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Texto: Alejandra Pasino edición: Cecilia Sagol, ilustraciones: Luis Gaspardo.

S/D

La crisis de la monarquía española y las revoluciones


hispánicas

Cómo explicar las revoluciones hispanoamericanas


Desde 1810 estallaron en distintas ciudades de Hispanoamérica varias revoluciones
contra el poder español. En un trabajo clásico sobre el tema, Las revoluciones
hispanoamericanas 1808-1826, el historiador inglés John Lynch señala que la causa
fundamental de estos procesos revolucionarios debe rastrearse en las reformas
borbónicas, que modificaron el sistema comercial y la organización política de la
América española. Para Lynch, antes de dichas reformas las colonias eran en la práctica
independientes, pues España no contaba con recursos para controlarlas. Las reformas
intentaron revertir esa situación y hacer más sólido el lazo colonial, lo cual perjudicó
enormemente a los criollos y los llevó a plantearse la necesidad de la independencia.

Otros historiadores proponen una explicación diferente. Tulio Halperin Donghi, en


Historia contemporánea de América latina, considera que para entender las causas de
las revoluciones hispanoamericanas es fundamental tener en cuenta acontecimientos del
contexto internacional, especialmente el europeo. Dicho contexto está marcado por las
guerras napoleónicas y por los sucesos que tuvieron lugar en España entre 1808 y 1815.

Napoleón avanza
Durante los últimos años del siglo XVIII, España modificó varias veces sus alianzas con
otros países europeos. En 1792, junto con otras monarquías de Europa, le declaró la
guerra a Francia, como reacción ante la ejecución del monarca Luis XVI. Sin embargo,
pocos años después, en 1795, España firmó con los franceses la Paz de Basilea. Como
consecuencia de esto, ambos países quedaron aliados y enfrentados con Inglaterra.

La rivalidad militar de España e Inglaterra se combinaba con la económica. Inglaterra


estaba en pleno proceso de revolución industrial y las colonias españolas en América
eran un mercado deseado por los comerciantes ingleses. La guerra con Inglaterra separó
a España de sus colonias, ya que dejó a los españoles sin recursos económicos para
protegerlas militarmente y para abastecerlas de mercancías. Asimismo, los conflictos
bélicos en los que España se vio involucrada agudizaron la grave crisis económica que
este país atravesaba desde mucho tiempo atrás.
En el marco del enfrentamiento con Inglaterra, el emperador francés, Napoleón
Bonaparte, decretó un bloqueo continental: una zona de vigilancia para que los
británicos no pudieran comerciar con otros países del continente europeo. Para aislar
totalmente a Inglaterra, Napoleón necesitaba conquistar Portugal, único apoyo que les
quedaba en Europa a los barcos comerciales ingleses. Para llegar a Portugal, Napoleón
solicitó permiso a las autoridades españolas, sus aliadas, para atravesar el territorio.

El permiso fue concedido por Manuel Godoy, ministro del rey Carlos IV. Godoy era
una figura odiada por muchos sectores de la población española. Consideraban que la
lucha contra Inglaterra, que había sido impulsada por Godoy, había causado la crisis
económica y que el ministro estaba preparando, en realidad, una entrega de España a
Francia para lograr beneficios personales. Al difundirse la noticia de que Godoy había
aceptado la propuesta de Napoleón, el ministro apareció ante la opinión pública como
un traidor y comenzó a organizarse un movimiento en su contra, encabezado por el hijo
del rey, Fernando, que era muy querido por el pueblo.

En marzo de 1808, los opositores llevaron a cabo un levantamiento denominado Motín


de Aranjuez. Como consecuencia, Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó a favor de
su hijo. Fernando ocupó así el trono de España como Fernando VII.

