA LA SUMISIÓN DE UNA ESPOSA

William Gouge (1575-1653)


“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su
cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así
también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. —Efesios 5:22-24

INTRODUCCIÓN
Aunque muchas mujeres lamentablemente lo ignoren. Es un gran honor para una
mujer ser elegida de entre todas las mujeres, para ser la esposa de un hombre
piadoso y verdadero.
Ella es levantada para ser una reina coronada. El amor firme de su esposo puesto
a sus pies, la exalta al trono de su vida. Se pone un gran poder en sus manos. Los
destinos sagrados están depositados en su custodia.
Y ante esta gran verdad, nos basta preguntarles a las esposas ¿Llevarán su corona
benéficamente? ¿Llenará su reino de belleza y bendición? ¿O fallarán en su santa
confianza? Como contestación podemos decir, que solo su vida matrimonial puede
ser la respuesta.
El título de la escuela dominical de hoy es: GRACIA PARA LA SUMISIÓN DE
UNA ESPOSA; basado en la obra del puritano William Gouge (1575-1653);
compilado en el libro: Una Teología para la familia, que ha sido el libro base en
esta serie que hemos titulado: “Familias en Cristo”.
Recuerden que estamos tratando el tema: “Feminidad virtuosa” y nuestra escuela,
vamos dividirla en cuatro puntos, que son las cuatro virtudes necesarias para
sazonar el bendito deber que Dios ha dado a la esposa, en sumisión a su marido.
DIVISIONES
(1.) LA HUMILDAD (2.) LA SINCERIDAD (3.) LA ALEGRIA (4.) LA
CONSTANCIA.
DESARROLLO
1. HUMILDAD: Cuando hablamos de sumisión, inmediatamente se viene a la
mente de muchas mujeres sinónimos como: (inferior, opresión, dictadura,
abuso de poder, o incluso machismo). Lo cierto es, que la sumisión de la
esposa a su marido, es un mandato del Señor donde la esposa no solo imita a
Cristo (Quien se sometió voluntariamente al Padre, siendo igual Él en Gloria,

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Poder y Deidad); sino que también, ilustra la relación de Cristo con Su iglesia, y
donde esta, debe reconocerlo como superior y cabeza, precisamente
reverenciándolo con sus actos, obedeciéndole en lo que Él le ha mandado y
absteniéndose de hacer aquello que Él prohíbe.
Ahora bien, nuestro pasaje base nos ayudará un poco a ver estas virtudes que
adornan la sumisión de una esposa por su esposo. Dice el v.v.22 “Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza
de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su
Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo
estén a sus maridos en todo”. —Efesios 5:22-24
Lo contrario a la humildad, es el orgullo. La humildad entonces es, aquella gracia
de Dios, que nos ayuda a evitar tener un concepto mas alto de si, que el que
deberíamos tener. En otras palabras, para que una esposa se someta
voluntariamente a su esposo, viéndolo como superior en amor al Señor, debe
haber humildad en su corazón.
Por esto Pablo dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”.
Pero este mandato, que implica humildad, es una gracia que Dios demanda no
solo a las esposas, sino a todos los creyentes. Dice el apóstol Pablo en Filipenses
2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
Y también dice en Efesios 4:1-2 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis
como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,2 con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
Por tanto, la humildad es una gracia que Dios nos demanda a cada uno de
nosotros los que estamos en Cristo, los que hemos sido redimidos por la sangre
del Cordero. Pero de una manera muy especial, se les pide a las esposas, por
aquellas prerrogativas correspondientes al lugar que ocupan, y que de muchas
formas se levanta oposición en cuanto a su sumisión.
Por tanto, es una virtud de la esposa piadosa la humildad para someterse a su
esposo, viéndole como superior (pero no porque el sea mas que ella; pues
sabemos que, para Dios, ambos tienen la misma importancia); sino que mas bien,
esta superioridad es en roles; y en donde evidentemente ilustra la sumisión de la
Iglesia hacia Cristo. Por tanto, así como la iglesia está humildemente en sujeción a
Cristo, así manda el Señor que las esposas lo estén a sus maridos.

