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Parecía algo chiquitito pero fue inmenso porque hubo muchos encuentros previos. En
una de las provincias se propuso marchar pidiendo algo. En otro paraje se profundizó
sobre nuestras necesidades. Al enumerarlas, nos dimos cuenta que estábamos
describiendo el buen vivir. El derecho a una alimentación, a una territorialidad, a una
plena espiritualidad. Entendimos entonces que el buen vivir no es una forma de
privilegio que merecen o crean los indígenas, sino que es un derecho para la
humanidad. Porque todos tenemos derecho a respirar un aire sin contaminación o
disfrutar de un río y al mismo tiempo también el río tiene derecho a circular y seguir
existiendo. El buen vivir terminó siendo una utopía que nos hace caminar todos los días
marchando hacia y por la concreción de eso. (entrevista Revista Al Margen Moira Millan,
2018).
Este acontecimiento resultó fundante para el colectivo por la repercusión mediática que
tuvieron y por las nuevas redes y alianzas que se crearon a partir de esta irrupción en
la escena pública. En 2016, habiendo organizado una reunión que resultó masiva en
Lago Puelo, y donde centenares de mujeres indígenas y no indígenas compartieron sus
experiencias, se decidió llevar a cabo lo que sería la Segunda Marcha de Mujeres
Originarias. En esta oportunidad los principales reclamos tenían que ver con
la derogación del código minero y con la denuncia de las actividades de
sojización, deforestación y fracking en el territorio argentino, cuya principal
consecuencia son las crisis hídricas. En 2017, la Marcha de Mujeres Originarias organizó
en Bahía Blanca el Primer Foro de Pueblos Originarios, Genocidio y Argentinización a
la que acudieron representantes de las 36 naciones originarias con el fin de establecer
las bases para demandar al estado argentino por sus prácticas genocidas contra los
pueblos originarios. Este evento marcó un antes y un después en las modalidades y
destinatarios para quienes se llevarían a cabo los encuentros. En esa oportunidad
fueron muchos los y las oradores/as que dieron su testimonio sobre las injusticias,
violencias y discriminaciones que sufrían sus familias y comunidades por parte de
organismos estatales. La dimensión que había tomado este colectivo implicaba redoblar
la apuesta para seguir recibiendo a las mujeres que viajaban hasta los encuentros. Al
mismo tiempo que, con el correr de las reuniones y los proyectos, se volvía cada vez
más evidente la importancia de restringir la convocatoria para que sean efectivamente
las mujeres indígenas las que se encuentren. En el año 2018, después de muchas
reflexiones al interior del colectivo y teniendo como precedentes la cantidad de
espacios que venían abarcando, decidieron constituirse como el Movimiento de
Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. Y fue así que, inaugurando esta refundación, en los
años 2018 y 2019 se realizaron el Primer y Segundo Parlamento de Mujeres Indígenas
Por el Buen Vivir. El primero tuvo lugar en Ensenada, Provincia de Buenos Aires, y el
segundo en Las Grutas, provincia de Río Negro. A estos siguió la participación y creación
del taller más masivo en la historia de los Encuentros de Mujeres en nuestro país. Este
se llevó adelante con tanta presencia y apoyo que lograron impulsar la campaña
#nosqueremosplurinacional que impulsaba la revisión de ciertas prácticas de
invisibilización y racismo en los espacios feministas blancos. Ya para el año 2019 se
realizó la ocupación pacífica del Ministerio del Interior en donde se escuchó por vez
primera el término Terricidio. Y es esa categoría la que hoy encuerpa el andar de estas
mujeres y las cientos de personas que se suman a su caminar.
Son las mujeres del Movimiento las que sostienen que el término terricidio sintetiza
una triple invisibilización y opresión que viven los pueblos originarios en general y que
la mayoría de las veces encarnan las mujeres indígenas en particular. Por un lado la idea
de Ecocidio entendida desde la academia o grupos ecologistas como el atentado contra
las vidas presentes en los ecosistemas. Esta noción entra en tensión con la forma en
que estas mujeres entienden el mismo concepto. “Al atentar contra la vida de los
ecosistemas, se atenta con la parte espiritual de los mismos. Parte que muchas veces
solo es perceptible por el mundo indigena y que las ciudades y este sistema económico
tratan de invisibilizar hasta su desaparición”. Desde el sur las mujeres mapuches
explican diciendo “acá nosotros tenemos lugares sagrados donde hay fuerzas que
originan la vida, y esos lugares están siendo irreversiblemente afectados. Entonces,
también la denuncia y el deseo de proteger estos ecosistemas espirituales es urgente”. El
segundo mecanismo que se ve sintetizado en la idea de Terricidio es, tal como explica
una de las voceras del Movimiento es “el genocidiode los pueblos que por supuesto van
siendo eliminados a medida que avanza todo el extractivismo, la contaminación y la
destrucción. Son nuevas formas que encuentra el Estado en perpetuar su genocidio
original”. Y por último en esta categoría se encuentra la idea de Epistemicidio Indigena
explicado por Moira Millan a quienes presenciaron la asamblea como “la eliminación de
otros modos de habitar el mundo que tenemos los pueblos indígenas.Por ejemplo, se
nos prohíbe o se buscan todas las maneras de cercenar nuestro derecho a la medicina
ancestral, a nuestra espiritualidad. Si bien no hay herramientas específicamente
represivas en lo jurídico, hay una línea difusa porque no se reconocen esos derechos.
Entonces de pronto si aplicamos medicina ancestral sobre otras personas se nos
cercena ese derecho porque es una práctica ilegal de la medicina. Es decir, no hay
reconocimiento de la totalidad de nuestra cultura que es en absoluta armonía con la
naturaleza. Entonces también es una forma de eliminación de este modo de habitar el
mundo que tenemos los indígenas”. En suma desde el norte y desde el sur se marcha
porque el Terricidio que está sucediendo es “es la síntesis de todas las formas de matar
la vida que tiene el sistema”