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revista DE

DERECHO PENAL
Y CRIMINOLOGIA
DELITOS ECONOMICOS • CONTRAVENCIONAL •
GARANTIAS CONSTITUCIONALES • PROCESal PENAL •
EJECUCION DE LA PENA

Director
Eugenio Raúl ZAFFARONI

ÁREA PROCESAL
Miguel A. ALMEYRA

COMITÉ ACADÉMICO
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Kai Ambos (alemania)
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COORDINADORES
MatÍas BAILONE
Rodrigo CODINO
Cátedra de Criminología de Matías Bailone. Universidad de Buenos Aires.

DPyC Derecho Penal DOCTRINA

Beccaria, 250 años después: política criminal con base


científica y utopía penal en su obra y en la actualidad
Por Jean Pierre Matus (*)

Sumario: I. Introducción: Beccaria como inventor de la criminología


positiva. — II. Primera consecuencia: las diferencias esenciales entre
Beccaria y la Escuela Clásica— III. Segunda consecuencia: Beccaria
como inventor de la política criminal con base científica. — IV. Crítica:
la confusión entre política criminal científica y utopía penal en las
propuestas de Beccaria. — V. Conclusión: política criminal y utopía
penal en la actualidad.

I. Introducción: Beccaria como inventor de la la imposición de las penas pudiese realmente


criminología positiva ser “asociada” a la comisión de hechos prohibi-
dos, en una suerte de anticipación de lo que hoy
En un discutido artículo de 1991, Piers Bierne ha llamaríamos “conductivismo social” (y de allí las
calificado a Beccaria como el inventor de la idea de propuestas beccarianas de publicidad de los jui-
la criminología positiva, entendida como la activi- cios, de las penas de trabajos forzados públicos, y
dad humana que aplica el método científico al es- de prontitud de los juicios y las penas frente a los
tudio de la criminalidad y el delito, creando teorías hechos punibles). Según Bierne, “sensorialismo”,
e hipótesis explicativas y predictivas susceptibles “probabilismo” y “asociacionismo” son ideas que
de refutación por la observación y la experimenta- no se vinculan a los philosophes franceses, sino
ción. Según Bierne, un análisis de las ideas conte- que entroncan directamente con las convicciones
nidas en Dei Delitti, a la luz de las fuentes e historia de la “ciencia del hombre” y el “utilitarismo” de la
de su formación, permite ver en ellas algo más que ilustración cientificista escocesa (Smith, Locke,
la corriente asociación de todo el contenido de Dei Hume, Newton, y sobre todo Huchteston). De
Delitti con el “humanismo” y “contractualismo” de hecho, está documentado que el apodo que los
Montesquieu y los philosophes franceses, así como hermanos Verri daban a Beccaria en la Academia
con la “Escuela Clásica” de la criminología y del del Puño era Newtoncino.
Derecho Penal. En efecto, Bierne pone el acento
en que junto con el contractualismo y la idea de Lo anterior explicaría, según Bierne, el porqué
los hombres libres e iguales subyacente, a la hora de la insistencia de Beccaria de incorporar a los fi-
de proponer medidas prácticas para asegurar esa lósofos al gobierno, entendiendo ahora por tales no
libertad, Beccaria esconde en sus propuestas la a los racionalistas franceses sino a los “científicos”
concepción del hombre como sujeto de la causa- escoceses. Esta idea es claramente planteada en el
lidad natural (sus propias pasiones y estímulos, Capítulos 42 de Dei Delitti, donde, bajo el título de
externos e internos), concibiendo la pena no como “De las Ciencias”, propone Beccaria contar con el
un “mensaje” dirigido a la “razón”, sino más bien consejo de una multitud lo más numerosa posible
como “obstáculo sensible” frente a esas pasiones de hombres ilustrados, filósofos (científicos), para
y el resto de los estímulos que conducirían el que la legislación sea redactada de conformidad
comportamiento humano, “obstáculo” que sólo con los límites, científicamente develados, que
operaría en la medida de la “probabilidad” de su la naturaleza y la vida en común nos imponen a
ocurrencia (y de allí la insistencia de Beccaria en, todos, “porque no hay hombre iluminado que ame
por ejemplo, la inflexibilidad de los magistrados los públicos, claros y útiles pactos de la seguridad
y la supresión de la gracia y el perdón) y de que común, comparando la mínima e inútil libertad
que él les sacrifica con la suma de todas las liber-
(*) Catedrático de Derecho Penal de las Universidades tades sacrificadas por los restantes hombres que
de Chile y Finis Terrae. sin las leyes podrían conspirar en contra suya”.

