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En "Golpeados pero de pie..." los autores exponen lo que fue una nueva forma de
neocorporativismo en argentina post neoliberalismo. Se refieren a los pactos de los
sindicatos entre 2003-2007 con el empresariado y el Estado que llevaron en especial a
mejoras salariales para el sector trabajador formal.
Sin embargo, sus causas no se limitan solo al crecimiento de los últimos años y a las
decisiones políticas del gobierno de turno, si no que tienen también que ver con factores
de largo plazo ligados las consecuencias de las reformas de mercado originadas durante
el neoliberalismo. Fue durante esta etapa en donde se desmanteló a la clase obrera
mediante el desempleo y la informalización, debilitando al movimiento en su conjunto.
También se produjo un desplazamiento desde la industria hacia los servicios. Sin
embargo, nada de esto logró debilitar al sindicalismo en el largo plazo, ya que éste logró
conservar tradiciones de militancia y desplazar la movilización hacia otros sectores
Mientras que durante la crisis de 2001-2002 los debates y el conflicto social se centraban
mayormente en reclamos impulsados por sectores informales o desempleados -y no en
reclamos obreros-, a partir del 2003 la protesta fue impulsada por trabajadores
pertenecientes al sector formal, que se encontraban en una posición relativamente
privilegiada.
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originaron en torno a políticas públicas adoptadas por el gobierno -ajustes, desacuerdo
con leyes y/o proyectos-, sino en torno a condiciones en el mercado de trabajo: las
negociaciones se centraron ahora en aumentos salariales, condiciones de trabajo, etc. Es
decir, el activismo sindical se ha dirigido en esta nueva etapa al sector empresarial y no al
gobierno.
Los autores afirman que en este nuevo modelo de negociación sindical se promueven
tanto elementos de igualdad como de desigualdad. Mientras se promueve una mayor
igualdad entre los sectores más altos y aventajados del sector trabajador, se produce una
mayor desigualdad entre las clases bajas. Por ejemplo, si no hubiera sido por el
resurgimiento del activismo sindical, una mayor parte de los beneficios del crecimiento
económico hubieran quedado en manos del empresariado. Sin embargo, los beneficios
solo fueron para sectores determinados de la clase obrera.
El artículo plantea una discusión con distintos autores (Etchemeny y Collier entre ellos)
respecto del concepto de “revitalización” sindical de la etapa en cuestión. Se analizan
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dimensiones comúnmente utilizadas como indicadores de revitalización sindical: la
incidencia de la negociación colectiva, su cobertura y los niveles de negociación. Se
indaga además en los contenidos salariales y no salariales de los convenios colectivos de
trabajo y actas de acuerdo, lo cual permite problematizar el protagonismo y la acción
sindical durante el período.
Introducción
El fin del régimen de convertibilidad abrió una etapa cuyas características plantearon
diversos contrapuntos respecto a la dinámica presentada durante las políticas
neoliberales de los noventa. Pasada la devaluación del peso en enero de 2002, comienza
en 2003 un período de crecimiento económico y del empleo que establecieron
condiciones objetivas para la reemergencia de la conflictividad laboral, lo que se
manifestó en una pérdida de gravitación de los movimientos de trabajadores desocupados
frente a las organizaciones sindicales en la escena política. En este marco se abrió un
debate sobre la “revitalización” sindical. Uno de los indicadores para dar cuenta de ello fue
la evolución de la negociación colectiva, sobre la cual se priorizó una mirada cuantitativa y
general, resaltando el aumento de la cantidad de negociaciones, su dinámica y
periodicidad. A partir de esta base, algunos estudios (como los de Etchemendy y Collier)
destacaron discontinuidades en relación a los años noventa. Sin embargo, no se prestó
suficiente atención ni a las características ni al contenido de la negociación colectiva en el
período, cuestiones a las que atenderá este artículo.
¿Retorno sindical?
Ahora bien, los estudios que resaltan el recobrado protagonismo sindical corren el riesgo
de invisibilizar su centralidad durante los noventa. En la segunda mitad de esa década,
distintas expresiones sindicales participaron activamente del conflicto social y laboral,
como la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), la Corriente Clasista y Combativa
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(CCC) y el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), mientras que la dirigencia de la
CGT optó por permanecer alejada de las calles, aunque no de la escena política y laboral.
