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República Boliva riana De Venezuela

Ministerio Del Poder Popular Para La Defensa


Universidad Nacional Experimental Politécnica De La Fuerza Armada Bolivariana
UNEFANB
Núcleo Monagas – Aragua De Maturín

Camino A La Inmortalidad

Profesor (a): Bachiller (es):


Manuel Mayo María José Larez CI:27.559.124
Anderson Yanes CI:27.977.33
Víctor Guzmán CI:25.242.804
Juan Morocoima CI:27.386.964

Ingeniería De Gas
Ingeniería De Petróleo
Ingeniería Mecánica
Ingeniería Agroindustrial
VI Semestre

Diciembre Del 2020


Introducción

1- Camino a la Inmortalidad

 La enfermedad que tuvo el Libertador a lo largo de su vida y las muchas crisis
que presento en los últimos años de su vida, sin duda, tuvieron que influir en
alguna forma en el desarrollo de las guerras de la Independencia, el nacimiento de
la República y tal vez mucho más en la evolución de los hechos que llevaron a la
desintegración de su obra política.
 Viaje a Santa Marta Renuncia y Muere.

   El 7 de Mayo Bolívar sale de Bogotá. No puede regresar a Venezuela,


incluso teme por el Gobierno de Páez le incauté las minas de Aroa, hacienda de
sus padres. Por ahora su destino es la costa. Quiere descansar un poco para
reponer su quebrantada salud. Si mejora y le conceden el sueldo el ex -
Presidente se residencia en Europa. En Cartagena recibe una noticia que le
acelera el corazón.

El Mariscal Sucre ha sido asesinado traidoramente. Bolívar no encuentra


palabras ni lagrimas para tanto dolor. Llora como un niño y se ve en este crimen
una cruel venganza de sus enemigos. Los asesinos sabían muy bien que Sucre
era el sucesor legítimo de Bolívar, el único que todavía podía restaurar la unidad
Gran Colombiano. Mientras tanto el gobierno del Presidente Mosquera se hunde.

Cada soldado se hace General y todos se creen con derecho a sublevarse.


A los 3 meses le sucede el Vicepresidente Caicedo. Apenas toma el mando le
sustituye una insurrección militar. Urdaneta se alza con el poder, pero decide que
vuelva Bolívar. Es el único que aún puede unir y evitar la Guerra. El Libertador
escucha a los emisarios. Le duele el caos total. Tengo la obligación de salvar a la
patria como cualquier soldado. Ofrezco por los sacrificios de que soy capaz. Pero
no veo todavía que mi regreso aplaque a los revoltosos. No puedo aceptar otra
vez la Presidencia sin el consentimiento de unas elecciones.

En los últimos meses de su vida Bolívar fue tan humano como nunca lo
había sido. Bolívar siempre cuerdo, siempre lúcido, siempre atento al desarrollo de
la patria que él fundó. Le duele tener que proclamar He Arado en el Mar. Le
duelen las columnas de quienes el honró. Le duele la falta de piedad y cariño de
quienes creyó podrían ahora amarle o al menos respetarle. Le duele morir
huérfano de amor después de haber dado integra su vida por la igualdad, la
libertad y la justicia en América.

La enfermedad está bastante avanzada, los medios le envían a Santa Marta


y llega a la Hacienda San Pedro Alejandrino y su dueño le ofrece la casa.Reciba
usted por esta generosidad, las gracias más expresivas de mi parte. ... yo pienso
seguir por allá y desde luego hoy acepto seguir por allá y desde luego hoy acepto
la oferta de usted, aunque sea por unos pocos días.El médico que asiste a Bolívar
el Dr. Reverend, escribe a principios de Diciembre. El enfermo disimula los
padecimientos, pues sólo a algunos quejidos. Se le nota un sensible
entorpecimiento de sus facultades mentales.

 La Ultima Proclama

   El 10 de diciembre de 1830 es el día de la última proclama del Libertador,


dictada desde su lecho de moribundo. Firmó el testamento y recibió los Santos
Sacramentos de manos del humilde cura de la aldea de Mamatoco, quien llegó en
la noche con sus acólitos y varios indígenas. Luego, rodeado de sus más íntimos
amigos, como José Laurencio Silva, Mariano Montilla, Joaquín de Mier, Ujueta,
Fernando Bolívar, etc., el notario Catalino Noguera empezó a leer el histórico
documento, pero apenas llegó a la mitad, porque la emoción y el dolor le ahogaron
la voz.