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II. Primera consecuencia: las diferencias mar que “las penas previenen los delitos” sí puede
esenciales entre Beccaria y la Escuela Clásica ser objeto de estudio, observación y refutación
científica, al punto que hasta decididos partidarios
Sin entrar ahora en la discusión acerca de si del paradigma sociológico han debido aceptar que
también puede o no considerarse a Beccaria el dicha afirmación es comprobable en una medida
inventor de la criminología positiva actual, que se significativa (Serrano Maíllo, 2006).
encuentra cruzada por la disputa de las escuelas
“neoclásica” (economicista, derivada del seminal Por lo tanto, una cosa sería discutir si las ideas
estudio de Gary Becker, Crime and Punishment, de Beccaria pueden servir de punto de partida de
1968, donde expresamente refiere sus tesis como las actuales escuelas Neoclásicas o Sociológicas de
una “modernización” de las de Beccaria y Ben- la Criminología y otra, muy distinta, asimilarlo a la
tham) y “sociológicas” (con sus múltiples teorías, llamada Escuela Clásica del Derecho penal, como
desarrolladas desde mediados del siglo XX a partir equivocadamente yo mismo he hecho siguiendo
de la obra de Sutherland), quisiera únicamente el planteamiento tradicional de nuestros autores
detenerme en un punto que, por la lamentable (Lecciones, 2004). En efecto, aunque los “clásicos”
confusión histórica y terminológica que provoca, recogieran algunos planteamientos de Beccaria que
debe ser destacado: cualquiera sea el resultado pueden verse como consecuencia de sus puntos
de la discusión propuesta por Bierne acerca de de partida (principio de legalidad, supresión de
si Beccaria puede considerarse o no también la tortura y otros), basta con asomarse al primer
entre los representantes de la Escuela clásica de tomo de la monumental obra del más destacado
la criminología y, por lo tanto, atribuir ahora sus representante de dicha Escuela Clásica del Dere-
propuestas a la Escuela Neoclásica, como quiere cho Penal, el Programa de Derecho Criminal de
Becker, o a la Sociológica, como propone Bierne, Francesco Carrara (Bogotá, 1956, trad. Ortega y
lo cierto es que es muy difícil compatibilizar sus Guerrero) para percibir cómo, fustigando a “Rous-
propuestas con las de la también llamada Escuela seau y sus secuaces”, se aparta Carrara de todo
clásica del Derecho penal, cuyo máximo represen- examen acerca de los mecanismos que operan en
tante en Italia fue Francesco Carrara. la realidad y conducen a la comisión de delitos o
su prevención: allí se concibe al delito únicamente
En efecto, durante el siglo XVIII y en la primera como “un ente jurídico, porque su esencia debe
mitad del XIX no hubo en la práctica una ciencia consistir necesariamente en la violación de un
criminológica basada explícitamente en el método derecho”, y la pena como “una coacción moral que,
científico, a pesar de las influencias cientificistas mediante la amenaza de un mal que ha de infligirse
que se observan en Beccaria, y el utilitarismo y a los violadores del derecho, sirva para apartarlos de
objetivismo de Bentham. En esa época existía una la agresión”, lo que no podría entenderse como una
confusión personal entre el filósofo, el publicista, función de utilidad de la pena, pues la legitimación
el criminólogo y el penalista, como sin dificultad se de ésta no la ve en la utilidad o prevención efectiva,
aprecia en Dei Delitti. Es por ello que se ha tendido sino en su adecuación a la norma absoluta derivada
a confundir nominal y personalmente la Escuela de las “deducciones lógicas de la eterna razón, por
Clásica del Derecho penal con la Escuela Clásica medio de la cual reveló Dios a los hombres, por
de la criminología. Sin embargo, en realidad, admirable inspiración, todo lo que era necesario
ambas “Escuelas Clásicas” parten de supuestos para regular aquí abajo su conducta hacia los pro-
muy distintos: la primera, desde la idea metafísica pios semejantes”.
del “libre albedrío” y la absoluta separación del Esto explica que más adelante afirme no sólo
estudio del Derecho penal del resto de las cues- el libre albedrío como principio “inmutable” de
tiones vinculadas a las causas y mecanismos de la naturaleza humana y del derecho penal, sino,
control de la actividad criminal; la segunda, desde además, que toda función de “policía”, como
el “utilitarismo”, donde el placer y el dolor, como procedente de un principio de “utilidad” y no de
estímulos humanos, no son cuestiones ajenas a la “libertad”, “no tiene nada en común con la función
realidad, sino sensibles y, por lo tanto, susceptibles penal”, y que éstas “no se unifican en sí mismas,
de observación y comprobación empírica. En otras ni ante la ciencia”.
palabras, afirmar que “el ser humano es libre” es
una afirmación que no está sujeta a comprobación Esta crítica se enlaza claramente con las crí-
empírica o refutación científica; en cambio, afir- ticas idealistas de Kant y Hegel, quienes en sus

