Principio 8

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Principio 8 – La Crisis

“De una crisis bien administrada,


surgen cambios positivos”

Crisis es, sin duda, el concepto más difícil de elaborar, de la manera como lo entendemos en
Amor-Exigente: una palanca para el crecimiento. Si elaborar, asimilar y transformar ese
concepto es tan difícil, con mucho más razón lo será ponerlo en práctica. Muchos de los que
acompañaron el programa encontraron serias dificultades al llegar a este punto.
El miedo al cambio es el mayor enemigo de los que se proponen trabajar este principio. Como
el deterioro de las relaciones familiares se dio de a poco, todos fueron acostumbrándose a las
pérdidas y pasaron a actuar como si la situación hubiese sido siempre la misma. Los límites
fueron violentados uno a uno, las relaciones familiares se ven perjudicadas con cada falta de
respeto, con cada acto de desamor. La tendencia es a creer que siempre vivimos como estamos
viviendo ahora. El pasado no deja de ser una vieja imagen.
Las interminables discusiones sobre asuntos sin importancia, dan a todos la sensación de que
están actuando, pero ellas sirven solamente para desviar la atención de lo que necesita ser
hecho, de los actos que irán a surtir efecto.
Todos sienten que están al límite, pero soportan el dolor de esa situación, un pequeño gesto
podría hacerla peor, y ninguno se siente preparado para eso.
 Silos hijos salen de casa hacia lugares impropios, con personas inadecuadas, pero “van
al liceo y cumplen con sus obligaciones”, como prohibirles sus salidas? “y si dejan la
escuela?”
 Si
están usando drogas, “pero es sólo los fines de semana”, los padres tienen miedo de
tomar una actitud, “pues ellos pueden revelarse y sumirse más en las drogas”.
 Si
usan drogas con el dinero que ellos les dan, los padres creen que “es mejor eso a
dejarlos sin dinero, ellos podrían robar para comprarla”.
 Si ellos beben en exceso, la disculpa es la de que “por lo menos no usan otras drogas”.
 Sifuman marihuana, “todos dicen que no hace mal, ahora es legal, y no está usando
otras peores”.
 Sillegan drogados, los padres evitan hablar sobre el asunto, “para no despertar crisis
violentas”.
 Si
pasaron toda la semana bien, sin problemas, “cómo prohibirles el encuentro con la
barra de fumadores el fin de semana? Estaba tan bien…”
Como padres, vivimos millares de situaciones, no sólo las ligadas a las drogas, sino otras en las
que tenemos que determinar un límite. En el momento, y entre tanto, lo evitamos, por miedo
a las consecuencias. Pero, no percibimos que, de esa manera, nos mantenemos prisioneros de
conductas inaceptables. Continuamos rehenes, con miedo a actuar y salir del cautiverio, en
busca de una vida saludable.
El contrasentido es tan grande, que conocimos a una madre que iba, ella misma, a comprar
drogas para su hijo, por miedo a que él asumiera los peligros “de la favela”.
Cuando los padres actúan de esa manera, están impidiendo a sus hijos asumir las
consecuencias de sus actos, de vivir las pérdidas que la conducta insana produce. Esta es la
única forma posible de recuperación. Tenemos un amigo dependiente que está, hace muchos
años, en la batalla por una vida productiva y feliz, y él dice: “Nadie quiere salir de la fiesta
cuando ella está en su mejor parte”.
En cuanto alguien, no sólo la familia, sino cualquier persona – amigos, patrones, profesores –
colocan almohadas para que el joven no se lastime al caer, él no podrá tener la certeza del
tamaño real de las pérdidas provocadas por el uso de drogas.
Impedir a alguien vivir sus pérdidas es facilitar la enfermedad. Librar a los hijos de las
consecuencias de sus actitudes, sean ellas negativas o positivas, les impide crecer. En el libro
Drogas – en búsqueda de respuestas, decíamos: “No es por opción que la familia actúa así,
sino simplemente porque no sabe hacerlo de otra manera”. De la misma manera que la
enfermedad se nutre de la misma enfermedad, con la salud ocurre lo mismo. La mejor ayuda
es entregar a su dueño la responsabilidad de sus comportamientos destructivos. Cuando ese