Pocos días después, cuando los franceses ingresaron en España con destino a Portugal,
no aceptaron a Fernando VII. El rey y la familia real se trasladaron a la ciudad de
Bayona -en la frontera entre España y Francia- para reunirse con Napoleón y lograr su
reconocimiento. En el encuentro de Bayona, Napoleón hizo públicos sus objetivos con
respecto a España: consideraba a los Borbones como una dinastía corrupta y quería
poner en el trono a un miembro de su propia familia. Sin ofrecer resistencia, Fernando
VII firmó su renuncia incondicional a la Corona española, y su padre, Carlos IV, la
transfirió a Napoleón, quien nombró rey de España a su hermano José. España quedó así
en manos de los franceses. El 2 de mayo de 1808 hubo una gran agitación en las calles
de la ciudad. El pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas y fue
brutalmente reprimido por éstas. Los levantamientos se extendieron en el interior del
territorio español, en las zonas donde el dominio francés era más débil. En muchos
pueblos y ciudades se formaron juntas de gobierno, que fueron llamadas por muchos
historiadores "juntas revolucionarias". Los movimientos populares tomaron a Fernando
VII como símbolo de su lucha.

Las juntas legitimaban su poder en la idea denominada "retroversión de la soberanía a


los pueblos en ausencia del monarca". Esta idea se basaba en la teoría de que los
pueblos son los únicos depositarios de la soberanía y que la delegan en los monarcas.
Entonces, en la España de 1808, ante la ausencia del monarca, la soberanía volvía al
pueblo y éste la delegaba en las juntas locales y provinciales.

En septiembre de 1808 se formó la Suprema Junta Central Gubernativa del Reino que
gobernó en nombre de Fernando VII como depositaria de la soberanía que las distintas
juntas le habían delegado. El objetivo de la junta era unificar la lucha contra los
franceses.

La labor de la Junta Central fue difícil. Aunque había algunos acuerdos básicos entre
sus integrantes -como por ejemplo, la retroversión de la soberanía- también existían
ideas muy diferentes respecto del futuro de España y de la monarquía representada en
tres grupos.

 Los absolutistas ilustrados, dirigidos por el presidente de la Junta, el conde de


Floridablanca, eran partidarios de considerar a la Junta como un poder
provisional encargado únicamente de suplir al rey y de dirigir la guerra contra
los franceses.
 Los constitucionalistas históricos planteaban la necesidad de reformar la
monarquía a partir de la instauración de un sistema constitucional, siguiendo el
modelo inglés.
 Los más revolucionarios, llamados liberales, eran partidarios de otorgar la
soberanía al pueblo y de una constitución inspirada en la Constitución francesa
de 1791.

Uniformes de soldados españoles que participaron en la lucha contra los franceses

Además, la guerra no marchaba bien: los ejércitos españoles sufrían sucesivas derrotas.
En busca de una solución, la Junta Central estableció una alianza con los británicos.
Inglaterra se comprometió a auxiliar a los españoles y a no reconocer otro rey para
España que Fernando VII y sus legítimos herederos, o al sucesor que la nación española
designara. A cambio, Inglaterra ofrecía ayuda militar para vencer a los franceses.

No obstante, las autoridades españolas eran conscientes de que los británicos


ambicionaban las colonias hispanoamericanas.

Ante el temor de que los sucesos de España pudieran repercutir negativamente en


América, la Junta Central decretó que los territorios americanos dejaban de ser colonias
y pasaban a convertirse en parte integrante de la monarquía española y que sus
habitantes debían tener iguales derechos que los de la península.
A pesar de estas medidas, la gestión de la Junta no fue exitosa y fue reemplazada por
otro organismo de gobierno, el Consejo de Regencia.

Las Cortes y la Constitución de 1812


Antes de caer, la Junta convocó la reunión de Cortes generales y extraordinarias, una
asamblea en la que estaban representados distintos sectores de la población. Hubo
grandes debates sobre la forma en que debía realizarse la convocatoria, es decir, sobre
qué sectores debían estar representados y en qué medida. Un grupo -los absolutistas
ilustrados- quería convocar las Cortes por estamentos (clero, nobleza y ciudades con
voto en Cortes); otro -los constitucionalistas históricos- apuntaba a seguir el modelo
británico, es decir, la formación de dos cámaras (una para la nobleza y el clero, y otra
para las ciudades); y un tercer grupo -los liberales- seguía el modelo francés de 1791:
proponía una convocatoria basada en la cantidad de población y no en los estamentos.