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¿Qué sucede cuando la esposa no se sujeta, o le cuesta en gran manera
hacerlo? Entonces vemos que existe evidencia de orgullo en el corazón de esta
esposa, al no ver a su esposo como debe hacerlo.
Así como un corazón orgulloso hace que una persona se sienta hinchada y superior
a las demás, de la misma forma, una mujer orgullosa piensa dentro de sí que no
existe razón suficiente por la que ella debiera estar sujeta a su marido. Una mujer
orgullosa, esta persuadida que ella puede gobernarse a sí misma de una mejor
manera que como lo hiciera su marido, por tanto, es común y característico en una
esposa orgullosa el pretender gobernar a su marido también.
Y cuando se presentan estas evidencias, hay que prender las alarmar, porque
estamos frente a un peligro sumamente grave. Sobre esto, decía el puritano
William Gouge: Cito: “No hay vicio más pestilente que éste para un subalterno. Es
la causa de toda rebelión, desobediencia y deslealtad: Como dice Pr. 13:10
“Ciertamente la soberbia concebirá contienda”.
De manera que, la sumisión de una esposa piadosa por su esposo, conlleva una
gracia de Dios maravillosa, la cual es la humildad. La esposa piadosa se somete
humildemente a su esposo, como la iglesia se somete humildemente a Cristo.
Por supuesto, ser humilde no implica dejarse humillar, pues la humildad no supone
una renuncia a la dignidad propia como personas. En segundo lugar, o como
segunda virtud en la sumisión de una esposa encontramos:
2. LA SINCERIDAD: la sinceridad, es aquella virtud de obrar y expresarse con
verdad, sencillez y honestidad, sin fingimientos o segundas intenciones. Se
fundamenta sobre el respeto y el apego a la verdad como valor esencial en
nuestra relación con los demás e, incluso, con nosotros mismos.
Por esto dice el apóstol Pablo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos,
como al Señor”. Una esposa sincera es aquella que dice y actúa conforme a lo que
piensa o cree. No tiene dobleces, ni intenciones ocultas, no busca intrigar ni
perjudicar a su esposo.
Y al igual que con la humildad, esto no es algo que solo se demanda de las
esposas. El Señor también nos manda a los cristianos a someternos a nuestros
superiores con sinceridad. Dice el apóstol Pablo en Efesios 6:5-7 5 Siervos,
obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de
vuestro corazón, como a Cristo; 6 no sirviendo al ojo, como los que quieren
agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la
voluntad de Dios; 7 sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los
hombres,

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Esposas, el Señor quien escudriña los corazones, sabe si su sumisión hacia sus
esposos, es como para Él o no. El Señor conoce si lo hacen quejumbrosas, con
dobleces o con un espíritu sincero, esforzándose para ser aprobadas por Él, por
encima de la aprobación de sus esposos. Y esto es algo supremamente
importante, ¿Saben por qué? Porque esto implica, que, aunque no haya ningún
motivo en el mundo que las moviera a someterse a sus esposos, por amor y
obediencia a Cristo deberían someterse.
El apóstol Pedro habla sobre esto en 1Pedro 3:5 Porque así también se ataviaban
en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a
sus maridos; sobre esto decía el puritano William Gouge: Cito: “Esto implica que
la conciencia de ellas hacia Dios las hace estar sujetas a sus esposos. ¿No estaba
la sumisión de Sara sazonada de sinceridad cuando en su interior, en su corazón,
llamaba señor a su esposo (Gn 18:12)?
Esto es muy importante. Porque el Señor es quien realmente ve su corazón y la
disposición del mismo al someterse. Los esposos solo podemos ver las cosas
externas, pero Dios escudriña lo mas profundo del corazón, y es a Él, a quien
rendirán cuentas sobre ello.
Hermanas, el corazón es tan engañoso, que incluso pueden tener las motivaciones
erradas a la hora de someterse. Por ejemplo, ustedes pueden llegar a someterse
con el propósito primario de que sus esposos las amen más, o para vivir un
matrimonio tranquilo, o simplemente para obtener de sus esposos las cosas que
desean mas fácilmente.
Pero la esposa cristiana se somete primeramente por respeto a la ordenanza de
Cristo, quien convierte a su esposo en su cabeza, y quien le ordena sumisión a
través de Su Palabra y por Su Voluntad. De esto era lo que hablaba el apóstol
Pedro cuando decía: “Que Así, las mujeres santas se sujetaron (1 P. 3:5).
Como dice el puritano William Gouge: Cito: “La esposa cristiana no puede ser
santa si no se sujeta porque éste es el dulce aroma que Cristo disfruta cuando
llega hasta Él y el que hace que las cosas le sean agradables y aceptables”.
Hermanas, cuando una esposa llega a menospreciar a su marido como Mical hizo
con David (2Samuel. 6:16), es lo contrario a una sujeción con sinceridad. Dice
2Samuel. 6:16 - Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció
que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y
danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón. Aunque una esposa
pueda cumplir externamente con una sumisión hacia su esposo, para Dios esto es
inaceptable, ya que se hace con un corazón carente de sencillez.