Continuó la lectura Manuel Recuero. La última Proclama dice así:

A los pueblos de Colombia: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la


libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando
mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que
desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra
credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la
libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las
puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi
cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro
a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien
inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para
libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al
cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
Colombianos. Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte
contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo
al sepulcro.

 Testamento de Bolívar

   El testamento de su excelencia El Libertador de Colombia General Simón


Bolívar es el documento mediante el cual el Libertador Simón Bolívar declaró su
última voluntad antes de fallecer el 17 de diciembre de 1830. Fue dictado en Santa
Marta, Colombia, el 10 de diciembre, el mismo día en que dictó su última proclama
y recibió los sacramentos por parte del Obispo de Santa Marta José María Esteves
y fue firmado por Bolívar y el escribano José Catalino Noguera al día siguiente. El
original consta de 4 páginas manuscritas por ambas caras y estuvo archivado en
una notaría de Santa Marta hasta que fue robado por desconocidos quienes lo
vendieron al gobierno venezolano. El presidente Marcos Pérez Jiménez lo
restituyó a Colombia donde fue depositado en un banco por la Sociedad
Bolivariana hasta que dicha institución lo donó al Museo Nacional de Colombia el
24 de junio de 1960

El documento está constituido por catorce cláusulas en las que Bolívar


declara u ordena elementos de diversa índole, incluyendo su creencia en Dios y la
Iglesia Católica, sus bienes y su destino (las tierras y Minas de Aroa...y unas
alhajas), que se paguen sus deudas y la donación de dos libros que fueron
propiedad de Napoleón a la Universidad de Caracas. También ordena una
remuneración para su mayordomo José Palacios, que se quemen algunos
documentos, nombra sus albaceas, y divide lo que queda de sus bienes en tres
partes: una para cada hermana María Antonia y Juana. La tercera para sus
sobrinos: Juan, Felicia y Fernando Bolívar, para que lo disfruten con la bendición
de Dios.

Santa Marta, 10 de diciembre de 1830

   En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la
República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de
Venezuela, hijo legítimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción
Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente
enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural,
creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano
misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo tres
personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que
cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana,
bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como Católico fiel
Cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición
testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Testamento en la
forma siguiente:

1. Primeramente, encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la


crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de
mis Albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean
necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.  

2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo
matrimonio no tuvimos hijo alguno.
3. Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa, no
introdujo a ella ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto
heredé de mis padres. 
4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa,
situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el
inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder
del Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores
Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaceas
que estén y pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las
satisfagan de mis bienes
6. Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a
nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del
verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella
República.
7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral.
Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas "El
Contrato Social" de Rousseau y "El Arte Militar" de Montecuculi, se
entreguen a la Universidad de Caracas.
8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José
Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes
servicios.
9. Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se
quemen.
10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean
depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal. 
11. Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de
Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba
del amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
12. Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el
buen comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan
fielmente me ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.
13. Para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido, nombro por
mis Albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes a los
Sres. Gral. Pedro Briceño Méndez, Juan de Francisco Martín, Dr. José
Vargas, y el Gral. Laurencio Silva, para que dé mancomún et insolidum
entre en ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque
sea pasado el año fatal de Albaceazgo pues yo les prorrogo el demás
tiempo que necesiten, con libre franca, y general administración.
14. Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido instituyo y
nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos
mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que
haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana
Bolívar y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber,
Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes
deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la
otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente,
para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios. Y revoco, anulo, y
doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y
memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra
forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera del, salvo el que
presente que ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o en
aquella vía y forma que más allá lugar en derecho. En cuyo testimonio así
lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de la
ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.

