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El Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir:

“Somos porque caminamos y caminamos para ser”

El 20 de marzo en distintos puntos del país se dio inicio a la caminata


de mujeres indígenas contra el terricidio. Su paso por Furilofche y
algunas de las banderas que levantan y construyen en cada uno de los
pueblos que las reciben.

Por Mariel Bleger


Se hace camino al andar….
El Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir se fue gestando en el acontecer
del día a día. Sus inicios, tal como recuerdan las voces de las mujeres indígenas que lo
conforman, comenzó también de la mano de una caminata que recorrió el país. “Me fui
a buscar las historias que nadie más estaba queriendo detenerse a escuchar” me dijo
Moira Millán- mujer mapuche, weichafe y coordinadora del Movimiento- hace unos
años cuando me contaba las primeras recorridas por el territorio argentino. Desde
aquellas primeras reuniones, juntadas en algún fogón entre tortas fritas o guisitos
norteños pasaron más de diez años. En el año 2012, en el Centro Cultural Qom en
Rosario, luego de recorrer distintas provincias y de recoger testimonios de muchas
mujeres que contaban sus historias de vida, las coordinadoras tomaron la decisión de
hacer una gran Marcha de Mujeres Originarias para llevar hasta el Congreso de la
Nación un anteproyecto de ley para la creación de un Consejo de Mujeres Originarias
por el Buen Vivir.

Parecía algo chiquitito pero fue inmenso porque hubo muchos encuentros previos. En
una de las provincias se propuso marchar pidiendo algo. En otro paraje se profundizó
sobre nuestras necesidades. Al enumerarlas, nos dimos cuenta que estábamos
describiendo el buen vivir. El derecho a una alimentación, a una territorialidad, a una
plena espiritualidad. Entendimos entonces que el buen vivir no es una forma de
privilegio que merecen o crean los indígenas, sino que es un derecho para la
humanidad. Porque todos tenemos derecho a respirar un aire sin contaminación o
disfrutar de un río y al mismo tiempo también el río tiene derecho a circular y seguir
existiendo. El buen vivir terminó siendo una utopía que nos hace caminar todos los días
marchando hacia y por la concreción de eso. (entrevista Revista Al Margen Moira Millan,
2018).
Este acontecimiento resultó fundante para el colectivo por la repercusión mediática que
tuvieron y por las nuevas redes y alianzas que se crearon a partir de esta irrupción en
la escena pública. En 2016, habiendo organizado una reunión que resultó masiva en
Lago Puelo, y donde centenares de mujeres indígenas y no indígenas compartieron sus
experiencias, se decidió llevar a cabo lo que sería la Segunda Marcha de Mujeres
Originarias. En esta oportunidad los principales reclamos tenían que ver con
la derogación del código minero y con la denuncia de las actividades de
sojización, deforestación y fracking en el territorio argentino, cuya principal
consecuencia son las crisis hídricas. En 2017, la Marcha de Mujeres Originarias organizó
en Bahía Blanca el Primer Foro de Pueblos Originarios, Genocidio y Argentinización a
la que acudieron representantes de las 36 naciones originarias con el fin de establecer
las bases para demandar al estado argentino por sus prácticas genocidas contra los
pueblos originarios. Este evento marcó un antes y un después en las modalidades y
destinatarios para quienes se llevarían a cabo los encuentros. En esa oportunidad
fueron muchos los y las oradores/as que dieron su testimonio sobre las injusticias,
violencias y discriminaciones que sufrían sus familias y comunidades por parte de
organismos estatales. La dimensión que había tomado este colectivo implicaba redoblar
la apuesta para seguir recibiendo a las mujeres que viajaban hasta los encuentros. Al
mismo tiempo que, con el correr de las reuniones y los proyectos, se volvía cada vez
más evidente la importancia de restringir la convocatoria para que sean efectivamente
las mujeres indígenas las que se encuentren. En el año 2018, después de muchas
reflexiones al interior del colectivo y teniendo como precedentes la cantidad de
espacios que venían abarcando, decidieron constituirse como el Movimiento de
Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. Y fue así que, inaugurando esta refundación, en los
años 2018 y 2019 se realizaron el Primer y Segundo Parlamento de Mujeres Indígenas
Por el Buen Vivir. El primero tuvo lugar en Ensenada, Provincia de Buenos Aires, y el
segundo en Las Grutas, provincia de Río Negro. A estos siguió la participación y creación
del taller más masivo en la historia de los Encuentros de Mujeres en nuestro país. Este
se llevó adelante con tanta presencia y apoyo que lograron impulsar la campaña
#nosqueremosplurinacional que impulsaba la revisión de ciertas prácticas de
invisibilización y racismo en los espacios feministas blancos. Ya para el año 2019 se
realizó la ocupación pacífica del Ministerio del Interior en donde se escuchó por vez
primera el término Terricidio. Y es esa categoría la que hoy encuerpa el andar de estas
mujeres y las cientos de personas que se suman a su caminar.