Finalmente, los diputados a Cortes fueron elegidos siguiendo el criterio propuesto por
los liberales. Sin embargo, este principio sólo se aplicó en los territorios peninsulares.
En América los cabildos seguían eligiendo a los delegados sin tener en cuenta la
cantidad de población. Esto desató conflictos, y en 1810 las juntas que se habían
formado en Caracas y en Buenos Aires desconocieron la legitimidad de las Cortes.

En 1812 las Cortes, reunidas en Cádiz, sancionaron una constitución, conocida como
Constitución de Cádiz, o Constitución de 1812 . En ella aparecían como principios
básicos muchas ideas de la Constitución francesa de 1791: la igualdad; la centralización
del poder; la propiedad individual; el fomento de la agricultura y el comercio; el
desarrollo de un plan nacional de educación, la división de poderes, etc. La Constitución
de 1812 abolió la Inquisición, pero -a diferencia de la francesa- no quitó a la Iglesia su
poder de censura sobre distintos tipos de publicaciones. Esta Constitución fue derogada
en 1814 cuando Fernando VII volvió a ocupar el trono español.

Cambios en la monarquía

Condecoraciones entregadas a los combatientes durante la guerra de la independencia


española. Se observa en una de ellas la figura de Fernando VII, símbolo de la lucha
española.

La invasión de los franceses abrió en España un importante debate sobre la


modernización de la monarquía entre los más conservadores, los que seguían el modelo
inglés y los liberales. La convocatoria que se utilizó para las Cortes y el contenido de la
Constitución de 1812 ponen en evidencia que en este debate triunfaron los sectores
liberales hasta el regreso de Fernando VII.

Como defendía el modelo de la Revolución Francesa, el discurso de los liberales tenía


algunos puntos débiles. Por una parte, Napoleón, el heredero de la Revolución, se había
convertido en el enemigo de España y de Europa en general. Por otra parte, estaban muy
frescos los recuerdos del período jacobino, que había conducido al terror a la sociedad
francesa. Así, los liberales españoles tenían que ser muy cautos ya que sus enemigos los
acusaban de ser proclives a una forma política que venía del mismo país contra el cual
estaban en guerra y, fundamentalmente, de que el modelo de 1791 que los liberales
defendían había conducido primero al terror jacobino y luego a la formación del imperio
de Napoleón.

España y América
La similitud entre el accionar de los españoles en la península y el de los criollos en las
colonias a partir de 1808 permite vincular los acontecimientos como parte del mismo
proceso. En los dos casos se formaron juntas legitimadas en el principio de retroversión
de la soberanía a los pueblos ante la ausencia del monarca.

En el Río de la Plata, la revolución que estalló en mayo de 1810 reconoció a Fernando


VII como rey de España. La Junta de gobierno formada en Buenos Aires se estableció
como un gobierno provisional que recibía el poder del pueblo hasta la vuelta de
Fernando VII. El principal reclamo que aparecía en las primeras proclamas de la Junta
de Buenos Aires era que los territorios americanos no habían sido consultados para la
formación del Consejo de Regencia. El planteo de los dirigentes de la revolución era
que los territorios americanos poseían iguales derechos que los peninsulares para formar
sus juntas de gobierno, sobre todo ante la incertidumbre que se vivía en España por los
fracasos militares.

Notas
Reformas borbónicas

En 1757 el trono español fue ocupado por Carlos III, de la dinastía de los Borbones,
quien puso en marcha -tanto en la península ibérica como en las colonias americanas-
una serie de reformas. En las colonias americanas uno de los objetivos de las reformas
era fomentar la economía colonial para que fuera más lucrativa para España. Por ello se
estableció el libre comercio entre la metrópoli y las colonias, lo que significó la apertura
de nuevos puertos. Esto no implicaba abandonar el monopolio comercial, es decir, la
prohibición de que las colonias comerciaran con otros países, sino promover el
desarrollo de la agricultura y la ganadería en América. Los Borbones intentaban obtener
materias primas para afianzar la economía española.