   Y su excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del


Número certifico que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio,
memoria y entendimiento natural, así lo dijo, otorgó y firmó por ante mí en la casa
de su habitación, y en éste mi Registro Corriente de Contratos Públicos siendo
testigos los S.S.: Gral. Mariano Montilla, Gral. José María Carreño, Coronel
BelfordHintonWilson, Coronel José de la Cruz Paredes, Coronel Joaquín de Mier,
Primer Comandante Juan Glenn y el Dr. Manuel Pérez Recuero, presentes.

 Muerte de Bolívar
   El 17 de diciembre de 1830, en la Quinta «San Pedro Alejandrino», cerca de
Santa Marta (Colombia), dejó de existir el Genio de la Libertad, el más Grande
Hombre de América. A la 1 en punto de la tarde, «murió el sol de Colombia»,
Simón Bolívar. Había recibido de manos del Cura de la aldea de Mamatoco los
Santos Sacramentos. Después de haber dado libertad a tantos millones de
suramericanos, Bolívar se halla en su último instante muy solo. Apenas le rodean
Mariano Montilla, Fernando Bolívar, José Laurencio Silva, Portocarrero, el edecán
Wilson, Ibarra, Cruz Paredes, José María Carreño...

    El médico de cabecera Alejandro Próspero Reverend, viendo que llegaba el


momento supremo los llamó y les dijo: «Señores, si queréis presenciar los últimos
momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo». Pero, indudablemente,
Bolívar continúa vivo en el corazón de los pueblos, en las ideas que parecen
escritas para nuestros días, en las acciones que son permanente ejemplo para
todos aquellos que sienten de verdad lo que es una patria redimida. El Sol de
Colombia sigue brillando.

    Bolívar lo vivió. Destituido de todos sus cargos por la oligarquía gran


colombiana asesinado, antes, su noble amigo el mariscal Sucre que ganara en los
Andes, en 1824, la última batalla de la Independencia y es necesario decir que
nunca se supo quién le preparó la emboscada de la muerte, fue abandonado,
Bolívar, a su suerte. Camino de su destierro a Venezuela, sublevada ya ante su
posible llegada porque iba precedido de la apelación de dictador, Bolívar no tuvo a
su lado nada más que un grupo de amigos: contados con los dedos.

   Enfermo, le curaba el médico francés Alejandro Prospero Reverend. Arribado a


la ciudad costeña de Santa Marta, el Libertador no encontró techo de recepción
nada más que en la casa de un español: Joaquín de Mier. Ya próximo a la muerte
se refugió en la Quinta de San Pedro Alejandrino. Esta mansión pertenecía,
también, al mismo español. En San Pedro Alejandrino pronunció aquella
invocación a la ironía: Jesucristo, Don Quijote y yo hemos sido los más insignes
majaderos de este mundo.

2- Traslados de Bolívar a Venezuela

El domingo 13 de noviembre de 1842 zarpó desde el Puerto de La Guaira,


Edo. La Guaira,  rumbo a Santa Marta, Colombia la flota venezolana, enviada a
buscar los restos mortales del Libertador Simón Bolívar (1783-1830). El Ejecutivo
Nacional para cumplir con el decreto del 30 de abril de 1842 de trasladar los restos
de Bolívar desde Colombia a Venezuela, firmado por el entonces Presidente José
Antonio Páez (1790-1873), General en Jefe y quien sería 3 veces Presidente de
Venezuela(1831-35/1839-43/1861-3) nombró una comisión, la cual estuvo
conformada al principio por los Generales Francisco Rodríguez del Toro (1761-
1851), Mariano Montilla (1782-1851) y el Dr. José María Vargas (1786-1854); sin
embargo, la comisión finalmente estuvo integrada por el Dr. José María Vargas,
quien la presidió, el General José María Carreño (1792-1849), el Sr. Mariano
Uztáriz y el Presbítero Manuel Cipriano Sánchez, en virtud de las excusas de no
poder asistir de los siguientes generales: Francisco Rodríguez del Toro, Mariano
Montilla, Judas (José) Tadeo Monagas, Francisco Vicente Parejo, Ramón Ayala
(1776-?) y Bartolomé Salom (1780-1863). Como dato curioso, al Sr. Fernando
Bolívar (1809-1898), sobrino del Libertador, le fue negado el permiso para asistir a
Santa Marta porque no había cupo en el barco que lo trasladaría.