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De manera que, la segunda virtud necesaria para la sumisión de una esposa es la
sinceridad. Pero, en tercer lugar, o como segunda virtud en la sumisión de una
esposa encontramos:
3. LA ALEGRÍA: La alegría es el estado de ánimo producido por un
acontecimiento favorable que suele manifestarse con signos exteriores como la
sonrisa, un buen estado de ánimo y el bienestar personal. Por lo que, hace que
la sumisión de una esposa por su esposo sea mas agradable, no solo a Dios
(quien lo ordena) sino también al esposo (quien la recibe y puede discernirla
fácilmente).
Cuando Pablo dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; también implica, que Dios espera que esta sujeción hacia Él se de con
alegría. El simple hecho de estar en Cristo, es algo que conlleva alegría, pues esta
también es una gracia del Señor.
El nos ha dado la alegría al libertarnos del reino de las tinieblas y trasladarnos al
reino de Su amado hijo, ha cambiado nuestro lamento en baile. Dice el salmista:
Salmos 30:11 Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste
de alegría.
Si la sujeción es como para el Señor, entonces debe ser con alegría, puesto que el
Señor demanda que se le sirva con alegría. Dice Salmos 100:2 Servid a Jehová con
alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Cuando un esposo ve que su mujer
realiza su deber con buena disposición y alegría, no puede sino sentir un aumento
de amor. ¿Pastor la iglesia se somete así a Cristo?
La respuesta es: Si, dice el Salmos 110:3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente
en el día de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora
Tienes tú el rocío de tu juventud.
Por lo tanto, así como la Iglesia está sometida a Cristo con alegría, Dios demanda
a que las esposas se sometan con alegría a sus maridos. Por supuesto el amor es
la causa más profunda y común para la alegría ya que conlleva al relacionamiento
de una esposa con su esposo.
Una sujeción quejumbrosa, esquiva, con amargura no puede de ninguna manera
ser aceptable a Dios, ni tampoco provechosa para sus esposos. Por lo que otra de
las gracias o virtudes necesarias para la sumisión de una esposa es la alegría. Pero
en cuarto y ultimo lugar, encontramos otra virtud, no de poca importancia:
4. LA CONSTANCIA: La constancia tiene dos acepciones o significados. Sin
embargo, su principal significado se refiere al valor y la cualidad que poseen las
esposas en ser perseverantes y determinadas en su propósito o decisión de

