Está en la página 1de 5

DERECHO CANÓNICO

VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS EN EL PROCESO CANÓNICO DE NULIDAD


MATRIMONIAL
En un proceso canónico de nulidad matrimonial la valoración de las pruebas es un
trabajo sumamente importante que debe realizar el juez, el cual tendrá que examinar
con mucha atención las pruebas obtenidas para poder juzgar la credibilidad de las
mismas y su fuerza probatoria de manera responsable.
En este proceso el juez deberá ser muy cauteloso al momento de valorar las pruebas,
guiándose siempre por las orientaciones dadas por el Derecho Canónico, y cumpliendo
sus exigencias, con el único objetivo de llegar a conocer la verdad de los hechos.
Siendo las pruebas esenciales para determinar la nulidad matrimonial, el proceso
canónico admite la presentación de varias clases de pruebas, entre las que destacan
por su gran valor e importancia la declaración de las partes y la prueba testifical,
consideradas ambas como elementos imprescindibles en la instrucción procesal.
Para la valoración de estas dos clases de pruebas el Derecho Canónico establece
ciertas reglas y criterios que el juez debe tener en cuenta para lograr obtener pruebas
auténticas que sean útiles en el proceso, pues de esto depende que se esclarezca la
verdad.
Por un lado está la declaración de las partes, la misma que por el hecho de poseer
ciertas características particulares, se ha convertido no sólo en una verdadera prueba,
sino también en una de las pruebas más importantes en las causas de nulidad
matrimonial.
En el proceso canónico es de vital importancia que el juez consiga que las partes
declaren, ya que con sus aportes personales y su exposición más precisa de lo indicado
en los escritos de demanda, será posible obtener una visión más clara de los hechos
controvertidos. Además la parte interrogada legalmente tiene la obligación de
responder y decir “toda la verdad”.
Así es que para el proceso canónico la declaración de las partes constituye una prueba
esencial, la cual para llevarse a cabo exige que se haya cumplido previamente con el
requisito de legitimidad del interrogatorio.
Una vez entendida la importancia de la declaración de las partes en el proceso
canónico, hay que puntualizar que para la valoración de las declaraciones de las partes
el juez deberá tener en cuenta en primer lugar todo lo que declaran los cónyuges, pues
son ellos quienes están directamente involucrados en la causa, sobre todo en este tipo
de proceso que trata sobre hechos que tienen que ver únicamente con la intimidad de
los cónyuges, y sólo ellos mismos pueden conocer directamente los hechos.
Al juez le corresponde valorar la declaración de las partes según el principio de libre
valoración de la prueba que está presente en el Derecho Canónico, declaraciones que
deberán compararse o relacionarse con el resto de pruebas presentadas en la causa.
Es importante destacar que antes del Código de Derecho Canónico de 1983, las
declaraciones de las partes contrarias al vínculo no tenían valor como prueba, por lo
que el hecho de concederles valor probatorio en su momento fue una gran novedad; y
aún habiéndoseles dado valor como prueba, está prohibido para el juez otorgar fuerza
de prueba plena a las declaraciones de las partes, ya que sólo se permitirá esto en caso
de que dichas declaraciones estén totalmente reafirmadas por otros elementos
probatorios, y a menos que las pruebas sean plenas por otros conceptos, el juez para
valorar las declaraciones necesitará en lo posible testigos que sean capaces de declarar
sobre la credibilidad de las partes y además hacer uso de otros indicios y adminículos.
Por cuanto cuando no haya prueba plena en la causa el juez se verá obligado a solicitar
informes sobre la credibilidad de las partes a los testigos que hayan sido requeridos en
esta circunstancia, quienes a pesar de no conocer de forma directa los hechos, son
capaces de confirmar la autenticidad de los declarantes.
Aunque sea conveniente, no es necesario al principio para dar valor de prueba plena a
las declaraciones de las partes que se presenten otros medios de prueba como
testigos, peritos o documentos porque es suficiente con que se otorgue el valor de
prueba plena solamente a las declaraciones de los esposos, pero lo que si es necesario
es que haya constancia de la veracidad de los cónyuges a través de testimonios de
credibilidad, los mismos que además deben estar junto a otros indicios o adminículos.
Los testimonios de credibilidad, se necesitarían según estas reglas, únicamente en caso
de que no se consiga la prueba plena en el proceso, de modo que no está justificada la
práctica de requerir testimonios de los párrocos en todos los casos.
Los testimonios de credibilidad ya sean del párroco u otros testigos, si el juicio sobre la
veracidad del declarante se sustenta sólo en generalidades o impresiones sin
fundamento, difícilmente tendrá valor, y en esta circunstancia el juez requerirá que se
precise la razón del juicio antes mencionado.
Respecto a la atribución de valor de prueba plena a la declaración de las partes, esta
requiere también que dicha declaración se encuentre ratificada por otros indicios o
adminículos, los mismos que pueden ser circunstancias que rodean los hechos, el
carácter y honestidad de la persona, su religiosidad, la motivación religiosa del
proceso, su condición moral e integridad, etc.
Corresponde también al juez valorar la confesión extrajudicial, siempre que haya
comprobado que es necesario incluir la mencionada confesión por existir diversas
circunstancias que la requieren, como podrían ser por ejemplo que hay la posibilidad
de saber las palabras exactas que dijo la parte, la seriedad, el estado de ánimo, etc.
A las declaraciones extrajudiciales se les suele conceder regularmente mayor valor
probatorio que a las declaraciones judiciales, cuando se corrobora su autenticidad y se
han realizado en tiempo no sospechoso, pues en el caso de las declaraciones judiciales,
éstas se hacen en tiempo sospechoso por lo que pueden estar condicionadas por
determinados intereses de las partes.
Las declaraciones que se hayan obtenido mediante violencia o miedo grave y aquellas
que hayan sido expresadas por error de hecho no tendrán ningún valor probatorio
para garantizar que la declaración de las partes sea libre y deliberada para que pueda
ser valorada, sin embargo es posible impugnar el valor de la declaración por estas
razones, y las mismas quedarán probadas en autos.
En cuanto a la prueba testifical, ésta constituye básicamente la declaración de los
testigos que por diversas circunstancias tienen conocimiento acerca de un matrimonio
determinado.
Es el juez quien se ocupa de su realización y dirección, y participarán también en la
realización de esta prueba el juez de exhortos, el delegado del juez y el auditor. La
prueba testifical para su realización requiere aquello que se ha determinado con
carácter general para el examen judicial de partes y testigos.
La valoración de la prueba testifical es imprescindible para confirmar la veracidad de
los hechos y emitir una sentencia, y será llevada a cabo por el juez, para quien supone
un trabajo arduo y complicado, dada la gran importancia de esta prueba para el
ordenamiento canónico.
Para la proposición de la prueba testifical la ley exige a la parte que ha propuesto
testigos, que aporte sus nombres y domicilios o su lugar de residencia. Luego de haber
sido propuestos los testigos, es el juez quien deberá dar a conocer a las otras partes los
nombres de los testigos para después proceder al interrogatorio, de manera que las
otras partes, de juzgarlo conveniente, reprobarán a alguno de los testigos propuestos.
En lo que respecta a probar la nulidad matrimonial, para el Derecho Canónico la
prueba testifical constituye un elemento muy importante, lo cual quiere decir que se le
da un gran valor a esta prueba.
No obstante, es necesario advertir que la prueba testifical supone varios riesgos como
pueden ser la percepción defectuosa o incompleta de los hechos, las disposiciones
psicológicas y la parcialidad afectiva del testigo o los meros fallos de memoria hasta la
mala fe y la falta de veracidad de su testimonio. Por estas razones es de suma
importancia que el juez actúe con mucha cautela tanto en la realización del examen al
testigo como al momento de valorar sus declaraciones.
A pesar de lo mencionado anteriormente la prueba testifical posee un alto valor
probatorio para el Derecho Canónico, por la razón de que sólo las declaraciones de
aquellas personas más allegadas a los esposos le permitirán al juez conocer
directamente los hechos y comprobar su veracidad.
Teniendo en cuenta que el ordenamiento canónico permite al juez la libre valoración
de las pruebas, éste deberá hacer todo lo posible para evitar caer en la arbitrariedad,
haciendo uso de la sana crítica y sobre todo al momento de valorar la prueba testifical
deberá prestar especial atención a los criterios generales de valoración establecidos en
el ordenamiento canónico, como son los siguientes:
 Criterio de probidad y veracidad de los testigos
 Criterio de la fuente de ciencia del testigo
 Criterio del momento de adquisición del conocimiento de los hechos por el
testigo
 Criterio de coherencia interna de las declaraciones
 Criterio de conformidad de la declaración con el resto de las pruebas
Además de los criterios antes mencionados, el juez también puede apoyarse en los
llamados aforismos jurídicos y en las máximas de experiencia, entre los que destacan
por su carácter especial los siguientes:

