Está en la página 1de 2

1.

Respiración profunda

Según una investigación de 2013, la respiración profunda durante la quimioterapia ayuda a


disminuir la ansiedad y la náusea. Para empezar, encuentre un lugar silencio, cómodo y
aislado. Recuéstese en su espalda, no cruce los brazos ni las piernas, y cierre los ojos. Inhale
lentamente por su nariz sin mover su pecho, mientras cuenta a cinco. Use su abdomen con
cada respiración y minimice el movimiento de sus hombros. Exhale por su boca lentamente,
mientras cuenta a cinco, no exhale forzosamente. Si inhalar y exhalar al conteo de cinco es
incómodo puede hacerlo por menos tiempo. No respire muy profundo ni por mucho tiempo, y
pare el ejercicio si empieza a sentirse mareado o con dolor de cabeza.

2. Relajación muscular progresiva

Estudios han demostrado que la relajación muscular progresiva es efectiva para disminuir la


depresión, la ansiedad, y controlar el dolor. El máximo efecto se ha visto cuando se practica
antes de empezar la quimioterapia. El propósito es relajar los músculos progresivamente
durante alternaciones de contracción y relajación de grupos de músculos aislados. Empiece
recostado en una posición cómoda, contraiga los músculos de un pie por 30 segundos, y luego
relájelos por 30 segundos. Continúe con el otro pie, haciendo lo mismo. Siga con una pierna,
luego la otra, y así progresivamente enfocándose en diferentes grupos musculares del cuerpo
desde los pies a la cabeza, hasta que todo el cuerpo este relajado. Recuerde respirar durante el
proceso.

3. Imaginación guiada

Algunos estudios han demostrado que esta práctica reduce los síntomas de depresión,
ansiedad, y fatiga con solo practicar tres veces por semana. En esta técnica, también conocida
como visualización, la persona se imagina escenas, sonidos, u olores asociados con un
ambiente. Empiece por imaginarse un lugar o situación que lo haga sentirse seguro y relajado.
Piense en los sonidos, olores, y sensaciones que acompañan este lugar o situación. Los mejores
resultados son vistos en personas que ponen completa concentración en esta actividad y no
practican mientras cocinan o manejan. 

4. Ejercicio

Aunque es difícil empezar o continuar una rutina de ejercicio en medio de tratamientos, varios


estudios han demostrado que hacer ejercicio durante y después de tratamientos para cáncer
mejora la fatiga, la capacidad funcional, el dolor, y la calidad de vida. El ejercicio incluye
caminar, usar bicicleta, usar pesas, o hacer yoga, y se recomienda 150 minutos por semana.

Estas técnicas de relajación son beneficiosas sin importar el tipo de cáncer, la etapa, o el tipo
de quimioterapia que esté recibiendo. Generalmente son seguras y se recomienda practicarlas
de 10-30 minutos a la vez, varias veces por semana. Antes de empezar consulte con su médico
de cabecera o su oncólogo. Si alguna práctica le causa más ansiedad, o más sensaciones en el
cuerpo, descontinúe la práctica. Empiece su práctica lentamente, tenga paciencia, y trate de
incorporarla en su rutina diaria. Recuerde que los beneficios pueden brindarle un nuevo
sentido de control en su vida y su salud.

También podría gustarte