concepto es asimilado y elaborado, pasa a ser parte del repertorio comportamental de la
familia, “el adolescente debe enfrentar la situación, que se transforma entonces en
experiencia, muy significativa para el aprendizaje”.
Las personas no tienen fuerza suficiente para cambiar la vida del prójimo. La única fuerza
capaz de cambiar una vida es la de la propia voluntad, y el deseo de modificarse; ello es
necesario, pero no suficiente, para la realización de los cambios. Aunque un dependiente
tenga el deseo más sincero de dejar las drogas, si no tiene ayuda y orientación, las chances de
éxito serán mínimas. Son muchos los grupos, instituciones y profesionales que ofrecen el
apoyo necesario. Tener conciencia clara que se debe abstener de usar drogas puede no ser
suficiente para conseguir realizar ese intento, de la misma manera, el deseo sincero de
cambiar, no es suficiente para la familia.
La actitud de los padres de trabajar en el sentido de “usar la crisis como palanca para el
crecimiento” no determina por sí sólo el fin de las dificultades, del comportamiento
inadecuado y, mucho menos, del uso de drogas. Esa decisión, entre tanto, será determinante
para el cambio de actitudes futuras de los padres y del modo cómo actuarán frente a las
situaciones que vivieron, sin elección, anteriormente. Los padres buscarán un comportamiento
más activo, marcarán una línea divisoria entre lo aceptable y lo inaceptable, y actuarán cada
vez que ese límite fuera violentado.
El límite debe ser puesto de acuerdo con las posibilidades de cada uno; es fácil saber lo que
debe ser hecho, pero ante todo, cada cual necesita tener conciencia del tamaño de sus piernas
y dar el paso de acuerdo con ellas. Un paso mayor que el posible, terminará ciertamente en una
situación difícil, sino imposible, de ser mantenida, en cuanto uno menor será un desperdicio de
oportunidades. “Es mejor fijar una línea divisoria que pueda ser superada con éxito, en vez de
forzar un compromiso difícil, sino imposible, de ser mantenido”.
El hijo duerme de día, se despierta al final de la tarde, come en su dormitorio sin hablar con
nadie y deja el plato debajo de la cama, sale al inicio de la noche, vuelve de mañana, con
señales evidentes de haber usado drogas. Es fácil decir: “No deje que salga, no permita que
entre en casa por la mañana”. Una actitud así ciertamente será una forma de dejar que él
asuma las consecuencias de sus actos, pero, los padres estarán preparados para tomar esa
decisión o para las consecuencias que ella les traiga? Qué harán los padres cuando regrese y
monte un show en la puerta de la casa cuando descubra que no puede entrar en ella?
Antes de decidir sobre lo que debe ser hecho, es necesario tener certeza de que existen
condiciones reales para hacerlo. Al determinar límites que saben que no tienen condiciones de
mantener, los padres estarán transmitiendo al hijo: “No creas en lo que yo digo, pues no lo
cumpliré”, y ese será el peor de los mensajes a ser transmitido a alguien. Si no hay posibilidades
de mantener un límite, es mejor dejar todo como está. Eso no significa dejar la situación como
está, indefinidamente. Por el contrario, es considerar una pausa para definir lo que podrá ser
hecho con resultados positivos, y evaluar una escala de posibilidades y el momento adecuado
de tomar una decisión, estando prontos para asumirla íntegramente.
Cualquier actitud tomada, debe ser parte de un plan mayor de acción, actitudes aisladas no
tienen resultados, ellas deben ser como eslabones de una cadena, sólo así podrán servir de
sustento para que se pueda llegar a algún lugar. El deseo y el ideal de todos es vivir en una
familia serena, sana, con los hijos libres de drogas, pero las estadísticas muestran una situación
muy diferente. Apenas cerca de un 20 % de los dependientes consiguen mantenerse sin drogas,
y en ese porcentaje, seguramente, estarán aquellos cuyas familias se involucraron en el proceso
conjunto de cambios.
Eso no significa que todas las familias que se involucran en los cambios, conseguirán sacar a sus
