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 SENTENCIA SC-3404-2019, 23 DE AGOSTO DE 2019 M.P.

ÁLVARO FERNANDO
GARCÍA RESTREPO. PRUEBAS DE LA UNIÓN MARITAL DE HECHO.

 ÓRGANO JURÍDICO: Corte Suprema de Justicia – Sala de Casación Civil


 SENTENCIA: SC3404-2019
 MAGISTRADO PONENTE: ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO
 AUTOR: ALFONSO GONZÁLEZ
 DEMANDADO: MARÍA NUBIA PATIÑO ZAMBRANO

 DECIDE: La Corte el recurso de casación que interpuso la demandada MARÍA NUBIA


PATIÑO ZAMBRANO, frente a la sentencia del 30/5/2014, proferida por el Tribunal Superior de
Bogotá, Sala de Familia, en el proceso ordinario que en contra de ella adelantó ALFONSO
GONZÁLEZ.

 HECHOS:

Se solicitó declarar que entre las partes existió una unión marital de hecho, como la consecuente
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, desde el 17/8/2000, hasta el 30/11/2010. Se
decretará la disolución de la sociedad patrimonial y se condena en costas a la convocada. De esta unión
nació Karen Catalina González Patiño, mayor de edad al momento de la presentación de la demanda;
no se realizó la suscripción de “capitulaciones maritales”; la relación terminó cuando la accionada
abandonó el hogar, “por incompatibilidad de caracteres”, provocada por “la avanzada edad” del
actor.

El tramite fue anulado por el Tribunal Superior de Bogotá, Sala de Familia, mediante auto del
31/5/2012. Renovada la actuación, la demanda fue admitida con auto del 4/7/2012. La señora Patiño
Zambrano replicó la acción y se opuso a las pretensiones, se pronunció de distinta manera sobre los
hechos y formuló excepciones de mérito.

Entre las partes existió tanto una primera unión marital de hecho, como la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes, cuya vigencia fue anterior al inicio de la unión, vínculos que fueron
reconocidos judicialmente, habiendo procedido los compañeros a liquidar de mutuo acuerdo la referida
sociedad patrimonial. Al respecto, los ex compañeros permanentes habían liquidado la anterior
sociedad patrimonial, según sentencia emitida por el Juzgado 19 de Familia de Bogotá, el 2/8/2000,
cuya vigencia se extendió entre diciembre de 1990 y el 20/11/1999 y que “la nueva unión marital de
hecho, empezó desde el 17/8/2000, y ellos continuaron conviviendo, compartiendo lecho, techo y
mesa”.

Agotado el trámite de la instancia, el Juzgado Octavo de Familia le puso fin con sentencia del 3/5/2013,
en la que negó las súplicas de la demanda y condenó en costas a su autor. Apelado dicho fallo por el
gestor de la controversia, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Familia,
mediante el suyo, que data del 30/5/2014, lo revocó y, en defecto del mismo, estimó infundadas las
excepciones; declaró la existencia de la unión marital y de la sociedad patrimonial deprecadas, entre el
31/12/2002 y el 1/10/2010; ordenó la inscripción de dicho proveído en el registro civil; y condenó en
costas de ambas instancias, a la accionada.

 LA SENTENCIA DEL AD QUEM:

El Tribunal apreció la “orden de consulta del señor ALFONSO GONZÁLEZ llevada a cabo el
11/2/2012, de la que se desprende que el demandante fue remitido a consulta por psiquiatría por tener
un diagnóstico de ‘DEMENCIA SENIL’, “valoración llevada a cabo por el neurocirujano Dr.
LIBARDO PULIDO PUENTES. De esto la citada autoridad infirió “prueba sumaria de que el
demandante para la época en que absolvió el interrogatorio, no se encontraba en capacidad de contestar
el cuestionario que le formuló el apoderado de la parte pasiva. En definitiva, el ad quem concluyó que
no era necesario declarar la nulidad de la referida probanza, ni de la sentencia de primer grado, sino que
bastaba con “desechar, o mejor, no analizar” aquélla.

El Tribunal consideró que “son claras las manifestaciones opuestas que existe entre los testigos que
citó la parte demandante y los llamados a petición de la parte pasiva, dado que cada grupo pretendió
defender los intereses de las partes en esta contienda; no obstante, observa la Sala que los declarantes
de descargo en su afán de salvaguardar los intereses de la parte pasiva, incurrieron en serias
contradicciones que hacen que pierdan credibilidad”. Tras advertir que uno de los objetivos
primordiales de los testimonios practicados a solicitud de la demandada, fue demostrar que el actor
residió en varios lugares, durante el lapso de tiempo comprendido entre 2003 y 2010, esa Corporación
no otorgó a dicha postura “credibilidad.

El Tribunal afirmo que, contrariamente a lo sostenido por el extremo demandado, “quedó claro que las
partes sí conformaron una nueva unión marital de hecho, la que se desarrolló en esta oportunidad en
el inmueble ubicado en la carrera 25 No. 48-31”, y que no debe confundirse la misma con la anterior
que existió entre ellos, desde el 31/12/1990, hasta el 20/11/1999.