Al andar se hace Camino


El 20 de marzo dos grupos de mujeres emprendieron su andar “Llamamos caminata a
nuestro andar y no Marcha. Porque no nos sentimos identificadas con ese ritmo en
nuestros pasos. Queremos ir andando y que se nos vayan sumando hermanas y
hermanos que junto con nosotras le dicen no al terricidio”. Ambas caminatas salieron
de los extremos de este territorio. Una desde la Comarca Andina en Bolson, Río Negro.
La otra desde Saenz Peña en la provincia de Chaco. Todas cargaron mochilas que
pudiesen levantar sin dificultad, algunas con sus hijos en brazos y otras con el peso de
los años en sus cuerpos. Salieron desde sus territorios para llegar a Buenos Aires
caminado. Pasando por “todos los pueblos que fuesen necesarios”. La idea es poder
llegar a la capital del país el 25 de mayo al mismo tiempo que el 211 aniversario de la
“independencia Argentina”.

El martes 22 de marzo luego de haber pasado por la comunidad mapuche Las


Huaytekas, una comitiva de ocho mujeres del Movimiento de Mujeres Indígenas por el
Buen Vivir llegaron a Furilofche. Allí realizaron ceremonias y mantuvieron reuniones
con distintas personas que fueron acercando la lectura de las realidades
socioambientales que se sienten en esta ciudad. El jueves 25 de marzo se convocó a
quienes pudiesen participar a realizar una asamblea en la Plaza de los Pañuelos y
Kultrunes, a orillas del Nahuel Huapi. La invitación decía “En tiempos en que la crisis
civilizatoria amenaza la vida de los territorios y de los pueblos, nosotras organizadas
en el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir convocamos a entrelazar
luchas, queremos escucharles, que circule la palabra y podamos relevar las
problemáticas de cada lugar a donde lleguemos, ponernos en conocimiento de
propuestas y resistencias territoriales”. La Asamblea Abierta es para toda la familia,
colectivas y agrupaciones, para todas las personas, organizadas y autoconvocadas que
quieran comprometerse en la defensa de la vida.” Tardaron en llegar, pero al cabo de
unos cuarenta minutos se sumaron a esta invitación unas cincuenta personas
pertenecientes de comunidades, grupos ambientales, colectivos feministas, artistas y
académicas. Moira Millan fue la que pidió que cada quien se presentase como quisiera.
Y luego tomó la palabra para explicar por qué caminaban, y cuál era el objetivo de llevar
la palabra de quienes permanecían en estos territorios.

El concepto de Terricidio surge, como ya se ha mencionado, en plena ocupación pacífica


del Ministerio del Interior. Es una categoría que fue alojando en su interior las distintas
vivencias y percepciones de estas mujeres para lo que representa el maltrato hacia el
territorio. Entendiendo a éste como indivisible de sus cuerpos, sus modos de criar, sus
economías familiares y sus propias trayectorias. “Plantaron Terricidio, Cosecharán
Rebelión” es la frase que guía la bandera de la columna que camina desde el Norte del
país. “Somos los pueblos los que nos volvemos víctimas de las consecuencias que trae
consigo el terricidio. Es momento de decir basta. Esta situación ha llegado a límites que
nunca nos hemos imaginado que alcanzaría. (…)Represas, incendios, contaminación,
alambrados, matanzas, daño a los ríos” “Nosotra las mujeres indígenas salimos a
caminar el país diciendo Basta de matar la Tierra”.