hijos de las drogas, las drogas son extremadamente seductoras, y es difícil luchar contra su
fuerza de atracción; el joven sólo aceptará el cambio si le ofrecemos un valor mayor, y este es la
propia vida. La única fuerza capaz de sacar a alguien de las drogas es la fuerza de la propia
voluntad.
Esa realidad debe ser enfrentada para que los padres no caigan en la ilusión de que, si están
involucrados, el hijo ciertamente irá a cambiar. Vale la pena repetir que la única fuerza capaz de
cambiar la vida de alguien es la propia voluntad. Lo que los familiares deben evaluar es si vale la
pena continuar rehén de la conducta insana de alguien. Si el dependiente no quiere cambiar, él
no tiene el derecho de obligar a sus amigos y familiares a hacer las mismas elecciones que él
hace.
Los familiares muestran alternativas; si el dependiente no opta por las saludables, la elección
será de él y sólo él sufrirá las consecuencias. Los familiares pueden ofrecer ayuda y apoyo en
lugar de acusaciones, pero deben pensar antes de tomar actitudes.
Para algunas personas, comprometerse en tomar la dirección de una iniciativa es algo
incompatible con sus características personales: ellos piensan, pero tienen dificultades al
actuar. En el proceso de administrar la crisis, el papel más adecuado para ellas será el de
planear. Un buen plan requiere imaginación, capacidad de análisis y visualización amplia de la
situación real. Los factores que sirven de base para el plan pueden cambiar durante su
ejecución. Eso debe provocar los cambios y las adecuaciones necesarias. La responsabilidad y la
humildad son imprescindibles para actuar de esa manera. Otras personas sufren de forma
opuesta, ellas se sienten compelidas a tomar actitudes y, a veces, lo hacen prematuramente,
sin pensar y analizar las consecuencias. Esto será también aprovechado en la ejecución del
plan de acción.
Existen, además, personas ansiosas en relación a las consecuencias; tomar decisiones les
provoca malestar, tienen miedo de partir de suposiciones erradas. Una forma de ayudarlas es
analizar con ellas los posibles resultados, lo que, ciertamente, les disminuirá la ansiedad, ellas
se darán cuenta que son pocos los resultados tan definitivos que no admitan ser modificados.
Otras personas demuestran poca o ninguna inclinación a tomar decisiones, ellas tienen la
tendencia a aplazar y no se sienten ansiosos en relación con las consecuencias. Su dificultad es
la de percibir con claridad lo que está sucediendo, con estas personas, la mejor manera de
trabajar es confrontándolas con la realidad.
Cuando la unidad que sirve de apoyo al bienestar común es creada, las situaciones de unión
proporcionadas por estar todos juntos, trabajando con una misma finalidad, permiten que
otras situaciones sean vividas de la misma manera y traigan un nuevo sentido a la vida familiar.
La comunicación debe ser hecha con el espíritu preparado para oír y acatar las ideas y
sugerencias de todos, deben ser encaradas como contribución al proceso, no como un desafío
al poder, si son aceptadas así, ellas aumentan la capacidad de comprensión, lo que ayudará a
encontrar soluciones para el núcleo familiar. La unidad exige empeño personal para ser
alcanzada, ella no ocurre de casualidad y, a medida que es alcanzada, cada uno puede negociar
sus propios deseos para pasar a luchar por el bienestar común, que, en último caso, propiciará
un mayor beneficio para cada involucrado.
El compromiso de todos con un plan de acción común, abre las puertas para que cada persona
se observe en unión con los otros, en cuanto están empeñados en una tarea ardua. El modo
como todos se tratan, con respeto y consideración, hace brotar una nueva atmósfera, y el
amor verdadero va impregnando las relaciones. Ese amor lleva, finalmente, a la fuente de que
brota, haciendo que la fe surja y guíe cada etapa de este proceso, la crisis por ella generada,
indicará para donde se debe ir, no necesariamente en la dirección deseada por cada individuo.
El proceso puede ser dividido en etapas:
 Obtención de datos