Sobre la duración del vínculo objeto del presente asunto, el sentenciador de segunda instancia observó,
la prueba documental y acreditó, de un lado, que la demandada acompañó al actor a sus citas médicas
hasta el 2010, pues existe registro de que firmó como pariente cuando lo intervinieron quirúrgicamente
el 15/9/ de ese año; y, de otro, que el accionante continuó siendo atendido en el centro asistencial
ubicado en proximidades de la casa donde ellos vivieron juntos, hasta el 1/10/ del mismo año 2010. Por
consiguiente, estimó procedente el ad quem reconocer la existencia de la unión marital y de la sociedad
patrimonial reclamadas, desde el 31/12/2002 y hasta la última fecha atrás registrada. Sumado al hecho
de que las partes ya habían estado vinculadas afectiva y patrimonialmente, desvirtúa las excepciones
alegadas por la demandada. En cuanto hace a la prescripción extintiva aducida, se encuentra que si el
vínculo que ató a las partes concluyó el 1/10/2010, como viene de decirse, y la demanda con la que se
dio inicio al proceso, se presentó el 14/9/2011, es evidente su tempestividad.

 LA DEMANDA DE CASACIÓN:
 CARGO PRIMERO: Omisión de la escritura pública No. 1892 del 26/7/2002, mediante la cual
las partes liquidaron “la única sociedad patrimonial que entre ellos era posible”. Sobre esto el
recurrente trajo a colación la cláusula sexta, “Que en consecuencia los bienes de cualquier
naturaleza o clase que adquieran a partir de la firma de esta liquidación de sociedad
patrimonial de hecho a cualquier título serán bienes propios, no sujetos a comunidad de bienes
entre ellos”.

El recurrente sostuvo que “aún en la hipótesis de que hubiese existido la convivencia entre
Alfonso González y Nubia Patiño, estos podían ser compañeros permanentes, más nunca socios
bajo los parámetros de la Ley 54 de 1990, pues de modo expreso y anticipado ellos excluyeron
dicha posibilidad en la cláusula SEXTA.

 CARGO SEGUNDO: Omisión de medios de prueba que darían cuenta de la ausencia del
requisito de singularidad que es esencial a la unión marital de hecho”: El impugnante expuso,
que las pruebas pretermitidas, son demostrativas “de que, en un periodo crucial, el demandante
sostuvo relaciones afectivas con una persona diferente de la demandada, con lo cual se rompe el
requisito de singularidad”. Si el ad quem hubiese reparado “en las declaraciones, no hubiera
podido reconocer la existencia de la unión marital de hecho como lo hizo, por carencia del
elemento de ‘singularidad’.

 CARGO TERCERO: Pese a “que obra en el proceso la prueba irrefutable de que acaeció el
fenómeno de la PRESCRIPCIÓN, el Tribunal se negó a reconocerla”. Partiendo de las fechas en
las que el actor empezó a vivir en el apartamento 301 del edificio de la autopista norte (año 2008) o
dejó de vivir en la casa del barrio “Galerías” (año 2009), es evidente que para el día en que se
presentó la demanda, 14/9/2011, ya había transcurrido un lapso de tiempo superior al año de que
trata el artículo 8º de la Ley 54 de 1990, por lo que la acción, para cuando se promovió, estaba
prescrita.
 CARGO CUARTO: La violación por parte del Tribunal del “artículo 187 del C.P.C.,
incumplió el deber de apreciar las pruebas en su conjunto, desatendió las reglas de la sana
crítica y no expuso el mérito atribuido a cada probanza individualmente considerada” , Es error
es de hecho, porque a pesar de que el Tribunal sí puso los ojos en las pruebas que demuestran el
dicho estado de separación de la pareja, distorsionó de tal modo su contenido que la fisonomía de
la prueba perdió toda su esencia, es decir el tratamiento que el Tribunal otorgó a la prueba es
equivalente al desconocimiento objetivo de su existencia”.

“El hecho que la demandada en un acto de solidaridad con el padre de su hija le hubiera
conducido al médico y le hubiera asistido, no puede tomarse como prueba de la existencia de la
unión marital de hecho, menos si una abrumadora cantidad de pruebas muestra que para 2008,
inclusive antes, el demandante Alfonso González ya no residía en el mismo lugar que la
demandada.

 CARGO QUINTO: Violación directa al “haber aceptado que la comunidad de vida entre una
misma pareja, que ya había liquidado una sociedad patrimonial anterior, podría generar una
segunda sociedad patrimonial, dentro de una misma unión marital de hecho que nunca
terminó”. Dicho de otro modo, si los compañeros permanentes ya liquidaron la sociedad
patrimonial, sin poner fin a la unión marital de hecho, no pueden pedir se declare que la
extensión en el tiempo de la convivencia pueda conducir a una nueva sociedad patrimonial entre
los mismos compañeros”.

Previa invocación del artículo 42 de la Constitución Política “debe existir igualdad entre las
familias constituidas mediante vínculos naturales y jurídicos”, el casacionista comparó la situación
antes descrita con lo que ocurre en el matrimonio, toda vez que “la simple separación de bienes,
sin divorcio, descartaría que pueda emerger de nuevo la sociedad conyugal, pues la separación de
bienes entre una pareja que sigue casada, implica la adopción de un régimen de no comunidad de
bienes, dentro de la misma estructura matrimonial”.

 CARGO SEXTO: “El Tribunal cometió un error de hecho por suposición de la prueba acerca
del término final de la unión marital de hecho declarada en la sentencia del año 2000 ”, desatino
que fue el que le permitió afirmar la existencia de una segunda unión marial y, correlativamente, de
que fruto de ella, surgió una nueva sociedad patrimonial entre los mismos compañeros
permanentes.

