Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hacerse fotos, por tanto, se ha convertido en una actividad de riesgo para los
imprudentes,pero antes de llegar a esa conclusión hay otra mirada necesaria y es el
narcisismo extremo que acompaña la exhibición cotidiana que mostramos. La
fotografía nació y se expandió como una tecnología perfecta para retener
momentos, para trascender, y aún nos fascinan los grandes retratos de gigantes del
género como Laurent, que nos legó una imagen nueva de España gracias a su
trabajo. Maravillosa es la secuencia de la película Turner, cuando el genio
malhumorado acude a hacerse un primer retrato, receloso, y se pregunta qué valor
tendrá a partir de ahora su pintura.
Pero de la fotografía para retener, para captar, para convertir en arte el transcurso
de la historia y de la vida, hemos pasado a la exhibición no de lo que somos, sino de
lo que queremos parecer. Ya no posamos para vivir, para reflejar la vida y el
disfrute, sino que parecemos vivir para posar, para simular, para vender una imagen
filtrada de nuestra realidad. ¿Posamos para vivir o vivimos para posar? No lo
sabemos, pero, al menos, procuremos que no sea para morir.