 Planeamiento

 Ejecución

 Resultados

 Evaluación

Generar una crisis es un proceso que tiene para nosotros en Amor-Exigente, un nombre
diferente, él se volverá conocido y servirá de guía para el futuro. El nombre que le damos es
defiforeje.
De – defina un objetivo. En esta fase deben ser trabajados todas las metas a ser alcanzadas,
obteniendo los datos que servirán de base para la formulación del plan.
Fi – fije prioridades. Hay momentos en que todo necesita ser cambiado. Y esto no es tarea para
seres humanos, recuerde que “los recursos son limitados”. Tal vez, lo que necesita ser
cambiado más urgentemente no sea lo que puede ser cambiado en el momento. Fijar
prioridades evitará que la energía de todos sea gastada en esfuerzos que no tendrán buenos
resultados. Algunos problemas son demasiado complejos para encararlos de una sola vez,
debemos dividirlos en pequeñas partes, ello nos permitirá comprenderlos mejor.
For – formule un plan de acción. Qué es lo que cada miembro de la familia hará? Las personas,
en general, reaccionan bien a un desafío, el optimismo y la confianza harán que el compromiso
de todos tenga mayores posibilidades de éxito. Lo mejor de cada uno debe ser aprovechado.
Establecer algunos códigos de comunicación puede ayudar a encontrar salidas. Momentos de
descontrol emocional pueden ocurrir, debido a las dificultades que las personas no están
preparadas para encarar, y en esos momentos, lo más sensato es no hacer nada, o dejar que
otra persona asuma la administración de la situación.
Eje – ejecute el plan. Hágalo con el involucramiento y la ayuda de todos.
Les damos algunas sugerencias para los pasos:
Defina un objetivo
Esclarezca todos los puntos de la cuestión.
Recuerde que, para mejorar cualquier situación, antes de actuar será necesario reconocer
dónde hay errores y donde se está en lo correcto.
Defina la situación de la forma lo más amplia posible.
Fije prioridades
Procure alternativas, siempre existirán más de una para cada caso.
Compare todas las alternativas.
Analice las ventajas y desventajas de cada una.
Piense en los riesgos.
Formule un plan de acción
Tenga en cuenta que la solución más ajustada puede no ser la más correcta, y, en definitiva
haya otras más adecuadas para el momento.
En todas las opciones, habrá un factor de inseguridad, y él se origina en informaciones
incompletas o erróneas.
Procure la alternativa que, a su criterio, sea la mejor, teniendo en cuenta los criterios y
factores citados anteriormente.
Es prudente que todos opinen, y busquen, en los casos más complejos, ayuda profesional
especializada.
No subestime la opinión de ninguno de los involucrados en el problema.
Ejecútelo
Pida ayuda, motive al grupo.
Use la intuición cuando falten datos lógicos.
Transforme lo que se decidió en acción.
Divida tareas, responsabilidades y recursos.
Haga que las etapas sucedan como se planearon.
Recuerde que, como ya dijimos, algunas veces debemos detenernos, reevaluar,
re direccionar lo que planeamos.
Evalúe los resultados
Recuerde que muchas veces, después de semanas de lucha, los resultados pueden no ser
notados o ser pocos, o estar por debajo de sus expectativas.
Al percibir que algo no dio resultado, acepte los perjuicios, analice las causas, intente
recuperar lo que fuera posible y actúe de forma diferente.
Verifique en que punto del plan ocurrió el desvío e intente corregirlo.
Modifique el punto débil, refuércelo, revea el plan inicial, busque otros caminos.
Cuando el resultado no fue el que usted hubiera querido que fuese, procure saber que
sucedió, usted aprenderá con este proceso: qué debe ser mejorado, cuáles son los
peligros existentes, cómo debe ser la planificación, cuál debe ser el desempeño y las
habilidades de las personas involucradas.
Administrar una crisis es asumir el compromiso con el cambio. Es establecer límites con
expectativas más elevadas, donde las acciones deben ocurrir. No solamente tenemos que
tener en cuenta lo que se hace sino también cómo se hace, eso aumenta las probabilidades
de resultados positivos. Una vez tomada la decisión, no importa cuáles sean las
circunstancias externas, lo importante es poner el plan en acción, sin indecisiones ni
inseguridades. Para que esto suceda, todos deben estar convencidos de que el plan
escogido es el mejor en el momento.

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