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monumentales obras, aunque solían no citar con Wright en Filadelfia en 1823 —Imprenta Cervan-
nombre y apellidos, sí dedican su buen par de tes, 1943—), que Beccaria “fundamentó también
líneas a atacar personalmente a Beccaria y, sobre la política criminal, ciencia moderna que consiste
todo, al fundamento político de sus propuestas en el conjunto de medios aplicables por el Estado
para eliminar la tortura y reducir la imposición de para abordar el problema de la delincuencia, uno
la pena de muerte a un límite razonable. Así, por de los cuales es el Derecho Penal positivo, pero no
ejemplo, Kant, al fundamentar su retribucionismo el único, pues hay otro más amplio e importante,
y la imposición de la pena de muerte como un que es la prevención del delito”.
imperativo categórico, negaba las propuestas de
Beccaria sosteniendo que ellas se fundamentaban En efecto a lo largo de Dei Delitti, pero especial-
en su “sentimentalismo y afectada humanidad mente en sus últimos capítulos, Beccaria ofrece un
(compassibilitas)” y que el recurso al contrato conjunto de medidas aparentemente “prácticas” o
social sería sólo “sofistiquería y torticería del “técnicas” para prevenir o evitar los delitos, sobre
derecho”. Y Hegel, por su parte, sostenía contra la base de que la reforma a las leyes penales que
Beccaria que si “la pena es vista como continente proponía en el resto de su obra podría ser insufi-
de su propio Derecho [el del delincuente], con su ciente para lograr por sí misma este objetivo.
imposición el delincuente es honrado como ser
racional” y “no es tratado sólo como un animal Así, como ya hemos dicho, en el capítulo relativo
peligroso” o teniendo en cuenta intimidar a los a “Las Ciencias” de su famoso opúsculo, afirma
demás; agregando que el Estado no puede estar Beccaria la necesidad de contar con el consejo
sometido a un pacto social que le imponga el de una multitud lo más numerosa posible de
cuidado y aseguramiento de la vida y propiedad hombres ilustrados en las ciencias (filósofos en el
de sus miembros, sino al contrario, afirma que el sentido escocés, no francés), para que la legisla-
Estado “es lo superior, lo que esas vidas y propie- ción sea redactada de conformidad con los límites,
dades toma por derecho y cuyo sacrificio exige”. científicamente develados, que la naturaleza y la
Estas críticas parecen explicar por qué en Alema- vida en común nos imponen a todos, para poder
nia donde, a pesar de que el texto de Beccaria fue efectivamente evitar los delitos.
rápidamente traducido (Hamburgo, 1766), influyó
en la primera recopilación del derecho común de A continuación, cuando habla de “Los Ma-
Prusia y era claramente reconocido por Feuerba- gistrados”, su propósito no es discurrir sobre la
ch, hoy se encuentra en el olvido y la omisión de regulación penal de su protección o del castigo
las partes generales o en las renovadas e idealistas de sus abusos, sino ofrecer algunas medidas apa-
críticas de Naucke. rentemente “técnicas” que considera útiles para
combatir la tendencia que estima natural a la co-
III. Segunda consecuencia: Beccaria como rrupción y el aprovechamiento de quienes, en de-
inventor de la política criminal con base finitiva, tienen el poder real en una sociedad para
científica mandar hacer cumplir las leyes o ejecutarlas por sí
mismos (“magistrados” en sentido amplio, como
Dicho lo anterior, volvamos al principio: si es autoridades del orden civil): aumentar su número,
cierto que Beccaria puede considerarse un in- “porque la venalidad es más difícil entre miembros
ventor de la criminología positiva “sociológica” que se vigilan entre sí”; y permitir las “querellas,
de hoy en día (y también de la “neoclásica”, en justas o injustas, de quien se siente oprimido”,
tanto basada en el método científico), por haber para de este modo no acostumbrar “a los súbditos
introducido en la discusión sobre el derecho penal a temer a los magistrados antes que a las leyes” y
y las causas del delito elementos propios de la ilus- evitar el aprovechamiento consiguiente.
tración cientificista escocesa, también lo es que
“adelantándose en mucho a las ideas de su época, Además, al estudio de las ciencias como base
aconseja la adopción de algunas medidas eficaces de la legislación y el evitar la corrupción de los
para precaver delitos” (Del Río, El problema penal, magistrados, propone Beccaria añadir una suerte
1916), por lo que puede afirmarse, como ya lo de justicia premial de la virtud, que recompense a
había hecho Samuel Gajardo al presentar la única los ciudadanos por los hechos que contribuyan al
edición chilena que conozco de Dei Delitti (repro- bienestar de la comunidad y, como “el más seguro,
ducción de la traducción anónima impresa por R. pero más difícil medio de evitar los delitos” para