La flota estuvo integrada por la Goleta Constitución, al mando del Capitán de


Navío Sebastián Broguier, Comandante militar de la expedición; el Bergantín
mercante Caracas, el cual llevaba a los cadetes de la Escuela de Matemáticas y la
Corbeta de guerra francesa Circe, al mando del Comandante Jean Ricard. En
Santa Marta los esperaba el bergantín de guerra británico S.M.B. Albatros, al
mando del Capitán York y el bergantín holandés S.M. El Rey de Holanda Venus, al
mando del Comandante Jöhr. Arribó la comitiva a Santa Marta, el miércoles 16,
siendo recibidos, con el mayor protocolo, por el General Joaquín Posada Gutiérrez
(1797-1881), gobernador de la provincia de Santa Marta, y presidente de la
Comisión neogranadina para cumplir los actos de la entrega.
Posteriormente, luego de la verificación de los restos mortales del Padre de la
Patria, en los que participó el Dr. Alejandro Próspero Reverend (1796-1881),
además de la comitiva venezolana, presidida por el Dr. Vargas; el buque zarpó del
puerto de Santa Marta el martes 22 de noviembre de 1842.

Para dejar testimonio del acontecimiento, el militar, ingeniero, dibujante,


acuarelista y litógrafo yaracuyano, Carmelo Fernández Páez (1809-1887), sobrino
del Centauro de Los Llanos; realizó 22 dibujos que muestran todo los actos que se
realizaron desde Santa Marta hasta Caracas. Es importante destacar que el
General en Jefe Rafael Urdaneta (1788-1845) fue nombrado Jefe de la Tropa para
la gran ceremonia. Las naves La Constitución, la Circé y el Albatros llegaron al
archipiélago de los Roques, punto de reunión, el jueves 8 de diciembre; y
permanecieron allí hasta el 12, cuando zarparon rumbo al Puerto de la Guaira,
donde llegaron el 13 de diciembre; luego el 15 fue la fecha indicada para el
desembarco, llegando para aumentar la comitiva naval, los bergantines Venus y
el S.M. el Rey de Dinamarca Santa Cruz.

A su llegada a Caracas, el 16 de diciembre, la milicia caraqueña, la


caballería y la infantería esperaban con toda la solemnidad del caso, oficiales
activos y retirados, inválidos, no sólo de la capital sino de Valencia, Angostura
fueron invitados, por mencionar sólo algunos; y el pueblo caraqueño aguardaba
con gran expectación; las calles decoradas para el momento de luto riguroso, todo
listo para el recibimiento del hijo de Caracas. Las crónicas indican que había una
mezcla de alegría y tristeza; alegría, por haber cumplido la última voluntad del
Libertador de ser enterrado en su amada Caracas; y tristeza, por la llegada del
héroe, ya muerto, luego de tanta vida y energía mientras luchó por nuestra
libertad. Sus restos fueron depositados en el templo de San Francisco para los
funerales correspondientes, y luego de la ceremonia respectiva donde participaron
familiares, miembros del gobierno, diplomáticos, y comisiones de instituciones
públicas y educativas, entre otros, la urna fue conducida a la cripta familiar en la
capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Caracas, el 23 de diciembre de
1842; el féretro fue transportado por los antiguos edecanes del Libertador,
Bernardo Herrera (1791-1860), Marcelino Plaza, Diego (1798-1876) y Andrés
Ibarra (1807-1875), Miguel Arismendi y Julián Santamaría (1800-1845), desde la
Iglesia de San Francisco hasta el carruaje que llevaría los restos del Libertador
hasta la Catedral. Allí permanecieron hasta octubre de 1876, cuando fueron
colocados en el Panteón Nacional, para luego ser trasladados al Mausoleo, en el
año 2013, anexo del Panteón, donde reposan en la actualidad.

Conclusión

 La enfermedad que tuvo el Libertador a lo largo de su vida y las muchas crisis
que presento en los últimos años de su vida, sin duda, tuvieron que influir en
alguna forma en el desarrollo de las guerras de la Independencia, el nacimiento de
la República y tal vez mucho más en la evolución de los hechos que llevaron a la
desintegración de su obra política.

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