Está en la página 1de 2

Respeto a la Corte, a toda ella

Humberto de la Calle

Columnista
La Corte Constitucional ha sido la viga maestra del desarrollo democrático en
estos 30 años. Muchas de las causas progresistas que estaban taponadas o
simplemente adormecidas se abrieron paso en la Corte. La Colombia de hoy ha
sido más modelada por la Corte que por las otra ramas, salvo quizás el impacto
del Ejecutivo en el proceso de paz. En una buena parte de este lapso, el Ejecutivo
se dedicó a administrar y a guerrear. Y el Congreso huyó despavorido, sacándoles
el bulto a los temas de mayor impacto en la cultura política de la población. Esta
dimisión del Congreso obligó a la Corte a moverse con audacia. Algunos la critican
por fallos que, dicen, fueron más allá de su competencia. Pero el vacío que
caracteriza al Congreso tuvo que ser reemplazado, so pena de favorecer la
parálisis global del país en el campo de la cultura democrática.

Como es natural, la Corte toma decisiones mediante el voto de los magistrados.


Es un escenario propicio, aquí y en todo el mundo, para que se formen bloques
por razón de la orientación ideológica de los miembros. Es un fenómeno natural,
dado que el derecho constitucional funciona a partir de valores y principios. Salvo
en los casos obvios, gramaticales, la aplicación de la norma corresponde también
a una visión de alta política. No politiquería.

En Estados Unidos se habla de los jueces pivot, aquellos que permiten a la Corte


bascular y evitan que, en vez de discusión, las decisiones sean ciego escrutinio. Si
se ataca al magistrado que modula su posición, la Corte pierde el sentido de su
existencia. Queda atada simplemente a la mecánica de las banderías.

n el caso del expresidente Uribe, antes del fallo, no expresaré posiciones distintas
al respeto de la justicia. Con la decisión del miércoles, el proceso penal sigue su
curso. La justicia definirá su suerte. Es lo contrario de lo que hacen sus áulicos
que presionan de manera descarada a las cortes, las insultan y con eso atentan
contra una institucionalidad todavía frágil como es la nuestra.

Pero en el caso Uribe se ha presentado una andanada contra los disidentes.


Incluso columnistas de corte progresista creen hacer un bien maltratando a los
magistrados minoritarios. Me parece un error. Porque por reflejo, si se dice que los
minoritarios son uribistas, difícil queda sostener que al grupo mayoritario solo lo ha
inspirado Temis. Sería la ley del embudo. Solo respeto el dictamen que me sirve.
La consecuencia es que, para el ciudadano desprevenido, tanto el voto a favor o el
voto en contra terminan siendo solo ejercicios de burdo sectarismo. Al oído de
estos destacados opinadores, digo que lo mejor es afianzar el apoyo integral a la
Corte como institución. No se acaba el mundo con la controversia de marras.
Muchos desafíos vendrán. Es preferible tener una Corte respetada en sus
decisiones y en sus salvamentos. Ojo con eso. El ataque de hoy, es el estribo del
de mañana, quizá con signo político inverso.

Coda. En mi época, en el Tribunal francés no había salvamentos de voto. Existía,


claro está, una discusión intensa. Pero la decisión era unívoca. La opinión de los
perdedores quedaba en el silencio, precisamente para salvaguardar la institución.

Codita. Entre quienes al votar favorecieron a Uribe, hay magistrados que se han


fajado de manera positiva en ocasiones críticas. Tampoco se puede olvidar eso.

También podría gustarte