Asimismo, para fortalecer el vínculo colonial se crearon dos nuevos virreinatos (Río de
la Plata y Nueva Granada) y se utilizó el régimen de intendencias para la división de los
virreinatos. Los nuevos funcionarios eran nombrados directamente por la Corona, con lo
cual se buscaba asegurar una mayor lealtad de los mismos.
Guerras napoleónicas

El objetivo de Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, era formar un gran


imperio, llevando a los territorios europeos los principios revolucionarios de 1789.
Francia inició entonces una guerra contra las monarquías de Europa incluida Inglaterra.

El ejército francés llegó a dominar gran parte del continente europeo. A partir de 1807,
Europa se dividía en Estados ocupados por las tropas francesas y Estados aliados al
Emperador. Hasta 1813, sólo el pueblo español, que luchaba contra las tropas francesas
con el apoyo de los ejércitos ingleses y de sectores del pueblo alemán, impidió a
Napoleón el total dominio de esos territorios.

La catástrofe del ejército napoleónico en su intento de invadir Rusia impulsó a los


pueblos continentales a iniciar la resistencia ante los franceses. Así se fue armando la
coalición de Prusia, Austria, Rusia e Inglaterra, cuyos ejércitos derrotaron al emperador
francés en la batalla de Leipzig, en 1813. La consecuencia de esta batalla fue el
derrumbe del sistema napoleónico. Finalmente, en 1814 las tropas de los países que
resistían a Napoleón invadieron Francia y lo tomaron prisionero.

2 de mayo de 1808

Cuando Fernando VII salió de Madrid hacia Bayona para entrevistarse con Napoleón,
dejó constituida una junta de gobierno. Joaquín Murat, jefe de los ejércitos franceses en
España, se puso al frente de dicha junta y obligó al resto de la familia real, que aún
permanecía en Madrid, a trasladarse a Bayona. Al verse abandonados en manos de los
franceses, el 2 de mayo los madrileños iniciaron un levantamiento popular que contó
con el apoyo de varios jefes militares españoles. Murat reprimió duramente el
levantamiento durante dos días y lo dominó. Otros levantamientos se extendieron por
toda España.

Suprema Junta Central Gubernativa del Reino

La Junta Central estaba integrada por dos representantes de cada provincia española,
más dos por Madrid, en calidad de capital del reino. Con el tiempo se incorporaron
nueve por América. Los representantes de las provincias españolas en la Junta Central
eran elegidos por las juntas provinciales; los americanos, por los cabildos.

Modelo inglés

En Historia y en Ciencias Políticas se conoce con este nombre a la forma de


organización que adoptó el gobierno británico como consecuencia de la Revolución de
1688. En este gobierno, la soberanía estaba compartida entre el rey (que tenía en sus
manos el poder ejecutivo) y el Parlamento, que se ocupaba del poder legislativo,
dividido en dos cámaras: la de la nobleza y la de los comunes. A su vez, el rey debía
jurar una Declaración de derechos que implicaba la aprobación de impuestos por parte
del Parlamento, la libertad de imprenta, la inamovilidad de los jueces y la creación de
un ejército no permanente.
Constitución francesa de 1791

Fue el fruto de la Asamblea Constituyente organizada por el Tercer Estado, después de


que los miembros de la Asamblea fueran expulsados de los Estados Generales por Luis
XVI. Durante las sesiones de la Asamblea Constituyente se proclamó la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y se sancionó una constitución. En esa
constitución se estableció la división de poderes. De esta manera, el poder del rey
quedaba absolutamente debilitado, ya que se establecía que la soberanía residía en el
pueblo y que éste gobernaba por medio de sus representantes.