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evitar los delitos, una política social de educación de carácter científico o positivo. El segundo, en
para el pueblo. cambio, se vincula con otra clase de política crimi-
nal, de carácter más bien utópico, que, disfrazada
Otras medidas para evitar los delitos propuestas de “medidas prácticas”, en realidad se encuadra
por Beccaria, que no aparecen vinculadas directa- en el marco más amplio de la utopía social de
mente a una modificación de la legislación penal Beccaria.
propiamente tal son sus propuestas relativas a los
medios a emplear para mantener la “tranquilidad En efecto, como hipótesis científica la afirma-
pública y la quietud de los ciudadanos” (Cap. ción general de que la actividad criminal puede
11): “la noche iluminada a expensas públicas, las disminuir mediante el fomento de la educación
guardias distribuidas en diferentes cuarteles de de los desposeídos; la iluminación de las calles; el
la ciudad [...] forman un ramo principal, de que aumento de la vigilancia policial; y el mejoramien-
debe cuidar la vigilancia del magistrado, que los to de las condiciones sociales, puede ser y ha sido
franceses llaman de la police”. objeto de estudio científico. Política criminal es, en
este sentido, una “ciencia” que “se ocupa de estu-
Finalmente, en las reflexiones de Beccaria diar e implementar medidas para la prevención y
sobre el hurto no violento (Cap. 22), puede verse control del delito”. Así, por ejemplo, sabemos por
un llamado indirecto a prevenir esta clase de ahora que el fomento de la educación general en
delitos mediante una política social destinada a el pueblo no es un factor decisivo en la reduc-
reducir la pobreza, cuando sostiene que “ordi- ción de la actividad criminal, si comparamos su
nariamente este delito proviene de la miseria y evolución con la del explosivo aumento de la co-
desesperación”. bertura educacional en Chile, a partir de los años
1980 (Cea et al, 2007); que la iluminación de los
IV. Crítica: la confusión entre política crimi- espacios públicos y otras medidas de prevención
nal científica y utopía penal en las propuestas del delito de corte situacional pueden producir
de Beccaria reducciones significativas de la actividad criminal,
A pesar del hilo conductor que puede apreciarse cuando ésta se concentra en ciertas zonas geográ-
entre todas las medidas aparentemente técnicas ficas (Felson, 2002); que un aumento significativo
para evitar los delitos propuestas por Beccaria, del número de policías por habitantes sí produce
que Gajardo englobaba en la idea general de una disminución de la actividad criminal (Levitt,
política criminal; un análisis de las mismas nos 2004); y que, en cambio, el aumento del bienestar
permite distinguir en ellas dos grupos claramente en la sociedad y la disminución de las tasas de
diferenciados: desempleo parecen tener efectos ambiguos y, en
todo caso, no muy significativos (Matus, 2005). Y
a) Las medidas de prevención de delitos sujetas todo esto, sujeto a la refutación de estudios, ob-
a comprobación o refutación empírica, que no servaciones y experimentaciones más acabadas
suponen necesariamente una alteración de los que quizás contradigan o reafirmen lo que ahora
poderes políticos de la sociedad, a saber: i) fomen- tenemos por cierto.
tar la educación de los desposeídos; ii) iluminar
las calles y aumentar la vigilancia policial; y iii) En cambio, no son científicamente contrasta-
mejorar las condiciones sociales (pobreza o, como bles las medidas para evitar delitos consistentes
se dice hoy en día, marginación); y en crear una sociedad gobernada por científicos
(filósofos) que dicten leyes basadas en el cono-
b) Las medidas de prevención de delitos basa- cimiento científico del ser humano y la sociedad;
das principalmente en el cambio de los poderes donde los poderes públicos están distribuidos
políticos de la sociedad, a saber: i) encargar la entre muchos magistrados que se vigilan entre sí; y
legislatura a los científicos; ii) aumentar el número el Tesoro se encuentra a disposición de cualquiera
de magistrados, en la esperanza de su control recí- que haga el bien. Aquí entramos más bien en el
proco; y iii) otorgar premios de buena conducta. campo de lo utópico, en el sentido que emplea J.
C. Davis (Utopía, 1983), esto es, como aquel en
El primer grupo de medidas así descrito corres- que se discuten propuestas de sociedades ideales
ponde al aporte de Beccaria a lo que podemos basadas en las ideas de totalidad, orden y perfec-
denominar la invención de la política criminal ción, gobernadas por leyes.

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Entre sus contemporáneos, quien con mayor precisamente a favor de ese capitalismo a lo Smith,
claridad se percató del carácter utópico de estas que terminaría por reemplazar al mercantilismo
propuestas de Beccaria fue el pintor escocés Allan del Ancien Règime, como lo reflejaba en sus estu-
Ramsay, quien en una carta a Diderot de fines de dios económicos y en el propio Dei Delitti. Baste
enero de 1766 (transcrita en la edición de Venturi) para confirmar lo anterior que, respecto del hurto
escribía que “estas obras especulativas, como De no violento, el que Beccaria estima estar causado
los delitos y de las penas, entran en la categoría de en buena medida por la miseria, no propone su
las utopías, de las repúblicas a la Platón y otras po- perdón por ello, sino la sustitución de la pena pe-
líticas ideales, que demuestran suficientemente la cuniaria por “la única clase de esclavitud que pue-
inteligencia, la humanidad y la magnanimidad de de llamarse justa, o sea, la esclavitud temporal de
ánimo de los autores, pero que jamás han tenido las obras y de la persona a la sociedad común”.
ni tendrán ninguna influencia actual y presente
sobre los asuntos prácticos”. Sin embargo, el carácter utópico —aunque
no socialista— de algunas de las propuestas de
Por otra parte, se debe destacar que esta utopía reforma social de Beccaria queda de manifiesto
social de Beccaria, basada en un mundo goberna- incluso si se miran a la luz del conocido éxito y la
do por los filósofos, poco tiene que ver con otras aceptación por parte de los Déspotas Ilustrados
utopías que algún grado mayor de éxito tuvieron de Europa y de los Revolucionarios franceses
con el curso del tiempo, como la socialista, por de buena parte de las reformas propiamente
más que se destaque que Facchinei usa por pri- penológicas que propuso o recogió (legalidad,
mera vez en términos peyorativos la expresión proporcionalidad y benignidad de las penas,
“socialista”, tratando como tales a Beccaria y al juicios justos, supresión de la tortura y reducción
resto de los “publicistas” del Iluminismo en que de la pena de muerte): estas reformas, por decirlo
se basa, en sus “Notas y observaciones” a Dei de alguna manera, se independizaron de las pro-
Delitti, de principios de 1765, como quiere ahora puestas utópicas de Beccaria y encontraron acep-
Fernández Buey (Utopías, 2007), para quien Bec- tación, con diversos argumentos y fundamentos
caria debe considerarse al menos como un pseudo en buena parte de la Europa ilustrada, desde la
utópico socialista, queriendo ver en la supuesta Revolucionaria francesa a las más conservadoras
“sensibilidad moral” de nuestro autor una suerte alemana e italiana. O, dicho de otro modo: el éxito
de “crítica moral al capitalismo incipiente” y el de las reformas penológicas de la Ilustración pa-
fundamento de sus críticas y de la necesidad de rece estar de alguna manera desconectado de los
preguntarse sobre “el derecho a castigar en una fundamentos de la utopía social que, entre otros,
sociedad injusta y desigual”. proponía Beccaria.