El Tribunal no advirtió que los compañeros permanentes que integraron la unión marital de
hecho, SOLO liquidaron la sociedad patrimonial sin poner fin a la unión marital de hecho”. El
recurrente advirtió que, si la unión marital establecida entre las partes “no fue extinguida mediante
la sentencia dictada por el Juzgado 19 de Familia en el año 2000, el Tribunal dio por demostrado,
sin haber prueba de ello, que hubo dos uniones maritales de hecho en periodos distintos, sin que
se haya acreditado en el expediente, cuando terminó la primera y menos cuando comenzó la
segunda”.

 CARGO SÉPTIMO: El Tribunal incurrió en “error de derecho al dar por demostrado, en


contravención del artículo 187 del C.P.C. el punto de partida o término inicial de la unión
marital de hecho declarada en la sentencia ahora recurrida en casación”. Apoyado en ese
análisis, el censor aseveró que la fijación del momento en el que comenzó la unión declarada por el
Tribunal, “hiere el sentido común y no consulta las reglas de la sana crítica, desconocimiento del
artículo 187 del C.P.C. que llevo al ad quem a la violación de las normas sustanciales enunciadas
en el cargo”, desatino al que se suma la vulneración del artículo 174 de la misma obra y la
inaplicación del principio de la carga de la prueba, toda vez que esa autoridad “dio por demostrado
sin estarlo, el hito inicial de la supuesta unión marital de hecho”.

 CARGO OCTAVO: El Tribunal, con el propósito de revocar dicho proveído, se dio a la tarea de
descalificar el valor probatorio de la referida confesión y, para ello, “admitió pruebas que no
fueron legalmente decretadas y practicadas, con lo cual violó los artículos 174 y 183 del
C.P.C.”, pues tuvo en cuenta “la información médica que reposa en documentos” allegados de
manera irregular, después de la audiencia en la que se recepcionó la comentada prueba, a efecto de
establecer la incapacidad del actor para absolver el cuestionario que se le formuló, “es decir se
desatendieron las reglas de producción de la prueba, pues se trataría de supuestos dictámenes
periciales sobre los que la parte demandada ignora la forma como se produjeron, pues arribaron
subrepticiamente al proceso, en contravención a lo dispuesto en el artículo 183 del C.P.C.”.

La otra vertiente por la que optó el recurrente, se concentró en la violación del artículo 187 del
Código de Procedimiento Civil, “en tanto el Tribunal no analizó las pruebas en su conjunto,
estableciendo entre ellas la debida correspondencia y armonía, sino que agudizó penetrantemente
el sentido en detalles minúsculos de las pruebas testimoniales, hasta hacer desaparecer el
contexto en que ellas fueron rendidas.

 CONSIDERACIONES:

CARGOS PRIMERO, QUINTO Y SEXTO, APRECIADOS EN CONJUNTO, FRENTE A LA


OCTAVA ACUSACIÓN.

Las censuras agrupadas, tienen la misma base factual, como es que entre las partes existió una única
unión marital de hecho, iniciada en 1990 y que se extendió en el tiempo más allá de cuando, mediante
sentencia proferida por el Juzgado 19 de Familia del 2/8/2000, se reconoció su existencia, sin disponer
su terminación. Con otras palabras, la demandada recurrente afirmó la continuidad de la unión marital
después de la expedición del memorado fallo, en tanto que él no le puso fin, porque no podía hacerlo,
debido a que en la demanda con la que se apertura tal controversia, no se formuló pretensión alguna
dirigida a obtener un pronunciamiento de ese calibre.

El impugnante le reprochó al ad quem, en el cargo inicial, la preterición de la cláusula sexta de la


escritura pública No 1892 del 26/7/2002, otorgada en la Notaría 15 de Bogotá, en la que las partes, de
mutuo acuerdo, liquidaron la sociedad patrimonial que surgió entre ellos con ocasión de la unión
marital de hecho declarada en el memorado fallo judicial, toda vez que en la referida estipulación, los
ex compañeros González y Patiño señalaron que “los bienes de cualquier naturaleza o clase que
adquieran a partir de la firma” de dicho instrumento, “serán bienes propios, no sujetos a
comunidad de bienes entre ellos”.

En el cargo quinto, al haber derivado de esa situación, la continuidad de la única unión marital de
hecho que vinculó a los litigantes, un efecto jurídico imposible, como fue el surgimiento de una
segunda sociedad patrimonial. Y en el cargo sexto, el desconocimiento del genuino alcance de las
pretensiones que en dicho proceso anterior elevó la ahora demandada, así como de la sentencia que lo
definió, puesto que la gestión procesal de la promotora de ese asunto, no estuvo dirigida a poner fin al
vínculo marital que entonces tenía con el señor Alfonso González y, por ende, el fallo judicial que se
emitió, no tuvo tal alcance, inadvertencia probatoria que llevó al ad quem a reconocer una sociedad
patrimonial entre compañeros permanentes no contemplada por la ley.

En abierta contradicción con lo anterior, la accionada, en el cargo octavo, negó que el nexo marital que
inició con el actor en 1990, hubiese continuado luego de 1999, pues afirmó, en esencia, que, a partir de
entonces, ellos no hicieron vida en común y que residieron en lugares separados, incluso, en distintos
municipios.

