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Trujillo López Leonardo

Grupo: 001

CASA DEL MAÍZ

Tlaxcala lleva consigo el sello de una época deslumbrante, vivió la libertad de la naturaleza,
el ordenamiento de una raza y la domesticación, efectuada por los invasores, véase a ésta
última como una reelaboración educativa de las costumbres y hábitos civilizados de los
antiguos pobladores; zona riquísima en minerales, la tierra fecunda logró la espiga de maíz
necesaria para alimentar a los seres vivos.

En calles, emparentadas a las casas con el estilo común del lugar se trazan los
caminos que llevan al centro o zócalo, que tiene su respectivo quiosco a la antigua usanza,
es la parte en donde todo confluye, se puede subir a Ocotlán o bajar, retirándose del estado.
A unos pasos la iglesia de San José, una estructura que aunque bella, es rústica en algunas
de sus formas; el color de la iglesia, amarillo en su mayoría, caracteriza el de zonas
aledañas, permite una combinación y funge como pauta de estilo a las demás
construcciones, casas y edificios, en su interior se encuentran las capillas de las venerables
imágenes de los mexicanos, a la izquierda la representación de una virgen, a la derecha,
cristo cargando la cruz, la parte del fondo está regida por Jesús y el reino angelical, todas
representaciones barrocas, retablos con laminillas de oro. Más adelante del centro y
subiendo un poco hallamos el convento de San Francisco, lugar bellamente sostenido por
vigas de madera, adornadas con una estrella de ocho picos, como los octágonos de las
cúpulas, aquí también se hallan las representaciones más importantes de la vida de Cristo,
su santo sepulcro, su resurrección, su madre dolorosa en el retablo lateral. Al salir del
convento, a la derecha se encuentra La Vecina, una capilla que en su interior se manifiesta
el arte neoclásico en su mayoría.

Se puede imaginar el territorio deshabitado anteriormente de construcciones y con


sólo los centros religiosos erigidos en las zonas más firmes o elevadas posibles: la basílica
de Ocotlán, a mi parecer, es la más hermosa de las construcciones religiosas, sus tallados y
esplendor destacan en colores blancos y rojos y el espacio del lugar es tal que permite la
capacidad de múltiples personas, sus retablos y pinturas con escenas de la vida de cristo es
lo que más destaca, al fondo vemos a la Virgen de Ocotlán, en buenas condiciones y
adecuadamente ataviada. El águila está en el espíritu de la construcción.

Al descender, en el palacio de gobierno se encuentran unos de los murales más


bellos del país, la historia de Tlaxcala es contada desde los principios y albores en que todo
se reduce a la mitología, después a los hombres que empiezan a tomar consciencia de ellos
mismos y su asentamiento en el lugar del maíz, luego conquistados, domesticados al estilo
español. Subiendo la escalera, en el muro hallamos los murales de lo que se consideró
posteriormente México, la formación política y las intervenciones extranjeras a partir de la
independencia y posteriormente la revolución: que la constitución se creó y que las leyes de
reforma se firmaron bajo influencia norteamericana: que México tan lejos de Dios y tan
cerca de Estados Unidos.

Un lugar cálido es sin duda Tlaxcala, espacio no del todo marginado y con fortuna
turística, es una zona rica en procesos históricos y con importancia base al haber sido el
suelo de conquistadores y eclesiásticos. Un sitio con calles particulares y con decorados que
solo son posibles en el imaginario de los habitantes que han conformado el territorio por
múltiples generaciones, sitio de leyendas y magia, minas, metales preciosos y portadores de
un pueblo aledaño al imperio mexica: factor importantísimo para el desenvolvimiento de la
historia tal cual lo conocemos. Lugar sin duda idealizado y trabajado con el fin de
movimiento religioso y político.

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