Sin embargo, Venturi destaca cómo ya en el Es más, Foucault (Vigilar y Castigar, trad. Garzón,
siglo XVIII Mably y quienes propugnaban en esa México, 1976), a quien difícilmente calificaríamos
época verdaderamente un cambio radical de las como conservador, niega documentadamente
condiciones sociales, no veían en las propuestas que la gran reforma judicial en materia criminal
de Beccaria sino un mero “reformismo”, un camino operada tras la Revolución de 1789 tuviese alguna
no propiamente “revolucionario”, pues se afirmaba vinculación más allá de la simplemente retórica
que una simple reforma penológica no alteraría con las propuestas de Beccaria y el resto de los
la realidad de que “delitos y penas no sólo eran reformadores franceses. En efecto, en primer lugar,
proporcionales a la desigualdad que nacía del señala que la benignidad de los castigos fue un
privilegio, sino que surgían de aquella más grave proceso generalizado durante el siglo XVIII, dentro
desigualdad que hundía su raíz en la misma idea de un “doble movimiento, por el cual, durante este
de propiedad”. periodo, los crímenes parecen perder violencia, en
tanto que los castigos, recíprocamente, se descar-
A mi juicio, lleva razón Mably, pues Beccaria gan de una parte de su intensidad, aunque a costa
no parece estar del lado de quienes abogaban de intervenciones múltiples”.
por la radical reforma del sistema económico o, al
menos, no del lado de los utópicos que afirmaban A ello agrega que la reforma propiamente tal
una “crítica moral al capitalismo incipiente”, sino no fue preparada, al menos no en Francia, única-
al contrario: Beccaria en economía se encontraba mente por los filósofos racionalistas, sino princi-