En tal virtud, fue que el recurrente le reprochó al Tribunal la desestimación que hizo de las pruebas
demostrativas de la inexistencia de la convivencia o, desde la otra perspectiva, de que los litigantes
vivieron por aparte, en particular, de la confesión que, en el primero de tales sentidos, efectuó el
accionante en el interrogatorio de parte que absolvió; del testimonio de su hija Karen Catalina González
Patiño, quien igualmente negó que ellos, desde entonces, hubiesen compartido su existencia; de las
declaraciones de María Oliva Méndez Bohórquez, Aura Cecilia Higuera Durante e Iván Leonardo
Torres Patiño, que ubicaron al actor residiendo en lugar diferente al de la accionada, las dos primeras,
desde el año 2008 y, el último, desde el 2009; y de la prueba documental, sobre todo, los contratos de
arrendamiento que se encuentran entre ella, que ratifican lo expuesto por los nombrados declarantes.

Como una misma cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, es patente la incompatibilidad de las
advertidas posturas de la accionada, pues partiéndose de un mismo momento, en este caso, la
definición del proceso que con anterioridad a éste ella adelantó en contra del aquí demandante, no es
admisible que predicara, por una parte, que el vínculo de marido y mujer que tenían de antes, continuó;
y, por otra, que se extinguió, porque desde entonces no hicieron vida en común, habida cuenta que
residieron en sitios distintos e, incluso, en diversos municipios.

Así las cosas, la Corte, frente a la incompatibilidad atrás detectada, siguiendo las pautas
legislativas consagradas en la norma y con miramiento en el advertido fundamento del fallo
combatido, así como en la posición que la propia demandada adoptó en las instancias, optará por
tomar en consideración el cargo octavo y, correlativamente, por desechar los cargos primero,
quinto y sexto, que por ende no están llamados a abrirse paso.

 CARGO SEGUNDO EN RELACIÓN CON EL TERCERO Y EL CUARTO:

En la primera de tales acusaciones, su proponente adujo, en síntesis, que el demandante, durante el año
2008, residió en el municipio de Agua de Dios y que, en ese tiempo, sostuvo “una relación marital con
la señora Cecilia Salazar”, vínculo que, por ende, desvirtuó la singularidad del nexo que el Tribunal
declaró existente entre las partes, afirmaciones que sustentó en los testimonios de los señores Sandra
Milena Londoño Villamil y Jairo Hernández Palomino, que consideró indebidamente cercenados por el
ad quem.

A su turno, en los cargos tercero y cuarto, el casacionista señaló que el señor Alfonso González, desde
el 1/9/2008, residió sólo en el apartamento 301 del edificio ubicado en la carrera 45 de Bogotá, que le
fue arrendado por la demandada, como se comprobó, principalmente, con los testimonios de María
Oliva Méndez Bohórquez y Aura Cecilia Higuera Guzmán, demostración confirmada con los
documentos que aportó la propia accionada y con las declaraciones de Antonio Vela Roncancio y
Carolina del Pilar González Pachón.
Es inadmisible, por lo tanto, que el recurrente, para una misma época, haya ubicado al gestor de esta
controversia viviendo en el municipio de Agua de Dios en unión marital con la señora Cecilia Salazar
y, paralelamente, residiendo sólo en Bogotá.

Como en las instancias, la demandada únicamente esgrimió en su defensa, la permanencia del señor
González en el referido apartamento durante el indicado año, situación que fue de la que se ocupó el
Tribunal en su sentencia, la Corte solamente admitirá para estudio los cargos tercero y cuarto,
prescindiendo del segundo, que en consecuencia naufraga.

En efecto, según ya se acotó, la supuesta continuidad de la unión marital de hecho que los integrantes
de los extremos procesales conformaron a partir de 1990, hasta luego de que la sociedad patrimonial
derivada de ella se disolvió por sentencia judicial, aducida como soporte de los cargos primero, quinto
y sexto, fue una cuestión fáctica que sólo vino a plantearse en casación, toda vez que a lo largo de las
instancias, la postura que esgrimió la demandada fue exactamente la contraria, esto es, que ese vínculo
término el 2/8/2000. Igual acontece con el planteamiento relativo a que en el año 2008, el señor
González hizo vida marital con la señora Cecilia Salazar.

Así las cosas, propio es colegir que uno y otro planteamiento es novedoso y que, por lo mismo,
no era factible en casación, estructurar ninguno de los ataques planteados con base en ellos, toda vez
que, como con insistencia y sin modificaciones, lo ha sostenido la Corporación, una sentencia no puede
ser juzgada a la luz de hechos que no pudieron ser considerados por quien la profirió, pues el silencio
guardado sobre ellos traduce para éste la imposibilidad de conocerlos, de constatar su comprobación y,
sobre todo, de evaluar los efectos jurídicos derivados de los mismos, amén que habilitar reproches en
esa forma sustentados, provocaría la vulneración del derecho de la contraparte de controvertir, dentro
del respectivo proceso, la plataforma fáctica aducida en su contra y de pedir pruebas para desvirtuarla,
laborío que como es lógico entenderlo, no puede realizarse en casación.

