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Bruno y Blas

Había una vez un niño muy amable llamado Bruno que vivía
en un pequeño pueblito a orilla del rio con su papá Braulio, su
mamá Brenda, su hermana Blanca y su perro Blas.

Su familia tenía un rebaño de cabras muy traviesas a las que les gustaba brincar. Las
cuidaban con la ayuda de Blas que era un perro de pelaje brillante, leal y bravo. También
tenían caballos en el establo, los cuales habían enseñado a doblar la patita para saludar.
Un día, el corral de las cabras se quedó abierto durante la
noche y las cabritas traviesas salieron brincando,
cruzando la tabla del rio y se alejaron tanto que no
supieron como regresar.

A la mañana siguiente, Bruno se dio cuenta que no


estaban las cabritas y avisó a sus padres. Todos salieron a buscarlas, la mamá de Bruno con
un bolso abultado de comida colgado en el brazo y su sombrero blanco decidió
acompañarlos. Blanca la hermana de Bruno salió con su sombrilla, una blusa amarilla y su
libro de cuentos que le habían prestado en la biblioteca del pueblo. Todos decidieron ir por
el lado del rio a buscarlas.

Finalmente, después de mucho caminar Blas las encontró bajo la montaña en un hermoso
prado comiendo pasto, comenzó a ladrar muy fuerte para que todos fueran a su encuentro.
Todos felices y agradecidos con Blas y un poco agotados por tanta caminata decidieron
descansar bajo la sombra de un enorme árbol. La mamá de Bruno sacó de su bolso la comida
que llevaba y escuchando la historia de una brujita que Blanca leía en su libro, disfrutaron de
una hermosa tarde antes de regresar a casa.
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Finalmente, después de mucho caminar Blas las encontró bajo la montaña en un
hermoso prado comiendo pasto, comenzó a ladrar muy fuerte para que todos fueran a
su encuentro. Todos felices y agradecidos con Blas y un poco agotados por tanta
caminata decidieron descansar bajo la sombra de un enorme árbol. La mamá de Bruno
sacó de su bolso la comida que llevaba y escuchando la historia de una brujita que
Blanca leía en su libro, disfrutaron de una hermosa tarde antes de regresar a casa.

Había una vez un niño muy amable llamado Bruno


que vivía en un pequeño pueblito a orilla del rio
con su papá Braulio, su mamá Brenda, su hermana
Blanca y su perro Blas.

Su familia tenía un rebaño de cabras muy traviesas a las que les gustaba brincar. Las
cuidaban con la ayuda de Blas que era un perro de pelaje brillante, leal y bravo.
También tenían caballos en el establo, los cuales habían enseñado a doblar la patita
para saludar.

Bruno y Blas
Un día, el corral de las cabras se quedó abierto durante la
noche y las cabritas traviesas salieron brincando, cruzando
la tabla del rio y se alejaron tanto que no supieron como
regresar.

A la mañana siguiente, Bruno se dio cuenta que no estaban las cabritas y avisó a sus
padres. Todos salieron a buscarlas, la mamá de Bruno con un bolso abultado de
comida colgado en el brazo y su sombrero blanco decidió acompañarlos. Blanca la
hermana de Bruno salió con su sombrilla, una blusa amarilla y su libro de cuentos que
le habían prestado en la biblioteca del pueblo. Todos decidieron ir por el lado del rio a
buscarlas.
Pablo y Toto
Había una vez un niño muy travieso llamado Pablo que vivía en
un pequeño pueblito a orilla del rio con su papá Paco, su mamá
Teresa, su hermana Paula y su perro Toto.
Su familia tenía una granja donde criaban varios animales como
patos, tortugas, toros, pollitos y topos los cuales cuidaban con
ayuda de Toto.

Un día, Pablito dejó abierto el corral de los patos y estos se


escaparon durante la noche, cruzando el puente del rio, se
alejaron tanto que no supieron como regresar.
A la mañana siguiente, Bruno se dio cuenta que no estaban los
patos y avisó a sus padres. Todos salieron a buscarlas.
Caminaron durante mucho rato, preocupados y muy tristes de
pensar que algo malo les había pasado.

Finalmente, después de mucho caminar Toto los


encontró bajo la montaña en un hermoso estanque
bajo la montaña, comenzó a ladrar muy fuerte para
que todos fueran a su encuentro. Todos felices y
agradecidos con Toto y un poco agotados por tanta
caminata decidieron descansar bajo la sombra de un
enorme árbol. Jugaron pelota, comieron las totas
que la mamá de Pablo llevaba y al caer la tarde,
regresaron felices a casa.

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