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palmente por los propios juristas y magistrados, y cias jurídicas en una sociedad determinada, las
que su producto no fue el gobierno de los sabios medidas para evitar los delitos no serían parte
y las ciencias, sino la consolidación del “poder de del mismo.
juzgar”, “sobre el cual no habría de pesar el ejerci-
cio inmediato de la soberanía del príncipe”, y que Quizás por ello la “ciencia del Derecho penal”
—este es el punto central de su tesis— “ejerciera alemana procuró, prácticamente desde sus inicios,
plenamente su poder”. O, dicho en las palabras separar aguas con la política criminal, dejando
de Ramsay, el reemplazo de unos antiguos jefes ésta en manos de quienes detentaban realmente
por otros nuevos. el poder político tanto para aplicar las sugerencias
positivas, como para transformar la sociedad,
Y en esta consolidación del poder de juzgar en si ello fuese necesario. Así, Feuerbach, aunque
la magistratura y los juristas puede verse hasta hoy comparte ciertas ideas utilitaristas, como el prin-
en día cómo de la utopía social de Beccaria poco se cipio sensorialista de la intimidación psicológica
ha realizado: no son los científicos los que legislan como mecanismo y función de la pena, señala
ni forman el mayor número de legisladores ni claramente en su Lehrbuch (5ª. Ed., 1812) que la
aún de magistrados, e incluso buena parte de las “ciencia” de la política criminal (cuyo objeto no de-
teorías y doctrinas practicadas por los juristas en fine, remitiendo al lector, en cambio, a la totalidad
todas partes del mundo, cuando son enfrentadas de la obra de Beccaria), no sería sino uno “de los
a problemas que tienen una explicación científica conocimientos auxiliares del Derecho criminal”
(filosófica en los términos de Beccaria), por ejem- propiamente tal.
plo, causalidad y enfermedad mental, se resuelven
manteniendo la cuestión en la decisión del juez y Y ya casi a la vuelta del siglo, Franz von Liszt
no del científico, como si las leyes de la naturaleza (Tratado, t. II, trad. Jiménez de Asúa, Madrid,
y la medicina fuesen un asunto principalmente 1917), fundador de la precisamente llamada Es-
retórico; allí donde se ha ampliado el número de cuela de la Política Criminal alemana, no entendía
magistrados no se ha producido entre ellos una ésta en el sentido de Beccaria, sino exclusivamente
“mutua vigilancia”, sino, al contrario, asociacio- como la “lucha contra el crimen, obrando de
nes gremiales con marcado interés en la defensa un modo individualizado sobre el delincuente”
corporativa antes que en el mutuo control (lo que a través de la imposición de una pena que “se
en Chile, se ha exacerbado particularmente por la adapte, en su especie y medida, a la naturaleza
reducción extrema del recurso jerárquico en las propia del delincuente, procurando impedir, por
últimas reformas); y no existe en país alguno que la privación de su libertad, la comisión de otros
yo conozca una judicatura premial. crímenes en el futuro”. El Profesor de Marburgo
relega, en cambio, todas las otras medidas ajenas
V. Conclusión: política criminal y utopía penal a la individualización de la pena y la privación
en la actualidad de libertad al amplio concepto de política social,
que “tiene por objeto la supresión, o al menos la
Como hemos expuesto hasta aquí, hay en las restricción de las condiciones sociales del crimen”,
propuestas de política criminal de Beccaria una y que, en sus palabras, obraría de manera “más
confusión entre las propiamente positivas, esto intensa y más seguramente que la pena y toda
es, las que pueden considerarse y evaluarse con medida análoga [...] como medio para la lucha
el método científico; y las utópicas, esto es, las que contra el crimen, que, como el suicidio, la mor-
entran en la arena de la política propiamente tal talidad infantil y todos los restantes fenómenos
y, en particular, de la política del diseño de una sociales patológicos, tiene su raíz profunda en las
sociedad ideal. condiciones sociales determinadas que influyen
sobre las generaciones sucesivas”.
En ambas versiones, la política criminal de
Beccaria parece alejarse tendencialmente del Es de notar, en todo caso, que la idea de política
objeto primario de estudio del Derecho penal o criminal planteada por Von Liszt, si bien se reduce
dogmática penal propiamente tal. Desde luego, si a la reacción punitiva contra el condenado, al me-
generalmente se entienden que éste consiste en nos respecto a ésta propone estudiarla e imponer-
el estudio y sistematización de los presupuestos la con criterios positivos, esto es, según el método
de la responsabilidad penal y de sus consecuen- científico, para evitar la nueva comisión de delitos

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de personas determinadas, basadas en sus propias su aparente oposición a Von Liszt no es más que
características y condiciones, cuya eficacia podría puramente retórica), ni tampoco a una diferente
ser contrastada empíricamente. Desde este punto forma de organización social, sino a otra cosa bien
de vista, podemos considerar la propuesta de Von distinta: a la determinación de las valoraciones que
Liszt como una suerte de micropolítica criminal reflejarían los “fines y contenidos sociales del Dere-
positiva; dejando a la vida política las decisiones cho penal”, o a las tantas veces empleadas palabras
respecto de la macro política criminal, esto es, de este autor, la determinación en “un Estado
en sus términos, de la política social. El aparente social de Derecho”, de lo “justo”, lo “tolerable”, lo
fracaso y descrédito posterior de las medidas “admisible”, lo “satisfactorio” y lo “soportable” o
positivistas o de política criminal en la individua- “insoportable”; en fin, como afirma ahora en su
lización de la pena, que ha corrido a la par con el Tratado (München, 1994), el objeto de la política
de la idea de la prevención especial positiva, no criminal sería la determinación de “la deseable
debe hacernos perder de vista que los estudios conformación del derecho (el derecho, como
científicos en la materia han seguido produciendo debería ser)”, mediante la interpretación y recons-
resultados y que, en muchos sistemas, incluyendo trucción dogmática del derecho vigente “como
el chileno, siguen siendo las características del resultado del desarrollo del pensamiento político
agente (su supuesta mayor o menor peligrosidad) criminal del legislador”. Aquí, el conocimiento cri-
las que están sirviendo para decidir acerca de la minológico jugaría un papel informativo y también
clase y medida de la pena aplicable en concreto, argumentativo a la hora de decidir los tolerable o
aunque, como lamentablemente sucede en Chile, no en una sociedad “Democrática y social de De-
sin que se quiera entrar al análisis científico de las recho”, según los “fines y contenidos del Derecho
mismas, sino dejando tales decisiones únicamente penal”, como suerte de “control” del cumplimiento
a la intuición de los legisladores y los tribunales de tales fines en la práctica y, por tanto, como un
(Matus, 2007). conocimiento que, transformado un directrices
de política criminal, permitiría limitar decisiones
Sin embargo, en abierta oposición a la distinción valorativas contradictorias.
del propio Liszt entre la labor de la dogmática
penal y la política criminal, a partir de la funda- Así, aplicadas estas directrices político-crimina-
mental obra de Roxin, Política Criminal y sistema les a la reconstrucción del sistema penal, Roxin
del Derecho penal (1970, aquí se cita la segunda afirma que el principio de legalidad impone, en
edición en castellano, trad. Muñoz Conde, 2000), el estudio de la tipicidad o imputación objetiva,
la expresión “política criminal” volvió a asentarse la determinación de la “creación y realización de
en la discusión dogmática, pero ahora con un riesgos que son insoportables para la convivencia
sentido bien distinto al que le hemos atribuido segura de las personas”; mientras que en el de las
a las propuestas de Beccaria. Por decirlo en las justificaciones, el principio operativo sería el de la
mismas palabras que emplea Roxin en el epílogo determinación de la “justa” solución de conflic-
de la segunda edición de esa obra, por “directri- tos de intereses; y, en la responsabilidad penal,
ces político-criminales” no se entienden ciertas la “conveniencia”, de conformidad a los fines de
propuestas para reducir la criminalidad ni la re- prevención general y especial de la imposición o
forma de la sociedad, sino una suerte “leit motiv” no de una pena a una persona culpable.
argumentativo, esto es, “principios ordenadores
y predominantes en la jerarquía de los puntos de Las principales críticas a este planteamiento se
vista (topoi) que deben ponderarse”, dentro de fundamentan en el carácter relativamente indeter-
lo que él mismo denomina “labor creadora” de minado que tienen los topoi y, consecuentemente,
la dogmática y la jurisprudencia al momento de las “directrices de política criminal” entendidas
resolver los “conflictos sociales” que se presentan como tales, lo que deja importantes espacios
en la interpretación, sistematización y aplicación abiertos a la hora de precisar las valoraciones
del Derecho. normativas del legislador, por lo que sin mucha di-
ficultad puede traspasarse la línea que separaría la
Luego, la alusión a los principios o directrices descripción de las valoraciones políticas existentes
de política criminal en esta versión de Roxin no en un momento determinado (la política criminal
hace referencia a los medios más adecuados para del legislador, inmanente en un sistema dado), de
la prevención y control del delito (y, por lo mismo, la promoción de las propias valoraciones políticas

