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Se da más crédito a dos testigos sobre hechos concretos que a mil genéricos.
No se ha de creer al testigo si no da razón de su dicho.
La prueba especial tiene más fuerza que la general.
Por otra parte, están los testimonios aportados como prueba documental, que
consisten en presentar ante el tribunal un documento notarial que contiene
afirmaciones acerca de los hechos concernientes a la causa, la persona que quiera
presentar este documento no tendrá ningún impedimento de hacerlo, independiente
de que sea o no tomada en cuenta como testigo en la causa.
Dado que se ha establecido en las normas del ordenamiento canónico que las
declaraciones deben ser orales, con este tipo de testimonio se estaría vulnerando
dichas normas y poniendo en riesgo las garantías que la prueba testifical posee, por lo
que al ser una costumbre contraria a derecho, no se debería admitir en juicio, salvo en
algún caso muy excepcional.
Finalmente, hay que tener presente que la correcta valoración de las pruebas es un
arduo proceso que requiere que aquellas personas que hagan las veces de jueces,
posean una alta capacidad de discernimiento, que hagan uso de la sana crítica y el
sentido común, y actúen con probidad, siguiendo las normas y reglas establecidas por
el Derecho Canónico en materia de nulidad matrimonial.
Bibliografía
Peña, C. (17-20 julio de 2012). La instrucción de la causa: declaraciones de las partes y
de los testigos. Recuperado de:
http://www22.ucsg.edu.ec/distancia/77221/pluginfile.php/46078/mod_resource/cont
ent/3/Instrucci%C3%B3n%20y%20valoraci%C3%B3n%20de%20la%20prueba.pdf