Está en la página 1de 1

El narrador, II

El momento de distensión, en que se está a la escucha del otro, permite, dice Walter
Benjamin, “hundirse en la vida misma del informante” poner página.
Los contactos de Kapuscinski con sus fuentes son a menudo inmersiones en las vidas de
los demás y por eso podemos verlos y oírlos en sus relatos: son, por ejemplo, dona
Cartagena, la hospedadora, o la imposible vendedora de vestidos de novia en una
Luanda poscolonial que se desarma día a día, o la anciana panadera que persiste en el
frente en Un día más con vida. Es la cerrajera que sufre por sus deformadas manos de
operario en Imperio, o el tío Wally, un británico borracho en decadencia en las crónicas
de XX en La guerra del fútbol.
Los lectores también participamos de sus faenas, sus deseos, sus dolores, y sus historias
menores se entrelazan con la Historia, con el Acontecimiento condensando una cifra, un
signo que ayuda a entender mejor. Estas historias se confrontan y se oponen a la
“menguante comunicabilidad de la experiencia” que Benjamin atribuye a la relación
entre el informador y la información.

El narrador, III
Benjamin relaciona el fin del arte de narrar (y la incomunicabilidad de la experiencia)
con el cambio del “rostro de la muerte”.
En los últimos 150 años la muerte ha dejado de verse, se ha opacado con dispositivos de
ocultamiento y de distancia. Y la dimensión pública y ejemplar de la muerte, por
ejemplo, de la Edad Media, ha desaparecido. “Pero es ante nada en el moribundo que,
no sólo el saber y la sabiduría del hombre adquieren una forma transmisible, sino sobre
todo su vida misma, y ése es el material del que nacen sus historias” (121), observa
Benjamin.
Pienso en la escena de la muerte del joven soldado en “La guerra del fútbol”:
acribillado, su cuerpo joven, lleno de energía, resiste, lucha contra la muerte inminente.
Kapuscinski, otros soldados y periodistas asisten a esa prolongada agonía, hasta que un
joven campesino, soldado improvisado, dice algo sobre la mamá de ese joven que acaba
de morir. Buscar el libro.

También podría gustarte