Consejo de Regencia

Cuando en octubre de 1809 los franceses invadieron Andalucía, la Junta Central tuvo
que trasladarse a Cádiz. Los integrantes de este organismo político, que se encontraba
muy debilitado, decidieron disolverlo y encomendar el gobierno a un Consejo de
Regencia compuesto por cinco miembros. Este nuevo organismo estaba basado en una
antigua fórmula utilizada ante la ausencia del monarca, pero en este caso su objetivo
fundamental era llevar adelante la convocatoria a las Cortes generales y extraordinarias.

Cortes generales y extraordinarias

Como los Estados Generales en Francia, las Cortes españolas eran la institución en la
que estaban representados los diferentes estamentos de la sociedad española durante el
período absolutista: la nobleza, el clero y algunas ciudades.

Constitución de Cádiz, o Constitución de 1812 o Constitución española de


1812

Fue la Constitución sancionada por las Cortes generales y extraordinarias españolas. En


este texto aparecieron como principios básicos muchas ideas de la Constitución francesa
de 1791, como la igualdad de los individuos, la centralización del poder, la propiedad
individual, la soberanía de la nación, el sistema representativo y la división de poderes.
La Constitución española contemplaba además un plan nacional de educación y
establecía que el poder ejecutivo estaba en manos del rey, el legislativo en manos de las
Cortes que se conformaban en una sola Cámara, y el judicial se ejercía por medio de
tribunales electos. Pero, a diferencia de lo que dictaminaba la Constitución francesa de
1791, la Iglesia no perdía poder, ya que se establecía que la religión católica era la
religión oficial del Estado español. Esta constitución fue abolida en 1814 cuando
Fernando VII retomó el trono.
Bibliografía comentada
 Artola, Miguel, La burguesía revolucionaria 1808-1874, tomo V de la Historia
de España, Madrid, Alianza Universidad, 1987 (primera edición 1973). Obra que
analiza aspectos políticos, económicos, sociales y culturales del período 1808-1874. Su
autor es uno de los historiadores más reconocidos de España.
 Artola, Miguel, La España de Fernando VII, 1808-1833. La guerra de la
independencia y los orígenes del constitucionalismo español, tomo XXXI de Ramón
Menéndez Pidal (dir.), Historia de España, Madrid, Espasa Calpe, 1983. Escrita con
formato de manual, esta obra es una referencia obligatoria para el estudio de la época
del reinado de Fernando VII. Posee ilustraciones y mapas de gran utilidad.
 Fontana, Josep, La crisis del antiguo régimen 1808-1833, Barcelona, Crítica,
1992. Texto de consulta sobre el período. En la segunda parte se presentan testimonios y
documentos de la época.
 Guerra, Francois-Xavier, Modernidad e independencias. Ensayo sobre las
revoluciones hispánicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1993. Libro que marcó
un corte profundo en los estudios de la independencia americana, ya que el planteo de
su autor parte del concepto de "revolución hispánica" para dar cuenta de la unidad en
los procesos que se inician en 1808, que condujeron en España a la revolución liberal y
en América a la independencia.
 Halperin Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América latina, Buenos
Aires-Madrid, Alianza, 1997. Clásico de la historiografía americana: su lectura es
imprescindible para el análisis de la historia de la región en el contexto mundial. Parte
de las reformas introducidas por los Borbones en América en el siglo XVIII y llega
hasta la década del ochenta en el siglo XX.
 Lynch, John, Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, Barcelona, Ariel,
1985. Obra clásica de la historiografía americana. El autor analiza las revoluciones
americanas como creadoras de las naciones en lugar de como disolventes del imperio
español.
 Vilar, Pierre, "Ocupantes y ocupados: algunos aspectos de la ocupación y
resistencia en España en 1794 y en tiempos de Napoleón", en Hidalgos, amotinados y
guerrilleros. Pueblo y poderes en la historia de España, Barcelona, Crítica, 1982. Obra
que analiza distintos levantamientos sociales de la historia de España.

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