 Se da más crédito a dos testigos sobre hechos concretos que a mil genéricos.
 No se ha de creer al testigo si no da razón de su dicho.
 La prueba especial tiene más fuerza que la general.
Por otra parte, están los testimonios aportados como prueba documental, que
consisten en presentar ante el tribunal un documento notarial que contiene
afirmaciones acerca de los hechos concernientes a la causa, la persona que quiera
presentar este documento no tendrá ningún impedimento de hacerlo, independiente
de que sea o no tomada en cuenta como testigo en la causa.
Dado que se ha establecido en las normas del ordenamiento canónico que las
declaraciones deben ser orales, con este tipo de testimonio se estaría vulnerando
dichas normas y poniendo en riesgo las garantías que la prueba testifical posee, por lo
que al ser una costumbre contraria a derecho, no se debería admitir en juicio, salvo en
algún caso muy excepcional.
Finalmente, hay que tener presente que la correcta valoración de las pruebas es un
arduo proceso que requiere que aquellas personas que hagan las veces de jueces,
posean una alta capacidad de discernimiento, que hagan uso de la sana crítica y el
sentido común, y actúen con probidad, siguiendo las normas y reglas establecidas por
el Derecho Canónico en materia de nulidad matrimonial.
Bibliografía
Peña, C. (17-20 julio de 2012). La instrucción de la causa: declaraciones de las partes y
de los testigos. Recuperado de:
http://www22.ucsg.edu.ec/distancia/77221/pluginfile.php/46078/mod_resource/cont
ent/3/Instrucci%C3%B3n%20y%20valoraci%C3%B3n%20de%20la%20prueba.pdf

También podría gustarte