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DPyC Derecho Penal doctrina

a través de la labor de interpretación y aplicación va pareciendo cada vez más una utopía dogmática,
del Derecho, mediante el simple recurso retórico diferenciada de la utopía social de Beccaria, en dos
de señalar algún “principio” de “política criminal” aspectos importantes: primero, aunque se espera
como fundamento de la afirmación que se hace. con ello influir tarde o temprano en el gobierno,
dada la supuesta “autoridad” de los penalistas en
Según Roxin (1998), las críticas basadas en la materias “político-criminales”, en verdad, los juris-
“indeterminación” de los conceptos y principios tas se contentan y se dan por satisfechos con pro-
de política criminal y “el malestar frente a los libres ducir propuestas que tengan una gran “capacidad
espacios de apreciación” dejado en manos de los de consenso” entre los juristas, con independencia
juristas para determinar el contenido de lo tole- de su influencia real en la legislación y en la vida
rable en una sociedad mediante el pensamiento política; y, en segundo lugar, porque el proceso
político-criminal, deben rechazarse, pues “es una de diferenciación del sistema penal respecto del
peculiaridad de toda labor jurídica que jamás pue- político permite, hoy en día, diferenciar la política
de proveer resultados matemáticamente seguros”, criminal del legislador de la de los juristas que
existiendo siempre “distintas opiniones allí donde controlan el sistema penal y, de este modo, hacer
tienen que deducirse decisiones valorativas”. Aña- realidad las propuestas político-criminales de los
de, además, que la discusión acerca del contenido juristas con mayor “capacidad de consenso”, con
y alcance de los principios de política criminal en independencia de las valoraciones y decisiones del
la teoría de la imputación objetiva “han superado legislador y el sistema político.
de lejos a todos los anteriores esfuerzos [sistemáti-
cos]” en “precisión” y en “capacidad de consenso”. No obstante, es posible que este distanciamien-
Y, finalmente, agrega que no hay en su propuesta to corresponda, en algunos casos, con el cambio
un peligro de expansión penológica basada en las en las valoraciones sociales todavía no reflejado
deducciones de los juristas, pues “las reflexiones en la legislación, y en tales situaciones no sería un
preventivas sólo deben legitimar una rebaja de distanciamiento utópico, sino funcional a la vida
la culpabilidad; es decir, no van en contra, sino social, pues cumpliría con la función de ofrecer
a favor del ciudadano en las zonas límites de la soluciones que se adopten a ese cambio de va-
necesidad de la pena”. loraciones sociales sin necesidad de modificar
la legislación, proceso más lento y no siempre
Y al llegar a este punto de la argumentación de eficiente para ello (Burkhardt, 2000).
Roxin es donde se puede apreciar cómo la asun-
ción acrítica de que la labor de los juristas siempre Sin embargo, no siempre ello parece ser así, si se
será limitadora de la política criminal del Estado, toma en cuenta que el sistema de los juristas pro-
si aplican sus criterios de política criminal, se fesionales cuenta hoy en día con diversas fuentes
desliza por la suave pendiente de lo utópico, como para encontrar y justificar sus propios principios
lo demuestra la experiencia histórica. de política criminal, más allá de las decisiones va-
Por otra parte, la propuesta de política criminal lorativas del legislador local: no sólo se puede re-
de Roxin se emparienta también con las propues- currir a supuestos conocimientos criminológicos
tas utópicas de Beccaria en otro sentido, favorecido y dogmáticos, como propone Roxin; sino también
por la ya anunciada por Foucault paulatina dife- a la interpretación de las decisiones valorativas de
renciación del sistema político del de los juristas la Constitución y de los Tratados Internacionales
profesionales y de éstos con los académicos: ellas (véase, por ejemplo, mi Política Criminal de los
se vuelven utópicas también cuando las aspira- Tratados Internacionales, 2006). Y cualquiera que
ciones políticas del intérprete, transformadas en sean las decisiones político-criminales que adop-
“principios de política criminal” que en principio ten los operadores del sistema, existe un limitado
limitan o reducen el ámbito de lo tolerable deter- ámbito de control externo.
minado por el legislador, se distancian en mayor En Chile, además, la entidad sostenedora de la
o menor medida de la política criminal que es en acción penal, el Ministerio Público y su Fiscalía
una sociedad dada. Si ese distanciamiento no Nacional, cuenta expresamente con facultades
refleja las valoraciones sociales existentes, sino moduladoras de la política criminal del Estado,
únicamente las del intérprete, a medida que sus con capacidad para decidir con carácter general,
grados de distanciamiento y, por tanto, de ideali- a través de instrucciones y criterios de actuación,
zación, aumentan, la política criminal del jurista qué clase de hechos en principio constitutivos

