Está en la página 1de 2

EL INVIERNO SOBRE LA MESA

ACTO I, ESCENA 1

Cuando el telón se levanta, Dragomir, está agachado en mitad de sus zapatos y herramientas.
Clava un tacón en una suela que está sujetada por un molde de madera. Florencia sobre la
mesa consulta un diccionario. Es de noche.

DRAGOMIR: (cantando sus estrofas al ritmo de los golpes de martillo) Pan! ¡Sobre la cabeza y
pan! ¡Sobre el pico, pan! ¡Sobre los ojos, pan! ¡Sobre los dientes, pan! ¡Sobre sobre la oreja,
pan! ¡Sobre la barbilla, pan! ¡Por detrás y pan! Por delante…

FLORENCIA: (golpeando ligeramente sobre la mesa) Señor Dragomir…

DRAGOMIR: ¿Sí, señorita Michalon? ¿Hago demasiado ruido? Discúlpeme, no me he dado


cuenta. Dejo de trabajar.

FLORENCE: (avergonzada) Personalmente esto no me molesta. ¡Es por los vecinos, señor
Dragomir! ¡Ya sabe cómo son! Si estuviera sola, podría trabajar toda la noche sin problema.
¡Pero no soy más que una inquilina!

DRAGOMIR: ¡Usted es muy amable señorita Michalon! ¡Ya no hay gente como usted!

FLORENCE: (riendo) ¡Pero que está diciendo, si hay miles como yo! Me gusta oírte trabajar
debajo de la mesa, me hace compañía, es alegre.

DRAGOMIR: ¡Yo también, señorita Michalon! Estoy muy feliz de vivir en su casa, debajo de la
mesa. Ah por cierto, ahora que lo pienso… (él coge un sobre de un zapato y se lo da a Florence)
El alquiler de enero, no lo he olvidado que estamos a 30.

FLORENCE: (cogiendo el sobre) Gracias, pero no corría prisa, me lo podría haber dado mañana.

DRAGOMIR: Hoy está bien. He vendido dos pares de zapatos a un cliente nuevo y otro me ha
pagado lo que me debía. Así que como ve, esto no me molesta nada.

FLORENCE: Evidentemente, esto no es que sea muy cómodo, siento que te estoy quitando el
dinero. Si fuera más rica, no aceptaría un centavo…

DRAGOMIR: Lo sé muy bien, señorita Michalon. Pero me parece lo más normal pagar por la
renta. No se preocupe, yo aquí estoy a gusto. Antes, viví debajo de una cama, en una vieja
caldera, en el hueco del tronco de un árbol incluso en una tumba familiar en el cementerio.
Éramos una docena, sin luz. Nos golpeábamos y caminábamos lo unos sobre los otros.

FLORENCE: ¡Qué horror!

DRAGOMIR: Había un chico del sur que no dejaba de cantar, era nuestra única distracción,
pero rápidamente nos volvimos. En comparación con eso, vuestra casa, es el paraíso. Además,
me gustan mucho vuestras piernas.

FLORENCE: ¿Mis pies no te estorban mucho? A veces olvido que estas ahí y tiendo a meterlos
donde sea… te doy golpes sin darme cuenta.

DRAGOMIR: No, usted nunca me ha hecho daño. Cuando veo moverse vuestras piernas, me
aparto y evito los pies.

FLORENCE: ¿Sabes que puedes usar el baño siempre que quieras, no?
DRAGOMIR: Muy amable por vuestra parte, señorita Michalon, pero no me gustaría abusar de
vuestra bondad. A una ducha de vez en cuando, no diría que no. Por lo demás, con lo otro me
puedo apañar cuando estoy en la ciudad.

FLORENCE: Aprecio vuestra discreción, estoy sinceramente muy agradecida. En fin, para
abreviar, si necesita usar el cuarto de baño no lo dude… Tenga, un modesto regalo de
bienvenida (ella le da una pequeña maceta).

DRAGOMIR: ¿Qué es esto? ¿Una planta? Oh un jardín japónes con pequeños guijarros azules y
rojos, un arroyo de pedazos de espejo, un puente, un banco, hasta hay una geisha. Muchas
gracias señorita Michalon, es muy bonito. Estoy conmovido (él abraza ceremoniosamente el
pie de Florence).

FLORENCE: Ouf! Me alivia que le guste, hay personas que los odian. Quería ofreceros una
planta, pero son muy grandes y necesitan luz. Habían cactuses y suculentas, pero eso no
hubiese sido muy agradable, y el otro pincha muy fácilmente. Entonces, a causa de la
desesperación, he optado por el jardín japonés. No ocupa mucho sitio y sirve para decorar
también.

DRAGOMIR: ¡Qué buena idea! Lo voy a poner junto a la pata de la mesa, para así evitar tirarlo.

NOCHE.

También podría gustarte