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El narrador, I

Walter Benjamín opone en su ensayo “El narrador”, de 1936 (en Para una crítica
de la violencia y otros ensayos. Iluminaciones IV. Traducción de Roberto Blatt, Madrid,
Taurus, 1991), la narración y el narrador a la novela burguesa y la información (como
“el puro asunto en sí”): “La escasez en que ha caído el arte de narrar se explica por el
papel decisivo jugado por la difusión de la información. Cada mañana nos instruye
sobre las novedades del orbe. A pesar de ello somos pobres en historias memorables”
(117).
Resultado de las fuerzas de producción históricas seculares, la información
depende de su actualidad inmediata, de su verificabilidad, de la asepsia e
impersonalidad del profesional, caracterizado por su activismo, su solipsismo, alejado
de la experiencia humana.
La narración, en cambio, depende de una experiencia, de escuchar y retener.
Benjamín describe: “Cuanto más olvidado de sí mismo está el escucha, tanto más
profundamente se impregna su memoria de lo oído” (118). Poco antes, ha observado:
“El aburrimiento es el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia” (118). El
aburrimiento, la distensión, una cierta suspensión del activismo suscitan una “forma
artesanal de la comunicación”.
En sus crónicas y reportajes, Riszard Kapuscinski suele caracterizarse como un
personaje en distensión, podría decirse hasta como un personaje ocioso: no es
“productivo” para su agencia, pierde el contacto con ella durante lapsos prolongados;
sus desplazamientos por África, por ejemplo, parecen fruto del azar y están sometidos a
una temporalidad alejada de horarios y planificaciones.
Kapuscinski carece habitualmente de los recursos de los enviados especiales y de
los corresponsales de grandes agencias, activos, ocupados en retribuir a sus editores con
informaciones desde el lugar de los hechos, como se dice.
En esas distensiones, en esos momentos de aparente aburrimiento, germinan
experiencias que aún hoy, lejos de la actualidad inmediata, del novísimo
acontecimiento, tienen en las crónicas de Kapuscinski una enorme potencia y
fecundidad.

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