En este sentido, el punto a destacar sobre el protagonismo sindical durante los años de la
posconvertibilidad radica en que la CGT recuperó un rol de disputa en el plano
económico-corporativo. Más que retorno de los sindicatos, se observa una recobrada
centralidad de la lucha sindical, es decir, de la lucha por las condiciones de compra-venta
de la fuerza de trabajo. Esta orientación se expresa en la corriente interna que asume la
conducción de la CGT hasta el 2012, liderada por Hugo Moyano.
Si bien los sindicatos lograron evitar con éxito la modificación del monopolio de la
representación y mantener el control de las obras sociales sindicales en los años noventa,
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en el año 2000 se permitió que convenios de empresa modificaran condiciones pactadas
en convenios de actividad (desconociendo los CCT). Estas condiciones fueron
modificadas durante el gobierno kirchnerista, que otorgó de nuevo preminencia a las
negociaciones colectivas de ámbito mayor sobre las negociaciones de ámbito menor, y
revirtió las disposiciones que en esta materia habían sido legisladas en el marco de la
crisis de la convertibilidad. Estos dos aspectos fueron importantes en relación con la
mayor centralidad y gravitación de la CGT en la regulación de las condiciones salariales y
laborales ya que restituyeron dos factores de poder para la tradicional organización
sindical.
Otros estudios, sin embargo, plantean dinámicas diferentes en las que se puede observar
una fuerte caída en las tasas de sindicalización a lo largo de los noventa. Esos mismos
resultados indican que en los años recientes se produce una recuperación de la tasa de
sindicalización, aunque esta no alcanza los niveles que presentaba a principios de los 90.
Los niveles de sindicalización en nuestro país han sido históricamente elevados. Entre las
principales razones que explican este fenómeno se encuentran la presencia de delegados
sindicales en los lugares de trabajo y la administración de las obras sociales por parte de
los sindicatos.
Al respecto, un trabajo de Varela (2013) citado por la autora señala que el “retorno de la
cuestión sindical” en los años de la posconvertibilidad asumió una doble forma, que
involucra no solo la centralidad de las cúpulas sindicales tradicionales sino también un
surgimiento y una dinamización de comisiones internas y cuerpos de delegados en los
lugares de trabajo, con lo que las experiencias de sindicalismo de base fueron
conformadas. También asistimos en esos años al desarrollo de conflictos intersindicales
por el encuadramiento de los trabajadores, en tanto suponen también un conflicto por la
administración de recursos entre distintas organizaciones sindicales. De este modo, en el
período, la recobrada centralidad de la lucha sindical está liderada por las organizaciones
sindicales tradicionales, pero se encuentra atravesada por disputas intrasindicales (entre
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organizaciones de base y dirigentes gremiales) e intrersindicales (entre distintas
dirigencias sindicales)
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por tiempo determinado; b) la permanencia de condiciones flexibles en cuanto a la
distribución y organización del tiempo de trabajo, lo que permitió extender o reducir las
jornadas en función de la demanda de producción, evitando así el pago de horas
extraordinarias, el mantenimiento de formas de organización y división de tareas basadas
en la rotación de los trabajadores y al desplazamiento del criterio de antigüedad para la
promoción y cobertura de vacantes, entre otros aspectos.
Si bien la negociación salarial permitió a los trabajadores registrados recuperar los niveles
adquisitivos previos a la devaluación, la evolución del costo laboral real en relación a la
evolución de la productividad ha quedado retrasada, indicando un margen de ganancias
superior al de los años de la convertibilidad.
Reflexiones finales
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año 2007, al cual siguió una significativa desaceleración en la variación del personal
comprendido en la negociación.
El aspecto central que introduce este trabajo es, a través del estudio del contenido de la
negociación colectiva, el carácter centralmente económico de las reivindicaciones
sindicales y la permanencia de diversos puntos centrales de la flexibilización laboral que
avanzó durante la década de los noventa. La recobrada centralidad de la lucha sindical no
se ha visto acompañada por una modificación sustantiva de los contenidos flexibilizadores
negociados en la década anterior.