La Corte, en reciente fallo, refiriéndose a un “medio nuevo”, es decir, aquél que “no fue debatido en
las instancias y que sólo se alega en desarrollo del recurso extraordinario”, reiteró, de un lado, que es
“inadmisible en casación, toda vez que ‘la sentencia del ad quem no puede enjuiciarse ‘sino con los
materiales que sirvieron para estructurarla; no con materiales distintos, extraños y desconocidos’.
Sería de lo contrario, un hecho desleal, no sólo entre las partes, sino también respecto del tribunal
fallador, a quien se le emplazaría a responder en relación con hechos o planteamientos que no tuvo
ante sus ojos, y aún respecto del fallo mismo, que tendría que defenderse de armas para él hasta
entonces ignoradas’, al fin y al cabo, a manera de máxima, debe tenerse en cuenta que ‘lo que no se
alega en instancia, no existe en casación.

De las cuatro censuras que quedan por examinarse, los cargos séptimo y octavo son los únicos que
tratan sobre la unión marital de hecho declarada por el ad quem; los otros dos (tercero y cuarto),
fueron dirigidos a fustigar la desestimación de la excepción de prescripción de la acción, en lo que
atañe con el reconocimiento, disolución y liquidación de la sociedad patrimonial que se predicó
constituida entre los compañeros permanentes.
Así las cosas, la Corte proseguirá al estudio de tales cuestionamientos, empezando por el
octavo, en razón de su amplio espectro; continuará con el séptimo, de alcance restringido; y
finalizará con el estudio conjunto de las acusaciones tercera y cuarta, toda vez que las dos refieren a
una misma problemática jurídica.

2. Cargo octavo.

Como se extracta del compendió que de él se hizo, dicho reproche se encaminó a dos objetivos
esenciales: de un lado, desvirtuar la descalificación que el Tribunal hizo de la prueba que denominó
de “descargo”, particularmente, a desvanecer las contradicciones, o el significado de ellas, con
base en las cuales el Tribunal restó credibilidad a los testimonios practicados a solicitud de la
demandada, fundamentalmente, los de su hija Karen Catalina González Patiño, su sobrino Iván
Leonardo Torres Patiño y el de la señora María Oliva Méndez Bohórquez; y de otro, a establecer
que de la ponderación panorámica o de conjunto de esos testimonios, unidos a la confesión del
demandante, a las declaraciones de Aura Cecilia Higuera Durán, Antonio Vela Roncancio y
Catalina del Pilar González Pachón y a la prueba documental, principalmente, los contratos de
arrendamiento aportados, podía colegirse la inexistencia de la convivencia de las partes luego del
año 2000 o, por lo menos, desde el 2008.

En suma, el censor le imputó al Tribunal los siguientes errores de derecho:

2.1.1. Haberle quitado toda eficacia probatoria a la confesión del actor, relativa a que él no
convivió con la accionada en el periodo de tiempo precisado en la demandada, fundado en documentos
irregularmente allegados al proceso, que no fueron tenidos en cuenta como prueba y, respecto de los
cuales, la última no tuvo oportunidad de controvertirlos.

2.1.2. No haber valorado conjuntamente, las siguientes pruebas:

a) Los testimonios de Karen Catalina González Patiño, Iván Leonardo Torres Patiño,
María Olivia Méndez Bohórquez que, en concepto del censor, son, de un lado, los más idóneos para
establecer la realidad del vínculo que ató a las partes y, de otro, claramente demostrativos de que los
señores González y Patiño no hicieron vida en común a partir del año 2000.

b) La declaración de Aura Cecilia Higuera Durán, que predicó lo mismo, pero en su


condición de empleada del actor.

c) Los documentos aportados por la accionada, especialmente, los contratos de


arrendamiento de los inmuebles en los que el promotor del litigio residió.

d) Y las versiones juramentadas suministradas por los señores Antonio Vela Roncancio
y Catalina del Pilar González Pachón, en tanto que aquél relató la visita que le hizo al gestor del litigio,
en el inmueble de la autopista norte con calle 178 de esta ciudad y ésta, describió las deplorables
condiciones de la habitación que su padre tenía en ese edificio.
2.2. Teniendo en mente el delineado alcance del referido reproche, es del caso señalar
que el ad quem, a efecto de declarar la unión marital que le fue solicitada, partió de la presencia en
el proceso de dos grupos de pruebas: uno, integrado por las pedidas por el actor, que llamó de
“cargo”, demostrativas de su existencia; y otro, conformado por las solicitadas por la accionada, o
de “descargo”, que contrariamente la negaban.

En ese orden de ideas, el Tribunal, fincado en las primeras, principalmente, en los


testimonios rendidos por los señores Luis Alonso Velasco Gallo, Carlos Alfonso González Pachón,
Jairo Antonio Vela Roncancio, Belarmino Díaz Granados, Carolina de Pilar González Pachón,
Alberto Roa Quiñonez y William Florentino Roa Quiñonez, así como en los documentos allegados
con el libelo introductorio y en la historia clínica del actor que, de oficio, solicitó a la “Clínica
Nueva” de esta ciudad, coligió, en definitiva, que “queda claro que contrario a lo que argumentó el
extremo pasivo, las partes sí conformaron una nueva unión marital de hecho, la que se desarrolló en
esta oportunidad en el inmueble ubicado en la carrera 25 No. 48-31 (sic)” de esta ciudad.