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DPyC Jean Pierre Matus

de delito serán más o menos tolerados, mediante penal”, el “Derecho penal moderno”, la “racionali-
el ejercicio de facultades de perdón y desesti- dad” de la actual “política criminal”, y la existencia
mación de causas legalmente atribuidas, como y legitimidad del llamado “Derecho penal del
puede verse en mis estudios acerca de la Política enemigo”. No muy lejanas a estas pretensiones
Criminal del Ministerio Público en Chile (2004, políticas se encuentran también las “proclamas”
2006, 2008). y “manifiestos” del bienintencionado pero poco
Por otra parte, este proceso de diferenciación influyente Grupo de Política Criminal español y
también afecta las relaciones entre los sistemas otros similares formados por penalistas de diver-
universitarios (los profesores), el político y el propio sas naciones europeas.
sistema penal. Y aunque si bien todavía existe un Lamentablemente, esta diferenciación que se
mayor acoplamiento entre el sistema universitario
ha producido entre la política y los juristas profe-
y el penal, sobre la base de las conexiones creadas
sionales, hace que, como diría Ramsay, muchas
durante los procesos de formación y capacitación
veces nuestras bienintencionadas propuestas
de los operadores jurídicos, razón por la cual las
de política criminal aparezcan como también
propuestas político-criminales de los profesores
como una utopía, no social, pero al menos una
pueden tener una mayor “capacidad de consen-
utopía dogmática, sin intención ni capacidad de
so” entre los operadores del sistema judicial; en
la medida que ellos comienzan a diferenciarse convencer a los que gobiernan de que ellas son
de los profesores, por intereses, formación “espe- convenientes y no redundarán en su perjuicio (po-
cializada” y hasta simple lejanía física y falta de lítico). Y nuestra responsabilidad como juristas de
contacto personal, las propuestas académicas van haber llegado a este punto de “diálogo de sordos”
perdiendo “capacidad de consenso” y se producen radica en que, con planteamientos no susceptibles
así las típicas y manidas quejas, sobre todo en de comprobación empírica, esto es, con una polí-
Alemania, del distanciamiento entre la academia tica criminal sin base científica, las propuestas de
y la praxis (otra vez, Burkhardt, 2000). Y aunque política criminal de los juristas parecen no servir
entre nosotros este fenómeno es menos notorio, a un fin útil a la sociedad, o al menos al fin que
todavía, sí puede percibirse el distanciamiento y la sociedad espera: garantizar fácticamente la
la diferenciación existentes entre juristas profe- vigencia del derecho, o, en términos, reducir la
sionales (profesores y operadores del sistema) y el actividad criminal.
sistema político.
Por ello, en la medida que la utopía dogmática,
Por eso, cuando las propuestas de política cri- nuestros “principios de política criminal”, no
minal de los profesores, en tanto juristas profe- responden a las necesidades del sistema político,
sionales, se dirigen al poder político, es probable éste siempre puede recurrir para ello a otras au-
que no tengan la misma “capacidad de consenso” toridades tanto o más acreditadas que el saber de
que tienen frente a otros juristas, profesionales o algunos juristas: la legitimidad democrática, las
no, como sucede actual y paradigmáticamente obligaciones internacionales, las exigencias de la
con las propuestas de Jesús María Silva Sánchez economía, e incluso, los resultados experimenta-
(Expansión, 2001), Luis Gracia Martín (Prolegó- les de la criminología positiva que, también dife-
menos, 2003), José Luis Díez Ripollés (Política renciada y liberada de los penalistas, ha resurgido
criminal, 2007), y Jakobs (2000), entre otros, res- con fuerza, sin que nos diéramos cuenta y sin que
pecto de las discusiones acerca de la legitimidad contemos con las herramientas técnicas y metodo-
del “populismo penal”, la “expansión del Derecho lógicas para contradecir sus propuestas. u

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