Son las mujeres del Movimiento las que sostienen que el término terricidio sintetiza
una triple invisibilización y opresión que viven los pueblos originarios en general y que
la mayoría de las veces encarnan las mujeres indígenas en particular. Por un lado la idea
de Ecocidio entendida desde la academia o grupos ecologistas como el atentado contra
las vidas presentes en los ecosistemas. Esta noción entra en tensión con la forma en
que estas mujeres entienden el mismo concepto. “Al atentar contra la vida de los
ecosistemas, se atenta con la parte espiritual de los mismos. Parte que muchas veces
solo es perceptible por el mundo indigena y que las ciudades y este sistema económico
tratan de invisibilizar hasta su desaparición”. Desde el sur las mujeres mapuches
explican diciendo “acá nosotros tenemos lugares sagrados donde hay fuerzas que
originan la vida, y esos lugares están siendo irreversiblemente afectados. Entonces,
también la denuncia y el deseo de proteger estos ecosistemas espirituales es urgente”. El
segundo mecanismo que se ve sintetizado en la idea de Terricidio es, tal como explica
una de las voceras del Movimiento es “el genocidiode los pueblos que por supuesto van
siendo eliminados a medida que avanza todo el extractivismo, la contaminación y la
destrucción. Son nuevas formas que encuentra el Estado en perpetuar su genocidio
original”. Y por último en esta categoría se encuentra la idea de Epistemicidio Indigena
explicado por Moira Millan a quienes presenciaron la asamblea como “la eliminación de
otros modos de habitar el mundo que tenemos los pueblos indígenas.Por ejemplo, se
nos prohíbe o se buscan todas las maneras de cercenar nuestro derecho a la medicina
ancestral, a nuestra espiritualidad. Si bien no hay herramientas específicamente
represivas en lo jurídico, hay una línea difusa porque no se reconocen esos derechos.
Entonces de pronto si aplicamos medicina ancestral sobre otras personas se nos
cercena ese derecho porque es una práctica ilegal de la medicina. Es decir, no hay
reconocimiento de la totalidad de nuestra cultura que es en absoluta armonía con la
naturaleza. Entonces también es una forma de eliminación de este modo de habitar el
mundo que tenemos los indígenas”. En suma desde el norte y desde el sur se marcha
porque el Terricidio que está sucediendo es “es la síntesis de todas las formas de matar
la vida que tiene el sistema”

Al terminar la asamblea Las mujeres del Movimiento compartieron su sueño de


llevar ante las autoridades en Buenos Aires la propuesta de que los crimenes contra la
tierra sean considerados crimenes de lesa naturaleza y lesa humanidad, además de que
se juzgue y se condene a los terricidas.

Acompañar…si no es ahora ¿cuándo?


Con esa pregunta las mujeres indígenas del norte, del centro y del sur del país dejan
abierta la invitación a participar, a involucrarse e informarse sobre las posibilidades de
generar un cambio ante tanto atropello. La columna sur se encuentra en este momento
en Villa La Angostura mientras que la columna Norte han llegado ya a la ciudad de Santa
Fe. En este andar “lento pero firme” estas mujeres que no cuentan con más dinero o
infraestructura que el de la gente de cada ciudad y pueblo que las aloja y acompaña han
decidido poner sus vidas y proyectos personales para frenar el terricidio. Se organizan
para despertarse temprano y sali a caminar, van en hilera junto a la gente que se acerca,
las escoltan, las alientan pero sobre todo se permiten conocerlas. Con paradas
estratégicas para almorzar en algún paisaje alejado de la ruta, o para estirar el cuerpo
después de andar horas y horas. Será cuestión de estar atentos y atentas en las ciudades
y pueblos del país. Porque a su paso van sembrando la “Rebelión de las Flores Nativas”
que al parecer es el único proyecto real y tangible para frenar con tanta muerte.

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