De modo complementario, se ocupó de la prueba de “descargo”, en relación con la cual no


apreció la confesión del demandado, puesto concluyó su incapacidad mental al momento de absolver el
interrogatorio de parte que la contiene; infirió la falta de credibilidad de los testimonios que la integran,
por las contradicciones que avizoró en ellos mismos y con otras probanzas; y estimó que los contratos
de arrendamiento aportados por la convocada, no desvirtuaron la existencia de la unión marital, como
quiera que ellos “quizá (…) obedec[ieron] simplemente a la organización patrimonial que tenía la
pareja”.

2.3. Del cotejo de esos argumentos, los que el censor explicitó en el cargo ahora
examinado, de un lado, y los del Tribunal, del otro, se extracta que el impugnante no combatió la
conclusión toral del fallo de segunda instancia, esto es, que “las partes sí conformaron una nueva
unión marital de hecho”, ni la ponderación probatoria en que dicha autoridad soportó la misma.

Su actividad se limitó a lo accesorio: protestar la valoración que el ad quem hizo de las


pruebas de “descargo”.

Al respecto, debe memorarse que “cuando se está frente a dos grupos de pruebas, el
juzgador de instancia no incurre en error evidente de hecho al dar prevalencia y apoyar su decisión
en uno de ellos con desestimación del restante, pues en tal caso su decisión no estaría alejada de la
realidad del proceso” (CSJ, SC del 18 septiembre de 1998, Rad. n.° 5058; se subraya).

Y que, como lo resolvió la Sala en un asunto apuntado también al reconocimiento de una


unión marital de hecho, “si en el proceso, como el propio recurrente lo advirtió, existen dos grupos
de pruebas, uno que avala la posición que asumió el ad quem, esto es, que las relaciones amorosas
que vincularon a (…) con la actora y con la señora (…), supusieron la cohabitación de los
miembros de cada una de las parejas así formadas, y otro que se contrapone a esa conclusión, en
la medida en que desvirtuó que aquél y la última hubiesen llevado su relación hasta la
convivencia, no es admisible que el Tribunal, al optar por uno de ellos, hubiese cometido el error
de derecho allí denunciado, toda vez que, en criterio de esta Corporación, ‘[l]a selección de un
grupo de pruebas respecto de otro, tampoco constituye per se un error de derecho por ausencia de
apreciación conjunta’, en la medida que tal ‘escogencia es, en línea de principio, fruto de la
apreciación, análisis y confrontación integral de los elementos probatorios, lo cual excluye la
conculcación del artículo 187 del Código de Procedimiento Civil (Cas. Civ., sentencia de 2 de
diciembre de 2011, expediente No. 25899-3103-001-2005-00050-01)” (CSJ, SC del 19 de
diciembre de 2012, Rad. n.° 2008-00444-01; se subraya).

De suyo, pues, que el acogimiento que el Tribunal hizo de las pruebas de “cargo” por
encima de las pruebas de “descargo”, así se admita que en relación con estas últimas no media
ninguna circunstancia que las descalifique o que impida reconocerles eficacia demostrativa, no es
un comportamiento que engendre la comisión de errores de hecho o de derecho, menos, por falta de
apreciación conjunta, pues lo que se deduce del laborío del ad quem es que él, tras percatarse de la
presencia de los dos grupos de pruebas obrantes en el informativo y de advertir que mientras uno
acreditaba la unión marital de hecho reclamada, el otro preconizaba su inexistencia, los valoró
aunada y globalmente para, fruto de ello, acoger el primero.

Con otras palabras, no se trató aquí de que el ad quem no viera que de las pruebas de
“descargo”, apreciadas individualmente y en conjunto, podía deducirse que los señores González y
Patiño residieron por separado a partir del año 2000, sino de que, pese a reconocer que ese era el
sentido de tales medios de convicción, optó por preferir el sentido que dedujo del otro grupo de
pruebas, del que infirió la comprobación de la unión marital, entendimiento que, se reitera, como no
fue controvertido a través del recurso extraordinario en estudio, conserva plena vigencia y, por lo
tanto, continua irradiando todos los efectos que le son propios, al fallo cuestionado.

En definitiva, se concluye que el cargo octavo no se abre paso.

3. Cargo séptimo.

3.1. Como ya se registró, con su proposición se endilgó al Tribunal la comisión de


error de derecho, por haber fijado la fecha de inicio de la unión marital con base en la declaración del
señor Carlos Alfonso González Pachón, en tanto que al ponderarla no aplicó la sana crítica, toda vez
que admitió la absurda asociación que el deponente hizo entre la compra de la casa del barrio
“Galerías”, realizada únicamente por la demandada, y el inicio de la convivencia de las partes.

3.2. En punto de la “sana crítica”, es del caso reproducir aquí, en lo que resulta
pertinente, las apreciaciones que recientemente hizo la Sala, con amplitud y profundidad.

Hoy en día la sana crítica constituye el parámetro de valoración racional de todas las
pruebas (arts. 187 C.P.C. y 176 C.G.P.) y alude a las reglas de la lógica (formal y no
formal); las máximas de la experiencia; las leyes, teorías y conceptos científicos
afianzados; y los procedimientos, protocolos guías y reglas admitidos por los distintos
ámbitos profesionales o técnicos, a las que está sujeta la actividad probatoria de los jueces
y sus respectivas conclusiones sobre los hechos que interesan al proceso.