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sujetarse a sus esposos como al Señor. Por tanto, se considera que una esposa
es constante cuando es responsable y trabaja arduamente en lograr sus metas.
Esta es una de las virtudes mas importantes y mas necesarias, porque tiene que
ver con esa continuidad perseverante sin rebelarse ni darse por vencida. Sobre
esto permítanme leerles lo que dice el puritano William Gouge: Cito: “Así como no
basta con estar sujeta a tropezones —ofreciendo toda buena obediencia en unos
momentos y, en otros, obstinación y rebeldía—, tampoco es suficiente ser una
buena esposa al principio, para resultar ser mala después. Debe haber un proceder
diario, una perseverancia a través del tiempo, mientras marido y mujer vivan
juntos.
El domingo pasado hablamos un poco de la descripción de la mujer virtuosa y
hablamos con base al pasaje que encontramos en Proverbios 31. Bueno, el retrato
de una esposa constante es la que encontramos en el v.v 12: “Le da ella bien y no
mal todos los días de su vida”. Así es la descripción de las esposas elogiadas en las
Escrituras.
De hecho, cuando vemos la relación de Cristo con Su iglesia, vemos como esta, se
mantiene constante hasta el final, recibiendo por fin, la recompensa de su
obediencia, la cual es la perfecta comunión con Cristo, el Cual es el Esposo.
Ahora bien, alguna hermana preguntará ¿Cuál es el grado de obediencia que debe
tener una esposa? La respuesta la encontramos en el pasaje Efesios 5: Así que,
como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos
en todo”. Por supuesto, esto no debe tomarse de una manera absoluta, pues si
hay algo donde las esposas no deben someterse a sus esposos, ni están obligadas
a ello y es cuando vaya en contra de la Ley o los preceptos de Dios.
El corazón del hombre es tan corrupto y perverso que con mucha frecuencia
ordena y requiere aquello que es contrario a la voluntad y a los mandatos del
Señor; por lo que el deber de la esposa en estos casos, es obedecer el principio
que encontramos en Hechos 5:29 “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
En cuanto al deber o las razones que tienen las esposas en cumplir con su deber,
de todas las razones, la principal razón que el apóstol Pablo da a entender aquí,
está tomada del lugar en el que Dios ha colocado al marido y que por lo tanto, esa
sujeción debe ser “como al Señor”.
Pero Pablo da más razones, el dice: “El marido es la cabeza de la esposa” ...
tratando por supuesto con la semejanza entre el marido y Cristo, por lo tanto, el
Apóstol Pablo deduce que la esposa debería parecerse a la Iglesia y, por tanto,
concluye: “Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben
estarlo a sus maridos en todo”.
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Lo que significa en otras palabras que, 1. Al sujetarse a su marido, la esposa está
sujeta a Cristo. 2. Al negarse a sujetarse a su esposo, la mujer se está negando a
sujetarse a Cristo. Por lo tanto, si alguna esposa se niega deliberadamente a
sujetarse a su marido, se estará negando a sujetarse a Cristo.
Por este motivo, puedo aplicarse adecuadamente a las esposas lo que el Apóstol
dice claramente en Romanos 13:2, sobre los súbditos: Cualquiera que se resista al
poder y a la autoridad del esposo, se resiste a la ordenanza de Dios y, quien se
resista a ella, recibirá sobre sí condenación (Ro. 13:2).
Dice el puritano William Gouge: Cito: “Este primer motivo es fuerte. Si las esposas
cristianas lo consideraran como es debido, estarían más dispuestas y se
someterían con mucha más alegría que muchas otras; no pensarían tan a la ligera
del lugar del esposo, ni hablarían con tanto reproche contra los ministros de Dios
que declaran con claridad el deber que ellas tienen para con ellos, como hacen
muchas.
CONCLUSIÓN
Ya para concluir, permítanme leer las conclusiones a las que llega el puritano
William Gouge: Cito: “1. La esposa debe esforzarse en someter su juicio y su
voluntad a los de su esposo. 2. Aunque a su juicio no esté de acuerdo con los
requisitos de su esposo, debe someterse en la práctica.
En lo primero, afirmo que la esposa no está sencillamente sujeta a inclinar su juicio
al de su marido. Él puede estar equivocado en su juicio y ella ver su error; en este
caso, a menos que el entendimiento de ella se cegara, no puede concebir que sea
verdad aquello que él juzgue como tal...
Esta sumisión, hasta de su juicio, no sólo respeta las cosas necesarias, para las
que su marido tiene la expresa garantía determinada por las Escrituras, sino
también para las cosas dudosas e indiferentes. Y es que esta cláusula de “en todo”
abarca incluso esto.
La sujeción de la esposa, no sólo respeta su práctica, sino también su juicio y su
opinión; si ella es capaz de llevarlos a la legitimidad y a la funcionalidad de lo que
su esposo requiere, lo hará con mucha más alegría…
Si su esposo le ordena hacer aquello que Dios ha prohibido de manera expresa,
ella no debería rendirse en modo alguno. Si lo hace, se podría denominar más bien
como una conspiración conjunta del marido y su esposa contra la voluntad de Dios
—como Pedro le dijo a Safira, la mujer de Ananías.
En nuestra próxima escuela, estudiaremos la Obra de Cristo para la mujer soltera.

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El Señor bendiga Su Palabra y nos ayude…
Vamos a orar.

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