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Convertirse en El Nuevo Hombre
Convertirse en El Nuevo Hombre
Pablo reconoce que ser un nuevo hombre creado a la imagen de Dios no elimina
el pecado. Este sigue presente en la carne, el cuerpo, la condición humana no
redimida que incluye toda la conducta y la manera de pensar de la persona
humana. Sin embargo, él no está dispuesto a permitir que se atribuya
responsabilidad al nuevo hombre interior por el pecado. El nuevo "yo" ama y
anhela la santidad y justicia para las cuales ha sido creado.
Pablo resume somos nuevos, pero todavía no somos del todo nuevos. Somos
justos y santos, pero todavía no somos perfectamente justos y santos. No
obstante, el hecho de entender la realidad genuina de nuestra salvación
transformadora es esencial si es que vamos a saber cómo vivir como cristianos en
el cuerpo de Cristo al cual pertenecemos.
Las porciones restantes de la epístola contienen exhortaciones al creyente para
que sujete su cuerpo a obediencia a la voluntad de Dios. La necesidad continua de
la vida cristiana es seguir siempre desechando y quemando los residuos de la
vieja vestimenta del pecado: "ni tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado como instrumentos de iniquidad", ruega Pablo; "sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia" (Ro. 6: 13).
Los numerosos "pues" del Nuevo Testamento por lo general presentan
requerimientos y encargos a los creyentes para que vivan como las nuevas
criaturas que ya son en Cristo.
Amados a causa de nuestra vida nueva, nuestro nuevo Señor, nuestra nueva
naturaleza y nuestro nuevo poder, somos llamados por lo tanto y pues, a
vivir de la manera correspondiente y con el est ilo de vida debido.
Señor gracias por tu palabra enseñados para que nuestra vida siga siendo
renovada en justicia y en santidad, aprendieron a renovar su forma de pensar por
medio del Espíritu, señor que anhelamos ser revestidos del nuevo ser que Dios has
creado a tú imagen para que practiquemos tú justicia y santidad porque ya
sabemos y conocemos la verdad. Amén