3.3. A decir del recurrente, la apreciación que el Tribunal hizo del testimonio del señor
Carlos Alfonso González Pachón, hijo del actor y quien, por ende, tenía interés en las resultas del
proceso, para deducir, con base exclusivamente en él, la fecha de inicio de la unión marital de hecho
que reconoció, riñe con la lógica, pues la asociación que el deponente efectuó entre la adquisición
de la casa del barrio “Galerías”, verificada solamente por la aquí demandada, y el surgimiento de
ese vínculo de pareja, no luce consistente, sino descabellada, amén que aparece desmentida con la
escritura contentiva de la compra, puesto que allí la señora Patiño Zambrano dejó expresa
constancia de la liquidación de la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes que
previamente había sido declarada por el Juzgado Diecinueve de Familia de esta capital.

3.4. Escudriñado el genuino sentido de la sentencia del Tribunal, en lo tocante con el


punto sobre el que versó la censura, se encuentra que esa Corporación estimó que los testigos, en
general, no precisaron el momento en el que comenzó el referido vínculo familiar; que la mención
que algunos hicieron al año 1990 era inadmisible, porque estaban aludiendo a la formación de la
primera unión que existió entre las partes, y no a la segunda, que es el objeto de este asunto; que el
nombrado descendiente del accionante fijó su inicio en el año 2002, porque relacionó la misma con
la casa del barrio “Galerías”, en tanto que era allí donde visitaba a su padre, la cual fue comprada
en ese año; y que la también declarante e hija de Alfonso González, Carolina del Pilar González
Pachón, manifestó haber visto el vehículo que utilizaba su progenitor parqueado en las afueras de
ese inmueble, desde el mismo año.

Lo que se extrae de la declaración es que todos los recuerdos del testigo sobre la vida en común de
quienes integran los extremos de este litigio, estuvieron asociados con esa casa, porque fue en ella
donde los vio convivir como marido y mujer, primero, cuando llegaron a ocuparla, en una
habitación, y luego, tras remodelar el inmueble, en otra.

Si ello es así, no es ilógico y, menos aún, absurdo, que el deponente refiriera el año en que
el bien raíz fue comprado, para fijar la época de la que partían sus remembranzas, sin que ello
signifique, como equivocadamente lo interpretó el recurrente, que aquél hubiese manifestado que el
acto de adquisición, como tal, marcó el comienzo de la vida familiar de su progenitor con la aquí
convocada.

3.7. Por contera, es inexacta la acusación cuando le enrostró al ad quem haber tomado
la fecha de realización del indicado negocio jurídico, como la del comienzo de la vida conjunta de
las partes.

La lógica del Tribunal fue otra. En tanto que el citado declarante expuso la ocurrencia de
actos maritales cuya realización tuvieron lugar en la casa del barrio “Galerías” y, adicionalmente,
observó que la misma fue adquirida en el año 2002, propio era pensar que la unión de los litigantes
principió en ese año, sobre todo cuando el relato del testigo estuvo relacionado, precisamente, con
la forma cómo ellos empezaron a habitar el inmueble, una vez se pasaron a vivir en él.

Más aún: el ad quem, debido a que el testigo no indicó una fecha exacta en el transcurso de
2002, optó por fijar el último día de ese año como inicio del nexo marital, que es muy posterior al
de otorgamiento de la escritura de compra de la casa ya tantas veces mencionada (26 de julio de
2002).

3.8. Lo dicho descarta el error de derecho denunciado, pues el Tribunal, apoyado en la


lógica más elemental y en las reglas de la experiencia, fue que dedujo de lo expuesto por el señor
González Pachón que la unión marital arrancó en el citado año.

3.9. Queda por puntualizar, que ningún aporte hicieron al cargo, los argumentos
consistentes en el interés del citado deponente en los resultados del pleito y en que la postura
explicitada por éste, aparece desmentida con lo expresado en el memorado instrumento público,
pues tales quejas no guardan relación con el error de derecho denunciado, esto es, itérase, que la
valoración del testimonio de González Pachón, no se ajustó a las reglas de la sana crítica.

4. Cargos tercero y cuarto.

4.1. Como ya se sabe, las dos acusaciones en que ahora centra su atención la Sala,
propugnan por el reconocimiento de la excepción de prescripción extintiva de la acción, en cuanto
hace al reconocimiento de la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes pedida en la
demanda y a la ordenación de su disolución y liquidación, igualmente allí impetradas.

4.2. Para el logro del objetivo buscado por el recurrente, éste planteó, en esencia, dos
hipótesis:

De un lado, que los señores González y Patiño desde el año 2000, inclusive, no han vivido
juntos, tiempo en el que el primero residió en distintos municipios, como se desprende del
testimonio de la hija común de las partes, Karen Catalina González Patiño, mutilado por el
Tribunal, que fue corroborado con la prueba documental aportada y con buena parte de la
testimonial recepcionada, que, a su turno, el Tribunal dejó de apreciar o valoró indebidamente.

Y de otro, que así se admita la convivencia de los litigantes, la misma se extendió, por
mucho, hasta el 1º de septiembre o hasta finales 2008, pues obran en el proceso pruebas que
acreditan que el actor, desde la indicada fecha, residió en el apartamento 301 del edificio ubicado en
la carrera 45 No. 178-37 de esta ciudad y/o que no vivió en la casa de habitación de la accionada,
ubicada en el barrio “Galerías” de esta capital, ningún día del año 2009, ni después de él,
circunstancias que el Tribunal desconoció como consecuencia del error de derecho en que incurrió,
al no haber valorado en conjunto las pruebas que daban cuenta de ello, especificadas por el censor.

En relación con esos dos supuestos, el recurrente coligió la configuración de la excepción


de prescripción, por haber transcurrido el término de un año consagrado en el artículo 8º de la Ley
54 de 1990, sin haberse formulado demanda encaminada al reconocimiento de la sociedad
patrimonial y a que se dispusiera su disolución y posterior liquidación.

4.3. En torno del primero de los planteamientos atrás advertidos, la Corte reitera las
apreciaciones que consignó al desatar el cargo octavo, habida cuenta que allí explicó las
razones en virtud de las cuales, la tesis de la inexistencia de la unión marital, no está llamada
a prosperar en casación.

En consonancia con lo allí dilucidado, cabe observar aquí que así se concediera al
testimonio de la hija común de la partes, señorita Karen Catalina González Patiño, y a la totalidad
de las pruebas corroborantes de su versión, el valor demostrativo que en efecto tienen, y se coligiera
que ese plexo de medios de convicción, es indicativo de que los señores González y Patiño, desde el
año 2000, vivieron por separado, tal inferencia no alcanzaría para derrumbar el fallo del ad quem,
pues las decisiones del mismo se encuentran fundadas en el otro grupo de pruebas que esa autoridad
valoró, sin que tales determinaciones, ni el examen de los elementos de juicio que las respaldan,
hubiesen sido blanco de ataque en casación.

4.4. La otra acusación formulada por el censor tampoco está llamada a prosperar, por
las razones que pasan a explicarse:

4.4.1. El Tribunal consideró que las aseveraciones de las testigos María Oliva Méndez
Bohórquez y Aura Cecilia Higuera Duran, relativas a que el demandante desde el año 2008 residió
en el apartamento 301 del edificio ubicado en la carrera 45 No. 178-37 de Bogotá, son “poco
creíbles (…), pues (…) no se explica por qué entonces, conforme con la prueba documental
allegada en esta instancia, el demandante ingresó a la Clínica Nueva, ubicada en la calle 45 F No.
16 A 11 el día catorce (14) de enero de 2010 (fl. 161 de cuaderno de la instancia) oportunidad en
la que fue acompañado por un ‘familiar esposa’, quien refirió que los síntomas por los que acudían
a dicho servicio, se habían intensificado en las últimas 24 horas; documento en el que se indica
como dirección, la Cra. 25 No. 48-31; dicho en otros términos, si ciertamente el demandante vivía
en el inmueble donde funciona el citado establecimiento, no existe ninguna razón por la que
acudiera a un centro clínico bastante retirado y para el servicio de urgencias, el cual queda
ubicado muy cerca de la vivienda de la demandada y además, acompañado por una persona que
dijo ser la esposa y en estas diligencias, no quedó probado que el demandante tuviera alguna
relación que persona diferente a la aquí demandada”.

Añadió que “vecinos del sector dieron cuenta de la residencia del demandante en la casa
ubicada en Galerías”, en pro de lo cual invocó las declaraciones de los señores Alberto y William
Florentino Roa Quiñonez, quienes informaron haberlo visto allí en los años 2008 y 2009.

4.4.2. Significa lo anterior, que el ad quem sí se percató de que un sector de las pruebas
de “descargo”, apuntaba a demostrar que el promotor de esta controversia no vivió en la casa del
barrio “Galerías” desde el año 2008, lo que descarta que dicho sentenciador hubiese pretermitido o
cercenado esos medios de convicción, como se denunció en el cargo tercero, o que no los valoró en
conjunto, cual lo reprochó el impugnante en la cuarta acusación.
4.4.3. Del referido raciocinio del Tribunal, igualmente se extracta que lo que en verdad
ocurrió fue que esa Corporación, pese a que contempló el supuesto estado de separación de las
partes desde el año 2000, no admitió en últimas el mismo, como quiera que halló pruebas que
acreditaron que el actor sí residió en la casa del barrio “Galerías” de Bogotá hasta finales del año
2010, en concreto, la indicaría que estructuró a partir de la información que sobre la atención
brindada al señor González y la ubicación del establecimiento, figura en la historia clínica de éste,
remitida por la “Clínica Nueva” de la ciudad, en asocio con las declaraciones de los hermanos Roa
Quiñonez, vecinos del sector.

4.4.4. Así las cosas, deviene contundente el fracaso del ataque auscultado, en tanto que,
como ya se registró, ninguno de los errores imputados en las censuras que se analizan, ni los de
hecho, ni el de derecho, tuvieron ocurrencia, y porque el fundamento probatorio que condujo al
Tribunal a fijar, en definitiva, el 1º de octubre de 2010 como la fecha de terminación de la unión
marital, no fue desvirtuado.

El cargo séptimo, por consiguiente, tampoco está llamado a buen suceso.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación Civil,


administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia del
30 de mayo de 2014, proferida por Tribunal Superior de Bogotá, Sala de Familia, en el proceso que se
dejó plenamente identificado en los comienzos de este proveído.

Costas en casación, a cargo de la recurrente. Como la demanda presentada para sustentar dicho
recurso, fue replicada en tiempo por el extremo actor, se señala, por concepto de agencias en derecho,
la suma de $6.000.000. La Secretaría de la Sala, efectúe la correspondiente liquidación.

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